Capítulo 2: ¿Somos amigos?
Kunikushuzi ya estaba frente a su casa. Sacó las llaves de su mochila y la metió al cerrojo, pero antes de terminar de abrir la puerta, está fue abierta desde dentro, dejando ver a una contenta Yae.
—¿Ma?
—Yo también me alegro de verte —dijo después de que el ojiazul entrará y cerrara la puerta.
—Ah, si, lo siento, es que me sorprendí de verte después de clases. —dio la conversación por terminada, así que subió para dejar la mochila en su habitación (que estaba en penumbras) y tumbarse en su cama, sin saber que estaba siendo seguido de cerca por su progenitora.
—¿Y cómo te fue el primer día? —preguntó Yae. Se iba a sentar en la cama de su hijo hasta que cayó en cuenta de la poca luz de la habitación. Fue hasta la ventada y abrió las cortinas de par en par, para después abrir las ventanas —siempre a oscuras —se quejó en voz alta.
—¿Pero cuál es el problema? Es mi habitación. —dijo en peli azul irritado dejando su mochila al lado de su cama.
Yae lo miró con una expresión de regaño —Aprobecha la buena luz natural de fuera. Qué eres ¿Un vampiro?
Kunikushuzi suspiró derrotado y se tiró a su cama del agotamiento —¿Y Mamá? —preguntó.
—Vendrá por la noche.
—Va.
—Aún no me dijiste como te fue hoy ¿Hiciste amiguitos?
—Bueno… —empezó a pensar —me perdí en el instituto así que llegué tarde, y cuando encontré mi clase me sentaron con un chico y hablamos…bueno, más bien él hablaba y hablaba y hablaba…. —dijo quejumbroso —creo que se llamaba Kazuha.
—Me pasó lo mismo con tu madre —dijo Yae divertida —, solo que era yo la que “hablaba y hablaba y hablaba” —se rió Yae al recordarlo —Así empiezan las mejores amistades, aunque ahora estamos casadas. —lo último lo dijo en voz baja y pensativa, siendo apenas audible para su hijo.
—Y bueno, no pasó nada más de eso, fue algo aburrido.
—Hablando eso, no hagas que te expulsen. —su semblante se enserió.
—Y ahí vamos de nuevo —pensó el peli azul rodando los ojos mentalmente ya que sería una falta de respeto, y las únicas personas a las que respetada, era a sus madres. Sabía que su intención desde el principio era hablarle de eso, siempre lo hacía, y siempre lo irritaba ¿Qué le costaba entenderlo?
—No pongas esa cara, tengo razones de sobra para decírtelo —kunikuzushi no pudo evitar soltar un suspiro molesto, sacó su teléfono con la intención de ignorarla —¡Guarda ese teléfono ahora mismo! —le ordenó con autoridad, y así hizo, lo guardó bajo la almohada, lejos del alcance de la pelirosa —Yo espero que tus clases sigan así de tranquilas hasta que acabe el curso porque si te expulsan, te juro que haré que estudies en casa hasta bachillerato.
—¿¡Que!? —se sentó erigido sobre las cama, listo discutir ¡No podría seguir haciendo justicia! —¡Pero si no es mi culpa! —No era su culpa que siempre tuviera tan pero tan mala suerte que siempre tenga que compartir clase con acosadores.
¿Qué luego él era quien hacía planes justicieros y moralmente cuestionables para hundirlos? Sí.
Pero Yae no tenía por qué saber eso.
—¿¡Que no!? ¡Kuni, no seas cínico! —alzó la voz con enfado —Aún me siguen llegando mensajes de la madre de Yisu exigiendo que le ayudemos a pagar el psicólogo para tratar los traumas ¡Que tú le hiciste! —señaló.
—Ni la mitad de lo que pagaron sus víctimas… —le restó importancia dejando de estar ergido, tumbándose en su cama.
Yae suspiró harta, ya que siempre era la misma respuesta.
—Ahora mismo no te das cuenta, pero esto te perjudica más a ti. Un día te harán algo si sigues por ese camino.
—De acuerdo, ma... —dijo no muy convencido.
[…]
Ya habían transcurrido cuatro días desde que Kuni había comenzado en su nuevo instituto, y los días seguían igual de aburridos.
Cada vez que pasaba por los pasillos trataba de buscar con la mirada alguna escena de intimidación. Sin darse cuenta, se había acostumbrado a repartir “justicia”. El solo imaginarse planes y planes para hundir a quien se lo merecía, lo hacía sentir una emoción inexplicable, satisfacción, placer semejante al acabar un examen de tres hojas importante que te ha salido bien.
No quería amigos, los lugares donde estudió le enseñaron que la única persona en la que se puede confiar plenamente es un uno mismo.
Por supuesto, trató de hacer caso a lo que dijo Yae, porque tenía un punto en que le podrían hacer algo. Lo intentaron dañar en venganza varias veces pero siempre tenía suerte, presentimientos o cosas así y conseguía librarse ¿Pero hasta cuando le duraría la suerte?
Además, no quería estudiar en casa.
Fueron unos tortuosos dos días tratando de hacer una vida normal de estudiante, pero no pudo aguantar mucho, se volvió adicto a esa sensación de superioridad, era algo que lo llenaba, así que finalmente le importó una mierda la amenaza de su progenitora.
Por otro lado, nadie se le acercaba, o bueno, casi nadie, ya que Kazuha comenzó a estar siempre a su lado como mugre en uña.
Se sentaban juntos en clase, en la única clase de educación física que tuvo esos cuatro días, Kazuha se puso con él, por supuesto, no le molesto (pero tampoco hablaron de nada más haya de las actividades), en el recreo se tomaba la libertad se sentarse con él (aunque apenas hablaban), y por supuesto a última hora se despedía de él con una sonrisa que lo confundía.
Pero aún así, no lo consideraba su amigo.
Y eso nos lleva al escenario de ahora, donde Kunikushuzi estaba dejándose arrastrar por Kazuha, que lo agarraba de la mano con una confianza que el pelimorado no lograba entender.
—¿A dónde me llevas? —le preguntó desconfiado, pensando lo peor del albino, pero en realidad estaba deseando que fuera algo de lo que estaba pensando. No lograba encontrar ninguna escena parecida al acoso en ese instituto.
Era demasiado perfecto.
Era demasiado aburrido.
—Ahora lo verás —contrario a todos los malos pensamientos del ojiazul, Kazuha sonrió con emoción. Lo llevo hasta una puerta metálica con pintura corroída azul que se encontraba dentro del instituto. Trató de abrirla un poco, mostrando por el hueco que estaba bloqueada por unas delgadas cadenas, posiblemente enganchadas en el otro lado de la puerta.
Como si de costumbre se tratara, Kazuha metió la mano por el hueco, se escuchó el sonido de las cadenas metálicas chocando entre sí, y después la puerta fue abierta con facilidad.
Se podían ver una escaleras polvorientas que se dirigían a Dios sabe dónde, Kazuha dio el primer paso subiendo tres escalones, y después miró a Kunikushuzi esperando a que hiciera lo mismo.
—Definitívamente planea algo... —pensó el peli azul en su mente paranoica.
No sería la primera vez que le intentaban hacer una encerrona.
Una persona normal no entraría ahí.
Pero Kunikushuzi no era una persona normal.
Era una persona extremadamente aburrida y con mucha curiosidad.
Se adelantó subiendo las escaleras, y detrás suya escuchó como la puerta era cerrada por Kazuha.
—¿En serio me llevaste a la azotea por ese camino tan complicado? —preguntó sorprendido por lo innecesario de la situación.
—Este instituto es muy grande y esta azotea está apartada de las demás. Nadie entra aquí, ni siquiera los conserjes —dio unos pasos hasta el borde de la azotea. Desde ahí se veía el patio.
Kuni se puso a su lado viendo las vistas. Miró al patio, después miró a Kazuha que tenía una mirada muy tranquila, y después volvió a mirar al frente.
Resopló.
Por un lado Kahuza no cumplió sus expectativas, pero la azotea a la que le había llevado lo compensaba, desde luego no era aburrido si te parabas a pensarlo.
—Pues está bastante limpio teniendo en cuenta que no entran ni los conserjes —comentó echando un vistazo alrededor. No había basura tirada por el suelo, había algo de moho en las paredes pero era normal en las azoteas por la humedad y habían un montón de hojas reunidas en una esquina.
Eso era raro...
—Eso es porque lo limpio —señaló una esquina donde estaba una escoba y un recogedor—Cuando me siento mal y quiero estar solo, subo aquí... Nadie me molesta en este lugar ya que es secreto. —habló con tranquilidad.
—¿Y por qué me lo enseñas si se supone que es un secreto? —le preguntó aun desconfiado cruzando sus brazos.
—Tal vez algún día lo necesites... —apretó levemente los labios.
—¿Qué? —enarcó una ceja. Lo había escuchado, pero no lo había entendido ¿A qué se refería?
—P-pues... —el albino se puso nervioso —ya sabes... Todos necesitamos un momento a solas aveces ¿No? —miro en dirección al cielo —este lugar es muy bueno para pensar…
—No entiendo por qué me lo enseñas, si nos conocemos de hace menos de una semana.
—Bueno... te ves confiable(?
En la voz se le notaba que no estaba muy seguro de su respuesta, después de todo solo se guiaba por sus impulsos. Sintió que tenía que enseñarle a su amigo su lugar secreto y fue lo que hizo.
Transcurrieron unos intensos cinco segundos en los que el más bajito parecía querer analizarlo, hasta que el albino finalmente dijo —¿Importa la razón? —le restó importancia.
—Supongo que no... —también le restó importancia.
Y se quedaron en su habitual silencio observando el patio.
Ambos eran personas completamente distintas.
En lo que al peli azul respecta, ni siquiera eran amigos.
Pero aún así se quedaron en su habitual silencio.
Un silencio tranquilo y para nada incómodo.
[…]
Martes
Ya había pasado una semana desde lo de la azotea, desde entonces Kazuha no volvió a llevar a “su amigo” ahí, ya que, segundo sus propias palabras “era un lugar exclusivo solo para momentos especiales”
Kazuha y Kunikushuzi bajaban juntos por las escaleras ya que tocaba educación física.
Ese día les tocaba dentro del gimnasio.
Era un gimnasio grande con una capacidad de más de 100 personas. El suelo estaba acolchado con caucho verde oscuro. Una de las paredes estaba ocupada en su totalidad por un rocódromo de colores, paredes echas para practicar la escalada y otra estaba ocupada por trepaderas de madera marrón clarito.
La profesora estaba pasando lista para poner faltas de asistencia.
—¿Trajiste ropa de cambio? —le preguntó Kazuha a Kunikushuzi sacando tema de conversación.
—No, de todos modos no hacemos nada.
—En realidad eres tú el que no hace nada —dijo divertido.
Entonces, de repente dos sujetos entraron al gimnasio con sus mochilas, dejaron sus mochilas donde las demás. Acto seguido fueron donde los demás y todos se les acercaron saludando con choques de manos y conversaciones.
Todos menos Kazuha y Kunikushuzi.
Kunikushuzi miraba interesado la escena, por su personalidad, no se iba a acercar. Kazuha miraba fijamente, pero con rencor. Kunikushuzi se percató de esto, haciendo que se interesara más.
Ambos nuevos sujetos finalmente miraron al dúo. Kazuha cambió su expresión a una más tímida pero el rencor era notorio. Fueron unos segundos de una intensa miraba, hasta que uno de los sujetos, con algo de burla, saludó agitando la mano y diciendo mientras se acercaba;
—¡Kazuha, amigo, te eché de menos! —Kazuho en respuesta apartó la mirada fingiendo no haberlo escuchado.
—¡Kaeya y Tartaglia! —la profesora llamó la atención, haciendo que todos la miraran —, que tal un “Hola”, “¿Se puede?” O decir por qué llegáis tarde —su voz hizo eco en el gimnasio.
—Hola —saludó Tartaglia.
—Acabamos de llegar —dijo Kaeya
—Ya, si lo veo —habló con ironía —Venid a que os quite la falta.
Ambos miraron una última vez al dúo y después se alejaron.
—Me voy un momento al baño —avisó Kazuha para después ir a los baños del gimnasio.
Al entrar cerró la puerta, entró a uno de los cubículos, se sentó y se sujetó la cabeza inhalando y exalando mucho aire tratando de tranquilizarse.
Nada más mirarlos, comenzó a sentirse mal, y cuando lo saludó, sintió un revuelto en el estómago que le hizo creer que iba a vomitar.
Había sido un mes tan tranquillo, ojalá los volvieran a expulsar.
Decidió ya era momento de recomponerse así que se mojó un poco la cara y salió del baño, encontrando como todos se dirigían hacia la pared para comenzar con el calentamiento.
Buscó a su amigo con la mirada y entonces lo encontró de culclillas frente a su mochila, mirando algo en su móvil para después guardarlo.
La profesora se puso frente a los demás con su tablet en las manos —¿Alguien quiere calentar hoy? —el silencio fue sepulclar —¿…Nadie? —se podían escuchar los ruidos del patio, ya que ahí también estaban dando educación física —Vale, pues lo echaremos a suertes —en su tablet había una opción que decía nombres aleatorios de la lista.
—Ojalá no me toque, ni siquiera me sé los calentamientos y no quiero que me bajen nota —dijo Kunikushuzi.
Kazuha se rió, ya que en los calentamiento el modus operandi de su amigo era fingir hacer algo cuando su profesora miraba, y cuando se giraba o se mantenía ocupada, no hacer nada.
—Kuni… Kuniku… —Intentó pronunciara profesora.
—Joder —se quejó, ya que le tocaba.
—El karma —se burló Kazuha divertido con la situación.
—Si no dice mi nombre, no salgo.
—Scaramouche. —Kazuha aguantó la risa.
—¿Aún se acuerda? —murmuró con asombro. Este dijo en todas las clases durante sus primeros dos días que se llamaba Kunikushuzi pero que si les resultaba más fácil, podían llamarlo Scaramouche.
Normalmente los profesores no se acordaban e intentaban pronunciar su nombre. Era una escena que le resultaba graciosa.
Pudo elegir otro nombre más sencillo, o simplemente decir que lo podían llamar Kuni ¿Pero qué tendría eso de divertido?
—Seño, yo no sé calentar —intentó escaquearse.
—No pasa nada, de todos modos los calentamiento se hacen en pareja.
—Yo caliento con él —se ofreció Kazuha. Al fin y al cabo, eran amigos.
—Muy bien, ya no tienes excusa, Scaramouche.
El ojiazul suspiro con desdén y ambos fueron al frente para hacer los calentamientos.
—¿Hay algún orden? —le preguntó Scaramouche en voz baja.
—El único orden es que primero van los estiramientos, y después el calentamiento —le contestó igual en voz baja, y miró al frente confiado evitando la mirada de Kaeya y a Tartaglia.
Normalmente se sentía mal cuando le tocaba calentar. Se hacía en pareja, y nadie quería ir con él, pero también Kazuha no quería ir con nadie de su clase. Todos les parecían unos falsos con los que no se quiere juntar.
Prefería hacerlo solo.
Usaba la excusa de que iba con un tal Xiao, un alumno que solo vino a clase la primera semana y después no volvió a aparecer, pero esa excusa solo le duró un trimestre.
—¡Rotación de rodillas! —alzo la voz e hizo el ejercicio. Scaramouche y los demás lo imitaron.
[…]
—Bien, haced equipos de tres para la siguiente actividad —habló la profesora una vez terminado el calentamiento —no de cuatro, de tres —puntualizó —Si veo que no se puede, los equipos los haré yo.
Kazuha resopló, él y Scaramouche solo eran dos…Miró alrededor, nadie parecía tener la intención de acercarse, es más, parecían evitarlos.
—Pues claro… —dijo en voz baja. Pero no se permitió sentirse mal, porque ya estaba acostumbrado.
A Scaramouche parecía darle igual.
Kazuha se acercó a la profesora.
—Seño ¿El equipo puede ser de dos?
—¿Con quien vas?
—Con Scaramouche.
—Yo creo que él ya tiene equipo —y señaló a un lugar a sus espaldas. Cuando miró se tensó.
Scaramouche estaba con Tartaglia y Kaeya. Miraba fijamente como ambos hablaban con el peli azul, que se mantenía callado.
Grande fue su sorpresa al ver a los tres reírse de repente.
—Mira, ese equipo solo tiene dos miembros —la profesora llamó su atención señalando a otro lugar —, úneteles, rápido.
Y sin mucho ánimo, y sintiendo el rechazo de su nuevo equipo, lo hizo.
Al acabar la clase vio como Scaramouche estaba solo sacando su botella de agua de la mochila mientras los demás salían.
Se quiso acercar para que pasaran el recreo juntos, pero Tartaglia y Kaeya se le adelantaron poniéndose a ambos lados de Scaramouche.
En ese momento quedó estático, no se quería acercar a ellos, así que se dio media vuelta, y sin pensarlo mucho, se dirigió a la puerta.
Tartaglia viendo de reojo, sonrió ante ello.
[…]
Después del recreo Kazuha estuvo menos comunicativo, y ya a la salida, Kazuha lo despidió como siempre.
Al día siguiente también tuvo que pasar el recreo solo.
Pensar en eso le deprimía, así que nada más llegar a su casa, se durmió.
[…]
Kunikushuzi se tiro en plancha en su cama. Era el único que se encontraba en casa en ese momento.
Pensó en la manera en la que tuvo que contenerse ese día, viniéndosele a la cabeza los rostros de Kaeya y Tartaglia.
De manera descarada hablaron peste de Kazuha en el recreo, acompañado de chistes que se suponía que debían hacerle reír, pero lo único que consiguió fue hacerlo hervir de la rabia.
Y justo cuando pensaba que podría descansar después molestas voces y carcajadas que serían sustituidas por la voz suave del albino, decidieron sentarse con él en clase, robándole un sitio a Kazuha (sabiendo que él no diría nada), y pidiéndole prestado el sitio a otro.
Pero Kunikushuzi era un hipócrita, y eso bien lo sabía, por lo que tuvo que fingir conformidad.
Desde luego, Tartaglia y Kaeya eran el tipo de persona que él odiaba.
—Por otro lado… —una sonrisa maliciosa surcó su rostro —por fin encontré lo que buscaba.
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Nos quedamos con 2935.
El capítulo ya llevaba casi 4 mil, osea 😩
Así que lo partí. Me cansé, si seguía seguro los diálogos quedaría peor.
Al parecer Kunikushuzi ya encontró lo que buscaba 😈
Pobre Kazuha, se siente excluido, no sabe que Kunikushuzi solo está fingiendo con Kaeya y Tartaglia cuando en realidad no les soporta.
Me hace gracia el siguiente meme, me recuerda a Kunikushuzi de este fanfic, que quedó traumadito desde pequeño, y lo enfoca obsesionandose de una manera... diría mala, pero sería hipócrita porque vengarme de mis bullys es mi sueño frustrado.
Literalmente cree un grupo llamado "Vendetta" específicamente para eso, pero al final nunca hice nada y encima me echó una "amiga" que justificaba el bullying 🥲
Scaramouche:
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