20
Finalmente, Haru retrocedió, sabiendo que no podía quedarse más tiempo. Antes de desvanecerse en la oscuridad de la noche, susurró una última vez, con la esperanza de que, en algún rincón de sus sueños, Yoongi pudiera escucharlo.
—Por favor, aléjate de mí... y de este destino cruel.
Con esas palabras, Haru se desvaneció en la noche, dejando tras de sí solo el eco de su tristeza en la habitación. Mientras tanto, Yoongi siguió durmiendo, ajeno a la tormenta que se cernía sobre él, sin saber que, a pesar de todos los esfuerzos de Haru, su destino ya estaba escrito en las estrellas.
El amanecer trajo consigo una luz suave que se filtraba a través de las cortinas de la habitación, envolviendo todo en un cálido resplandor dorado. Yoongi se despertó lentamente, sintiendo una ligera brisa que entraba por la ventana entreabierta. Parpadeó un par de veces, adaptándose a la luz del día, y notó que Yoonji seguía profundamente dormida a su lado.
Mientras se estiraba, sus dedos rozaron algo suave y fresco sobre las sábanas. Sorprendido, Yoongi miró hacia abajo y encontró un lirio blanco descansando junto a él. La delicadeza de la flor contrastaba con el ambiente simple de la habitación, y al instante, una sensación de melancolía lo invadió.
Tomó el lirio en sus manos, observando cada uno de sus pétalos con detenimiento. Algo en esa flor despertaba recuerdos difusos, imágenes borrosas que se deslizaban por su mente sin que pudiera capturarlas por completo. Por un momento, un rostro intentó formarse en su memoria, pero cada vez que intentaba enfocarse, se desvanecía como el humo.
—¿Quién...? —susurró Yoongi para sí mismo, mientras acariciaba el tallo del lirio. Sabía que esta flor tenía un significado especial, pero no lograba recordar por qué. Había algo profundamente conectado con ella, un vínculo que lo unía a alguien que una vez fue importante en su vida, alguien a quien había amado intensamente.
Los recuerdos de su esposo seguían siendo un enigma doloroso, un rompecabezas al que le faltaban piezas cruciales. Recordaba la calidez, el cariño, pero no el rostro. Cada vez que intentaba concentrarse, sólo encontraba un vacío desolador. Sin embargo, ese lirio, tan puro y solitario, evocaba una sensación de pérdida y anhelo que resonaba en lo más profundo de su ser.
Yoongi cerró los ojos y sostuvo la flor contra su pecho, como si al hacer eso pudiera reconectar con los recuerdos que se le escapaban. Se sentía incompleto, como si una parte vital de su historia estuviera perdida en un lugar al que no podía acceder, y esa sensación lo atormentaba.
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