/103/ Un verdadero padre para su hija

¿Alguien pidió la perpectiva de Ryu conforme a su lazo con Sakura? ¿Nadie?


Cuando Ryuichi se enteró de la existencia de una niña nacida de su desesperación, bastó una sola mirada a la criatura para odiarla con cada fibra de su ser. Los vellos de su piel se erizaron y al mirar a esa niña, esa cosa, no sintió más que un profundo repulsión, horror y desesperación.

Tanto, que la rechazó apenas la vio.

Tanto, que después de años de pensar, y cavilar, se percató que el odio que sintió al principio no fue dirigido a esa criatura que era una mezcla exacta de él y su amada princesa.

No. Fue un odio hacía sí mismo, y que buscó inmediatamente redireccionar la culpa a alguien más. ¿Y sería humano dejarlo caer en una niña? No, por supuesto que fue inhumano e injusto. ¿Pero no la vida es así de injusta?

La vida le arrebató a la mujer que ama, su hogar, sus creencias. Le arrebató todo.

¿Es normal no querer lidiar con más culpa, y en su lugar, dejar la carga en alguien más?

Pero combinado con un orgullo tan incalculable, un carácter testarudo y la crueldad inherente de su estado de demonio, fue peor, más trágico.

Decidió aceptar su maldito estado y vivió buscando los restos de su amada princesa.

Y, mientras buscaba la reencarnación de su amada, llegaron las cartas.

Una tras otra firmadas con el nombre de "Haruno Sakura" en el reverso. Shikamaru se encargó de dársela personalmente, aunque sería trabajo de Kurama, pero este aprendió a la mala que sus bromas en este asunto no eran bienvenidas. En el patio trasero todavía hay evidencia del cráter en la pared en forma de la silueta de Kurama después de ser lanzado por los aires por Ryuichi. No ordenó que lo repararan, aún no, será un recordatorio para su mensajero por un tiempo.

Ryuichi siempre sostiene la carta con anticipación, frunciendo el ceño y los dedos arrugando el sobre, tanto que corren el riesgo de pulverizarse en sus dedos. A este punto es consciente de sus propios pecados, de sus culpas y los errores cometidos con Sakura. Pero no quiere cambiarlo. Es más fácil odiarla que amarla, porqué amarla significa que acepta que es su hija, una que creo a base de energía fusionada con la de Aria.

Y también significaría que Ryuichi tuvo la culpa de impulsar a Sakura, un tierno espíritu guardián de un árbol milenario, a una vida llena de penurias con un cuerpo mortal.

Ryuichi está cansado de ser culpable. De tenerlo todo y perderlo. Si ama, significa que la perderá tarde o temprano. Y es egoísta. No se permitirá lidiar con sentimientos así, debe enfocarse en hallar la reencarnación de su princesa.

Se permite abrir las cartas, pero no las lee más allá de los saludos, una tras otra, es la misma línea "Estimado Señor Ryuichi...".

Ni siquiera en la carta, Sakura se atreve a decirle "Padre".

Y está bien. Perfecto. Ryuichi no lo preferiría de otra manera. Es más fácil la vía del cobarde. Toda su vida mortal fue valeroso y servicial. ¿Los habitantes de la aldea necesitaban ayuda con reparaciones? ¡El soldado Ryuichi siempre estaba disponible! ¿Algunos bandidos se atrevieron a robar suministros? ¡Ryuichi iría tras de ellos! ¿Los reyes en peligro? ¡Ryuichi se interpondría entre las flechas y la muerte! Lo que trajo consigo una ascensión a los Cielos cuales rechazó abruptamente. Nada allá arriba compensaría el amor de Aria.

Y nada compensaría su propio sacrificio. Uno que aceptó con tal de rescatar a Aria de las manos de Indra: convertirse en demonio. Pero no resultó como esperaba, el precio que pagó fue demasiado alto. Las llamas consumieron su antiguo hogar, y no bastando con ello, Indra se escabulló con una moribunda Aria.

Si no fuera por Xie Lian que la rescató, todo habría sido en vano.

Sus acciones demostraron la verdad: todo lo que ama es destruido de un día para otro sin poder evitarlo. E irónicamente, lo que odia con todo su ser sobrevive a las peores penurias.

Si odia con fervor a Sakura ¿ella logrará tener una existencia más larga que la suya propia?

Esperaba que sí. Joder. Tenía qué. ¡Buscó odiarla con cada fibra de su ser cuando en el interior de su alma hay una desesperación muda, esa misma grita que "ella es el último pedacito proveniente de Aria que dejó en este mundo"!

(Sí, un pedacito que podría desaparecer si llegase a amarlo. Porqué, al parecer, todo lo que ama y aprecia perece bajo sus manos).

Es mejor odiarla.

Es mejor rechazarla.

Es mejor que ella sobreviva.

Confía plenamente en que esa niña estará segura bajo la protección de Hua Cheng y Xie Lian. Hace su parte enviándole la manutención como acordaron a pesar de las burlas de Hua Cheng, y la insistencia de Xie Lian, sugiriendo que debería darle una oportunidad a Sakura de conocerse mejor.

Pero Ryuichi no quiere.

Está cansado de perder.

Está cansado de amar y odiar.

Él simplemente...

No quiere sentir.

Y entonces las cartas se detienen.

Ryuichi se percata de inmediato. Es la primera vez que llega el día que comúnmente Shikamaru le tiende la carta y Ryuichi no recibe nada. Pasa otro día y su asistente no tiene noticias. Transcurre una semana, y por fin acepta la extrañeza de la ausencia de la carta.

No se atreve a preguntar a Xie Lian. Quizás esa niña ande vagando en el Reino Mortal y se haya retrasado; o probablemente esté ocupada en sus asuntos personales. El tiempo es lento y distinto para criaturas con una alteración de los años diferente al de los mortales.

Transcurre el tiempo y nunca llega una carta. A este punto Ryuichi ya se ha sentado frente al baúl dónde guarda todos sus preciados recuerdos, e irónicamente, las cartas de esa niña ocupan la mayoría de su espacio. Sus manos se estiran, tentados a destruir esa coraza de odio que alzó en su corazón con esa niña y permitir conocerla mediante las líneas sobre papel.

—Maestro Ryu. —Shikamaru lo interrumpe y Ryuichi enmudece, cerrando el baúl abruptamente. Voltea en dirección a la puerta y se topa con la mirada deslumbrada de su subordinado—. La hemos encontrado.

Ryuichi sabe lo que significa.

"Encontramos a Aria".

Y por un tiempo después, la euforia es tan grande y eclipsa todo el odio. Las cartas se dejan a un lado a favor de viajar al Reino Mortal y conocer a Aria reencarnada, sólo para encontrarla atrapada en una red de tráfico de esclavos semidemonios. Sus llamas ardieron por todas partes, asesinando a las escorias que se atrevieron a quitarle la libertad a su amada princesa.

En esta vida Aria era una semidemonio, joven entrada a sus veintes y asustadiza. Ryuichi la acogió bajo su ala y la cuidó, sin insinuar su eterno amor. El sólo verla respirar es un alivio a su corazón podrido. Dado los sucesos no esperó que Aria se enamorara de él otra vez. Ryuichi estaba incrédulo y un tanto aliviado, nunca la hubiese forzado a amarlo, y si ella nunca lo quería, nunca la obligaría.

Pero su fortuna parece comenzar a querer brillar y es una gran bendición que Aria lo acepte. Nunca lo aleja, lo ama. Y él la ama, tanto tanto tanto que todo lo demás carece de importancia, no hay sentido. Es egoísta y, al mismo tiempo, indulgente con la mujer que ama.

Debió suponer que su paz no duraría por mucho tiempo, regresó ese latigazo de realidad cuando vio a Aria junto a una chica terriblemente familiar. Una chica que fue una niña que rechazó con saña y se prometió odiar para dejarla vivir.

Es cuando recuerda porqué odia en lugar de amar.

Y otra vez hay un miedo profundo en su ser que le hace estar a la defensiva.

Si ama otra vez a Aria ¿la perderá?

¡Se niega a dejar que los Cielos se la arrebaten de nuevo!

¿Pero no ha sido así su vida mortal? Destruyeron lo que más amó.

Alguien en quien confió su vida lo traicionó.

La epifanía llega a él, no sin ayuda de Aria después de ese encuentro casual con Sakura en aquel mercado. Por supuesto Aria tiene el corazón más puro y gentil que jamás haya conocido, pero también y se enoja con él por su actitud con esa niña, se indigna cuando él revela quién es realmente. Alguien que pudo haber sido su hija en otra vida. Pero no en esta.

Sus miedos son revelados, la comprensión inunda a Aria cuando él se cubre el rostro con total afectación revelando la razón de la cual prefiere odiar y saber que sigue con vida, en lugar de amar y perderlo todo.

Aria, tan comprensiva, lo besa y abraza mientras le dice una de las revelaciones que siempre recordará en sus peores momentos: —Si en verdad odiaras a esa niña, sentirías indiferencia. Lo contrario del amor es la indiferencia. Tu odio demuestra cuanto la amaste por un solo un segundo, el mismo que tardaste en convencerte que no eras digno de amarla porqué la perderías tarde o temprano. Amor mío, lamento decirte que fracase. Tú la adoras y la amas. De otra manera ¿por qué te lamentarías así por alguien que dices despreciar?

Una noche, mientras Aria dormía plácidamente en la cama, Ryuichi se sentó frente al baúl y abrió las cartas de Sakura, una tras otra y leyó línea tras línea. Una, y otra, y otra vez. El amanecer lamió el paisaje, sus ojos se resecaron y la nueva culpa inunda su pecho tras leer cada frase lleno de entusiasmo. El de una niña que piensa que algún día su padre volteará y la mirará tal como es.

Una hija que se desilusionó porqué él fue muy cobarde para no arriesgarse. En cada carta enviada cronológicamente esa emoción se apagó, poco a poco al no recibir respuestas. Hasta la última que recibió, y sin duda, era tan diferente a las anteriores.


"Estimado Señor Ryuichi.

Al fin entendí que mis cartas no son leídas (me gusta pensar eso en lugar de considerar que son ignoradas deliberadamente), por tanto, sé que jamás leerá esta carta y puedo volcar mi verdadero sentir. Desde que renací con este cuerpo mortal, no hay día que no piense que habría sido mejor morir junto a los huesos que enterró bajo mis ramas.

Y por eso lo siento, también lo decepcioné por parecerme tanto a Aria.

Lo siento.

Lo siento mucho.

Perdóneme por existir.

Me detendré de mi correspondencia. No tiene sentido desperdiciar papel y tinta. De todas formas, nunca lo leerá.

Pero está bien.

No está bien

Eso quiere decir que jamás leerá mis patéticas disculpas, y jamás me querrá como su hija

Significa que me repudia cada vez más

Significa que nunca querrá ser mi padre

Viviré por mi propia cuenta.

Se despide humildemente,

Tu hija

Haruno Sakura".


Hay frases que están manchadas e incomprensible, pero con ponerlo sobre la luz de la vela, revela esas frases que se secaron primero y al final su autor decidió desestimarlas volcando tinta encima en un intento de desaparecerlas y nadie las leyera.

Ryuichi no puede con el nudo en su garganta y guarda todo deprisa, después despierta a Aria. Se ausentará unas horas.

Irá con Sakura.

Necesita verla ahora mismo.

Fue demasiado abrupto, pero normal el gran cambio. De ver ese odio liberado hasta transformarse de un amor intencionado, pero vino acompañado con otra emoción: el desprecio.

Sakura lo odia y desprecia abiertamente y Ryuichi no puede culparla. Nunca lo hará. Después de todo, él fue quién la sometió a años de rechazo continuo. Es un plan macabro que todo se le regrese a Ryuichi, y al parecer Aria está de acuerdo con ello. Según ella, es un castigo realmente indulgente contando los desaires que le hizo a Sakura.

Está de acuerdo, ninguna cantidad exuberante de tiempo, o cualquier riqueza, nada de eso compensará los siglos de soledad paternal a la que se sometió Sakura. Jamás lo hará, y Sakura parece rehacía a verlo, y aunque le duela el corazón, se recuerda que él mismo provocó está situación.

Así que debe soportar.

No importa sean años, décadas o siglos.

Él lo aceptará.

Lo que no puede aceptar es el destino cruel. Una vez más atacó y esta vez Sakura fue la víctima.

Él supo desde el inicio que corría este riesgo. Aceptó querer a Sakura y la muerte la alcanzó.

Cuando la sostuvo en brazos, gritó y desgarró su garganta. La niña, esa criatura que se convirtió en una mujer, a la que no pudo criar y quiso tan incondicionalmente detrás de un odio fingido, se moría en sus brazos.

Ryuichi no podía dejarla ir. ¡De ninguna manera! Está siendo egoísta, porqué lo mejor sería dejarla ir y descansara en paz. Sin embargo, la retiene para él y Aria en un acto de desesperación. Sumado a las pequeñas súplicas de Sakura, tan inconsciente y al borde del delirio también se aferra a la vida.

«No puedo irme... él... él... me necesita... Tengo que encontrarlo...».

Tras escuchar todos estos delirios, Xie Lian le informó sobre una parte de la vida de Sakura que desconocía: ella tuvo un amor al que busca con tanto fervor, lo ha esperado por dos siglos, siempre expectante y anhelante.

Ryuichi se ve a sí mismo años atrás, y le recorre un escalofrío de anticipación.

Sabe lo que debe hacer.

No dejará que su hija sufra su mismo destino.

Entonces, cuando Hua Cheng sugiere el concebir un nuevo cuerpo e incrustar el alma de Sakura en él, Aria acepta y Ryuichi no puede estar más que aliviado.

Extrae el alma de Sakura y la acuna a su pecho. Las llamas fantasmales siempre son frías, pero hay una calidez que lo inunda cuando la abraza.

—Sé fuerte, pronto estarás con nosotros —le prometió a la llama fantasmal, la que representa a su hija.

El Monte Tonglu se abre de nuevo, y esta vez, Aria está muerta. Ryuichi resguarda sus cenizas recién recuperadas contra sí mientras se retuerce y grita de dolor. Su poder aumenta en frenesí y no hay un conducto en el cual dirigir su energía. La llamada del monte afecta de diferente forma a cada fantasma; y él sufre de sobremanera.

En pocas palabras, mientras más poderoso seas, más aumentará ese poder buscando salida y dolerá como el mismo infierno. No hay conciencia, el ancla para permanecer cuerdo yace con él, pero no de la forma que la necesita y por eso no es efectiva.

No tuvo de otra más que sellar su poder, encogiéndose hasta la silueta de un niño y revolcarse contra el suelo. Yace solo en el Bosque de los Lamentos, dentro de esa cabaña que construyó con sus propias manos después que Indra le lanzará la maldición y robara su nombre.

Cuando termina el frenesí, Ryuichi no sabe cuánto tiempo ha pasado. Shikamaru viene a él, también se ve pálido y afectado por el frenesí anterior. Ayuda a Ryuichi a sentarse y le informa que han pasado un par de horas, esta vez la llamada no duró mucho tiempo.

Y así, en su estado aturdido Ryuichi es atacado en secuencia por varias realizaciones.

Primero golpea el hecho que siente el lazo débil, ese que lo ata al Bosque de los Lamentos. El que se colocó a sí mismo en su alma y normalmente brillaría y tiraría cuando se aleja, y después de tres días, lo arrastra sin compasión. Si dicho lazo se siente frágil, quiere decir que la influencia de un factor exterior lo debilitó.

(No había día no se lamentara el haberse impuesto a sí mismo una trampa así, en un principio le pareció una excelente idea. Por supuesto, antes que todo se desmoronara con la muerte de Aria y la desaparición de Sakura).

La oportunidad se le presentó, y con un impulso de energía espiritual, ¡rompe el lazo que lo unía con el bosque!

La ráfaga de energía eclipso la natural del lugar. Lo absorbió buscando establecer su energía, y, por primera vez en años, puede decir su propio nombre. Aquel que la maldición a manos de Indra le arrebató. Aquel nombre que nunca le pudo decir a Sakura y tampoco le permitía insinuarlo.

Es libre.

Está tan eufórico de que al fin podrá mostrarle la verdad a su hija, tanto que a medida que se acerca al asentamiento, siente una punzada de preocupación.

Tardíamente se percató de un hecho singular: el campo de protección que irguió alrededor del asentamiento ya no existe.

Al llegar, se horrorizó al toparse con la aldea reducida a cenizas. Las cabañas lamidas por el fuego atroz, cuerpos dispersos, mutilados y heridos de la peor manera posible. Ni siquiera él es capaz de infligir tanto dolor a personas inocentes (intenta no lastimar a los inocentes, él mató accidentalmente a su reino cundido de inocencia).

No perdonaron nada, ni siquiera los animales. Se halló con un cuerpo (presuntamente enemigo) al que un halcón había clavado su pico en la yugular, pero el halcón pereció calcinado ahí mismo. Su esqueleto quieto junto al del enemigo.

Supuso, por la pechera al costado, se trataba del halcón que Sasori encontró recién nacido y crío. Si mal no recuerda, su nombre era Dai.

Se topó con residuos del alma del animal, lo dispersó con calma. La energía resentida había empezado a acumularse, no quería que el noble halcón se convirtiese en un resentido.

Al tomar el alma entre sus manos, dijo: —Ve y descansa en paz.

Tras alzar sus manos, el alma del halcón formó una silueta de ave y se disparó al cielo soltando un graznido, disipándose. Ryuichi no le dio más atención, cada vez yacía frenético, buscando el rostro de Sakura entre los cuerpos tendidos en el suelo. Conteniendo la respiración que ni siquiera necesita, pero no puede evitarlo.

Su mente colapsa cuando llega al centro y se topa con una densa energía resentida. Almas corpóreas viciosas gritan, gimen y lastiman se concentran en espiral en una parte en específico. Por alguna razón no pueden alejarse, y piden ayuda a gritos.

Ryuichi se acerca sintiendo la sangre helada cuando ve, entre las ranuras, la silueta de su amada hija tendida en el suelo. Es amable decir que la reconoce, porqué todo ella está hecha trizas, casi irreconocible si no fuera por el color de su cabello y su vestimenta.

Su corazón muerto da un vuelco.

—¡Sakura!

Otra vez este miedo le embarga.

La desesperación lo corroe mientras se abre paso a su hija. Los espíritus resentidos sisean cuando lo ven, pero basta una mirada de ojos rojos de Ryuichi para que se agiten despavoridos e intenten huir, pero no pueden alejarse. Sakura los ató a su cuerpo, apenas vivo, con un talismán de unión que sostiene con fuerza.

Claramente los espíritus se dieron un festín, pero a mitad de ello se percataron que no lograrían alcanzar su núcleo espiritual e intentaron marcharse por sangre y energía ying. Sakura lo impidió con dicho talismán.

Ryuichi está tratando de reconstruir el escenario con vagas pistas, y no lo consigue del todo. Está más desesperado sosteniendo, por segunda vez, el cuerpo moribundo de su hija. Y en esta ocasión, no hay manera de crear un cuerpo nuevo. Aria todavía no puede tomar forma corpórea (y aunque lo tuviese, sería un fantasma, no podría dar a luz a un bebé); el cuerpo de Sakura está hecho trizas y será un trabajo laborioso restaurarlo, pero corre el riesgo de que el alma de Sakura se disipe antes por la falta de energía espiritual.

Su mente frenética apenas percibe los pasos ajenos, tintineantes y las mariposas plateadas se asoman por su periferia. Gruñe a la defensiva, estrechando a Sakura contra él y moviendo la cabeza, hasta que cae en cuenta de la presencia de Hua Cheng y se relaja, solamente un poco.

Hua Cheng no trajo consigo una solución, pero a Ryuichi se le ocurrió una cuando Hua Cheng informaba que el Monte Tonglu se abrió por una razón: busca reclamar su siguiente Rey Fantasma. Una multitud de fantasmas va desde todas direcciones con el propósito de luchar entre sí, absorber a los contrincantes y ser lo suficientemente poderoso para entrar al volcán y prevalecer.

Miró a Sakura y tuvo ese pensamiento.

¿Y si arroja a Sakura al Monte Tonglu? ¡Cabía la posibilidad de que se convirtiera en la próxima Calamidad! Incluso cuando lo dijo en voz alta, Hua Cheng no lo contradijo, al contrario, permaneció profundamente pensativo mientras miraba a Sakura.

Si algo decía la consideración de Hua Cheng, con quién Sakura convivió más que Ryuichi, era que existía la alternativa. En su antiguo estado ella fue lo suficientemente poderosa para catalogarse como un Ira a pesar de ser un Espíritu.

De todas maneras, había otra alternativa si quería que Sakura permaneciera en este mundo. No una con menos riesgos.

Se convenció a sí mismo: es lo mejor por ahora.

Así que, con ayuda de Hua Cheng, separó alma y cuerpo. Él sostuvo el cadáver infestado de espíritus resentidos y Hua Cheng resguardó el alma. Si quería darle alternativa a Sakura, tendría que iniciar el proceso de restauración cuanto antes. Debía ir a un lugar seguro y lleno de energía pura ahora que el Bosque de los Lamentos, un camino para dirigirse al Monte Tonglu, sería un lugar de riesgo.

Y se le ocurría un lugar perfecto.

La Villa de Fuego.

El chico Uchiha le proporcionará los recursos necesarios para establecer un lugar seguro.

—Contáctame una vez Sakura tenga una forma corpórea —le pidió Ryuichi a Hua Cheng.

Este se cruzó de brazos, enarcando una ceja.

—¿Te atreves a darme órdenes?

—Si quieres verlo así.

Hua Cheng se rio, hueco y falso. Y Ryuichi se preguntó, no por primera vez, qué demonios vio Xie Lian en él. Aunque, bueno, le dio el beneficio de la duda. Sabe que Hua Cheng es completamente diferente cuando se trata de Xie Lian, y no es que oculté su verdadero yo; no, para nada. Más bien se basa en que Hua Cheng piensa que nadie merece su consideración y amabilidad si no es o se llama Xie Lian.

Así son las cosas, lo mismo ocurre con Ryuichi: rara vez es agradable fuera de su familia.

Algunas cosas no cambian.

—Sakura tardará en absorber energía espiritual para formarse. La vigilaré por un tiempo —accedió Hua Cheng dándose la vuelta mientras guardaba el alma de Sakura en una bolsita de atrapa espíritus—. Después de eso, ella estará por su cuenta. Si se disipa antes será a causa de su propia debilidad.

Ryuichi sabía de tal posibilidad, pero se aferró a una mínima esperanza. Muy contradictorio de su parte. La esperanza es una posición bastante peligrosa.

—Ella lo logrará.

—Espero tengas razón.

Con esas palabras, Hua Cheng se disipó en miles de mariposas y Ryuichi se deslizó entre llamas ardientes que jamás lastimaron el cuerpo de su hija.

Era momento de compensar el dolor, rechazo y renuencia que le dirigió a Sakura durante tantos años; no será suficiente, nunca lo será. Pero comenzará por esto, y, si tiene suerte y los Cielos deciden sonreírle, saldrá a viento de popa.

Será un verdadero padre para su hija.

Cinco años después de morir, Sakura abrió los ojos en su cuerpo mortal. Su visión borrosa duro apenas lo suficiente para orientarse. Entre un parpadeo y otro la recibió el rostro de su padre, inclinado desde arriba observándola con aquellos ojos verdes que ambos comparten.

—¿Cómo te sientes? —preguntó él.

Sakura parpadeó, enfocándose. Alzó la mano y fue un movimiento natural. Dentro de su pecho un corazón latía sin necesidad de pensar en ello, como un pajarito que vuela por primera vez, un cuerpo tibio envolvía su alma. Piel tersa y cálida, no fría ni desprovista de vida.

Se miró la mano, la cerró en puño. Se apresuró a sentarse y el cabello cayó de cascada a sus lados. Las piernas respondían, los dedos de sus pies se crispan, su respiración es calmada, la visión, a parte del pequeño vértigo, es la misma.

Se había desacostumbrado a su estado de semidemonio. Suspiró con tristeza. Además de eso, es estéril. Válgame. Es un precio muy alto por pagar. No pensara en ello ahora.

—Estoy bien —contestó al final.

Recogió el espejo qué Ryuichi le dio. Miró su reflejo. Volverse a ver en su apariencia anterior es una experiencia extraña. Es más joven, casi los veinte años humanos. Sus ojos menos afilados, los pómulos alzados y la nariz ligeramente respingada. Se preguntó si a Sasuke le desagradará esta nueva apariencia.

Sonrió para sí recordando todas las dulces palabras de su prometido. No debería preguntarse algo tan estúpido. Claro que le gustará.

Con esa sonrisa guardó el espejo y se giró a su padre. Él seguía sentado, observándola en silencio. Le dio un pequeño escalofrío interno. Todavía no se acostumbra a la atención de su padre.

Su lengua fue un poco torpe al decir con toda honestidad: —Gracias... por ayudarme. Tanto en la Corte Celestial como aquí.

Ryuichi reflejo una sonrisa pequeña y sincera.

—No debes agradecerme, es lo mínimo que puedo hacer por ti.

—Correcto. Bien —dijo torpe ella, girándose a la puerta dispuesta a huir a los brazos de Sasuke. Había un aire de anticipación aquí, sus instintos le gritaron que, si se quedaba más tiempo, su padre le dirá algo que no le gustará para nada.

Y es egoísta, no quiere romper el ambiente ameno y agradecido. Es la primera vez, quizás, que dice "gracias" con toda la sinceridad de su corazón a su padre. Siempre hay discusiones, palabras ofensivas (por parte de ella) y la indulgencia y aceptación de su padre ante ellas.

—Espera, hija —le retuvo Ryuichi. Sakura casi gritó angustiada—. Ven aquí un momento.

Dudó. Le debía a su padre un minuto, mínimo, tras haberla ayudado. Respiró profundo, sabiendo lo necesita. Al darse la vuelta tratando de no hacer una mueca, se percató que la expresión de su padre era suave y calma. Le dio otro escalofrío. Rara vez ha visto a Ryuichi con ese temple.

Con la guardia alta se sentó frente a él, cruzando las piernas, la tela del pantalón le acarició las piernas y era suave, muy suave como el kimono corto alrededor de sus hombros. Posiblemente obra de Sasuke, se encargaría de agradecerle más tarde.

Tardíamente se percató que se sentó en la misma postura que Ryuichi está sentado frente a ella. Se encorvó y refunfuñó.

—¿Y bien? ¿Qué quieres decirme?

—No te molestes. Sasuke no se irá a ninguna parte —dijo él en cambio, riéndose un poco.

Sakura sintió sus mejillas enrojecer al verse descubierta. Demonios. Había olvidado que ahora podía sonrojarse involuntariamente. En su estado de fantasma poco ocurría, solamente cuando estaba muy familiarizada con la persona en cuestión olvidaba por completo controlar sus reacciones.

Se sonrojo más al pensar en lo encantado que estará Sasuke al verla.

Ryuichi, por primera vez, tuvo la gracia de no burlarse. En cambio, sacó con cuidado del pliegue de su kimono oscuro una bolsita atrapa espíritus. Lo manejo como si fuera el tesoro más precioso y delicado del mundo.

Un tesoro invaluable que depositó en las manos de Sakura.

Ella parpadeó, confundida.

—¿Y esto es...? —inquirió, curiosa. La bolsita se movió, y Sakura estrechó los ojos. Probablemente había un alma dentro. ¿Le pedirá se encargue de disiparlo?

—Sé que cometí muchos errores contigo, y probablemente me odies de nuevo por ocultarte esto —comenzó Ryu, y tales palabras le dieron desconfianza a Sakura, poniéndose en guardia. Ryuichi tenía las manos en puño sobre sus rodillas, y su mirada verde un poco turbada—. Esas son las cenizas de tu madre.

Por un instante Sakura miró sin comprender a su padre, tratando de descifrar el misterio detrás de sus impactantes palabras. Se revuelven, extienden por su mente y estrellan contra la cordura. Luego, cuando lo procesó, ensanchó sus ojos tanto que pudo y miró la bolsita entre sus manos, sintiendo su peso y calor.

—¿M-Mamá? —susurró con apenas un hilo de voz.

La bolsita se agitó, como si estuviese diciendo "¡Sí, soy tu mamá, mi querida niña!", Sakura dio un gritillo. Casi podía escuchar su voz, entre los recuerdos apreciados de su madre, ella siempre fue alegre y feliz. Una sonrisa maternal en sus labios, esa mirada de severidad cuando Sakura era demasiado mimada o rebelde para obedecer, o las risas ante sus ocurrencias.

Todo de Aria era así, maternal, tierna y dulce. No es que Sakura lo haya olvidado. Procura no pensar mucho en ella. Todavía duele, y mucho. Demasiado. Más cuando regresó como fantasma. Se preguntaba si cuando fueron perseguidas en el bosque pudo haber hecho algo para impedir su muerte en lugar de dejarse esconder en el hueco de aquel árbol y ver a su madre apartarse de ella, distrayendo a sus persecutores.

Una y otra vez se lo pregunta.

¿De qué sirve su fuerza si no fue capaz defender a su madre?

Siempre se lo preguntó, y a pesar de saber que en ese tiempo le era imposible por el sello en sus memorias, es un recuerdo agrio.

Ahora, mientras abraza las cenizas de su madre, cálidas y reconfortantes, no puede evitar derramar un par de lágrimas.

—¿C-Cómo es posible? Mamá, ella...

—Me tomó años hallar sus cenizas. Indra lo escondió muy bien. —Ante esto, la expresión de Ryuichi se tornó siniestra y Sakura compartió el mismo gesto por un breve segundo—. Te ahorraré los detalles. Su alma sigue aquí, pero no tiene la fuerza necesaria para una forma corpórea. Requiere de abundante energía espiritual como impulso.

A medida que las palabras se registran en la mente de Sakura, la emoción explota en su pecho. Lo único que necesita Aria es un impulso de energía espiritual; si le hubiese dicho su padre antes, con gusto la habría concedido sin medida. Ahora no es posible (y se asegurará de ser una reina del drama con él más tarde), por tanto, Ryu le está presentando las cenizas de su mamá como una prueba de que sigue aquí.

La euforia era tan grande, y por un momento, no recayó en las implicaciones de tener las cenizas de Aria en sus manos.

Cenizas de un fantasma, la existencia entera de uno.

Cenizas de un amor que Ryuichi defendió hasta de la muerte.

Cenizas de una mujer a la que su padre defendía incluso de ella.

Se queda petrificada, ya no interpretando una estatua; su respiración pesada le recuerda su estado. La bolsita atrapa espíritus es un peso reconfortante en sus palmas, y mira intensamente atrapando cada idea, cada frase, cada palabra. Uniendo y deshaciendo las actitudes pasadas y actuales de su padre.

Ryuichi le dio las cenizas de Aria.

Él confía en ella su razón de existir.

Es un nuevo sentimiento lo que emerge de su pecho. Le arde la garganta y le pican los ojos. Trata de no dejarse llevar por la emoción que irrumpe con ferocidad, con la cabeza gacha, abrazando las cenizas de su mamá. Muy pronto estará aquí. La verá de nuevo después de lo que parecen siglos, un sueño lejano se hará realidad.

La explosión de emociones la engulle y alza la vista, sonriendo de oreja a oreja extendiendo las manos a su padre, devolviéndosela para que iniciara el proceso. Probablemente Ryuichi le habló de las cenizas porqué necesita un espacio para llevar sin complicaciones el traspaso de energía. Sakura puede proporcionar esta habitación, a Sasuke no le importará que decida, él mismo dijo que esta también es su casa y puede desponer de todo. Su prometido estará contento que haga uso de su autoridad, no hay duda.

Todos estos pensamientos se estrellaron. Su vista se enfocó, y por un largo y emocionante segundo miró a su padre sentado frente a ella. La expresión de su rostro es calma, sonrisa serena y ojos brillantes.

Observa, y es cuando se da cuenta que algo ha cambiado. Al principio no cae en cuenta, es en el momento exacto en que Ryuichi inclina su cabeza de lado, devolviéndole la mirada intensa, que se da cuenta que la silueta de su padre parpadea.

La misma Sakura apenas lo registra, hasta que pasa una segunda vez, y, repentinamente, la piel de su padre comienza a volverse traslucida.

Se le oprimió su estómago, incomoda y con una anticipación llena de horror.

—¿Padre? —murmuró con incertidumbre.

—Lo siento, Sakura —dijo él en cambio. Una de las manos apoyadas en su rodilla en forma en puño se relaja. Esa sonrisa se transforma en una pequeña mueca—. Faltará un poco más para que veamos a Aria.

La respiración se atasca en la garganta de Sakura, le arde por diferentes razones, las manos le tiemblan. Tardíamente se da cuenta que está en shock ante la sola visión de la silueta de Ryu volverse traslucida.

(Le remota años, siglos atrás. En medio de un puente en Ciudad Fantasma, en el pico de un festival, donde otros reían, Sakura vivía el peor momento de su vida mientras su amor se desvanecía en brazos).

Una señal inocua de la disipación de un fantasma.

Se sacude violentamente. Su voz es tan pequeña, tan desperada.

—¿Padre? ¿Qué sucede? ¿¡Por qué te disipas!? —exclamó Sakura horrorizada.

Sosteniendo las cenizas protectoramente contra su pecho se para tambaleante. Su rostro distorsionado por la agónica incertidumbre, como si viviese a carne viva una tortura. Le horroriza, el dolor es abrumador, la agonía que siente apenas se registra en su origen, sin darse cuenta que son reales. Tan reales.

No, no, no.

¡Su padre no puede irse así!

Los recuerdos de un Sasuke disipado en miles de motas luminosas, sin fuerzas para quedarse, se estrellan tan abruptamente que tropieza con sus propios pies y cae de rodillas más cerca. Su padre la sostiene por el codo y la ayuda a mantenerse en el suelo, una roca firme. Una que se desvanece.

La respiración de Sakura no hace más que entrecortarse.

Ryuichi la suelta. Los contornos de su silueta cada vez son menos duros.

—Durante los últimos cinco años utilicé mi energía espiritual para restaurar tu cuerpo y volverlo a su antigua gloria —expresó Ryu, y no hay ninguna pizca de remordimiento en su voz como Sakura, antes, hubiese pensado. No. Contrariamente, hay tristeza por diferentes razones—. O casi a su antigua gloria. Lo siento. No pude restaurar tu matriz lo suficiente para que concibas vida.

—Eso no importa, no importa —le aseguró un tanto desesperada. Su padre se desvanece frente a sus ojos y es una de las peores pesadillas que está viviendo—. D-Deja de bromear. Sé que estás jugando. Detente, por favor. Esto no es gracioso.

Pero Ryu la mira en silencio.

—¡Detente! —gritó Sakura cerrando los ojos, ya llorando.

Se sobresaltó al sentir una caricia en su cabeza. Alzó la vista topándose con los ojos paternales que jamás ha visto. Un brillo en los ojos verdes que antes habría matado por toparse, en tiempos pasados habría saltado de alegría. Ahora no le provocan más que dolor, uno sordo y lleno de desesperación. Apretando contra su pecho las cenizas de su madre mientras su padre se desvanece.

Él tenía los medios y la energía espiritual para traer de regreso a Aria desde antes. Pero no lo hizo. Todo porqué Ryuichi le dio su energía a ella. Se encerró cinco años voluntariamente para restaurar su cuerpo y darle una salida. Previno un futuro así.

La sobrepuso a ella, a su hija, antes que a su esposa.

Sakura no sabía qué pensar. En el pasado, jamás hubiese imaginado que Ryuichi viera por el bien de alguien que no fuera Aria. En cambio, ahora, entregó su vida por Sakura.

No hace más que enfadarla, entristecerla y llenarla de agonía por partes iguales. ¡Es injusto que le entregue así su vida cuando tiene tanto que decir y por hacer!

—No llores, hija mía —le pidió Ryuichi, sosteniéndola de las mejillas. Sakura se dejó ser, jamás habían compartido una interacción tan intensa de padre-hija como el de ahora—. Regresaré. Tal vez tarde un poco, pero recuerda que mientras mis cenizas estén intactas, regresaré.

—T-Tus cenizas —balbuceó Sakura, repentinamente ansiosa—. ¿Están en un lugar seguro? Y-Yo, las resguardaré. No necesitas decirme exactamente como son, sólo dónde están. Te prometo que cuidaré el lugar.

Lo hará. No importa cómo ni que ahora sea una mortal. Defenderá las cenizas de su padre con uñas y dientes. No dejará que nadie los toque. Devolverá el favor, la oportunidad que le concedió de permanecer junto a Sasuke una vez más.

—Estarán a salvo.

La enigmática frase de su padre no cobró sentido para Sakura hasta que colocó en su mano libre su espada de funda negra. La famosa espada Yugure, esa que se selló a sí misma hace tiempo. La mira sin entender, hasta un halo de realización la ataca y casi se le cae el alma a los pies al ver que la silueta de su padre más pálida, traslucida al punto que puede ver la ventana a través de él.

Un dedo pálido da unos golpecitos a la insignia de dragón dorado, detalles pulcros y perfilado, incrustado en la funda de la espada Yugure.

—Estas son mis cenizas —revela Ryuichi.

Sakura casi está histérica. ¿Cuántas veces su padre-maestro no tiró la espada a un lado en sus entrenamientos? ¿O alegaba venderla ante líderes de Clanes demasiado pretenciosos como entretención? O, aún más descabellado ¿dejaba a una Sakura de quince años cuidar y limpiar la funda de esa espada tras verla toda empolvada y descuidada por su maestro holgazán?

Los fantasmas son recelosos con sus cenizas.

Y su padre siempre se las dejó a la mano.

Llora en silencio. Ya es un desastre sollozante cuando aprieta las cenizas de sus padres contra su pecho y luego ve a Ryuichi desvanecerse. Antes de que pudiera desaparecer, lo toma de la mano y lo aprieta con fuerza, inclinándose ante él mientras llora tan desconsoladamente.

—¡Debes regresar cuando me case! —casi grito ella, sollozando—. ¡Asume tu papel de padre, o jamás te perdonaré! ¡Nunca lo haré si no regresas!

La risa divertida de Ryu la desconcertó, se enderezó de golpe. Su mano ya no tocaba nada. Sólo aire, y la silueta de Ryu parpadeó una última vez mientras decía con una sonrisa y agitaba su mano como si quisiera revolverle el cabello: —En verdad eres mi hija, mira que amenazar así a este venerable ancestro... ¡estoy verdaderamente orgulloso de ti!

Estas fueron las últimas palabras de Ryu antes de desvanecerse en llamas ardientes. A pesar de que se extendieron sobre Sakura, no emitían ningún calor ni daño abrasante. Jamás la lastimaron. Miró con estupefacción y con la nariz congestionada, la llama desvanecerse frente a ella.

Finalmente, Ryuichi se disipó frente a ella.

El rezago de recuerdos le picó en su garganta. No se percató el momento en que Sasuke, Xie Lian y Hua Cheng había llegado. Tal vez antes, tal vez justo ahora. No lo sabe. Pero saben lo sucedido con Ryuichi.

Sasuke no tardó en rodearla en brazos, y Sakura, aun sollozando, se acurrucó en él, abrazando con fuerza la espada y la bolsita dimensional contra sí, ahora inmóvil a falta de la energía espiritual que la sostuviese.

Las apretó contra sí, confiando ciegamente en su padre por una vez en su vida.

Su padre vendrá, la verá vestir de rojo mientras la avergüenza con halagos y riéndose escandalosamente; y su madre le felicitará, seguramente llorosa y la abrazará con gran fuerza recién adquirida.

Sí, ellos vendrán.

Apostará todas sus esperanzas en tal hecho. 

Tomen su redención de Ryuichi, les dije no era mal tipo, simplemente incomprendido que cometió errores como cualquier otro (y como la otra vez, no se nos dio profundizar tan a fondo su personaje, pero, eh, lo vimos más en acción que en ESDS pero sólo porqué son casi 100 cps, mlds).

Esa espina debía incrustarse, pero no lloren, Ryuichi regresará. ¡Claro que sí! Si leíste TGCF notarás la referencia, si no, vive feliz :3 ¡no hay necesidad de traumas! 

¿Alguien había sospechado dónde estaban las cenizas de Ryu? ¿Nadie? -llora- Bueno, no es que haya puesto pistas de ello, claro está.  

Aún nos queda una última duda: ¿el cuerpo de Indra ya se purificó? ¡Eso lo veremos en el siguiente capítulo! Aún no decido cuando actualizar, pero si termino de escribir lo que tengo en mente, espero que este fin de semana. A partir del lunes regreso a la uni, y bueno... no quiero atrasarlo más.

Todavía no tengo claro si este es el penúltimo capítulo, porqué, ehhh, estoy un poco en conflicto con decidir cuál es el último, cuál el epílogo y cual el extra... ¡UPS, ¿PERO QUE ACABO DE REVELAR!? -c va corriendo-

¡Nos leemos pronto!

Alela-chan fuera.







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