VI
—¿DualOmniShoutmon? —fue la pregunta que realizó Nozomi—. ¿Estamos hablando de ESE Shoutmon? ¿Del que fue el compañero del legendario Kudou Taiki?
—Eso parece —asintió Tsuyo, mirando su D-Xros—. Aquí pone: "Antes este lugar se conocía como el Valle de las Sonrisas, zona perteneciente al Ejército del Xros Heart United Army, liderado por el General Rojo Kudou Taiki y el General Azul Aonuma Kiriha".
La sorpresa era generalizada. Aquel lugar había crecido con los años de una manera inédita. Era una gran ciudad. Una gran ciudad convertida en la capital de un gran reino.
—Deberíamos ir a hablar con el Rey —Livet se veía relajada, mirando desde la colina el bellísimo palacio, que reflejaba la luz del sol y en cuyo mástil ondeaba de manera orgullosa la bandera del Xros Heart—. Y presentarnos oficialmente.
—¿Cómo hay que comportarse ante un rey? —preguntó Misti, un poco nerviosa, jugando con su cinturón. Ella llevaba una camiseta sin mangas azul, decorada con pequeñas machitas blancas, un pantalón corto marrón y unas botas negras.
—Sólo sé tú misma, Copito de Nieve.
La Novena Generación caminó hacia el castillo. La ciudad que había ante el palacio estaban llenas de Digimon, que miraban con suma sorpresa a los ocho humanos que andaban relajados.
Llegaron a la puerta del palacio, que estaba siendo custodiada por un Knightmon y los PawChessmon, que se pusieron en guardia al ver que se les acercaba alguien.
—¿Quién va? —preguntó el Digimon más alto.
—La Novena Generación —bufó Akari, mostrando su D-Xros.
—Quisiéramos hablar con el Rey DualOmniShoutmon, para informarle de los términos de nuestra misión y para ofrecerle nuestros servicios —siguió hablando Livet, con serenidad—. ¿Nos permite el paso?
Knightmon asintió, abriendo las puertas del palacio, para guiarlos. Yuya iba cerca de Nozomi. Le preocupaba que la chica pudiera volver a tener una crisis respiratoria. En cambio, la pelinegra miraba todo con curiosidad, admirando los elegantes pasillos que había ante ella.
Tsuyo hablaba con Astra. Dracomon iba sobre el lomo de Volvomon, riendo feliz. La pelirosa agradecía el gesto del pelirrojo. El dragón azulado tenía la mentalidad aún de un bebé y necesitaba ese tipo de diversiones.
Akari hablaba con Yoichi. El pelirrojo de ojos avellana miraba su emblema. ¿Por qué él tenía el emblema de la destrucción? ¿Tendría algún rol determinado de gran importancia? ¿Debía destruir a alguien? Y si así era... ¿a quién era?
El peligris intentaba animarlo. Sabía que eso le estaba afectando, dándole un fuerte quebradero de cabeza.
Misti iba cerca de Livet. Intentaba entablar una conversación con ella, pero no era tarea fácil. Sistermon, en cambio, era muy sociable y amable. Todo un contraste con la chica de cabellos verdes, que estaba en silencio, metida en sus más profundos pensamientos. No quería abrirse demasiado a los demás.
—Livet-san, ¿qué edad tienes? ¿Estudias algo? Cuando llegaste a la prueba, dijiste que te acababas de mudar a la cuidad hacía poco...
—Así es —asintió—. Yo no vivía aquí, por eso no sabía dónde se encontraba exactamente el Santuario Digital. En cuanto a las otras preguntas... te contesto porque me caes bien Copito de Nieve. Tengo dieciocho años, al menos fue lo que me dijeron, y estudio esctritura creativa y periodismo.
—¿Y los tatuajes de las cadenas? —preguntó Nozomi, con curiosidad.
—Las tengo desde que tengo memoria, Flor de Loto. Como la marca de mi hombro. No sé qué simbolizará, pero según me han dicho, es de nacimiento.
—¿Flor de Loto? —la pelinegra miró su emblema.
—¿Es que tienes apoditos para todos, jefa? —se quejó Akari, marcando con énfasis la palabra " jefa".
—¿Y por qué no debería tenerlos, Daemon?
—¡¿DAEMON?!
Tsuyo comenzó a reír, como lo hizo Yuya. Le quedaba bastante bien ese mote al portador de la destrucción, aunque a él no parecía agradarle. En cierto modo era comprensible, le había llamado Demonio.
Incluso Misti reía de manera dulce e inocente. Eso fue ya la gota que rompió la paciencia de Akari. Se acercó amenazante a la menor, agarrándola de los hombros, con fuerza.
—¡Akari, sueltala! —exclamó Yuya, acercándose rápido.
No pudo acercarse más. Cuando Akari comenzó a zarandearla, un brillo anaranjado se alzó del pecho de la más pequeña, empujando varios metros atrás al pelirrojo.
Aquel brillo naranja salió de Misti, sosteniéndola, tomando la forma corpórea de un chico castaño, grandes ojos marrones y una mirada muy seria. Llevaba una camiseta azul y unos vaqueros.
—Vuelve a ponerle las manos encima y tendremos que lamentar la primera muerte en esta nueva generación.
Fueron las palabras que salieron de su boca. Su voz estaba algo distorsionada, como su figura, pero el mensaje.
—¡Yuuki onii-san! —exclamó la castaña al verlo. Se sonrojó al notar una suave caricia en su pelo por parte del fantasma.
—¡Eres el mentor de Kiseki! —casi que chilló Yoichi—. Te vi en mis sueños...
—¿Kiseki? —según proncunció esa palabra, sonrió con nostalgia—. Ya veo... es un placer conoceros, Novena Generación. Me llamo Yuuki. Espero que cuidéis bien de esta pequeña valiente.
Apoyaba sus manos sobre los hombros de Misti, que estaba sonrojada ante esas dulces palabras.
—¡Oe, Kumiai! ¡¿Por qué no me defendiste?! —se quejó Akari, levantándose del suelo, poniéndose en guardia.
—Porque te merecías ser golpeado. Yuuki-san lleva razón. No puedes atacar así a nadie, y menos si es menor que tú.
Kumiai se dejó ver: sus cabellos cortos castaños, sus ojos marrones, su piel blanca. Llevaba una sudadera azul clara y unos vaqueros. Miraba con decepción al muchacho, por lo que suspiró levemente.
—Lamento lo que este idiota te ha hecho pequeña. Yo soy Kumiai. Es un placer conocer a esta nueva generación.
Livet estaba en silencio, mirando a los dos fantasmas ante ella. ¿Dónde los había visto? ¿Por qué eran tan familiares para ella? Aunque por las miradas de los demás, también parecían reconocerlos.
Yuuki sonrió levemente a Kumiai, para ambos dejar de ser visibles, convirtiéndose en unas esferas de luz, que entraron en el pecho de los correspondientes elegidos.
Llegaron a la puerta del salón del trono. Knightmon abrió las puertas: sentado en el trono, hablando con varios Digimon se encontraba el rey, de imponente aspecto. Era un Digimon bastante alto, como de 1'90, de figura esterilizada.. Su cuerpo tenía diversos colores, entre ellos el rojo, el dorado y el negro. En su cabeza llevaba una corona. Una capa rojiza completaba su atuendo.
A su lado, un ángel de plumas negras y un león, recostado mansamente junto al trono. Sentados en unas sillas, estaban WarGreymon, Magnamon, WarGrowlmon, RiseGreymon, Arrestradromon y Gatchmon. Parecían estar teniendo una reunión.
—¡Mi rey! —exclamó Knightmon, con firmeza—. La Novena Generación solicita una audiencia con vos.
—¡Knightmon! —fue la respuesta molesta del soberano. Los ocho humanos temieron que su llegada hubiera molestado al Digimon—. ¡¿Cuántas veces te he dicho que me tutees?! Hemos luchado codo con codo, así que nada de tratarme de esa manera.
Los humanos suspirados aliviados al ver que no era su presencia lo que parecía haber molestado al rey. Éste se dio cuenta, riendo algo nervioso, para rascarse la nuca.
—Jeejeje, lamento el espectáculo. Soy DualOmniShoutmon, aunque más brevemente Shoutmon. Sois la Novena Generación, ¿no? ¿Qué os trae por aquí?
Livet avanzó, junto a Sistermon, Yoichi y Tsuyo, con sus compañeros correspondientes. Hicieron una respetuosa reverencia, para que ella comenzara a hablar.
—Shoutmon-sama. Soy Lee Livet, líder de esta generación. Veníamos a informar de que reanudaremos la misión de las generaciones anteriores, es decir, el estudio del Dark Area y de las amenazas que contengan. También venimos a ofrecer nuestros servicios, ya que somos la única generación vigente.
WarGreymon se levantó ante eso, con visible molestia. Misti tuvo la impresión de que, dentro de ella, Yuuki se estremecía de tristeza.
—¿A qué te refieres con lo de "la única generación vigente?" Nuestro mundo cuenta con otras ocho, nada más y nada menos. Nosotros somos los compañeros de los líderes...
Nozomi tapó su boca. Tenían un problema muy serio. ¿Acaso los Digimon no lo sabían...?
—Además, la misión de Haru y de los demás era la de averiguar qué efectos negativos ha causdo el Lapso Digital, no el Dark Area —rebatió Gatchmon.
La Novena Generación se quedó callada por unos segundos. Realmente tenían un serio problema. Tenían que decirles que sus compañeros....
—Disculpen —intervino Tsuyo, mirándolos—. ¿Han sabido algo de los otros líderes o de los otros C.A?
—La verdad es que no —suspiró WarGrowlmon—. Takatomon y los demás deben estar ocupados...
—O se les habrá freído los comunicadores que les dimos —suspiró RiseGreymon, algo apenado.
La elegida de la Paz no pudo contener las lágrimas, como Misti, ambas abrazadas por Astra y por Yuya. Akari se mantenía cruzado de brazos, en silencio, sin saber muy bien qué decir ante eso.
Yoichi y Tsuyo se miraban ante ellos, para luego mirar a su líder. Parecía estar pensando cómo decirlo de manera sutil y delicada, cosa que no pegaba en nada con su personalidad.
—Así que no lo saben... —se cruzó de brazos con un suspiro.
—¿Qué no sabemos? —demandó Magnamon.
Livet los miró. Mordió leve su labio, para tomar aire, aclarando sus pensamientos, buscando la manera.
—La misión de las viejas generaciones era investigar el repentino avance del Dark Area y si tenía relación alguna con el Lapso Digital. Partieron a un laboratorio cercano a ésta, aquí, en el Digital World. Sin embargo, la cosas no fueron como los investigadores pensaron... —habló Tsuyo.
—Los científicos descubrieron que aquello que mataba a los Digimon cercanos era capaz de infectar a los humanos. Se le llamó la Cristalización y afecta principalmente al cerebro... en resumen, vuelve locas a las personas. Las Generaciones fueron encargadas de ver porqué había partículas del Dark Area en nuestro mundo, infectando a gente inocente... —suspiró Astra, con Misti en sus brazos.
—Las cosas... empeoraron —Nozomi hablaba, con la voz entrecortada—. Los científicos se infectaron... pero no sólo ellos. Las... Generaciones se infectaron. Trasladaron a los líderes y a los Compañeros de Armas a un templo cercano al lugar... estableciendo la última línea de contención frente al Dark Area.
—La razón de su traslado...—Misti intervino en la conversación—. Fue porque el resto de las Generaciones... murieron. La Cristalización hizo que perdieran la cordura... y se mataran entre ellos.
—Los Compañeros de Armas fueron los siguientes en caer... fueron a una misión al Dark Area... no regresaron —suspiró Yoichi—. Cuando se comprobó que el laboratorio volvía a ser seguro, mandaron de vuelta a los líderes...
—Nunca regresaron al Mundo Humano —negó Livet—. El Dark Area se expandió, destruyendo el laboratorio. Jamás se encontraron sus cadáveres... El gobierno los dio por desaparecidos... pero todo el mundo dice, hasta Apollomon-sama y Alphamon-sama creen que están muertos.
Ninguno de los Digimon presentes dijo nada. Sus rostros mostraban absoluto shock ante aquellas palabras. Los humanos mostraban pena en sus rostros.
DualOmniShoutmon se puso en pie de golpe. Llevó sus manos al pecho, como buscando. Buscaba en su lazo la presencia de su general.
—N-No le siento... ¡no siento a Taiki...!
Con desesperación miró al ángel y al león, que negaron con la misma tristeza que el soberano. El Digimon King se sentó de vuelta, pálido, con lágrimas en sus ojos azules.
—N-No puede ser... ¿ellos estuvieron aquí y no nos enteramos? ¡¿Por qué no hemos notado que ellos estaban aquí, y en peligro?! ¡¡Hemos desatendido nuestro deber como compañeros!! ¡¡Los hemos dejado morir!!
Livet le miró, con tristeza en su mirada.
—Tengo la sensación... de que ellos lo hicieron por vuestro bien... para que no desantendiérais vuestra tarea como rey... para protegeros. Y ahora, nosotros estamos aquí para terminar esa misión. Nosotros somos la clave dorada, somos la solución. Somos aquellos que al fin traeremos paz y vengaremos a las generaciones pasadas... os lo juro... majestad.
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