💀 Capítulo O4: Pequeños Recuerdos
Cuando Daleth había tomado su decisión. La espalda de Tahiel ya no se encontraba en la tienda, él ya se había ido bastante lejos.
Aquel peli azul bajo su mirada de manera lenta y acaricia la cuerina de su cuello, se la saca con suma delicadeza, y observó de manera detenida el dije de corazón que él le había regalado en esa época a Tahiel, aun recordaba cómo fue.
Fue muy sorpresivo que haya recordado aquel momento humano que pasó con Tahiel, él sabía que era un Voltark, una raza extraña que, una vez convertido, parte de su lado humano se debería a ver extinguido.
Aun no lo comprendía.
Debía ser un monstruo despiadado.
Pero no fue el resultado, aun recordaba parte de su humanidad y aunque parte de los recuerdos eran de algunos fragmentos, en su interior Daleth se sentía tranquilo de que no se haya extinguido del todo su lado humano.
Cerró sus ojos y se dejó llevar por aquel micro recuerdo sosteniendo el dije de corazón y se lo colocó cerca del puente de su nariz.
Recordó que ese día estaba un poco inquieto, ansioso y mientras jugaba con su zapatos balaceándose de atrás hacia adelante en la silla, esperaba pacientemente a que su mejor amigo saliera del salón donde este iba, ya que ambos eran de salones distintos.
Se rascaba la nuca con insistencia, llevando en ese entonces su cabello corto y un arete diminuto en su lado derecho de color negro, pensando en las posibles respuestas que le daría Tahiel, se mordía el labio insistentemente, y mientras los minutos pasaban solo podía soltar ligeros suspiros esperando el ansioso encuentro.
Cuando escuchó que la puerta a su lado derecho se abrió y percibió el bulliceo de los demás alumnos saliendo de la clase, más se impacientó y sus manos sudaban a medida que veía de reojo a los chicos que no eran Tahiel, mordía su labio inferior intentando sacar los pequeños trozos de pellejo que se le formaban en su labio de manera discreta mientras que su mirada se encontraba cabizbaja. Hasta que oyó la voz melodiosa de su mejor amigo.
Al levantar su mirada Tahiel llevaba la camisa un poco abierta dejando a la vista su cuello esbelto al igual que él, ese cabello corto que le venía tan bien. Abrió sus labios y luego los cerró de golpe. Daleth de forma inmediata se levantó y ocultó lo que tenía en su mano derecha, haciendo que su voz sonara un poco forzada, ansiosa y a la vez baja. Él solo pudo escuchar como Tahiel se reía y se acercaba más él, acortando la distancia entre ambos.
Pudo notar como Tahiel abría sus labios mostrando un poco de esa fina dentadura perfecta y de vez en cuando miraba sus labios hasta que se detuvo a unos cuantos centímetros. Daleth no pudo contener más su respiración teniendo en su rostro un ligero tono carmín en su piel oliva. La mente de Daleth daba muchas vueltas y solo pudo mostrarle el dije de corazón con espinas de plata, mientras que un Tahiel confundido había bajado su mirada en aquel dije y estalló en risas.
—Esta es la primera vez que bromeo con acortar la distancia—mencionó Tahiel riéndose—.pero, lo que vi ahora me ha gustado mucho más, verte sonrojado.
Daleth tragó saliva y solo asintió, dio una bocanada de aire, cuando soltó todo el aire de sus pulmones, abrió sus labios de manera ligera, pero no dijo nada, luego de un rato el de cabello azulado habló.
—Te quise dar este dije porque como tu cadena se encuentra sola, lo encontré perfecto —mencionó Daleth con una voz temblorosa pero luego dio una ligera sonrisa.
—¿Un dije de corazón con espinas? Algo inusual, pero me fascina...gracias Daleth —dijo con una sonrisa, se sacó el collar de plata para colocar el dije que le habían regalado.
Ambos chicos habían sonreído en ese encuentro inesperado, pero al escuchar la respuesta de Tahiel lo dejó sin palabras.
—Este dije lo atesoraré siempre.
Se sorprendió, superó las expectativas que tenía y las mejillas de Daleth se encendieron como dos luces rojas de navidad, de manera automática se rascó su nuca en señal de nerviosismo, pero más se sorprendió de la forma en que lo miraba Tahiel no lo pudo descifrar del todo, pero supuso que era de gratitud. Y de repente, sintió que una de las ventanas ingresó una brisa que hizo que ambos cabellos de los chicos se ondearan en la misma dirección.
Ese era el único recuerdo que se le vino a la mente sobre aquel dije que ahora tenía en una de sus manos, dio un ligero suspiro y se lo volvió a colocar en la cuerina. Un recuerdo que Daleth iba atesorar por siempre si es que Tahiel jamás lo recordara.
Pero, de forma inesperada otro recuerdo invadió su mente que duró tan solo una fracción de segundos, se vio a si mismo agarrando un libro de color verde oscuro, las solapas eran gruesas llevando un símbolo de un cráneo con la boca abierta saliéndole tres serpientes, luego la imagen cambió al interior de libro apareciendo una definición que estaba en cursiva «Los Voltark son seres que no se definen como demonios, si no, criaturas con una sangre insaciable. Los genes Voltark se caracterizan por llevar cuernos que son modificados genéticamente por la sangre de Orgos, un ser que no pertenece a nuestro mundo».
Luego otra frase apareció en la mente de Daleth, «Los Voltark, pertenecen a los Vilam, son seres de luz, se llaman de esa forma debido a que conservan parte humana y los que han perdido su humanidad, se les conoce como Moürtak».
Y luego aquellos recuerdos se desvanecieron rápidamente, pero él sabía que era un gran avance, y en su interior quería ser un Vilam y aunque no comprendía por qué anhelaba ese poder, acepto convertirse en ese monstruo para conservar una parte de su memoria, y en su mayoría eran todos con Tahiel.
Con su amado Tahiel.
Daleth miró hacia las afueras y comprendió que ya había atardecido y se preguntó que estaría haciendo ese chico de cabellos castaños, se le formó una gran sonrisa con solo recordar que por él lo había hecho. Por él se sacrificó encerrándose en esa caja esperando su llamado.
[...]
El atardecer apareció al cabo de unas horas y el joven de cabellos castaños observaba cada detalle con curiosidad, como si fuera un niño ante las maravillas exóticas que se disponía a aventurarse cada vez que daba algunos pasos, todo era nuevo para él, las calles, las tiendas, el mismo pueblo le causaba un sentimiento de explorar y visitar varios de los lugares. El aire que se respiraba se sentía diferente, muy distinto a lo que se respiraba en Inglaterra y eso a Tahiel lo dejó más que embellecido.
Recorrió varios lugares de Dalcahue, pero a medida que caminaba en su trayecto de regreso a casa, observó a un pequeño gato que maullaba por el maltrato que estaba recibiendo por unos chicos que lo golpeaban, el maltrato animal no lo soportaba y Tahiel se enfureció apretando sus puños, por más que pasaba el tiempo el escuchar los alaridos del pobre animal, su ira incrementó y apretó su mandíbula dejándola tensa, no midió las posibles consecuencias que podría traer, solo pensaba en salvar al animal de aquellas personas abusadoras, y los enfrentó a pesar que era solo él contra tres personas. La furia lo invadió cegándolo por completo, solo quería que la sangre salpicara en los rostros de esos infelices y se repetía en su mente: «¡con los animales, no!». dándoles una merecida paliza a cada uno a tal grado de dejarlos inconscientes.
Agarró al pequeño animal que estaba malherido en dos de sus patas, era un gato blanco y negro con una enorme mancha negra en su costado en forma de corazón, al ver a Tahiel que se acercaba intentaba huir, pero sin éxito, temblaba por el reciente miedo y a la vez gritaba con un maullido que daba entender que no quería más golpizas. El pelaje de aquel gato se encontraba muy descuidado, al parecer solo tenía heridas superficiales, pero debía asegurarse de que de manera interna estaría bien, así que lo agarró con cuidado.
Pero luego comprendió de toda la reciente adrenalina que a los tres jóvenes que golpeo y que en estatura eran mucho más grande que él, los había dejado inconscientes que terminó quedándose sorprendido.
—¿Cómo hice eso? –mencionó jadeante, pero manteniendo una sonrisa triunfante—.Se acercó a uno de ellos levantando uno de los brazos y vio que no respondía, se volvió a reír—.No sabía que peleaba tan bien, pero espero que se despierten pronto.
El gato le maulló como una señal de que tenía razón y comenzó a ronronear, Tahiel al escuchar sus ronroneos lo acariciaba con suma delicadeza.
—Será mejor irnos de aquí...—susurró por lo bajo, tomó al minino para comenzar a moverse y salir de aquel callejón.
Caminó un par de cuadras más para visualizar si había una veterinaria para atender con urgencia a su nueva mascota, tardo alrededor de diez minutos en hallar una, hasta que encontró y entró al recinto preguntando si podían atender a este gato que lo encontró maltratado por unos chicos que le estaban golpeando. Y de manera inmediata como si el paciente estaba entre la batalla de vida o muerte, una enfermera y una doctora que estaba de turno se lo llevaron para hacer las evaluaciones correspondientes.
Tahiel espero pacientemente, sin darse cuenta de que enfrente de la acera contraría alguien lo estaba mirando con resentimiento, aquella persona apretaba los puños y se secaba la sangre seca que tenía en uno de sus labios, Tahiel no tenía idea que podría correr peligro.
Esperó unos largos pero impacientes minutos hasta que salió la doctora aliviada.
—Tiene mucha suerte tu gato —mencionó ella—.Si no hubieran llegado a tiempo se hubiera provocado una hemorragia interna por los golpes que recibió, afortunadamente sus cuatro patas no presentan rupturas, por lo que solo heridas superficiales, tiene muchísima suerte.
—Muchas gracias por atenderlo —comentó Tahiel—. Se que me cobraran por atenderlo, nada es gratis, pero, solo tengo esto de dinero —mencionó el sacando su billetera.
Ambas chicas se miraron y asintieron aceptando el dinero que Tahiel le había pasado, él sabía que las veterinarias cobraban mucho, pero eso dependía de cada establecimiento.
—Te traeremos a tu minino enseguida —mencionó la enfermera que estaba cubierta con la mascarilla al igual que la doctora.
Al cabo de unos minutos, su minino de blanco y negro con la mancha en forma de corazón salió con algunos vendajes en sus patas delanteras y al verlo en forma instintiva comenzó a maullarle, Tahiel lo recibe y lo acariciaba de manera lenta, se despide de aquellas dos chicas y se fue con su gato, sabía que en el fondo tendría a un gran compañero que le alegraría sus vidas.
Pasó alrededor de cinco minutos tal vez sus diez, ya que debía cruzar parte del bosque, su casa se encontraba en el fondo del espeso bosque de Dalcahue. Al llegar a su casa, bajó a su gato con cuidado y se dirigió al refrigerador para prepararse un emparedado y jugo, llegó con muchísima hambre por lo que no tardó en escoger los ingredientes, encendió las demás luces de la casa comprobando que se encontraba solo, su madre ya se encontraba en el trabajo, caminó hacia la mesa que estaba en la cocina y miró que había una nota.
« Estaré en el trabajo, prepárate algo, cuida la casa y llegaré tarde. Un beso enorme. Te amo ».
—Tu Mamá
Tahiel sonrió al leer la nota, se iba a disponer a subir su pequeño almuerzo observando con entretenimiento como su gato curioseaba por todos lados, sonrió al verlo que ya nadie le podría hacer daño al animal, hasta que escuchó una voz masculina ajena a la suya.
—Qué lindo es tu madre en dejarte una nota.
Tahiel palideció al escuchar la voz del joven, y se preguntaba como diablos había ingresado a su hogar, soltó el vaso que contenía el jugo haciéndose añicos en el suelo, y rápidamente dejó el emparedado en la mesa y su postura se puso en alerta, miró a su gato que se asustó al ver a la persona desconocida y arrancó hacia donde se suponía que estaba el segundo piso dejándolo solo.
—¿Quién eres? Muéstrate—mencionó mirando a todas las direcciones que estaban en plena oscuridad.
—¿Tan mal memoria tienes? Vaya y todas las golpizas que recibimos por tus golpes —dijo el chico que aún no se asomaba.
Pero todo fue tan rápido que Tahiel no tuvo tiempo de reaccionar, los dos chicos restantes lo tomaron por detrás dejándolo inmovilizado, y luego salió el que parecía ser el líder de aquel grupo de tres.
—¡Porque te tuviste que meter en los asuntos de los demás! ¡Nosotros nos divertíamos con ese gato! —exclamaba el sujeto mientras se acercaba con un cuchillo de cocina.
—Ustedes no deberían llamarse humanos par de canallas, son unos monstruos golpear a un... —pero no le dieron tiempo de responder ya que uno de los sujetos lo calló con un golpe directo en el estómago.
—¡Cállate imbécil!
—Fue bastante sencillo seguirte, golpeas bastante bien que me sorprendió mucho, noqueaste a mis amigos, pero yo soy más fuerte, fue una buena jugada y te felicito por eso —comentó el chico quien jugaba con el cuchillo de cocina.
Tahiel no pudo respirar y en su defensa solo puro ahogar un grito de dolor, tardo unos momentos en intentar en respirar, pero otro golpe vino y otro.
Solo pudo notar que la sangre brotaba de su nariz y de su labio, lo agarraron de sus cabellos haciendo que el castaño soltara un gemido de dolor.
Los tres sujetos se reían de como Tahiel daba alaridos de dolor y lo volvieron a golpear, en el trayecto se le había subido su camiseta mostrando parte de su piel y los tres se miraron entre sí, y el rostro del castaño reflejaba absoluto asombro, sabía que ese par de miradas no eran de todo de diversión y de hacerlo sufrir por a verse entrometido en sus asuntos, eran más de lujuria y fue ahí que sintió el verdadero terror.
Por primera vez, sintió un miedo que se reflejaba en sus ojos.
—No...por favor ¡deténganse! —exclamaba Tahiel intentando zafarse de los agarres de los tres chicos que lo sujetaban con firmeza, haciéndole daño en sus muñecas.
El castaño gemía de dolor por la presión que estaban ejerciendo, subiendo más su camisa para admirar su cuerpo, él no quería que lo miraran de esa forma, era asqueroso y por más que intentaba huir más presión colocaban.
Lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas pálidas, no quería ser tocado por esos idiotas.
—Créeme que nos vamos a divertir todos —mencionaba el joven que se acercó de manera peligrosa a Tahiel pasándole el cuchillo por su rostro.
El pecho de Tahiel subía y bajaba de la desesperación e impotencia que sentía, apretó su mandíbula fuertemente y la única respuesta fue de él fue un escupitajo directo en el rostro del que se suponía que era el líder.
—¿Te encuentras bien? —preguntó uno de los sujetos que sujetaba las manos de Tahiel.
—¡Enano entrometido, bueno para nada! ¡nadie me escupe! —Mascullo golpeando el rostro de Tahiel.
Tahiel escupió sangre de su boca tosiendo un poco. Necesitaba a alguien que lo ayudara, imploraba que algún milagro sucediera, que llegara su madre y lo salvara, pero sabía que si llegara le harían algo peor a ella y agradecía que no estuviera. En el fondo agradecía que llegaría más tarde de lo esperado. Si le tenían que hacer cosas peores como violarlo y hacerlo sufrir lo soportaría.
Pero en el fondo de su interior, quería que alguien lo rescatase.
Tahiel escuchaba que las voces se volvían lejanas de ese grupo, pudo sentir que una lágrima bajaba por su mejilla, ya que sintió que lentamente bajaban su pantalón y sabía que lo que harían no se detendrían por las insistencias súplicas que este dijera, era mejor que lo mataran y así acabarían con su sufrimiento de manera rápida.
Varias imágenes pasaban por su mente mientras intentaba recuperar sus fuerzas que había perdido, realmente no quería que lo tocaran, no quería que esas sucias bocas lo lamieran en cada parte de su cuerpo, lo odiaba. Y fue el odio persistente en mirar aquellos rostros burlones, esas caras que lo asqueaban, solo quería matarlos y aplastar sus cuerpos hasta no dejar ningún rastro de ellos. A medida que pasaba el tiempo se incrementaba más ese resentimiento. No quería aceptar que nadie tocara su cuerpo sin su consentimiento y lucharía.
Lucharía por su vida, porque su vida dependía de ello.
Sus fuerzas regresaron para volver a pelear. Rápidamente mordió a uno de los chicos, el sujeto gimió respondiendo con una golpiza en la cabeza de Tahiel.
—¡Eres un maldito! ¡Te haremos pagar por todo! —mascullo entre dientes observando que tenía las marcas de los dientes del castaño.
Tahiel nuevamente iba a morderlo cuando un corte en su estómago hizo gemir de dolor.
—¡Ya me estas sacando de quicio!, apresuremos para violarlo, agarrar todo objeto de valor, y luego deshacernos de su cuerpo.
Al escuchar lo que estaban por planear con más razón lucharía, el dolor en sus extremidades y ese corte que le propinaron eran soportables para él, la herida en su estómago comenzaba a arder, podía soportarlo; solo tenía que batallar, pero nuevamente sus fuerzas se les iban de sus brazos y piernas, el castaño comenzó a despedirse de todo, de su madre, de los recuerdos que formó en Inglaterra y del pueblo de Dalcahue que le había agarrado cariño. Pero luego en su mente recordó un nombre.
Un nombre que tal vez sería su salvación, su milagro ante todo esta crueldad que estaba ocurriendo y le pondría fin a su sufrimiento.
O solo tal vez serían solo una fantasía que había creado su mente.
Con la poca fuerza que tenía, abrió sus labios y articuló el nombre de aquel ser.
—Daleth
Luego fue con mayor insistencia.
—¡Daleth! —gritó con desesperación.
Repitió ese nombre que recordó en los papeles de la caja de madera.
—¡Cállenlo! —ordenó el chico que tenía el cuchillo con la sangre de Tahiel
Lo volvieron a golpear, pero en esas golpizas repitió el nombre de la criatura con todo el aire que le quedaban en sus pulmones. Aunque nadie sabía que ese ser haría que la sangre corriera en esta casa.
De pronto un rayo cayó en las afueras de la casa e iluminó con una intensidad como si fuera de día, de repente toda la luz que estaba en la cocina se esfumó de manera inesperada y aquel sujeto mandó a las dos personas para ver qué es lo que ocurrió, pero luego se escucharon alaridos y de repente silencio.
Silencio sepulcral.
Un silencio que hizo estremecer a cualquiera y de forma imprevista el frio se hizo presente, como si se tratara de un ser inexplicable, como si algo de este mundo hubiera entrado en la casa. El ambiente se volvió asfixiante, imposible de respirar. El frio colaba por los huesos de Tahiel, y pudo notar que a lo lejos vio a una sombra parada que los observaba fijamente, luego miró con detenimiento al joven que sostenía el cuchillo, en el rostro de aquel se reflejaba un poco de nerviosismo y miedo.
Un pavor que recorría en el rostro del sujeto y un ligero sudor frio hizo que de manera agresiva tomara a Tahiel y lo colocó como escudo apuntando el cuchillo en su cuello.
—No te acerques más o lo mato —vociferaba, pero a la vez la voz del joven temblaba.
La sombra se acercó unos centímetros más a la puerta de la cocina y pudo notarse a la distancia una sonrisa siniestra que hizo temblar más al sujeto, pero en Tahiel no hizo efecto, era más de sorpresa que aquel nombre había funcionado y solo pudo decir ese nombre una vez más de sus labios.
—Daleth.
Aquella criatura, aquel ser que al principio era una masa deforme que los observaba a ambos, se pudo notar un aura siniestra, oscura y que al pasar el tiempo se materializó dejando ver su largo cabello bastante desalineado, que parecía una especie de montaña, —parecido al tío cosa de los locos Adams— y que al alzar la vista solo una fracción de segundos miró a Tahiel de manera penetrante. Y ahí supo el castaño que esa criatura era real, esa criatura no era una mera ilusión.
No estaba loco, esa criatura tenía un nombre, y por primera vez pudo entender que su escepticismo de creer en lo pagano era más que real, que esa cosa fuera lo que fuera, tenía un nombre y se llamaba Daleth.
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¿Qué les pareció el capítulo? ¿Con ganas de saber más?
Me gustaría saber tu apreciación me ayudaría muchísimo
¿Teorías, felicitaciones ? acepto de todo
—Se despide Selene Juuri
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