/6/ Confianza certera

Términos dentro del fic:

*Emeici (arma de Sakura): Estas armas consisten en una barra de metal con punta afilada, a veces con un anillo montado para manipularlas con un dedo. Usadas en las Artes Marciales Chinas, la idea general del uso de estas armas es hacerlas girar para distraer al oponente y atacar con velocidad en ataques sorpresa para apuñalarlo.

Sasuke jamás pensó que llegaría este día tan pronto. Lo imaginó, sí, pero en todos sus posibles escenarios nunca estuvo la posibilidad de cruzar espadas con ella.

Desde que salió de reclusión se preguntaba cada cuando sobre la vida de aquella joven pelirrosa que conoció antes de su tormento personal. La influencia de la chica dejó una huella inconsciente en su vida, ni él mismo parecía darse cuenta de ese acontecimiento y por el momento prefería dejarlo así.

Durante el compás de la pelea su interés se avivó, su oponente parecía experimentado y firme en su agarre con el arma, movimientos agiles y rápidos evidenciaron su previo entrenamiento. Que fuese una mujer aumentó más su genuino interés. Solamente conocía a una joven que le seguía el ritmo y pertenecía a un clan Cazador de demonios.

Y mientras se preguntaba por la identidad de su enemigo sospesando varias formas de forzarla a rendirse, ya que claramente intentaba hacerle daño a Konohamaru, el destello de la luz lunar iluminó tenuemente parte del rostro debajo de la capucha topándose con unos ojos verdes lo miraron fijamente. Debido a la oscuridad en la que estaba sumergido el bosque a causa de las nubles, en un principio no distinguió bien los rasgos; pero aquellos ojos verdes jamás los olvidaría.

Su impresión fue tan grande que se alejó para formular bien su pregunta. Y después incluso de soltarla, la impresión no lo abandonó y a la vez, una inexplicable emoción sorda se abrió paso en su mente sin expresarlo abiertamente.

La persona encapuchada se enderezó lentamente y, tras un breve momento de duda, clavó la espada en el suelo. Una mano blanquecina bajó la capucha revelando una melena rosada agarrada en una trenza suspendida hacia atrás y unos cautelosos ojos verdes se posaron en él. Sasuke se fijó en cada detalle de aquel rostro familiar, las facciones cambiaron a unas más maduras y finas dejando atrás la cara de adolescente que tenía en sus recuerdos. Era un poco más alta y su mirada, en ese momento, transmitía confusión notoria a pesar de que sus ojos nunca abandonaron cierta cautela.

Sin miramientos envainó su espada escuchando el susurro de Konohamaru colgando detrás de él: —¿¡Qué hace joven maestro!?

—Sigues llamándome de esa manera tan formal —dijo Sakura con un amago de sonrisa, apoyando una mano en su cadera y con la otra haciendo un ademán, su postura aparentemente relajada escondía la cautela y tensión de sus sentidos—. Veo que los años no ayudaron en que te dirigieras a mí sólo por mi nombre.

—Joven maestro, ¿conoce a esta mujer? —preguntó incrédulo Konohamaru con un tono de voz elevado.

—Sí, nos conocemos —dijo escuetamente sin despegar los ojos de Sakura.

Por su lado, la joven aspiró disimuladamente desviando la vista. Tomó una actitud "relajada" debido al nerviosismo e intentar saludarlo correctamente. Su corazón pinchó terriblemente ante la ola de repentino entusiasmo.

—¿Ha tenido una vida próspera, señorita Sakura?

Ella elevó los ojos y lo miró directamente al rostro, por un momento se perdió en la sinceridad de sus emociones, ¿realmente está contento de reencontrarse conmigo? Casi se ahoga en la calidez de su propio corazón. Tardó un poco en contestar, buscando ser sincera, así como él lo fue una vez.

—Intento tenerla, Sasuke. —Y apenas le sonrió un poco.

—¡Oye! ¿Cómo osas llamar sin respeto al joven maestro? —Konohamaru la apuntó con un dedo girando en su propio eje perdiendo casi toda su seriedad. Sakura le dirigió una mueca sarcástica.

—Ella puede decirme como guste, Konohamaru, al igual que tú —objetó de inmediato Sasuke girándose a él tomando de su mano el cuchillo dispuesto a ayudarle—. Pero, contrario a mí, a ella debes tratarla debidamente.

Una petición que pareció más una exigencia, la semidemonio decidió pasarlo por alto.

—No sabía que este niño venía contigo. —Sakura no se acercó a pesar de la familiar de sus palabras.

Pero incluso antes de que Sasuke pudiera contestar y cortar la cuerda, esta se aflojó y regresó, como consecuencia Konohamaru cayó de lleno al suelo, su rostro fue víctima del golpe y chilló indignado.

—¡Eso dolió!

Sakura se encogió de hombros restándole importancia a la queja. Se había acercado a uno de los tantos árboles como si supiera la ubicación exacta y estirando el brazo desatando un nudo, su acción sólo provocó que evidenciara quién colocó las trampas.

A pesar de lo inesperado y bien recibido que fuera el encuentro, Sasuke no debía olvidar que intervino en una lucha en la que Sakura casi asesina a Konohamaru. Su expresión cambió a una más seria, pero sin perder la calma, claramente Sakura no atacaría sin previo aviso dando un indicio de que estaba dispuesta a escucharlo; sin embargo, primero se giró a Konohamaru que continuaba batallando en el suelo.

—¿Qué sucedió? Este no es el lugar donde debías llegar.

El chico se levantó de un saltó limpiándose frenéticamente la ropa. Momo saltó del pliegue del kimono de su amo al hombro del menor y le ayudó a sacudir, o, mejor dicho, a rasgarle ligeramente la tela con sus pequeñas garras.

—Yo... quizás me perdí un poco —confesó Konohamaru tosiendo ocultando su vergüenza, al contrario de lo que pensó, Sasuke no pareció sorprendo, más bien, como si esperara esa respuesta—. El bosque es muy confuso y terminé en el prado que está más adelante. Intenté tomar un poco de la planta senjusou, pero esta mujer, digo —se corrigió rápidamente sin querer ir en contra de sus palabras—, la señorita Sakura no me lo permitió. Y comenzamos a luchar.

Sasuke lo escuchó atento y giró brevemente el rostro a la pelirrosa quién se mantuvo expectante y atenta a la explicación del chico. Pareció captar la pregunta muda en sus ojos incluso antes de que la formulara, dando un paso el frente y alzando la barbilla no se defendió ni lo negó.

—Por ciertas razones no puedo permitir que un desconocido se adentre a la zona.

—¿Acaso eres dueña del prado? ¡Las plantas medicinales siempre han estado a la disposición del clan Uchiha! Y ahora más que nunca necesitamos esas plantas porqué... —Konohamaru se detuvo al ver que el azabache lo miraba fijamente advirtiéndole silenciosamente que no hablara de más. Apresuradamente apretó los labios dejando las razones al aire, a cambio recibió unas palmaditas en su cabeza sintiéndose un poco bochornoso.

Tras haberlos escuchado, Sasuke llegó a un punto intermedio.

—Dijiste que no permitirías que un desconocido se acerque, lo comprendo.

Sakura se tensó y repentinamente su rostro adoptó una expresión gélida.

—¿Qué comprendes? —inquirió a la defensiva.

—Sea cual sea tu razón, no dejaras que pasemos más allá. Lo respetaré, no tocaremos una planta de allí —dijo, y el rostro de Sakura se transformó en cierta conmoción.

—¡Pero, joven maestro! —exclamó Konohamaru planteándose frente a él, frenético—. ¡Necesitamos senjusou cuanto antes!

—La señorita Sakura defiende esa área, no le demos problemas. Además, no es el único lugar donde hay senjusou te recuerdo que este prado no es el que indica el mapa.

Mientras hablaba, tanto Konohamaru y Sakura se ponían más incrédulos. ¿En verdad no le preguntará sus razones?

No puedo decir que es ingenuo, pensó Konohamaru impresionado volviendo a su lugar dándole una mirada nada discreta a la mujer joven que parecía tan impactada que él. El joven Sasuke no tiene nada de ingenuo, lo catalogo más como una creencia certera en esta mujer.

Por su parte, la joven semidemonio estaba librando una batalla interna al escuchar el punto intermedio de Sasuke. Prácticamente, y viéndolo desde el lado objetivo, ellos se adentraron a una zona que se supone nadie ingresaba, así que no tenían la culpa de lo sucedido. Ella atacó sin saberlo y guiada por su instinto de protección, sus acciones debieron haberlo ofendido después de aclarar el malentendido, ¡pero no! Sasuke incluso se disculpó y reiteró su creencia al retroceder sin cuestionarle sus razones.

Repentinamente la culpabilidad la embargó sin tregua, sintiéndose responsable al haber en su recolección de plantas medicinales, claramente necesitan dicha planta por una causa mayor. ¿Y le ponía trabas a la persona que le salvó la vida alguna vez? Eso, sin duda, no ayudaría en absoluto a su honor y tampoco estaría tranquila, su conciencia no se lo permitiría olvidarlo.

Así que cuando Sasuke hizo indicios de querer despedirse para marchar, se adelantó un pasó y se hizo escuchar, un poco dudosa si se lo preguntan.

—... Pero ya que están aquí, quizás pueda permitir que tomen algunas plantas... si los superviso.

La ceja derecha de Sasuke se arqueo ligeramente en señal de intriga, y Konohamaru que estaba refunfuñando segundos antes, repentinamente saltó entusiasmado. Conseguir las plantas es más importante que su orgullo a con Sakura.

—¿¡En verdad!?

—Solamente puedes tomar de la orilla, ni un paso más —advirtió severa.

—No importa, no importa —aseguró Konohamaru corriendo por el sendero, el tiempo apremiaba.

Al quedarse solos, Sasuke fue más consciente de su presencia. Después de unos segundos se adelantó un paso dispuesto a preguntarle por Hiruzen, pero Sakura rápidamente siguió a Konohamaru, mostrándose un poco torpe en sus pasos cuando minutos atrás, en medio del frenesí de la lucha los asentaba bien. Se permitió sonreír un poco sin que lo viera y la siguió sin decir media palabra suponiendo que necesitaba tiempo para asimilar su encuentro.

No se alejaron demasiado del prado mientras luchaban, por lo que no tardaron en llegar envueltos en un incómodo silencio. Dicha incomodidad no se debía a que se hayan reconocido mutuamente, más bien, de cómo hablarse debidamente entre la facilidad, abrumados a su forma por lo fácil que pudieron interactuar en un principio.

Sakura pensaba en ello cuando llegó el prado topándose con la silueta de Konohamaru a la orilla del nacimiento de las flores, sus brazos colgando en sus costados, sin movimiento.

—¿Qué sucede? —Sasuke verbalizó la pregunta.

Konohamaru torció el gesto y señaló con un dedo las flores frente a él.

—Ya han cambiado de color. Las propiedades curativas se han perdido por hoy.

Tras sus palabras, Sakura se sintió repentinamente culpable. Muy culpable. Se mordió el interior de su labio y miró disimuladamente a Sasuke que mantenía la vista fija en las flores de color violeta, no rojas. Ciertamente las propiedades médicas de la planta se manifiestan a media noche por unos cuantos minutos, y luego regresan a su color violáceo perdiendo su efectividad.

Y ella impidió que las recolectaran.

—Regresaremos mañana —dijo como respuesta Sasuke.

—Pero joven maestro... No creo que estar un día más de lo planeado sea apropiado —objetó suavemente Konohamaru, y Sasuke sabía del porqué su preocupación. Cada semana recibía tratamiento. Dos días de ida y dos días regreso en caballo, sumando el día en que permanecen hospedados para recuperar fuerzas ya eran cinco días.

Lo estimó sin dejar de observar las flores, si las arrancaban así el efecto no sería el mismo, esencialmente debían ser rojas. Disimuladamente se analizó a sí mismo, la agitación aún persistía tras la pelea sin contar que no utilizó energía espiritual. Solamente necesitaba descansar, y mientras no hiciera uso de su energía espiritual no corría el riesgo de desborde. Estuvo semanas sin recibir tratamiento posterior a salir de reclusión, así que se trataba de controlarse más.

—No hay problema, te lo aseguro —le dijo para calmarlo, notó su ansiedad y le dio unas palmaditas en la cabeza. Implícitamente le decía que no había de qué preocuparse, aun así, Konohamaru torció un poco el gesto y miró un poco molesto a Sakura—. Hay que regresar al pueblo, Itachi debe estar esperándonos.

La despedida fue aún más incómoda para Sakura. Abría y cerraba la boca sin parar, extendiendo un poco su mano debajo de su capa, cuando Sasuke la miró fijamente con tanta calma a pesar de la situación y se inclinó pronunciando un "Nos vemos luego, señorita Sakura", casi se ahoga en sus propias emociones. Él seguía viéndola de aquella forma tan imperturbable, como si no hubiera atrasado una misión importante. Si ellos estaban aquí por las plantas es seguro que las necesitaban para sanar a alguien.

Y de pronto tuvo la sensación de que podría tratarse de él mismo, no lo sabía con certeza, pero solamente la posibilidad le erizó los bellos de sus brazos.

Le carcomió la culpa por dentro. No emitió palabra alguna como despedida por qué no quería verlo alejarse. Desde que ambos tomaron caminos diferentes sigue teniendo el retortijón en el pecho a causa de su deuda de vida.

Si bien esto no se comparaba con pagar dicha deuda, quería ayudarle.

—¡Espera! —exclamó justo cuando Sasuke giraba para marcharse.

Le atacó el impulso de tomarlo de su kimono, a tiempo retrocedió sus manos y se alejó unos pasos antes de que cometiera una estupidez. Los ojos negros buscaron los suyos buscando respuestas. Se obligó a recobrar la compostura y aclarar su garganta.

—Me disculpo por el inconveniente que les cause y que haya intentado asesinar al niño, por eso —habló rápido al ver que Sasuke abría la boca, seguramente para decir que "No se preocupe, fue un malentendido" ¡pero sucedía todo! —. Permíteme guiarlos mañana a un lugar donde crecen las flores con más propiedades curativas que estas.

—¿Acaso es posible que tengan más propiedades curativas? —cuestionó Konohamaru cruzándose de brazos. Momo, quién aún estaba sobre su hombro, regresó con su amo balaceándose en el pliegue del kimono negro.

Sakura se distrajo un momento al ver la acción adorable del hurón preguntándose vagamente sobre dicho animal, al percatarse de sus pensamientos se apresuró a aclararse la garganta. Quizás se le quedó mirando fijamente al hurón más de lo normal y por eso Sasuke elevó una ceja y sus ojos brillaron, divirtiéndose secretamente de su expresión. Decidió ignorar su desliz.

—Dentro de una montaña cercana se encuentra una cueva donde crecen estas plantas que están más cerca del cielo. Absorben más rápido la luz lunar.

—Puede ser información falsa y busques guiarnos a una trampa.

Se dio cuenta que el Cazador de cabellos cafés dudó de la veracidad de sus palabras, y miraba a Sasuke buscando su aprobación. Él en ningún momento apartó los ojos de ella y se sintió repentinamente ansiosa de su respuesta. ¿También dudaría y creería que se trataba de una manipulación?

En contra de sus pensamientos, Sasuke continúa sorprendiéndole con sus respuestas igual que la primera vez.

—La señorita Sakura no nos engañaría así, además, no le hemos dado motivos para que desconfíe de nosotros. —Esto fue dirigido a Konohamaru, quién asintió sin más y aceptó sus palabras a pesar de que su rostro estaba lleno de dudas. Después Sasuke inclinó un poco la cabeza a su dirección—. Siendo así, agradecería su guía.

Sakura no sabía si estaba haciendo o no lo correcto en guiarlos a la montaña, un lugar que estaba dentro de los límites de las tierras que protegía. Pero él ya aceptó y no había vuelta atrás. Confiaba en que su encuentro fue una simple casualidad, debía aprovechar en saldar su deuda de vida, aunque claro, una simple recolección de plantas no lo compensa, pero por algo se comienza.

Jamás imaginó que su noche transcurriría así. Tenía pensado vigilar ociosamente el prado sabiendo que pocas veces se encuentra con alguna anomalía y recostarse por ahí cuando tuviera sueño, las flores simulaban un buen futón cuando se estaba cansado.

Pero el destino tenía preparado otros asuntos diferentes para ella esa noche. ¿Cómo iba a imaginar que terminaría encontrándose con el joven Cazador que la ayudó en el pasado? Y peor aún, ¿luchar contra él? Esto definitivamente era una mancha negra en su expediente. Pero curiosamente a Sasuke no parecía importarle este acontecimiento en el sentido en que no lo ofendió, en cambio, parecía hasta cierto punto interesado en sus habilidades. Y lo sacó a colación mientras caminaban por el sendero de vuelta al pueblo comenzando con la práctica pregunta de:

—Lo que tiene en sus manos son anillos, ¿cierto?

Si bien Sakura aún seguía alucinada por el giro de acontecimientos, cabeceó en señal de afirmación, rememorando como terminó en esta situación.

En resumidas cuentas: Sasuke aceptó que los guiara, pero por supuesto, no iba a permitir que ella se quedara sola en medio del prado, y al no querer contestarle que tenía un lugar el cual regresar por temor a revelar aquello que protegía, accedió acompañarlo hasta el pueblo y quedarse en la posada. Aunque la aldea tampoco era de su agrado, haría una excepción para desviar su atención.

Agitó de nuevo su cabeza y procedió a explicar con cierta emoción oculta en su voz.

—La diferencia con las agujas *emeici es que estas son retráctiles —pronunció extendiendo las palmas al frente para que Sasuke y Konohamaru junto a este pudieran visualizarlo—. Justo así.

De las orillas de los anillos platas se vislumbraba dos pequeñas flechas grabadas en la superficie, misma que se expandieron de sus proporciones agrandándose a una aguja conectada que daba vueltas sobre su eje. Las misma que contrarrestaron la espada de Konohamaru.

Este se halló más que fascinado por la demostración.

—¡Es como un arma espiritual!

—No, es vasalla —aclaró con indiferencia haciendo que las agujas se encogieran de nuevo—. Solamente está hechizada.

De reojo estuvo atenta a la reacción del azabache a su lado, parecía sumamente intrigado por el mecanismo de sus anillos sin atreverse a preguntar más s, hizo una nota mental de explicarle a detalles después.

El camino se hizo relativamente corto debido a las grandes zancadas que daba Konohamaru alegando que entre más rápido lleguen más pronto Itachi se aliviaría. Ociosamente se preguntó a quién se refería mientras se colocaba la capucha escondiendo su rostro. Sintió la mirada de Sasuke y giró su cabeza para encontrarse con su hombro, así que elevó un poco la barbilla y verlo directamente a los ojos mismos que le preguntaban mudamente sobre su acción.

—Te recuerdo que soy una semidemonio y, hum —se aclaró la garganta débilmente— me reconocerán apenas vean mi cabello, no quiero darte más problemas.

Escuchó un fino suspiro de su parte.

—No me dará problemas.

—No estés tan seguro —rebatió de inmediato.

A medianoche había diversos puestos de licor y comida que aún vendían a los comerciantes de paso o forasteros como los Cazadores. Y la posaba en que se quedarían estaba al final de la calle. Afuera se encontraba un hombre de cabello largo. Parecía totalmente sereno a espaldas de ellos, pero apenas dio la vuelta y los vio, dejó escapar un clamor ahogado que revela su preocupación.

—¡Con que ahí están ustedes dos! —Y se acercó a grandes zancadas.

Konohamaru se tensó a diferencia de Sasuke que se veía de lo más tranquilo. Incluso Sakura se cuestionó si acaso se volvió sordo, ¡sería absurdo que alguien con sentido auditivo no haya escuchado ese grito!

—J-Joven Sasuke... —comenzó Konohamaru, pálido— ¿Le avisó al joven Itachi que iría en mi búsqueda?

El aludido contrajo un poco el ceño, pensativo.

—...Quizás se me olvidó decirle.

—¿Quizás? ¡Sólo mírelo, está furioso!

Sakura observó el momento exacto en que la réplica de Sasuke se plantó frente a ellos con su atención puesta en Sasuke, escaneándolo disimuladamente con los ojos frunciendo profundamente el ceño, un acto que no pasó desapercibido a su vista, pero lo desplazó en su mente para analizarlo más tarde. Estaba centrada en descifrar el parentesco de este hombre con el joven Cazador. ¡Una versión dentro de cinco años en el futuro! A diferencia del cabello largo y unas ligeras ojeras permanentes.

Su mente no procesó el intercambio de palabras entre ellos, así que cuando la réplica de Sasuke fijó directamente ella no supo que decir, seguramente le hizo una pregunta y no alcanzó a escucharla. Afortunadamente no tuvo que arreglárselas, al parecer Sasuke la presentaba haciendo un ademán con la mano.

—Ella es la señorita Haruno Sakura.

—Un gusto, doncella Haruno. Soy Uchiha Itachi, el hermano mayor de Sasuke.

Una mueca de disgusto pasó por el rostro de la femenina, captado por el mismo Itachi.

—Por favor, no te dirijas a mí de esa manera tan formal, apenas soporto que tu hermano lo haga, no le agregues más tormento a mis oídos —replicó inmediato entrecerrando los ojos hacia Sasuke, quién alzó una ceja y desvió la vista, como si estuviese ocultando una sonrisa.

Itachi no estaba seguro de cómo dirigirse a ella. Pero después de ver un mechón rosa caer por su rostro y escuchar la familiaridad en que trataba a Sasuke dedujo una posibilidad de quién podría tratarse. Su hermano solamente le mencionó a una mujer que dejó impresión en su vida y basándose de los detalles furtivos que le dieron, sospeso que se trata de la joven semidemonio que ayudó justamente antes de entrar en reclusión.

Sonrió resplandeciente, encantando por su descubrimiento.

—... ¿Qué tal... señorita Sakura?

Sakura murmuró algo parecido a "peor es nada" y debajo de su capa apoyó la mano en su cintura. Sasuke decidió que era buen momento para explicar su presencia aprovechando que la atención de su hermano se desvió de un posible regaño.

—Ella se quedará con nosotros por hoy, será nuestra guía.

—¿Uh? ¿Guía para qué?

En los próximos minutos Sasuke le explicó brevemente el malentendido, y a pesar de que Sakura rogó a los Cielos que omitiera ciertas partes, no lo hizo. Así que el hecho de que impidió que tomaran dichas plantas fue expuesto sin más ante el hermano mayor del joven.

Y, para su sorpresa, Itachi lo aceptó sin pedir más explicaciones, con la sola palabra de su hermano bastó para ofrecerle una sonrisa sin rastros de sospecha. O Itachi era un buen actor o genuinamente le creía.

¿¡Cómo es esto posible!? Con sólo una mirada, tanto Sakura como Konohamaru compartieron el mismo pensamiento escandalizado.

—Vayan ustedes primero al comedor, pediré una habitación extra —sugirió Itachi una vez que entraron por la parte del comedor.

El ambiente dentro era más animado sin llegar a ser incómodo. Las mesas repletas de comensales, en su mayoría bebiendo amigablemente y conversando entre sí. En la esquina se hacía más bullicio, pero no afectaba en lo absoluto. Escogieron una mesa en el otro extremo esperando comer sin que sus voces fueran opacadas por las demás.

Por ciertas cuestiones, Sakura y Sasuke quedaron hombro con hombro, y de frente Konohamaru que retomó su ánimo relajado al mirar el menú. Así que ambos se daban miradas de reojo sin que el otro se diera cuenta, hasta que ella lo miró y él atrapó sus ojos, y vio, alucinada, la comisura de su labio alzarse un poco, sonriéndole. Igual que hace tres años, fue una brisa cálida en su corazón sin necesidad de ser llamativa para que le llegase en lleno.

Oh, no hagas eso torpe corazón. Se dio unos golpecitos en su pecho debajo de su capa sin que nadie se percatara. Hasta que Sasuke le preguntó suavemente:

—¿Puedes comer con la capucha puesta?

Sakura por supuesto poseía un amplio repertorio de experiencia que se vio interesada en catalizar en un comentario sardónico. Antes de que pudiera contestarle, el dueño de la posaba, un hombre regordete con apenas unos cabello y sonrisa de oreja a oreja se acerca a la mesa dispuesto a atenderlos.

—¡Bienvenidos! ¿Qué desean de...? ¿¡Otra vez tú!?

Esto último fue gritado y dirigido a la figura encapuchada de la mesa, creyendo que pasaba desapercibida, pero sin darse cuenta un mechón rosa se escapó de su protección y el pliegue de la tela dejo entrever parte de su rostro, uno que de un momento a otro expresó cierto fastidio.

—Sí, yo de nuevo, señor Sota. Pero no te preocupes, me marcho ahora mismo —dijo aburrida con ademanes de levantarse y evitarle un disgusto a sus acompañantes, debió negarse desde el principio.

Sin embargo, sorpresivamente una mano se colocó en su hombro impidiéndole que se levantara. No era otro más que Sasuke a su lado. Parte de la capucha le tapó su línea de visión, así que tenía que adivinar qué clase de mueca tenía.

—¿Tiene algún problema con mi acompañante? —preguntó calmadamente Sasuke.

El hombre cruzó de brazos y arrugó la nariz.

—Más bien ¿Qué problema no tengo con ella? ¡Es una desgracia andante! A dónde va el caos surge.

Las cejas del azabache se contrajeron.

—¿Por qué está tan seguro de ello? —A pesar de utilizar un tono sereno, Konohamaru detectó cierta hostilidad en su voz, provocó que lo mirara con un deje de sorpresa.

En La Villa de Fuego quizás Sasuke era la persona más calladas e imperturbables, pocas veces su voz revela sus emociones. A costa de él, muchos afirmaban que "no tenía sentimientos" ya que pocas veces expresa su enojo, ira o dolor prefiriendo permanecer callado con los labios apretados y una postura rígida. Más, sin embargo, sus ojos decían mucho. Él se expresaba mediante sus acciones, así que escuchar alguna emoción de enojo en su tono de voz lo dejó boquiabierto.

—Joven maestro, no creo que no haya visto sus vendajes. —Apuntó el hombre despectivamente.

Un par de ojos negros se entrecerraron desafiantes.

—Lo he visto ¿Qué tiene sus vendas con las desgracias en su vida personal?

—¡Todo el mundo sabe que hay debajo de esas vendas!

Grilletes malditos. Sakura rechinó los dientes inmovilizada contra su asiento, a pesar de que la mano sobre su hombro no ejercía ninguna clase de fuerza no fue impedimento para sobresaltarse. Sentía como si una fuerza sobrenatural le impidiera levantarse ya mismo, contestarle en el mismo tono y marcharse, todo se basaba en que no quería hacer una tormenta en un vaso con agua.

Si bien Sota no lo ha dicho claramente yéndose por las ramas para no exaltar a los comensales, Konohamaru no pudo evitar fijar su vista en Sakura que ya se había quitado la capucha. Hasta ese momento no había notado dichas vendas que mencionaba el hombre con tanto terror, sólo hasta que ella ladeó su cabeza un poco y logró vislumbrar parte de su venda. Haciendo memoria de sus tantas clases, lo relacionó con sus palabras.

Ensanchó los ojos y ahogo una exclamación tan disimuladamente. ¡Esa chica es una semidemonio! ¿Acaso el joven Sasuke no se dio cuenta y fue engañado? De hito en hito pasó su vista de Sakura y Sasuke al dueño que seguía debatiendo.

—Si ella está cerca entonces habrá desgracias.

—No es mi culpa que tu esposa te haya abandonado —chistó Sakura con un gesto irritado, los colores subieron al rostro furioso del hombre—. Sólo acepta que le fuiste infiel y no hagas a otros culpables de tus actos.

—¡Tú, pequeña demo-!

Sasuke frunció el ceñó y le envío una mirada fría helando la sangre del hombre que se calló abruptamente al percibir su humor gélido tan silencioso parecido al invierno.

—Agradecería que no insulte a mi acompañante y nos atienda debidamente.

El hombre se aclaró rápidamente la garganta.

—A ustedes sí, pero ella debe irse.

Sakura rodó los ojos y suspiró cansina. Un drama en plena media noche, lo mejor para terminar el día, pensó con sarcasmo.

Entonces repentinamente Sasuke pronuncio con un tono de voz resuelto:

—Perfecto.

Aquel "perfecto" no se refería a otro más que "Nos vamos" cuando se incorporó de su asiento con claras señales de marcharse. Konohamaru saltó de su silla, aun asimilando lo que acababa de suceder, y Sakura, conmocionada y a la vez entusiasta a marcharse, encaminó la fila.

—¿Qué está sucediendo aquí? —La entrada de Itachi no fue tan vistosa, por lo que apenas detectaron su presencia hasta que habló, mirando la fila con un ceño fruncido. Al ver que se marchaban, inmediatamente clavó sus ojos oscuros en el dueño de la posada—. ¿Tiene algún problema con mi hermano?

Apenas el hombre se giró a él para despacharlo creyendo que se trataba de un don nadie, su rostro perdió sangre y tartamudeó repetidamente tras ver sus ropajes.

—¡Joven maestro, disculpe mi impertinencia! —exclamó el hombre inclinándose repetidamente a él con tanta profundidad—. No sabía que tan distinguidos Cazadores se hospedarían en esta posada, por favor, permita recompensar el disgusto. La casa invita.

Sakura estaba impactada, casi abriendo la boca del asombro por el cambio tan radical de acontecimientos, ¡el dueño parecía perder cada vez el color de su rostro! Disimuladamente se inclinó un poco sólo para observar la expresión de Sasuke, tenía las cejas ligeramente fruncidas y un rostro serio, nada comparado a la serenidad que profesaba. No le quitaba los ojos de encima a Sota.

Algo confundido Itachi intentó deducir la situación, cual Sasuke le dijo literalmente con sólo mirarlo. El nivel de comprensión con su hermano básicamente tildaba de otro mundo, cuando tenía las cejas fruncidas y un rostro frío resultaba fácil saber que algo le molestó. En este caso, quizás ofendieron a Konohamaru, o peor aún, a Sakura, y contando la procedencia de la última acertó en pensar que fue por ella.

Y incluso antes de que dijera algo, la pelirrosa interrumpió.

—No es necesario que acepte, joven Itachi, yo me iba. —Con su espalda recta se interpuso entre ellos haciendo una reverencia a su dirección—. Me despido.

Estaba incomoda, jamás había pasado por una situación en que unos Cazadores de demonios se ponían de su lado y la defendían. Conocía el sentimiento de protección por sus propios hermanos, pero no de otros. Y no quería causarle problemas a Sasuke, bastante ya tenía con retrasar su viaje.

Se giró para salir, pero un agarre en su propio brazo la retuvo, en esta ocasión si empleó un poco de fuerza. Ladeó su rostro topándose con el de Sasuke que negaba con la cabeza.

—Es muy tarde para que deambules por las calles.

—Sé cuidarme sola, Sasuke —espetó fríamente. ¿La consideraba débil después de probar personalmente sus habilidades?

Sasuke abrió y cerró la boca leyendo la pregunta implícita, sintiéndose mal al haberla ofendido, la soltó casi avergonzado de sus propias palabras sin saber cómo aclararse. Sakura no se percató de sus pensamientos.

Pareció un buen momento para que Konohamaru se aclarara la garganta e interviniera con un plan en mente.

—En ese caso, ¿puedo recomendar que busquemos otra posada donde acepten a nuestra acompañante? —preguntó astutamente sonriendo de lado.

Tanto el hombre que mantenía aún su reverencia se enderezó de golpe con los ojos muy abiertos, y Sakura se giró a él con la misma expresión escandalizada. ¿¡Estás bromeando!?

Sasuke lo miró orgulloso por su propuesta sabiendo lo que buscaba conseguir; e Itachi fingió impresión y considerarlo seriamente al frotarse la barbilla.

—¡Qué gran idea has tenido!

—¡Esperen, por favor, jóvenes maestros! —exclamó el hombre al borde del desespero.

¡Si al pueblo se enteraba que le dio un mal trato de estos jóvenes Cazadores la reputación de su posada iría en picada! ¿Qué dirían los aldeanos al saber que prácticamente corrió al heredero del clan Uchiha y al segundo hijo? No importaba las razones, sería perjudicial.

Desesperado ofreció otra compensación que le costó pronunciar.

—¿Q-Qué les parece si, además de la comida, dejo que esa dem- digo, su acompañante se hospede sin pagar?

Las cejas de Sakura se arquearon y una sonrisa de suficiencia adornó su rostro, deleitándose ante la expresión del hombre que parecía haber masticado y escupido las palabras como si se tratase de su comida menos favorita, con tanto esfuerzo de no insultarla y ser despectivo, pero ¡Oh vaya! Si la insultaba seguramente Sasuke no dudaría en marcharse, por lo consecuente, Itachi lo seguiría. A pesar de lo incomoda que se sentía al respecto, nadie le quita el hecho de que está disfrutando del espectáculo y riéndose para sus adentros.

—¿Sólo hospedarnos? —cuestionó Konohamaru como si estuviera desilusionado.

—¡Tampoco pagarán la cena!

Chico astuto, pensó Sakura impresionada el efecto en Sota ante la descarada pregunta del chico.

Entonces de inmediato Itachi dio un aplauso y sonrió amigable.

—Su poder de persuasión me sorprende, aceptaremos el trato. —Itachi asintió inesperadamente contento y procedió a tomar asiento en la misma mesa, leyendo el menú.

Mientras tanto, Sakura se debatió terriblemente en si marcharse o regresar a la mesa. Tuvo que reprimir su vergüenza al sentir sus tripas retorcerse, y tras fulminar con la mirada a Sasuke se sentó en el mismo lugar cruzándose de brazos, el joven Cazador le siguió poniéndose a su lado sin decir nada, pero aliviado de que no se haya marchado.

La cena transcurrió sin inconvenientes, el dueño trajo pulcramente las órdenes, y a pesar de lanzarle miradas de incredulidad a Sakura, esta se mofaba de él con una sonrisa victoriosa tan descarada que los tres Cazadores en la mesa lo notaron. Lejos de molestarle, a cada uno le pareció divertido a su manera.

—¿Por qué ese hombre te culpa de su desgracia? —Esta fue una de las tantas preguntas que le hacía Konohamaru. Su actitud defensiva fue cayendo de picada a medida que veía actuar a la chica. A pesar de que descubrió su origen, no la apartó, quizás influyó el hecho de que tanto Sasuke como Itachi estaban cómodos a su alrededor y la trataban con toda la normalidad del mundo.

Sakura tanteó su té de hierbas y lo pensó unos segundos.

—La respuesta es sencilla. —Le hizo un ademán para que se acercara un poco, y Konohamaru se inclinó intrigado a su respuesta. Ella pronunció de lo más casual: — Porqué soy una semidemonio.

—¿Eh? —El chico se enderezó de golpe y frunció el ceño, sintiéndose timado—. ¡Esa no es una razón, y si lo fuera, sería injusto!

—El mundo es injusto —replicó Sakura regresando a su comida—, en especial con los semidemonios. Seguramente has escuchado noticias de mi especie ¿cuáles fueron las recientes? No lo recuerdo.

Sus palabras causaron un sabor agrio en el paladar de Sasuke a pesar de la comida condimentada que ingiere. Sus ojos parecieron opacarse un momento mientras los escuchaba conversar sin tener una reacción precaria.

—Que destilaban fuego por la boca como los dragones... —tanteó el menor cauteloso.

—Oh, impresionante —dijo sin ánimos, sonriendo secamente—. Los humanos tienen mucha imaginación.

Konohamaru se incomodó responder francamente una pregunta que no debía, y cambió de perspectiva.

—Pero tú no parecer una persona que destile fuego por la boca... ¿o sí?

Repentinamente, antes de que Sakura contestara burlonamente, un borrón blanco salió disparado de los pliegues del kimono de Sasuke aterrizando en el hombro de la pelirrosa, y antes de que ella procesara exactamente qué tenía encima, se le fue metido de improvisto una nuez en su boca. Sus ojos verdes ensanchados revelaron su incredulidad e impresión.

—Vaya, le agradas a Momo. —comentó Itachi riéndose un poco ante la mueca de Sakura por las acciones del hurón.

—Y no a cualquiera le da nueces. —Agregó el peli café apuntándole con sus palillos.

Momo se regocijó en su propio acto y, posteriormente comenzó a sacar frenéticamente más nueces con la intención de metérselas a la boca de la pelirrosa que hacía todo lo posible por negarse apretando los labios, no quería ser brusca al respecto e intentó agitar la cabeza. Al no tener éxito buscó ayuda en el dueño del animal espiritual.

—¡Esp-! —crujido, crujido—. ¡Sasuke, dile algo!

—Momo, dale más nueces.

—¡¿Eh!?

—¿¡Dónde demonios está esa chica!?

Hiruzen suspiró por quinta vez en la madrugada ante la rabieta del líder del pueblo de los semidemonios, andando por toda la cabaña de un lado a otro como un león enjaulado, con los pelos de punta y refunfuñando. Su cabello de por sí rojo parecía un escarlata brillante junto a su estado de ánimo. Los roles se invirtieron, él como mayor del pueblo debería estar preocupado, no Sasori un joven líder cabe decir.

—El centinela que fue de revelo no la vio en el prado, ¿le habrá sucedido algo?

—Sasori, mantén la calma. Sabes que Sakura vaga por ahí en las noches —dijo el anciano tratando de tranquilizarlo.

—El abuelo tiene razón, quizás se quedó dormida en el campo de flores. Ya sabes cómo es —comentó despreocupadamente un chico recostado en el suelo, cerca de la lumbre que calentaba el té. Lanzaba al aire una pequeña pelota roja cual Sasori atrapó sin tapujos y lo miró irritado.

—Entonces mueve tu trasero y ve por ella, Kiba —ordenó.

—Pero hermano mayor, ella sabe cuidarse sola... —se quejó el otro, aun así, se levantó sacudiéndose los pantalones, dispuesto a ir. Su cabello café se agitó ante su acción y entornó sus ojos negros—. Exageras todo, te apuesto que seguramente está por ahí...

—¡Anda ya!

Incluso antes de que Hiruzen pudiera intervenir, las persianas de la entrada se movieron revelando la figura femenina. Alzando ambas cejas de forma interrogativa, Sakura los cuestionó anticipando la reacción de Sasori.

—¿Por qué tanto alboroto?

—¡Sakura, por fin regresaste! —exclamó Kiba corriendo a ella. En realidad, está más feliz de no tener que hasta el prado a plena madruga.

Sasori se descruzó de brazos y la fulminó con la mirada.

—¿Dónde estabas? —cuestionó duramente.

Sakura se encogió un poco de hombros, sintiéndose culpable por haberlos preocupados.

—Hermano, yo...

—Sabes que debes volver a media noche, por lo menos hasta que estemos seguros de que no haya más demonios en la zona —reprendió interrumpiéndola. Sus ojos cafés brillaban sobre el fuego de la caldera, el aire a su alrededor se volvía más sombrío.

A cada palabra Sakura fruncía más el ceño y se encogía de hombros pensando en las palabras correctas a ofrecer sus sinceras disculpas, y de paso, pedir autorización. Quizás no fuera el mejor momento, pero ya hizo un compromiso con los Cazadores de demonios.

—El fue asesinado hace un par de días, no detecté rastros de su energía demoniaca en los alrededores —le informó enderezándose debidamente.

—No estás explicando dónde estuviste. Di indicaciones de que nadie debe salir de la barrera por las noches.

Detrás de la pelirrosa Kiba se frotaba la oreja sin mucho interés, luego se miró el dedo mientras hablaba.

—Eres tan paranoico, ya viste que nuestra querida hermana está en una sola pieza —se quejó tomándola de los hombros, y para darle más énfasis la empujó sin soltarla, como si la estuviese presentando. Sakura simplemente se dejó ser componiendo un rostro de "¿ya ves?"—. Ahora ¿podemos ir a dormir?

Ciertamente pasaban dos horas después de la media noche. Todos en la aldea yacían dormidos y la única cabaña iluminada era precisamente la del anciano Hiruzen, este observó a cada uno de sus nietos, aquellos niños que acogió en su peor momento.

Sasori, quién desde temprana edad demostró ser un líder nato... con cierto defecto de carácter.

Kiba, intrépido y ocurrente, comparándose en fuerza bruta él era el mejor que conocía... y bastante despreocupado.

Y Sakura...

—A dónde fui tiene relación a que haya vuelto a esta hora. Deseo pedir tu autorización, hermano.

Desafiante e indomable con un corazón amable a pesar de todo.

—¿Autorización? —Sasori enarcó una ceja, y sin que nadie se diese cuenta, Kiba soltó un lastimero lamento, veía lejos su hora de dormir—. ¿Quieres explicarte a qué te refieres con un permiso?

Es hora de la verdad. Para esto se escabulló de su habitación en la posada apenas se quedó sola. No debía olvidar su propósito. Debido a su impulso se comprometió antes de tiempo sin tener la certeza de que cumpliría esa promesa, sin embargo, tenía entera confianza en sus argumentos sólidos que nadie le refutaría, ni siquiera Sasori por más inaccesible que se viese.

Así que se adelantó unos pasos y aspiró con fuerza, mirando fijamente al hombre que consideraba su hermano mayor, y que también era el líder y protector de esta aldea. Inspiró tomando valor.

—... Pido tu autorización para dejar pasar a tres Cazadores de demonios en la zona este.

Apenas pronunció las palabras, los ojos de Sasori se ensancharon ligeramente, y Kiba la miró escandalizada. Hiruzen también ensanchó un poco los ojos.

—¿¡Te volviste loca!? —exclamó Kiba al borde de la histeria.

—Tu pedido es completamente irracional —espetó Sasori serio—. ¿Pretendes traer a nuestros propios verdugos?

—No lo es. Por favor, escúchame.

—Es un rotundo no, y no me harás cambiar de opinión —sentenció agitando su mano dispuesto a marcharse, pero la menuda figura de Sakura se interpuso en su camino, la determinación en sus ojos brilló con intensidad y despertó su curiosidad. Se detuvo en seco y bajo la vista—. No me dejarás ir fácilmente, ¿verdad?

Para enfatizar su postura Sakura extendió los brazos y alzó la barbilla.

—Sabes que no lo haría sin razón alguna.

—Entonces explícate porque no entiendo que tú, entre todas las personas, me pidas autorización para dejar pasar a tres Cazadores de demonios. —Si su tono de voz no reveló su escepticismo, sus ademanes lo hicieron, moviendo las manos y agitando su cabeza.

Sakura sabía más que a qué se refería. En el pasado, antes de conocer a Sasuke pregonaba el no confiar en ningún humano, eso incluyendo a los Cazadores, pero después de él... quizás su perspectiva de la actitud de algunas personas cambio drásticamente. Por supuesto seguía desconfiando, aunque ya no tanto, si ese no hubiese sido el caso ni siquiera voltearía a ver a Konohamaru e Itachi. Además, durante la cena ninguno la miró sobre su hombro y sintió su genuino interés por conocerla.

Finalmente bajó los brazos y se aclaró la garganta, dispuesta a explicarse.

—Estaba regresando a medianoche obedeciendo tus reglas, pero en el camino noté una extraña anomalía: alguien había traspasado la primera capa de protección de la barrera. Se trataba de un Cazador de demonios joven.

—¿Estás completamente segura? —preguntó Kiba sorprendido—. Los únicos que pueden traspasar las barreras son los semidemonios y...

—...Las personas que no tengan intenciones maliciosas contra nosotros —completó la frase Sasori, frunciendo el entrecejo.

Detrás de ellos, Hiruzen vertía el té en sus tazas escuchando atentamente su relato.

—Estoy igual de impresionada que ustedes, porque no sólo fue uno, si no dos Cazadores. —se aclaró la garganta recordando el instante en que las espadas chocaron en frenesí. Siendo sincera y pensándolo detalladamente, sería emocionante volver a enfrentarse con Sasuke para medir su nivel de agilidad—. Uno de ellos se trata de un joven maestro que conocí hace tres años.

—¿Te encontraste con el joven Sasuke? —preguntó Hiruzen ligeramente impresionado. Sakura lo aseguró asintiendo solemne sin sorprenderse a que su abuelo llegó a la conclusión correcta.

En ese momento Kiba casi saltó de su lugar y una mirada entrecerrada.

—¿Te refieres al Cazador que te salvó la vida?

—Sí, ese mismo 'Cazador' —casi le gruñó por la tonadita picarona en su voz, parecía que no se cansaba de sonreír tan abiertamente. Dejó de prestarle atención y se dirigió nuevamente al mayor—. Él vino acompañado de un joven discípulo y su hermano mayor a recolectar senjusou que crecen antes de la primera barrera. En realidad, no saben si quiera que la aldea está cerca del monte siendo protegida por una barrera.

Ya exponiendo los hechos, Sasori se cruzó de brazos mostrándose aún más escéptico.

—¿Cómo puedes asegurar que no nos atacarán apenas tengan oportunidad?

La pelirrosa abrió la boca y la cerró al instante. Responder dicha pregunta es... difícil, ciertamente ¿Cómo estaba tan segura de que ellos no tenían idea de que la aldea de semidemonios se hallaba oculta bajo un campo de energía espiritual? Difícilmente, no leía la mente de los demás y no los conocía lo suficiente para asegurarlo.

Sin embargo... existía un presentimiento en dentro de su ser, una voz interior que le decía que debía confiar en Sasuke. ¿Su intuición? Quizás.

—El joven Sasuke no es la clase de persona que asesinaría a semidemonios sin razón. Es una persona razonable.

La intervención de Hiruzen fue inesperada para todos. Inmediatamente los ojos cafés del mayor se posaron en él, si había alguien que influyera en hacerle cambiar de opinión ese es el abuelo.

—Me mostró lo suficiente hace tres años, así que yo sí confió en él. —Sasori se mostró pensativo ante sus palabras—. Además, ¿por qué no le das la oportunidad a Sakura de saldar su deuda?

—¡Abuelo! —refunfuñó la aludida con los ojos muy abiertos, ¡nadie debía saber que su petición fue impulsaba por ese sentimiento!

—Oh, así esa es la verdadera razón por la cual estás siendo muy insistente —comprendió Sasori curvando su labio y divirtiéndose a costa del sonrojo de su hermana, quién rechinó los dientes y mascullo un "Sí" bastante bajo—. Está bien. Acepto a que entren, sólo porque les he enseñado que no tenemos que deberle nada a nadie, especialmente a los humanos.

Una sonrisa de victoria se plasmó en el rostro de la femenina, agradeciendo con gestos al abuelo por ayudarle a interceder.

—Sin embargo...

La sonrisa de la chica se congeló ante el seguimiento de la voz autoritaria.

—Si descubro que nos engañan, los aniquilaré. —Sakura tragó grueso ante la mirada mortal de Sasori—. No arriesgaré a la aldea por tus banales deseos, así que no hagas que me arrepienta de haber aceptado.

Sakura inclinó un poco la cabeza y tensó los hombros. Desde luego, ella tampoco arriesgaría a su gente si no estuviera segura de que no actuarían en su contra, pero las personas son impredecibles y no estaba de más desconfiar si quiera un poco. Tales pensamientos enfriaron la repentina emoción que embargaba su ser.

Aunque se tratase de Sasuke y saldar su deuda de vida, no permitiría que nadie dañase a los suyos.

—No debes preocuparte por ello, hermano —dijo con una voz fría y distante. Sasori se giró a ella estando a punto de salir, una mano alzando la persiana y entrecerrando los ojos ante el gesto serio de Sakura—. Si eso llegase a suceder, yo misma me encargaré de asesinarlos.

Hola, Hola ~~

He traído el capítulo de esta semana, como era de esperarse la mujer no se trataba de otra más que Sakura. Recuerden que han transcurrido 3 años después de su primer encuentro, pero ambos se recuerdan con cierto aprecio, aunque por parte de Sakura principalmente está impulsada por su deseo de saldar una deuda de vida. Eso pronto cambiará. 

¿Quién esperaba las apariciones de Sasori con el líder de la aldea? Es un poco gruñón, dejenlo está chiquito. 


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