Capítulo IX: Keehl, Te Extraño
Pasado. Orfanato
-M-Mm...-. Me frotaba el ojo, pero me dolía más.
-¡No te frotes idiota!-. Me dijo, y me apartó el puño del ojo.
-Déjame-. Dije y le miré. -Todo esto es por tu culpa-. Le dije, frunciendo el ceño.
-Ya te he pedido perdón joder, ¿Qué más quieres?-. Me dijo.
Dolía mucho. Era un moratón en mi ojo. Me lo había hecho él, con su propio puño, con su rabia contenida dentro de él..., Solo porque volví a ganarle en uno de nuestros estúpidos juegos.
-No me da la gana que cojas como costumbre..., Esto...-. Dije, y aparté mi brazo de su agarre.
Mello frunció el ceño, y me dio la espalda.
-De acuerdo-. Me dijo, y se levantó. Se dirigió a la puerta de la enfermería, y la abrió. -Pues me alejaré de ti-. Dijo, y se fue de allí.
-Mejor-. Dije..., Espero que lo haya escuchado.
Me sabe mal estar así con él, porque sigo sintiendo todas esas estupideces inolvidables, todas esas cosas..., Que siento por él.
Pero si algo que no tolero, es la violencia hacia mí. Puedo permitir amenazas, pero no actos violentos. Incluso puedo permitir que se propase un poco conmigo, como cuando a veces me alza el puño, o me coge de la camisa.
¿Pero qué me pegue?, Ni en broma. Que aprenda, si tanto me aprecia como amigo, que me deje en paz durante un tiempo, por muy molesto que sea.
Me tumbé en la camilla, dando la espalda a la puerta. Suspiré.
De pronto, escuché como alguien entraba, supongo que la enfermera.
-Toma-. Me equivoqué, era Mello. -Quiero darte esto-.
Me levanté y me dispuse a ver que era lo que Mello quería darme. Lo ví, y observé que era una especie de carta pequeña.
-Es una postal de Eslovenia, mi país natal. Es lo único que tengo de recuerdo-. Le miré, sorprendido. -Quiero que te la quedes tú-. Tragué saliva, y la cogí.
-Gracias, supongo-. Dije.
-Aghj, ¡Para ya!-. Me dijo, y rodó los ojos.
-Te perdono-. Le dije, y él me miró. -¿Contento?-. Pregunté.
-No-. Me dijo frunciendo el ceño. Yo suspiré. De pronto, cambió su expresión a una sonrisa. -Sonríe-. Me pidió.
Yo me sonrojé levemente, y le hice caso. Sonreí.
-Así mejor-. Dijo Mello, y me acarició mi cabeza, revolviendo mis cabellos blancos.
Yo negué, y cerré los ojos.
-Mmm..., Mello para-. Le pedí.
-Jaja-. Se rio. -Olvida todo lo que ha pasado hoy, ¿Vale?, No quiero que me recuerdes tan amable contigo-. Me dijo.
-Dame otro puñetazo y lo olvidaré-. Bromeé. Creo que era de las las primeras veces que lo hacía.
-Idiota-. Me dijo, y la enfermera entró, con una pomada.
-Por favor chico, salga y déjeme con el paciente-. Mello bufó.
-Nos vemos enano-. Dijo Mello.
-Nos vemos-. Dije.
Mello salió de la sala.
Presente
Que recuerdos..., Más bonitos..., Hm.
De pronto, sonó mi tono de llamada del ordenador portátil. Me acerqué a él, y acepté la llamada, viendo que era de parte de Aizawa.
-¿Sí?, ¿Habéis encontrado algo?-. Pregunté, enroscando un mechón de mi pelo en mi dedo índice.
-Hemos analizado el ADN de la sangre del cuchillo, y..., No hemos encontrado nada en la base de datos. Es alguien completamente desconocido-. Dijo Aizawa. Me sorprendí. ¿Cómo es posible eso?, ¿En serio se ha eliminado él solo de la base de datos?, ¿Tiene capacidad también para hackear ese tipo de archivos?, ¿O fue alguien que le ayudó?
-Entiendo, seguid buscando pruebas que nos lleven hasta él-. Dije.
-De acuerdo...-. Dijo Aizawa, y no parecía muy convencido.
Colgué la llamada.
Vaya..., Sí que era curioso ese tipo. Estamos buscando a una especie de fantasma que a los ojos del gobierno no existe. Hm, curioso.
A saber como lo encontramos ahora...
Pero lo importante es encontrarlo antes de que cometa más crímenes, aunque eso también es lo difícil...
Bueno, mientras los maderos investigan, yo voy a seguir a lo mío...
Volví a la caja, para ver que es lo siguiente que había, y...
No esperaba encontrarme lo que me encontré, la verdad.
Lo cogí entre mis manos, era un objeto pequeño, como casi todos, pero este era más importante que cualquier otro. Este objeto es importante porque me lo dio él, me acuerdo.
Fue en clase de arte...
Pasado. Orfanato
-Entonces, colocáis bien cada eslabón, y..., Allí lo tendréis-. Dijo la profesora. Lo alcé en mis manos, y allí estaba, un colgante hecho perfecto.
-Hm-. Torcí el labio. Me gustaban las manualidades, a veces hacía dedales con expresiones curiosas, y me entretenía hacerlo, me gustaba mucho y considero que lo hago bastante bien.
-¡Mghj!-.
Miré a mi lado, y vi a Mello frustrado, intentando hacer su colgante. Yo sonreí internamente, se veía..., Se veía bastante tier..., Se veía, dejémoslo ahí.
Suspiré, y con dificultades para expresarme, pregunté:
-¿Quieres ayuda?-. Pregunté, Mello me miró, fulminándome con la mirada.
-No necesito tu ayuda, don perfecto-. Dijo el rubio, rodando los ojos, yo le imité, haciendo el estúpido.
-Mierda..., ¡Maldita sea!-. Mello tiró su colgante mal hecho al suelo.
-¡Mello!-. La profesora le llamó la atención. -Si no puede hacerlo, pida ayuda, el señor Near seguro que se ofrece para ayudarle-. Insistió la profesora.
"No quiere mi ayuda". Quise decir, pero por evidentes razones no delaté a Mello.
-Paso-. Dijo el rubio, sentado en la silla, sin ni si quiera recoger su colgante mal hecho.
-Con esa actitud, no conseguirá sus objetivos-. Dijo la profesora, y Mello torció el labio.
Después de unas horas, ya estaba en mi habitación, montando mi puzle, casual, tranquilo, esperando a la hora de cenar, cuando de pronto...
*Toc toc*
Suspiré, y me levanté, dirigiéndome hacia la mirilla de la puerta, para ver quién era. Cuando descubrí, que era mi mayor rival, y mi único amigo.
-Hm-. Me sorprendí bastante, y abrí la puerta de mi habitación, descubriendo a Mello, con una mano en su espalda.
-¿Sabes qué enano?-. Mello sacó su mano que tenía detrás de su espalda, y enseñó un colgante hecho, casero. -Aquí lo tienes, sin ayuda-. Dijo, vacilando.
Cogí el colgante, sosteniéndolo entre mis manos.
-¿Y que quieres?, ¿Una chapa?-. Pregunté, confundido.
-Eres un imbécil, Near. ¡Acabo de demostrar que puedo hacer lo que quiera sin ayuda de nadie, y menos tuya!-. Dijo el rubio, sonriente, señalándose.
-Mello...-. Quería decirle lo estúpido que sonaba a veces, todas aquellas tonterías que decía, pero...
Pasé. No se lo iba a decir. No me iba a hacer caso, y me da cierta pereza hacerlo, la verdad.
-¿Qué?-. Preguntó el rubio.
-Olvídalo. Toma-. Le devolví el colgante, pero Mello me lo rechazó.
-¡No!, Es para ti-. Yo me sorprendí mucho ante aquello.
-¿Lo has hecho..., Para mí?-. No sé de dónde salió esa pregunta, fue algo de lo que me arrepentí al instante, fue un impulso, algo que nunca me pasa, nunca me había pasado, aunque con Mello, es normal que me pase, me saca de mis casillas.
Aghj, como odio el poder que parece tener sobre mí.
-¿¡Qué!?, ¿¡Pero que te has pensado!?-. Preguntó el rubio. Sabía que me reprimiría de esta forma, por eso a veces no expreso lo que siento, Mello, joder, es tu culpa..., La mía también, pero, maldita sea.
-Claro, tienes razón, es una tontería-. Dijo Near. -¿Algo más?-. Noté como Mello tragó saliva, y suspiró.
-No. Nada más-. Dijo Mello. -Adiós-.
Cerré la puerta de la habitación.
¿Qué pensaría Mello en ese instante?...
Me encontraba afuera de la habitación de Near.
-¡MGHJ!-. Me pegué un puñetazo en la cabeza.
Me odio, me odio, me odio.
Soy un ser asqueroso y repulsivo. Siempre la estoy cagando con mi jodido orgullo.
Soy una mierda.
[Presente]
Estaba investigando las fotografías. Esto tiene un estilo muy grotesco y brutal, era un asesino sádico. Hay fotos donde se ve gente sin las cuencas de los ojos, gente con brazos y piernas rotas. Sólo alguien traumado y psicópata haría esto. Pero es que encima, ¿Qué clase de entrenamiento necesitas para hacer algo así?. Alguien con entrenamiento militar quizás.
Es muy extraño, y encima, he sufrido una amenaza por su parte.
No tengo miedo, pero...
¿Qué querrá de mí?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top