Cap. 4- Isla Ryker
A principios de octubre, la brisa nocturna en Nueva York ya empezaba a soplar con cierta fuerza, suficiente para erizar la piel de los transeúntes tardíos al colarse entre sus ropas, aún demasiado veraniegas.
Sin embargo, a Selene el fresco no le molestaba. En la Dimensión Fantasma siempre hacía demasiado calor; el aire era seco y sofocante, tanto que, de haber sido mortal, probablemente habría muerto deshidratada. Ahora, cualquier brisa, por mínima que fuese, le resultaba agradable.
―Espero que no te moleste caminar, conozco un atajo ―dijo Cole, rompiendo el silencio que flotaba entre ellos desde que habían salido del museo―. La mayoría de los neoyorkinos prefieren moverse en taxi o en transporte público, pero así la ciudad no se aprecia en todo su esplendor. Personalmente, me encanta pasear por Central Park al anochecer.
―No te preocupes, también prefiero andar. ―Selene agitó una mano y lo siguió hasta una de las muchas entradas al pulmón de Nueva York―. Pero me sorprende, he oído que Central Park es peligroso por las noches, que lo frecuentan criminales y traficantes...
―Bueno, voy acompañado de una vengadora, de Supergirl, ni más ni menos, literalmente nunca en mi vida he estado tan seguro de los maleantes ―respondió Cole con una sonrisa encantadora.
Selene le devolvió el gesto, a medias. Apreciaba la amabilidad del joven médico, pero una parte de su mente aún seguía en la fiesta, preocupada por si a Tony le disgustaría su repentina marcha; y eso sin contar la parte que todavía no terminaba de aterrizar en la realidad, la que seguía atrapada en el destierro.
Era estúpido, e incluso algo masoquista, pero no podía evitarlo. Se reprochaba a sí misma no ser capaz de centrarse en el presente, en su nueva vida con los vengadores... Pero solo habían transcurrido unas semanas desde su regreso, el peso de una eternidad de tortura emocional no era algo que se pudiese dejar atrás fácilmente.
Se preguntaba cuándo sería capaz de avanzar. Estaba dando lo mejor de sí, tenía la intención, la disposición y los instrumentos, pero, simplemente, algo no funcionaba.
Ni siquiera en una situación como esa, acompañada de un hombre aparentemente maravilloso (todo un partidazo entre la especie humana, según Alex) era capaz de despojarse de esa sensación de vacío que acostumbraba a acompañarla día a día en la Dimensión Fantasma. Incluso se atrevería a decir que, en ese momento, la notaba con mayor intensidad que nunca desde que había sido liberada. Como si la amenaza volviese a acechar a su alrededor, erizándole la piel; y no por el frío.
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―Buenas noches, soy Christine Everhart, informando para la WHIH desde el Museo de Ciencias de Nueva York.
La periodista dio un paso atrás, de modo que el cámara pudiese captar la entrada a la gala, donde todavía pululaban decenas de paparazzi y miembros del equipo de seguridad.
»Para sorpresa de todos, el afamado millonario y superhéroe, Tony Stark, no ha llegado acompañado de su hija, Alexa Stark, como en sus últimas apariciones públicas, sino que lo ha hecho con la nueva vengadora, esa rubia misteriosa a la que, hace tan solo unas semanas, otros medios bautizaron como Supergirl...
―Christine. ―El cámara le hizo una seña a la mujer, que le devolvió una mirada fulminante.
―Que no estemos en directo no quiere decir que puedas cortarme a medio discurso, Brian ―repuso la aludida―. Pienso ser la primera que consiga una entrevista con Supergirl, el mundo tiene derecho a saber quién es, y de dónde ha salido...
―Christine, detrás de ti...
La mujer enarcó una ceja, pero hizo caso y se volvió, justo a tiempo para ver al famoso Thor aterrizar sobre sus talones junto a las escaleras exteriores del museo.
―Oh, esto no pienso perdérmelo ―musitó la periodista―. Vuelve a encender la cámara, Brian, y sígueme ―ordenó, a la par que llegaba corriendo hasta la posición del asgardiano―. ¡Thor!, Thor, aquí. Soy Christine Everhart de la WHIH, ¿podrías responder a unas preguntas?
El rubio la miró con una expresión que vacilaba entre la sorpresa y la vanidad. Esos midgardianos con cámaras y micros siempre aparecían cuando menos lo esperaba para atosigarlo a preguntas o pedirle esos retratos que llamaban selfies.
―Lo lamento, pero no tengo tiempo...
―¿Es la nueva vengadora una asgardiana como tú?
―¿Qué? ―El aludido sacudió la cabeza―. Selene no es asgardiana, es una eterna.
―¿Eterna?, ¿es esa una clase de extraterrestre?, ¿cuál es su planeta de origen?, ¿planean invadirnos?
―No, no, nada de eso. ―Thor frunció el ceño.
―¿Hay más como ella? ―insistió Christine.
―No hay nadie como ella ―repuso Thor, dando así por finiquitada la conversación. No podía permitirse distracciones en ese momento.
En apenas una zancada dejó a la periodista atrás e, ignorando las exclamaciones, preguntas y advertencias, tanto de esa mujer como del resto de las personas que revoloteaban en torno a la entrada del museo, atravesó las puertas y se plantó en medio del recibidor principal, donde se concentraba la mayor parte de los asistentes a la gala.
No llegaron a transcurrir más que un par de segundos antes de que todas las miradas se posasen sobre él y, entre todas ellas, la de Tony Stark, quien lo atajó con una expresión de cierta contrariedad.
―¿Qué haces aquí? Es una fiesta formal, amigo, si querías invitación solo tenías que pedirla, pero no puedes irrumpir así...
―¿Dónde está Selene? ―lo cortó el asgardiano.
Tony Stark arqueó las cejas.
―Sí que te ha pillado fuerte, eh. ―Le palmeó el brazo―. La rubia está bien, la he visto hace unos minutos, debe de seguir por ahí. Deberías darle algo de cancha, de momento no eres su persona favorita, si quieres que eso cambie, acosarla no es la mejor opción.
―No es eso. ―Thor cruzó los brazos y bajó la voz; era consciente de que su presencia llamaba demasiado la atención, sobre todo porque no se había molestado en usar un atuendo midgardiano―. Creo que podría correr peligro... Argo ha escapado de la Dimensión Fantasma.
El semblante de Tony adquirió una expresión circunspecta al instante. Eso eran palabras mayores. Ya habría tiempo más tarde para preguntarle al grandullón cómo se había enterado; ahora la prioridad era localizar a Selene.
Sin mediar más discusión, ambos se dispusieron a buscarla entre la multitud, pero no había rastro de ella. La eterna tampoco era de la clase de mujer que pasaba desapercibida.
―¿La has dejado sola? ―cuestionó Thor.
―Pepper apareció, fueron solo unos minutos, no tendría por qué pasar nada, Selene es mayorcita y sabe cuidarse ―se excusó Tony, bastante incómodo con el deje insidioso de su compañero.
Thor resopló.
―Tranquilo, la llamaré ―volvió a hablar el millonario, ahora usando un tono que pretendía ser conciliador. No ganaba nada dejándose llevar por su orgullo―. No estamos es Asgard, no tenemos que esperar un par de días a que llegue la paloma mensajera ―dijo, al tiempo que tomaba su móvil y buscaba el contacto de Selene.
Por suerte, semanas atrás, Alex había insistido en que la eterna necesitaba su propio smartphone. ¿Qué mejor modo de empezar a entender el mundo actual?
Benditos millennials.
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En lugar de atravesar todo Central Park y llegar al J.B. Melon como era su intención inicial, Selene y Cole terminaron sentados junto a la Fuente de Bethesda, en pleno corazón del parque, compartiendo un par de perritos calientes al más puro estilo neoyorkino.
―Esto está delicioso ―comentó la rubia, que prácticamente había terminado el suyo en dos bocados.
―Te dije que no te arrepentirías. ―Cole sonrió―. No hay nada como la comida callejera, llena de calorías, grasas saturadas y sabor.
―¿Tú no eras médico? ―se burló Selene.
―Por eso lo digo. La vida es corta, veo morir a pacientes casi todos los días. Mejor disfrutarla mientras podamos. ―Se encogió de hombros.
Selene le devolvió una mirada de curiosidad. Cole era de todo menos aburrido, sin embargo, se sentía rara con él, era algo contradictorio. Por un lado, le parecía un buen chico, inteligente, elocuente, divertido y educado, le resultaba fácil hablar con él, no forzaba la conversación y sabía cuándo dejar de tocar un tema; casi como si ya la conociera... Pero, por otro lado, no podía quitarse de encima esa extraña incomodidad, esa inexplicable sensación de alerta.
Probablemente era paranoia suya, al fin y al cabo, hacía años que no tenía una cita (o lo que eso fuera) con un hombre. Debía empezar a relajarse.
―Entonces, Selene Olympean, eres una eterna ―Cole retomó la palabra―. Es increíble. Debe de ser extraño ser la última de tu especie...
―¿Cómo sabes que soy la última? ―La rubia frunció el ceño y le clavó una mirada de desconfianza―. Yo no te lo he dicho.
Cole llevó las manos adelante en un gesto de disculpa.
―Sí, perdona, yo... lo deduje, por la historia que me has contado sobe la Dimensión Fantasma y eso.
Tras un breve silencio, Selene exhaló un suspiro.
―No pasa nada. Discúlpame tú, no debí reaccionar así. Todavía estoy algo... sensible con ese tema.
Cole asintió despacio, como queriendo dar a entender que todo estaba bien. Debía ir con cuidado, no podía perder la confianza de la eterna ahora que empezaba a ganarla.
Antes de que pudiera decir una palabra más, un hombre de casi dos metros aterrizó, literalmente, frente a ellos.
―¡Thor! ―Selene lo miró con una expresión de sorpresa y con cierta molestia. ¿Por qué ese asgardiano siempre aparecía en los momentos más inoportunos?― ¿No te ibas a marchar?, ¿qué haces aquí?
―No respondías a las llamadas de Stark, así que te ha rastreado gracias a tu dispositivo móvil ―respondió, haciendo como si de verdad entendiese algo de lo que estaba explicando, pero se detuvo a medio discurso al reparar en la presencia de Cole―. ¿Quién es ese?, ¿qué haces con él?
Selene se puso en pie para colocarse a la altura del asgardiano.
―No tengo por qué darte explicaciones ―resopló―. ¿Para qué has venido, Thor?
―Tienes que venir conmigo ―repuso él, tratando de fingir que no le afectaba el deje molesto de la eterna, ni haberla encontrado a solas en plena noche con un desconocido que, para qué negarlo, era bastante atractivo―. Es un asunto de los Vengadores.
Selene asintió tras un breve y tenso silencio. Nunca ignoraría una petición de esa clase, ni siquiera si venía de Thor. Por muy entretenida que fuera la charla con Cole, tenía muy claras sus prioridades. Quería ayudar, salvar vidas, proteger... Como hacían Alex, Steve, Tony y todos los demás.
Ella contaba con un gran poder; si en el pasado lo hubiera usado a tiempo, si hubiera luchado junto a los suyos, tal vez los eternos no serían historia... No volvería a quedarse escondida mientras una batalla tenía lugar.
Lucharía, siempre.
Se volvió hacia Cole, con un gesto de disculpa
―Me lo he pasado bien, gracias por escucharme y por la comida.
Él le sonrió de vuelta y asintió, observando en silencio cómo la pareja de rubios extraterrestres emprendía el vuelo y se alejaba, hasta perderse en la oscuridad del cielo nocturno.
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Cuando Thor y Selene llegaron al Complejo, el resto del equipo ya esperaba reunido en una de las salas de juntas.
En torno a la enorme mesa central Wanda y Vision discutían en susurros, mientras Sam, Steve, Natasha y Alex escuchaban a Tony, quien, aún ataviado con el traje de gala, intercambió una fugaz mirada con el asgardiano en cuanto este y la eterna atravesaron las puertas acristaladas.
―Tony nos ha adelantado el motivo de la reunión ―dijo Steve, dirigiéndose a los recién llegados. Tenía la mano derecha apoyada en la mesa, sobre la de Alex, en un gesto de ánimo. Sin duda, la mutante era la que parecía más afectada por la noticia... Y no era para menos, de entre todos los presentes solo ella, además de Selene, se había topado con Argo anteriormente―. ¿Cómo es posible que Argo haya escapado de la Dimensión Fantasma?
Thor pasó a resumir su conversación con el doctor Selvig mientras Selene se quedaba en pie junto al marco de la puerta. Ya sabía la noticia, el asgardiano se la había contado durante el vuelo de regreso al Complejo.
En aquel momento apenas había sido capaz de procesarlo. Su peor pesadilla volviéndose realidad... de nuevo. Sin embargo, ahora no estaba asustada, ni triste, ni deprimida. Lo que sentía era rabia en estado puro.
―Sel... ―Alex se puso en pie y se acercó a ella con paso cauteloso―. Vamos a encontrarlo, no dejaremos que haga daño a nadie más.
Solo en ese instante Selene se percató de que se había convertido en el foco de todas las miradas. ¡Mierda! Se estaba dejando llevar por sus emociones, y la energía cósmica comenzaba a refulgir en torno a sus manos y brazos.
Se obligó a sí misma a respirar hondo y, auxiliada por el enlace emocional y telepático con Alex, logró recuperar el control en tiempo récord.
―Gracias ―murmuró mirando a su amiga, quien le devolvió una pequeña sonrisa cargada de significado. En realidad, no les hacía falta el vínculo para entenderse sin necesidad de palabras.
―Es muy tarde, y estamos demasiado cansados ―Steve volvió a hablar y, aunque no se dirigió a nadie en particular, todos fueron conscientes de que lo decía para que Selene pudiese tomar algo de distancia con la noticia antes de meterse de lleno en el tema―. Lo mejor será que vayamos a dormir, mañana pensaremos una estrategia para abordar esta situación.
Sus compañeros asintieron, de acuerdo. Con que Argo resultase ser solo la mitad de peligroso de lo que Selene y Alex habían contado, sin duda les esperaba una temporada de lo más agitada.
―¿Podemos hablar un momento? ―Thor interceptó a la eterna antes de que ella abandonase la sala tras los demás.
Selene pareció pensárselo unos segundos, pero terminó accediendo. A fin de cuentas, era gracias al asgardiano que se habían enterado del regreso de Argo... Podía concederle unos minutos.
―¿Qué ocurre?
―El hombre con el que estabas antes cuando te localicé, ¿quién es?
―¿Estás de broma? ―La rubia arqueó las cejas.
―No, no es una broma. ―Thor le devolvió una expresión seria, casi parecía el dios que decía ser―. Argo tiene la capacidad de poseer a las personas, tú lo dijiste. Lo siento, pero en esta situación no puedo fiarme de los desconocidos, de ninguno.
Selene resopló y se dio la vuelta. Bajo la atenta mirada del asgardiano se acercó hasta el borde de la mesa de juntas, donde se apoyó un momento. Tras inspirar hondo volvió a dirigirse a Thor.
―Desde que salí de ese horrible lugar no he hecho otra cosa que cumplir con lo que se me ha pedido. Nunca he dejado el Complejo sin que alguien del equipo me acompañase y no he roto ni una sola de esas normas no escritas, pero que todos sabemos que están ahí. He hecho absolutamente todo lo que se esperaba de mí sin poner ni una pega... Esta noche me he permitido, por primera vez, hacer algo solo porque me apetecía, porque, aunque no lo creas, sí quiero disfrutar esta segunda oportunidad.
―No pretendo que no trates de disfrutar esta vida, Selene, yo...
―No, pero cuestionas a la primera persona con la que he tenido contacto por voluntad propia desde hace... siglos ―refutó, sin ser capaz de contener más sus emociones―. Me arruinaste la vida una vez y, aun así, decidí pasar página contigo, por los demás. ¿Tampoco ahora me dejarás ser libre?, ¿seguirás buscando excusas sin sentido para que no pueda vivir mi vida?
―No he dicho eso. ―El asgardiano extendió las palmas de las manos en un gesto de desesperación. ¿Cómo era posible que la conversación hubiera llegado a ese punto? Nada más lejos de su intención―. No es eso lo que quiero.
―¡Entonces qué quieres, Thor! ―Selene se enderezó y en una zancada recortó la distancia que la separaba del dios―. Dime, qué quieres.
El asgardiano apretó los labios en una fina línea. Apenas unos centímetros separaban sus rostros. Ella lo miraba ligeramente por debajo de él, con esos ojos azules tan magnéticos, tan desafiantes, tan expresivos.
Selene no era la única que tenía problemas para mantener sus emociones a raya, Thor también luchaba contra el vórtice de sensaciones que la cercanía de la eterna despertaba en él.
Al principio creía que era la culpabilidad por lo que había hecho su gente lo que había ocasionado su repentino interés en la felicidad de Selene; él era un hombre de honor, un protector de los nueve reinos, sentía que era su responsabilidad resarcirla por el daño que le había causado... Pero cuánto más tiempo pasaba con ella, incluso aunque fuera observándola desde la distancia, más empezaba a sospechar que sus emociones poco tenían que ver con el sentido del honor.
―Quiero que seas feliz ―respondió al fin, con semblante serio―. Quiero que tengas la vida que mereces, sin embargo, eso no sucederá si Argo te atrapa. Sé que lo que mi pueblo te hizo, yo incluido, no tiene perdón, pero eso no significa que no merezca la pena seguir intentando compensarte. Quiero protegerte, Selene.
―No necesito tu protección ―musitó ella, aun asumiendo las palabras anteriores del asgardiano.
―Lo sé. ―Él asintió―. Pero aun así lo haré ―añadió, encogiéndose de hombros con total naturalidad.
Selene enarcó una ceja. Thor podía pasar de mostrarse solemne y desafiante a bromista y despreocupado en menos de un parpadeo.
―Sal con ese hombre si es lo que deseas, prometo que no me entrometeré ―continuó el asgardiano―. Solo te pido que tengas cuidado. Argo podría atacar desde el lugar menos esperado.
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La Isla Ryker a pocos kilómetros de la costa de Manhattan, era conocida como una de las prisiones más seguras de América. Entre los internos recluidos en sus avanzadas instalaciones se contaban varios superhumanos, asiduos enemigos de algunos de los Vengadores.
Tenía fama de inexpugnable y contaba con tecnología de lo más avanzada, además de celdas de seguridad especialmente diseñadas para contener las particulares habilidades de cada uno de sus super-reclusos.
Tal vez por eso los funcionarios y guardias de turno no supieron reaccionar a tiempo cuando las alarmas saltaron en plena noche. Pese a la ardua disciplina y a la exigente preparación, para cuando quisieron actuar, ya era demasiado tarde.
Cuatro celdas estaban vacías.
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Argo era poderoso, y lo sabía. No poseía el poder pleno de un eterno, pero sí residuos de las habilidades de todos aquellos a los que había poseído durante siglos en la Dimensión Fantasma, e incluso antes, en aquellos años de gloria antes de que la familia real decidiese que era demasiado radical, demasiado peligroso...
Era fuerte, exageradamente fuerte, podía volar y también era capaz de usar la energía cósmica en limitadas cantidades. Además, ahora disponía de la supervelocidad de Cole Travers que, para qué mentir, le había resultado de lo más útil a la hora de liberar a los cuatro criminales que en ese momento lo miraban con expresiones de desconcierto y curiosidad.
―Tío, te agradezco que nos hayas sacado de ese foso, pero ¿quién coño eres y qué quieres de nosotros? ―inquirió uno de ellos, un hombre de mediana edad, de rasgos mediterráneos y, al igual que los otros tres, con aspecto de no haber visto la luz del sol en mucho tiempo.
Argo arqueó los labios en una sonrisa torcida. Eran jodidamente perfectos para su plan.
―Blacklash, así te hacías llamar antes de que Iron Man te encerrase, ¿no es cierto? ―comentó en tono despreocupado.
El aludido asintió, aún sin despojarse del todo de la expresión de desconfianza. Y no era para menos, un desconocido con pinta de boyscout los había ayudado a salir de una de las prisiones más inexpugnables del continente, para llevarlos a una especie de almacén abandonado a las afueras de Harlem.
Las paredes descorchadas y los muebles cubiertos de polvo no decían mucho de su misterioso salvador. La curiosidad lo corría, y estaba seguro de que lo mismo sentían sus compañeros ex reclusos.
―Avalancha ―continuó Argo, ahora posando los ojos sobre el hombre situado a la izquierda del que había hablado primero―. Melter y Hombre Múltiple ―añadió, tras pasear la mirada por los otros dos―. Os he sacado porque tengo un trabajo para vosotros.
―¿Y si no queremos hacerlo? ―lo interrumpió ese al que antes se había dirigido como Avalancha. Semejaba ser el más joven de los cuatro (debía estar en la mitad de la veintena), y una fea cicatriz adornaba su mejilla izquierda.
Argo sonrió con superioridad. Al parecer ese era el más temerario, pero también el más poderoso; su mutación le daba la capacidad de generar ondas de choque, e incluso terremotos de diversas intensidades. Era todo un diamante por pulir, tal vez en un futuro tomase su cuerpo. De momento necesitaba seguir en el del cándido Cole Travers.
―Puedo devolveros a ese lugar con la misma facilidad con la que os he liberado, o algo peor ―respondió, filoso, pero sin alterar el tono neutro con el que se había dirigido a ellos desde el principio―. Pero estoy seguro de que ninguno querrá irse cuando sepáis lo que tengo preparado.
―Me da igual, yo solo quiero hacer pagar a Iron Man por meterme en ese infierno ―farfulló con acento ruso el que se hacía llamar Melter, a quien un fallido experimento le había otorgado la habilidad de lanzar rayos fundidores.
El semblante de Argo adquirió una mueca divertida. Se veía que Iron Man era el vengador más popular entre sus nuevos amigos.
―Y lo harás ―contestó―. Sin restricciones, solo quiero que seáis vosotros mismos, que vayáis a por esos que os han jodido la vida. Desatad esa rabia que lleváis dentro.
Los cuatro villanos intercambiaron una mirada. Apenas vacilaron unos segundos antes de asentir convencidos.
―¿Qué ganas tú? ―inquirió Hombre Múltiple.
―A una de ellos ―se limitó a responder Argo.
«El poder ilimitado de la última eterna», pensó.
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Hyyyyy
Well, confieso que estaba algo atascada con esta historia. Aunque tengo la escaleta terminada y muchas cosas jugosas e interesantes planteadas, los capítulos de transición se alargan un poco más a la hora de escribir, y ahí me atasco. Además a Thor y a mí nos cuesta conectar, pero lo vamos superando poco a poco xD.
Sobre este capi algunas cosillas importantes: Christine Everhart es la periodista rubia que sale en las pelis de Iron Man. Los prisioneros a los que rescata Argo de Isla Ryker (y también la prisión), son canon en los comics. Blacklash, Melter, Avalancha y Hombre Múltiple. En los próximos capis veréis algo más sobre ellos y sus habilidades, aunque, como siempre, he modificado un poco su origen y características para adaptarlos a la historia.
Also, me he dado cuenta de que este primer acto va a ser bastante corto (no creo que llegue a los 10 capítulos), pero bueno, la historia en sí no, porque abarcará también el Ragnarok.
Y..... Noticia super importante!!! xD
Powerful Women se ha ampliado, yes jajaja. Ahora además de Trojan (1), Eternity (2), Blackrose (3, quealgún día llegará xD) y Covenant (5) tenemos PROSECUTION (4) una historia del millonario playbloy más cool del cine y los comics. La intro ya está disponible en mi perfil, espero que os guste y os entusiasme tanto como a mí.
Muchísimas gracias
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