3

—Mirate Haru todo tu potencial desperdiciado. —habló el hombre. —y todo por un humano.

—No he desperdiciado mi potencial padre. —lo vio. —y no es por él.

—Vuelve al templo. —lo señaló. —hay personas que esperan tus milagros.

—No volveré a ese lugar y menos por lo que me hiciste. —dijo. —a tus nietos al hombre que amaba.

—Ellos eran unos bastardos. —lo vio. —y él una escoria.

—No volveré. —se dio la vuelta.

—Entonces él tendrá el mismo destino que en su anterior vida. —mencionó.

—Si lo haces lo único que conseguirás es que jamás vuelva. —hablo. —si regreso al templo serán bajo mis reglas y condiciones.

El joven solo dijo eso y se fue de ahí, al llegar al departamento miro al pálido el cual aún dormía, la deidad se deshizo de su ropa y comenzó a hacer un conjuro, una ropa de seda con oro apareció y sus ojos se tornaron rojos y una luz comenzó a salir de sus manos la cual comenzó a cubrir al pálido y un símbolo se fue creando en la espalda de este. Cuando la luz se fue el pálido abrió los ojos y vio al pelirrojo el cual lo miraba, Yoongi se sentó en la cama y extendió su mano la cual fue tomada por la deidad.

—¿Ocurre algo? —le beso la frente. —¿Jimin?

—Mi padre me encontró. —murmuró. —quiere que vuelva al templo.

—Ya veo. —lo abrazo. —¿Irás? —le pregunto dudoso.

—Iremos. —hablo. —si mi padre quiere que vuelva allá, debe de aceptar que tú vendrás conmigo.

—¿Estás seguro? —le acarició la espalda.

—No. —negó. —una parte de mí me dice que te abandone, pero otra quiere que vengas conmigo y que permanezcas siempre a mi lado.

—Ya veremos. —le beso la frente. —vamos a dormir.

Jimin asintió y se metió en la cama junto con el pálido para poder dormir juntos, aunque el único que se durmió fue Yoongi, al amanecer ambos hicieron su rutina normal, la deidad cocinaba un delicioso desayuno mientras que su pareja aún dormía. Jimin vio un pájaro que era una señal de su padre, este la tomó y cerró los ojos mientras le susurraba un mensaje para que fuera donde su padre.

—Si vuelvo al templo será bajo mis condiciones padre. —susurro.

—¿Dijiste algo? —preguntó una voz.

La deidad se giró y vio a su pareja la cual estaba en la puerta de la cocina viéndolo de manera confundía, Jimin se acercó y negó mientras le daba un corto beso en los labios y lo llevaba a la mesa para comer.

—No te preocupes, son cosas mías. —sonrió la deidad.

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