|| s i e t e ||
Todas las personas conocemos al menos un caso de esa típica pareja que termina y vuelve montones de veces, y que los amigos de una de las partes ya están cansados de verlos llorar a cada ruptura y "volver a nacer" en cada reconciliación. Es muy tedioso para las personas alrededor escuchar esas historias, porque pareciera que los consejos les entran por un oído y les salen por el otro.
Bueno, yo sentí esa frustración y ese enojo, pero también estaba mezclado con un odio irremediable hacia JiYong, ganas de partirle la cara en dos... y creo que pude sentirme incluso algo... ¿Celoso? ¡No lo sé! ¡Mis sentimientos hacia Park JiMin no eran tan confusos hasta que eso pasó!
—Entonces... dices que te volvió a hablar como si nada y te pidió perdón casi llorando...
—¡Sí! —me contestó con sus ojos brillando de felicidad, mientras masticaba su bocado de hot cakes—. Dijo que estaba borracho ese día y no se controló, pero que quiere que volvamos a coquetear, pero lento, porque él todavía no quiere una relación. Dice que quiere conocerme más, para estar seguro.
—¿Y no fue eso lo que te dijo desde el principio?
Se quedó callado, mientras yo estaba intentando ocultar mi enojo. ¡Tanto me esforcé por darle consejos como para que saliera con eso!
—Bueno, pero esta vez es diferente —hizo un puchero y me miró con una sonrisa, intentando calmar mi obvia cara de enfado—. Anda, no te enojes, yo sé que todo saldrá bien. ¿No te alegra que al menos haya una esperanza para mí? Quizá con él yo pueda lograr tener un orgasmo...
Claro, como fue tan exitoso la primera vez...
Quise enojarme más y dejar de hablarle en ese momento, pero me di cuenta de que yo no era nadie para enfadarme ni mucho menos, decirle qué hacer con su vida. Él, como adulto independiente, podía arreglárselas solo... ¡Pero pensar en eso no me consoló en absoluto! Había una parte de mí que quería decirle qué hacer con su vida, porque sabía lo que era mejor, que con ese tipo no conseguiría nada estable...
—Suerte, entonces, pero no olvides ser cuidadoso —le dije, intentando animarlo, pero a la vez haciendo una mueca de claro desagrado. Y, por supuesto, él solo le prestó atención a mi cara.
—No estás feliz por mí —bufó—. ¿Qué pasa contigo? Creí que eras ese tipo de amigo que me apoya sin importar las decisiones que tome. Eres un pesado.
¡¿PESADO YO?!
Me enfadé, mi rostro lo comunicó de inmediato, pero respiré hondo una sola vez, bebí de mi café, e intenté ser paciente e imparcial, como si tratara con un consultante.
—Tranquilo, no es que no esté feliz por ti —hablé calmado—. Es solo que me preocupa, ese tipo no es de fiar para mí. Pero si tú te sientes bien con él, adelante.
—No voy a seguir lidiando con tu hipocresía. JiYong es una buena persona, pero no lo quieres ver porque estás en tu papelito de psicólogo. Ya me llené, más tarde lavaré los platos.
Esa fue, sin duda, la escenita más infantil que presencié en mi vida. Rodó los ojos, dejó sus cosas ahí y se largó a bañarse para irse al trabajo. ¿Pero qué fue lo que dije? ¿A caso le mentí? Por supuesto que no.
Cuando fui dejado a solas, luego de ese arranque tan extraño en él, tuve tiempo para analizar mis emociones al respecto y descubrí que estaba muy enfadado. En mi cabeza solo corrían insultos hacia JiMin.
Infantil, cabeza hueca, impulsivo, idiota, ciego, arrastrado, mal agradecido.
¡Después de todo lo que hice por él! ¿Cómo se atrevió a tratarme así? Lo apoyé mientras estuvo sufriendo por ese idiota, él mismo me dijo que lo odiaba... ¡Y se atrevió a llamarme hipócrita!
Lloré debido a la impotencia y al enfado que sentía, también había algo más, pero no supe describirlo, solo quería tomar su cabeza y azotarla contra una pared mientras le decía que dejara de ser un ciego respecto a JiYong, y que no tenía que portarse así conmigo, puesto que yo solo intenté ser bueno con él. ¿O es que me metí en donde no me llamaban?
Yo solo me quedé estático en la mesa, mirando cómo mi desayuno se enfriaba, el nudo en el estómago no me dejaba seguir comiendo, los pensamientos intrusivos, de culpa, odio y enfado, me nublaron la vista hasta que lloré de nuevo, apretando mis puños por lo confundido que me sentí.
Cuando él bajó a bañarse, yo seguía ahí, y cuando él salió por la puerta de la casa, sin despedirse y ya listo para ir al trabajo, yo seguía ahí, pensando, fluctuando en una cosa y otra, culpándolo a él, culpándome a mí...
Me sentía en un caos emocional. Justo cuando las cosas iban tan bien, cuando la estabilidad me había bendecido la vida... justo tenía qué pasar esto.
Total, las cosas se pusieron algo extrañas para mí ese domingo. No me podía concentrar en nada, la tarea fue imposible de hacer, las letras bailaban en mi libro y no por un trastorno del aprendizaje, sino por mis emociones que no podía controlar. Intenté distraerme con mis plantas, fui a regarlas y noté que unas cuantas ya estaban floreciendo, pero eso no me hizo más feliz, solo me puse más irritable.
Entonces decidí irme a dormir esa noche, sin cenar, sin terminar toda mi tarea, sin asegurarme de que JiMin llegara a casa. Estaba tan exhausto por haber pasado el día entero pensando, enojado, pero eso no impidió que llorara antes de dormir.
¿Era Park JiMin el que tenía el poder para hacerme sufrir de esta manera? ¿O era mi egoísmo torturándome porque la tan deseada estabilidad se estaba desvaneciendo?
El lunes en la mañana, intenté mirar el vaso medio lleno. Me desperté sintiéndome decaído, y ver los zapatos de JiMin en la entrada solo me hizo sentir peor. No supe a qué hora llegó, si estaba sobrio o no, y el no procurarlo me hacía sentir como un mal amigo.
Cuando yo me he enojado con mis amigos, nunca dejé de apoyarlos o de preocuparme, por más irritado que estuviera con ellos. Y con JiMin me sentía igual, porque lo apreciaba, era una persona que me hacía los días más felices con su compañía y su humor tonto.
Así que decidí que fuera de esa manera: aunque estuviera muy enojado con él por la forma en que me habló, no iba a dejar de hacer las mismas cosas de siempre, las que hacíamos en beneficio de ambos, de nuestra dinámica como amigos y roomies.
Preparé el desayuno para dos, como siempre. Incluso piqué trocitos de mango y los dejé en una taza junto al sartén para que supiera que la fruta era para él, para que acompañara los huevos revueltos que le dejé en el sartén.
Me fui de casa con un enorme nudo en el estómago y todo el día estuve distraído, pensando en esos huevos revueltos y en esos trocitos de mango que dejé atentamente para él, como una muestra de amistad, como una pequeña tregua. Siendo sincero, me aterraba la idea de llegar a casa y encontrarme la comida tal y como la dejé, porque eso significaba que JiMin no iba a aceptar más nada que viniera de mí. Y perder la amistad de cualquiera, para mí siempre significaba un conflicto terrible, porque me llenaba de pensamientos de insuficiencia y autorreproches.
—Yoon, entonces me quedaré en tu casa este fin de semana para hacer esa exposición —me dijo JooYoung, haciendo su carita de perrito regañado—. ¿Me estás escuchando?
—Sí, Joo, te escucho —mentí, recién puse los pies en la tierra cuando sentí que me jaloneó un poco del brazo.
—¿Ah sí? ¿Qué acabo de decir?
—Lo siento —resoplé y me tallé los ojos—. No te estaba escuchando.
—No estás durmiendo bien otra vez —agregó HoSeok, Joo tenía cara de preocupación.
—¿Pasó algo? Sabes que puedes contarnos lo que quieras y te apoyaremos.
—Es JiMin... —ambos se miraron cómplices, pues ese nombre ya era muy frecuente en nuestras conversaciones y siempre me insinuaban sentimientos hacia él que, sinceramente, yo no sabía si tenía o no.
—¿Qué pasó con él? —JooYoung me tomó de la mano, tan comprensiva y tierna como siempre.
—Tuvimos una discusión muy tonta ayer. Se sintió ofendido porque yo no estaba feliz de que estuviera enredándose de nuevo con JiYong... ese chico de su trabajo, el que lo tiene siempre en espera. ¿Pero cómo espera que yo esté feliz de verlo sufrir por una persona así? Después de todos los consejos que le di...
—Yoon, no puedes esperar que él viva su vida a tu manera —dijo HoSeok, siendo tan elocuente como siempre—. Sí, le diste consejos, pero eso no significa que esté obligado a tomarlos. A no ser que lo quieras para ti y estés celoso del tal JiYong...
—¡No estoy celoso! —me reí con cierto nerviosismo—. Solo me preocupa mucho, así como me preocupan ustedes, y no me gusta estar enojado con nadie, solo quiero tener un poco de paz duradera.
—Entonces intenta hablar con él, dile que solo te preocupas por él y lo quieres ver feliz, ya lo entenderá —Joo me acarició un poco la espalda, y HoSeok me revolvió el cabello. Me trataban como a un chiquillo, y eso me gustaba porque siempre me levantaban los ánimos.
—Y si no, pues a la mierda, no es tu problema si él se enoja, YoonGi, tú solo haz lo que te corresponde y lo demás que fluya.
—Bien, intentaré hablar con él esta noche, solo espero que no se comporte infantil como ayer y me haga un berrinche.
—YoonGi, ya, es su problema si se quiere comportar como un mocoso de cinco años —Joo apoyó las palabras de HoSeok y me sacudió un poco, haciéndome reír—. Ahora concéntrate, estábamos hablando de la pijamada en tu casa este fin de semana, para estudiar y hacer la exposición.
—De acuerdo, ya entendí, no me regañes más... ¿Vendrás, Hobi?
—No, recuerda que me tocó hacer equipo con WheeIn, pero me mandará todo por correo.
—O deberías mejor invitarla a tu casa, para que rompas el hielo con ella de una vez —JooYoung le pegó con el codo, haciéndolo sonrojar de inmediato.
—¡Cállate, te va a escuchar! —susurró, pero de nada le sirvió porque llamó la atención de las chicas del otro lado del salón, WheeIn entre ellas.
Nosotros solo nos reímos de él y lo hicimos sonrojar más, a sabiendas de que gustaba de esa chica desde el primer semestre. Y gracias a que la atención se desvió hacia HoSeok mientras la maestra llegaba al salón, yo pude sentirme más ligero luego de haber externado un poco mi problema con JiMin.
Ellos tenían razón, no valía la pena preocuparme tanto porque JiMin era quien me debía una disculpa, en primer lugar, él fue quien se enfadó, y yo ya lidié demasiado con mis culpas y mis autorreproches, como para seguir enojado por algo que estaba fuera de mi control.
Además, nunca he sido de los que exigen disculpas, porque no soy una persona asertiva, siempre se me ha dificultado incluso pedir de regreso un lápiz que presté y no me devolvieron, quizá por timidez, quizá por falta de seguridad en mí mismo, y tratándose de pedirle a alguien que se disculpe conmigo... pues es mucho más complejo.
Pero con JiMin, lo único que yo quería era que dejara de actuar como un idiota y pudiéramos seguir llevándonos bien. Solo eso, sin importar si se disculpaba conmigo o no, o si seguía viendo a JiYong como un candidato para tener una relación sana.
Cuando llegué a casa, la tensión volvió a instalarse en mis hombros. El camino a la cocina se sintió tormentoso por la incertidumbre de lo que iba a encontrar. Pero cuando vi lo que vi, pude respirar tranquilo.
El sartén estaba vacío, la taza donde puse el mango, también, y en el refrigerador estaba pegada una nota adhesiva color rosa: "come, bastardo, nos vemos en la noche". Abrí el refrigerador, emocionado como si fuera a quedar maravillado con el interior, y así fue: encontré normalidad.
Dulce y preciosa normalidad, tranquilidad, guardada en el mismo tupper de vidrio de siempre, la cual calenté en el microondas y me senté a comerla con una sonrisa en el rostro.
Al menos eso era una señal de que lo pasado el día anterior, ya no tenía importancia, o que al menos JiMin había abierto una brecha para que pudiéramos platicar del asunto y no estar más enfadado el uno con el otro.
Gracias a eso, pude terminar mis tareas pendientes, estuve muy productivo toda la tarde, hasta que el sol se escondió y la hora de llegada de JiMin se acercaba. Entonces decidí hacer especial esa noche, con un detalle pequeño que le hiciera saber que yo ya no estaba enfadado con él y que era una persona importante para mí.
Compré dos cervezas y alisté la mesa para su llegada. Había quedado comida de medio día, así que serví todo y lo esperé. Llegó tan puntual como siempre, luego de un día de trabajo, y yo lo recibí con una sonrisa desde mi lugar en la mesa.
—Hola —dije con simpleza, sin sonar demasiado necesitado de su atención, aunque sí lo estaba, quería hablar con él y asegurarme de que todo estuviera bien.
—Hola —me contestó con la misma simpleza, pero había una mueca de extrañeza en su rostro—. ¿Me estabas esperando para cenar?
—Sí, y para hablar contigo —no quería sonar severo, así que me levanté, fui al refrigerador por las cervezas y le ofrecí la suya—. No quiero que estés enfadado conmigo, lamento si ayer sentiste que no te di suficiente apoyo con tu decisión, pero eso no importa, solo quiero que estemos tan bien como siempre, que sigamos siendo amigos.
—Y con una cerveza planeas ponerme contento y hacer como si nada hubiera pasado —contestó con algo de ironía, tomando su bebida, pero sonriendo con amabilidad—. Eres adorable en este momento, ¿sabes? No puedo estar enojado contigo, tu vocecita me hace sentir mucha ternura, ven...
Y me ofreció un abrazo, uno que realmente no esperaba, pero me agradó bastante. Su cuerpo era muy delicado entre mis brazos, me daba una comodidad muy diferente a la de otras personas pequeñas que yo haya abrazado antes. Fue lindo, y cuando terminó, me sonrió nuevamente.
—Entonces, ¿estamos bien?
—Sí —me apretó una mejilla, dejó su bolsa en el sillón y se sentó frente a su plato—. Ya sé que JiYong no te agrada, pero a mí me gusta y creo que deberías respetar eso.
—Lo hago, solo me preocupo por ti porque eres mi amigo, te aprecio mucho. Pero si tú eres feliz, también lo seré. Y si después me necesitas, yo estaré para ti.
—Gracias —suspiró y bebió de su lata—. Realmente... realmente me agradas, YoonGi, eres una persona demasiado buena y paciente. Lamento haberte insultado, no era cierto todo lo que te dije.
—Acepto tus disculpas, pero no volvamos a discutir, no me gusta, mucho menos porque vivimos juntos y eso solo lo hace incómodo. En este momento de mi vida, solo quiero estar tranquilo y solo estresarme por las cosas de la escuela.
—Bueno, es un trato —me ofreció chocar su lata con la mía, y lo hice, sonriéndole con gratitud.
Al fin había terminado ese molesto episodio donde yo me sentía inestable, y esperaba que no volviéramos a tener problemas así, porque yo siempre he sido sensible, pero con muchas dificultades para expresarme o incluso para admitir mis errores. Para mi suerte, en esta ocasión él fue quien debía disculparse y no yo, porque de ser lo contrario, me hubiera costado el triple pararme frente a él para tener una conversación.
Por lo pronto, todo estaba bien. Inmutable, a pesar de que siguiera la constante molestia de saber que JiYong manipulaba a JiMin, y este solo seguía hablándome de él como si fuera la octava maravilla del mundo.
¿Pero qué podía hacer yo? Nada. Solo sentarme a escuchar y servir de apoyo si él me necesitaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top