Habían pasado ya muchos años desde que una generación de elegidos pisaba el Digital World. En todos esos años, la tecnología había aumentado en el Mundo Humano de manera descomunal. Era parte del día a día de todos los que vivían en ese mundo. Desde los más pequeños a los más mayores.

Años atrás, había ocurrido lo que se había denominado como Lapso Digital. Todos los multiversos se habían unido en uno solo, causando grandes estragos, atrasando o adelantando el tiempo para algunas personas.

El mundo se volvió un auténtico caos...

Para intentar arreglar la situación de la mejor manera posible, se dividio por zonas todas las ciudades en cinco zonas, clasificando a sus ciudadanos dependiendo de la zona del multiverso a la que perteneciera.

La zona Alfa: Perteneciente a la zona del multiverso donde años atrás habían vivido las dos primeras generaciones.

Zona Delta: Correspondiente al multiverso de los Tamers.

Zona Ómicron: Correspondiente al multiverso del Ángel de Fuego.

Zona Ípsilon: Correspondiente al multiverso del D.A.T.S

Zona Omega: el multiverso original, donde habían convivido sexta y séptima generación.

Zona Neutra: perteneciente al multiverso de los AppliDrivers.

En la actualidad, las zonas ya estaban desaparecidas. Toda la población ya estaba bien acomodada en su nueva zona temporal, la crisis había sido superada. Y sin embargo, seguía sin haber nuevas generaciones.

Así que, tanto Digimons como Humanos, preocupados por la situación y por el inesperado avance del Dark Area, habían comenzado un ritual.

Cada diez años, los niños de entre 14 y 25 años recibirían un Digimon en etapa bebé. Deberían ser capaces de cuidarlo para que evolucionara a su etapa infantil. Una vez logrado ese objetivo, se convocaba una serie de pruebas para ver las capacidades del lazo entre esos niños y sus compañeros.

Nadie pasaba a la siguiente fase. Los lazos no eran lo suficientemente fuerte para que los Digivices situados en la mesa reaccionaran. Los emblemas tampoco reaccionaban.

Los Digimon se quedaban a vivir con sus compañeros. Al humano y a su familia se les otorgaba unos derechos especiales por ello. No todos estaban de acuerdo con esa medida, pero no había mucho que pudieran hacer.

Y conforme el tiempo avanzaba, el Dark Area avanzaba cada vez más. Informadores del Digital World decían que, los datos que aquel lugar iba absorbiendo se estaban transformando en un gigantesco Digiegg oscuro. Una gran amenaza para ambos mundos.

Una amenaza que año tras año crecía sin que nadie ni nada pudiera ponerle freno o remedio.

Los Humanos que habían ido al Digital World y habían entrado en contacto con el Dark Area habían enloquecido. Enfermado. Un cristal negro había comenzado a recubrir su piel hasta causarles la muerte.

A éste fenómeno se le conoce como Cristalización. No había ninguna cura. Nadie sabía desde cuando aquella enfermedad había estado en aquel mundo de paz. Pero era peligrosa.

Ya nadie se acercaba a los límites seguros de las zonas. Era demasiado peligroso.

Así llegó otro año de pruebas. Un año, donde ocho chicos lograron llegar a la fase final. Una que les pondría contra las cuerdas para ver si ellos realmente podrían ser la nueva generación que los salvara a todos. La Novena Generación que tantos años se llevaba esperando.

Una generación impar, que podía ser la salvación o la condena de ambos mundos.

Nadie lo sabría hasta el último segundo.

Y mientras estos ocho niños se preparaban para enfrentar su gran día, el Dark Area aumentó una vez más.

Sin embargo, no estaba todo perdido. Ocho luces brillaron en lo más profundo del Digital World antes de apagarse, tal vez para siempre.

Una nueva era estaba a punto de empezar.

File unlocked.... ¡Clave dorada, insertada! ¡Puerta Digital abierta! ¡Digielegidos, en marcha!