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Advertencia ⚠️: Mención de violencia doméstica y muerte de personaje principal.

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Según las investigaciones del servicio forense, el joven Ikari había muerto por estrangulamiento a manos de su progenitor Gendo Ikari. Ya que en las uñas del castaño quedaron pequeños rastros de piel de su agresor padre.

Lo que hizo Shinji para tratar de defenderse fue arañarle el rostro a aquel hombre que estaba dispuesto a acabar con su vida, pero todo fue inútil porque de todos modos Gendo lo acabó asesinando.

Kaworu jamás se imaginó que en esos momentos en los que le marcaba a su novio por teléfono, éste estaba siendo asesinado por su propio padre.

El albino se sentía más que miserable por no haber ido a buscarlo a su casa como lo hizo en ocasiones anteriores.
También se odiaba por el simple hecho de creer que no había cumplido con aquella promesa que le hizo a Shinji cuando iniciaron su relación: que era protegerlo de cualquiera que quisiera hacerle daño; especialmente de su padre.

Le echó un último vistazo al féretro donde ahora descansaba su amado, antes de que fuera cerrado para siempre y prometió que él mismo se encargaría de encontrar a Gendo Ikari, quien ahora era un prófugo de la justicia.

Nagisa juró ante la tumba de su amado Shinji que se encargaría de hundir a Gendo en la carcel para que pagara por todo el daño que había hecho.

Le hubiera gustado acabar con ese desgraciado con sus propias manos, pero sabía que no valía la pena mancharse las manos de sangre de un sujeto como ese.

Especialmente, al mismo Shinji no le habría parecido. Ya que, a pesar de tanto, él le tenía algo de cariño y respeto a ese infeliz que era lo que sea menos un buen padre.

Aun así, Kaworu sabía que no se iba a quedar tranquilo, no hasta hacer pagar a Gendo por haberle arrebatado al amor de su vida.