/2/ Si yo no me salvo a mí misma ¿quién más lo hará?
De pequeño Sasuke veía a sus mayores utilizar su energía espiritual canalizándola en su espada para hacerla flotar. En su inocente mente imaginó que sería audaz si se pudiera volar sobre ellas «como magia» había dicho a su hermano, entonces Itachi lo sorprendió sacando una espada y saltó en ella ¡volando sobre la espada! Después de todo, lo absurdo se volvió posible ¿quién hubiese imaginado unos siglos antes descubrieron cómo moldear la energía espiritual y lograr tal avance?
Es absurdo intentar lo inconcebible.
Como conseguir el antídoto para una semidemonio.
Era justamente lo que pensó cuando sus pies tocaron tierra tras apretar el vuelo sobre su espada, aterrizando en la entrada del pueblo que dejó en la mañana. Los aldeanos transitaban con mejor ánimo y las palabras volaban de aquí para allá. Rápidamente fue reconocido por algunos que se acercaron a atropellarlo de preguntas y agradeció infinitamente el golpe de suerte. Así acotaría tiempo.
—¿Qué lo trae de regreso joven maestro?
—¿¡Acaso hay otro demonio acechando en los alrededores!? —cuestionaron logrando que sus voces llegaran a oídos del resto y comenzaran a murmurar entre sí.
—No, la zona está libre de demonios —aclaró de inmediato sin dejar que la pregunta tomara fuerza, lo menos que deseaba era que lo retuvieran por banalidades—. Estoy aquí por otra razón, busco a la persona que atendió a los heridos por el veneno del demonio que deterioro sus campos de cultivos.
—¡Ah! ¿Se refiere al curandero Hiruzen? —Una de las tenderas callejeras habló desde su puesto de chucherías. Procedió a responder su pregunta no formulada—. Él fue quien creó el antídoto del veneno y salvó muchas vidas, ¡es una fortuna que haya llegado una semana antes de que ocurriera el desastre!
Si era tan bueno como decían Sakura tenía una oportunidad de salvarse.
—¿Pueden indicarme dónde se encuentra? Necesito un poco de su antídoto. —Apenas Sasuke terminó la frase, varios aldeanos se agazaparon a su alrededor con expresiones preocupadas, y labraron entre sí, mandándose ordenes sin parar.
—¡Oh no! ¿Fue envenado por ayudarnos?
—¡Rápido, busquen al curandero!
—Joven maestro, no se mueva o el veneno actuará más rápido.
A pesar de que se encontró agradecido de su preocupación, mostró sus manos enguantadas al frente y se separó un poco, al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
—No es para mí...
—Entonces ¿para quién es?
Por un momento Sasuke abrió su boca para decirlo, pero inmediatamente la cerró. Si la palabra "semidemonio" salía de sus labios los aldeanos se negarían a darle el antídoto; si lo que decía Sakura es cierto, alguien de esta aldea la hirió con un látigo sabiendo de las consecuencias al exponer una herida cerca del veneno.
Tardó un segundo en contestar, simplemente dijo que no había tiempo de dar explicaciones ya que la vida de dicha persona decaía a cada segundo. A su alrededor los aldeanos se miraron entre sí y parecían dispuestos a dejarlo pasar, pero entonces se topó con un rostro familiar: el hombre del buey con el que se cruzó en el sendero.
No tuvo tiempo para un idear un plan, todo se salió de control apenas el hombre dio un paso al frente.
—Con que tú eres el cazador que ayudó al pueblo, veo que saliste ileso del bosque —intrigó con una ceja alzada.
Pero Sasuke no se dejó intimidar por sus palabras y respondió solemne:
—No me topé con ningún peligro. —Fue sincero, porque en verdad ¿Qué daño haría Sakura en un estado tan vulnerable?
—¿Acaso no es el bosque dónde asaltan los semidemonios?
El azabache ladeó la cabeza a dónde provino esa voz, una de las tantas mujeres que se habían acercado ya cuchicheaba con las otras. Entre asentimientos y susurros que más bien tenían la intención de hacerse escuchar y así sembrar dudas.
Desde que se pronunció dicha frase supo que todo iría en picada.
—¡Es ese bosque!
—Oigan, ¿no fue allí por dónde huyó esa semidemonio en la mañana?
Sasuke terminó girándose completamente a las mujeres ignorantes de su intensa mirada.
—¡Sí, huyó por allá después de recibir un castigo del jefe a cargo!
Los nudillos de sus manos se tornaron blancos debido a que apretaba con fuerza sus dedos, reteniendo el impulso de dar la media vuelta e ir tras ese "jefe" el cual conoció precisamente horas atrás, aquella sonrisa humilde fue falsa, desde el primer momento supo que era más cortesía que cualquier otra cosa; como si instantes antes no hubiese maltratado a una persona obligándola a huir del dolor y encontrando refugio en los alrededores dónde el veneno aún estaba presente, así orillándola a su propia muerte.
La sensación en sus brazos fue intensa. Los cuchicheos de las mujeres aumentaron de volumen y todos lo escucharon, ahora se miraban entre sí, rostros amables transformándose en incredulidad y recelo. Incluso las mismas personas que se preocuparon por él en un principio ahora se mostraron incómodas.
—Joven maestro... el antídoto no será para esa semidemonio, ¿verdad?
A este punto Sasuke prefirió no contestar, simplemente los miró dando una afirmación muda.
Estalló el caos. Las sonrisas amables se torcieron en gestos de inconformidad y desagrado.
—¡No podemos permitir tal injusticia!
—¡¿Por qué ayuda a una vil escoria!? ¡Ella es parte de los bandidos que roban a nuestros proveedores!
—Esa vil rata seguirá atacando las carretas de los comerciantes —intervino el hombre de la carreta sumamente serio, por detrás varios asentimientos le secundaron—. Es mejor que la dejes morir, así nos haces un favor.
Esas últimas fue la gota que derramó el vaso de paciencia para Sasuke. Dio un paso al frente con elegancia y se encorvó más.
—Dices que es mejor dejarla morir para sentirte pleno —espetó hablando informalmente, y su voz carecía de toda serenidad que mostró antes. Casi todos los aldeanos asintieron de inmediato—. Entonces estamos de acuerdo que estás cometiendo un asesinato.
Los ojos de los hombres casi se salieron de sus cuencas.
—¡¿Qué!?
Y la expresión de Sasuke se tornó fría.
—El dejar morir a una persona sabiendo que puedes salvarla es cometer un asesinato.
—¿Qué tonterías dice este muchacho? —exclamaron varias voces descontentas—. Solamente queremos librarnos de la inmundicia y maldiciones, ¿qué está mal con eso?
—Decidir sobre la vida de alguien sin haber investigado debidamente si pertenece al mismo grupo que asaltan a los comerciantes.
—¡Los semidemonios no son-!
—Son persona como tú y yo. —Casi los fulmina con la mirada si no fuera porque recordó que no debía enemistarse con los civiles, a pesar de todo lo que dijeran, debía mantener la calma y serenarse.
Hizo un enorme sobreesfuerzo. A decir verdad, una punzada de irritación se instaló en su pecho y la desconformidad dislocó su mente. ¿Cómo podían estas personas dar la espalda a una persona que estaba muriendo y no compadecerse?
La comprensión llegó a él cuando de nuevo barrió a todos con la mirada y notó en sus rostros signos de desprecio. No cambiarían de opinión.
Todos ellos no ven a los semidemonios como humanos, sino, algo peor que animales inmundos.
—¿Qué está sucediendo aquí? —La pesada voz de un anciano rompió la inminente tensión.
—¡Maestro Hiruzen!
La multitud abrió le abrió paso al curandero, la apariencia de este hombre no era tan mayor como Sasuke imaginó. Se erguía recto en su estatura y su cabello largo lo traía amarrado en una coleta baja. Ojos negros severos se clavaron en él apenas estuvo en su rango de escucha, y detrás los aldeanos se agazapaban incitándole a que le hiciera dimitir.
—Por favor, maestro Hiruzen, convenza a este Cazador de dimitir ¡quiere salvar a una semidemonio! —gritó horrorizada una de las tantas mujeres.
Hiruzen enarco una ceja girando su cabeza topándose con Sasuke.
—Joven maestro, ¿es cierto que vino en busca del antídoto para una semidemonio?
—Lo es —rechistó de inmediato. El curandero entrecerró los ojos, Sasuke suspiró internamente.
Este hombre era el único medio de salvación para Sakura. Si apelar a su lado humanitario no funcionaría, lo haría por la codicia.
—Bien, hagamos negocios —dijo sosegado sacando de su manga una bolsa tintineante, mucho supieron inmediatamente qué contenía la bolsita de cuero—. ¿Le parece veinte monedas de oro por su antídoto?
—¿¡Veinte monedas de oro!?
Los ojos de muchos se agrandaron, y otros susurraron entre sí, la codicia volando de un lado a otro fue tan vistoso para Sasuke a pesar de que las emociones humanas no eran tangibles, para él fue suficiente el contemplar las expresiones de las personas en su medio frenesí.
Pero el curandero no se perturbó, siguió impasible.
—¿Le parece poco? ¿Qué tal otras veinte monedas? —Sacó otra bolsita y de inmediato la exaltación del grupo se hizo presente.
A pesar de tanto alboroto, Hiruzen no perdió la compostura y mantuvo los ojos puestos en el joven cazador que por fuera parecía estar negociando tranquilamente, pero sus ojos no mentían. Debajo de toda esa frialdad se atisbaba la desesperación.
—Estás ofreciendo mucho sólo por un frasco —intervino Hiruzen, las voces apenas bajaron de intensidad, muchos le decían que aceptara las monedas y le diera el antídoto—. ¿Por qué derrochar por nada?
—Como curandero, ¿la vida de una persona le parece tan insignificante? —cuestionó el joven Cazador lanzándole las dos bolsitas cual el anciano atrapó al aire—. Para mí no. Y si tengo que dar todas mis monedas por ese frasco, lo daré sin dudarlo.
Por un instante el silencio reinó en el ambiente. Mirándose fijamente, Sasuke esperando con impaciencia el frasco y el curandero que lo examinaba disimuladamente.
Justo cuando iba a insistir, el anciano esbozó una pequeña sonrisa.
—Concuerdo contigo, joven maestro. —Y lanzó de vuelta las monedas dejando a más de uno estupefacto, incluyendo al mismo azabache.
—¡E-Espere maestro, ¿qué hace?!
La muchedumbre comenzó a entrar en desesperación al ver los acontecimientos, desde que Hiruzen lanzó las monedas de regreso hasta el momento en que se acercaba al joven sacando el antídoto del interior de su bolsita que colgaba en su cintura.
—Soy un curandero, no negociaré con la vida —respondió sin más dándole el frasco a Sasuke.
—Hiruzen, ¡piensa en lo que haces! ¡Salvarás la vida de una asesina!
—Esa chica solamente vino a este pueblo a comprar alimento y a cambio recibió una paliza del jefe a cargo; la hirió sabiendo que el veneno la mataría ¿Quién es el asesino aquí? —rechistó sin inmutarse.
—Pero es una semidemonio, despacharla del pueblo era lo correcto ¡De ninguna forma el jefe permitiría que una maldición callera sobre el pueblo!
A este punto, el azabache estaba frustrado e irritado de escuchar lo mismo "porqué es una semidemonio". ¿Es que acaso la gente ingenua creía en ello? Sí, pensó de inmediato al ver el enojo en aumento, definitivamente lo creen.
Pero no tenía tiempo ni ánimos en lidiar con toda esa gente. Apenas le dedico una reverencia en despedida y comenzó a caminar en dirección al bosque, la vida de Sakura estaba en juego y no desperdiciaría más tiempo ya teniendo el antídoto en su poder. El sol ya había descendido lo suficiente para que pronto culminara el atardecer. Debía darse prisa.
—¡Se lleva el antídoto, deténganlo!
La advertencia a sus espaldas lo alertó. Inmediatamente se dio la vuelta y retrocedió hábilmente unos metros poniéndose a la defensiva. Su intención no era herir a los aldeanos que ayudó con anterioridad a pesar de no recibir correctamente dicho agradecimiento —si acaso fuera por la vida cobrando a cada persona que ayudó, en serio, quizás moriría esperando— no reclamaría en absoluto. Después de todo las personas eran volátiles.
No tuvo que mover ni un solo dedo, Hiruzen se interpuso entre los aldeanos y él sin dudarlo.
—Este joven maestro desperdicio su energía y tiempo salvando a personas malagradecidas como ustedes. —Varios aldeanos hicieron sonidos indignados ante las palabras del anciano, quién continuó sin pudor—. Es una lástima que no sean empáticos a su desesperación.
—No fuera problema si intentara ayudar a otra persona, pero ¿una semidemonio? Es criatura que destila desgracia a cada paso, ¡seguramente una maldición caerá sobre el pueblo si sobrevive!
Hiruzen suspiró audiblemente, externando lo que Sasuke pensó sin atreverse a decirlo.
—La ignorancia los llevará a la perdición. —Y tras pronunciar esas palabras giró completamente a Sasuke, no dudando en acercarse.
—¡Espere, maestro ¿a dónde va!?
—No me quedaré en un pueblo dónde maltratan a una persona inocente, es inaceptable para mí —expresó contenido, y el azabache lo siguió observando fijamente aun cuando lo tuvo frente a él diciendo: — ¿Puedes guiarme a Sakura? Me preocupa su salud.
El nombre de la china labios de Hiruzen fue una sorpresa para el Sasuke.
—¿Conoce a la señorita Sakura? —cuestionó sorprendido.
Hiruzen le sonrió un poco.
—Lo suficiente para no creer en los rumores.
—¡Hiruzen, detente ahí! —Los aldeanos se acercaban a ellos a prisas.
El aludido suspiró audiblemente.
—Vayamos rápido antes de que me retengan por la fuerza.
El anciano volvió a su temple serio y caminó a trote pasando del joven que seguía impactado por la osadía y valentía del curandero al abandonar un lugar estable por defender el honor de una persona que cargaba la etiqueta de culpable —lo cual él tampoco creía—. Agitó la cabeza centrándose en su misión y alzó la vista al cielo observando los matices naranjas, estaba pronto el atardecer.
Se acercó sin esfuerzo al anciano viendo de reojo a los aldeanos correr a ellos. Entonces desenvainó su espada y se detuvo un breve momento.
—Iremos volando en mi espada, el tiempo apremia.
El soñar era uno de los momentos más placenteros de su día. Y a pesar de que en esta ocasión era más un delirio que un sueño, se sumergió en una emoción pasajera que calmaba su intenso miedo a morir.
Supo que el veneno la estaba afectando en el instante que cerró los ojos y al abrirlos vio a una mujer de largos cabellos rosados paseándose por la cabaña, seguida de una niña que se pegaba a lapa a las faltas de su kimono. Tal como una cinta de sus memorias antiguas, de las que soñaba cuando estaba muy desesperada en tratar de encontrar familiaridad en su triste existencia.
De esas veces en que creía sentir el tacto ligero de las manos amorosas de su madre que limpiaban su rostro con las mangas de su kimono mientras reían. Su aroma a bosque, de la hierba en plena mañana en el rocío, las suaves manos dándole toques en la frente y su nariz respingada, riéndose juntas.
Mayormente eran secuencias sin palabras, pero en ocasiones lograba alcanzar a escuchar su voz. Como en esta ocasión en que enfocaba entre ratos y veía la silueta de su madre agachada en su versión de niña, quién reía alegre sin saber el sufrimiento que vendría a futuro, una inocencia que le dolía ver.
—¡Mamá, logré pescar cinco peces! —La niña mostraba su gran hazaña con tanto orgullo.
—¡Oh, mi niña es muy ágil y capaz! —Y su amada madre siempre le felicitaba y elogiaba por sus logros, estando a su altura le daba un golpecito en la frente—. ¿Qué tal si hoy cenamos estofado de pescado?
—¿Estofado de pescado...? —La niña se mantuvo pensativa, y casi agrandó los ojos cuando llegó a una conclusión—. Mamá sólo hace estofado de pescado cuando viene papá...
La sonrisa de su madre no tuvo precio y la niña brincó de alegría.
Una alegría que la Sakura real quisiera conservar intacta, la certeza de saber que sus padres se encuentran a salvo dónde sea que estuviese. Pero lamentablemente, aquel sentimiento se había esfumado horas atrás de la forma más abrupta y cruel.
La ilusión de su madre se esfumó cuando sus oídos captaron pisadas a través de su delirio. Una bota atravesó la figura de su madre; alzó la vista cayendo de su propia incredulidad a que en verdad el Cazador haya llegado a tiempo.
Pero no fue así.
Quién estaba frente a la puerta no era Sasuke, y, además de la silueta, otras dos se ceñían a sus lados.
Sus sentidos de alerta se dispararon en ese instante.
—¿Oh? ¿Qué tenemos aquí?
Adentrándose con tanta familiaridad, un hombre se detuvo en medio de la estancia y fijó sus ojos marrones en Sakura, quién inmediatamente se tensó y ladeó la cabeza intentando no revelar su fragilidad, lo cual era inútil, estando apoyada por completo en la yegua evidenciaba que no se encontraba en su mejor momento, tampoco contribuía su cara pálida y sudorosa.
—Hay una chica herida, pero no creo que nos dé muchos problemas. —La mujer que venía con el dúo se asomó, su largo cabello azabache se agitó y una sonrisa centelló en su rostro, cual se iluminó al ver al pecho de la yegua dónde reposaba el collar que le identificaba como animal espiritual—. ¡Hermano, mira! ¡Es un caballo espiritual!
—Es una ganga que lo hayamos encontrado en medio de este bosque, ¿cuánto crees que nos den por el animal?
Que sinvergüenza, planean robar todo lo que hay aquí. Sakura entrecerró los ojos ante ese pensamiento. Los escaneó inmediatamente notando sus ropas de buena calidad, pulcras y botas gruesas manchadas de polvo en la suela; después de enfocar su vista lo que llamó más su atención era que alrededor de sus cuellos poseían vendas iguales a las de ella.
Ató los cabos en su mente, entrecerrando sus ojos. Así que ellos son los semidemonios que atacan a los comerciantes, pensó sin emoción. No los conocía, ni sabía de dónde eran, pero lo que sí, estaban manchando más la reputación de su especie atacando a los humanos. Empeorando más una tela rota y sucia sin importarles nada.
—Nos darán más que esta chica, sin duda. —El segundo hombre se adelantó unos pasos, no apartó la vista de Sakura ningún momento examinándola de pies a cabeza. Sakura sabía que era inútil hacer un movimiento que ocultara las vendas alrededor de sus tobillos y cuello—. ¿Uh? ¿Acaso esas vendas son los que creo que son?
—Es una semidemonio —dijo la mujer cuya sonrisa se ensanchó, y los ojos verdes contrarios se entrecerraron, casi en una advertencia a que no se acercara, una advertencia que ignoró deliberadamente y fue acercándose a pasos ligeros—. Dudo mucho que casualmente tengas unas heridas en esos lugares.
—¿Y qué si lo soy? ¿Tienes algún problema?
La pelirrosa jamás se había avergonzado de su origen. Algunas veces quizás tuvo envidia de los humanos que eran el común denominador en la sociedad por el simple anhelo de no ser menospreciada y ser tratada sin prejuicios; en otras ocasiones maldijo su lado demoniaco ante las limitaciones, pero tenía que aprender a vivir con ello y aceptar lo que le tocó; o de lo contrario se volvería loca intentando hallar respuestas dónde no las había.
—¡Es aún mejor, si te vendemos como esclava dejarás muchas ganancias! —exclamó la mujer.
—Los semidemonios dejamos de ser esclavos hace treinta años —alegó Sakura indignada de tan descarada presunción.
—¿Acaso crees que una estúpida ley nos detendrá? —expresó altanera.
Nada en este mundo los detendría, pensó Haruno resignada e irritada al mismo tiempo. Otra parte de ella comprendió la emoción al sentirse tan inútil y no lograr hacerlos retroceder. Pero si me entregan directamente a los aldeanos también se verán afectados, aunque oculten las vendas detrás de prendas se verá muy sospechoso.
Se enderezó lo más rápido que pudo, mordiéndose el labio inferior tratando de contener sus propios espasmos; el trío no parecía especialmente preocupado a que se moviera, incluso se rieron y esperaron en burla a que se incorporara bien, no mostraron ninguna pizca de cautela. La estaban subestimando por completo y aquello aumentaba la furia en el interior de la semidemonio.
—Estás demente si piensas que dejaré que me captures —dijo en voz baja al enderezar su espalda.
—Hablas demasiado, pequeña bastarda —se rio el hombre de ojos negros acercándose a ella—, si quiero en este momento puedo amarrarte y llevarte a la aldea. ¿Sabes que están desesperados por atrapar a los "semidemonios" que atacan a los comerciantes? Sin duda nos darán una buena recompensa...
Justo cuando dio otro paso a su dirección, Nana relinchó con todas sus fuerzas y se alzó sobre sus dos patas traseras en advertencia. Sakura la miró de reojo esperando el momento en que lanzara alguna concentración de poder espiritual, los animales espirituales tenían poderes dotados contra los demonios o espíritus. Tal vez también la ataque a ella, pero aceptaría ese precio si lograba ahuyentar a los bandidos.
—¡Hermano, ten cuidado con el caballo, nos atacará! —gritó asustada la mujer.
El aludido retrocedió, pero no borró su sonrisa. Aquello captó la atención de Sakura y se preguntó si acaso le parecía gracioso el estar a punto de ser atacado por un animal cuyo poder lo desintegraría al tacto.
—No te preocupes, los animales espirituales tienen prohibido lastimarnos, no pasará nada.
Con esas palabras los pensamientos de Sakura se enfriaron y su rostro se neutralizó.
Todo el mundo conocía las restricciones que poseían estos peculiares animales dadas por los mismos Cielos que consistían en "no atacar a su propio amo" y "nunca lastimar a los humanos con su propio poder espiritual". La primera restricción quedó descartada de inmediato, lo que en automático los dejaba en la segunda categoría.
Estos bandidos en realidad eran humanos haciéndose pasar por semidemonios. La ira bulló en lo profundo de su ser. ¡Los mismos humanos desprestigian a los de su especie!
—¡Date prisa, saca al caballo o causará alboroto!
Mientras intercambiaban palabras, Sakura fue tomando aire por la boca y estabilizando su cuerpo. Si se movía sin cuidado el veneno en su cuerpo avanzaría, a este punto el miedo atrapó su mente momentáneamente hasta calmar sus pensamientos. ¿Acaso temía morir? Se rio en sus adentros, si no se defendía esos tipos la entregarían con las personas del pueblo que la matarían tras torturarla. Prefería tener una muerte lenta a causa del veneno que ser destazada por ignorantes despiadados que preferían creer en rumores y leyendas sin sentido creadas por su propia especie antes que la persona en cuestión.
Su ingenuidad crea una crueldad incuestionable, convirtiéndolos en los seres más egoístas que había conocido, tanto los que tenía frente a ella como los que están en el pueblo, ansiando la sangre de un "semidemonio" creyendo que así acabarían sus desgracias.
Suspiró cansada, preparándose para luchar.
—¿Uh? ¿Acaso planeas pelear? —preguntó divertido el hombre al darse cuenta de las intenciones de sus intenciones.
Sakura metió su mano dentro de la manga contraria y dijo seria:
—Si yo no me salvo a mí misma ¿quién más lo hará?
Y tras pronunciar esas palabras estiró su brazo, con ellos sus gráciles dedos lanzaron un objeto que acertó en el ojo derecho del hombre quién gritó mientras se tambaleaba hacia atrás y llevaba sus manos al rostro, manchándose de sangre.
—¡AAAAAAAAAAAH! ¡MI OJO! ¡DUELE, DUELE!
Justamente en la cueca de dicho ojo había incrustada una larga aguja, misma que la semidemonio lanzó con precisión dando en el blanco.
—¡Hermano! —La mujer corrió hasta el bandido atrapándolo en brazos, sus manos temblaron al tocar su rostro. Al ver tanta sangre y restos de carne, se giró horrorizada a la pelirrosa gritándole— ¡Le ha destripado el ojo!
El segundo hombre había soltado las riendas de Nana y tras escuchar la declaración de su hermana, su postura se volvió más hostil mientras sacaba su propia espada. Sakura se tambaleó un poco, rogando que su cuerpo obedeciera debidamente para repeler y huir de los ataques.
—¡Pagarás muy caro lo que hiciste! —Y se abalanzó a ella así comenzando la pelea.
Sakura esquivó la estocada y giró sobre su propio eje alejándose de Nana que se alborotó por un breve momento antes de quedarse quieta entre el espacio demasiado estrecho para cuatro personas y una yegua.
Sus pesados pies se dedicaron evadir con mucho sobresfuerzo la espada que el bandido blandía con rapidez, pero Sakura se encontraba debilitada y a cada segundo que transcurría el dolor de sus extremidades iba en aumento, si no ganaba ventaja pronto todo su cuerpo colapsaría. Por el momento su contrincante era uno, ya que la mujer estaba más ocupada tratando la herida del tercero, si se unía a la lucha todo estaría perdido.
Derrapó entre la paja al dar otra vuelta, mantuvo su equilibrio y marcó una patada, no dio precisamente el blanco, pero una cubeta fue víctima de su fuerza, alzándose a los aires y derramando el agua que horas atrás Sasuke vertió directamente de su cantimplora. Aprovechó que la cubeta estaba en el aire para atraparla y estamparla en la cabeza de su contrincante así logrando desorientarlo por unos breves segundos, justos los que necesitaba para huir.
El momento perfecto se presentó. Con uno herido y la otra sanándolo, se precipitó a la puerta, pero no dio ni dos pasos cuando ella misma se saboteó y ante un espasmo repentino se inclinó y escupió la sangre que subió por su garganta. Intentando mantener la compostura, sus pies desorientados la hicieron retroceder y apenas le dio un vistazo a la puerta dándose cuenta de un trágico acontecimiento. El sol estaba próximo a esconderse detrás del collage, el cielo rojizo y el horizonte se oscurecía, pesadamente descubrió que se le acaba el tiempo.
El brillo de la espada la trajo a sus sentidos, Sakura reaccionó casi a tiempo y dio la vuelta sacando de su manga otra aguja dándole justamente en el uno de los nervios del hombro donde sostenía la espada; pero no lo hizo a tiempo y su contrincante logró rasgarle su pierna derecha. Sakura jadeó al mismo tiempo que otra punzada en el pecho la desestabilizó.
A tientas buscó la pared en busca de apoyo descuidando su guardia, apenas sintió la presencia a sus espaldas, volteó y fue recibida por una patada en el estómago, en consecuencia, la fuerza del golpe y su propio peso apremió la pared de la inestable cabaña y la atravesó. Rodó a bruces, embarrándose de tierra y lastimándose con las piedras del camino.
Cuando se detuvo gimió adolorida, la cabeza le daba vueltas y oía las voces distorsionadas que se acercaban. Reprimió todo grito de dolor y trató de moverse, pero su cuerpo no le respondía como debía. Apoyándose de los antebrazos, escupió de nuevo sangre mientras intentaba con desesperación arrastrarse al bosque. La luz desaparecía del cielo y sentía su momento próximo, pero no quería morir a manos de aquellos bandidos. No quería darles ese sádico gusto.
Muévete, muévete, muévete. Sino lo haces te matarán antes que el veneno. Debes correr y esconderte hasta que el veneno haga efecto. Luego podrás quejarte del dolor después, por ahora debes correr y correr como siempre lo haces.
Se repitió tantas veces, pero sus brazos no respondieron. Su frente impactó en el suelo y dio una exhalada que fulminó sus pulmones, haciéndola gritar de dolor.
—¡Eso, grita y retuércete! ¡Ahora sentirás con creces lo que le hiciste a mi hermano! —exclamó el bandido atravesando el agujero a su dirección con espada en mano y Sakura reaccionó intentando girar sobre su propio cuerpo y así evitar ser acuchillada, pero la espada ya estaba muy cerca y su cuerpo muy débil, no cabía duda que le rebanaría la atravesaría de una estocada.
Cerró los ojos preparándose para sentir el dolor, pero lo único que percibió fue una fuerte ventisca que pasó a su lado seguido de un sonido metálico que conocía a la perfección.
Espada contra espada.
Abrió los ojos de golpe y se topó con una negra espada rodeada de energía espiritual morada, flotando frente a ella... protegiéndola. Y por la posición en que se encontraba su contrincante metros lejos de donde estaba en un principio supo que hizo un enorme esfuerzo al contrarrestar la espada morada.
No logró contemplar nada más, se ahogó con su propia sangre tosiendo sin parar. Un par de manos callosas le ayudaron a apoyarse de su lado derecho y así pudiera escupir sin dificultad.
—Venimos a salvarte, Sakura. —Una voz vieja le habló, la reconocía vagamente, su mente era un caos—. Así que no te preocupes y cierra los ojos.
Se centró en intentar mantener la conciencia que no fue fructífero, su agotado cuerpo cayó rendido justo después de ver a Sasuke arrodillarse a su lado, diciéndole que resistiera que ya tenían el antídoto. Su tono de voz dejaba entrever cierta urgencia.
Y mientras perdía la conciencia no pudo evitar pensar que alguien si acudió a rescatarla.
—¿¡Quiénes son ustedes!?
Sasuke ignoró deliberadamente al bandido concentrándose en el pálido rostro de Sakura mientras Hiruzen colocaba los dedos en su quijada forzándola a abrir la boca y vertiendo directamente el antídoto.
Sintiéndose algo inquieto dio un vistazo al horizonte, el sol ya se había ocultado, parte del cielo ya estaba oscuro. ¿Acaso sería muy tarde? Rogó a los Cielos con todas sus fuerzas que Sakura resistiera, los rasguños y la herida en su pierna evidencio el enorme esfuerzo que hizo al luchar contra el bandido. Se movió tanto que el veneno se propagó antes de lo previsto. Y por la mirada de Hiruzen supo que estaba pensando lo mismo.
—Le inyectaré directamente en la vena principal para acelerar el proceso —informó revisando la bolsa dimensional que tenía en su cintura.
—¡Oigan! ¿¡Qué creen que hace!? ¡Ella es nuestra presa! Si quieren matar a una semidemonio consíganse la suya.
Finalmente, Sasuke y Hiruzen giraron su rostro al bandido que respiraba con fuerza, a tal punto de que sus fosas nasales se expandían y contraían como Nana. La yegua trotó hasta su amo relinchando y arrastrando las pesuñas mientras enfocaba ferozmente a los bandidos. Al ver que Nana no atacó a esas personas que en un principio pensó que eran semidemonios por las vendas en sus cuellos, su mente fue transformándose en un remolino sintiendo el sentimiento de injusticia y desazón.
Los bandidos eran personas que se hacían pasar por semidemonios. Supuso que Sakura llegó a la misma conclusión tras ver el agujero en la cabaña y el estado desliñado del bandido frente a él. ¿La atacaron sólo por su origen o porqué ella los descubrió?
—Así que ustedes son los que atacan a los comerciantes difamando a los semidemonios —afirmó Sasuke incorporándose lentamente.
El hombre bufó y cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Qué con eso? No es asunto tu-yo... —se calló abruptamente cuando los ojos negros del joven Cazador se toparon con los suyos, fueron tan letales e intimidantes que no pudo evitar tartamudear al final de la frase.
Rápidamente retomó su compostura y Sasuke enarcó una ceja, su declaración fue aceptada sin la más mínima culpa.
—Te equivocas, sí es asunto mío —aclaró Sasuke serio acercándose a paso lento.
El bandido se estremeció de pies a cabeza conforme fue reconociendo los emblemas en sus ropajes. Los abanicos rojos con blanco en las mangas y las ropas azules oscuras sólo pertenecían a un solo Clan de Cazadores de demonio: el Clan Uchiha, uno de los cinco clanes más poderosos y prestigiosos. Y él se había metido en problemas con uno de los miembros de dicho clan.
—¿Por qué un Cazador defendería a una semidemonio? ¡Deberías matar a esa escoria-ah! —Su voz perdió fuerzas ante la espada voladora del Cazador que pasó a su lado para reincorporarse a la zona de confort del joven azabache, no olvidaba que esa espada fue capaz de arrojarlo por los aires y se salvó sólo porque reaccionó a tiempo, por poco y habría terminado partido a la mitad.
—Cuida tus palabras —advirtió el joven deteniéndose, la espada a su alrededor seguía dando vueltas y él ni siquiera se inmutó.
—Eres tú quién está siendo deshonroso. ¿Atacando humanos, eh, Cazador de demonios que defiende a un demonio? —recriminó la voz forzada de una mujer.
De reojo Sasuke notó a una mujer salir a cuestas de la casucha cargando a un tipo cuyo rostro estaba vendado. Lo que sea que le haya sucedido no le interesaba, los tres son bandidos que incriminaron a Sakura con sus fechorías. En cuanto el hombre que le desafiaba decidió dejar de temblar y se puso en guardia, Sasuke afiló la mirada y continuó hablando.
—¿Humanos? Lo único que veo aquí son tres escorias que se pasaron de listos y quisieron aprovecharse de una persona vulnerable. Aun así, debo agradecerles que vinieran.
Los tres se miraron confundidos ante las palabras del joven Cazador. Sus rostros se llenaron de cautela y a la vez aprehensión cuando Sasuke estiró su brazo atrapando al aire la empuñadura de la espada que giraba a su alrededor como una cúpula que lo protegía de cualquier ataque, y ahora lo tenía en su propia mano.
—¿Agradecernos por qué? —preguntó casi tembloroso el bandido con vendas en la cabeza sintiendo un mal presentimiento.
Unos ojos negros se entrecerraron y el aire cambió súbitamente a su alrededor, guardando muy poco su enojo en su tono de voz.
—Me ahorraron la molestia de ir tras de ustedes, ya que los tengo frente a mí, no escaparán fácilmente.
Hiruzen prestó atención a medias su encuentro, se concentró en darle tratamiento a Sakura y le dio la espalda a lo que se desarrollaba entre los tres bandidos y Sasuke, pero lo que sí guardó en su memoria fue el rostro del Cazador que pasó de ser sereno y educado a una máscara completa de hostilidad.
Y todo por la joven que tenía en brazos.
Hola hola!
Les traje el segundo capítulo de esta historia, hasta ahora ¿Qué les ha parecido? Sasuke es educado, pero cuidado y lo hacen enojar porque llega a perder la compostura, y además tiene marcado sus ideales. Y conforme a Sakura, ella es independiente, su pensamiento es: yo tengo que hacerlo por mi misma porque nadie más lo hará. Por eso mismo pensó en iba a morir porqué no creyó del todo que Sasuke volviera. Pero ¡eh¡ sí lo hizo y trajo ayuda con él.
*Referencia del capítulo: las espadas voladas. Este concepto viene de Mo Dao Zu Shi y consiste literalmente como de describe, ni más ni menos.
En fic, ¿Cuándo estará el próximo capítulo? Eso no sabría decírselos, ciertamente este fic también será actualizado conforme tenga tiempo. Por lo pronto quiero avanzar algunos capítulos antes de actualizar los otros fics. Así que para LA y DDS va a ser una temporada larga de espera.
Espero que les haya gustado como a mí el escribirlo.
Nos leeremos luego,
Alela-chan fuera!
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