/65/ ¿Sigues ahí, madre?
Bienvenidos a "Sasuke tiene que sufrir por el bien de la trama".
Advertencia: capítulo largo porqué no quise dividirlo en 2 porqué no, se pierde el ritmo y la emoción.
—¿Te preocupa Naruto?
La voz de Obito sacó a Sasuke de su ensoñación. Ladeó el rostro a la derecha dónde el otro Cazador volaba sobre la espada igualando su velocidad, o, mejor dicho, Obito absteniéndose en ir más rápido. No es secreto que su primo es el Cazador más rápido en la Villa de Fuego conforme al vuelo de espada.
—Sí, pero confío que Sakura lo manejará. En ese aspecto, sabe más que yo —contestó sin ninguna pizca de vacilación.
El día anterior, al bajar del asentamiento Obito lo llevó a prisas a la posada informando con rapidez sobre la condición de Naruto. Sasuke se encontró con el fantasma trasformado en niño durmiendo plácidamente, tratando de recuperar energía. Akane prometió cuidarlo hasta que Sakura lo valorara nuevamente.
Sasuke pudo estar más tranquilo sabiendo que su prometida estaba al tanto de la situación.
Se dijo que, una vez resuelto los asuntos apremiantes, regresará por Naruto.
—Oye, mira allá.
Ante el llamado de Obito, Sasuke prestó realmente atención a su entorno. Hasta ahora mantenía la vista baja mientras sobrevolaban las copas de los árboles cubiertos de nieve, pasando el pueblo de Konoha, sumergido en sus pensamientos. Cuando elevó los ojos y los enfocó, rápidamente los ensanchó.
En el horizonte se veían las infinitas escaleras ascendientes que guiaban la entrada de la Villa de Fuego, y más arriba, al borde de algunas nubes, destellos naranjas centellaban opacadas por el carismático blanco de la nieve. Desde tal distancia no se apreció correctamente el origen, pero no presagiaba nada bueno.
—Apresurémonos.
No faltaba demasiado el acortar la distancia. En cuanto tocaron el borde de las escaleras ascendieron a prisas. Sasuke empujó la energía espiritual para ir más rápido ya que sentía a Obito acelerar. Apenas vislumbraron el borde del primer Tori cuando de pronto fueron recibidos brutalmente por los primeros edificios en llamas ardientes.
—¡Alto, alto! ¡No avancen-! ¡Ah!
Escucharon estas voces muy tarde, lo que sea que hayan advertido, pareciera que los discípulos cercanos se rindieron muy rápido cuando ellos traspasaron el Tori. Aunque ambos recién llegados se detuvieron abruptamente, esos discípulos corrieron a su dirección.
De un vistazo Sasuke notó que traían la ropa rasgada y respiraban apresuradamente. Más atrás, pegados al borde del Tori, había un grupo de alrededor veinte personas cuales reconoció como los niños y algunos trabajadores. Un tercer y cuarto discípulo se quedaron con ellos y los guiaba al borde de la barrera visual. Por alguna razón, nadie intentó avanzar a través de ella.
—¡Joven maestro! —Los discípulos llamaron y parecían aliviados.
—¿Por qué insistieron en detenernos? —exigió saber Sasuke bajándose de la espada. La primera fachada de la entrada estaba envuelta en llamas, pero debido a que el humo sobresalía no se lograba apreciar más allá. Agudizó el oído y escuchó el ajetreo lejano. De espadas chocando entre sí, pasos acelerados y gritos angustiados.
Antes de auxiliar primero necesitaba información de lo ocurrido o sería intentar apagar el incendio con una cubeta con agua.
—¡Hay un campo de protección establecido dentro del que nos protege! Nos impide salir por nuestra cuenta, aunque tengamos los pases —explicó el discípulo mayor con una herida en el brazo, lleno de angustia—. Y por lo visto, se puede entrar.
Obito se había virado y tratando de caminar por dónde llegaron. Inmediatamente fue rechazado por la barrera que los discípulos mencionaron.
Sasuke se viró a ellos con cierta urgencia.
—¿Pretenden salir?
—Nos ordenaron evacuar este grupo al refugio, pero esa jodida barrera nos limita demasiado y por alguna razón no podemos utilizar hechizos o matrices de teletransportación. ¡Y si no nos apuramos nos alcanzarán!
—Un momento, explícate mejor. —Sasuke no tenía un buen presentimiento de esto, tratando de unir los puntos importantes de todo el revuelto—. ¿Quiénes los atraparán? ¿Contra qué están luchando?
La barrera de la Villa de Fuego es prácticamente impenetrable gracias al sistema de pases. En sí, es lo suficiente poderosa para soportar ataques consecutivos y feroces a gran estala, duraría un par de días erguida. Tiempo suficiente para contraatacar o evacuar sin bajas.
Con estos antecedentes, son muy pocas las situaciones que los acorralarían; y no había de signos hostiles en el exterior.
Entonces debió ocurrir desde el interior.
Ambos discípulos contrajeron los rostros. Sasuke podría jurar que estaban al borde de la frustración y las lágrimas.
—¡Todos! ¡Luchamos contra todos!
Sasuke y Obito se tensaron visiblemente.
—¿Todos?
—¡El líder Uchiha informó un golpe de estado por parte de los Ancianos y Sacerdotes! Es un lío en el centro y nosotros estábamos en el comedor cuando nos ordenaron evacuar —dijo el mismo chico malherido lleno de dolor, agarrándose la cabeza—. Nada tiene sentido... ¡es una masacre ahí dentro! Nuestra misión es escoltar a los niños y no-combatientes al refugio, pero-
Fue abruptamente interrumpido por voces lejanas.
—¡AAAH! ¡NO, TE ACERQUES ¡NO QUIERO MATARTE!
—¡Qué lástima, por qué yo a ti sí! ¡Jajajaja!
Estas voces los alertaron. De la esquina del edificio en llamas cayó desparramado un cuerpo atravesado del corazón por una espada desde atrás.
—¡Nos alcanzaron! —exclamaron los otros discípulos poniéndose en guardia con las espadas en alto.
Entre el humo negro emergió una figura alta vestido en túnicas común de los discípulos, riéndose de una manera tan desigual que erizó el vello de los brazos de los presentes quienes no tardaron en alebrestarse, golpeando la barrera con los puños. Algunos abrazaron a los niños y se atemorizaron. Otros estuvieron al borde de las lágrimas suplicando a los Cielos.
—¡Dioses, ayúdennos!
Sasuke actuó rápido. Utilizó paso veloz en el instante que ese esa figura se abalanzó al grupo indefenso, sabía que ninguno discípulos tenían la mentalidad fuerte en contrarrestarlo debidamente. Captó el temblor en las manos de los discípulos y el dolor atrasando sus miradas.
Reconoció la fuerza de su oponente al verlo avanzar con rapidez, por sí solo dijo muchas cosas.
Usó el impecable juego de pies para esquivar y rodear al discípulo, en menos de cinco movimientos su oponente terminó inconsciente tras un golpe en la nuca proporcionado por Kusanagi. Al darse la vuelta, Sasuke se enfocó al grupo de niños, entre ellos, identificó a sus pequeños estudiantes agazapados con los mayores, llenos de pavor y miedo.
Lo reconocieron al instante. Sus caritas se contorsionaron y no dudaron en correr a su dirección.
—¡J-Joven maestro!
—¡El joven Sasuke vino a salvarnos! —exclamaron los niños llorando por fin. Hasta ese momento ninguno había derramado lágrimas, pero al ver su mentor de confianza, se desparramaron a su alrededor.
A Sasuke se le estrujó el corazón. No dudó en darle palmaditas llenas de consuelo y asegurarles en voz baja que estarían a salvo. No se distrajo demasiado, hay una pelea más intensa en el centro de la villa y debe acudir pronto; sin embargo, tampoco dejará a este grupo desprotegido.
La situación trajo la familiaridad del ataque en El Bosque de la Muerte, a diferencia que aquí tenían a su disposición energía espiritual y armas, aunque tampoco podían contar con matrices. Por otro lado, era imposible salir y tarde o temprano terminarán luchando hasta desgastarse. No todos tenían las habilidades suficientes para defender su vida, entonces... ocurriría lo inevitable.
Tendría que ocuparse del problema de otra manera.
Se miró la mano, pensativo. A veces, Sasuke olvida que puede hacer uso de su energía espiritual sin contenerse como antes. Desde que Ryu sanó esas heridas, estuvo entrenando para volver a su ritmo normal, al que tenía antes de la última reclusión que destrozó sus meridianos.
—Momo. —Lo llamó.
Inmediatamente el hurón salió de los pliegues de su kimono, dónde estuvo acurrucado todo el viaje, durmiendo plácidamente. Momo lo miró, emitiendo un ronroneo tierno contrario a toda la situación. Los niños se distrajeron, admirando al animal de pelaje blanco sobre el hombro de Sasuke.
—Barrera. —Con una simple palabra lo comandó a realizar una técnica que lleva años sin usar.
Momo graznó y se deslizó por su brazo hasta caer al suelo y comenzar a correr en círculos alrededor del grupo de civiles. La mayoría siguió sus movimientos con dudas e inquietud.
—Todos, júntense más —ordenó Sasuke sacándolos de su ensoñación.
Algunos dudosos, pero dispuesto se apresuraron a empeñarse al lugar indicado. Observaron con cierta impresión como Momo se convertía poco a poco en un destello de luz blanca, veloz y brillante, pareciendo un círculo infinito que los rodeó infinitamente. Pronto, alrededor de ellos se alzó una barrera protectora, proveniente de esa luz.
—¡Es una barrera!
—Impresionante...
Los presentes venían anonadados.
Obito parpadeó, impresionado hacia Sasuke.
—¿Cuándo aprendiste a hacerlo?
—Desde que Momo está conmigo —respondió él con sinceridad. Obito lo miró con cara de: "mentiroso".
Le devolvió un imperceptible encogimiento de hombros.
Se volvió un secreto sin proponérselo. Simplemente nunca uso particularidad en presencia de otros. En la mayoría de las ocasiones sus cacerías eran solitarias, y cuando eran grupales, nunca tuvo la oportunidad. Mucho menos después de que no pudo utilizar energía espiritual libremente ya que esta habilidad de Momo dependía de un empujón con la energía espiritual de Sasuke; el resto dependía del hurón y la vida misma del Cazador.
—Momo dejará entrar únicamente a quién Obito designe —avisó a todos en general, pero sus explicaciones se centraron en Obito.
—Me encargaré de todo por aquí —dijo Obito en respuesta—. Tú ve al centro, estoy seguro que serás de mucha más ayuda.
Sasuke lo miró un breve segundo antes de asentir.
—Los dejaré a tu cuidado.
—Cuenta con ello.
Partió con Kusanagi en mano. Traspasó la primera línea de edificios en camino a convertirse en cenizas bajo el fuego que se extendía. El segundo bloque estaba medio intacto al igual que el resto, le permitió deducir que incendiaron de afuera hacia adentro disminuyendo posibilidades de escape.
El fuego no fue el mayor obstáculo esa noche. Estuvo lejos de ser un problema real para cualquiera.
El nudo que se instaló en la garganta aumentó a medida que avanzaba. Cuerpos inertes yacían reposando en diversas partes del suelo, con la sangre formándose un charco debajo de ellos todavía tibia. Sus dedos pegajosos al tacto le provocaron un poco de nauseas, no por la viscosidad, si no por la manera que murieron.
Si de algo está completamente seguro, es que nunca olvidaría las mutilaciones y entrañas esparcidas. Las expresiones de los cadáveres estaban a medio paso al horror y dolor. Esta forma de matar...
—... Es demasiado cruel y despiadada —apretó la mandíbula. Había visto este patrón antes. El asesino no se siente satisfecho con arrebatar vidas, se regocijará mientras la muerte sea muy dolorosa.
Más tarde tendrá mucho trabajo que hacer con las almas dispersas. Muchas querrán venganza. Podía sentir la picazón de sus dedos al tocar demasiado el guqin.
Al avanzar se encontró con otros obstáculos. Un par de discípulos mayores perseguían algunos aprendices jóvenes, apenas unos adolescentes que protegían otro grupo de evacuados. Como Cazadores, ya sean experimentados o no, por lo menos en el Clan Uchiha harían lo posible por defenderse. Con solo un vistazo identificó quienes eran los controlados y quienes no.
Sasuke todavía se resistió en agitar la espada con un golpe mortal, por lo que se acercó sigilosamente desde costado.
Uno de los discípulos controlados detectó su presencia y esquivó por centímetros, en cambio, el segundo no fue demasiado rápido. ¡Recibió un golpe en la nuca que lo dejo inconsciente! Sin perder su movilidad, Sasuke se giró y agarró la cabeza del segundo discípulo mayor quién al mirarlo, ensanchó los ojos.
—¡Tú--! ¿¡Cómo es qué estás aquí!? ¡Deberías-!
No le dejó terminar su oración, lo noqueó a prisas. A ambos les pegó un talismán de mando. Los comandos deben ser simples, nada laborioso como corre, salta o grita. En este caso muy útil. Y ordenó: —No se moverán ni hablarán.
Al virarse, el grupo que ayudó lo miraban boquiabierto.
—¡¿J-Joven maestro Sasuke!?
—¡Es él!
—¡Y no está siendo controlado!
Sasuke miró alrededor. Este lugar no era seguro. Sentía varias presencias con intenciones asesinas acechando.
—En la entrada de la villa hay una barrera —informó. Los adolescentes rápidamente pusieron atención. Sus rostros mallugados y cuerpos heridos no les impidió escuchar atentamente—. Por ahora es un lugar seguro. Vayan.
Los discípulos menores se miraron entre sí, dudosos. Sasuke frunció el ceño, considerando la posibilidad que no confiara en él, abrió la boca con el convencimiento en la punta de la lengua cuando uno de ellos lo interrumpió de la forma menos esperada.
—... ¿Y usted que hará, joven maestro?
Sasuke los observó con atención.
—Los cubriré mientras avanzan.
Pronto vio al grupo perderse entre los edificios ardientes con cierta dificultad. Tuvo confianza a que llegarían sin mucho percance. No notó presencias cercanas al borde, más bien, todas ellas comenzaron a dirigirse a él cuando lo notaron.
No esperó a que se acercaran. Los interceptó a medio camino, golpeando y noqueando a más de uno. Jamás desenvainó la espada y gastó todos los talismanes de mando que traía consigo. Se volvió complicado a medida que se acercaba al centro dónde parecía concentrarse la mayoría. En otro momento, en otra situación, su la Villa de Fuego hubiese sido asaltada desde el exterior, se enorgullecería de la cantidad de discípulos que podían defender su hogar.
Lamentablemente, ese día no era hoy.
Las sospechas se elevaron a cada segundo, con cada persona que dejaba inconsciente o parcialmente herida. Estos discípulos son controlados por algo más poderoso, y es muy seguro que sean sometidos por almas huésped cuya voluntad se sobreponer a la suya.
Los discípulos allá atrás tenían razón, el centro de la Villa había una conmoción que jamás se imaginó presenciar.
Tuvo que utilizar todo su autocontrol para no salir corriendo sin pensar. Se detuvo un momento al borde del dojo principal, con los ojos ensanchándose al ver la avalancha de personas mezcladas entre sí, Cazadores contra Cazadores, Sacerdotes contra Cazadores. Ancianos contra discípulos.
Maestro contra discípulo.
—¡Maestro Kakashi! —exclamó apremiante al verlo recibir un golpe de Itachi ¡su hermano nada menos!
No. Imposible. No puede estar sucediendo.
Su hermano está siendo controlado.
Apretó la espada y no pudo apartar los ojos desesperados de Itachi.
Kakashi tosió un poco de sangre, virando la cabeza al origen del ruido. Frente a él, Itachi se detuvo abruptamente, su expresión impasible hasta rayar la indiferencia no respondió, el único indicio fueron sus manos temblorosas. Por lo demás, se mantuvo igual.
Sasuke apenas tuvo coherencia para escuchar a Kakashi.
—¡Abstente de interferir aquí! ¡Estoy distrayéndolo o atacará al líder Uchiha! —exclamó Kakashi agitando la espada.
Tarde Sasuke desplazó la vista. Más alejado sentía los choques de energía espiritual. A la distancia vio una melena peliblanca agitarse y la espalda de su padre. Todo mientras intercambian golpes y choque de espadas. No debería consternarle del todo, lo que le hizo sudar frío es la confirmación de todas sus teorías.
Sintió su cuerpo estremecer. La fuerte necesidad de ayudar a su padre emergió y dio un paso a tientas, pero nuevamente Kakashi lo detuvo.
—¡Detente! —le ordenó. Sasuke se aquietó y giró el rostro a su maestro—. No es aquí donde deberías estar.
A su alrededor podía ver a varios Cazadores luchar entre sí, con Sacerdotes uniéndose. Era difícil identificar quién es controlado y quién no entre el mar de luchas, gritos y blasfemias. Por un momento, estuvo en medio del caos entero. Del mundo reduciéndose a tortura y muerte. De su hogar destruyéndose cada que la espada se hundía en el corazón de alguien, y las lágrimas y gritos se atenuaban.
Y aunque la incertidumbre lo sintiera a flor de piel, luchó en concentrarse. Su mente trabajando a mil por hora.
—Sasuke, escúchame atentamente. —Kakashi hablaba mientras intercambiaba golpes con Itachi. El aludido no pudo quedarse mirando nada más, desvió a cada discípulo que intentó atacarlos. A unos metros cerca, vio que Izuna y otros Cazadores repelían ataques, una lucha de desgaste ya que los controlados volvían a levantarse al poco tiempo—. Este golpe de estado se lideró por Jiraya y los Ancianos lo apoyaron. Ahora mismo el Consejo está siendo sometido por los otros maestros de nuestro lado. Pero no se ve a Danzo por ningún lado.
De acuerdo, eso llama a problemas.
—¿Sabe dónde está?
—Tengo una conjetura vaga —reveló Kakashi. El vaho salía de sus labios a cada respiración—. Escuché que alguien lanzó una bengala de socorro antes del ataque desde el Templo Kirei, y solamente se me ocurre una razón que amerite una acción tan precipitada.
El caos a su alrededor iba en aumento. Los gritos inundaron sus oídos, las luchas consecutivas las vislumbra de cerca, el hedor a sangre se atenúa a medida. Lo peor, no hace falta que voltee y trate de interpretar el panorama actual, con estas sensaciones lo adivinó.
Es una masacre.
—La Cámara subterránea —dijo Kakashi y Sasuke se tensó regresando en sí.
Dicho lugar contenía los artefactos más antiguos y valiosos que fueron entregados hace siglos a sus predecesores para su resguardo. Iban desde objetos malditos hasta reliquias cuyos propósitos nunca se descubrieron. La única persona que tiene acceso a ese lugar es el líder del Clan, el sistema de matrices y talismanes está fuertemente arraigado con su sangre.
En pocas palabras, actualmente su padre es el único que puede acceder.
Que Kakashi mencionara ese lugar repleto de artefactos misteriosos no traía buen presentimiento.
—¿Qué artefacto le preocupa?
Vio a Kakashi dudar un segundo.
—... El Espejo de la Verdad.
—¡!
No se pudo evitar. Sasuke miró boquiabierto a su maestro. Estaba estupefacto, por no decir menos que no pudo controlar su expresión incrédula.
¡¿Un artefacto legendario estuvo todo este tiempo en la Villa de Fuego?!
—Maestro ¿cómo...? —se quedó sin palabras.
—No hay tiempo de explicaciones —le cortó Kakashi batallando contra la fuerza de Itachi. Tenía desventaja al estar muy herido, pero hacia lo posible para contenerlo—. La única manera de abrir esa cámara es con la sangre del líder. Es posible que en medio de la lucha la hayan conseguido. Si ponen sus manos en ese artefacto... ni siquiera puedo imaginar el caos que desatará.
Con esa implicación, Sasuke supo cuál era su misión inmediata.
—¡Ve! Nos encargaremos aquí.
Asintió apresuradamente y, tras darle una mirada llena de incertidumbre a su hermano controlado, cuyos ojos estaban inertes, se apresuró en dirección al templo.
Nunca subestimó las dificultades del camino al templo, concentrándose en las adversidades de su andar. Arremetió con el guqin a todo aquel que intentó detenerlo. Los acordes brutales sonaron uno tras otro, golpeando certeramente al oponente hasta dejarlos inconscientes, pero no asesinados. Saltó sobre ellos, utilizando paso rápido y cubrir terreno amplió en menor tiempo.
No reparó en segundas miradas y continuó su camino a prisas.
Sus pasos redujeron velocidad al vislumbrar el templo derrumbado. Una pizca de ira se enroscó en lo profundo del pecho al ver el lugar dónde adoraban a Su Alteza hecho trizas. La estatua yacía esparcida en pedazos por el suelo colapsado. Se tomó un breve momento en deslizarse por el terreno irregular hasta tomar la única parte de la estatua que quedó intacta.
La flor que sostenían las manos delicadas de la estatua. Tras darle un vistazo, la guardó en lo profundo de sus mangas y retomó su camino.
Hay una sola una forma de entrar a la Cámara Subterránea y es por el pasillo atiborrado por escombros del templo derrumbado que parecía un sendero desparramado.
—¡Cof, cof!
Se detuvo abruptamente al escuchar toses dispersas bajo sus pies. Esperó un segundo, verificando si no fue un desliz del viento cuando las toses se retomaron, y una voz amortiguada también se alzó.
No dudó en sumergirse en el hueco del descubierto de lo que antes fue un túnel, la nieve comenzó a acumulase en la superficie. Al mirar de cerca algunos escombros taparon ciertos tramos.
—Ey —llamó agudizando el oído—. ¿Hay alguien ahí?
Mientras hablaba, sintió dos presencias del otro lado. Rápidamente comenzó a quitar algunas piedras sin esperar respuesta, buscando liberar espacio en el entorno tan estrecho. Utilizando la fuerza bruta de sus brazos, arrancó la última roca enorme que obstaculiza el paso. Estrechó los ojos, adaptándose a un tono más oscuro del que la noche lo rodea.
—¿J-Joven Sasuke?
Esa fue la inconfundible voz de Moegi. Preocupado, Sasuke se adentró a prisas. A medida que se acercaba notó las dos siluetas desparramadas en el suelo. El corazón se le subió a la garganta al llegar y notar que Moegi, toda mallugada y andrajosa, estaba de rodillas junto al cuerpo tendido de Konohamaru cuyas heridas sangraban. Ahí donde las manos de Moegi presionan el estómago por dónde escurría la sangre.
—¡Joven Sasuke! —exclamó Moegi al borde de las lágrimas—. ¡Nos atacaron, y- y Konohamaru me defendió, lo con una espada! Pero él-él sigue sangrando y no despierta. ¡Por más energía espiritual que le doy no despierta!
Rápidamente el azabache se agachó a su lado comprobando los meridianos de Konohamaru obligándose a mantener la calma. Ciertamente perdió demasiada sangre y esa herida estaba consumiendo las pocas reservas del chico.
—Lo estás haciendo bien, Moegi —le dijo intentando tranquilizarla tras una examinación al chico—. Si no estuvieras dándole de tu energía espiritual probablemente hubiera muerto.
Moegi hipó, era un desastre de llanto y desesperación. Sasuke no la culpó de no tener control sobre sus emociones. Él estaría igual de afectado, o, mejor dicho, intentó no demostrarlo para no angustiar más a la chica que claramente sufriría un colapso en cualquier momento.
—Le daré un poco de mi energía para estabilizarlo —indicó apartándole las manos para sustituirlas con las suyas. Konohamaru respiraba tenue, su vida pendía de un hilo a estas alturas. Antes que nada, debían suturar la herida—. Moegi, saca de mi pliegue una bolsita dimensional. Tengo instrumentos médicos.
Sabía lo básico gracias la insistencia de Tsunade. Cuando ella se dio cuenta de sus pocas tendencias de autoconservación al tratar la cuarta herida en medio de una semana, le lanzó los utensilios médicos y le obligó a aprender a suturar una herida.
No es perfecto, pero le comprará tiempo a Konohamaru hasta que un Sanador lo vea. Preferiblemente pronto.
En medio de la sutura, un temblor sacudió el suelo. Sasuke apenas logró poner cuatro de los seis puntos cuando la estructura sobre ellos se agrietó rápidamente amenazando en colapsar.
—¡Sal! —exclamó mientras recogía a Konohamaru entre sus brazos.
Moegi se apresuró cargando los utensilios, Sasuke le pisó los talones. Saltaron al hueco por dónde entró Sasuke al principio antes que la estructura se derrumbara sobre ellos.
Afuera, el suelo seguía temblando y Sasuke desplazó la vista rápidamente en dirección a dónde estaba la Cámara Subterránea.
Desde ahí no se veía con precisión, pero hubo el inconfundible destello y el choque de energía espiritual. Intenso y devastador. El temblor cesó abruptamente junto con la luz, revelando, a lo lejos un hueco formado en el suelo.
¡El techo de la Cámara Subterránea se derrumbó! Y, en pocas palabras, dejó al descubierto todos los artefactos.
Su mente se dividió. Tenía a Konohamaru pendiendo de un hilo en sus brazos y debía impedir más actividad de sus perpetradores. No hay duda que alguien está intentando romper el sello con la sangre de su padre. Sin embargo, no ignoraría a Konohamaru moribundo en sus brazos.
—¿Fueron ustedes quienes lanzaron la bengala? —preguntó el azabache mientras ponía el último punto con rapidez y precisión. La energía a metros de ellos iba en aumento. El sudor recorrió su frente, pero no se detuvo.
Moegi se veía en conflicto, lanzando miradas allá y regresando a Sasuke. seguramente preguntándose por qué no se había marchado, pero tampoco insistió en presionarlo.
—Sí, nosotros... estábamos presentando respetos a Su Alteza y entonces... —Moegi tuvo una mirada ansiosa al mirarlo a él—. Vinieron el Sumo Sacerdote, el Anciano Danzo y la Sacerdotisa Mikoto...
Los dedos de Sasuke titubearon un poco mientras pasaba un poco de energía espiritual. Apretó la mandíbula de inmediato, con los ojos enfocados e intentando escuchar sin tener más reacciones.
Pero, demonios, era imposible.
Cada una de sus conjeturas se volvían realidad, una tras otra.
—... Y hablaron sobre varias cosas, la más importante, un golpe de estado.
—Está sucediendo ahora mismo. La Villa de Fuego está bajo ataque —informó Sasuke y le agarró las manos de Moegi presionándolas contra la herida cerrada provisionalmente—. Sigue inyectando energía espiritual tanto como puedas, yo-
Los vellos de sus brazos se erizaron ante el peligro inmediato y una intención asesina se precipitó sobre ellos.
Fue cuestión de un segundo.
¡Crack!
El sonido de metal contra metal resonó en el valle. Sasuke empujó a Kusanagi y la presión espiritual se disipó cuando la persona que lo atacó se retiró de un salto.
De pie frente a los discípulos menores, Sasuke apretó el mango de Kusanagi con fuerza, la mandíbula fuertemente tensa y los ojos ligeramente ensanchados. En sus pupilas, reflejaron la silueta de su madre, Mikoto, a metros de él con espada en mano cuyo filo rosaba apenas el suelo.
Lo que más temió se materializó frente a él.
No quería creerlo. En el fondo de su corazón, mientras Moegi hablaba, trató de ignorarlo. Pero, teniéndola frente a él, ya no era posible.
Su madre fue participe de este complot.
—Sinceramente no contaba con la maravillosa presencia de mi amado hijo.
La mirada que Mikoto le daba era diferente, turbia y maliciosa. Los bordes de sus ojos afilados, la sonrisa fría se desliza por los labios delgados pintados de un rojo intenso. Del que aprendió a familiarizarse con el pasar de los años. En las que parecían una víbora antes de atacar con todo el veneno disponible en la punta de su lengua.
En ese preciso instante, Sasuke la miró como si nunca la hubiese observado bien.
—Llegaste justo en el momento menos indicado. —Ella continuó diciendo.
—Madre ¿por qué participas en esta lucha? —Las palabras fluyeron de la boca de Sasuke sin detenerlas. Ansioso y herido. Sus pensamientos eran un caos, los intentó aplacar a pro de centrarse en Mikoto— ¿Por qué traicionas al Clan de esta manera?
Ella lo atacó primero.
Su madre intentó herirlo. Aún sentía su intención asesina.
Fue demasiado para él.
—Hm. Hijo mío, veo que todavía eres inmaduro —se burló Mikoto, la palabra "hijo" lo pronunció con desdén. Sasuke fingió que no dolió. Anteriormente había aprendido a contrarrestar siendo frío y borde con ella, pero desde ayer, él...—. Dejas que tus emociones interfieran. En ese aspecto, eres igual a tu padre. Y, así como él, debes desaparecer por el bien de nuestros planes.
Mikoto se acercó.
—Joven Sasuke... —murmuró Moegi detrás de él.
El aludido trago el nudo en su garganta, afianzando el mango de Kusanagi elevando un poco el filo. Se obligó a sí mismo a mantenerse firme ante las crueles palabras de Mikoto. Ella tenía esa intención de lastimarlo (incluso asesinarlo si se atreve a pensarlo a fondo). Y, por sus sospechas y la mirada llena de terror de Moegi, la sacerdotisa tuvo que ver con las heridas de ambos. Mikoto los asesinará a ellos si le da oportunidad.
Buscó endurecer sus sentimientos al erguirse. Hasta ese momento no se dio cuenta el momento en que encorvó los hombros ante la presencia de Mikoto. Ella se detuvo, teniendo un brillo extraño en sus ojos.
—Oh...
—No puedo permitir que obtengan el espejo, sé que Danzo está allá atrás intentando liberarlo. —Fue una apuesta con mucha probabilidad, cual confirmó al verla fruncir un poco el ceño. A como se veía, Mikoto se encargaría de impedir que interrumpa a Danzo—. Así que pediré que te rindas.
Mikoto se rio, un sonido desprovisto de calidez.
—Dices que me detendrás, pero dime ¿serás capaz de capturar a tu amorosa madre sin ningún rasguño?
Sasuke apretó los dientes, con los dedos crispados y la mente hecha un revoltijo. Las teorías revolotean en su mente, afirmándole que la mujer frente a él posiblemente no es su madre... pero también, había muchas razones por las cuales sí podría serlo.
—A estas alturas ya sabrás sobre el golpe de estado. —Mikoto no cambió de expresión al dar un vistazo a los adolescentes detrás de él—. Entonces sería más sencillo para ambos si te rindes. De todas formas, no sobrevivirá nadie.
La certeza de la afirmación heló la sangre de Sasuke a niveles insospechables, sobre todo porqué ese rostro familiar se teñía en algo feo y horrible, de la sádica anticipación. Emociones tan intensas y brutales que ha visto un par de veces en la vida.
De personas que disfrutan de la masacre y nos les importa arrebatar vidas inocentes. Arrancar los sueños de cada sujeto y extinguir sus almas hasta meros susurros de conciencias.
—Subestimas demasiado mi determinación —finalmente dijo él.
Mikoto se rio.
—Sé que no eres capaz de empuñar tu espada contra mí. Por más que me odies y desprecies, sigo siendo tu madre —advirtió burlona.
El nudo en su garganta fue en aumento. Un conflicto tenía lugar en su interior. Sasuke sabía que debía hacer: luchar ahí mismo. Pero sus extremidades no respondieron tan rápido como su mente. Tratando de deducir las pruebas a inexistentes cuando las tiene frente a él.
Al contrario de sus palabras, Mikoto permaneció expectante e inmóvil, únicamente mirándolo con mucha intención, como si supiera exactamente cómo reaccionaría a sus provocaciones.
¿Acaso esto es parte de su plan?
No.
Por la manera que reaccionó al verlo, Sasuke dedujo no contaban con su presencia. De alguna forma, arruinó parte de sus planes. Por dentro se regocijo, pero no lo suficiente para sentirse aliviado; porqué esto apenas comienza. Mikoto lo veía tan analítica, de la manera que ves a tu enemigo en busca de debilidades.
Su madre jamás lo había observado así.
Con las emociones a flor de piel, se obligó a alzar más Kusanagi en posición intentando atrasar lo inevitable.
Nunca esperó apuntar esta misma espada en contra de su madre. Trato de sofocar los sentimientos que surgían. De los gritos de su niño interior que le pedía detenerse, frenar cada intensión de lucha contra su madre. Mientras se acercaba de paso a paso firme, trató de consolar a ese niño que se oculta en lo profundo de su corazón. Abrazándolo con todas sus fuerzas, resistiendo el llanto incontrolable.
—Tú no eres mi madre —espetó con helades y seguridad.
La sonrisa de Mikoto no hizo más que ensancharse, tan perturbadora.
—Hijo ¿qué tonterías dices? Por supuesto que soy tu madre —prenunció cada palabra con dulzura—. Una madre que desea arrancarte el corazón y devorarlo por completo.
Sasuke ni siquiera tuvo tiempo de las náuseas. Una risa siniestra resonó por el valle antes de interponer a Kusanagi. Mikoto se había acercado fluidamente a su posición con intenciones asesinas explotando. A regañadientes, Sasuke se movió, impidiendo que le rebanara el brazo.
Así inició la lucha que recordará por el resto de su vida, que fue más unilateral por parte de Sasuke, centrándose en una posición defensiva. Desviando los ataques de Mikoto, retrocediendo a los costados con la intención de alejarla de los menores. Lo consiguió al desplazarse cerca de la Cámara Subterránea, Mikoto lo siguió detrás.
Otra serie se intercambios precisos que Sasuke tuvo la destreza de esquivar. Cada vez que intentaba atacar seriamente, sus manos se quedaban estáticas. A veces el filo de Kusanagi apuntaba al estómago de Mikoto, pero jamás pudo empuñarla más. De esto Mikoto se dio cuenta y aprovechó esas pequeñas debilidades para infligirle heridas.
Cortes en el brazo, en las piernas, incluso un rasguño en el rostro. Sasuke siseó, su cuerpo ardía y su cabeza palpita de tanto pensar en los sinfines de posibilidades.
¿Mikoto lo matará a él, o él se atreverá a dañarla primero?
A pesar de que ella tenía toda la intención de asesinarlo, él continuaba resistiendo. Lo más que podía. Sin embargo, no era ingenuo. Mikoto no le dará oportunidad, está intentando acabarlo. Por más esquives y vueltas que dé, encontrará la manera de un enfrentamiento sin retorno.
Así que, reinventando el plan, arremetió contra ella en medio de un ataque conciso. Mikoto fue tomada con cierta impresión ya que en todo el intercambio Sasuke estuvo a la defensiva. Que de pronto atacara no era esperado, pero su estuvo preparada.
En su vida, Sasuke jamás imaginó que utilizaría sus habilidades de espadachín contra su madre. Aplicó la finta del lado derecho, ahí donde Mikoto tuvo una abertura, misma que ella cubrió al verse indefensa. Pero funcionó para dejar al descubierto el otro punto, al cual Sasuke aprovechó girando sobre sus propios pies y batiendo la espada.
¡Le asestó una cortada!
Fue suficientemente hábil para hacerla retroceder, pero no lo suficientemente rápido para evitar que un talismán se adhiera a su brazo. Cuando ambos pares de ojos negros se encontraron, Sasuke hizo un sello con la mano y activó el talismán.
¡Inmediatamente Mikoto fue envuelta en chispas eléctricas y una descarga emergió del talismán!
Profirió un grito desgarrador, tomándose del pecho y sacudiéndose por la fuerza de los volteos. Pronto cayó de rodillas, retorciéndose bruscamente.
Sasuke se obligó a desplazar la culpa que subía por la garganta y corrió a la Cámara Subterránea.
Danzo estaba centrado en romper las matrices de protección. En medio del círculo traslúcido de destellos tenues a colores diversos, yacía flotando el mítico Espejo de la Verdad, o, mejor dicho, la mitad del artefacto.
Era idéntico a los dibujos representados en los pergaminos, del tamaño suficiente para tener que rodearlo con ambos brazos si estuviese completo. El espejo de una profunda oscuridad absoluta, como si viera el infinito de un abismo y el marco de oro pulido en detalles grabados.
Ocupó inmediatamente su mente en derribar a Danzo. Su intención no era asesinarlos. Necesitaba que vivieran para el interrogatorio.
Sin embargo, ellos tienen otros planes.
—Maldición. —Oyó el insulto de Danzo al apartarse cuando los talismanes explosivos se dirigieron a él, pegándose a la cúpula de la matriz y explotando ahí mismo.
Al aterrizar, el Cazador no se preocupó el daño al espejo, después de todo, la matriz seguía parcialmente intacta. El romperla por completo necesita liberar el sello con más sangre. Misma que encontró dibujada bajo sus pies al aterrizar donde antes estuvo en Anciano.
Apretó los dientes, saber que era sangre de su padre y recordar la batalla contra Jiraya, lo enfureció.
—¿Cuándo dejarás de ser un dolor en el trasero? —habló Danzo sacudiéndose el hombro del polvo que levantó la explosión—. Debiste quedarte dónde estabas, desperdiciando tus energías y tiempo jugando a la casita con esos animales que llaman semidemonios.
—Desafortunadamente para ustedes, regresé antes —contestó Sasuke indiferente, enderezándose. Repasó un plan en su mente, sin reparos o conteniéndose. Después de todo, es Danzo; no su madre.
Danzo le dirigía una mirada contenida y llena de irritación. Secretamente Sasuke se pavoneó de frustrar sus planes. Si tuvieron tiempo para planificar el golpe de estado, será el más feliz de haber sido un factor sorpresivo. Si él no estuviese aquí, las posibilidades de detener la extracción del Espejo de la Verdad serían escasas.
Siendo así, no reparó otro segundo en abalanzarse a Danzo dispuesto a incapacitarlo gravemente. Que no tuviera posibilidades de moverse y así capturarlo con vida... dentro de la medida. Porqué entre intercambios, Danzo se resistía. Si bien el Anciano es un Cazador con más experiencia que él, hay deslices que Sasuke aprovechó de la mejor manera.
Lo hizo retroceder con fuerza. Si algo ha de aceptar, es que su atributo sobresaliente es su técnica con la espada. Muchas veces escuchó sin querer cómo describían su manera de luchar: brutalmente sigiloso, rápido y hábil. Sus estocadas poseían la fuerza medida de sus brazos. De por sí antes se contenía por las heridas de las mismas, ahora que no existía peligro inmediato, dio rienda suelta a sus ataques.
No duró mucho. Entre el intercambio de golpes Danzo derrapó en el suelo nevado, tosiendo sangre al tocarse el pecho dónde Sasuke le pateó lo suficientemente fuerte para mandarlo a volar del otro lado de la Cámara Subterránea.
El azabache soltó una respiración y el vaho emanó de su boca mientras se acercaba plausible al Anciano desparramado.
—Dígame, Anciano Danzo. ¿Para qué necesitan el Espejo de la Verdad? —inquirió deteniéndose a los pies del anciano cuyos labios tosían sangre—. ¿Y cómo supo que estaba aquí? Únicamente el líder Uchiha sabe en su totalidad qué objetos hay.
—¿De qué sirve decírtelo? —escupió el anciano con la sangre escurriendo por los labios—. Cuando mueras, no podrás decírselo a nadie, ni siquiera podrás convertirte en fantasma y te llevarás el conocimiento a la tumba. Así que muere siendo ignorante.
Las cejas de Sasuke se elevaron.
—Está muy confiando al creer que moriré hoy.
Danzo le sonrió con los dientes ensangrentados.
—Tú eres el confiado al creer que sobrevivirás hoy. No soy a quién debes acorralar.
En el instante que dijo esas palabras, se avivó la intención asesina a sus espaldas. Maldijo en su mente al darse la media vuelta, pero apenas vio el filo del arma apuntándole en el cuello. Evadió al girarse de lado y dio una voltereta, apoyándose de una mano y alejándose de otro salto, midiendo la distancia.
De alguna manera, Mikoto logró superar el talismán eléctrico. Sasuke entrecerró los ojos al derrapar de costado, antes de incorporarse e interceptar otro ataque directo. Por alguna razón los ataques de Mikoto fueron salvajes y consecutivos. Un estilo que al principio no sacó a relucir.
Con toda sinceridad Sasuke no presumiría conocer el estilo de lucha de Mikoto. Lo vago que recuerda son sus primeros años de lecciones, pero no en precisión. Sabía que su madre aprendió el manejo de la espada como arma espiritual y el abanico como apoyo. Sin embargo, desde hace tiempo que no la ve portando su segunda arma.
Tampoco se atrevió en hacer un ataque directo. Por más que se acercara lo suficiente, sus manos no empuñarán a matar. Le causó un estrés y frustración por igual, porqué Mikoto no dudaba en intentar rebanarle la cabeza; ¡y él aquí titubeando!
Jadeando, Sasuke se alejó un momento buscando respirar adecuadamente. Sabe que no está concentrado, más que nada vigilando a Danzo tratando de levantarse de dónde lo derribó y Mikoto lo protegía desde la periferia. Mikoto no le quitaba los ojos de encima y no le daba tiempo de pensar adecuadamente.
No cuando intentaba matarlo.
—¿Planeas rendirte ya? —le pinchó Mikoto con mofa, se notaba cierta fatiga en su voz, consecuencia del talismán que la electrocutó—. Sinceramente esperaba más de ti en esta batalla. Ni siquiera has podido inmovilizar a Danzo. Me decepcionas.
Tales palabras, se dijo Sasuke, no debían afectarle en absoluto.
Empero, la realidad es otra. Golpeó directamente en su pecho, haciendo que su mundo se tambaleara. Apretó el mango con ambas manos, reaccionando a contrarrestar cuando la tuvo de frente.
¡No debes tomar en serio sus palabras! Se gritó bruscamente.
Sin embargo, el corazón se contrajo.
—Mira tu cara ¿te afecto lo que dije? —Mikoto estaba lo suficientemente cerca para analizarlo y ensanchó su sonrisa. Pareciera que la herida del costado no pesara nada, seguía moviéndose con bastante práctica y libertad—. Si digo que eres un inútil heredero divino, concebido como objeto experimental e indeseado desde mi vientre ¿llorarás hasta vaciar tus conductos lagrimales?
El shock que Sasuke experimentó en ese momento fue cuestión de segundos. Cosa y nada. De verdad. Sabía que el poder yacía encerrado en su interior por un conjuro letal. Pero en batalla, un segundo puede costarte la vida o la de los demás.
De reojo vio a Danzo desplazarse a Moegi y Konohamaru, apartado lo suficiente para no estorbar, pero visibles como objetivos.
Moegi gritó desesperada, luchando en decidir si utilizar sus manos para defenderse o seguir presionando la herida de Konohamaru.
Sasuke le gritó: —¡No apartes las manos!
Reaccionó velozmente. Girando sobre sus talones ejerciendo fuerza en la espada que sostenía en una mano, con la otra lanzó un talismán explosivo impidiendo el andar del Anciano. Al mismo tiempo, terminó la vuelta y empujó a Mikoto lejos, dándole chance para correr a Danzo.
Bajó la guardia un momento. Solamente un segundo le dio la espalda a Mikoto para frenar a Danzo que no se detuvo aún si el suelo retumbó frente a él. Cruzó a través del fuego y amenazó a los chicos.
Sucedió muy rápido.
Sasuke alcanzó a Danzo, lanzando a Kusanagi directamente a las piernas. Se insertó con éxito en la pierna derecha, derribando al Anciano. Sin embargo, lo dejó desprotegido por un instante. Por eso que apareciera Mikoto repentinamente a su costado, agitando la espada a su corazón, le trajo sensaciones se agobio y horror.
Movió el brazo frente a él. El dolor sordo atravesó su antebrazo siendo un amortiguador. La punta de la espada llegó a enterrarse ligeramente en su pecho. Y, por más fuerza que ejerciera, la mente también es un terrible enemigo.
Mirando a Mikoto con los ojos muy abiertos, con el cuerpo volviéndose inevitablemente frío, pensó con una extraña quietud: "Mi madre casi me asesina".
El dolor lo inundó como una explosión dentro de sí. Su mente se fracturó y la vista se volvió borrosa de la misma forma que ocurría cuando sucumbía a la fiebre. Desorientado y débil, sentía las piernas contraerse a pesar de que el ataque no tuvo la potencia necesaria para mandarlo al suelo.
Era su mente la que terminó destrozada.
¿Qué más pruebas quería?
Alrededor los gritos de Moegi retumbaron en sus oídos. El lejano crepitar del fuego lamiendo las paredes y devorando edificios, y las voces más allá rogando por su vida, pidiendo ayuda a gritos. Del olor a humo colándose por la nariz y la nieve acumulándose en su cabeza y hombros, envolviéndolo en una sensación fría y eterna.
Lo envolvió una extraña energía. Crepitando desde lo profundo de su núcleo.
Entonces, todo se volvió negro.
Cuando Sasuke tuvo conciencia de sí mismo, fue sumamente extraño, porqué de pronto no estuvo en ningún lugar. Simplemente la oscuridad lo rodeaba y el sonido se disipó, incluso el silencio era ruidoso de alguna manera.
No había nadie ni nada a su alrededor por más vueltas sobre su eje que dio, lo único que encontró fue una extensa y basta negrura. Registró su propio cuerpo, sintiéndose ligero, desprovisto de todo dolor, pero su mente estaba más lucida que nunca.
Él estaba en medio de algo importante, pero no podía recordar qué...
Un destello apareciendo repentinamente a la distancia captó su atención. Apartó la vista de sus propias manos y contempló con desconcierto como el destello parecía extenderse, o, mejor dicho, acercarse. Apenas dio un paso atrás, cuando la oscuridad se despejó abruptamente abriendo paso a uno de los paisajes más sublimes y hermosos que haya visto.
En el pasado, cuando aceptaba cualquier cacería nocturna, viajo lo suficientemente lejos. Entre las montañas y aldeas olvidadas por los Cazadores. Sumergiéndose en el mar de personas necesitadas que ningún Clan de renombre de molestaba en ver, mezclándose en el montón y siendo acomedido.
Descubrió cascadas impresionantes, lagos enormes cuya agua cristalina podrían tener uno que otra leyenda, y, sobre todo, se topó con prados y valles cuyas flores en primavera giraban al sol y acumulaban vida. Más de una vez se sentó al borde, admirando el paisaje tratando de buscar paz entre la naturaleza.
Por supuesto, esto antes de entrar a reclusión hace casi cuatro años ya.
El panorama a su alrededor era de un campo de flores extenso, una vista que vería en primavera, cuando el hielo se deshaga y dé paso a la vida que congeló por meses. La brisa se sentía tan real contra su rostro, la yema de sus dedos picó al rozar las flores que lo rodeaban. Predominaban los tulipanes blancos y claveles rosados, y...
Una brisa particularmente suave tuvo la fuerza suficiente para elevar pétalos rosados.
Flores de cerezos.
Viró la vista, más adentro del valle un enorme árbol de cerezos le dio la bienvenida. Decir que era enorme es un eufemismo. Lo catalogaría más como un árbol centenario por lo alto que es, un tronco grueso dónde emergían ramas fuertes, los cerezos brotaban por todas partes en abundancia, y los pétalos se desprendían sin mucho ruego formando una danza con los remolinos del aire.
Sasuke alzó la mano atrapando un pétalo. Recordó el árbol de cerezo desnudo en el patio de su pabellón. Está ansioso a que llegue la primavera y verlo con sus propios ojos. El color rosado extravagante le recordó a su prometida, y la mano que sostenía el pétalo llevaba el anillo que pactó una promesa.
Otro pensamiento le siguió a ese al caminar directamente al árbol. Con los ojos fijos, fue frunciendo el ceño a medida que se acercaba. Podía sentir una energía persistente proveniente de ahí. Rodeó el tronco grueso, guiado por el instinto y sus propios pies.
Lo que vio lo hizo detenerse abruptamente.
A unos metros del cerezo centenario, hubo una anomalía. Se topó con una especie de esfera gigante, el doble de su tamaño. Transparente y de aspecto acuoso. Dentr, una silueta flotaba entre túnicas blancas y parecía golpear la esfera con sus manos. Su cabello largo negro flotaba y burbujas salían de su boca. Es mejor decir que estaba encerrada en una especie de burbuja con agua dentro.
Se acercó por inercia, desde esa distancia no distinguió bien el rostro, pero a medida que los rasgo se definían, su mente tuvo una contracción y su corazón se aceleró furiosamente.
Detuvo sus pasos a metros, completamente estático mientras veía a la mujer encerrada con ojos muy abiertos. Esa misma mujer se dio cuenta de su presencia muy rápido, y también detuvo sus acciones, devolviéndole la mirada con una especie de aturdimiento.
—¿Madre...? —murmuró Sasuke desconcertado.
No cabe duda ¡es Mikoto quién se encuentra encerrada en esa esfera!
Los recuerdos lo inundaron como cascada. Golpeándolo sin compasión: él estaba en medio de una pelea contra Danzo y Mikoto. Protegió a Moegi y Konohamaru a costa de su propia seguridad y Mikoto casi le entierra la espada. A partir de ahí él... no recuerda nada más.
Pero aquí estaban, en un lugar desconocido por una mala broma de su mente viendo a su madre, la misma que le enterró la espada, encerrada en una especie de cárcel acuática. Estaba en shock, por no decir menos.
Al observar de cerca le pareció extraño. Era como ver a su madre de nuevo, porqué sus rasgos no era duros o crueles, sino parecían definidos y cansinos, con esos ojos negros iguales a los suyos que reflejaban una serie de emociones complicadas a las cuales no quiere ponerle nombres; portaba ropa simple y modesta, completamente blanca con pliegues morados.
Pero, lo que más llamó su atención, fue el color de sus labios: un rosa pálido, casi natural. Contrario al rojo intenso que acostumbra a ver.
Parpadeó cuando Mikoto dio un golpecito a la superficie, las burbujas de aire salieron de su boca y miró fijamente reformulando las palabras sin sonido.
Ayú-da-me.
Entonces algo de lucidez volvió a él, un destello de consciencia ante todas las conjeturas pasadas. De que su madre posiblemente fue controlada. De tener una Flor de Medianoche incrustada en su alma. Boqueó, mirando la burbuja. ¿Esto era la representación del alma original encerrada para que no luchara contra el alma huésped?
Sus manos se contrajeron con la mente acelerada, todavía mirando a Mikoto, su madre, únicamente observándolo. Con la mano apoyada y los labios cerrados, únicamente mirándolo, como si bebiera de toda su imagen.
Quizás esto sea una trampa.
Quizás no.
Sasuke no está seguro, pero confía en sus instintos.
Y ahora mismo le gritan que la libere.
Contra su propio bien juicio y que posiblemente caiga en una trama, tanteó su costado dándose cuenta que Kusanagi vino con él (donde quiera que estuviese) y la extrajo de la vaina.
—Retrocede —le dijo a Mikoto.
Ella obedeció, nadando en reversa dejando una cantidad de espacio considerable. Sasuke niveló la espada al centro, y, sin ningún atisbo de duda, cortó la cúpula a la mitad.
Inmediatamente hubo una ranura y la burbuja explotó en un sonoro ¡ploc! Extendiendo el agua por todos lados..
Las botas crujieron en el charco que se formó a sus pies al acercarse a Mikoto, quién cayó de rodillas sobre las flores, tosiendo furiosamente, empapada de pies a cabeza y con el cabello pegándose al rostro. Escurriendo agua de sus túnicas blancas y modestas.
—Madre —murmuró él con la mano estirada, pero deteniéndose en el último momento.
Sigue siendo débil. Lo más seguro es que Mikoto ahora mismo se abalance contra él para matarlo. Debería ponerse en guardia, buscar la manera de salir de aquí, porqué sea dónde este, no ve a Moegi ni a Konohamaru por ningún lado. El ataque a la Villa de Fuego todavía está en curso y debe ayudar.
Pero todos sus pensamientos fueron desplazados cuando Mikoto alzó la vista y lo miró directamente a los ojos. Ahí, de rodillas, extendió su mano para agarrar la de Sasuke que seguía en el aire, apenas apretándola.
—Sasuke —dijo suavemente, con una emoción contenida—, gracias por sacarme de ahí.
Hubo algo en ese toque, la sensación que recorrió su cuerpo. Sasuke disparó una mirada a las manos tocándose y sintió una sensación familiar. Maternal, se atreve a decir. De una que no sentía en casi una década. No desde que Mikoto se apartó de él y se negó a tocarlo, incluso a verlo.
De los primeros años de vida.
Memorias que atesoró en su mente.
—Madre ¿en verdad eres tú? —Arrugó la nariz, conteniendo su propia emoción cuando Mikoto apretó los labios, viéndose impotente.
No respondió, pero él tampoco lo necesitó para confirmarlo.
La sangre tira después de todo. Al mirarse a los ojos, vio los mismo que veía desde abajo cuando era niño y extendía las manos pidiendo ser cargado.
Cayó de rodillas frente a ella. Pétalos rosados se elevaron ante su movimiento. Con los ojos nublados y la espada al costado, Sasuke se inclinó acercándose. Mikoto parecía pérdida al verlo así, escandalizada también por su actitud.
—¿Qué haces? Sasuke, levántate. No deberías-
—Madre —repitió él con un nudo en su garganta. Con la emoción atorado en el pecho, a punto de romper su fachada. No sabía cuán desesperado estuvo, no con los constantes despliegues y fingiendo indiferencia a Mikoto por cada acto destructivo en su contra. Siempre se dijo que lo había superado, que había hecho las paces de que su madre nunca volvería a mirarlo con amor.
Entonces, de pronto, está aquí frente a una ilusión muy realista de lo que perdió alguna vez. De lo que sueña a menudo, de lo que anheló desde niño. Sabe que jamás la dejará ir en paz. No cuando le han entregado este gran regalo.
—Madre... te he extrañado tanto...
Mikoto contuvo la respiración. Luego, muy lentamente, tentativamente estiró su otra mano y la posó en la mejilla de Sasuke, como si temiera a que él lo rechazara. Pero Sasuke se apoyó contra su toque, desesperado, hambriento de afecto maternal. Sintiéndose tan abatido y dolido, porqué, contra todo pronóstico, esta es su madre. La mujer que le dio la vida. La que lo colmó de cariño en sus primeros años de vida un día al mes.
De pronto, fue de nuevo ese niño que corría por la casa acogedora de mamá. Robando galletas recién horneadas y tocando el guqin, pavoneándose a los elogios de la sacerdotisa. Disfrutando de tardes amigables y cariño de la única figura protectora que le dio la vida. Escuchando cuentos antiguos proyectados en la gentileza de su voz. Adormeciéndose con canciones de cuna.
—Oh, mi tesoro —murmuró Mikoto con las lágrimas ya mojando las mejillas. Incapaz de resistirse, a Sasuke se le humedecieron los ojos ante el apodo cariñoso que jamás pensó volver a escuchar de sus labios, ahora temblorosos—. Te hice mucho daño.
Ahí estaba.
Su verdadera madre.
Lágrimas fluyeron sin parar. Sasuke cerró los ojos dejando que un llanto silencioso recorriera su rostro.
Los únicos testigos de su debilidad fueron las flores, el árbol centenario y su madre frente a él, observándolo con vestigios de culpa y tristeza.
Sólo puedo decir: esto no es simplemente "¡Mikoto es inocente!" bueno, una parte sí, una parte no. Verán a lo que me refiero en el siguiente capítulo.
Por otro lado ¿quién imaginaba que el Espejo de la Verdad (digo, la mitad) andaba por ahí? *silba disimuladamente* en mi defensa, los detalles de la trama se construyen mientras avanzo, saben que siempre tengo el inicio, medio y final, peroooo pues *c ríe* creánme cuando les digo que ni yo lo tenía planeado al principio, pero eh, esto es por el bien de la trama futura.
-Agarra micrófono- sólo digo que deben prepararse para el futuro.
Ahora lo que nos importa: las próximas actualizaciones: posiblemente haya algo la siguiente semana porqué bueno, estamos entrando en el clímax del arco que, cómo menté antes, es el motivo por el cual existe este fic y determinará el rumbo en el futuro. Por lo tanto, quiero traerles algo muy bien estructurado (conforme a mis nada ingeniosas capacidades) así que sean pacientes, avisaré el mismo día que esté actualizando.
Aún así ¡Gracias por leer!
Nos leemos pronto,
Alela-chan fuera.
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