/20/ También eres mi familia

Aclaraciones del capítulo: está centrado en Sakura y su misterioso maestro mencionado hace dos capítulos. ¡espero y les guste!

Sakura aterrizó al final del segundo sector del Bosque de los Lamentos suspirando audiblemente, estirando su cuerpo cual gato que durmió una siesta agradable y tenía los músculos tensos. Contrario a esto, simplemente se acurruco dentro de un árbol hueco en espera a que el Gigante se dispersara por completo.

Ni estando completamente loca se aventuraría de noche teniendo ese Ira merodeando y convertirse en un número más en su lista de víctimas. Quería vivir, muchas gracias.

Eludir criaturas peligrosas parecía más una rutina, no por nada conocía cada hueco seguro de ese bosque para tener una noche sin preocupaciones. Años de vagar y explorar los alrededores no fueron en vano aun cuando su maestro la reprendió en adentrarse sin compañía. El Bosque de los Lamentos terminaba siendo tumba segura para quién no supiera atravesarlo.

Ociosamente se preguntó si sobrevivieron el puñado de Cazadores. Lo conseguirán si tomaron sus consejos, a menos que sean ineptos para acatar simples órdenes. Tampoco es asunto suyo. Saciará su curiosidad en cuanto llegue a su destino.

Se distrajo al percibir al dragón removerse en los pliegues de su kimono. Agachó la mirada y se encontró con unos enormes ojos verdes que la veían fijamente, el dragón arrulló y apoyándose de su pecho, mirándola con ojos de cordero.

Ella entrecerró los suyos dándole un jalón de oreja. El dragón soltó un quejido y lloriqueo.

—Tú, pequeño renacuajo. ¿Qué pensabas al deambular por los sectores así? —reclamó sabiendo que el pequeño dragón era sumamente curioso y debido a esto desobedecía—. Bueno, no me corresponde a mi reprenderte, tendrás que enfrentar las consecuencias.

Inmediatamente el dragón, Drako, se desinfló y grazno, replicando con aleteos de alas y sonidos chillantes. Sakura le soltó la oreja en respuesta y le dedicó una mirada desairada.

—¡Ah-Ah! No me mires así, yo no soy tu amo —se negó a mirarlo a los ojos sabiendo que cedería.

Perezosa, sacudió la suciedad de sus ropajes, ajustó las botas, afianzó el cabello en cola de caballo y retomó su camino.

El límite entre el final del segundo y comienzo del tercer sector resultaba una línea larga de separación, una parte desabrida de troncos secos y retorcidos que vieron mejores días, con ramas secas y hojas marchitas esparcidas por el suelo oscuro, de tierra seca y sin vida dando un cuadro perfecto de la muerte misma. Pareciera que en cualquier instante saldría un demonio entre los huecos secos de los árboles para llevarte al averno.

La llanura sombría cuya única pincelada pintoresca era el cielo azul con nubes cubriendo los rayos del sol y el Monte TongLu a lo lejos que se alzaba imponente. Lo comparó con el Monte de las Ánimas y era un contraste sorprendente. Las energías que emitían dichos montes eran distintas entre sí, de igual modo los paisajes siendo dos caras de una moneda.

Caminó tarareando hasta que la tierra bajo sus pies comenzó a cambiar gradualmente, no hubo mucho cambio al principio, la hierba crecía precariamente y un nuevo bosque se abrió paso frente a ella.

A diferencia de la mayoría del Bosque de los Lamentos, este bosque se conformaba por árboles de tamaños relativamente normales de hojas verdes y vegetación viva, la ausencia de energía resentida evitaba las mutaciones de alguna clase en la fauna y flora. Incluso se divisaban conejos y ardillas andar libremente. Más allá se alzaba un arco alto de ramas que forman un arco natural que daba acceso al pequeño claro.

Apenas dio un paso al inicio del borde, una enorme sombra se proyectó repentinamente sobre ella. Elevó la vista de sopetón hasta topándose con un par de enormes alas rojas y unos ojos dorados brillantes tan intimidantes que congelaría a cualquier persona que cruzara mirada con tal criatura aterradora. ¡Todo su especto grita peligro inminente!

Sin embargo, en lugar de correr, Sakura detuvo su andar a la espera paciente a que el dragón se acercara.

El aire revoloteó alrededor agitando la capa sobre sí cuando el enorme dragón de cuatro metros aterrizó pesadamente frente a ella, enroscado sus alas al sentarse sobre sus patas traseras, emitiendo un gruñido bajo junto al tintineo de un enorme collar de oro con un dije de sol alrededor de su cuello. Aspirando bruscamente por la nariz, inclinó la cabeza.

Sabiendo que buscaba la criatura, Sakura no tuvo compasión y sacó a Drako de sus pliegues del kimono e inteligentemente el pequeño dragón fingió estar muerto entre sus brazos siendo una masa pesada. La joven negó con la cabeza chasqueando la lengua en desaprobación al pequeño.

—Sei, deberías cuidar más a tu hermano ¡casi es atrapado por humanos! —exclamó ella ofreciéndole al pequeño dragón como si se tratase de un tributo—. Impone tu poder y corrígelo.

Sei, el enorme dragón de escamas rojas parecidas al mismo fuego ardiente más vivaz, gruñó molesto hacia el pequeño Drako quién prolongó su muerte fingida con la lengua de fuera. Sakura soltó una risa provista de diversión, ¡con ellos jamás se aburría!

Decididamente Sei agachó la enorme cabeza hacia Sakura, a su lado parecía aún más pequeña. Con su hocico tomó a Drako mostrando sus enormes y filosos dientes que dejarían impávidos a cualquiera que los viera, después emitió un sonido parecido a agradecimiento hacia Sakura.

—De nada. Sólo ten otro ojo pegado a él —dijo dándole palmadas en su hocico, las escamas parecían ásperas, pero al tacto se sentía como las plumas suaves de las aves— ¿Sabes si el maestro se encuentra cerca?

El dragón enorme ladeó su pesada cabeza por el sendero dando a entender su ubicación.

—Ya veo, iré con él. ¡Nos vemos luego!

Le dio una última caricia y se encaminó con cierto trote por el sendero. Detrás escuchó al dragón alzarse en vuelo, sus enormes alas crearon corrientes de aire hasta que se perdió en las nubes. Los observó de reojo partir por el aire con Drako a cuestas, llorando dramáticamente sin poder hacer nada.

Al final del sendero se podía vislumbrar una cabaña bastante modesta y bien construida, rodeada de árboles rebosantes de vida cuyas flores de ciruelos estaban a pleno brote a pesar de la época del año.

Una vez le preguntó a su maestro qué método implementó para evitar que marchitaran y siguieran floreciendo sin cesar. Y él contestó:

—Les embuto mi energía espiritual todos los días —dijo él con petulancia, orgulloso de gastar su energía en mantener eternamente un par de ciruelos.

Recordar esa anécdota le sacó una sonrisa, su maestro tenía tendencias a jugar sin más con la energía espiritual embutiéndolo en objetos inanimadas para conservarlas o creando talismanes ingeniosos.

Al llegar al umbral se aclaró la garganta y exclamó:

—¡Maestro, tu discípula ha llegado!

... La recibió el silencio.

Enarcando una ceja, se adentró a la cabaña buscando a su maestro. No tardó mucho en hallarlo en la postura menos digna posible, una visión que no debería extrañarle, pero hacía que sus ojos rodaran y bufara por debajo.

La cabaña no era demasiado grande, apenas entrando se podía ver un altar de ofrendas. Hasta el día de hoy no había ninguna imagen referente al dios a quién su maestro adora y quizás jamás lo haya; del lado derecho estaba la cocina, y, como anticipó, todo en el mismo lugar como lo dejó la última vez que estuvo aquí. A menos de dos metros una mesa con tres eternas sillas seguía acopladas.

Y a su izquierda, la estera de paja dónde un hombre alto tendido sin la menor consideración yacía dormido abrazando una botella de vino, su abundante cabello rojo esparcido en marañas sin orden y kimonos oscuros sucios de polvo. Las botas desparramadas sin cuidado cerca de las sillas.

Un tic en su ceja se crispó y a grandes zancadas se acercó para arrebatarle la botella de vino. Inmediatamente las manos del hombre se movieron a tratar de alcanzar la botella aún en la inconsciencia, pero Sakura les dio un manotazo sin consideración. El hombre gimió quejándose, parpadeando pesadamente se tomó de su cabeza con una mano y un par de ojos verdes adormilados la miraron desenfocados. Refleja la indigna imagen de un desastre mañanero.

—Maestro, es hora de despertar ¿no me digas que bebiste de nuevo hasta la inconsciencia? —Sakura apoyó la mano libre sobre su cintura.

El hombre pelirrojo parpadeó un par de veces, aún adormilado y soltó un débil e inteligente: "¿Eh?"

Que jamás se diga que su maestro es una persona madrugadora.

—Eres un caso perdido —bufó acercándose a la mesa a colocar la botella vacía.

Finalmente, el hombre se sentó sobre la estera mientras se rascaba la cabeza. A medida que pasaban los segundos, sus ojos parecían más lúcidos y en reconocimiento.

—Oh, eres tú, Sakura —murmuró, a media frase ocultó un bostezo en su palma. Frunció el ceño cuando se percató de su aliento apestando a alcohol y retiró la mano.

—Siempre soy yo ¿quién más se atrevería a venir al profundo del Bosque de los Lamentos? —respondió irónica.

—Mi discípula favorita. —En esta ocasión, una sonrisa se formó en los labios del hombre y gesticulo con su mano refiriéndose a su persona.

—Soy tu única discípula.

—Mejor aún. Un niño más que cuidar me basta y sobra.

Entornando los ojos, Sakura ya estaba acostumbrada a la forma de hablar de su maestro. Vivir con él un par de años te hace entrañable y querido. Una rutina arraigada en ocasiones, en que visitaba a su maestro frecuentemente y compartían información, esta vez no sería la excepción. Pero primero prepararía el desayuno, se moría de hambre y no pensaba comenzar el día sin ninguna comida decente en el estómago.

Adentrándose a la cocina buscó todo lo que necesitaría. De fondo apenas escuchó a su maestro levantarse por fin, arrastrando sus pies después de ponerse sus botas, se dejó caer pesadamente en una de las sillas, mínimo la mesa y lo demás permanecía relativamente limpio.

—He de suponer que tu visita no es de cortesía o porque extrañabas a tu honorable maestro —dijo él aún con voz patosa y adormilada. Sakura pensó que necesitaba urgentemente lavarse la cara o mínimo despejarse, parecía que en cualquier momento caería dormido en la silla—. Viniste apenas hace cinco semanas ¿ocurrió un percance?

Comúnmente venía cada dos o tres meses cuando mucho. La ocasión pasada debido al caso del Reska acudió a su maestro a indagar, así que entendía por qué parecía sospechosa su visita y su maestro tenía razones para sospechar.

Lo afirmó con un tarareo mientras buscaba arroz para cocinar congee.

—¿A qué otro asunto vendría?

—Eres tan fría, Sakura —se quejó su maestro ahuecando la mejilla derecha en su palma. Su cabello rojo se deslizó por sus hombros y lo apartó de un manotazo mientras se lamentaba—. ¿Cómo puedes ser tan indiferente a la soledad de este anciano?

—Tú mismo dijiste que las visitas de cortesía eran una molestia.

—No lo decía en serio. ¡Era una metáfora!

—Pues tus metáforas son muy raras.

Su maestro soltó un quejido y se levantó de sopetón apoyando las manos en la mesa. Mechones de cabello rojo cayeron sobre sus hombros y la indignación lo inundó.

—Suficiente. Veo que la juventud de ahora desprecia las buenas intenciones de los mayores, ¡sea lo que sea a que vengas es mejor que lo olvides!

Y con las mismas salió dando tumbos.

Sakura entornó los ojos viéndolo alejarse, toda su cara tenía tatuada el pensamiento de "infantil" pero a su vez, una sonrisa suave adornó su rostro.

Desde que estuvo bajo su ala su maestro este tenía un comportamiento errante y cambiante por igual, había temporadas en las que era sereno y tranquilo, imperturbable como un estanque de agua cristalina; y otras en que se sentaba fuera de la cabaña con varias botellas de vino y despertaba teniendo una actitud infantil respecto a su soledad, la resaca no existía para él.

Si no fuera porque hubiera más posibilidades a que se cayera el cielo a que su maestro resultara víctima de una posesión demoniaca, diría que se trata de otra persona en cada caso distinto.

Con el paso de los años aprendió a lidiar con dichos cambios de humor, lejos de ser inconveniente, le parecía entretenido. Su maestro podía ser el adulto más sabio y responsable que conocía, pero también saca a relucir una vena infantil y testaruda. En esta última diferían y terminaba con los ceños fruncidos, negándose a ceder al otro.

—Quizás sea por la soledad y la edad —murmuró obstinadamente mientras revolvía la olla con un cucharon.

Pensó que atribuía a que él ha estado recluido en esta cabaña incluso antes de conocerlo. Sobre él existía una restricción en la que tenía prohibido abandonar el Bosque de los Lamentos por más de tres días, a menos que estuviera dispuesto a lidiar con las consecuencias catastróficas reflejadas en su cuerpo.

Sus ojos verdes se desenfocaron ante el recuerdo distante de tres años atrás, viéndolo llegar a trompicones con las túnicas manchadas de infinidad de su propia sangre, casi arrastrándose por el suelo y las manos empapadas de sangre. En aquel entonces tuvo un susto de muerte por las heridas mortales de su maestro.

Le trajo un mal sabor de boca y contrajo su pecho al recordar la desesperación que sintió en ese entonces. De sus propios gritos rogándole que no muriera y el descubrimiento de la verdadera naturaleza de su maestro: no moriría por más que lo apuñalaran cien veces.

Después de aquel susto, su maestro tomaba más precauciones en sus salidas. Por lo tanto, la mayor parte de sus días se encontraba encerrado en su cabaña en compañía de sus animales espirituales, Sei y Drako, y no podía faltar su asistente que hacía las comprar en el mundo exterior por él. Y, obligadamente, cuidado personal de Sakura cuando era niña.

—Joven maestra, es un gusto verla de nuevo.

Hablando del muerto, pensó Sakura.

—Hola, Shikamaru —saludó alegremente lanzando una sonrisa sobre su hombro.

Dicho joven es mayor que ella por cuatro años o por lo menos su apariencia así lo dictaba (dejó de persuadirlo desde hace muchos años que le dijera su edad real). Un pelinegro con un extraño peinado parecido a la corona de la piña y su eterna expresión llena de aburrimiento, como si quisiera estar en otro lugar menos allí.

Esta ocasión no es la excepción, pero a Shikamaru siempre le alegraba verla, así que le devolvió el gesto y se acercó para curiosear.

—¿Hay algo en que este asistente pueda ayudarle?

En el presente, Sakura se resignó a intentar que Shikamaru le hablara con tuteos. Sospechaba que su maestro tenía que ver, pero no fue en contra de sus mandatos. Su maestro siempre aclaró que Shikamaru era su asistente, no un discípulo, y el nombrado parecía satisfecho con ello.

—No te preocupes, puedo hacerlo por mi cuenta.

—Si dejo que la joven maestra lo haga sola seguramente el maestro Ryu me romperá las piernas.

—Ustedes siempre tan extremistas —se rio ella.

La ayuda de Shikamaru fue bien recibida, sus conversaciones siempre eran fluidas, poniéndolo al tanto de las últimas actualizaciones en noticias del mundo o trivialidades sin sentido.

Su maestro apareció cuando le daba el primer bocado al congee. Atravesó el umbral y le dirigió una mirada furtiva, al desplazar su atención al tercer cuenco humeante frente a la única silla desocupada, el semblante refunfuñado inmediatamente se relajó.

En silencio se movió a la cocina rebuscando entre los gabinetes, Sakura regresó su atención al congee y dejó que su maestro hiciera lo que sea que estaba pensando. A su lado Shikamaru parecía perezoso incluso en querer comer, simplemente soplaba de la cuchara.

Al cabo de unos minutos su maestro colocó una tetera en el centro de la mesa, un talismán rojo de garabatos negros se asoma en el borde. Antes de sentarse se hizo de la taza de Sakura rebosante de té y vacío el contenido al suelo, posteriormente sirvió de la tetera en el mismo vaso, todo esto con una expresión solemne.

—Maestro, debería ser yo quién te sirviera, no al revés —comentó Sakura después de que el mayor colocará la taza llena de té cuyo aroma, sospechaba, té de Flores de Loto.

—Sabes que la etiqueta es una molestia para mí. Si quiero servirte una taza con té, lo haré no importando el estatus.

Finalmente se dejó caer en la silla vacía sirviéndose té, lanzó una breve mirada a Shikamaru quién negó con la cabeza, Ryu respondió con un encogimiento de hombros.

—Así que sé agradecida con este maestro tuyo y bebe del té que hice con mucho esfuerzo.

—El único esfuerzo que hiciste fue pegar ese talismán de fuego —apuntó Shikamaru aburrido y Ryu le gruñó, indignado.

—¡Pero yo hice el talismán!

Sakura se rio entre dientes y se hizo de la taza, soplando tenuemente antes de darle sorbo, complaciéndolo. Su maestro pareció satisfecho y comenzó a devorar decentemente el congee.

A decir verdad, se alegró de que comiera, como pensó ninguno de los dos había preparado alguna comida decente desde que se marchó, la estaba cocina intacta a como la dejó. Apostaba que también la tetera se mantuvo sin tocarse.

A estas alturas se abstuvo de preguntarse si su maestro comía o no, aunque sospechaba que no lo hacía. Su maestro, en pocas palabras, era todo un personaje. Se mantenía quemando su energía espiritual y comía por costumbre en saciar su hambre, él prefería gastar sus energías emborrachándose con vino del caro que Shikamaru le conseguía.

Sin importar los defectos de su maestro y los enigmas presentes, había calidez en este hogar. Desde pequeños detalles a consideración que le brindaban una sonrisa. A pesar de los años y que ya no viviera con su maestro, él recordaba los detalles y tenía todo a su alcance como cuando era niña, guardando hojas de su té favorito para prepararlo en sus visitas.

Terminaron después de un tiempo relativamente largo en que su maestro pidió otras cuatro porciones más de congee, con una mirada desafiante obligó a Shikamaru repetir las mismas porciones. Al final el pobre azabache parecía a punto de vomitar al empacharse y el pelirrojo con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Después de terminar de limpiar la cocina, se sentaron frente a frente en la mesa con las tazas humeantes de té. Shikamaru se excusó, mostrando una expresión enferma y marchó al exterior a regurgitar.

Su maestro despachó lo anterior y le prestó toda la atención.

—Entonces ¿Cuál es el asunto que te trajo de regreso tan temprano?

Sakura hizo una perceptible mueca. Sabía que le costaría un regaño lo que diría, pero en verdad necesitaba de su ayuda.

Procedió a relatarle los hechos importantes conforme a los detalles generales de su misión conforme a Flores Danzantes, el enfrentamiento con los fantasmas, su intervención con las espadas y la energía resentida afectándole. Se aseguró de dejarle en claro que Sasuke ayudó a clamar la energía con su interpretación de música y apaciguó la energía descontrolada hasta suprimirla.

Cuando terminó de tu relato, la expresión del hombre era un semblante serio y sereno, con la mano apoyada en su mejilla y los ojos desenfocados, absorto en un recuerdo lejano. Luego pidió su mano y ella obedeció accediendo que revisara sus canales espirituales al tocar las venas de su muñeca.

Al cabo de unos segundos, alejó la mano chasqueando la lengua y le dirigió una mirada de reproche. Por esa mirada la semidemonio anticipó por sólo unos segundos lo que vendría a continuación.

—¡Eres tan imprudente como siempre! La próxima vez evita esta clase de situaciones si es posible —gruñó y Sakura se encogió de hombros agachado la cabeza. Si había alguien, además de su abuelo y hermano, al que tuviera permitido regañarla era su maestro—. El daño a tu energía espiritual no es grande, pero tus grilletes tienen una fisura. No cantes victoria.

Esto último lo rezongó él al ver una sonrisa dibujarse en el rostro contrarios, ella rápidamente la deshizo. El semblante de Ryu se tornó pensativo sin dejar de mirar las manos de la joven.

—Dices que la energía resentida se volvió a encapsular...

—Sí. Con la interpretación de Lucidez y Limpieza.

—Uh, lo que normalmente harías en un par de días, él lo hizo en cuestión de horas ¿Dices que es un Cazador de demonios? —inquirió escondiendo las manos entre sus mangas.

A Sakura no le fue desapercibida el tinte de ironía en la voz de su maestro. Entendió el sentimiento porqué al principio lo sintió así. Se apresuró a confirmarlo asintiendo con la cabeza, Ryu lo pensó.

—Si interpretó con música esas dos piezas supongo que él pertenece al Clan Uchiha, lo cual tiene sentido —estimó como si fuera relativamente normal, indicando un hecho dado por sentado, algo que era de esperarse. Al ver que ella tenía dudas marcadas en su rostro, procedió a explicarse—. El utilizar melodías embutidas con energía espiritual era una práctica que se hacía hace siglos para tranquilizar energías malvadas. Es complicado obtener el equilibro perfecto para que el efecto sea duradero. Y el clan Uchiha transcendió en dichas técnicas. Ese Cazador debe ser un jugador capaz.

Sakura sonrió para sí. Ella también pensaba que Sasuke era muy capaz ¡mira que teniendo complicaciones con su energía espiritual se enfrentó a Naruto que es rango Salvaje!

Y, como ocurrencia tardía, añadió ociosamente:

—También puede interpretar Consulta.

Esto sí obtuvo una reacción más vistosa de su maestro. Cejas alzadas y una chispa de interés en su semblante con una inclinación de cabeza.

—Oh ¿Consulta? Son contadas las personas que pueden interpretar el lenguaje de los muertos mediante la melodía. Hoy en día es difícil encontrar Cazadores de antaño...

—Tengo entendido que en vida hay tres personas capaces, él está entre ellos.

—Y dices que es joven ¿veintitantos? —divago, y Sakura asintió—, debe ser un jugador habilidoso y excepcional.

Un deje de orgullo se instaló en el pecho de Sakura, que su maestro elogie a alguien era muy difícil de conseguir. Su maestro es el mejor espadachín e intérprete de música más habilidoso que jamás haya conocido, y habiendo hablado de Sasuke no hizo más que sentirse orgullosa más a nombre del Cazador.

Ryu la observó con ojos entrecerrados y sospechosos. Sakura enarcó una ceja interrogante como diciendo "¿tengo algo en la cara?" y su maestro respondiéndole "una expresión idiotizada".

—Es mi imaginación o ¿le tienes mucha estima a ese dichoso Cazador?

Inmediatamente Sakura comenzó a toser sin parar sabiendo a que se refería su maestro. Él entrecerró más los ojos y ella desvió la vista dándose golpecitos en el pecho tratando de manejar su sonrojo a toda costa.

—No tengo idea a que te refieres.

—A mí no me engañas —Ryu sospechó de su reacción y los ojos brillaron con un toque renuente—, ese Cazador ha llamado tu atención. Desde que tuviste edad para el enamoramiento jamás te agradó ninguna persona.

—No tuve tiempo ¿recuerdas? ¡Me tenías entrenando día y noche!

—Pero no lo digas así, cualquiera que te escuchara creerá que soy un maestro tirano. ¿Qué será de mi reputación?

—¡Suficiente, maestro! ¿Arreglará mis canales espirituales o no? —le interrumpió yendo a lo tajante. Le estresa la conversación que están teniendo referente a Sasuke y sus sentimientos que aún no ha querido definir del todo.

Inmediatamente Ryu refunfuñó apoyando un brazo en la mesa murmurando que la juventud de ahora era tan desagradecida. Un mechón de cabello largo se deslizó por su hombro y acomodó bruscamente a su espalda. Tamboreando los dedos sobre la mesa, le dedicó una mirada expectante. Sakura no flaqueó ante la intensidad.

—En mis tiempos se decía por favor y gracias.

—¿Y no lo he dicho antes?

Ryu mostró una actitud más seria.

—No tendrías que recurrir a mi si lo hubieras manejado como te enseñé. ¿Qué ocurrió con Yuki?

Sakura se estremeció. Yuki, el nombre fue consagrado a la dizi que su maestro le entregó en las manos y suponía que no se le permitía separarse del instrumento por nada del mundo. Ya sea que llueve o truene, que el cielo se caiga a pedazos o el mundo se desintegre, debía tenerla a su lado.

Aclaró con premura su garganta.

—Yo... no la tenía conmigo.

—Uhm —murmuró Ryu arrugando los labios—. ¿Se puede saber por qué?

—...

—Por favor, no me digas que lo olvidaste.

—¡En mi defensa, salí a prisas de la aldea y no tuve oportunidad de traerlo conmigo!

—¡Sabes muy bien que jamás debes separarte de tu flauta! —exclamó Ryu frotándose el rostro con ambas manos bastante exasperado. Sakura arrugó la frente y agachó la mirada un poco sentida, recibiendo el sermón de su vida—. La energía resentida que emana tu núcleo es bastante fuerte y los grilletes apenas pueden contenerlo. Y regresamos a nuestra regla de oro ¿Serías tan amable en recitarlo?

Sintiéndose como una niña pequeña, Sakura hizo un puchero y farfulló molesta:

—Si la energía resentida se descontrola debo suprimirlo con mi flauta que es un conducto para controlar las energías resentidas.

Ryu asintió fuertemente, y sacó un dedo de su puño apuntándola.

—Es tan sólo una regla ¿te es tan difícil traer contigo siempre la flauta?

—Maestro, ya te dije que sucedió.

El pelirrojo torció los labios y se levantó de su asiento yendo al mueble cerca de su cama improvisada. En la superficie reposaba una flauta de bambú negro con detalles gravados, en uno de los extremos colgaba una cuerda roja que sostenía una pieza círcular de jade y una borda roja. Emana cierta cantidad de energía resentida bastante controlada, como si fuera parte de sí.

Volvió a la mesa extendiendo la flauta al frente, mostrándosela a Sakura quién parpadeó varias veces a esa dirección.

—¿Para qué me muestras a Chenqing? Espera ¿por fin me la darás?

La flauta que sostenía su maestro perteneció una vez a su padre, al ser un demonio poderoso, sus habilidades eran excepcionales y sus armas espirituales de primera clase, entre ellas, la dizi de bambú negro con una historia interesante detrás. Nombrada Chenqing, la única pista que tiene respecto a su origen es que fue heredada y a su padre se le encomendó la misión de cuidar del instrumento.

Su maestro prometió darle la flauta cuando tuviera dominio de la energía resentida, la misma flauta Chenqing emanaba energía resentida y podría ser contraproducente tenerla consigo. Pero debido a la situación actual era poco probable este giro de acontecimientos.

De inmediato Ryu gruñó alejando la flauta.

—No sueñes tan alto aún. Es para que recuerdes, así como yo, siempre tengo a la mano esta flauta —explicó dando unos golpecitos a su hombro—. De acuerdo. Repararé tus grilletes antes de la rutina. Espero que esta situación no se repita, debes traer tu flauta en todo momento ¿entendido? —mandó con voz firme y sin oportunidad de replicar.

No viendo otra opción más que obedecer, Sakura sintió pesadamente, sintiéndose más reprendida por las palabras su maestro. A medida que fue creciendo recibía menos regaños, pero cuando él opta por su papel estricto podría ser duro al respecto.

Luego escuchó un suspiro profundo provenir de arriba y una mano cálida se posó en su cabeza dándole palmaditas suaves.

—Sabes que hago esto por tu bien. Tu energía resentida es muy pesada y debemos tomar ciertas medidas para evitar que te domen a ti antes de que tú puedas domarlas a ellas.

El rostro de Sakura se crispó un momento en consternación. Recordar uno de sus posibles futuros siempre le traía un sabor amargo a su boca, la presión a que debía controlar pronto las energías resentidas para evitar ser consumidas por estas la perseguían sin parar.

Recordar que ella también estaba regida por esta enorme expectativa traía en sí una gran perforación en sus esfuerzos. Hasta ahora lo único que ha conseguido con certeza es encapsular la energía resentida mientras tuviera conciencia de sí misma. Pero la última vez fue víctima a la exposición de la energía resentida de Naruto que absorbieron las espadas, un desliz que le costó sembrar sospechas en Sasuke.

Ya avanzó este camino estrecho la mitad de su vida, quería ver pronto la luz al final.

Elevó la vista y se encontró con los ojos verdes de Ryu, contemplándolos un momento tan largo buscando el consuelo que siempre le brinda cuando conversan sobre su situación. Lo halló de inmediato, sin necesidad de rebuscar.

—Lo sé.

—Tu padre... de haber sido posible no te hubiera heredado su poder, pero es inevitable debido a la sangre. No te angusties más, por eso estoy aquí. Él me encomendó cuidarte y es una promesa no pretendo incumplir. —Ryu alejó la mano y contempló su rostro con un extraño brillo de arrepentimiento y anhelo en sus ojos verdes. Antes de que Sakura pudiera hablar, él apartó la mirada y encaminó hacia la puerta—. Vayamos a restaurar tus grilletes.

Sakura se levantó de un salto y lo siguió obedientemente sabiendo que, en el fondo, había más historia detrás de la primera oración que estaba ansiosa por descubrir.

Principalmente para colocar los grilletes malditos en los semidemonios es el instante en que nacen, el ritual es llevado a cabo por un monje o sacerdote cuyo poder espiritual sea alto, y siendo la única vez que colocarían los grilletes se tardaban un día entero en el ritual.

En su caso, ya sea desafortunado o no, al nacer su padre colocó personalmente los grilletes de su cuello y tobillos (y no, su padre no fue un sacerdote). Sólo después de un año en que su maestro la encontró los grilletes manditos fueron agrietados, ¡pero la fortuna le sonrío! Antes de morir, su padre le transmitió a su maestro la manera correcta de colocar grilletes malditos especialmente para ella.

(Con esto señalaba si era una bendición o una maldición).

Y así, en lugar de un día de tan tedioso proceso su maestro lo hacía en la mitad del tiempo. Sakura lo agradeció en verdad, no es muy afán de quedarse quieta en el mismo lugar por horas a menos que sea educativo. Si tuviera que sentarse un día entero en la misma postura dejando que sus piernas y trasero se acalambrara preferiría saltar de un precipicio.

Así que cuando terminaron el ritual el cielo ya estaba oscuro y las estrellas salpicaban la inmensidad, pareciera que le guiñaban con insistencia. La luna en lo alto le dio la bienvenida y el aire refrescó su rostro empapado de sudor. A tientas se desató el cabello comenzando a trenzarlo.

En dónde se lleva a cabo el ritual es uno de los templos apartados del centro. Un lugar dallado de piedras que contaban una historia que es desconocida para ella, el idioma era extranjero. Tampoco tuvo tiempo ni ánimos para descifrarlo, el templo también fungía como estudio de su maestro, y por experiencia propia le consta que cuando él se encierra a experimentar es mejor estar lo más lejos posible a menos que quisiera ser víctima de las explosiones causadas por los talismanes en creación.

Sí, es una vida emocionante.

Estiró todo el cuerpo y su estómago rugió.

—Hasta aquí escuché tu estómago —dijo Ryu viniendo detrás deslizando la flauta en la faja, y desató la coleta alta de caballo que se amarró al iniciar el ritual—. Vayamos a cenar, le dije a Shikamaru que se encargara de cocinar mientras terminábamos.

Definitivamente una vida llena de emociones.

Observando la espalda alta de su maestro caminando frente suyo, contemplando el largo cabello rojo ardiente y su estatura alta, emanando una ligera capa de energía resentida, por todos lados su aspecto gritaba un peligro andante. Se preguntó qué clase de persona acogía bajo su ala a una semidemonio harapienta.

Desde el primer instante consideró que dicha persona es una criatura igual o peor procedencia, apenas tres años atrás llegó a la conclusión que es la última opción. Pero sinceramente no le importa, este hombre la rescató de las calles y le dio un hogar. Si él no aparecía en el momento justo hacía mucho hubiera acabado muerta en una zanja después de ser convertida en esclava, abusada sexualmente y desechada cual juguete roto.

Le debía parte de su vida. A pesar de que él insistió en que cumplía la promesa que le hizo su padre de protegerla y guiarla para controlar su poder, Sakura estaba segura de que su lazo maestro-discípula no era superficial, existía ese cariño y amor filial sin necesidad de compartir sangre (¿cierto?).

Mientras su abuelo Hiruzen le ayudó a vivir, su maestro Ryu le dio las armas para sobrevivir en el mundo que era cruel con los semidemonios.

Los humanos le temían a lo desconocido. Atrapados en su miedo y en su desesperación cometían actos erróneos con el fin de procurar su seguridad, en el proceso dañan sin miramientos a más personas. Pero nada de ello importaba siempre si cuando uno conservara la vida.

Este pensamiento egoísta de los humanos y el trato a su propia especie fue una razón más para evitar acercarse a ellos y entablar relaciones, sin embargo, la gran ironía de su vida era que terminó atraída por un humano, precisamente un Cazador de demonios.

—No todos los humanos poseen un corazón negro —le dijo una vez su maestro—. Así como hay maldad en la bondad, hay bondad en la maldad. No todo es completamente negro ni completamente blanco. Lo único que podemos definir con certeza es que cada quién se inclina a su propio lado de la balanza y vive conforme a sus ideales, ya sea correcto o no para los demás.

Una vez Ryu le dijo que no debía odiar a todos los humanos, habría algunos que poseían un corazón bueno y bondadoso a con los de su especie. No lo creyó hasta que se topó con Sasuke. Tendría que darle la razón a su maestro algún día.

Salió de sus cavilaciones al llegar a la cabaña Shikamaru tenía la cena. En sus años de infancia Shikamaru tuvo que practicar sus artes culinarias a favor de que su maestro no la intoxicara con la excusa lamentable de comida que preparaba.

A esto Ryu renegó, con palabras enigmáticas en ese entonces, que hacía siglos que había perdido la práctica de cocinar para otros. Cuando lo escuchó pensó que exageraba en sus expresiones, pero por el semblante resignado de Shikamaru y unos años más de comprensión, Sakura creía posible todo.

Entre la charla amena sobre las últimas noticias en la aldea semidemonio, Sakura se sentó junto en medio de los dos hombres a degustar un platillo que se cenaba cada vez que venía de visita: pescado. Los pescados provenían del río situado a quince minutos caminando al centro, el agua sin residuos maliciosos y cristalina.

Observó fijamente el pescado asado, rememorando viejas memorias que se esforzaba a no traer de vuelta, pero en ocasiones era inevitable.

«—Mamá, ¿qué cenaremos hoy? —En esas veces en que veía a su amada madre con los pescados en mano de vuelta del río y una sonrisa brillante en el rostro, sabía para quién era dicha comida.

—Hoy cenaremos pescado ¿recuerdas de quién es comida favorita?

—¡De papá! ¡Entonces papá vendrá a vernos!»

Memorias viejas que cada ocasión las sentía frescas.

Así como sospechas viejas que se reforzaban en cada visita.

Dando el primer bocado puso en marcha sus cuestiones.

—Maestro, siempre que vengo de visita comemos pescado ¿he de asumir que olvidaste que el tazón de cerdo es mi favorito?

El pelirrojo enarcó una ceja ante su repentina pregunta, a medio bocado tragó grueso para hablar correctamente: —Este maestro no tiene tan mala memoria, por supuesto que lo sé.

—Entonces ¿por qué cenamos pescado? ¿Acaso es el platillo fuerte de Shikamaru? —cuestionó inocentemente.

Shikamaru entrecerró los ojos, concentrado en su ración y no comentó nada al respecto a pesar de la mirada fija de Ryu en una implícita orden a que le ayudase a salir de la situación, y fue olímpicamente ignorado. Al final, el pelirrojo devolvió los ojos a ella y torció los labios.

—... Es mi comida favorita ¿de acuerdo? —confesó retomando los palillos—. Sé que dedujiste que no como nada cuando no estás aquí, no lo negaré. Pero en ocasiones comer solo es bastante deprimente.

—Pero Shikamaru está contigo.

—¿Él? ¡La mayor parte del tiempo está durmiendo! —señaló acusador.

—En mi defensa, soy un fantasma, no necesito comer como usted —replicó Shikamaru bastante sereno a las acusaciones—. Y dormir es menos tedioso que cocinar.

Ryu le dedicó una mirada diciéndole "¿Ves esto? ¡No se puede contar con él!". Sakura suspiró audiblemente.

—No quedará otra opción, me quede aquí por más tiempo y me aseguraré de cocinar para ti.

—De ninguna manera, no te ataré a mí para hacerme compañía —sentenció Ryu bastante serio—. Afuera tienes a tus hermanos y abuelo, ellos son tu familia. Tu piedra filial está primero.

Sakura notó que los ojos de su maestro se desviaron rápidamente a su ración de pescado, ahogando ciertas emociones y continuó devorando la cena, sumiéndose en su propio autodesprecio. Ella le disgusta cuando él se hace de menos al afecto que le tiene.

—Pero tú también eres mi familia, maestro.

Por la manera en que Ryu tensó los hombros y ensanchó ligeramente los ojos, no esperaba una contestación así. Le brindó una mirada consternada a ella, quién se mantuvo serena y firme respecto a sus afirmaciones y lo que vendría a continuación.

—Y cómo te considero mi familia, quisiera saber cuál es tu nombre completo.

Si acaso existía una manera de que el cuerpo de una persona estuviera mucho más tenso, los hombros de su maestro superarían las expectativas de este récord, imitó perfectamente a una estatua viviente. Junto a las pupilas siendo un par de rendijas negras, parecidas al iris de un dragón que es acorralado de forma inesperada.

—Ya te he dicho que mi nombre es Toru.

Lo descarado que su maestro mentía sin duda superaba la suya.

—¿Seguirás mintiéndome? Sé que "Toru" no es tu verdadero nombre, además Shikamaru te llama Ryu por una razón.

De inmediato el pelirrojo se fijó en Shimakaru quién ocultó su rostro detrás del cuenco, devorando el arroz como si no hubiese un mañana. Después Ryu regresó su atención a Sakura.

—Me dicen así por mis ojos de dragón, un apodo sin importancia. No lo pienses mucho y termina de comer.

Eso lo dijo Ryu con bastante desinterés e irrelevancia, pero lo que en realidad escuchó Sakura fue: No hagas más preguntas, no seguiré hablando.

Cuando llegan a este punto, Sakura se sentía mucho más frustrada. No era estúpida de ninguna forma, y sus sospechas tomaban fundamentos con cada visita en los últimos tres años. Se juró a sí misma llegar al fondo del asunto y descubrir porque su maestro jamás le ha dicho su verdadero nombre, y estaba empeñado en ocultárselo.

Y si sus sospechas resultan ser ciertas, lidiar con lo que se avecina será un caos para su mente.

En el presente únicamente se centra en dejar en paz a su maestro y terminar la cena en un ambiente acogedor pero lleno de enigmas. 

¡La aparición tan esperada de latinoamerica! RYU *llora dramaticamente*

Sólo recordemos como se ve en esta historia, recuerden que tiene los ojos verdes: 

Quienes leyeron ESDS ya saben como va el asunto, quienes no, no se preocupen ¡cuando lo descubran será más emocionante! 

Tienen ahora alguna teoría, insertenlas aquí. 

Aclarando unos puntos del capítulo: sí, el maestro de Sakura es el mismo Toru que Sasuke estaba buscando y Juugo conversó. Y sí, como se aclaro, posiblemente sea un nombre falso. Shikamaru es un fantasma materializado como Naruto, sin embargo aún desconocemos su clasificación. 

Espero que aquí se hayan respondido algunas de sus preguntas. 

Les dejo nuevamente la imagen de las flauta, Chenqing, que traía Ryu: 

¡Espero que este capítulo haya sido de su agrado! Personalmente me gusta mucho esta interacción maestro-discipula. ¡Las preguntas serán contestadas pronto! 

En fin ¡feliz navidad atrasado! 

Nos leemos pronto,

Alela-chan fuera!

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