Cap. 9- Asuntos pendientes

Steve Lund as Dominik Petros "Avalancha"

Iwan Rheon as Jamie Maddox "Hombre Múltiple"


Selene se sentía inquieta; y no porque, a unos metros de ella, aislado por cristales blindados, Tony Stark estuviese realizando pruebas con la argonita que habían traído, a fin de averiguar cuán peligrosas eran esas gemas para ella.

No, era otra cosa.

Desde que había regresado de Olympia con Thor un par de horas atrás, una extraña sensación de vacío le oprimía el pecho. Tenía un mal presentimiento.

Observó cómo el millonario se despojaba del traje protector, para luego salir de la sala acorazada, cerrando la puerta herméticamente tras de sí. Debía asegurarse de que las gemas contenidas en el interior no afectarían a la eterna que aguardaba fuera, junto con el asgardiano, en pie a su lado.

―¿Y bien? ―Thor fue el primero en preguntar.

―El diagnóstico no es bueno ―ironizó Tony, ocultando así un ligero deje nervioso―. La radiación de la argonita ha destruido todas las células de la muestra de sangre que te extraje ―añadió mirando a Selene―. Has tenido suerte, rubia. Si llegas a pasar más tiempo expuesta a esas gemas, ahora no estarías aquí para contarlo.

Ella exhaló un suspiro.

―¿Y qué puedes decir del origen? ―quiso saber.

―Que no es terrestre, eso seguro. ―Tony se encogió de hombros―. La composición química de ese mineral es muy particular, pero los elementos que la conforman no están en nuestra tabla periódica.

―Debemos destruirlas cuánto antes ―intervino Thor.

―No ―Selene negó categóricamente―. Sabes que no podemos. Fuiste testigo de lo que me sucedió hace unos días. Soy inestable, y eso es peligroso. Me sentiré más segura si sé que contáis con algo que pueda pararme en caso de que vuelva a perder el control...

―No digas sandeces, nunca usaremos eso contra ti ―la cortó el asgardiano, en tono decidido―. ¿No es así, Stark?

Tony guardó silencio durante varios segundos. Quería darle la razón al guaperas. De verdad quería. Pero no era lo correcto.

―Creo que no podemos obviar algo tan importante sin pensarlo bien ―respondió, adquiriendo un gesto solemne―. Confío en Selene, y quiero creer que nunca tendremos que utilizarla, pero es un recurso...

―¡No me lo puedo creer! ―gruñó Thor, interrumpiéndolo―. De nuevo quieres guardar un arma de destrucción, ¿no recuerdas lo que sucedió con Ultron? ―increpó cabreado, a la par que daba un paso adelante, poniéndose cara a cara con Tony.

―Oye, grandullón, intento tomar la mejor decisión para todos ―repuso el millonario, contrariado, apuntándolo con el dedo índice.

―Lo mejor para todos es destruir las amenazas, no esconderlas bajo llave ―objetó el asgardiano, alzando el tono.

―¡Ya basta! ―Selene se interpuso entre ambos antes de que el genio filántropo diese rienda suelta a la verborrea de comentarios sarcásticos y ofendidos que estaba a punto de desatar―. Lo siento, Thor, pero Tony tiene razón. La argonita no es el arma de destrucción; lo soy yo. Él está pensando en el bien de todos. Esas gemas solo me afectan a mí, y yo decido que las guardéis. No hay más que hablar.

El aludido apretó la mandíbula en un gesto de decepción, sin embargo, tras unos instantes de tenso silencio, terminó accediendo.

―Espero que no tengas que arrepentirte de esto ―señaló, aún contrariado y ligeramente dolido.

Selene no dijo nada más, pues en ese instante, Steve entró al laboratorio, seguido de Sam. Ambos lucían demasiado tensos; la eterna supo que el mal presentimiento que la acompañaba desde hacía horas estaba a punto de confirmarse.

―Natasha acaba de llamar ―dijo el supersoldado. En su tono de voz podía percibirse la lucha interna por mantener la compostura―. Alex ha desaparecido.

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El pinchazo en el cuello fue doloroso, pero no tanto como el roce de las esposas en torno a sus muñecas, en especial en la derecha, donde aún sentía el lacerante ardor provocado por el látigo de Blacklash.

Consciente de que no le gustaría lo que estaba a punto de ver, Alex abrió los ojos.

―Vaya, la bella durmiente ha despertado ―canturreó la voz de un hombre a su espalda. Alex creyó reconocer el acento de Jamie Maddox, Hombre Múltiple, el mutante que la había noqueado en el parking, no sabría decir cuánto tiempo atrás. ¿Una hora?, ¿tres...?

Haciendo caso omiso de ese sonsonete socarrón, trató de adaptar la vista al espacio que la rodeaba, pero, por algún motivo que desconocía, le costaba demasiado mantener la atención. Se sentía mareada, atontada. Mucho más de lo que debería tras un golpe en la nuca.

―¿Qué me pasa? ―preguntó, con la voz pastosa y pesada.

Alguien se acercó a ella y, entre las brumas de su visión, logró distinguir el rostro de Dominik Petros, Avalancha, el fugitivo al que ella y Tony se habían enfrentado unos días atrás, mientras Thor ayudaba a Selene.

Petros colocó ambas manos en torno al cuello femenino y solo entonces Alex se percató de que se encontraba en pie, o casi, pues sus plantas apenas rozaban el suelo de cemento. La habían colgado del techo, esposándole las manos por encima de la cabeza con alguna clase de grilletes especialmente resistentes. Con razón las muñecas le dolían tanto, prácticamente sostenían el peso de todo su cuerpo.

―¿Te gusta tu nuevo complemento? ―se burló Maddox, observando como su compañero acariciaba la piel de la joven, a la par que ajustaba un minúsculo mecanismo en el collar que ahora le rodeaba el cuello.

Alex comprendió en ese momento el origen del pinchazo que la había sacado de la inconsciencia.

―¿Qué es esto? ―exigió saber, sorprendida de aún ser capaz de sonar demandante y orgullosa, pese al estado de embotamiento que dominaba sus sentidos.

―Una gargantilla de contención ―explicó Dominik Petros―. Estaban muy de moda en Isla Ryker, los guardias las usaban para mantenernos bajo control a los más poderosos.

―Probablemente notarás un ligero pinchazo. Solo es el coctel de sedantes y barbitúricos que se inyectan directamente en tu sangre cada media hora. Ya sabes, para que no puedas usar tus poderes contra nosotros; pero no te preocupes, no te dormirás de nuevo, es importante que seas consciente de todo ―explicó Maddox, rebosante de falsa condescendencia―. No te lo tomes como algo personal, no podíamos arriesgarnos. Blacklash y Melter aún están recuperándose de la paliza que les has dado.

―Tienes suerte de que Argo nos haya pedido a nosotros que te vigilásemos y no a ellos. Tienen asuntos pendientes con Iron Man, y querían cobrárselos contigo ―agregó Dominik. En su voz se apreciaba un deje de malestar, como si no terminase de encontrarse cómodo con lo que estaba haciendo.

Alex apretó los párpados y sacudió la cabeza. Necesitaba centrarse, buscar un modo de salir de esa. Lo último que quería era convertirse en moneda de cambio. No sería una debilidad para el equipo.

Miró a su alrededor. Aparte de Avalancha y Hombre Múltiple nadie más la acompañaba. Se encontraban en una estancia no muy amplia, de no más de cuarenta metros cuadrados sin ventanas, con paredes de algún material aislante (a juzgar por la pesadez del aire) y sin demasiado mobiliario; no obstante, el poco que se almacenaba frente a ella resultaba escalofriante.

No necesitó más para reconocer la clase de lugar al que la habían llevado; una base militar, probablemente abandonada desde los años cuarenta. Concretamente, debía hallarse en el clásico pabellón al que solían arrastrar a los presos de guerra para los interrogatorios menos cordiales.

En ese instante, la puerta se abrió, dejando entrar una suave corriente de aire que Alex agradeció internamente; no soportaba los espacios cerrados.

Argo, todavía en el cuerpo de Cole Travers, atravesó el umbral y avanzó hasta colocarse frente a ella, entre los dos exprisioneros que ahora parecían obedecerlo como perritos falderos.

―Buenos días, Alexa. ―Los orbes completamente negros del hombre se clavaron en los castaños de la joven.

Ella le devolvió una mirada de puro odio.

―Si piensas que Selene va a dejarte tomar el control a cambio de rescatarme estás muy equivocado ―resopló―. Sabe lo que planeas. No va a arriesgar la seguridad de toda la Tierra por mí. Así que, si pretendes matarme, mejor hazlo ya ―lo desafió.

―Eso lo averiguaremos muy pronto. ―Argo se volvió hacia los mutantes que lo acompañaban―. Amordazadla ―ordenó―. Es hora de hacer una llamada.

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―¿Alguna novedad?

Con un deje ansioso, Tony se acercó a Steve, que acababa de poner fin a otra conversación telefónica con Natasha.

El supersoldado posó el móvil sobre la mesa que ocupaba el centro de la sala de juntas y negó con la cabeza.

―Nat y Wanda ya vienen de camino. Han encontrado el bolso de Alex, y su teléfono destrozado en el mismo aparcamiento del edificio donde trabaja Emma Frost ―respondió, tratando de sonar lo más neutral y calmado posible―. No podemos rastrearlo para localizarla.

―Entonces es un secuestro ―murmuró Tony, confirmando así sus peores sospechas. Como casi toda su generación, Alex estaba enganchada al móvil, era imposible que se lo hubiera dejado por voluntad propia.

Tan solo habían transcurrido un par de horas desde que había recibido la noticia de la repentina desaparición de su hija; un par de horas durante las cuales se había convencido a sí mismo de que a Alex tan solo le había dado por ir a divertirse por su cuenta, tal vez para recordar sus días de estudiante en Boston, para quedar con viejos amigos... Pero ya no podía aferrarse a esa estúpida esperanza.

Selene tomó aire, nerviosa y agobiada. En la sala también se encontraban Thor y Sam. Hasta el momento ninguno de ellos se había permitido dejarse llevar por la preocupación, aún era muy pronto para elucubrar teorías conspiratorias o para ponerse en lo peor...

Pero la eterna sabía que Alex estaba en peligro, lo podía sentir en cada fibra de su ser, del mismo modo que la mutante lo había percibido con ella cuando Argo la engañó para llevarla a aquella cabaña en el bosque.

El problema era que, en esta ocasión, no tenían ninguna pista para empezar a buscar... Sin embargo, de súbito, como si sus pensamientos hubiesen sido proféticos, su teléfono móvil comenzó a sonar.

En la pantalla aparecía iluminado el nombre de Cole Travers.

―¡Chicos! ―Selene volvió el smartphone hacia los demás.

Al reconocer el nombre del joven poseído por Argo, todos comprendieron lo que estaba sucediendo.

―Ponlo en altavoz ―pidió Steve, inspirando hondo y preparándose mentalmente para lo que podría estar a punto de averiguar.

Al mismo tiempo, Tony activó la tarjeta electrónica que llevaba encima, programando a FRIDAY para que rastrease la ubicación al otro lado de la línea.

Selene obedeció la indicación de Steve y dejó el móvil encima de la mesa. A continuación, pulsó el icono que aceptaba la videollamada. La imagen que le devolvió la pantalla hizo que la sangre le hirviera de rabia.

Alex estaba encadenada y amordazada, colgando del techo. Incluso a través de la cámara podía notarse que no se encontraba en buen estado; a lo largo de su brazo derecho destacaba una horrible quemadura y, pese a que no podía verle bien el rostro, pues el pelo y la mordaza se lo cubrían en gran parte, no resultaba difícil adivinar que la habían drogado para evitar que se resistiera demasiado.

A un lado de la chica, permanecían en pie dos de los fugitivos en pose amenazante, muy cerca de un estante con diversos instrumentos militares de tortura; al otro, Argo, con una expresión de triunfo anticipado.

―¡Cómo le hagas daño, juro que me encargaré de que lo lamentéis! ―exclamó Selene, cabreada.

Relájate, Artemis, no te alteres ―la interrumpió Argo―. Tu amiga está bien, por el momento. Al menos viva ―agregó.

―¿Dónde la tienes? ―cuestionó Selene―. Dime dónde estáis ―exigió saber.

Junto a ella, pero fuera del ángulo de la cámara del smartphone, Tony, Steve, Sam y Thor apretaban las mandíbulas en gestos que evidenciaban la preocupación por Alex, y un auténtico rencor hacia el ser que la había llevado a esa situación.

¿Y qué todos los Vengadores lo escuchen? No ―respondió Argo―. Esto es entre tú y yo.

―¿Qué quieres?

Ya lo sabes ―repuso él, sin andarse con rodeos―. Te daré una ubicación. Pero debes venir sola, si acudes acompañada la mutante pagará las consecuencias.

La eterna alzó el rostro, buscando alguna clase de señal por parte de sus compañeros. ¿Qué debía hacer?

Con todo el dolor del mundo pintado en el semblante, Steve sacudió la cabeza en un gesto negativo.

Selene se mordió el interior de la mejilla, antes de responder.

―Tengo que pensarlo.

Lo comprendo, no es una decisión sencilla, tómate el tiempo que necesites ―respondió Argo, ladeando la cabeza―. Pero ten en cuenta que, cada minuto que tardes en acudir a la cita, será un minuto que la telépata pasará en compañía de mis nuevos amigos ―agregó con neutralidad, pero tan cargado de veneno como siempre―. Yo que tú no me retrasaría demasiado; todos ellos tienen cuentas pendientes con los Vengadores. No voy a ser yo quien les prohíba desquitarse con la chica.

―Eres un monstruo ―siseó Selene.

Soy la creación de tu pueblo, Artemis. ¿Quiénes son los auténticos monstruos? ―objetó él―. Y, por si no te queda claro que va en serio... ―Volvió la mirada hacia uno de los exprisioneros que lo acompañaba y le hizo una seña con la cabeza.

El aludido tomó la vara de acero que reposaba contra la pared y la balanceó un par de veces, apuntando al brazo derecho de la joven, para, acto seguido, descargarla en un golpe seco sobre la ya malherida extremidad.

El crujido del hueso quebrándose precedió al terrible grito que escapó de la garganta de Alex, no obstante, amortiguado por la mordaza que le cubría la boca.

―¡Déjala, basta! ―chilló Selene―. Iré a dónde me digas, pero no le hagas más daño.

No tardes. ―Con estas palabras, Argo puso fin a la llamada.

Tony fue el primero en romper el tenso silencio que dejó el pitido final. Aún con los labios apretados en una mueca inescrutable y los nervios a flor de piel tras lo que acababa de presenciar, movió los dedos en el aire, dirigiéndose a su Inteligencia Artificial.

―FRIDAY, ¿has rastreado las coordenadas de origen?

Lo lamento, señor, ha sido imposible, una fuente de energía ajena bloqueaba la red de datos ―respondió la voz electrónica.

―Es Argo ―susurró Selene―. Está hecho de energía, puede provocar esa clase de interferencias.

Tony masculló una maldición entre dientes. Estaban jodidos. Ni en sueños pensaba consentir que esos sádicos le hiciesen más daño a su hija. Pero tampoco podían permitir que Selene acudiese sola al encuentro con Argo. Era demasiado arriesgado.

Todos en esa sala sabían que la eterna haría cualquier cosa por salvar a Alex. Incluso sacrificarse a sí misma... Y todo lo que ello implicaba.

―Tengo que ir ―dijo Selene, dando un paso hacia delante, dispuesta a ponerle fin a las amenazas de Argo de una vez por todas.

―No, Selene. ―Steve se interpuso en su camino.

―¡Tenemos que hacer algo! ―repuso ella, desesperada.

―Argo es muy peligroso, pero no es idiota ―explicó él, tratando de mantener la calma. Una calma que estaba muy lejos de sentir... Pero si quería salvar a Alex, no podía permitirse perder los nervios―. No la matará sin conseguir lo que quiere.

―¿Arriesgáis así la vida de Alex? ―Selene arrugó la nariz en una expresión de indignación―. Pues yo no.

Volvió a moverse, intentando rebasar a Steve, pero él se desplazó a un lado cortándole el paso de nuevo. En un gesto mucho más serio e irascible de lo que era propio de él, tomó a la rubia por los hombros para retenerla. No le importaba que ella fuese más fuerte que él; no la dejaría marchar.

―¿Crees que yo no quiero rescatarla más que nada? ―cuestionó. Una nota de dolor y rabia contenidos amenazó con tomar el control de su voz―. Claro que quiero, Selene. Pero así no es cómo funcionamos los Vengadores. Trabajamos en equipo. Si te cogen a ti, ya no necesitarán a Alex. Entonces nada les impedirá matarla, ¿lo entiendes?

A continuación, dejó escapar un suspiro y tomó una profunda bocanada de aire. Tenía que mantener la compostura. Los demás contaban con él para que tomase las riendas de la situación.

»Iremos a por ella, pero primero necesitamos un plan, debemos pensar con la cabeza fría. No arriesgaré la vida de Alex por haberme dejado llevar por mis emociones.

Tras un breve silencio, Selene asintió, al borde de las lágrimas. Sin embargo, parpadeó varias veces para contenerlas, lo último que quería era romperse ahí, frente a todos.

―Es culpa mía, Steve ―musitó―. Argo no habría ido a por ella si no se hubiera enterado de nuestra conexión.

―No, no digas eso. ―El supersoldado soltó los hombros de la rubia, para pasarle los brazos por la espalda y atraerla hacia él en un suave abrazo reconfortante―. Rescataremos a Alex y acabaremos con la amenaza de Argo. Lo prometo.

Selene volvió a realizar un gesto afirmativo antes de separase de Steve.

Físicamente era la más fuerte de las personas que ocupaban esa estancia (sin contar a Thor, con quien estaría a la par), pero en ese instante se sentía tan débil y desamparada como una niña pequeña. Y no lo soportaba.

Se suponía que era una eterna, y un miembro de la realeza, sin embargo, no dejaba de actuar de forma errática y asustadiza. Odiaba lo que las circunstancias de su vida habían hecho con ella, en lo que la habían convertido. En lo que Argo la había convertido.

―Terminaré el rastreador que Alex y yo estábamos reconstruyendo ―intervino Tony, posándole una mano en el hombro a la rubia. No dijo en voz alta que, sin la ayuda de su hija, le llevaría algo más de lo habitual. No necesitaban más malas noticias―. No descansaré hasta que podamos localizar a ese bastardo.

―Bien. ―Steve asintió, agradeciendo internamente el apoyo de Tony; sobre todo, que este tampoco se estuviese dejando llevar por la ansiedad. Sabía lo difícil que era para el millonario tener a Alex en esa situación―. Thor, acompaña a Selene a su habitación. Debes tranquilizarte, tómate unos minutos ―añadió, mirando a la eterna con un gesto paternal―. Te necesito al cien por cien para terminar con esto. ¿Sí?

La rubia respondió con un cabeceo, para luego coger su teléfono y abandonar la sala, seguida por el asgardiano. Dejó que él la acompañase hasta las escaleras que llevaban al piso superior, pero, una vez ahí, lejos de los oídos y miradas de sus compañeros, lo retuvo tomándolo por el brazo.

―Voy a ir ―sentenció.

―¿Qué? ―Thor arqueó las cejas, desconcertado―. Creía que habías decidido hacer caso a Rogers. Escucha, yo también estoy preocupado por Alexa, es mi amiga y no quiero que sufra, pero...

―No lo entiendes ―lo interrumpió la rubia―. Estoy conectada a Alex, puedo sentir que la están torturando ahora mismo, le están haciendo daño, Thor, mucho daño ―recalcó, esforzándose para controlar el tono de voz―. No podemos aguardar a que lleguen Wanda y Natasha, ni a que Tony repare el rastreador, ni a que Steve elabore una estrategia.

El asgardiano sacudió la cabeza en un gesto de indecisión.

―¿Tienes un plan?

Selene suspiró. Estaba harta de sentirse débil, de tener miedo de Argo, de no poder dormir por las noches a causa de los recuerdos y pesadillas. Ya no lo soportaba más. Tenía que ser valiente, recuperar a la guerrera que llevaba en su interior, a la princesa que alguna vez había sido.

Salvaría a su mejor amiga, y haría que Argo lamentase haber desafiado a una Olympean.

―Sí ―contestó, decidida―, y necesito tu ayuda.

―Entonces cuenta conmigo ―respondió el Dios del Trueno―. No te dejaré sola ante el peligro.

Por primera vez, desde que habían regresado de Olympia, una pequeña sonrisa, cansada, pero sincera, asomó a los labios de Selene.

―Lo sé.


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¿Se sienten las vibes entre mis bebés Thor y Selene? <3 que por cierto, a estas alturas todavía no tenemos nombre para el shipp. Acepto sugerencias ;)

Sorry si se os hace lento o algo, quiero darles a esos dos el desarrollo que merecen y, aunque con Thor es más sencillo lo de crear un enamoramiento (porque él es todo impulsivo y pasional), con Selene es un poco más complicated, ya que ella viene con ese cacao emocional tras haber estado tantos años aislada, perder a su familia, bla, bla, bla..., o sea, creo que no sería coherente que, después del rencor que le tenía a los asgardianos, caiga en los brazos de Thor a la primera. Pero well, que cada vez se acercan más, y personalmente me encanta escribir estas escenas en las que ella va confiando en él cada vez más. No sé, se me hacen muy tiernos ^^

BTW una pregunta, ¿hay por aquí algún lector de Eternity que no haya leído Trojan? Es que me gustaría saber si más o menos se entiende bien todo, o si creéis que debería concretar o explicar algo más en el capítulo de ANTERIORMENTE (cap 0) para que se pille mejor todo el contexto, no sé. Me vendría muy bien alguna opinión al respecto xD

Espero que os esté gustando el que camino que está tomando Eternity, cualquier sugerencia y comentario son más que bienvenidos, as always :)

Muchos besos.

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