|| t r e s ||
—Buenos días —saludé a SeoJoon al bajar las escaleras. Él estaba en el baño con la puerta abierta, peinando cuidadosamente su cabello negro frente al amplio espejo.
—Hey, buen día Yoon —sonrió y me miró a través del reflejo—. ¿Cómo te has sentido en esta primera semana?
—Muy bien, la verdad. Aunque he tenido problemas para conciliar el sueño.
— ¿Sufres de insomnio?
—Generalmente no —me encogí de hombros—. Solo me pasa las primeras noches luego de una mudanza.
—Bueno, ya te acostumbrarás y podrás dormir bien. Solo ha pasado una semana, ten paciencia.
—Sí, paciencia es lo que me sobra en este momento —sonreí y caminé hacia la cocina, dispuesto a hacerme mi desayuno mientras que SeoJoon, al igual que todas las mañanas, se ponía guapo en el baño.
Porque sí, SeoJoon era bastante guapo, digno de admirar por horas pero, por respeto, yo solo me limitaba a mirarlo de reojo cuando interactuábamos en la cocina mientras cada quien se preparaba su desayuno.
Los horarios matutinos de él eran muy parecidos a los míos, solo nos diferenciaba tal vez media hora. Yo me bañaba siempre antes que él porque mi hora de despertar era más temprana, por lo que no tuvimos absolutamente ningún problema para adaptarnos el uno al otro. Y... por otro lado estaba el mítico JiMin que al parecer no se levantaba tan temprano como nosotros.
Regresando a SeoJoon, él era algo callado durante sus actividades matutinas, pero no dejaba de ser agradable. De vez en cuando platicábamos un poco sobre el clima cálido, las molestas hormigas que comenzaban a salir, incluso hasta me preguntó si tenía pareja, entonces también descubrí que él estaba soltero igual que yo. Pero a diferencia de mí, él aseguró estar saliendo ocasionalmente un el tal TaeHyung, el chico que me pasó su contacto, pero no tenían nada oficial porque estaban conociéndose.
— ¿Puedo usar esta taza? —Le pregunté antes de servirme café, ya que mi única taza estaba sucia y me daba pereza lavarla, además no tenía mucho tiempo porque solo tenía quince minutos para desayunar.
—Es de JiMin, mejor usa otra o lava la tuya —me contestó. Y bueno, yo aproveché la mención de ese nombre para hacer más preguntas.
— ¿Y JiMin a qué hora se levanta?
—Creo que a las diez, no estoy seguro de su horario matutino.
— ¿En qué está trabajando?
—En una tienda de instrumentos musicales, no muy lejos de aquí.
—Oh, ¿es músico?
—Lo intenta —rió, como burlándose—. Realmente no sé mucho sobre su vida, pero en la familia es famoso porque una vez se fugó de su casa para irse de gira con un grupo musical que no fue muy exitoso. Me parece que toca el bajo, pero si quieres saber, creo que deberías preguntárselo tú mismo pero... no le digas que yo te dije sobre su mala fama en la familia.
—Se oye que es un chico interesante, en ese caso espero poder conocerlo pronto, solamente lo he escuchado subir corriendo las escaleras cada noche, pero nunca alcanzo a salir de mi cuarto para saludarlo.
—Tal vez mañana lo puedas conocer —sonrió—. Los sábados no vas a la escuela, supongo.
—No, los fines de semana soy hombre libre.
—Perfecto, entonces conózcanse mañana —dicho esto, tomó su termo con café y su refractario lleno de comida—. Nos vemos, que tengas lindo día y... no toques ese tema a menos que él te cuente.
—Descuida, soy una tumba. Que tengas un lindo día —me despedí de él y seguí preparando mi desayuno.
A partir de ese comentario que SeoJoon hizo, nació en mí una inmensa curiosidad por ese tal JiMin. A simple vista (figuradamente hablando, porque no lo había visto aún), parecía ser de las personas que evitan la interacción humana, que prefieren su soledad y privacidad, ya que en toda la semana no lo escuché hablar con SeoJoon y tampoco tocó mi puerta para darme la bienvenida.
Eso me hacía pensar que su primo SeoJoon no le caía tan bien como para hablar con él en la noche, o tal vez no estaba de acuerdo con tener un roomie nuevo y no estaba dispuesto a darme la bienvenida, o simplemente llegaba tan agotado del trabajo que le era imposible levantar un dedo hasta el día siguiente.
Me hice un montón de preguntas acerca de JiMin, basándome también en lo que alcanzaba a escuchar por mi puerta. Todas las noches, cuando yo hacía mi tarea a eso de las ocho, lo escuchaba correr por las escaleras y encerrarse en su cuarto.
Y yo sabía bien que era él porque SeoJoon nunca corría en las escaleras y además se iba al gimnasio a eso del quince para las ocho, por lo que era imposible que esos pasos acelerados pertenecieran a él.
Luego de que SeoJoon me diera esa información sobre JiMin, me dio mucha más curiosidad su persona. Me preguntaba qué tan mal debía estar la situación en su casa como para huir con una banda o si esa "mala fama" había surgido mucho antes de eso. ¿Y cómo fue que terminó viviendo con su primo? ¿Terminaría sus estudios? ¿Sería bueno tocando un instrumento y tal vez SeoJoon solo se estaba burlando de él?
Muchas, muchísimas dudas empezaron a surgir. Extrañamente, el mítico JiMin se convirtió en una especie de criatura interesante para mí. Y no es que quisiera saber esas cosas por ser un amante del chisme (bueno, un poquito, sí, por eso también decidí estudiar psicología), sino porque se puede aprender bastante cuando conoces a las personas a fondo. Y cuando a mí me interesa una persona, me gusta conocerla hasta el fondo.
Fue entonces que decidí dar el primer paso, a pesar de que me diera miedo quedar como un tonto. Ya saben, los primeros encuentros me ponen nervioso, pero ahora tenía una buena motivación para acercarme. Mi curiosidad a veces podía ser mucho más grande que mis estúpidos miedos y de vez en cuando le hacía caso a esos impulsos.
Luego de desayunar, dejé mis platos para lavarlos más tarde y subí a mi habitación. De mi mochila, saqué mis notas adhesivas, pero maldije internamente porque solo quedaban de color rosa. Naturalmente en este lugar, cuando vas a escribir un mensaje amoroso utilizas ese color.
Yo quería dar una buena impresión y saludar, quería conocerlo y hacerme su amigo, no ligármelo, claro que no. Temía que él lo viera de esa manera por el color de la nota, ya que aquí es muy común interpretar todo por sus malditos colores. ¿Qué tal y era igual de homofóbico que la vieja YangMi?
Desistí del color rosa y mejor opté por un pedazo de hoja blanca y un poco de cinta.
Escribí con mi mejor letra la frase "Hola, JiMin, soy YoonGi, tu nuevo roomie, espero que nos llevemos muy bien."
Y pues... estuve a punto de arrepentirme porque sentí que me veía tonto e invasivo al dejar esa nota pegada a su puerta. De no ser porque mi curiosidad era inmensa y además estaba consciente de que el bus estaba próximo a pasar, hubiera subido corriendo a tirar esa nota a la basura para que no la leyera y no pensara que soy patético.
Pero bueno, me fui a la escuela cargando con ese problema y no pude concentrarme en todo el día por estar pensando en si había leído o no la nota, aunado obviamente a todas las dudas que tenía sobre su vida.
Yo no sabía cómo era su rostro, pero podía imaginar una cara anónima de disgusto, burla o simplemente indiferencia.
—Tierra llamando a YoonGi, ¿me copias?
— ¿Qué?
— ¿Por qué carajos estás tan distraído hoy?
—Lo siento, chicos —suspiré—. Es que hice algo tonto esta mañana y estaba pensando en eso.
—Cuéntanos —JooYoung estaba muy atenta a pesar de que estaba comiendo su almuerzo y HoSeok casi invadía mi espacio personal porque también quería enterarse del chisme.
—Le dejé una nota en la puerta a mi roomie misterioso —dije apenado—. Realmente el mensaje fue muy simple, solo le escribí que esperaba llevarme bien con él, pero creo que no debí hacerlo. ¿Y si piensa que soy idiota?
—Ay, Yoon, piensas demasiado las cosas —se burló HoSeok—. Él no pensará eso, no exageres.
—Y si lo hace, entonces no es tu problema. Tú solo fuiste cortés y ya. De hecho, si lo piensas bien, el maleducado es él por no acercarse a darte la bienvenida.
—Sí, qué falta de modales de su parte —agregó HoSeok—. No te preocupes, no creo que el tal JiMin sea un amargado o un sociópata, tal vez solo es tímido o su mamá no le enseñó a ser cortés.
—Me pregunto si es guapo —fantaseó JooYoung y yo la miré asombrado—. ¿Qué? El hecho de que me gusten las mujeres, no quiere decir que no pueda admirar la belleza de un hombre. Más bien... me pregunto si a ti te parecerá guapo como para invitarlo a salir y tal vez coquetear.
—No me voy a ligar a un roomie, Joo —me sonrojé y agaché la cabeza—. Sería incómodo.
—Ah, pero bien que te encantaría que el tal SeoJoon te chupe la polla, ¿no es así? Dijiste que te pareció muy guapo~ —se burló HoSeok, acto seguido, le di un puñetazo en el hombro.
Es decir, claro que SeoJoon me parecía muy, muy atractivo. Era un hombre de facciones perfectas, cuerpo fuerte, más alto que yo y con una sonrisa discreta pero preciosa. ¡Pero no fantaseaba sexualmente con él!
—No quiero que mi roomie me chupe la polla, ni quiero chupársela a él, solamente me parece guapo y ya —expliqué aún sonrojado.
—Bueno, ya nos contarás alguna travesura cuando el tiempo pase —Joo insinuaba perversión con sus gestos traviesos.
Yo solo podía sonrojarme, pero porque la idea de tener sexo o una relación amorosa con un roomie me parecía inconcebible, incluso prohibida. Para mí, no es aceptable la idea de tener una relación de esa naturaleza y compartir casa con esa persona. Al menos no por ahora, soy demasiado joven todavía.
Como sea, luego de contarles mi incomodidad sobre la nota que le dejé a JiMin, di por terminado el asunto y ni siquiera les conté lo que SeoJoon me dijo sobre él. Decidí que si recibía una respuesta negativa o ninguna en absoluto, simplemente esperaría a topármelo en la casa y entonces le saludaría con cortesía, esperando que al menos en persona ya se dignara a saludar. Pensé que tal vez él podría ser como yo: esperando a que alguien diera el primer paso porque las primeras interacciones sociales también lo ponían nervioso.
Y bueno... yo ya había dado el primer paso.
Cuando llegué a casa a eso de las tres de la tarde, agradecí por que fuera viernes, ya que oficialmente había concluido mi primera semana viviendo en ese lugar nuevo.
El fin de semana significaba para mí una oportunidad para ordenar de verdad mi habitación y además hacer un poco de jardinería, pues mi madre me dejó algunas macetas cuando hicimos la mudanza el domingo.
Pero antes de empezar con todo, subí corriendo las escaleras. Ridículamente, esperaba encontrar la contestación de mi nota.
Y pues... ridículamente me quedaría esperando, porque incluso cuando abrí la puerta anticipando que hubiera pasado un mensaje por debajo de ella, no había nada. Eché un vistazo a la puerta de él y la nota ya no estaba.
Obviamente la había visto y, por ende, la leyó e ignoró. ¿Pero qué se creía ese idiota? ¡Yo me atreví a dar el primer paso y él no contestó ni siquiera por respeto! Me molesté bastante y empecé a pensar mal de él.
Pero luego recordé mis aprendizajes: esos pensamientos automáticos que estaba teniendo eran completamente irracionales y anticipados, me estaban generando mucho malestar y ni siquiera tenía pruebas de lo que realmente pasó. Y además, todo tenía que ver con lo mucho que yo me autocastigaba por sentirme torpe socialmente, él no tenía la culpa de que yo fuera así, por lo que no merecía que yo pensara esas cosas sin siquiera conocerlo. Además, seguía curioso sobre su vida, de verdad quería acercarme para entablar una amistad.
Entonces me fui por otras opciones: tal vez era demasiado tímido, tal vez no tuvo tiempo de contestar porque se le hacía tarde para el trabajo, o su pluma se quedó sin tinta... Tal vez luego tendría tiempo de contestar o incluso la nota podría haberlo animado a tocar mi puerta después y finalmente dejar que yo lo conozca. Sí, esas opciones aminoraron mi malestar.
Quizá esa repentina reacción mía también se debía a que era mi primera vez viviendo así y estaba algo decepcionado porque yo esperaba otra cosa. Realmente, a pesar de los miedos que tenía y de lo mucho que me resistí a esta idea, esperaba que vivir con roomies significara ser buenos amigos.
A veces me molesta ser tan iluso y, a la vez, tan fácil de decepcionar.
Bueno, decidí que dejaría de preocuparme el asunto, al menos por ese día, porque tenía otras cosas más importantes por hacer.
Como por ejemplo, aprender a cocinar para no morir de hambre, porque había estado comiendo puro ramen instantáneo en la semana y ya estaba agotándose. Las frutas, verduras y carnes en el refrigerador estaban esperando por mí para aprender a usarlas como era debido.
Luego de un largo rato aprendiendo a cocinar las recetas fáciles que mamá me dejó, limpié todo, subí a mi habitación y me puse a leer uno de los tantos libros pendientes para el semestre, pero luego de unas páginas empezó a caer sobre mí el cansancio de la semana, así que decidí tomar una siesta.
Pero la siesta de veinte minutos se convirtió en una de tres horas y, para cuando desperté, ya eran más de las nueve de la noche.
Y bueno... como era habitual, la luz se colaba por debajo de la puerta de JiMin, indicando que él ya estaba en casa pero había evitado todo contacto humano posible.
Yo seguía sin tener respuesta a mi nota, pero no estaba dispuesto a tocar su puerta.
Así que decidí esperar a que un encuentro casual en casa finalmente nos conectara...
Leí tal vez hasta las dos de la mañana, hasta que el sueño me venció y no pude avanzar más. Agradecí que mis ojos cansados fueran la única razón para poder dormir, porque no había podido hacerlo en toda la semana desde que me mudé.
Generalmente soy de sueño pesado, me cuesta mucho levantarme por las mañanas y solamente el ruido de mi alarma puede despertarme. Pero ese sábado, el tintineo de los trastes y algunos silbidos lograron despertarme más temprano de lo que yo quería.
Eran las ocho de la mañana. ¡Las malditas ocho de la mañana! Como mínimo, en fin de semana yo me levantaba a las diez y u once, no más ni menos, solo así sentía que descansaba de verdad.
Ya no pude conciliar el sueño porque el ruido, aunque no era demasiado fuerte, me distraía y era molesto. Maldije internamente a SeoJoon, pero realmente no era su culpa tener que trabajar temprano.
Así que me resigné y me levanté. Me puse una camiseta FG blanca y ancha, unos pantalones deportivos del mismo calibre y mis pantuflas blancas. Luego bajé las escaleras, pero me paralicé en cuanto puse un pie en la sala, pues escuché una voz que claramente no era la de SeoJoon...
Al contrario, era una voz dulce que tarareaba una canción que yo desconocía. Entonces solo pensé en dos opciones: era la mamá o la hermana de SeoJoon que estaban de visita... o era JiMin...
Silenciosamente, asomé la cabeza por la entrada de la cocina, sintiéndome un total fisgón, pero es que estaba tan nervioso que no podía ser yo quien saludara primero.
Y entonces, vi un chico cuya apariencia casi me dejó por los suelos. Estaba de espaldas y vestía solamente unos ceñidos calzoncillos blancos, pero con ese panorama bastaba para hacer que se me cayera la baba. Considero muy, muy importante describir cómo lucía, porque sólo así podrán comprender el motivo de mi asombro.
Su cabello era plateado, brillante aunque despeinado, un color algo inusual en las personas que no están dentro de la industria de los Idols. Y luego, estaba el rasgo que más me sorprendió: ¡Tenía tatuajes!
(Abro un paréntesis para señalar que a mí me encantan, me fascinan, me calientan demasiado los hombres tatuados, y más cuando estos están en zonas como los muslos o las caderas. ¿Ahora ven por qué quedé casi boquiabierto? No podía dejar de mirarlo en silencio.)
Y bueno, en su finísimo cuello había un tatuaje del típico alien de cabeza semi triangular y enormes ojos negros, el cual estaba un poco desgastado en su color, pero le daba un toque divertido a su nívea piel. En su brazo izquierdo había otro tatuaje bastante grande, eran unas coloridas mariposas azules que combinaban elegantes con su piel. Su figura en general era pequeña, de complexión delgada, pero no flaco como yo, más bien era delgado pero tenía suficiente volumen para hacerme babear, pues además de presumir sus sensuales tatuajes, su trasero se veía muy bien formado y de sus piernas ni hablar... eran fuertes y perfectas, de curvas bien marcadas.
Oh sí, cada sinuosidad en ese cuerpo me hacía querer faltarle al respeto...
Pero entonces, su voz me trajo de vuelta a la realidad y tuve que dejar de maravillarme con su aspecto.
Y vaya que morí de vergüenza, pues al parecer yo ya estaba haciendo demasiado obvia mi presencia.
— ¿Por cuánto tiempo más vas a mirarme como si me quisieras follar? —Dijo él y volteó todo su cuerpo hacia mí y...
Oh.
Por.
Dios.
Era malditamente hermoso. ¡Y tenía otro tatuaje en el muslo derecho!
Tuve que reaccionar a pesar de que casi entré en pánico porque me descubrió mirándolo. Pero juro que no era mi intención quedarme viendo, yo no soy esa clase de hombre que acosa incómodamente...
—Perdón por faltarte al respeto —fue lo primero que pude decir antes de entrar completamente a la cocina y recargarme sobre la pared opuesta a la alacena, que es donde él estaba recargado.
—No me sentí intimidado ni irrespetado —se cruzó de brazos y me miró con una sonrisa como de... ¿superioridad?
No lo sé, pero yo estaba demasiado sonrojado. ¡Había quedado como un tonto fisgón en mi primer encuentro con él!
—De todas formas me disculpo —hice una reverencia y metí mis manos en las bolsas de mi pantalonera—. Soy YoonGi, por cierto, tú debes ser JiMin...
—Sé quién eres, lo dejaste claro en tu notita de ayer...
Oh... al parecer yo no le estaba cayendo bien, pues sonaba fastidiado, como si mi presencia le incomodara.
—Perdón por eso también, sé que debí tocar tu puerta, pero es que la gente me pone nervioso a veces.
—Curioso, no debería. ¿No estudias psicología? Eso me contó mi primo.
Bueno, ese comentario definitivamente logró que todas mis ilusiones sobre su persona se rompieran. Antes estaba apenado por ser tan torpe, pero eso que dijo me puso bastante enojado y triste porque es como si le declarara la guerra a todas mis imperfecciones como humano. ¡Porque antes de ser un estudiante de psicología, yo soy una maldita persona con problemas e inseguridades!
Ignoré su comentario y lo miré directamente.
—Bueno, me alegra conocerte al fin —me forcé a sonreír—. Por cierto, ¿cómo supiste que te estaba mirando?
—Hay un microondas con una puerta brillante donde se puede reflejar claramente todo, por si no te has dado cuenta —sonrió y señaló el aparato—. Y además te escuché bajar las escaleras.
—Perdón por no saludar, es que yo...
—Ya te disculpaste muchas veces esta mañana, relájate un chingo, por favor. ¿Por qué no mejor desayunas conmigo, ya que estás aquí?
— ¿En serio? —Le miré con sorpresa—. Creí que yo te había caído mal.
—Para nada, solo estaba molestándote —rió y se volteó para seguir haciendo... lo que sea que estaba haciendo.
—Es un alivio, creí que había dado una mala impresión.
—Ya cállate y mejor ven a ayudarme. ¿Te gustan los huevos revueltos?
Y así, queridos amigos, fue como terminé desayunando con el mítico Park JiMin, que no era otra cosa más que un confianzudo y bastante atractivo chico de veintidós años que tenía una sazón única y un gusto por burlarse de la torpeza ajena.
Pude notar, por la manera en que manejaba todo en la cocina, que le gustaba tener el control de las cosas y a mí no me molestaba para nada dárselo, pues la verdad me fastidiaba demasiado cocinar. Así que el hecho de que me diera la labor de lavar los trastes mientras él cocinaba, era cómodo para mí.
—Cocinas muy bien —le halagué cuando empecé con el primer bocado—. ¿Dónde aprendiste?
—Mis hermanas y mi mamá me enseñaron —dijo mientras también comía—. Por cierto, disculpa que no contesté tu papelito, es que yo ya no tengo quince años como para mandar recaditos.
—Eeh...
—Mentira, simplemente se me olvidó, pero me pareció tierno que lo pusieras. ¿Por qué eres tímido?
—Realmente no lo sé, hace mucho tiempo que soy así —le contesté, pero en mi mente yo estaba divagando en busca de una respuesta.
Porque, para ser sincero, no tenía idea del origen de mi miedo a las interacciones sociales.
—Bueno, conmigo no quiero que seas tímido o me vas a fastidiar. ¿Entendido?
—Está bien —sonreí y seguí comiendo mientras también contemplaba su redondeado y delicado rostro.
Realmente era muy bonito...
—Y cuéntame, ¿por qué te mudaste? SeoJoon solo me contó que vienes de una casa de asistencia, supongo que te hartaste de algo ahí.
—Sí, de hecho era mutuo, la señora estaba harta de mí y yo de ella, te contaré...
¿Por qué me miran raro?
El hecho de que le tenga miedo a las primeras interacciones, no quiere decir que permanezca igual en las siguientes. Yo soy así: cuando una persona me brinda la confianza para hablar y parece ser amigable al principio, puedo llegar a ser muy hablador e incluso tomarle gran afecto a alguien.
Y ese justamente fue el caso con JiMin: al principio me daba miedo y hasta me sentí incomodado, pero cuando comenzamos a charlar (omitiendo sus comentarios estúpidos sobre mi carrera), me di cuenta de que era una persona muy agradable, de esas con las que la lengua se me suelta fácil.
Le hablé sobre mi mala experiencia viviendo con esa señora YangMi, luego le hablé también sobre mi tía, ambos estuvimos de acuerdo en que era un completo asco vivir con personas mayores, nos reímos del asunto... Y entonces, él me resumió un poco sobre su vida:
—Yo soy de Busan, pero hace un año mis padres se fueron a vivir a Estados Unidos, junto con mis hermanas mayores. Yo no quise ir con ellos porque tenía otros planes y a ellos nunca les parecían correctas mis decisiones, así que aunque ellos se encabronaran, me mudé a esta ciudad con mi mejor amigo SeokJin. Conseguí un trabajo y entonces empecé a vivir de forma independiente, pero luego SeokJin tuvo que regresar a Busan porque tenía deudas y no las podía pagar, así que me dejó aquí solo. Terminé viviendo con SeoJoon por pura coincidencia, me lo encontré un día en el supermercado y me ofreció una habitación y compartir los gastos de la casa. Así que aquí me tienes, viviendo con el nerdo de mi primo mientras intento que mi vida no valga verga.
—Pero supongo que SeoJoon te cae bien, o en otro caso no te hubieras venido a vivir con él.
—Bueno, es agradable, pero sinceramente un poco tonto a veces. Tengo la sospecha de que tiene algo.
— ¿Algo? —Reí un poco porque hablaba como si SeoJoon fuese un extraterrestre.
—Sí, algo tiene que lo hace ser idiota, todo el tiempo olvida cosas e incluso deja las llaves del agua abiertas. Si yo no viviera aquí con él, probablemente ya se le habría inundado la casa.
—Bueno, tal vez tiene problemas de atención, algunas personas viven con TDAH y no lo saben o no se lo dicen a otras personas —le expliqué, intentando defender a SeoJoon porque realmente me parecía un buen chico.
—Bueno, después lo diagnosticas a él y de paso a mí, porque también tengo problemas, tuve depresión cuando era adolescente.
— ¿Ah sí? —Bueno, la cosa se ponía incómoda otra vez.
Me estaba enfadando un poco que quisiera aprovecharse del asunto, así como lo han hecho otras personas que conozco y saben lo que estudio. Especialmente en mi familia me hacen comentarios de tipo: "tú que estudias psicología, dame tu opinión, dime qué le pasa a mi hijo, dime cómo arreglo este problema..." ¡No soy un maldito terapeuta gratuito!
—Sí —asintió y me miró directo a los ojos—. Pero te contaré después porque ya se me hace tarde para ir al trabajo.
—Está bien, gracias por el desayuno y... me dio gusto conocerte, JiMin, eres muy agradable.
—Ya, no te enamores de mí tan rápido —se burló de mí, me sacó la lengua y se fue a dejar sus platos sucios a la cocina—. Te toca lavar los platos porque yo cociné.
—Ehm... Está bien, supongo.
—Nos vemos más tarde. ¿Quieres ver una película esta noche?
— ¿Te refieres a ir al cine? —Me puse nervioso. ¿Me estaba invitando a una cita, acaso?
—No, idiota, tengo Netflix. Podemos verla aquí en la sala, SeoJoon me deja usar su televisión.
Bueno, vaya que me sentí como un imbécil por pensar que me estaba pidiendo una cita.
—Está bien, nos vemos en la noche. ¿A qué hora te espero?
—Llego a las ocho con quince, ponte guapo.
Y se esfumó por las escaleras, tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de asimilar lo que había pasado, pero al menos mi principal miedo ya estaba superado, probablemente ya podría conciliar el sueño sin dificultades.
En resumen, JiMin primero me desagradó, luego me empezó a caer bien, después me volvió a colmar el plato y al final me estaba agradando de nuevo porque era muy confianzudo y tomaba la iniciativa, sin mencionar su coquetería que tuve que pasar por alto.
¿Cómo debía sentirme al respecto con este chico tan extraño? Sentí que con él tendría que ser paciente, puesto que pude detectar rápidamente que no tenía idea de lo que es un trastorno mental y además creía que podía sacar información gratis solamente por mi carrera. ¡Para empezar ni siquiera estaba tan preparado académicamente!
Como sea, dejando de lado eso, aparentemente ya éramos amigos, pero no sabía si seríamos del tipo unido que se cuentan todo y salen a beber o a tomar café, o solamente de forma ocasional mientras duran los encuentros en casa.
Oh... y además cuando me dejó solo, algo me palpitaba y no era el corazón. ¡¿Por qué mierda nuestro primer encuentro tenía que ser con él semidesnudo?! Eso definitivamente me haría difícil la convivencia, puesto que era del tipo de atractivo que a mí me encanta: de complexión pequeña, rasgos redondeados y tiernos, decorado con lindos tatuajes y además un buen receptor de información.
Mientras lavaba sus platos y los míos, me regañaba a mí mismo por encontrarlo atractivo, tomando en cuenta que mis principios sobre las relaciones amorosas eran muy rígidos y claros. ¡Y yo no iba a ponerme a coquetear con mi roomie de ninguna manera!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top