XI
Livet no entendía nada. ¿Dónde estaba? ¿Quiénes eran aquellos Digimon que la rodeaban? ¿Por qué seguía sintiendo aquella oscuridad creciendo en su interior? Y lo más importante... ¿dónde estaba Karui?
Aquella mujer de despampanantes curvas la guiaba a través de aquel siniestro lugar. Con cada paso, se sentía más débil. Más cansada. Sentía frío en cada rincón de su cuerpo.
—Bienvenida a tu nueva casa pequeña... nos serás muy útil para nuestros planes... eres una inocente y dulce impar que jamás se ha corrompido... y ese poder nos dará más fuerza.
¿Corromperse? Sí, era cierto que ella era la Novena, una líder impar y siguiendo la tradición, tenía muchas papeletas de caer en la oscuridad.Como habían hecho sus predecesores.
Sin embargo, ella estaba protegida por un líder par. Por el Héroe de la Luz. No debería tener miedo...
Pero lo tenía. Estaba sola, atrapada en un lugar que no reconocía. Vio por el rabillo del ojo que Sistermon estaba a su lado, aunque seguía en su etapa adulta. Algo en su instinto le indicaba que eso estaba mal. Que su compañera no debía haber entrado en la etapa Noir.
Llegaron ante lo que parecía ser la sala de un trono. El lugar rezumaba oscuridad, podía sentirla de manera palpable.
—¡Ah~! ¡Hogar dulce hogar~! El Pandemonio oscuro vuelve a pertenecernos.
En el trono, un ángel los miraba. Sus cabellos rubios, sus plumas bicolor... su sonrisa de burla.
—¿Qué me has traído, Lilithmon?
—Bueno, he traído a la nueva líder. Es una impar. Podría llevarnos hasta donde están sus camaradas. Ya sea vivos o muertos, siempre queda algo de poder en los cuerpos. Mucho diría yo. Y lo restante de sus emblemas, se lo podemos dar a nuestro precioso bebé. E incluso alimentarle con los cadáveres. Que pruebe la sangre de los humanos.
El ángel miró a la peliverde. Su sonrisa creció, mientras avanzó hacia ella. Alzó su mentón, viendo sus ojos oscurecidos.
—Es un buen plan Lilithmon. También podemos tomar parte del emblema de la chica. Manda preparar a nuestro ejército. Que Belphemon también vaya. Veremos si el cristal del todopoderoso Kudou Taiki se abre ante una de los suyos. Mientras... quiero que la investigueis. Esta chica... creo que tiene un potencial que desconocemos.
Lilithmon sonrió, acariciando el hombro de la chica con su garra envenenada, sin llegar a herirla.
—Como ordenes Lucemon. Nos encargaremos de la pequeña líder.
El Digimon sonrió de lado.
—Novena, nos serás de gran ayuda...
Livet no lo entendía. ¿Estaban en el Digital World los cuerpos de los otros líderes? ¿Podría ser que estuvieran vivos? Si realmente estaban protegidos y la usaban a ella... no, no podían hacerlo. Estarían en peligro.
—K-Karui... Van a por vosotros... No me permitas pasar... no lo hagas... no hasta que esté con mi equipo...
Su emblema centelleó por unos segundos, pasando desapercibido ante los ojos de los dos Lord Demons.
Lilithmon la llevó a una habitación, donde varios Digimon estaban en tubos, siendo examinados. La mujer caminó hacia uno, abriéndolo, para empujar a la peliverde hacia su interior.
Por unos segundos, Livet logró salir del trance que la consumía. Se vio encerrada en aquel tubo, que por alguna razón le era tan familiar. Apoyó sus manos en el cristal, dejando que en sus ojos se viera terror. Golpeó con sus puños el cristal hasta que el líquido rosado la envolvió. Poco a poco, cayó en la más profunda oscuridad.
Los vítores de alegría cesaron al fin. Todos estaban felices de haber logrado vencer a semejante cantidad de enemigos sin ninguna baja. Se podría decir que estaban hasta sorprendidos de ello.
La Novena Generación se sentía orgullosa. Lo habían logrado. Habían superado su primera batalla oficial con creces y alcanzado la tan deseada Digievolución. Ninguno se había dado cuenta de la falta de Livet. No aparentemente.
Nozomi y Misti fueron las primeras en notarlo. Las más pequeñas se mostraron extrañadas de que su carismática y sarcástica líder no hiciera ningún comentario al respecto de la batalla. O que no resaltara los numerosos errores que todos habían cometido.
No fueron las únicas en notarlo. Kaji y Yuuki también. A pesar de estar agotados como los demás fantasmas, no eran capaces de ver a Karui con nitidez.
—¡Nozomi! ¡Karui-san se ha separado de Livet!
—Creo que es más correcto decir que alguien se ha llevado a Livet mientras todos estábamos celebrándolo...
Ambas elegidas los miraron. Buscaron con la mirada a la peliverde, sin encontrar rastros de ella. Se acercaron al grupo con rapidez, alarmadas.
—¡Ou-sama! —chilló Misti, con algunas lágrimas. Entre sus manos llevaba el D-Xros plateado y dorado que pertenecía a la Ídol Nocturna—. ¡Se han llevado a Livet-san!
Tsuyo y Yoichi se giraron. ¿Acaso aquello era la sensación de miedo que habían sentido? Miraron a Tamashi y a Kiseki, percibiendo que de ellos no venía... tenían un serio problema.
—Yuuki onii chan dice que Karui-san se ha separado de Livet-san... y que eso es peligroso para él, ya que sin un cuerpo vivo en el que resguardarse... puede morir.
Shoutmon miró a las chicas. ¿Yuuki? ¿Karui? No entendía nada. Abrió la boca para decir algo, pero justo entonces, una extraña sensación cruzó su lazo. Sus ojos se abrieron en grande al oír aquella súplica apenas susurrada.
Se giró, viendo que Dorulumon y Beelzebumon tenían la misma cara de sorpresa. Sus ojos azules se llenaron de lágrimas, que dejó caer.
—¿Qué sucede? —preguntó Agumon, viendo al T-Rex en ese estado.
—Mi lazo... mi lazo ha encontrado a Taiki... ellos... ¡están vivos! ¡Todo el Xros Heart lo hemos sentido!
Los fantasmas se miraron entre ellos. ¿Acaso era posible? Sus caras expresaban una absoluta sorpresa.
—No sabía que los fantasmas pudieran expresar sorpresa —ironizó Akari, cruzado de brazos—. ¿Y qué si se la han llevado? No ha hecho mucho durante la batalla, no la necesitamos.
Kumiai estuvo a punto de decir algo. Pero alguien se le adelantó. Tamashi lo hizo, manifestándose totalmente sin él mismo darse cuenta, ante la mirada de shock de los Digimon.
—¡¿CÓMO PUEDES DECIR ESO DE TU LÍDER?! ¡Ella se paralizó al sentir la oscuridad cerca! ¡Los impares somos más dados sentirla y a caer en ella!
—Vamos, que nuestra "jefa" es una verdadera bomba de relojería...
—¡Te voy a enseñar YO lo que es ser una bomba de relojería, mocoso insolente!
—¿Aniki?
Sólo cuando esas palabras fueron pronunciadas, cargadas de todo el sentimiento del mundo, la Novena Generación fue consciente de que el fantasma estaba siendo visto por todos. Tsuyo no supo como reaccionar, Agumon se había acercado a Tamashi con los ojos llenos de lágrimas.
—Aniki, ¿de verdad eres tú?
Tamashi suspiró, como lo hicieron todos los fantasmas. Yuuki miraba con algo de molestia al nombrado, pero no había nada que él podía hacer para enmendar el error.
—¿Podemos ir a la sala de los emblemas? —pidió el fantasma que era visible, sacando de su shock a los Digimon.
Shoutmon carraspeó, para llevarlos a la nombrada sala. Ésta tenía dieciséis plataformas, situadas en semi círculo, separadas de dos en dos. Las vidrieras de la pared dejaban entrar toda la luz del sol en el lugar.
Los fantasmas se acercaron a las plataformas, situándose cada uno en una. Se dejaron ver, aumentando la sorpresa de todos, la cual creció cuando las plataformas reaccionaron, mostrando los emblemas de cada uno.
Misti miró a Yuuki y luego a su emblema, sin creer lo que veía. ¿Cómo había estado tan ciega?
—Supongo que ya es tontería que nos escondamos... nosotros, elegidos del pasado, teníamos la misión de proteger y cuidar a la Novena Generación para que no cometiera los mismos errores del pasado. Para ello, de algún modo, vinculamos nuestro restante poder en sus emblemas y nos presentamos con nombres falsos... y es hora de revelar la verdad. Mi nombre no es Yuuki, si no Yagami Taichi, elegido del Valor.
La plataforma del nombrado estaba situada a la izquierda de la sala. Ante la proclamación de su emblema, ésta brilló, resonando con su poder
—Mi verdadero nombre no es Kiseki... si no Motomiya Daisuke, elegido de los Milagros.
La segunda plataforma también resonó con el emblema del pelirrojo menor.
—Yo no soy Kumiai. Mi nombre es Matsuki Takato, elegido de la Unión.
La tercera plataforma brilló, junto a la sonrisa del fantasma.
—Kaji es mi emblema. Yo soy el Ángel de Fuego, Aldamon y el líder de la Cuarta Generación, Kambara Takuya.
La plataforma se iluminó, emanando también algunas llamas.
—Tamashi es la representación de mi poder. Yo soy el Luchador Invencible, Daimon Masaru, elegido del Alma.
La quinta plataforma también se iluminó. Karui no paraba de distorsionarse, inestable, así que su pupilo tomó la palabra.
—Unmei es lo que represento. Yo soy la Superestrella, el líder de los Hunters, Akashi Tagiru, elegido del Destino.
La séptima plataforma se iluminó, dejando ver la alegría del menor.
—Karisuma es mi emblema. Yo soy el líder más reciente, el Applidriver. Yo soy Sinkai Haru, el elegido de la Carisma..
La octava plataforma también se iluminó.
Todas las miradas se posaron en la sexta plataforma. Aguardaron unos segundos a que pudiera tomar forma física, aunque apenas la podía mantener.
—Karui es lo que soy. Mi poder. Yo soy el guerrero de Ishatamon. El General Rojo, lider del Xros Heart United Taiki. Mi nombre... es Kudou Taiki...
Sus ojos miraron a Shoutmon. Cayó de rodillas, para desvanecerse por unos segundos. Su imagen mostraba dolor.
—A-Ayuda... S-Shoutmon... S-Seguimos v-vivos... Y-Yo los protegí. Y-Yo impedí que el D-Dark Area avanzara más... p-pero... e-estoy infectado... N-No aguantaré...
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