✿Zong yi jie mu✿
-No puedes quedarte aquí solo. Es peligroso.-
-Pero puedo. Soy el Emperador, el único que puede permitirse el lujo de salir cuando quiera, sin ser molestado.-
Recordó ese día, lo difícil que había sido y cómo por un momento, aunque estaba decidido a convertirse en Emperador, se había permitido caer en la desesperación. Y también reflexionó perfectamente sobre cómo (T/N) había estado frunciéndole el ceño todo el tiempo, instándolo a regresar dentro de los muros del palacio en lugar de quedarse afuera en el frío mirando la luna y las estrellas como en los viejos tiempos.
-Precisamente porque eres el Emperador no podemos permitir que te pase nada. ¡Estás destinado a grandes cosas, Qin! ¡Al menos deberías cuidarte mejor!-
Esa reprimenda había sido muy agridulce. Habría esperado ver a (T/N) complacerlo y contemplar el cielo estrellado en su compañía, no recibir las típicas recomendaciones de ministros que nunca le dejaban un respiro.
Había crecido y se había vuelto más responsable. La (c/c) debería haberlo reconocido, pero ¿podría este cambio considerarse algo bueno? ¿No podría la vida en la corte haber ayudado a alimentar su miedo y hacerlo realidad?
Fue el primero en hablar de caminos que había que seguir, de oportunidades que había que crear uno mismo para alcanzar la grandeza, pero también sabía perfectamente que son precisamente las elecciones de la vida las que te llevan a tomar caminos que van en direcciones opuestas. a los de personas amadas.
Y esa postura por parte de (T/N) que se intensificaba día a día lo fascinaba y preocupaba. ¿Y si la perdiera? ¿Y si, sin darse cuenta, su ascenso le hubiera llevado a la destrucción de ese vínculo al que quería renunciar por nada del mundo?
-Qin?-
Ciertamente no quería obligarla a permanecer a su lado. De haberlo hecho habría mostrado actitudes propias de un tirano, y no quería que por nada del mundo se le asociara con la figura loca y hostil de su padre.
-Oye, Qin.-
Hubiera sido mejor en todos los sentidos. Sin dudarlo.
-¿Te sientes bien?-
No llegaría a ser como su padre. Nunca.
-Sí. Hacía mucho tiempo que no me relajaba. He estado tan ocupada últimamente que se me olvidó lo que se siente estar aquí al aire libre, sin pensar en asuntos políticos y burocráticos.-
-Yo...- (T/N) no podía dejar de mirarlo. Su tono de voz había bajado, y tal vez la tristeza comenzaba a apoderarse de ella: -No quiero impedir que te relajes. Tú también eres humano, no siempre puedes pensar en tus deberes. Aún tienes catorce años, no eres un adulto. Pero...-
-Pero no quieres que me pase nada.-
-Más que nada, no quiero que se te meta en la cabeza hacer todo lo posible para proteger a los demás y no a ti mismo.-
Qin se volvió hacia su amiga profundamente asombrado.
¿Pero qué fue exactamente lo que le sorprendió? Durante años, (T/N) se había mostrado capaz de escudriñar su alma, de anticipar los pensamientos que luego lo dejaban pensativo y silencioso. Entonces, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué se sorprendió? ¿Qué estaba sacando a la luz esa tarde aparentemente pacífica?
-Mi trabajo es dirigir a todos hacia su mejor versión de sí mismos. No puedo guiarlos directamente, pero no deja de ser una responsabilidad que debo respetar.-
-Y esto te honra mucho. Eres muy bueno, siempre lo has sido. Pero también es cierto que no se puede ser completamente egoísta. De hecho, si tengo que ser honesto, no puedes hacerlo en absoluto.-
Una vez más (T/N) lo había silenciado con sus comentarios. Ella era verdaderamente absurda, una verdadera fuerza de la naturaleza.
-Representas a todos. El granjero que espera una mejor cosecha tiene tanta fe en ti como el rico comerciante que espera una audiencia. A todos nos une el deseo de llevarnos a la gloria, y nunca antes el pueblo había estado tan unido. Hiciste posible lo imposible con tu sola presencia.-
-Y podré hacerlo.-
-Es lo que debes esperar de ti mismo. Y no de mí y de los demás.-
(T/N) siempre había estado ahí para él. Ella lo había apoyado en sus primeros éxitos y en sus primeras responsabilidades, sin decir una palabra ni exigir nada a cambio más que su propia felicidad. Significaba mucho para él, era su alma gemela.
Y por eso no podía abandonarla. Él nunca lo habría hecho.
-Me importa mucho tu opinión. Lo que me estás diciendo es por mi bien, pero también debes entender una cosa.- Qin se acercó a (T/N) con una sonrisa atrevida, presionando su dedo índice derecho contra su frente: -Si no te concentras también en darte importancia, tus consejos perderán valor y ya no tendrían el mismo significado.-
-Lo sé bien, por eso me estoy esforzando mucho en dar lo mejor de mí. Sin embargo, tengo ganas de decir otra cosa: primero que nada fuiste mi primer punto de referencia, y no ayudarte adecuadamente sólo sería para mí un maldito tormento eterno.-
-Sí, pero no deberías—.-
-No, no me entiendes.- (T/N) negó varias veces con la cabeza con una dulce sonrisa, reconociendo que sus propias palabras no eran muy claras: -Me cuidaré y no me descuidaré, sin embargo también es cierto que daría mi vida por ti. Si tengo que hacer un sacrificio, absolutamente tendrá que ser este.-
-Quieres anteponer tu salud a la mía. Después del discurso que diste... eres muy hipócrita.-
-La hipocresía sigue siendo parte del camino que he elegido para mí.-
(T/N) nunca dejó de sonreír, y Qin no pudo evitar ver cuánto más brillantes eran esos labios hacia arriba que el inmenso rastro de estrellas que brillaban incesantemente sobre ellos.
-Es tu camino, no interferiré.-
Lo había tranquilizado, decidido a no cuestionar las elecciones de la mujer que amaba por ningún motivo. Pero algo estaba cambiando.
Y no se trataba sólo de su futuro o de las decisiones que habían tomado las que parecían haberlo conducido insistentemente hacia un único destino.
Lo estaba cambiando como persona. Como Emperador, como Qin Shi Huang.
Estaba cambiando su manera de vivir, de ver las cosas. Así como su capacidad para predecir qué gloria le estaría reservada, estaba cambiando.
Estaba atravesando una evolución que lo llevaría a encontrarse con eventos más inesperados y extraños que los que enfrentó. Y no podía negar sentir una enorme decepción por ese camino que en cambio lo conducía a un destino completamente desconocido.
¿Y qué pudo haber causado tal cambio? ¿Del distanciamiento que ocurrió entre él y (T/N)? ¿Estaban sus destinos tan entrelazados que ahora era prácticamente imposible adivinar qué esfuerzo tendría que hacer para lograr un objetivo incomprensible?
Ah, Beelzebub había dicho algo inteligente.
Nadie puede convertirse en un ser inmortal y mucho menos en un dios milenario o en un semidiós longevo.
Pero sólo porque los propios dioses nunca lo han intentado seriamente. Y los humanos, si las deidades nunca lo habían logrado, ¿por qué podían intentar desafiar al destino por algo en lo que no creían?
-Hemos llegado.-
La voz de Beelzebub no fue suficiente para centrar su atención en él.
Qin acarició suavemente la vaina de la espada, mirando el lugar al que llegó de pasada y con desinterés.
Ante ellos se había abierto un inmenso jardín, con estatuas triunfantes de la guerra y el amor y decoraciones orientales en los árboles y monumentos de piedra que el emperador reconoció como pequeñas réplicas de su ejército de terracota. El tiempo parecía haberse detenido en primavera, por eso las hojas de los árboles estaban tan verdes y las flores recién abiertas y entreabiertas eran de colores vivos y brillantes.
-Esta es una ilusión.-
Por otro lado, Qin había aprendido hacía mucho tiempo a distinguir la realidad de la imaginación, la realización de los sueños.
-Sí. Aquí es donde puedes traer a tu (T/N) a tu lado como desees.-
-No necesito subterfugios ni trampas. Quiero que regrese la verdadera (T/N), no una copia esquiva de ella.-
-Ah. Entonces esto es todo.-
Beelzebub no permaneció impasible por mucho tiempo. Escaneó el lugar a su alrededor con una expresión indescifrable.
-No quiero engañarte, y no quiero liquidarte con una falsa (T/N). Estoy respetando la voluntad de Hades y eso es lo que haré. Admiraba vuestra fuerte determinación, el deseo creciente de seguir viviendo entregándote por el bien de los demás. Pocos seres humanos han logrado equilibrar perfectamente sus propias necesidades con las de su pueblo - los labios entrecerrados de Beelzebub daban a entender que había algo que le hubiera gustado decir: -Por eso os consideraba gobernantes dignos y te ha dado su aprobación.-
Los ojos claros y claros de Qin Shi Huang se nublaron de tristeza al recordar a su amigo perdido.
Sólo habían sido unos minutos, pero durante la ronda había disfrutado y había podido mostrar plenamente su fuerza, su verdadera esencia como soberano.
Había ganado apoyado por (T/N) y Alvitr, había sido apoyado por sus sucesores, por su gente, por su madre Chun Yan y su hermano pequeño. Pero la suya fue una victoria amarga, aprovechada a medias. Le hubiera gustado volver a conversar con aquel soberano de cabello blanco como la nieve y mirada orgullosa. Le hubiera gustado luchar contra él una vez más, para poder saber más de su persona y su evidente carisma.
(T/N) había sido su primer amiga, su prometida y su esposa por la eternidad. ¿Pero Hades? La química que habían tenido era inmensa. En sólo unos momentos se había convertido en su amigo, si no en su mejor amigo. Y estaba seguro de que su (T/N) también estaba de acuerdo con sus pensamientos.
Hades era un dios y gobernante respetable. No se le podía olvidar, ni siquiera con dificultad.
-Él fue quien me pidió que le quitara la vida a (T/N).- Beelzebub no necesitó escudriñar el rostro de Qin para entender que estaba pensando en Hades: -No debes respetarlo, debes odiarlo.-
-Él sólo cumplió con su deber. Era un soberano y había actuado como tal. Yo hubiera hecho lo mismo.-
-¿Y yo? No creas que actúo por deber o devoción. Lo hice para completar un experimento en el que había estado pensando durante años.-
-Zhè bùshi zhēn de.-
Beelzebub se detuvo, sorprendido.
-¿Qué?-
-Lo que dije. No estás diciendo la verdad, sino lo que quieres que la gente crea. Actuaste así porque al igual que Hades sentías admiración por (T/N). No te importo en absoluto, lo puedo ver en tu mirada, pero sentiste un desagrado tan inmenso por ella que al final cediste, tratando de complacerla.-
Nunca lo había visto enojado. Si hubiera expresado tal sentimiento durante la batalla contra Nikola Tesla, no podría haberlo sabido. Pero el aire a su alrededor se había vuelto opresivo, sofocante, y el demonio no saltaba de felicidad en absoluto.
-No concedí ningún favor a nadie. No inventes hechos que en realidad nunca sucedieron, humano, o te mataré.-
-Mátame y empañarás la memoria de Hades.-
-No hace falta que me lo digas. Si sigues respirando y balbuceando tonterías, sólo tienes que agradecerle a él.-
Qin no reprimió un suspiro. Beelzebub tenía un carácter tan difícil que, en comparación, Li Si, su ministro, había sido un hombre de gran habilidad cómica.
-Hades te dio una misión por una razón específica.- no dejaría que Beelzebub lo interrumpiera: -No solo porque confiara en ti. Sabía que tú también te habías interesado en (T/N), que te había recordado algo. Ella era una guerrera, siempre lo ha sido. Nunca empuñó un arco, una espada o un escudo, pero se convirtió en el arma capaz de destruir cualquier obstáculo, y eso me permitió estar aquí ahora. Derrotó a la muerte y me dio el poder de derrotar al dios del inframundo con un propósito: nunca dejar de querer vivir. No todo el mundo entiende del todo la belleza de la vida, la importancia de los segundos más efímeros, pero ella sí. Y también albergabas envidia hacia ella, porque el peso de la culpa que llevas sobre tus hombros es demasiado difícil de soportar.-
Qin no podía saber nada sobre lo que había pasado y lo que aún tenía que soportar. No sabía nada sobre Lilith y sus amigos más cercanos, sin embargo, la confianza que brillaba a través de sus palabras le hizo sospechar que en cambio se había dado cuenta de algún detalle en particular.
-Quieres vivir pero te sientes incapaz de hacerlo. Y tú no crees en la inmortalidad, lo has dejado claro, pero quieres satisfacer este capricho mío para encontrar un rayo de luz que pueda perdonar tus pecados.-
-Basta. No sabes nada de mí, no te—.-
-¿Qué debo hacer?- con una sonrisa estúpida e irritante en su rostro, Qin buscó con curiosidad toda la habitación, con la única mano que tenía en su cadera: -¿Tengo que enfrentar alguna prueba? ¿Tengo que participar en algún ritual?-
Beelzebub realmente quería desintegrarlo, matarlo, aniquilarlo, descargar sobre él toda la ira reprimida de la que era capaz. Pero el pensamiento de Hades de que podría sentirse decepcionado por sus acciones no lo consoló. Y luego estaba esa mirada, sí; esa mirada que lo miraba invisible y nunca dejaba de mirarlo.
Qin había dejado de hablar durante la búsqueda del área, pero su espada ciertamente hablaba. Era ruidosa, irritante y exigía demasiado.
Se notaba por su brillo exagerado, por la enorme fuerza que emanaba.
La apariencia externa reflejaba la interna. Y la Emperatriz (T/N) se esforzó por ser muy engreída y audaz para llamar la atención y no hacerle olvidar las responsabilidades de las que debería hacerse cargo.
Fue agotador.
-Coge tu espada y sostenla como si fueras en una batalla mortal de nuevo. Pero no con los dos brazos, ya que te falta uno.-
Qin ignoró ese cruel comentario. Siguió sus instrucciones sin decir una palabra, centrando sus pensamientos en (T/N) y manteniendo sus emociones bajo control.
-¿Y ahora?-
-Y ahora cállate y déjamelo a mí.-
Beelzebub sabía qué hacer. Fue Hades quien lo ayudó en el pasado y le hizo abrir los ojos a una verdad que le había parecido inverosímil y surrealista. Tenía que hacer exactamente lo mismo con esos dos tontos amantes y empujar al emperador a alcanzar el colmo de su egocentrismo.
-Las bendiciones están destinadas a surgir de las maldiciones.-
-¿Eh?-
-Siempre lo has percibido así. No tener a (T/N) físicamente cerca te ha dejado ciego. Pensaste en su bienestar y te olvidaste por completo del tuyo. No lo satisfaciste del todo.-
Beelzebub se acercó a él lentamente, colocando su dedo índice derecho en la punta de la espada para crear un pequeño rasguño. Pequeñas gotas de sangre mancharon su dedo y una pareja cayó al pasto a sus pies, pero eso no impidió que el demonio continuara mirando fijamente a Qin Shi Huang.
-¿Confías en ella?-
-Siempre.-
Él nunca dudaría de (T/N). Y Beelzebub fue consciente de ello, porque vio en la mirada del emperador una luz que se volvía cada vez más cegadora y abrumadora.
-¿Incluso si decide ir en tu contra?-
-Ciertamente. Esto significaría que estoy haciendo la estupidez más grande del siglo y que ella simplemente está tratando de hacerme abrir los ojos.-
Estaba diciendo la verdad. Nunca había mentido y la duda no lo había desanimado.
-Ha perdido la voluntad, se está dejando llevar. Tienes que ayudarla a recuperar la confianza que depositas en ella. Sólo así podrá regresar sin impedimentos.-
-Hao. Lo haré.-
Su terquedad le permitió ser increíblemente fuerte en cada situación, y esto...
<<Debes seguir viviendo, Beelzebub. Hazlo por mí.>>
Era lo que no había logrado hacer y por lo que no se permitía la paz.
"Lilith." por una vez, pensar en ese nombre no le causó ningún tipo de dolor: "Estos dos tontos son dueños de tu insistencia e incapacidad para derrumbarte. ¿Debo tomarlo como una señal?"
Hubiera sido bueno tener una respuesta directamente de ella para tener la excusa de volver a escuchar su voz, pero no podía hacer eso. Nunca volvería a tener la oportunidad, su amor había sido condenado a la infelicidad y nada cambiaría.
Pero Qin Shi Huang, tal vez...
Beelzebub frunció los labios en lo que parecía otra pequeña mueca, pero resultó ser una sonrisa sardónica.
-No esperaba una respuesta diferente. Ustedes, gobernantes, son todos tan irritantes que no puedo esperarme cosas inteligentes.-
Por una vez, no reaccionaría con resentimiento.
-Únete a tu Emperatriz.-
(T/N) no se arrepintió de las decisiones que tomó.
Con todo el tiempo que tenía disponible, había podido pensar y mantener el vínculo que siempre la había mantenido estable cerca de Qin.
La muerte la había asustado cuando estaba viva, pero no porque temiera las consecuencias de la enfermedad que la había consumido: la debilidad había sido su mayor némesis.
Ella no había nacido guerrera y no podía saber si se habría convertido en uno si hubiera nacido hombre. La visión de la sangre nunca la había desconcertado; acostumbrada a ver luchar a Chun Yan y movida por su propia terquedad personal de ofrecer ayuda a los más necesitados, había entendido cómo moverse en un campo de batalla o fuera de una batalla para brindar los cuidados necesarios a los heridos.
Había intentado ser útil, ponerse a disposición de los demás y dar consejos y advertencias a quienes los necesitaban. Pero a pesar de su inmenso esfuerzo, no pudo evitar contrarrestar la sensación de arrepentimiento que la abrumaba como un violento huracán.
<<Seré el Rey del mundo, (T/N).>>
Yíng Zhèng no tenía miedo del futuro. Ella lo hace.
<<¿Del mundo? ¿Y de dónde viene ese objetivo que te estás planteando?>>
<<¿Tienes curiosidad?>>
<<Mencionaste esto sin que yo dijera nada, así que diría que sí.>>
<<Debemos aspirar a lo grande si queremos aferrarnos a las estrellas sobre nosotros.>>
<<A su grandeza, ¿eh...?>> y sonrió, consciente de cuánta ambición tenía su amigo: <<Quieres convertirte en un dios, prácticamente.>>
<<No quiero convertirme en un dios.>> Zhéng la había mirado con expresión disgustada: <<Quiero aspirar a algo más grande.>>
<<¿Y eso es?>>
Ella no había olvidado su sonrisa. Se quedó grabado en su mente.
<<Quiero volverme inmortal.>>
Y ese fue el momento en que se lo dijo claramente.
Ese deseo la había desorientado, incluso asustado, pero le había provocado tanta envidia que esperaba obtener el mismo honor para ella.
Había sido inconsistente y egoísta hasta el final, deseando una inmortalidad distinta a la que Qin había aspirado.
Había querido ser inmortal sin morir nunca, poder explorar y observar el mundo cambiar y evolucionar con sus propios ojos.
Qin había aspirado a una inmortalidad abstracta, con el objetivo de inmortalizar su nombre sin hacer lo mismo con su cuerpo físico.
Y no lo entendió.
No había entendido las verdaderas intenciones del hombre al que había jurado apoyar y amar por la eternidad.
Y actualmente estaba sola, en esa eternidad.
Incapaz de hacer otra cosa que esperar para volver a luchar a su lado, obligada a permanecer segregada en ese limbo que la obligaba a reflexionar sobre lo que podía y no había podido hacer.
-Es increíble como cambian las cosas... y como estoy destinado a estar sola.-
-¿Sola? ¿Y desde cuándo estaría dispuesta a aceptar una sentencia tan cruel?-
(T/N) parpadeó, confundida.
-Qué—!?-
No, esa no podría ser la voz de Qin. Él no podía—
-¿Verme te molesta?-
Esa risa, esa sonrisa... esos ojos tan brillantes que la hacen moverse.
No, no puede ser una ilusión.
Zheng estaba allí. Él había venido a buscarla.
-¡¡Zhèng!!-
Se arrojó a sus brazos entre lágrimas desesperadas. Y ah, cómo diablos se lo había perdido. Sintiendo el calor de sus brazos que la envolvían y la hacían sentir protegida, segura, así como la dulce fragancia de su perfume, la hizo tocar el cielo con un dedo.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se sintió tan despreocupada?
-P-Pero tú...- era él, no había duda: -¿Qué haces aquí? ¿Cómo hiciste...?-
-Beelzebub me dio algunas sugerencias.-
¿Beelzebub?
¿Le había ayudado el demonio? ¿Realmente lo había hecho? ¿Pero por qué? ¿Qué le hizo cambiar de opinión?
-No pongas esa cara. ¿No estás feliz de verme de nuevo?-
-¡Claro que sí!- la (c/c) no pudo evitar que su voz se quebrara por la emoción y las lágrimas aún rodaran por sus mejillas: -¿Pero cómo lo hiciste? Y... no, espera. Si estás aquí, esto significa que—.-
-Que vine a buscarte.-
-¡Pero esto no puede ser posible! Yo...- no entendía nada, pero su destino estaba claro para ella. No podía irse con él: -Soy tu instrumento divino.-
-Y lo seguirás siendo.-
-Eh...?-
-Puedes hacer como Alvitr: transformarte en volundr en momentos de necesidad e interactuar con quien quieras en tu tiempo libre. Pero para hacer eso, debemos dejar de mantener nuestros corazones unidos como uno solo.-
Qin tendió una mano hacia su emperatriz, convencido de lo que decía.
-Me estás pidiendo que tome dos caminos diferentes.-
-No. Hablo de dos caminos paralelos que nos conducirán a un solo destino.-
-Tú... maldita seas, eres una persona testaruda de primera.- reprimir las lágrimas era imposible, aún así (T/N) no pudo evitar agradecer a ese tonto que una vez más le infundió esperanza y confianza, empujándola a seguir hacia adelante. Un nuevo comienzo donde la muerte, la soledad y la desesperación habrían sido un recuerdo lejano.
Qin se rió de buena gana al sentir el cálido contacto de la mano derecha de su amada apretando suavemente la suya.
-¿Estás dispuesta a realizar algunos más de mis caprichos, (T/N)-chan?-
(T/N) mira hacia adelante. Sin miedo.
-No tengo otras alternativas. Sólo así podré poner fin a este tormento eterno.-
Separados habrían podido alcanzar cimas muy altas.
Pero cuando sus caminos se cruzaran nuevamente, brillarían con una importancia aún más deslumbrante que la de cualquier deidad.
Habrían sido recordados a lo largo de los siglos, en la continuación de acontecimientos que podrían aspirar a ser continuos.
Sólo tenían que continuar y no dar marcha atrás.
Sólo así se volverían inmortales.
-Si estamos juntos, todo estará bien.-
Sin ningún tormento.
Y esta historia ha llegado a su fin.
Quería dejar un final abierto porque inicialmente se planeó un bad ending, pero no me convenció. No lo sé, no creo que hubiera tenido mucho sentido.
En este último capítulo me gustaría especificar una cosa: (T/N), a pesar de que se había convertido en un experimento de Beelzebub, aún así había logrado unir su alma a la espada de Qin en el último minuto, creando una especie de evolución de la misma espada. Sin embargo, creyéndose muerta, mantuvo dormida su conciencia durante varios siglos. Sólo durante la batalla entre Qin y Hades se despertó su conciencia y, como resultado, se dio cuenta de que se había convertido en un arma.
En cierto modo, (T/N) logró lo que quería: tener un cuerpo inmortal que le permitiera luchar junto a Qin. Y... sí, eso es más o menos lo que obtuvo. Y se convirtió en una semidiosa, a la par de una valquiria.
Pero debido a esta condición, aunque podrá retomar su apariencia física cuando quiera, no podrá reencarnar.
Entonces, en el caso de que Qin llegue a reencarnar, no podrá estar a su lado. No como a ella le gustaría
(podría ir a la Tierra y aún así volver a hacerse amiga de él, etc... pero no sería lo mismo para ella, quien tendrá que vivir con este tormento).
Y lamento si algunas cosas no se trataron en lo especifico, pero esta historia debía ser breve. Espero que puedan entenderlo❤️
El significado del título "Zong yi jie mu" es programa de variedades, y en este caso es una referencia a los diversos caminos de la vida que se pueden elegir y concluir (quería poner una palabra en inglés con la "z" inicial pero ninguna me concenció).
Después de esta aclaración, quisiera agradecerles, queridos lectores.
Gracias por seguir esta historia y por ser muy paciente, sobre todo con la publicación de los últimos capítulos que ha sido muy lenta.
¡Nunca podré agradecerles lo suficiente!💫💖
Hasta la próxima,
- LadyFraise💜
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