XII
Wisemon trabajaba. Analizaba a los fantasmas que tenía ante él. Que le sorprendía hasta extremos que ni él mismo pudo imaginar.
Ellos estaban en sus plataformas. Sentados. Tampoco estaban muy seguros de lo que ocurría. Se los veía desorientados ante la noticia de que aún vivían.
La Novena Generación aún estaba procesando todo. La desaparición de Livet y el descubrimiento de la verdadera identidad de sus protectores. No sabían cómo actuar.
Misti miraba al héroe del Valor. A su ídolo. De su mochila sacó el pesado tomo y con timidez, se acercó a él. El castaño la miró con sus ojos chocolate, sorprendiéndose al ver lo que llevaba.
—Eso es...
—Y-Yo... soy una gran fan tuya. Desde pequeña leo este libro. Siempre pensé que tu forma de ver el mundo, las estrategias que detallas... son ¡geniales! Me las sé de memoria...
El líder del Valor sonrió con dulzura, para acariciar sus cabellos. Su mirada era relajada, cariñosa. Se había encariñado con la menor. De algún modo, tenía la sensación de que esa cálida energía que ella emanaba le era familiar.
—¿Puedo... llamarte Taichi onii-chan? —preguntó Misti, con vergüenza y sus mejillas notablemente rojas.
En los ojos chocolate del Primer líder se vio ilusión. Pequeñas lágrimas amenazaron con caer, pero hizo el esfuerzo de retenerlas. Puso una mano sobre su hombro, para mirarla.
—Yo tenía una hermana... pero ella se infectó... murió a manos de la persona que más amaba... de su prometido. Ella... estaba embarazada... no pude hacer nada para protegerla. Ese día me enteré de que no sólo mi hermana había muerto, si no que toda mi generación también. Yamato estaba conmigo, se sintió culpable, por eso aceptó la misión al Dark Area... no pude impedirlo. Por eso... oírte llamarme "onii chan"... hace que tenga una sensación muy cálida en mi pecho. Me encanta... me llena de nostalgia, sí, pero también de alegría. Te prometo que no dejaré que te pase lo mismo que a Hikari . Nadie te hará daño
Daisuke miró a su mentor. Recordaba el dolor del más mayor ante la noticia. Cómo habían necesitado la ayuda de Thoma para tranquilizarlo.
Misti lo abrazó. Apoyó su cabeza en su pecho, como intentando oír el latido de su corazón. No lo logró, pero se quedó ahí, protegida por los cálidos brazos del líder.
—¿S-Sois materiales? —preguntó el gato morado, con sus ojos cristalizados.
El Hunter Escarlata bajó de su plataforma, para avanzar hacia su compañero. Lo abrazó con firmeza, conteniendo las lágrimas que querían caer por sus ojos.
—¿Puedes sentirme, Gumdramon?
El nombrado abrió mucho los ojos. Lo sentía Podía sentir a su mejor amigo. Se aferró a él, con miedo a que, si lo soltara, se desvaneciera para siempre.
Shoutmon miraba a Taiki. Estaba tumbado sobre el pedestal, intermitente como una televisoión rota. Sus ojos estaban apretados por dolor, estaba muy debilitado. Se desvanecía lentamente.
Caminó hacia el pedestal. Tanteó, buscando en el lateral un pequeño botón, el cuál encontró.
—Taiki, ¿puedes oírme? Necesito que te muevas para sacar la cama... así no estás cómodo...
Una débil queja fue la respuesta del fantasma. Masaru se acercó, ayudado por Takuya, cargándolo. El Digimon King pulsó el botón. La plataforma se colocó de manera horizontal, abriéndose, dejando ver una mullida cama. El Quinto líder recostó ahí a su sucesor, con rostro preocupado.
—La separación de Livet fue muy repentina... ella debe de estar en otra zona... No sé cómo, pero si podemos permanecer en esta forma, de manera que nos podéis tocar y ver... es porque estamos de algún modo vinculados a la Novena Generación. Su emblema es el que nos permite a nosotros resistir...
—Aniki, ¿estás pensando? —rió Agumon.
—Eso parece. Master estaría muy sorprendido ante eso... —murmuró Gaomon, con la cabeza algo baja—. Master... descanse tranquilo...
Wormon avanzó hacia Daisuke y los demás humanos. Estaba confuso. Él había muerto y había vuelto a nacer. ¿Acaso los humanos no funcionaban así?
—Yo morí una vez... y renací en un Digiegg. Ken y los demás también lo harán así, ¿no?
Los Digimon presentes suspiraron. Si eso fuera así, no estarían tan apenados, tan desolados como estaban. Mantendrían la esperanza de que sus compañeros renacieran. Pero eran conscientes de que no era así.
—No Wormon... —negó Mailbirdramon—. Si un humano muere, ya sea aquí o en su mundo, no renacen... su muerte es para siempre. No hay Digiegg que los salve... El único que puede devolverle la vida a los humanos... es la luz de Vida, el emblema de la rata roja.
Shoutmon sonrió de lado al oír el apodo del pájaro hacia Taiki. Después, suspiró, sentado en una de las sillas. Estaba cansado.
—Es cierto que Taiki tiene el emblema de la Luz de Vida... pero no sé si eso funcionará. Nunca ha probado a resucitar a un cadáver, no lo hemos necesitado...
—La verdad... —murmuró Tagiru, mirando al Digimon King—. Sí lo hemos probado... Cuando nos enteramos de la noticia de que nuestros C.A fueron al Dark Area, tuvimos un mal presentimiento que nuestros lazos acrecentaron cuando estuvieron... infectándose...
—Fuimos al Dark Area... el panorama que encontramos fue desolador... Todos peleaban entre ellos, visiblemente infectados. Kiriha intentaba de algún modo aguantar, resistirse... Taiki le llamó, intentó ir... tuvimos que retenerlo entre Masaru y yo. No podíamos arriesgarnos a infectarnos... no había nada que pudiéramos hacer.
Taichi hablaba, con voz baja, sentado en su propia cama. Shoutmon sacó todas las camas del lugar, para que todos estuvieran cómodos. Greymon y Mailbirdramon sonrieron tristes ante la valentía de todos.
—Protegió a Yamato de Lobomon... pero fue apuñalado por ambos... uno a uno fueron muriendo ante nuestros ojos, sin nada que pudiéramos hacer... Cuando el combate acabó, no pudimos retener a Taiki... decía que él podía salvarlos, curarlos de la infección... Nosotros no sabíamos que él ya había despertado su emblema, le decíamos que era inútil, que los Code Crown que tenía no serviría de nada... —suspiró Masaru.
—Taiki-san se giró hacia nosotros — siguió hablando Takuya, batiendo levemente sus alas, sentado también—. Recuerdo exactamente su expresión. Lleno de determinación a pesar de que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su pelo revuelto por el aire que se había levantado... y un aura blanca a su alrededor.
—Me recordó a cuando Hikari-chan lo hacía —Daisuke rió levemente. Él aún amaba a la castaña, pero sabía que jamás fue correspondido. Que ella amaba a Takeru con toda su alma. Y por ello, se había apartado. Porque quería su felicidad. Lágrimas se formaron en sus ojos al recordarla—. "Yo soy la Luz de Vida." Esas fueron las palabras que nos dijo. Su emblema brillaba en su pecho... todos habíamos pensado que su poder debía ir relacionado por ese elemento, al fin y al cabo era un guerrero de Ishatamon-san...
—Se volvió hacia los C.A. Nosotros ya no teníamos nada que decir, estábamos convencidos de que los emblemas habían desaparecido con la Sexta y la Séptima Generación... nos equivocamos... Taiki-san alzó su emblema, nos dimos cuenta de que era muy poderoso... pero que no funcionó. Allí en el Dark Area la luz era más débil. Lo intentó por varios minutos... no lo logró... —esta vez Takato tomó la palabra.
—Tuvimos que irnos. Llevarnos a Taiki-san que se negaba a marcharse... fue muy duro... Yuujin... —Haru bajó la cabeza, con lágrimas.
El General escuchaba. Recostado, se abrazaba a sí mismo, no sólo por el dolor físico. Si no también el que esos dolorosos recuerdos le traían. Lo había intentado todo.
—Entonces si Astra muere... ¿nunca podré volver a verla? —preguntó Dracomon, con lágrimas en los ojos, abrazando fuerte a la pelirosa—. ¡No quiero eso!
—¡Yo tampoco! —Lopmon abrazaba a Misti de la cabeza, donde la coneja estaba sentada—. ¡Pero por eso yo me haré muy muy fuerte! ¡No dejaré que nada le pase!
—Yo tampoco... —susurró Yoichi, con un leve sonrojo.
—Entonces la luz de Kudou no puede hacer nada con la infección ni con los muertos... ¿Entonces qué utilidad tiene que esté aquí? —bufó Akari, de brazos cruzados.
Beelzebumon se contuvo. ¿Tenía que ser tan maleducado aquel chico? Suspiró, para tomar la palabra.
—La luz de Taiki puede sanar heridas. Al igual que los demás emblemas, es capaz de crear armas ofensivas y defensivas... Aunque en verdad no sé en qué se distingue a las demás luces.
Taichi se levantó. Miró a la Novena Generación, en especial a su pequeña protegida.
—La luz de Hikari... transmitía un calor esperanzador. Estaba muy cercaba al emblema de Takeru. Y en cuanto a Kouji... su emblema era la luz estelar. Una luz especializada en batalla.
Nozomi estaba cruzada de brazos. Algo tenían que hacer. Pero... ¿que?
—¿Cuál es nuestro siguiente paso?
—Encontrar a Livet —dijo Tsuyo—. Y después, rescatar a los líderes. Con su ayuda podremos detener el avance del Dark Area.
—Es posible —suspiró Misti—. Pero aunque los rescatemos, ellos están muy débiles... pueden ser nuestro apoyo, pero pienso que no podemos depender de ellos... es nuestra misión y debemos cumplirla...
Wisemon se levantó de un salto. Ya tenía los datos. Sabía que eran esos fantasmas.
—Ya tengo los datos... ellos... son proyecciones de sus subconscientes, creadas por sus emblemas. Por eso, ellos no sabían si estaban vivos o no. Porque cayeron inconscientes antes de que Taiki detuviera el avance del Dark Area. Por eso dependen de otros emblemas para manifestarse y resistir. Son energía pura. Sin la fuerza del emblema, se desvanecen...
Daisuke seguía derramando lágrimas. El recuerdo de la sonrisa de Hikari no se iba de su mente. Su mentor lo notó. Le abrazó con firmeza.
—Dai... Aún la amas... ¿no?
—Siempre Taichi-san... siempre la amé.
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