/1/ Es suficiente para mí

Conceptos de objetos/frases para comprender mejor la trama:

*Las primera canciones: hace referencia al inicio del que humano tuvo conciencia de su existencia, los primeros vestigios de civilizaciones con la creación de los Cazadores de demonios.

Bolsa Qiankun/bolsita dimensional: Es mejor conocida como una bolsa Qiankun que es una bolsa capaz de contener más de lo que parece poder transportar, comúnmente se utiliza para llevar diversos objetos sin ocupar mucho espacio.


Las ramas crujían bajo sus pies mientras corría, huyendo de los gritos que le acarician la nuca y le eriza la piel, advirtiéndole del peligro inminente que la acecha de cerca. Sus ojos viajaron de aquí allá, desesperada en hallar un lugar lo bastante confuso para ocultar el bulto que se sacudía entre sus brazos.

Sus pies sangran, en realidad toda su espalda sangra debido a las flechas que se incrustaron en su piel y apenas logró sacar, una quedó intacta en su espalda, tampoco tuvo tiempo de retirarla al estar concentrada en escapar.

Aullidos resonaron en el bosque, los perros no tardarían en alcanzarla en cualquier momento llenándola de desesperación absoluta, gimiendo mientras se apoyaba en el tronco de un árbol y la niña que tenía en brazo sollozando silenciosamente.

—¿M-Mamá? ¿A dónde vamos?

La mujer acariciaba constantemente su cabello, similar al suyo y unos ojos verdes la miraron aterrorizada. Tragó el nudo de su garganta sintiéndose tan impotente y frustrada que en cualquier otra situación en su vida.

—A un lugar seguro, así que no tengas miedo.

No podrá proteger a su hija, y le dolía el corazón saber que tendrá que separarse. Nunca lo quiso así, pero no encontró otra opción. Incluso si eso significa su propia muerte, no dejará que lastimen a su hija.

Pronto halló lo que estuvo buscando con desesperación: un árbol lo suficientemente hueco para esconder a una niña de ocho años, no más. Cayó de rodillas entre las hojas secas del árbol y depositó entre las hojas secas su más grande tesoro que la ve aterrorizada y sollozante. No hizo más que aferrarse a sus brazos y suplicar que no se marchara .

—¡Mamá, no me dejes aquí! ¡Quiero ir contigo! —La suplica se deslizaba por todo su ser, esforzándose por no derramar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y que impedían ver bien a su primogénita.

—No llores, mi niña. ¿Recuerdas lo que te dije que hicieras cuando te escondiera? —inquirió la mujer acariciándole el cabello, y recibió un asentimiento a medias.

—No debo hablar ni salir hasta que papá o tú lleguen —repitió con coz ahogada—. No hablar fuerte y quedarme dónde me dejen.

—Tienes una grandiosa memoria —felicitó fingiendo una sonrisa deslumbrante, su corazón partía a cada segundo. Sacó de su manga de la yukata una bolsita roja cuál entregó en las manitas contrarias—. Mantén esto contigo hasta que te encontremos, ¿sí?

La niña apretó la bolsita contra su pecho, asintiendo entre lágrimas que desbordaban en sus ojos verdes cuales se abrían de par en par a cada segundo, su labio inferior temblando de miedo y angustia. Su madre le sonreía a través de sus propias lágrimas y alargaba las manos, acariciando sus mejillas.

—Eres valiente y fuerte, no dejes que el mundo te haga creer lo contrario. Por más golpes que te dé la vida, siempre mantente con un corazón firme y nunca dejes de tener fe en ti misma.

Tales palabras salían de su boca y sus labios se acercaron a dejarle un tierno beso en la frente, transmitiéndole su gran amor maternal. Unas manos se aferraron a los pliegues de su yukata, y aunque quisiera que la retuvieran para siempre, no sería así.

Los alaridos lejanos advirtieron que su tiempo se agotó tan pronto. Y fue verdaderamente difícil separarse de su hija, mientras esta gimoteaba y estiraba sus brazos. Tuvo que centrarse en su tarea de colocar debidamente los talismanes protectores en el tronco que formaban una barrera que la mantendrá oculta.

—¡Sigan a los perros, la semidemonio está cerca!

Fuertes escalofríos recorrieron su espalda al escucharlos más cerca. Dudó un segundo al dar una última mirada a su hija que apretaba fuertemente los labios y así no hacer ninguna clase de ruido, cumpliendo una de sus reglas. Cuan orgullosa de su pequeña tan inteligente y obediente, en silencio levantó una súplica egoísta que sabe que no será contestada de ninguna forma.

Los dedos rozan la venda de su cuello mientras corre por el bosque desviando la atención de los Cazadores. Alejándolos de su mayor tesoro en la vida sabiendo el destino que le depara si logran encontrarla, no se arrepiente de sacrificarse. Nunca lo hará.

Incluso mientras sentía el peligro a sus espaldas y las flechas eran colocadas en los arcos por sus persecutores, no dejó de correr por los caminos del bosque con sus pies sangrientos y la respiración errática, emitiendo sonidos desesperados. Tenía miedo, sí, mucho pavor y terror a su propio final. Miedo al futuro incierto de su hija y ansiedad por las consecuencias de su existencia.

En el fondo de su corazón, esperó ser rescatada, pero desde pequeña supo que no existían los finales felices para ella.

Siempre lo supo.

Cuando las flechas fueron disparadas a su dirección, lo único que le quedó por hacer era suplicar a gritos. No por su vida, sino por la de alguien más, desesperada a que el destino de su descendencia no tuviera mismo final que ella.

—¡Ryuichi, por favor, protege a tu hija!

El grito retumbó en todo el bosque y las urracas se alejaron de las copas de los árboles.

Y su voz llegó a oídos de quién la ama profundamente.

8 años después

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Una de las situaciones con las que Sasuke lidiaba escasamente era el recibir recompensas de los aldeanos después de exterminar algún demonio que amenazara sus vidas. Y no se debía a que dichos aldeanos fueran malagradecidos, si no que mayormente él presenciaba tal acto junto a su hermano mayor, Itachi, quién interactuaba directamente con ellos.

Pero en esta ocasión al emprender un encargo a orden de su padre, salió de su hogar solo. Por supuesto todo es impredecible y se topó con la aldea Mayu siendo oprimida por un demonio que desprendía una bruma venenosa tan mortal que quienes tuvieran contacto perecían a las pocas horas.

Después de purificar al demonio, se vio rodeado de la multitud que lloraba y agradecía a voz viva, y por más que dijo que no era necesario su agradecimiento ya que era su deber, los aldeanos corrieron a sus casas y regresaron con canastas abarrotadas de verduras.

Pensó en lo inverosímil que se veía maniobrando la canasta entre sus brazos mientras le daban más y más verduras. Observó, hasta el punto de aturdimiento, a las mujeres mayores y aldeanos sonreírle y hablarle con tanta gratitud.

—¡Tome este repollo en vinagre, es una receta secreta de mi familia!

—¡Joven maestro, debería comer estos granos de arroz!

—¡Pruebe estas zanahorias! Oh, no se preocupe, estos alimentos son de nuestras reservas —dijo una de las mujeres al ver el rostro escéptico del muchacho ante los alimentos.

Y justamente Sasuke había pensado en esa posibilidad, pronto lo dejó pasar cuando le aclararon el origen de estos. Su rostro no dejó la serenidad educada.

—Gracias por... las verduras —Es lo único que alcanzó a decir, o más bien, lo que permitieron que dijera antes de ser atribulado de otra canasta y un sinfín de palabras de agradecimiento y reverencias, que lo hicieron sentir más incómodo. No estaba tan acostumbrado a estos escenarios.

Al cabo de un tiempo logró excusarse y se alejó rápidamente de la aldea con los brazos llenos sin dejar que colocaran más objetos. Una vez que se adentró lo suficientemente al bosque y pasara desapercibido, suspiró sonoramente fijando la vista en las cosas entre sus manos.

Y he aquí su dilema: ¿qué hacer con todo esto? A esto se refería cuando se rehusaba a recibir recompensas, su clan era bien abastecido y él sinceramente no necesita de estos alimentos, los aldeanos bien pudieron utilizarlo para sí mismos, pero decidieron dárselo y él no quiso despreciarlo.

Mientras pensaba en una solución, rebuscó entre su manga su bolsita Qiankun, un objeto dimensional en el que uno podía guardar diversas pertenencias sin que diferiera el espacio. Quizás podía buscar una casa en medio de la montaña y donar la recompensa. Con esto en mente, terminó de guardar las verduras en la bolsita oscilando entre los frascos con verduras fermentadas, preguntándose a qué sabrían. Tal vez... no estaría mal quedarse con un frasco. Sólo uno repleto de zanahorias se deslizó por su manga contraria.

Sintió una pesada mirada sobre sí y volteó topándose cara a cara con su yegua azabache que tenía la cabeza inclinada a él. De pie en sus dos metros, con las trenzas cayendo a sus costados y su pelaje tan oscuro como los mismos ojos de él, mirándolo como si lo acusara de un grave delito.

—No me mires así por querer probarlo —renegó Sasuke, a lo que la yegua resopló, casi como si rodara los ojos—. Sin quejas, al final también terminarás comiendo.

Le pareció divertido que la yegua volviera a resoplar y siguiera su camino, como si viniese sola. No pudo evitar soltar un bufido ante la actitud de la yegua cercana a la de un humano. ¿Se debía a que era un animal espiritual? Este tipo de animales eran más inteligentes que el promedio y comprendían a la perfección las órdenes dadas por su amo al cual le eran fieles hasta el fin de sus días.

Su origen data desde las *primeras canciones. Una leyenda típica que oías en una noche despejada dónde las estrellas brillaban, sentado alrededor de una fogata. Uno de los mayores relataba que los Cielos derramaron parte de sus poderes en un gran manantial y llamaron a varias especies a beber del agua, otorgándoles poderes espirituales y dándoles la misión de serles de ayuda a los humanos. Poco después los primeros Cazadores de demonios hicieron pactos con los Cielos así obteniendo la fiel ayuda de dichos animales contra las criaturas del averno.

Sin embargo, Sasuke no la tenía por los beneficios obtenidos de dicha bendición.

Extendió su mano para acariciar el collar que colgaba del cuello de la yegua, un dije plateado del tamaño de su mano con la insignia de un dragón. El joven fue golpeado por sus recuerdos y cerró los ojos sumergiéndose por unos segundos en sus emociones.

Al cabo de unos minutos le dio palmaditas y retomó su serenidad. La yegua inclinó su cabeza y frotó su cabeza.

—Vamos, Nana, tenemos que buscar quién necesite de esto.

El bosque que se extendía frente a él era, en pocas palabras, hermoso en plena primavera. Los árboles se alzan imponentes creando un arco imperfecto de ramas entrelazadas entre sí, dejando caer en una llovizna suave de pétalos rosados, acariciando los pómulos de su rostro. Alargó su mano atrapando un pétalo rosado y en silencio admiró la belleza de la naturaleza.

Este tipo de árboles no son abundantes por la tierra de su hogar, entre las frías y acogedoras montañas. Está poco acostumbrado al clima cálido de los otros territorios, vivió toda su vida en los montes y bañándose en aguas gélidas; su resistencia a climas húmedos era alta. Debido a esto, no pudo evitar sentirse acalorado ante el sol de la tarde sobre cielo. Las ramas de los árboles le brindaban sombra, pero no evitaban el calor.

Consideró el desplegarse un poco la manga del kimonio cuando escuchó una voz a sus espaldas.

—¡Oye chico, detente ahí!

Por inercia gira la cabeza sobre su hombro topándose con un hombre montado en una carreta impulsado por un buey, ante el pensamiento que quizás necesitara ayuda jaló de las riendas de Nana quién obedeció yendo de regreso. Ya estando cerca, apenas abrió la boca para preguntar si necesitaba de su ayuda, pero fue interrumpido por las palabrerías del hombre.

—¿Acaso estás buscando tu propia muerte? ¡¿No sabes de la desgracia que estás a punto de toparte!? ¡No deberías...!

El hombre detuvo abruptamente sus palabras a medida que analiza los sus ropajes oscuros con símbolos de abanicos rojos en las mangas que dejan en evidencia su origen, al igual que la espada negra que colgaba de su esoalda con grabados de dragones. Un Cazador de demonios perteneciente al clan Uchiha.

Entonces se encogió de hombros y dijo agitando su mano:

—Ya veo, eres un Cazador de demonios, supongo que puedes lidiar con una o dos maldiciones.

Sus palabras lograron intrigar al más joven.

—¿El bosque está maldito? —Miró por el sendero y se preguntó por qué un paisaje tan hermoso era considerado de lo peor.

—¡Por supuesto! —chistó el comerciante con un escalofrío— ¿Cómo no estar maldito cuando hay semidemonios aquí?

Oh.

Sasuke consideró que era razonable el miedo desde el punto de vista que las personas evitan por todos lados que las maldiciones caigan en sus familias, incluso termina repercutiendo en sus próximas generaciones. 

Sin embargo, como Cazador entendía que las personas supersticiosas no comprenderían por completo que los semidemonios son criaturas inofensivas cuyos poderes yacíann restringidos y no podían destilar energía demoniaca, reduciéndolos a personas normales, justo como ese hombre. Intentar cambiar la mentalidad de esta persona no sería fácil, la forma en que se expresaba de los semidemonios fue suficiente para saberlo.

—Pero los semidemonios no son peligrosos. —Aun sabiendo que sería inútil, termina diciendo la verdad.

—Chico, se nota que no sabes nada. Esas sucias ratas asaltan a los comerciantes de este paso y se roban todo el lote una vez que cruza en sus límites. ¿Acaso piensas que viven pacíficamente?

Nuevamente Sasuke se encontró pensando que los rumores son solamente rumores y en ocasiones tienden a exagerarlos. Abrió y cerró la boca una vez más, optando por mantenerla cerrada hasta que el hombre pareciera satisfecho en su labor de advertirle de los peligros.

Y como la mayoría de los casos cuando su curiosidad podía más que su instinto, decidió investigar.

—Agradezco su advertencia, pero tomaré el riesgo. —Lo despidió con un asentimiento de cabeza y tiró de las riendas continuando por el camino, e ignoró el bufido de exasperación y murmuración del hombre sobre la carreta, algo parecido a «Muchacho arrogante, sólo conseguirá que lo maldigan».

Sasuke hizo de oídos sordos, sabía que los semidemonios no provocan maldiciones, pero tampoco es que lo haya comprobado de primera mano, en sus diecinueve años de vida jamás se había topado con uno de ellos. Tenía conocimiento básico debido a la información impartida por los ancianos de su clan y algunos libros de registro sobre sus orígenes hacia doscientos años. Tomará esta situación como una oportunidad perfecta para corroborar la información.

Además, no era su estilo pasar por alto una situación preocupante donde los aldeanos son asaltados por los semidemonios, independientemente de su origen y situación, están causando estragos y serios problemas.

Nana lo llevó por el camino que le indicó, pero a medida que avanzaba se percató que el ambiente a su alrededor comenzó a cambiar. Los matices vivos y coloridos de los árboles poco a poco se tornaron más opacos, y la hierba en los costados se marchitaron.

—Tal parece que aún no sana esta parte del bosque —murmuró absorto.

El panorama y su propia intriga fueron dejados de lado cuando giró en una intersección y Nana casi aplasta un cuerpo tendido en el suelo. La yegua se detuvo con un relinchido y Sasuke jaló de las riendas, un poco sorprendido del acontecimiento, los resoplidos del animal se transformaron en ligeras respiraciones mientras él bajaba de un salto.

Se apresuró a arrodillarse junto al cuerpo tendido boca abajo, en su rápida inspección lo primero que notó fue la silueta y los brazos delgados pertenecientes a una mujer. Al igual que otro detalle sobresaliente: un largo cabello rosado esparcido por espalda y mechones que cubrían como velo su rostro. Al bajar a vista se topó con una mancha de sangre dónde descansa uno de los brazos flexionados sobre la cabeza, aquello terminó por alarmarlo y disponerse a ayudarle.

Sin embargo, lo siguiente que sucedió fue demasiado rápido.

Cuando estiró su brazo hacia el rostro de la mujer, con la pregunta «¿Se encuentra bien...?» bailando en sus labios, los párpados contrarios se abrieron de sopetón y ella se movió tan rápido, enderezándose al mismo tiempo que estiraba su propia mano hacia él.

¡Paf!

¡Le atravesó el rostro en una cachetada!

Consternado, Sasuke se estabilizó apoyando una mano detrás intentaba procesar lo ocurrido. Le envío una mirada incrédula a la mujer que no esperó ni un segundo para intentar huir. Debería dejarla ir, estaba enojado de recibir un golpe cuando no hizo nada para merecerlo. Pero descartó la idea al verla resbalar con su propia sangre y caer a bruces, para después intentar arrastrarse lo más lejos posible. Se veía inofensiva si se tropezaba con sus propios pies.

—Si se esfuerza demasiado las heridas empeorarán. —Le reprendió saliendo de su estupor y enderezándose para caminar a ella, no sin cierta cautela a recibir otra cachetada.

Unos ojos verdes lo miraron alarmantes. Sasuke se permitió observarla mejor ahora que le daba la cara, además de las más claras iris parecidos a la piedra jade, su rostro angelical y joven evidenciaba parte de su edad. Por un momento se quedó estupefacto, atrapado en aquellas iris verdes que dejaron un impacto en su ser. 

Un escalofrío recorrió su columna y su corazón dio un vuelco inesperado.

¿Qué era esta repentina opresión en su pecho?

—¡Aléjate! —El bramido de ella lo sacó de su impresión. Ella intentaba arrastrarse lejos. Por sus dedos resbalaban hilillos de sangre y quedaban impregnados en el suelo creando un trazo macabro de líneas irregulares.

Él detuvo a medio metro lejos con la intención de que no siguiera esforzándose en alejarse o abriría más las heridas que traía. Intentó serenarse y tomar las riendas de la situación.

—No tema, mi intención es ayudarla —aseguró mostrándole las manos. La joven seguía observando a su alrededor con desconfianza y miedo cuando sus ojos cayeron en la espada que traía en su espalda, por lo que se apresuró a aclarar su identidad con el fin de generarle seguridad—. Soy un Cazador de demonios, así que puede confiar en mí.

Apenas pronunció esas palabras, la joven ensanchó los ojos, mismos cuyos matices pasaron de cautela a un aire amenazante, incluso su postura se transformó, levantándose a cuestas con sus piernas temblorosas pero firmes y sin darle la espalda.

—¿Qué hace? Deje de... —Su voz murió en la garganta al detallarla mejor.

Ahora que estaba completamente de pie logró ver las vendas que traía alrededor de su cuello. Conocía suficientemente las historias como para saberlo, a menos que fuera una extraña coincidencia en que tuviera una herida en el cuello, cual descartó cuando ella dio un paso en reversa y dejó brevemente al descubierto sus tobillos que de igual forma estaban vendados.

Sólo una criatura cargaba vendas alrededor del cuello y tobillos para ocultar los grilletes de maldición: los semidemonios. La joven era una de ellos, y el decirle su afiliación logró ponerla a la defensiva.

Un brillo lo sacó de sus pensamientos, la joven tenía en la mano un cuchillo que sostuvo con fuerza. Detrás de él escuchó a Nana relinchar, la calmó con un ademán de mano sin siquiera mirarle, no apartó su vista de aquellos ojos verdes profundos, lo menos que quería era que la chica se alterara por la yegua.

—Si te acercas no dudaré en clavarte el cuchillo en las entrañas —aseguró la de cabellos rosados, tensa y a la defensiva. Al no poder moverse más ella optó por su segunda opción: intentar que el Cazador se alejara.

Él aspiró un poco, buscando serenidad y las palabras adecuadas para expresarse. En verdad estaba preocupado por la chica debido a la cantidad de sangre en el suelo y la que seguía escurriendo del brazo, no le sorprendería si en cualquier momento colapsara a falta de fuerzas. Se lamentó el que Itachi no estuviera aquí, su hermano era mejor con las palabras y su poder de persuasión pertenecía a mundo, su tono de voz suave sería perfecta para calmar a la chica frente a él.

Pero su hermano no estaba aquí y la chica lo seguía amenazando, si no decía nada se marcharía y posiblemente alguien más la encontrara y la matarían en su débil estado.

No supo porqué pensar en una imagen tan frívola le incomodó.

—Hablo en serio cuando digo que no pretendo dañarla —atinó a decir serio.

—Yo también hablo en serio cuando digo que te enterraré el cuchillo si te acercas —rebatió ella sin moverse.

Un suspiro y Sasuke bajó las manos en son de rendición.

—Las heridas de su brazo empeorarán si no se atiende a tiempo, está sangrando mucho. Sólo deje que le aplique un ungüento medicinal para detener el sangrado.

Su explicación cayó como saco roto, ella no se movió ni un ápice, y Sasuke comenzó a impacientarse, sobre todo al ver las gotas rojas deslizarse por el brazo y caer en un "ploc, ploc, ploc" que lo desquició un poco. Cuando ella finalmente preguntó:

—¿Cómo sé que no es veneno?

Sin responderle, Sasuke sacó el ungüento de su manga y aplicó la crema verde sobre su propio antebrazo, cual le mostró con un rostro solemne y sin dudas.

—Es medicina, jamás envenenaría a alguien herido.

Se miraron el uno al otro sin ceder por unos largos segundos en las cuales Sasuke pensó que volvería a negarse y se alejaría sin más, siendo tan necia que dejaría que su orgullo y miedo la controlase. Pensaba en ello cuando una voz baja y cautelosa llegó a sus oídos.

—¿Por qué insistes tanto en ayudarme? Eres un Cazador de demonios.

Los ojos verdes reflejaron mucha impotencia y dudas, un tormento dentro de un pozo de agua claras. Y Sasuke se quedó pasmado, absorto en aquellos orbes que parecían tan vulnerables y amenazadores a la vez, no dudó en responder firmemente.

—Lo ha dicho, soy un Cazador de demonios. Mato demonios, no semidemonios.

Su declaración fue una respuesta simple, pero intensa a perspectiva de la chica, quién abrió desmesuradamente los ojos y lo miró aturdida por unos largos segundos.

Justo después ella bajó el cuchillo y extendió su brazo herido.

El silencio era una de las mejores amigas de Sasuke, desde niño lo valoró cual tesoro infinito. En su hogar un poco bullicioso y a la vez estricto, encontraba su reserva apartada del dojo principal, al lado este del punto de referencia se encontraba su propia habitación cual reinaba la tranquilidad. Practicando con mucho esmero su paciencia nada lograba crispar sus nervios, mantener su corazón y mente como un estanque sin turbulencias ayudaba mucho a su concentración.

A excepción de esta ocasión en que sentía su corazón golpear su pecho debido a sus repentinos nervios bien disimulados, puede que la coloque en su lista de "Situaciones tensas e incómodas, pero únicas", misma que creó en el instante en que ella clavó sus intensos ojos en él.

Un tenso silencio rodeaba la atmosfera, que se intensificaba a cada movimiento suyo, ella no le quitaba los ojos de encima como si esperara que en cualquier momento la atacase.

Por tercera vez dejó escapar un fino suspiro.

—No voy a dañarle —repitió su mantra del día. Ya perdió la cuenta de las veces que pronunció la misma frase.

Ella no contestó dedicándose a observar su trabajo.

Después de que cediera a ser curada, caminaron unos metros más encontrándose con una vieja cabaña deteriorada a causa del abandono, pero lo suficientemente estable para darles cobijo. Sentados en medio de lo que en fue una cama improvisada de paja frente a frente y sus costados el ungüento y nuevas vendas, Sasuke la curaba con rapidez y precisión. Lo menos que quería era retenerla sin motivo, comprendía que debía tenerle miedo, y una vez que ya estuviera tratada le permitirá macharse, antes no.

Descubrió que la herida en su brazo pertenecía a un látigo, en sus viajes había ayudado a diversas personas cuyas heridas fueron hechas por distintas armas. No tuvo que cuestionar para saber de dónde lo obtuvo, ella siseó algo parecido a "los humanos pueden ser tan crueles ¿no lo crees?" Evidenciando algún humano la hirió.

Quiso preguntar muchas cosas, pero prefirió callar y continuar su labor. Tanta curiosidad de su parte la reprimió, además del repentino escozor en sus manos al tocarla y su corazón titubeante. ¿Qué es lo que siento? Por más que quisiera darle golpecitos a su pecho se contuvo, después analizaría sus reacciones. 

De pronto la tenue voz femenina inundó sus oídos, esta vez con un tono más suave pero no menos tenso.

—¿Puedo saber tu nombre?

Sasuke alzó la vista topándose con sus ojos, deteniendo momentáneamente sus movimientos.

—Uchiha Sasuke —dijo dando un vistazo por la puerta tras oír un bufido.

Vagamente estuvo atento Nana a las afueras de la cabaña. Por una extraña razón, apenas yegua y chica se miraron a los ojos, se fulminaron con la mirada mutuamente así revelando su poca tolerancia por la otra. Nana intentó embestirla y lo hubiera logrado si no fuera por los rápidos reflejos de ambos: Sasuke la frenó tomándola de las riendas y la joven dio unos pasos en reversa mientras esbozaba una mueca irónica.

—Seguramente tu yegua quiere mandarme a volar de una patada —dijo con el mismo tono quejumbroso.

Siendo animales espirituales era normal que apenas vieran alguna clase de demonio quisieran arremeter contra la criatura, y a pesar de que la semidemonio tuviera restringidos su lado demoniaco, en su propia alma se encerraba dicha energía. Afortunadamente el pequeño percance no provocó que ella huyera, por lo tanto, Sasuke optó por mantenerlas separas, no tomaría riesgos.

Despejó sus pensamientos al percibir que la joven esperaba que agregara algo más después de su nombre.

—Pero puede decirme como guste.

—Detente con eso —aseveró ella, y él enarcó una ceja a su dirección.

—Tengo que terminar de tratar la herida o el ungüento no servirá de nada.

La chica chasqueó la lengua ladeando la cabeza.

—No me refiero a la herida, si no a hablarme con tanto respeto. Es... incómodo —diciendo esto, se removió en su lugar y el mismo sentimiento se reflejó con gestos en su rostro.

Sasuke lo estimó por unos segundos sin dejar de mirarla fijamente.

—¿Dice que es incómodo que la trate con respeto? —inquirió un tanto curioso de su respuesta.

Obtuvo un bufido.

—Sólo un loco como tú trataría así a una vil semidemonio. Lo escoria entre la escoria.

Sasuke frunció el entrecejo y ella desvió la vista, encogiéndose de hombros en un gesto de "no me importa", sin embargo, sus ojos reflejaban tanta resignación, el cansancio en su semblante era tan evidente, como de alguien dando pataletas al agua sabiendo que se hundiría más y más, sumergiéndose hasta el fondo del océano.

—No sea tan dura refiriéndose así a los de su especie —le reprendió débilmente retomando su labor de vendar el brazo—. Todo humano merece ser tratado con dignidad y respeto, no importa si es nacido noble o es un mendigo, el estatus no define la calidad humana de una persona.

—Se te olvida que soy una semidemonio.

Una sonrisa de lado curvó los labios del joven terminando con el nudo de la venda y soltándola, y la chica se quedó estática por lo que dijo a continuación:

—Semi —enfatizó con vehemencia—, tiene una parte humana, eso es suficiente para mí.

Y tras pronunciarlo se incorporó no notando la cara estupefacta de la joven, que no apartó los ojos de su espalda atenta a sus movimientos y las palabras dando vueltas en su mente. La sensación de su pecho fue extremadamente agradable, "aceptación" quizás, hacía tanto que no lo sentía de una persona común.

Así su propio nombre brotó sin permiso de sus labios.

—Soy Haruno Sakura.

Sasuke la miró sobre su hombro notando que la chica desviaba la vista mientras sus mejillas se teñían de color rosa debido a la vergüenza, apretando sus piernas y frotando su brazo herido.

—Flores de cerezo, es un hermoso nombre —dijo él con una media sonrisa.

Los pensamientos de Sasuke giraron en torno a los árboles que admiró al principio del bosque, las coloridas pétalos eran de la misma tonalidad que el cabello de la chica, y la singular combinación de ojos verdes jade, cuales centellaron bajo un tenue rayo de sol colado entre los agujeros del techo. Supuso que al ser semidemonio un rasgo extraño y genético se manifestó en el color de su cabello. En algunos casos presentaban mutaciones genéticas tales como un cuerno en la frente o un tercer ojo, poniendo ejemplo.

Fue incapaz de alejar sus pensamientos mientras amarraba el pañuelo que resguarda plantas medicinales. Al terminar se preparó exhalando un poco y se giró a ella tratando de ser amable.

—Un gusto, señorita Har-

—Dime Sakura y deja de hablarme de usted. —Le interrumpió con una mirada que no dejaba paso a objeciones. Pero ella no sabía que incluso Sasuke poseía un carácter más terco cuando se lo proponía.

—... Señorita Sakura, esto le servirá para tratar mañana su herida. —Ignoró el gruñido de insatisfacción de la aludida y le depositó en sus manos el pañuelo, apenas rozando sus dedos—. Me acabe el ungüento que traía conmigo, así que solamente mezcle estas hierbas y aplíquelas en su herida durante tres días. Tendrá el mismo efecto, aunque un poco tardío.

Sakura examinó el pañuelo azul notando los símbolos de abanicos impregnados en la tela. Curiosa, extendió el pliegue revelando el emblema, pocas veces había visto los emblemas de los clanes, el único que conocía era el Yin-Yang de los Hyūga, puesto que poseían territorios en las cercanías de su hogar junto al remolino naranja del clan Uzumaki.

—Así que este es el símbolo de los Uchiha —murmuró—. Un abanico evocando el fuego.

—¿Conoces el significado del emblema?

—Leo mucho. —Se encogió de hombros restándole importancia, Sasuke entrecerró los ojos al detectar el pequeño desliz.

Sakura fingió no saber y metió el pañuelo en el pliegue de su kimono rojo, una tonalidad que en su mejor momento fue carmesí intenso, pero ahora se veía opaco y desgastado por su constante uso.

—Agradezco tu ayuda, joven maestro, estoy segura que me curaré debidamente con tu cuidado. —Hizo una reverencia, y justo cuando se enderezó notó el desconcierto de Sasuke al referirse así a él.

Un amago de sonrisa se asomó por la comisura de sus labios. Dos pueden jugar este juego, pensó un tanto divertida. Misma sonrisa que se esfumó al sentir un espasmo en su cuerpo que la obligó a encorvarse de nuevo, pero no para reverenciarlo en agradecimiento.

Algo surgió desde lo profundo de sus entrañas y escupió involuntariamente sangre; terminó manchando el suelo y un par de botas. En medio de su lucidez dudosa, Sakura escuchó su propio nombre pronunciado de esa manera tan formal, y se preocupó un poco a que Sasuke se enojara por haberle ensuciado sus botas.

Más Sasuke no reparó en ello, centró toda su preocupación en el estado en que se encontraba, tosiendo insistente y cubriéndose la boca en un vano intento de retener la sangre que se colaba entre sus dedos en hilillos rojos y caían en gotas impregnando el suelo.

Sin esperar más tiempo la ayudó a sentarse en el mismo lugar que antes y comenzó a cuestionarle si tenía otra herida oculta que no le haya mostrado. Sakura negó varias veces con la cabeza y se tragó el pánico intentando alejar el miedo, la sensación de traición que se instaló en su ser al saber que algo no estaba bien en su propio cuerpo.

La mente de Sasuke trabajó a mil por hora, recreando escenarios y una explicación lógica a su estado. Entonces recordó a los enfermos de la aldea a la que acababa de liberar del demonio, las personas afectadas por el veneno comenzaron sus síntomas escupiendo sangre y perecieron unas horas después.

—Sólo mueva la cabeza para responder mi pregunta —pidió mientras la sostenía evitando que se cayera. A su vez, Sakura, aturdida, se esforzó en ladear la cabeza y escupir la sangre mala—. ¿La herida se la infligieron en el pueblo Mayu o sus alrededores?

Sakura asintió de inmediato. Y Sasuke tuvo un nudo en su garganta.

—Está envenenada. —Lo dijo con delicadeza pues su intención no era alterarla, o, mejor dicho, alterarse a sí mismo, debía mantener la calma si quería salvarla. Los ojos verdes se ensancharon presa del miedo, por lo que rápidamente añadió: — No entre en pánico, iré ahora mismo a la aldea y pediré el antídoto.

—¿Por-qué? —Ella habló entrecortadamente, se veía más pálida y la sangre continuaba sin parar— ¿Por qué irás por el antídoto?

En realidad, quería preguntar "¿Por qué esforzarse tanto por mí, una semidemonio?". Sakura sabía muchas cosas, entre ellas que la sociedad repudia totalmente a los de su especie, eran vistos como parias sin voz ni voto, hasta hace dos décadas eran tratados como esclavos y fueron liberados solamente por un acuerdo "humanitario" entre los antiguos líderes de los clanes. Mismos clanes cuyos cazadores tendían a ignorarlos, o, por el contrario, pasar por alto el tratado permitiendo que los aldeanos levantaran rumores sin fundamentos y alentando el repudio entre las masas.

La persona frente a ella era un Cazador, uno más entre muchos, quizás movido por la lástima de su situación, pero ¿esforzarse tanto por salvarle la vida? Cualquier otro ya hubiera dimitido y abandonado a su suerte. En el fondo de su corazón Sakura esperaba el momento en que Sasuke diera media vuelta y se marchara, dejándola morir. No sería un trágico final perecer entre las flores.

Y por más pensamientos que pasaron por su mente en un instante, bastó para que Sasuke pudiera leerlos sin necesidad de que pronunciara ninguna palabra. Las manos alrededor de sus hombros se apretaron ligeramente obligándola a mirarlo entre borroso y claro debido al repentino cansancio.

Sakura aguardó paciente a que le dijese que todo se trataba de una tetra y que se las empañaría sola en conseguir un antídoto.

Pero este chico no terminaba de sorprenderla.

—Porqué es lo correcto —contestó él con firmeza.

¿Salvar a una semidemonio es lo correcto? Sakura casi sonríe de la ironía si no fuera porque está más ocupada intentando no manchar las ropas de Sasuke. No dejó que ese pensamiento echara raíces en su mente, sus párpados le pesaron y terminó apoyando la frente en el hombro del joven, presa del repentino cansancio que su aturdida mente olvidó mantener la guardia, permitiendo sin poder evitarlo, que el joven entreviera su lado más vulnerable.

https://youtu.be/OG4Vdh0th70

Sasuke se encontró con un fuerte dilema.

Después de que Sakura se apoyara completamente en él tuvo reparos en tocarla sin su consentimiento, pero debido a la crítica situación se repitió que si retenía la sangre empeoraría su estado. La dio unas ligeras palmaditas en la espalda al sentirla toser y contenerse, la enderezó por completo.

—No retenga la sangre mala —ordenó alejando el brazo, Sakura reaccionó de inmediato, inclinándose a un costado y escupiendo una gran cantidad, un poco más y formaría un alarmante charco en el suelo.

El joven cazador optó por una actitud serena, o intentar tenerlo, lidiar con venenos siempre lograba que sus sentidos lo mantuvieran alerta. Agradecía tener a cierta medida conocimiento sobre venenos.

Maniobró con mano en busca de su bolsa dimensional en la otra manga, una tarea un poco tediosa en quitar el listón y hacerse de un frasco con una sola mano, ya que la otra sostenía el cuerpo de Sakura impidiendo que se cayera por completo. Quitó el tapón con sus dientes y acercó el frasco a los labios de Sakura.

—Beba esto, ayudará a rentalizar la circulación del veneno.

Ella le lanzó una mirada débil antes de beber sonoramente del brebaje, lo que sea que le esté dando, o no le importaba o confió en él, la última opción lo dudó mucho.

Después llamó Nana ordenándole que se sentara a su lado, la yegua obedeció a regañadientes. Terminó apoyando a Sakura sobre la parte cálida del animal esperanzado a mantenerla estable, no confiaba en que si la dejaba completamente recostada pudiera moverse debidamente evitando ahogarse en su propia sangre.

Una vez que se aseguró de que Nana no se levantaría de sopetón empeorando su estado, se propuso a partir. El tiempo apremiaba y sin el verdadero antídoto no cabía duda que Sakura moriría.

—Regresaré lo más rápido posible —aseguró sabiendo la falta de credibilidad que Sakura tenía sobre él. Sus ojos verdes reflejaron resignación y cansancio—. No la llevo conmigo ya que el movimiento excesivo hará que el veneno circule más rápido y morirá en menos tiempo, intente mantenerse lo más quieta posible.

Ella la miró intensamente.

—¿Y si no regresas antes de que muera?

Un par de ojos negros se entrecerraron, y los dedos se aprensaron en la tela de sus rodillas.

—Volveré antes de que se oculte el sol.

—No hagas promesas en vano —susurró ella apoyándose completamente en la yegua, zanjando la conversación al hundirse entre sus delgados hombros.

—No las hago.

Las suaves palabras del joven acariciaron su corazón. Mantuvo los ojos cerrados y sus oídos atentos a los movimientos a su alrededor, incluso cuando las pisadas fueron alejándose rápidamente fuera de la cabaña y no escuchó más que el aire golpeando las ramas de los árboles. Se permitió pensar en las posibilidades de su prematura muerte, no estaría nada mal... si no fuera porque tenía lamentaciones y arrepentimientos justo en ese instante.

Por lo tanto, se aferró en desesperación a su último atisbo de irónica esperanza: un joven Cazador de demonios. 


Hola, hola! Que no se pierda la costumbre de actualizar a media madrugada hahaah

Y como ven, comenzamos con una nueva historia, como lo dije en el apartado de aclaraciones, se presentaría el OoC, el porqué Sasuke habla así tiene sus motivos que se explicará en los siguientes capítulos. Sólo se ha visto poco, pero espero que les haya atraído lo suficiente para pasar cuando actualice el siguient capítulo que lo traeré el fin de semana.

Perdonen los dedazos y palabras de más, eso de actualizar de noche no es buena idea JAJAJA

¿Alguien de ESDS quería ver a Ryu de nuevo? SORPRESA AAHAHA ES QUE NO PUEDO DEJARLO IR SIN MÁS.

En fin, nos leemos luego, ¡gracias por leer!

¡Alela-chan fuera!

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