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Estaba completamente cuerda en un mundo de mentes brillantes aunque nadie lo supiera aún, o al menos las enfermeras pues varios de los internos eran grandes pintores, actores, comediantes, escritores y hasta matemáticos ya que, al convivir con ellos durante un largo tiempo pude descubrir sus muchos talentos que eran invisibles para personas como El Señor Ramsey quien continuaba fingiendo bondad y pureza ante todos nosotros.
Sabía que ese señor solo estaba torturándome y por alguna extraña razón me había convencido de ser otra persona distinta de la que creí ser solo para volverme loca y eso era lo que estaba haciendo rápidamente conmigo al sentir que cada día sus palabras eran verdad.
Mis pensamientos conforme pasó el tiempo ahí dentro fueron destructivos, no originales (es decir que copiaba todo lo que hacían los demás), y deprimentes justo como de auténtica demencia pues sentía que debía acabar con todos aquellos que me hicieran daño de alguna manera ya fuera física o verbal pues mi corazón decía a gritos que mi lugar estaba ahí después de todo, sintiéndome miserable y sensible todos los días desde entonces provocando que mi promesa de asegurar que estaba bien mentalmente se fueran por la borda.
No sabía el porqué de mis actitudes hasta que un ángel vino a mi como caído del cielo pues necesitaba de ese alguien que me mantuviera en la realidad y me despertara cada vez que las crisis ocurrían pues yo NO estaba loca o algo por el estilo, solo estaba "desorientada".
Ese ángel en mi vida se llamaba Brandon Nuran, un chico como de mi edad, ayudante en ese lugar para su carrera de doctor muy parecido a mi novio Tobías físicamente pues sus cabellos eran color oscuro, sus ojos azules como el mar y su tez blanca convenciéndome que él era Tobías, aunque esto no fuera verdad.
—Hola, ¿Cómo te llamas bella chica?, veamos, tu expediente dice que tienes Esquizofrenia paranoide hereditaria y que despertaste de un coma hace unos días diciendo cosas sin sentido.... ¿Estás bien? —preguntó de pronto un chico muy apuesto cerca de mi un tanto preocupado por mi estado de salud pues me acerqué a él besándole las manos.
—¡Ohhh amor mío!, ¡¡Tobías, haz vuelto a mi!, ¡Lo sabía!, ¡Nada de esto es verdad! —aseguré muy feliz saltando de mi cama.
—¿Perdón señorita?, yo me llamo BRANDON NURAN y soy practicante para mi carrera universitaria de medicina psiquiátrica, ¿Ya te dieron tus pastillas el día de hoy? —preguntó el chico bastante confundido con mi actitud.
—¡Ay, lo siento pero es que tú eres el amor de mi vida!, creo que después de hacerme esto lo menos que merezco es un beso, ¿No? —dije firmemente segura de que estaba hablando con Tobías.
—Je,je,je,je, ¿El amor de tu vida? —preguntó el chico algo sarcástico poniéndose rojo.
—Sí mi ángel, por fin te tengo de regreso, ¡Ven conmigo por favor!, te deseo y quiero tenerte de vuelta conmigo, anda, ven junto a mi, aquí, los dos juntos por fin. —dije convencida de que estaba viendo de nuevo a mi azucarado amor.
El chico enseguida torció la mirada hacia atrás suyo sentándose en la camilla para que nadie lo viera asegurándose de estar exclusivamente conmigo para lastimosamente APROVECHARSE de mi sin que me diera cuenta aún pues había encontrado la oportunidad perfecta para tener libre sexo en su trabajo valiéndose de mi estupidez mental misteriosa pues estaba normal hasta que lo vi a él y como mi apariencia era hermosa no lo dudó ni un segundo y pasó lo inesperado.
—¿Quieres entonces besarme o no? —preguntó el chico doctor cerrando la puerta enseguida aprovechándose de su estadía en mi habitación como "doctor".
—¡¡Ohhhh Tobías claro que si mi amor!!, ven conmigo, abrázame con tus cálidos brazos y no me vuelvas a dejar sola, por favor. —dije inocentemente cegada por el supuesto amor que sentía por él, un desconocido que se hizo pasar por mi Tobías a quien donde quiera que estuviera el verdadero lo seguía amando como el primer día.
Y así pasó.... No supe cuando ni donde solo se que pasó con mi eterno amor el cual poco a poco se fue desmoronando de mi mente al igual que mi cordura la cual estaba resultando imposible demostrar que no estaba enferma por lo sucedido esa noche que dolorosamente me trajo consecuencias inesperadas las cuales muy pronto cavarían mi propia tumba de dolor.
Mi calvario inició el día siguiente de lo sucedido. Desperté plácidamente en mi cama abrazando al sol de la felicidad pues mi Tobías por fin había regresado a mi hasta que, al voltearme me di cuenta que el otro lado de la cama estaba VACÍO sin señas de lo que pasó esa noche al mi cuarto estar perfectamente acomodado, la ropa ordenada y el desayuno rutinario que las enfermeras locas nos daban en la cama junto a las mil pastillas que supuestamente debía tomar. Rápidamente tomé un baño y corrí hacia las enfermeras en busca de ayuda pero como siempre creyeron que otra crisis de Esquizofrenia la estaba pasando por mi mente siendo ignorada cruelmente. Con el corazón hecho pedazos decidí buscar yo misma a mi "Tobías" por todo el psiquiátrico encontrándome con una joven enfermera llamada Evelin Ganiman quien sí me atendió muy preocupada por mi estado de locura y su respuesta hacia mi fue quizá la más escalofriante que podía haber sentido en ese lugar.....
—¡Ohhh preciosa niña!, ¿Qué tienes?, ¿Por qué gritas como loca y mis compañeras te siguen con jeringas?, ¿Es una crisis? —preguntó la enfermera bondadosamente acercándose a mi.
—¡Ouuuu!, ¿Eres enfermera? —pregunté algo mareada tropezando con las paredes mientras mi cabello goteaba dejando rastro de por donde iba.
—Sí, soy nueva aquí, vine hace unas semanas, ¿Por qué?, ¿Necesitas algo mi amor? —volvió a preguntar algo confundida.
—¡Gracias al cielo temía que no existiera nadie así aquí!, ¿Has visto a TOBÍAS HUPPERT por casualidad? —pregunté mirando por todo lado en caso de que lo viera por los pasillos.
—¿Ehh?, ¿Cómo te llamas niña linda? —preguntó la nueva enfermera viendo mi gafete de identificación en mi desgarrada blusa color rosa pálida un poco nerviosa disimulando su simpatía conmigo.
—¡CHRISTINA JOLIE RUSSEL JONHSSON!, ¿Lo has visto esta mañana?, anoche estuvimos juntos y me prometió chocolates al amanecer, esto se está tornando raro, ¿No lo crees? —aseguré volviendo a mi estado "normal" un tanto alterada sudando mucho tras correr como desesperada por todos los pasillos.
—.... Amm, cariño, aquí NO hay nadie llamado así. Llevo más de una semana y te juro que no, no, definitivamente no hay nadie llamado así en este lugar. —dijo la enfermera provocando que se me erizara la piel.
—No, no puede ser verdad.... ¡Anoche los dos estuvimos juntos! —afirmé gritando como loca poniéndome las manos sobre la cabeza.
Inmediatamente y sin sentirlo la enfermera que creía y era buena persona se abalanzó sobre mi y de golpe me puso una inyección somnífera dejándome inconsciente sobre el suelo despertando nuevamente amarrada como un cerdo en una camilla repleta de doctores examinando mi mente mediante radiografías y exámenes extraños.
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