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Jimin estaba acostado en la cama con una sábana de seda que cubría su cuerpo, él se levantó de golpe al ver que estaba en su antiguo templo y cuando vio al lago de su cama estaba un cuerpo putrefacto de Cien y a su lado los de sus hijos. Él vio la cama llena de sangre negra y al verse en un espejo noto sus ojos rojos y de su boca escurría sangre, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras comenzaba a gritar, él se tomó del cabello con fuerza a tal punto que se podía arrancar algunos mechones de cabello.

Él miró al frente al sentir que alguien lo tomaba de los hombros y lo movían con algo de fuerza, la joven deidad miró al pálido él cuál lo miraba preocupado, el chico abrazó al pálido mientras se ponía a llorar. Yoongi beso la cabellera de su pareja y la comenzó a calmar, el pelirrojo seguía llorando, cuando Yoongi lo logró calmar lo cargó y lo llevó a la azotea donde lo sentó para que viera la luna y las luces de la ciudad.

—Haru todo está bien. —susurró el rubio mientras le limpiaba las lágrimas. —yo estoy contigo.

—Volvió ese mismo sueño. —hablo. —tú, nuestros hijos y yo con tu sangre.

—Olvidalo. —le beso la frente. —ya pasaron años. —le beso el hombro. —siglos y ya estamos nuevamente juntos mi pequeña deidad.

—Tengo miedo de que mi padre me encuentre. —tomo de las mejillas al pálido. —que haga lo mismo y que te pierda.

—No lo pienses. —sonrió. —solo piensa en nuestro futuro juntos Jimin.

El chico miró al rubio y asintió para ocultarse en el cuello del pálido y aspirar su aroma, poco a poco abrió su boca y clavó sus colmillos en el cuello de Yoongi. Este cerró los ojos y le acarició la espalda mientras sentía como su sangre abandonaba su cuerpo, amaba mucho al joven de cabellos rojos y haría todo para mantenerlo feliz.

Jimin cuando estuvo satisfecho, miro que el pálido tenía los ojos cerrados y respiraba de manera lenta, eso siempre sucedía cuando bebía de su sangre, la deidad lo llevó a la cama y lo acostó en ella, miro por la ventana y saltó de ella. Era de noche y él se dirigió a lo profundo del parque cuando llegó vio a un hombre joven que estaba por los juegos infantiles el cual se giró y lo vio de pies a cabeza.

—Al fin vienes a mi llamado. —habló el hombre. —hijo.

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