/57/ Herida abierta
Hola, hola! He venido con la actualización de esta año- esperen, qué?
¡Broma, broma! Por supuesto hay más capítulos. Como les había comentado, el modo de actualizar cambió: en cuanto tuviera 3 capítulos escritos actualizaría. Ya que, como les comenté, estamos entrando en una fase que requiere mi concentración y modificación constante. Las piezas están a punto de unirse y quiero que sea lo más coherente posible :)
Aún así, ¡Gracias por su paciencia!
Disfruten la lectura.
Advertencia no tan advertida: capítulo largo
Y bueno... se estará deshilando los pensamientos de Naruto, o parte de ellos.
En un abrir y cerrar de ojos, transcurrió dos semanas desde que Sasuke llegó al asentamiento de los semidemonios.
Decir que el peso del tiempo se coló sobre sus dedos, sería mentirse. Estar rodeado de un ambiente ameno, tranquilo y seguro trajo una paz interior que pocas veces experimenta en su hogar y olvidó momentáneamente los problemas. Es como si le hubiesen inyectado un sedante que le permitiera moverse. Por supuesto, no elude sus responsabilidades, pero va de la mano con la serenidad.
Hay una rutina que sigue durante las mañanas que transcurre así: al alba se levanta, hace sus estiramientos habituales y gravita a la cabaña en la que viven Temari y Konan. El pequeño Kawaki es el primero en recibirlo entre balbuceos y manitas estiradas. A veces Sasuke se acerca lo suficiente y le da palmaditas en la cabeza antes que Temari le entregue el alma de Deidara y Sasuke se retire a la cabaña de Sasori. Ahí encuentra la concentración para realizar esta labor.
Cabe mencionar que esto último fue idea de Sasuke. Le concedió a Sasori la posibilidad de supervisar el proceso. Al principio el joven líder se sorprendió por la propuesta, pero rápidamente aceptó.
Todas las mañanas lo recibe con té preparado, un poco fuerte para su paladar acostumbrado a los sabores suaves, pero Sasuke aprendió desde temprana edad a no ser quisquilloso. Se lo bebe sin quejas ni perturbar su expresión.
La transferencia de energía espiritual dura alrededor de tres horas. Mismas que Sasori permanece sentado frente a él, observando fijamente el proceso. Es una mirada pesada si no la interpretas correctamente. Hay cierta certeza y aceptación con el pasar de los días.
De pronto, un día, Sasori preguntó un poco brusco si el té era de su agrado. Esto tomó con la guardia baja a Sasuke, permaneció en silencio por unos breves segundos antes de asegurarle que el té ofrecido es perfecto.
Al día siguiente, Sasori le dio un té más ligero y Sasuke mentiría si dijera que no apreció el cambio, llegando a un acuerdo tácito de no mencionarlo en voz alta. Por la tarde, cuando se reunió con Sakura a vigilar la barrera, ella preguntó ociosamente si le gustó la nueva adquisición de té.
Él entrecerró los ojos a su dirección con cierta sospecha. Ella se rio, divertida.
—No puedo creer que todo este tiempo mi hermano te estuviera torturando con ese repugnante té suyo.
—Es un buen té —defendió él sintiéndose personalmente ofendido a nombre de Sasori.
—¡Nadie soporta el sabor! —aseguró Sakura con una risa en su voz—. Intervine apenas me percaté de lo que te daba. No iba a dejar que fueras torturado de esa forma.
—Te aseguro que nadie fue torturado —expresó solemne, pero un atisbo de sonrisa se asomó en sus labios.
Por otra parte, las idas diarias a la aldea durante la tarde ayudaron a su plan fructífero de investigar a Naruto. Sin importar la hora, acudiría a la posada con la excusa de revisar si llegó correspondencia de su hermano o enviar una carta. Ya sea que estuviese en el vestíbulo, Naruto aparecía "casualmente" a su alrededor, limpiando, llevando pedidos o recibiendo a los futuros inquilinos.
Por poco, Sasuke inicia una conversación por voluntad propia, agradeció a los Cielos que Naruto iniciara a tientas con palabras dispersas que poco a poco revelaban un objetivo.
No es ingenuo, Sasuke se dio cuenta que hay asuntos que Naruto recuerda o le confunden. Poco a poco se percata que Naruto busca crear confianza, una brecha que le de acceso a ser más acomedido y familiar, permitiéndole hacer preguntas más certeras y personales.
Si fuera por Sasuke, desde el primer día se habría enfrentado al fantasma de su mejor amigo, sin embargo, se contuvo muchas veces. Akane le contó sobre la inestabilidad de la mente de Naruto cuando intentaron forzarlo a recordar. No quería darle más dolor, nunca. Y si tenía que caminar a pasos lentos y seguir su juego para ganarse su confianza, lo haría sin importar el tiempo.
El mantra que se repite es el ayudarlo a conseguir la paz. Naruto sigue en este mundo por una razón, resentimiento u odio, presuntamente; pero también puede ser asuntos pendientes como despedirse adecuadamente de sus padres o similar. Sea cual sea su razón, si su resentimiento es débil, una vez saldada sus cuentas se dispersará.
Tal pensamiento le trae alivio y dolor en partes iguales. Naruto es una vieja cicatriz que creía había cerrado, pero no. Se dio cuenta que será una herida que seguirá lamiendo por un tiempo, por lo menos hasta que Naruto consiga la paz o aclare su mente.
Aun si Naruto no se aclara, lo aceptará. Después de todo, fue su culpa que Naruto haya muerto aquel día.
Con ese pensamiento sombrío, Sasuke se detuvo en la recepción, esperando a que Akane terminara de conversar con una anciana. Vino solo. Comúnmente venía en compañía de Sakura, quién se despegaba al poco tiempo en busca de otros mandados para no caer en discusiones con Naruto, quién parecía muy ansioso por devolverle cada insulto.
A estas alturas Sasuke estaba un poco consternado por ambos, no podían estar en la misma habitación sin que comenzaran a lanzarse dagas con los ojos o soltarse palabras mordaces, dignas de un cantinero sufrido y despechado. Y aún más desconcertante, Sasuke era el centro de todo y el único que los frenaba.
Estaba distraído en este pensamiento que apenas reparó en cuando Naruto apareció con escoba en mano. Y al reconocerlo de espaldas, lanzó una sonrisa desprovista de calidez y se acercó a él.
Fue hasta que escuchó el "joven maestro" proveniente de la voz que aprendió a asociar con Naruto, desplazó su vista al costado dónde la versión joven de su mejor amigo se recargaba en la barra y lo miraba con un poco de anticipación.
Por un segundo, algo dentro de Sasuke se rompió. Silencioso y crudo. Un espiral destripa cada pensamiento hasta convertirlo en papilla. La visión frente a él no le afectó en los primeros días, se esforzó en reprimirlo por su propio bien.
Suprimió el recuerdo que esa apariencia se parecía al cuerpo que sostuvo en brazos, destazado y moribundo.
Algo debió filtrarse en su mirada, algún sentimiento agobiante porqué de pronto Naruto frunció el ceño y se inclinó al frente, inquisitivo. Pero se niega a pensar que esté preocupado por él. Quizás sea algo relacionado con curiosidad.
—¿Sucede algo, joven maestro?
Hasta que escuchó hablarle, Sasuke se obligó a serenarse. Respiró disimuladamente y contuvo las ansías de acercarse y abrazarlo, rogarle su perdón por llevarlo a su muerte, su inutilidad al no salvarlo de las garras de ese demonio.
Fue su culpa que una vida tan grandiosa haya sido cortada.
Sacudió la cabeza en negación, pero al mismo tiempo recordándose dónde estaba y su propósito. Afortunadamente se compró unos minutos más cuando Akane se acercó, con una sonrisa en sus labios y le entregó nueva correspondencia de Itachi antes de seguir con lo suyo.
Al revisar correctamente, se percató que venía correspondencia con el sello del Clan Uzumaki. Entrecerró los ojos hasta casi cerrarlos. Debió suponer que apenas enviara datos sobre la aparición de Naruto, Itachi informaría de inmediato a los líderes Uzumaki y estos respondieran con la misma rapidez.
—Recibes mucha correspondencia —comentó Naruto acercándose junto a él.
La diferencia de estatura era muy notoria (todavía recordaba cuando ambos eran niños, unidos y leales) y Sasuke tuvo que bajar la vista. Pero los ojos azules del chico se enfocan únicamente en la carta de los Uzumaki, específicamente a la insignia de la cera.
Esto alegró un poco el corazón pesado del Cazador.
—Mi hermano quiere saber cómo me encuentro, le pone nervioso que esté lejos —dijo una verdad a medias.
Aunque le duela, sabe que Naruto está bajo las ideas de aquel "Maestro" que lo influencia, entonces cualquier información crucial debía tratarla con el debido cuidado. No olvida que esa persona es uno de los que está detrás del ataque en el Bosque de la Muerte y Naruto fue un participante activo en la revuelta.
Hasta no estar seguro de que recuperó todos sus recuerdos, es mejor así.
—¿Este de qué Clan Cazador es? —Naruto señaló la correspondencia de los Uzumaki, viéndose totalmente intrigado.
Sasuke contrajo los labios. Nunca dijo que provenían de un Clan Cazador. Poco a poco Naruto dejaba grietas de su verdadera identidad, no como Menma, el chico que acogió Sota y le dio trabajo; si no, como Uzumaki Naruto, su mejor amigo, un fantasma rango Feroz.
—Los Uzumaki —contestó casualmente dando la vuelta a la carta, buscando el remitente. Mn, es Karin. No pintaba nada bueno—. Lo envío una amiga, es prima de mi mejor amigo.
Lo expresó ocioso y tranquilo, mirando por el rabillo con disimulo alguna reacción de Naruto. Este no tardó en encogerse de hombros y desviar la mirada, todo mientras apretaba las manos en el contorno del mostrador.
Sasuke fingió no notarlo. Metió las cartas en el interior de su manga para leerlo más tarde en la seguridad del asentamiento. Le siguieron unos segundos de silencio un tanto incómodo, en que Naruto parecía querer hacerle un hueco a la barra con la mirada asesina que tenía y alejado del plano terrenal.
Suspiró un poco, fue suficiente el empujar hasta aquí. Una vez más se lamenta de sus pocos dotes sociales. Aunque quisiera tener a Sakura junto a él, que comúnmente se le da, sería contraproducente.
Iba a despedirse, dando este encuentro como un fracaso exitoso cuando vio a Hinata cruzar el umbral de la posada con la vista fija en él. Al toparse con su mirada, ella sonrió e hizo un gesto.
—Sasuke, estuve buscándote. Es hora de regresar a casa.
Al dar una mirada por la ventana se percató que el atardecer estaba cerca. Procuran volverle antes que el cielo se oscurezca, sinónimo que la cena pronto estará servida y ninguno le gusta llegar tarde, a menos que haya alguna situación apremiante. En esta ocasión, simplemente habían bajado a vender los adornos que fabricaron las tías del asentamiento. Sasuke se alejó para venir aquí.
Asintió, dando por enterado y se viró de nuevo a Naruto para despedirse.
Pero jamás se imaginó que lo golpearía la impresión.
Ahí estaba Naruto, más pálido de lo normal mirando con los ojos muy abiertos a Hinata mientras retrocedía o lo intentaba, pronto su espalda se topó con la barra y jadeó en busca de aire viéndose demasiado consternado.
No fue el único que lo notó. Hinata se preocupó y se acercó estirando un poco la mano. La respiración de Naruto se volvió frenética y loca, con los ojos expandiéndose y la mirada transformándose.
—Joven ¿te encuentras-?
Algo crujió. Las manos de Naruto destrozaron la barra. Al mismo tiempo Sasuke se interpuso entre ambos, cubriendo con su cuerpo la vista de Naruto ante los ojos de Hinata, quién parpadeó, bastante desconcertada mientras elevaba la vista hasta toparse con él.
—Menma no se siente bien, así que lo llevaré a su habitación. Regresa con Sakura a casa, los alcanzo más tarde.
Dudosa, Hinata asintió al retroceder, un poco confundida por lo sucedido. Pero no cuestionó más confiando en su palabra.
—Ten cuidado al regresar. Nos vemos más tarde —se despidió. Y todavía preocupada por Naruto, agregó suavemente, como si estuviese tratando con un animalito asustado—: Joven Menma, ten bonita noche.
Desde atrás, sintió a Naruto encogerse más entre sus hombros.
Sasuke la vio marcharse con su capa blanca agitándose al movimiento. El frío exterior se coló por la puerta al deslizarse y pronto desapareció. No había nadie alrededor, los sonidos amortiguados del restaurante parecían lejanos, pero no tanto como la respiración frenética de Naruto a sus espaldas.
Al virarse, Naruto estaba lejos de calmarse.
Decididamente colocó una mano sobre el hombro del adolescente y lo forzó a caminar escaleras arriba. Conocía en que habitación se quedaba y se dirigieron ahí. Naruto parecía en trance al moverse por inercia, un pie frente a otro, con la vista pérdida y los hombros muy tensos bajo su toque.
Sasuke abrió la puerta y la nostalgia lo golpeó directamente, sacándole todo el aire de los pulmones.
La habitación de Naruto recreaba lo parecido al que seguía intacta en la residencia principal del Clan Uzumaki. Una habitación que Minato y Kushina se negaron a cambiar, la misma en la que Sasuke dormía cuando visitaba a su mejor amigo y este parloteaba sobre los entrenamientos.
Se le secó la boca, observando los estantes con objetos pequeños y llamativos. De libros con historias fantasiosas, luchas heroicas de protagonistas venciendo el mal. Un pincel y hojas esparcidas sobre la mesita de noche que contenían dibujos. Antes, eran de pájaros, paisajes o animales silvestres, ahora, de personas cuyos rostros no han sido dibujados, pero el cuerpo sí. No es difícil identificar las siluetas de los líderes Uzumaki, Karin o el mismo Sasuke, pero sin rostros.
Obligándose a moverse, empujó con gentileza a Naruto hasta sentarlo en la orilla de la cama. Después ubicó la jarra de cerámica cerca y deslizó entre las manos contrarias una taza con agua.
Sabía que los fantasmas no necesitaban nada de esto, pero seguramente le será reconfortante beber un poco.
Le alegró tener razón, inmediatamente Naruto bebió el contenido, un poco a prisas y después respiró hondo con la vista pérdida entre sus manos entrelazadas en la cerámica.
Sasuke le dio su espacio, alejándose en silencio en busca de otra taza. A espaldas de la cama, sintió la pesada mirada de Naruto sobre sí. Al voltear, fingió no percatarse ya que Naruto había desviado rápidamente los ojos.
—¿Quieres más agua? —preguntó, recibió una negación muda. Le concedió dejando la jara en el espacio de la mesita de noche y se acercó a recoger la taza—. ¿Te sientes mejor?
Naruto se encogió de hombros, sin negar o afirmar, pero hubo algo en su mirada que le dio la respuesta. Se veía agobiado, con los ojos algo enloquecidos detrás de la perturbación inicial.
—¿Por qué?
—¿Hm?
—¿Por qué me ayudas? —aclaró Naruto.
Las verdades se enrollaron alrededor de su lengua, tentado a exponerlas. Pronto reprimió la necesidad y recordó su intención inicial. Menguar el sufrimiento de Naruto es su prioridad. No hay espacio para sus deseos egoístas. De los que claman caer de rodillas y rogarle su perdón, sabiendo que no lo merecía.
Le arrebató toda una vida de posibilidades.
El silencio se extendió por unos largos momentos hasta que Sasuke recobró internamente la compostura, moviéndose en dirección al quemador de incienso reposando en la cómoda a contra esquina.
—No hay razón en particular —mintió impasible encendiendo un incienso. Esperaba que el aroma trajera algo de calma.
Permaneció quieto cuando una sensación fría se deslizó por su garganta.
No hubo necesidad de bajar la mirada para saber que el filo de un chuchillo amenazaba su yugular.
—Me pregunto ¿eres un mentiroso hábil o simplemente estúpido? —La voz de Naruto se escuchaba diferente, más grave y, sobre todo, más cerca. Estaba justo detrás de él amenazándolo con un cuchillo.
—... —Sasuke ni siquiera se inmutó. Desde que decidió darle la espalda a Naruto supuso que sucedería tarde o temprano. El resentimiento del fantasma es muy fuerte, querrá vengarse de su asesino tarde o temprano y hará lo posible por conseguirlo.
Por eso jugó este tiempo, haciéndose pasar por un chico común y así arrastrarlo. Naruto esperó, paciente a encontrar una oportunidad hasta que lo consiguió.
O más bien, Sasuke se lo concedió, tal vez por culpa, tal vez para saldar una cuenta.
—¿Y bien? —presionó el fantasma.
—Quizás sea un poco de ambos —se encontró respondiendo, mirando firmemente el incienso quemarse lentamente.
La risa cruel estalló a sus espaldas y un brazo se deslizó por sus hombros a darle unas palmaditas demasiado bruscas, no se quejó. Sasuke no permitió que el peso emocional de la culpa lo aplastara por completo, no frente a Naruto en tal estado. Permaneció firme.
—Es una lástima que haya personas en el mundo que no sepan medir su grado de estupidez ¿no lo crees? Sus bondadosos corazones serán arrastrados por la crueldad del prójimo hasta que los hagan trizas. —Naruto parloteó con ese tono inusual, desprovisto de toda seriedad, más bien ocultaba cierto tinte divertido, siendo más cruel en pronunciar cada palabra—. Y tú, siendo tan desinteresado, me ayudaste en mi lamentable estado. Quizás pensaste "si ayudo a este pobre chico ¿pareceré más misericordioso? ¿Alabaran mi amabilidad?" ¿Piensas así? Oye, dime ¿piensas así?
—Es intrigante de tu parte hacerme esas preguntas, Naruto. Normalmente serías más directo.
La mano que sostenía el cuchillo se tensó y el cuerpo detrás pareció sacudirse brevemente. Sasuke quería ver su expresión, pero no se atrevió a voltear. Por lo menos aún no. Sabía que el momento en que lo mirase se derrumbará por completo.
—Supiste quién era desde el principio. —No era una pregunta, si no una afirmación. Sasuke asintió, en silencio—. ¿Te lo dijo esa mujer engreída o lo descubriste por tu cuenta?
—Reconocería a mi mejor amigo en cualquier lugar.
Naruto volvió a reírse. El cuchillo se apretó sutilmente, un poco.
—Claro. ¿Qué pregunta más tonta? —Chasqueó la lengua—. Reconocerías el rostro de tu víctima de inmediato.
Víctima.
Uchiha apenas contuvo su respiración, tratando no derrumbarse a la acusación que le siguió.
—Eres un asesino.
—No lo niego.
Después de todo ¿qué sentido tenía refutar lo contrario? Si mira de cerca sus manos, sentiría la sensación de sangre impregnada en ellas. Incluso si cerraba los ojos no sería difícil perderse en los recuerdos de esa noche violenta que cambió su vida. Sus oídos extraerán sus propios gritos de angustia y las últimas palabras de Naruto.
No. No tenía derecho de apelar lo contrario.
—¡No lo niegas! —repitió Naruto soltando una carcajada. Sonaba histérico, flojo y un poco fuera de sí—. Lo dices con tanta naturalidad, como si fuera una parte de ti que no quieres olvidar. ¡Pues no deberías! ¡Tenlo presente todos los días, cada momento, cada instante del día! Tus manos destazaron este cuerpo piezas por pieza. No te importó mi dolor, ni mis quejas. No te importó nada.
Sasuke aprendió a la mala aceptar las consecuencias de sus acciones con la cabeza en alto, sin importar cuando doliesen las acusaciones o sintiera que le atravesaran miles de espadas en su corazón por esta consecuencia en particular. También a recibir culpas que no le correspondía, se alimentaba de ello, se volvía loco hasta que un día... simplemente las aceptó.
Cuando Naruto entró a ese bosque para buscarlo, halló la muerte. Si Sasuke hubiese aguardado en un lugar como sus mayores sugirieron, Naruto no estaría muerto y convertido en el fantasma resentido que tiene a sus espaldas exigiendo, tomando y destrozándolo.
Nada de eso.
En cambio, tomó la decisión y aquí están, años después pareciendo dos extraños en cuerpos conocidos.
—No tendrás quejas si tomo tu vida ahora. —Naruto siseó moviendo la mano. El filo del cuchillo finalmente le hizo una cortadura. La sangre escurrió un poco, colándose por su cuello.
Todavía de espaldas, Sasuke cerró los ojos embargándose de una extraña serenidad. Fría y letal.
—Si es lo que necesitas para descansar en paz, no tendré quejas.
Una vida por una vida.
Le parece justo.
Sasuke provocó su muerte, y a su vez, extinguió al verdadero asesino. Pero si su propia vida le causa alivio a Naruto ¿no será mejor dejar que la tome? Su culpa se iría, las cargas serían obsoletas, no sentiría dolor o tristeza. Siendo un Cazador, debido al ritual del Clama del Alma no se convertirá en un fantasma (Naruto es una excepción enigmática); tampoco piensa mucho de sí mismo y sus emociones. No tendría resentimiento después de la muerte. Y nada-
Abrió los ojos lentamente, enfocándolos en la pared al recordar una melodiosa risa femenina inundando su mente.
El cuchillo fue retirado bruscamente y pasos resonaron. La presencia detrás de él se alejó mientras gemía con sonidos amortiguados, como si cubriera su boca.
A tiempo Sasuke se viró, presenciando como el fantasma chochaba contra la mesita de noche, empujándola insistente. Una de sus manos agarraba su cabeza con una expresión de dolor, esa imagen le dio un escalofrío. Naruto volvió a su apariencia verdadera, y así, medio tumbado y adolorido, le recordó un poco al día de su muerte.
Por inercia se acercó, intentando ayudarlo. Pero Naruto se alebrestó agitando el cuchillo a su dirección.
—¡No te acerques, bastardo! —exclamó entre gemidos adoloridos, tambaleándose sobre sus pies y tomándose de la cabeza—. ¿Por qué? ¿Por qué duele tanto mi cabeza? Duele, duele, duele.
El nudo en el pecho de Sasuke se apretó más. Los recuerdos interponiéndose entre sí mientras la impotencia se enroscaba en cada hueso, de su inutilidad en quedarse de pie sin poder brindarle algún consuelo al alma de su mejor amigo que sufría mucho.
—Naruto...
—¡Cállate! —le gritó—. ¡Te destazaré! ¡Te mataré! ¡Te mataré! ¡Vengaré mi muerte! ¡Aaaah!
Naruto tuvo un espasmo y cayó de rodillas.
—¡Naruto!
Esta vez Sasuke no se contuvo. Corrió a él hasta apoyarse a su lado y sostenerlo por los hombros evitando que colapsara. Naruto no paraba de quejarse del dolor, estremeciéndose y quejándose que todo dolía, que los recuerdos lastimaban terriblemente. Incluso comenzó a sudar, lo que debía ser imposible para él, al parecer la fragmentación de sus recuerdos es más severo de lo que Sasuke consideró en un principio.
—Ven, te ayudaré a recostarte. —Sasuke lo sujeto del brazo, dispuesto a levantarlo.
Pero Naruto lo empujó y gritó: —¡Te dije que no me tocaras!
Inmediatamente las manos del Cazador se elevaron y retrocedió ante la fuerza sobrehumana del fantasma. Sus manos temblaron un poco, conmocionado por la intensidad de los reclamos y peticiones de Naruto, quién parecía deshacerse en el suelo, pero indispuesto a aceptar su ayuda.
¿Qué hizo mal?
¿Su sola presencia provocó esto?
¿Acaso Sasuke le traería más dolor a Naruto si intentaba ayudarlo?
Miles de preguntas asaltaron su mente, tratando de procesarlas y conseguirles una respuesta adecuada. La locura se deslizó un poco hacia él, sintiéndose un poco frenético del panorama frente a él, sin saber qué hacer exactamente. Si tocaba a Naruto, se alteraba, si intentaba ayudarlo, lo empujaba.
¿Y si él no tenía la solución?
—Vete —finalmente espetó Naruto en medio de sus lamentos. Sasuke se desconectó de su entornó por unos momentos, porqué cuando se concentró, Naruto se arrastraba con dificultad a la cama, temblando—. ¡No necesito tu ayuda!
Lo expresó con tanta fuerza que involuntariamente Sasuke se estremeció, como si le hubiesen dado un golpe físico.
—... Al menos déjame ayudarte en llegar a la cama —murmuró.
—¿No me escuchaste? ¡Lárgate! —Y Naruto se entercó, estirando un brazo, luego otro en busca de apoyo hasta alcanzar la cama respirando con dificultar.
Apretando las manos hasta que sus nudillos se volvieron blancos, Sasuke respiró hondo luchando con sus impulsos que gritaban ayudarlo. Dio la media vuelta, encaminándose a la puerta a paso lento, esperanzado a que Naruto le pidiera ayuda.
No sucedió.
Hasta el último momento el fantasma se negó a mirarlo, concentrándose en soportar su dolor apoyando medio cuerpo en la cama y sentado en el suelo. Temblaba, como si tuviese frío extremo, pero Sasuke sabía que lo ocasionaba una causa interna que desconocía.
Alcanzó la puerta, inseguro y dando miradas de soslayo. Al contemplar la figura de Naruto una vez más, suspiró con mucho pesar y atravesó el umbral, dejando atrás dolor y arrepentimientos convertidos en masa física que se aseguraba en atormentarlo cada momento de su vida.
El espiral de pensamientos persiguió como sombra a Sasuke al regresar al asentamiento. Sin darse cuenta realmente del tiempo transcurrido, al salir de la posada la luna ya brillaba en lo alto y el frío se intensificó. No debería impresionarle mucho, pero tras ser consciente de qué deambuló entre el mercado sin ser realmente consciente, se sintió más helado.
Nunca fue su intención causarle más dolor a Naruto, siguió el juego de aparentar ignorar su verdadera identidad con tal de no forzarlo, creyendo que le haría más bien que mal. Estuvo equivocado hasta ahora.
Su sola presencia le traía malos recuerdos.
Saber que su mejor amigo, su hermano de armas lo odiaba era más doloroso que ser atravesado por una espada. La culpa emergía sin aviso desde las profundidades de su conciencia, dónde selló sus emociones en el cofre imaginario y con muchos candados. Con el pasar de los años se repitió una y otra vez lo que decían los padres de Naruto.
"No es tu culpa".
Quizás, si lo tatuaba piel viva en su piel lo tomaría en cuenta.
Pero a veces el remordimiento es tan grande que no le permite concebir tal posibilidad.
Creyó haber aprendido a vivir con la culpa. Considerarse un asesino indirecto por el resto de su vida. Por lo menos hasta creer que no tenía ni un propósito y ser un heredero sin poderes divinos. Es egoísta de su parte alegrarse ante la revelación de su don por lo que significó el sacrificio de Naruto en lugar de lo que representaba en sí.
Una parte de sí le susurraba que el sacrificio de Naruto no fue en vano.
Y la otra parte, la masoquista, le decía que Naruto no sería un fantasma si no fuera por su resentimiento por la manera en que fue asesinado.
Lo peor de todo, es que Sasuke no pudo impedirlo. Si hay algo que jamás olvidará por el resto de su vida, es ver como un demonio destazaba a su mejor amigo frente a sus ojos, y él ahí, impotente sin tener la fuerza para luchar.
La nube de emociones se arremolinó con tal fuerza que apenas vio por dónde caminaba, sumergido en sus pensamientos que, tras pasar la barrera saludó vagamente a quién se cruzara en su camino al dirigirse automáticamente al comedor. Sin embargo, lo recibió el vacío. Únicamente la abuela Chiyo yacía sentada frente a la mesa, una taza humeando frente a ella mientras movía las manos tejiendo una bufanda roja.
Se quedó estático en la puerta por un segundo, debatiéndose si dar la media vuelta y regresar a la cabaña que compartía con Kiba, o adentrarse y saludar adecuadamente.
La abuela Chiyo le ahorró la molestia de divagar. Se percató de su presencia y esbozó una sonrisa entre sus arrugados labios y rostro que dictaba el paso de los años. Por un momento, Sasuke quedó estático, sin saber cómo sentirse al ser receptor de una mirada tan maternal.
¿Cuándo fue la última vez que alguien lo miró así?
Antes que volviera Hikoro, nadie.
—Buenas noches, joven Sasuke.
Él salió de su estupor y envío un saludo a cambio, inclinándose un poco demostrando su respeto.
—Anciana Chiyo.
—Jovencito, soy abuela Chiyo para ti —suspiró la anciana con un deje de diversión en su voz.
—Abuela Chiyo.
—Así está mejor —se alegró dejando sobre la mesa las agujas y la bufanda—. Ven, siéntate aquí un momento mientras sirvo tu cena.
—Pero... —dudó un poco, dando un vistazo a la cocina en general. Ya no había nadie.
—Anda, anda. A menos que ya hayas cenado en otro lugar. —Una pregunta muda que no era ninguna exigencia, más bien, rectificar que sus intenciones son bien recibidas.
Incluso si hubiese cenado, no habría encontrado la fuerza suficiente para rechazar un tazón. Se encontró negando con la cabeza y acercándose al asiento continúo que señaló la anciana. Antes de sentarse deslizó la capa por los hombros y la acomodó junto a él, alisando parte de la tela quitando los pequeños copos de nieve adheridos.
La abuela Chiyo colocó frente a él dos tazones, el vaho bailaba en espirales y el olor exquisito le hizo darse cuenta del apetito que tenía e ignoró durante la tarde. El platillo principal constaba de trozos de cerco bañados con alguna salsa dulce y el congee del tazón también se veía apetitoso. Se alegró internamente que la cocina aceptara su aportación con más carne.
Sasuke no es quisquilloso con la comida, para nada. Pero quiso contribuir en alimentar mejor al asentamiento, especialmente los niños en temporada de invierno. No debían privarse de estos pequeños placeres.
—Gracias.
—No es nada. Hinata nos avisó sobre tu atraso y Sakura se aseguró se guardar una porción para ti.
Un nudo se formó en la garganta de Sasuke mientras sonreía tenue.
—Me aseguraré de agradecerle.
—Disparates.
El silencio los envolvió en cuanto Sasuke metió los palillos a su boca. Junto a él, a una distancia prudente, Chiyo retomó las agujas y el estambre rojo vivo, tarareando en voz baja sin perder el ritmo. A comparación de los silencios incómodos y tensos, este le pareció cómodo y tranquilo mientras devoraba disimuladamente cada bocado.
Fuera sentimentalismo o no, pero saber que esas manos gentiles y maternas cocinaron parte de la comida, le hicieron sentir cálido. En casa, antes de que Madam Hikoro volviera, las comidas eran rutinarias, hechas por cocineros ajenos a él y abasteciendo a todos los discípulos. Si bien no había mucha diferencia con ellos y aquí, el tener compañía inusual le alegró un poco.
Al beber del té caliente, la abuela Chiyo bajó las agujas y le dio un vistazo de reojo.
—Joven Sasuke ¿le importaría si le hago una pregunta personal?
—¿Personal? —Internamente se impresionó por el repentino aborde. Chiyo es una mujer amable y gentil, no se entromete en asunto ajenos o por lo menos no con él—. No veo el inconveniente.
—¿Qué tan cierto es qué corteja a mi nieta Sakura?
Ah, por supuesto. En algún momento comenzaría a circular el rumor aquí.
Sasuke se tensó un poco, manteniéndose erguido y los hombros rectos mientras miraba a la abuela Chiyo directo a los ojos. Aquellos que revelaban mucha sabiduría y experiencia.
—... Completamente cierto. —La abuela Chiyo elevó la comisura de los labios y regresó su vista a las agujas en sus manos—. ¿Cómo lo supo?
—No son especialmente sutiles en su coqueteo —expresó divertida y las orejas de Sasuke se sonrojaron, desvió la mirada tratando de encontrar calma. A este punto, todo el asentamiento sabía de sus intenciones—. Además, Sasori nos lo dijo.
Bueno, seguramente el hermano de Sakura buscaba la manera en rechazar la propuesta. Pero ya obtuvo la aprobación de Hiruzen y la de Kiba, Sasori no negó, aunque tampoco aceptó del todo. Y últimamente a Sasuke le gusta pensar que se ha ganado poco a poco su lado bueno, o eso indica las mañanas tranquilas en qué comparten té.
Solamente falta avisar al Maestro Ryu (padre de Sakura) y tendrá carta blanca para hacer y deshacer a su voluntad sin remordimiento. En un principio consideró ser sumamente atrevido e iniciar con su lote de regalos, sin embargo, no quería tener a un potencial fantasma rango Calamidad en la puerta de su casa dispuesto a derribarla por no tomarlo en cuenta.
Sakura estuvo en desacuerdo, alegando que no importaba si obtenían permiso o no de su (posible padre) maestro, pero Sasuke recuerda el rostro sombrío y lleno de advertencia de Ryu cuando Sakura estuvo herida tras los ataques. Decidió mejor no provocar su ira.
Además, no es esperar una "aceptación", más bien, avisar un hecho.
Mientras tanto, utilizará esta excusa para estar con Sakura todo el tiempo que se le sea permitido. Está preparando mentalmente a su propia familia, dando indicios en las cartas que envió, una de sus pistas es solicitar la creación de una nueva ficha jade con los patrones únicos que pertenecían a la familia principal y sus cónyuges. Cuando Itachi respondió la carta, se mantuvo expectante de "¿Por qué necesitas una ficha jade si no perdiste la tuya?" y entre frases aseguró que la tendría lista cuando volviese y quería saber el motivo exacto de tal petición.
Pero Sasuke sabe que su hermano lo dedujo solo, por lo tanto, Fugaku y Kakashi también. Y en caso de que se opongan, bueno, tendrá que acudir a sus planes B y C.
Y en ninguna de ellas proyecta alejarse de Sakura.
En todo caso...
—Me alegra que sea usted a quien Sakura eligió —continúo diciendo la anciana, sus manos expertas no dejaban de tejer y la expresión solemne no abandonó sus facciones—. Usted es una persona amable y sincera, pero, sobre todo, que expresa un profundo amor. Lo puedo ver en sus ojos, adora el suelo que ella pisa.
Si acaso sus orejas pudieran ponerse más rojas, estaría echando humo por la cabeza. Sasuke no es ajeno a la vergüenza, pero logra dominar tales emociones en los peores momentos. Pero aquí, frente a la abuela de Sakura, le fue imposible ocultarlos. ¿Qué caso tenía? Adivinó la mayoría de sus pensamientos.
No lo negará. Que los Cielos lo libren de negar alguna vez su amor por Sakura.
—Para mí no hay mayor honor que Sakura me permita estar a su lado —aseguró con toda la sinceridad del mundo que pudo reunir. Buscó que se reflejara en su mirada, en el tono de su voz, en su postura. Porqué, si de algo está seguro y tatuado en su piel, es que su enamoramiento por Sakura no hace más que aumentar día con día.
—Que dulce muchacho. —La abuela Chiyo dejó las agujas sobre la mesa y acarició la bufanda roja.
Con los ojos ensanchándose, Sasuke observó a la anciana frente a él doblar la bufanda roja en tres partes para luego extendérselo a él. Permaneció quieto, por unos breve segundos antes de parpadear y mirarla fijamente a los ojos.
—Este es mi regalo para usted, joven Sasuke —dijo ella con voz suave y precavida, como si estuviese tratando con un pequeño animalito asustado que correrá ante el menor ruido.
—... ¿Para mí? —murmuró, contraído.
La anciana sonrió.
—Tarde o temprano se casará con Sakura, pero para mí, desde que ella lo dejó entrar a su corazón, también lo aceptó como parte de la familia. —Todo esto lo expresó con tal seguridad, la misma que la gente afirma que el cielo es azul y las flores hermosas. Inclinándose un poco a él, sin apartar los ojos, agregó: —. Entonces, es un nieto mío, y yo tejo una bufanda a todos mis nietos
Sasuke sintió sus ojos escocer, la garganta apretada, muy apretada mientras veía la bufanda en las manos arrugadas de la anciana, firmes y sutiles. Algo explotó en su pecho y a la vez, el corazón se estrujo, incapaz de asimilar la avalancha de emociones que recibió.
Es una aceptación general. La abuela Chiyo hablando por todos en el asentamiento, inclusive por Sasori. Si algo aprendió en esas semanas conviviendo con todos ellos, es que la respetan incluso más que su propio líder, porqué Chiyo desborda tanto cariño maternal a su alrededor.
Y ella acaba de decir que lo acepta como un nieto.
Conteniendo un par de lágrimas, con las manos apoyadas sobre las rodillas inclinó medio cuerpo al frente en una profunda y marcada reverencia. Una que expresaba todo su aprecio y cariño.
—Será un honor ser su nieto —afirmó profusamente.
La anciana volvió a sonreír y le acomodó la bufanda alrededor del cuello, asegurándose de que cubriera lo suficiente del frío. A decir verdad, Sasuke sentía parcialmente el clima, el núcleo espiritual evitaba que se congelara. Pero recibir estos gestos de preocupación por otra persona de aires maternos, aumentó el nudo en su garganta.
—Joven Sasuke, bienvenido a la familia.
—Por favor, llámeme por mi nombre. Ningún título.
—Muy bien, Sasuke.
Muchos creen saber cómo buscar la felicidad. Asumen que toda la vida será llena de dulces palabras y se aferran tanto a crear momentos duraderos y guardarlos dentro de sus memorias. Así, cuando la tristeza ataque, pueden acceder de ellas buscando un halo de consuelo que les permita avanzar.
Esto es lo que consiguió Sasuke esa noche. Con el sonido de la flauta bailando entre los copos de nieve, persiguió la melodía. Envuelto con la bufanda roja que la abuela Chiyo le regaló, luchó persistente en contener las lágrimas que amenazaron sus ojos. Jamás había sentido una emoción tan agradable. De lo inesperado, de serendipia. De aquello que no busca ni esperas, pero recibes con los brazos abiertos por qué es lo que da consuelo cuanto tienes el corazón agrietado por tantas tristezas.
Y, en medio de su miseria de culpa y pena, llegó este halo de alegría.
Vio por la ventana de la cabaña a Sakura sentada frente a la mesita de noche, con los brazos alzados y la punta de la flauta sobresaliendo. Cerró los ojos, quedándose quieto por un momento esperando que la canción inunde cada uno de sus sentidos.
Cuando se vio incapaz de contenerse, se adentró sin llamar ni avisar su presencia, pero Sakura lo notó. Su música no titubeó, pero abrió los ojos que tenía cerrados y viró la cabeza sobre el hombro. Sasuke no le dio oportunidad de nada, en un ataque impulsivo, se dejó caer tras de ella y se apegó a su espalda, con las piernas separadas mientras la atraía a él por la cintura.
La canción cesó lentamente, sus oídos prestaron más atención puesto que hundió el rostro en el cuello de Sakura, buscando tranquilizarse. No dijeron nada hasta que la música ceso y siguió un silencio calmo, sin intención ni condición. Simplemente disfrutando de la compañía del otro.
Sintió a Sakura hacer círculos con el dedo en sus manos entrelazadas alrededor de la cintura. Apretó un poco más el agarre. Sakura le acarició el cabello. Ese gesto le infundió valor a Sasuke.
—Me encontré con Naruto —reveló en medio susurro.
—¿Quieres hablar de ello?
Sasuke lo pensó tendidamente, más de lo necesario.
—... No —murmuró apenas audible.
—Bien, no hablemos de eso —tarareó ella, aceptando el alto que puso en el tema. En cambio, giró un poco la cabeza y Sasuke hundió más el rostro, rosando sus labios sobre la piel del cuello—. No pude evitar ver que traes algo que no tenías cuando nos separamos en la aldea.
Sakura jugueteó con el extremo de la bufanda roja. Sasuke le dejó un beso de agradecimiento mudo en el cuello por seguirle el juego y se enderezó un poco, mirándola al fin.
—Me lo dio la abuela Chiyo.
No le pasó desapercibido la ceja enarcada en aquel hermoso rostro, más duda que incredulidad. Los ojos verdes se dirigieron a la bufanda mientras una sonrisa se extendía por sus rosados labios y un brillo parecía resplandecer a su alrededor al percatarse de quién venía el regalo.
—Uh, la abuela teme que nos resfriemos con este clima —dijo ociosa mientras le acomodaba la bufanda de vuelta a su lugar, donde parecía encajar perfectamente.
—Aunque mi energía espiritual regule mi temperatura, no está demás una protección extra —comentó él solemne sin dejar lugar a réplicas.
Sakura reprimió una risa.
—En ese caso ¿debería tejerte unos guantes?
—¿Lo harías?
—Para evitar vergüenza, mejor no —soltó un bufido y se giró, acomodándose mejor entre el espacio de sus piernas y jugó con la flauta que sostenía en su mano izquierda—. Y créeme, no querrás andar por ahí con unos guantes desiguales y deshilados.
—Si los haces tú, no veo por qué no usarlos.
—¡Que considerado! —apuntó sarcástica dándole una mirada de reprimenda. Sasuke soltó una risa baja y llena de intención al inclinarse a darle un beso en los labios, Sakura se quejó recibiendo la caricia e intentó hablar entre el beso—. Hablando en serio, no se me da tejer.
—Ver para creer —susurró mordiéndole el labio inferior. Sakura chilló.
—Tú, eres imposible —farfulló separándose de él, Sasuke emitió una pequeña queja que fue totalmente ignorada—. No más besos. —Sakura se volteó al frente negándose a permitirle besarle.
Suspirando, Sasuke comenzó a recrear otro plan de ataque mientras daba un vistazo a la mesa baja.
La superficie estaba repleta de hojas cuyos garabatos eran apenas legibles, del otro lado, una serie de talismanes a medio terminar y el pincel desparramado en una página de un libro peculiar. No tardó en reconocer la letra desordenada de Sakura, asentado organización en medio del caos. Estaba seguro de que incluso las hojas esparcidas en el suelo junto a la mesa tenían un propósito en particular.
Sin embargo, fue otra cosa que llamó su atención.
—¿Talismán Revelador de Identidad? —leyó en voz alta, sumamente curioso.
Repentinamente Sakura se encogió de hombros, más que una actitud desinteresada, era cohibirse un poco. Reconoció sus gestos corporales mientras se inclinaba al frente a recoger la hoja que plasma el título.
—Veras, estaba pensando en el asunto de la Flor de Medianoche y el control que ejerce sobre los afectados. Me... es difícil comprender por qué no puedo invocar a esos fantasmas —ante el titubeo, su voz se volvió seria y helada, como si no quisiera deja entrever sus verdaderos sentimientos.
Aunque Sasuke los conoce muy bien, sabe sobre el reproche constante que Sakura ejerce en sí misma, culpándose de la muerte de Deidara y los persistentes pensamientos de que pudo haberlo evitado de alguna manera. Supuso que no dejaría el tema en paz. No hasta encontrar al perpetrador.
He aquí parte del resultado.
—... Entonces pensé ¿habrá alguna manera de identificar a los afectados antes que la flor debilite su alma y el espíritu se apodere del cuerpo? —una pregunta retórica contando el desastre frente a ellos. Sakura hizo un gesto con las manos, extendiéndolas al señalar la mesa en general—. Y obtuve mi respuesta: crear un talismán que indiqué si una persona está poseída por un espíritu.
Sasuke no está muy familiarizado con la creación de talismanes y un hechizo desde cero, es más de creación de barreras protectoras y matrices de contención debido a su afinidad de poder divino. Aun así, sabe que es sumamente difícil crearlos desde un pensamiento: "¿Qué Kanjis utilizar para crear un talismán que mantenga caliente el agua? ¿O secar los ropajes sin quitárnoslo? Mejor aún ¿uno que una a dos personas y no puedan separarse más de dos metros?".
Ese tipo de pensamientos indujeron a la creación de los talismanes más conocidos. El siguiente paso es el más complicado de todos: saber unir y entrelazar los kanjis.
Si el trazo es demasiado delgado o grueso, puede crear fallos; si hay un personaje escrito por un centímetro más, podría explotar en el mejor de los casos, en el peor, invertir el talismán y crear una función totalmente diferente a lo pensado. Es prueba y error la mayoría de las veces. Por un segundo a Sasuke le impresionó que la cabaña estuviese intacta, pero luego recordó que probar los talismanes requieren de energía espiritual y Sakura no tiene.
No supo si sentirse aliviado o retraído.
Por otro lado, se impresionó de la brillante mente inteligente de Sakura. La escuchó en silencio cuando empezó su explicación sobre el talismán (todavía prototipo, aclaró) de revelación. Tenía la intención que, al infundir un poco de energía espiritual y colocarlo en el centro del pecho, a la altura de su núcleo espiritual, el talismán actuara de alerta.
—¿Un porcentaje aproximado a su finalización de prototipo?
—Diría que tengo un... ¿90% de avance? —estimó distraída sorprendiéndolo. ¿Avanzó tanto en tres semanas? —. Falta decidir la forma de alerta. Estoy indecisa si hacer que el cuerpo se paralice o que emita un destello de color. ¿Pensamientos?
Sakura había girado la cabeza hacia él, sonriendo levemente mientras pedía su opinión. Un calor se enroscó en el pecho de Sasuke, cautivado por la repentina situación. Así sentados, teniéndola entre sus brazos conversando sin presión, le pareció terriblemente doméstico.
Pensó detenidamente su respuesta dándole la debida importancia.
Al cabo de unos instantes, opinó: —La primera opción. Dará un margen de ventaja y nos permitirá actuar a consecuencia.
—Anotado. —Sakura asintió y le dio un golpecito en la quijada con su dedo antes de volver a la mesita.
Él suspiró, un poco agraviado. Pensó que recibiría un beso por su aportación, Sakura decía en serio al negarle brindar caricias cuando normalmente es receptor de ellas.
—Ahora que estás aquí, puedo iniciar las pruebas principales. Aunque necesitaré un sujeto de prueba —murmuró ella para sí al frotarse la nuca—... a menos que lo haga conmigo misma. Pero si el talismán no funciona y me paralizo...
—¿Por qué no mejor lo verificamos mañana? —le alentó Sasuke atrayéndola más a él, recargando su mejilla contra la cabeza de Sakura. La sintió flexible entre sus brazos, dejándose maniobrar como una muñeca—. Es tarde, y si hacemos explotar tu cabaña, despertaremos a medio asentamiento.
—Tienes razón, no querremos despertar a los niños —suspiró ella renuente.
—Y si de verdad explotan la cabaña en plena noche será un inconveniente dónde dormirás —agregó él.
Una sonrisa pícara se posó en los labios ajenos. Sakura había volteado el rostro a él, dándole una mirada brillosa. Delineó con sus hábiles dedos la quijada de Sasuke, deteniéndose a darle unos golpecitos en la comisura de sus labios.
—No veo el problema, siempre puedo ir a dormir contigo —surgió en voz baja.
Sasuke apretó la mandíbula. Ah. Sakura no paraba de lanzarle coqueteos e insinuaciones en cada oportunidad. Cada vez son más intensas y, Cielos, es hombre y su autocontrol es débil contra ella. Especialmente si se acerca de esa manera, apretando el cuerpo menudo y curvo contra el suyo.
Una prueba de fuego qué incluso los monjes más celibatos titubearían. ¿Qué esperaban de él, un simple mortal?
La agarró por las caderas, su primera intención era alejarla un poco, sin embargo, lo pensó mejor. Ha aprendido a contrarrestar sus burlas siendo astuto y dándole una cucharada de su propia medicina. Se inclinó hasta que su nariz le rozó la oreja y susurró en voz baja:
—En ese caso, no te dejaré dormir toda la noche.
Sakura se sonrojo abruptamente, removiéndose entre sus brazos.
—¡Tú! ¡Sinvergüenza!
—¿Quién es un sinvergüenza?
La repentina voz de Kiba irrumpió la serie de golpecitos que Sakura le daba a Sasuke en el pecho, haciendo énfasis en su bochorno. Ambos viraron la cabeza a la puerta, Kiba se recargó en el marco y a su lado entraba Hinata a paso tranquilo. Shino se quedó cerca, pero mirándolos con ojos entrecerrados.
—Nadie que te importe —gruñó Sakura dejándose caer en el pecho de Sasuke sin ninguna clase de restricción e importándole poco la posición en la que se encontraban, y que los demás lo vieran. Al mismo Cazador no le hacía ruido mental, pero tomó nota en acomodarse mejor la próxima vez—. Todavía no es medianoche ¿qué hacen aquí?
—Sasori llegó temprano a relevarnos. Hubo unas cuantas almas consiguieron el descanso eterno gracias a los ritos de Hinata —Kiba hizo un gesto a la sacerdotisa que ya había gravitado cerca de la tetera, sirviéndose en una taza con té— y algunas Sombras aparecieron, pero se purificaron apenas tocaron el primer campo.
Ciertamente la medianoche caería pronto y el frío sería potente. Sasuke esperaba que Sakura estuviera envuelta en sábanas para ese entonces. Con ese pensamiento, la sacó de su regazó y la ayudó a sentarse a su lado, así tuvo espacio suficiente para recoger los papeles más cercano. Escuchó la risa secreta de Sakura junto a él antes que se propusiera a hacer lo mismo.
—Me retiraré, que tengan bonita noche todos. —Hinata terminó de beber el té e inclinó la cabeza, marchándose en silencio. Shino le siguió el paso, pero Sasuke sabía que lo encontraría en la cabaña de Kiba apenas llegara. Después de todo, Hinata tiene su propia cabaña recientemente erguida (el cual, todos ayudaron a construir); Kiba, Shino y Sasuke comparten provisionalmente cabaña, eso hasta que terminen la cabaña de Shino y Sasuke se marche.
Pronto Sasuke y Sakura se quedaron solos, sumergidos en el silencio cómodo en que se movía de un extremo a otro. Hasta que los papeles estuvieron ordenamos (de una forma que únicamente Sakura entendía y Sasuke asimilaba), se miraron fijamente a los ojos, con emociones desbordantes entre ellos. Muchas palabras que decirse y las ventanas de sus almas decidían expresarlo de una manera tan profunda.
Estirando la mano, Sasuke acarició la mejilla de la pelirrosa, sintiéndola cálida ante su tacto. Le dio una mirada intensa al inclinarse y depositarle un beso en los labios, durando lo suficiente para saciarse un poco, y no quedarse con las ansias al irse de volver y sumergirse en sus labios hasta que amaneciera.
Se retuvo a tiempo. En cambio, la envolvió en brazos y permitió que sus acciones hablaran esta noche. La misma que es testigo de las promesas no dichas, de la tristeza principal que embargaba su corazón al arribar al asentamiento y las alegrías que vinieron después.
La bufanda roja alrededor de su cuello era una prueba y jamás lo olvidaría.
Yo escribiendo la escena de Chiyo y Sasuke: NO LLORO, NO LLORO NO LLOROOO
Porqué, ahora que lo pienso, el Sasuke pocas veces aparece con una abuela, y en este fic nunca los conoció. Entonces ¿por qué no cederle los derechos a Chiyo y unirme a los fics del arte oficial (que no recuerdo cuanto tiempo tiene) de Sasuke con bufanda roja?
Por otro lado, Sakura, esa chica me llena de orgullo. Puede parecer que lo suyo es únicamente patear traseros y tener una mente aguda para el peligro y deducción, pero vamos, su maestro (padre) es un loco que reinventa hechizos que explotan y vivió con él por un tiempo. Es obvio que se le pegaría la mañía. ¡Ese talismán será clave!
En fin, estaré actualizando el siguiente capítulo el fin de semana ¡Así que esperenlo con ansías!
Cierto, cierto. El pánico colectivo de que WTTP está cerrando cuentas se extiende, por si, alguna vez me bajan la cuenta de aquí. Pueden encontrar mis historias al día en Ao3 bajo el seudónimo de Alelaxcv, igual me pueden encontrar en Fanfiction, pero en Ao3 voy al día con las actualizaciones. Los enlaces a ambas plataformas lo pueden encontrar en mi perfil. O bien, por Twitter o Tiktok me pueden contactar.
Gracias por leer, nos lemos en unos días.
¡Alela-chan fuera!
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