🎙️|C A P Í T U L O 7

MALAIKA

Seducir a Artemis es algo fácil, toda su vida ha sido un mujeriego sin remedio y conozco sus puntos débiles. Sé perfectamente que no darle lo que quiere es lo que más le excita, en este momento soy su objetivo pero en cuanto pase lo más mínimo entre nosotros dejaré de serlo porque así es él.

Nuestras respiraciones se chocan y el calor comienza a ser un poco agobiante para ambos, me lamo los labios de una manera provocativa para luego alejarme por completo de él.

—Creo que tengo la canción perfecta para la presentación —hablo cortando todo tipo de tensión.

Artemis tarda unos segundos en reaccionar, aclara su garganta y vuelve a fingir como si nada hubiera ocurrido hace unos segundos.

—Tiene que ser un verdadero Hit y que muestre todo tu potencial, necesito que llames la atención de todos—explica serio.

Sonrío y asiento con la cabeza.

Está distante y su rostro expresa seriedad.

—Lo tengo en claro—respondo.

Su mirada celeste me repasa de pies a cabeza para luego caminar hacia mí, me quedó quieta hasta que lo veo pasar por mi lado dejando todo su aroma en mi espacio personal. Respiro hondo y volteo mientras lo observo inclinarse para checar algo en su laptop muy concentrado, se tarda unos largos segundos hasta que la cierra y me da una mirada rápida.

—Vamos al estudio—pronuncia.

Sin decir nada lo sigo, se frena un segundo y me deja pasar por delante de él y al hacerlo no puedo evitar soltar una risa silenciosa.

Sé perfectamente por qué lo hizo.

En L'Olympe hay artistas muy buenos y mucho personal trabajando, aunque quiero causar una buena impresión estoy consciente que en cada paso que doy aquí dentro muchos me miran de mala manera. Camino con la frente en alto y una expresión amable pero amenazante para muchos.

Entramos y de repente siento el ambiente demasiado chico para nosotros dos solos, la energía que manejamos ambos es bastante densa en cualquier lugar. Artemis sigue serio y formal cumpliendo su rol de productor musical y me pide que me adentre en la pecera.

Me coloco los audífonos mientras acomodo el micro a mi altura.

Él me mira desde el otro lado del vidrio, lo veo inclinarse y apoyar su brazo sobre la mesa, al flexionarlo sus músculos se tensan y la cadena que lleva en su cuello queda colgando en el aire. Por alguna maldita razón esa posición y la imagen que estoy teniendo de él frente a mis ojos me provoca un poco de nervios.

—Te voy a poner la pista de la canción que cantaste el día de mi cumpleaños —pronuncia a través del micrófono.

Asiento con la cabeza.

Ser cantante es un sueño que siempre he tenido, no es que surgió de un día para otro, es como si siempre hubiera sido parte de mí. Incluso cuando tenía seis años estaba convencida de que seria una verdadera reina en la música. Nunca supe cómo ni cuando, simplemente lo sentía dentro de mí. Pero supongo que no importa con cuánta intensidad lo soñaba, la vida tenía otros planes para mí.

En este momento de mi vida la única debilidad que tengo es la música, es un punto débil que me toca muy profundo. Tengo tanta pasión por esto que estar aquí en un estudio de grabación aún cuando mi productor es mi peor enemigo me hace olvidar todo.

Pero lo que más me duele es obligarme a no hacerme ilusiones.

Vine aquí para un solo objetivo y mi carrera musical no es parte de ello.

Artemis me hace señas y me preparo.

Me cansé de relacione' no quiero más prisione'—comienzo a cantar siguiendo la pista—. Aunque me critiquen me tienen sin cojones.

Acoplo la canción a mi registro de voz y la hago mía sin intentar imitar a la autora original. Es imposible no dejarme llevar, disfruto tanto de esto que la pasión corre por mis venas mientras hago lo que más me gusta. Me doy cuenta de que desafino en una parte del estribillo y estoy a punto de frustrarme cuando me encuentro con la mirada de Artemis y siento la tranquilidad que me brinda para continuar sin ningún problema.

No puedo evitar mover mis caderas al ritmo de la canción mientras canto libremente. Me dejo llevar por completo y cuando la pista se corta me doy cuenta de que Artemis no me detuvo, me dejó continuar toda la canción y al caer nuevamente en la realidad me quedo seria nuevamente, trago saliva y acomodo mi cabello.

Él me observa con una mirada intensa, se muerde el labio inferior y no pudo descifrar si es que no le ha gustado o quizás sí.

—Quizás puedo probar con otro género—le hablo.

Él re rasca la barbilla y se inclina nuevamente para verme fijamente, lo veo presionar el botón y hablar de una vez.

—Por ahora está bien, de todas maneras iremos jugando un poco con ese tema—expresa profesional.

Asiento y me volteo para salir e ir con él, pongo los ojos en blanco y suspiro. Está demasiado serio y no me sirve de nada tenerlo así.

Camino hasta su lado y él se para, me lleva bastante altura y de todas formas no me siento por debajo de él. Artemis se aclara la garganta y mantiene su porte serio, estoy intentando descifrar si es su manera de separar el trabajo de la vida personal o algo lo tiene inquietante.

Lo miro a los ojos.

—Debemos comenzar a trabajar en el sencillo con el cual te presentarás a los medios—me dice.

Trago saliva.

—Bien, te mostraré algunas maquetas que tengo—respondo seria.

Antes de que pueda responderme voy en busca de mi mochila y saco un cuaderno de brillos azul, Artemis se sienta y yo hago lo mismo a su lado. Entre tantas letras que tengo, busco solo dos para mostrarle y siento su mirada clavada en mí mientras lo hago.

Le entrego mi cuaderno y cuando lo está por agarrar nuestras manos se rozan de una manera extraña, ambos lo ignoramos por completo y lo observo leer mis letras.

Todas las letras en ese cuaderno son el reflejo de la peor etapa de mi vida, años de sufrimiento y recuerdos dolorosos están plasmados en esas palabras. Escribir siempre ha sido mi única manera de expresarme.
La canción que le estoy enseñando en ese momento es una de las que he escrito pensando en él, Artemis ha sido mi inspiración desde niña pero como dicen del amor al odio hay un solo paso. Chloe estaba totalmente enamorada de Artemis Caniglia, Malaika quiere acabar con él.

Su mandíbula se tensa a medida que va leyendo.

—¿Y qué tal?—hablo con un tono dulce—. ¿Te gusta?

Traga grueso y levanta la cabeza para verme a los ojos, se me queda viendo unos segundos y luego me regala una sonrisa falsa.

—Tiene mucho potencial—expresa.

Me lamo los labios y sonrío de forma sensual.

—¿Tiene nombre?—inquiere.

Finjo una expresión de duda, él me mira expectante y luego de unos segundos decido decirle la única palabra que viene a mi mente al tenerlo frente a frente.

—Traidor—respondo seria.

El clima se vuelve tenso y disfruto el silencio incómodo que logra crear cierta incertidumbre en su asquerosa mente.

Sonríe con cierta diversión y asiente con la cabeza.

—No quisiera saber quién es ese traidor que te inspiró —dice entre risas.

Mi rostro no se inmuta y sus palabras no me causan ni un poco de gracia, no puedo finjir y por un segundo siento como todo el odio acumulado viene a mí de nuevo. Toda esa rabia se remueve.

Artemis deja de reírse y al ver mi cara de pocos amigos cambia su expresión de inmediato, aclara su garganta y me mira con seriedad.

—Lo siento, toqué un tema que no debía—expresa en un tono arrepentido.

Trago saliva y hago mi mayor intento por disimular mi desagrado.

—Creéme que te sorprendería lo cínico que es ese traidor—digo con un poco de gracia.

Ríe y se me queda viendo por unos segundos.

Su celular interrumpe las miradas, comienza a sonar y no puedo evitar mirar la pantalla que él oculta de inmediato al notarlo. Es una mujer, lo está llamando y aunque Artemis ignora la llamada no deja de insistir.

Ni siquiera me sorprende, no quiero saber la cantidad de mujeres que pasan por su cama a diario.

Deja el celular en silencio a un lado y se aclara la garganta para volver a su lugar inicial.

—Hay que pulirla pero me gusta—expresa refiriéndose a mi canción.

—Genial entonces—respondo con una sonrisa.

Toma el iPad que está en un cajón y comienza a mirar las noticias, veo inmediatamente una de él en primer plano y el título no es para nada amigable.

"¿Qué esconde el incógnito Artemis Caniglia?"

Observo su reacción que le es imposible de disimular, su mandíbula se tensa y aunque intenta hacer como si no le importara acaba de demostrarme que es uno de los puntos débiles en donde le puedo dar. He seguido sus noticias en los medios por años y sé perfectamente que él cuida demasiado su reputación. Tiene cierta manía con dar poca y únicamente información profesional a la prensa.

—Siempre de chismosos —comento divertida.

Él levanta su mirada y me mira.

Entiende lo que acabo de decirle y su expresión cambia.

—Sólo buscan contenido—dice luego de un suspiro poco amigable.

Quita todo y vuelve a mí.

Mi primer golpe vendrá por ese lado. Voy a darle a la prensa lo que tanto quieren, información de Artemis Caniglia.

Me pongo de pie y antes de que él haga lo mismo me coloco a su lado, apoyo mi mano en su hombro mientras me inclino hacia él para estar cerca de su rostro y fingir que le quiero señalar algo de mi cuaderno, noto como su mirada traviesa me recorre al mismo tiempo que esboza una sonrisa pervertida.

Lo tengo demasiado cerca y mientras me observa atentamente paso mi mano por las hojas.

Puedo palpar la tensión que se maneja en este momento.

Artemis es como un niño, mientras más peligroso y complicado más lo desea.

—Artemis, hijo —pronuncia una voz que interrumpe el silencio.

Me alejo de él como si algo me obligará a hacerlo y lo veo hacer lo mismo, pasa una mano por su barbilla nervioso mientras se incorpora y se pone de pie.

Acomodo un mechón de mi cabello mientras levanto mi rostro para ver a la persona que acaba de entrar. Mi cuerpo se endurece como una piedra cuando la veo frente a mí, su mirada no es para nada amigable y me inspecciona de pies a cabeza. Verónica es la mamá de Artemis y la supuesta mejor amiga de mi madre.

Tenerla de frente luego de tantos años me ha chocado más que verlo a Artemis.

—Mamá, no avisaste que vendrías—habla él acercándose a ella.

Mi mirada segura pero temerosa y sorprendida recae sobre ella.

Cabello castaño largo y lacio, ojos cafés con hermosas pestañas y la elegancia que todo su dinero compra. A pesar de los años sigue viéndose muy joven para su edad.

—Soy tu madre no un empleado —responde de mala gana.

Mi respiración está irregular pero intento manejarlo, trato de mantener mi postura firme y convertirme en la mejor actriz en este maldito momento.

Artemis se da cuenta que su madre no me ve con mucho agrado y suspira para luego presentarnos.

—Mamá ella es Malaika mi nueva artista—pronuncia—. Malaika, ella es mi madre Verónica—nos presenta formalmente.

Sonrío de la manera más falsa que lo he hecho.

Me acerco y le doy una mirada amable e inocente.

—Un gusto—expreso.

Ella me observa fijamente y su expresión esconde algún pensamiento sobre mí que no está diciendo.

—Encantada Malaika—habla en un tono educado—. Tienes una vibra que llama realmente la atención.

Le doy una mirada a su hijo y luego a ella.

¿Vibra?

Verónica Caniglia era la mejor amiga de mi madre, nuestras familias eran tan unidas que formaban una sola y de igual manera no le importó dejarme en un orfanato sola. Ni Verónica ni su esposo me fueron a ver una puta vez para saber en el infierno que estaba viviendo. No pretendía que me adopten pero sí que se acordarán de mí y respetaran el cariño que mi madre y yo les teníamos.

Nunca me puse a pensar en que Verónica o su esposo supieran lo que Artemis hizo y aún no lo creo pero mi enojo por ellos es por otra parte.

Todos te tienen aprecio hasta que en verdad los necesitas y son expertos en desaparecer por completo.

—Espero que sea de buena manera—digo entre risas.

Ella sonríe de una manera muy seca y no puedo evitar recordar todos los momentos que pasé en mi infancia con ella y su familia, mi madre la quería mucho y era la única amiga a la que consideraba verdadera en ese momento.

Me duele demasiado de tan solo pensar en todo eso.

Se acerca lentamente y me mira a los ojos con gran profundidad, un nudo invade mi garganta y lucho contra mis instintos para no dar señales de nada.

—Te me haces muy familiar—pronuncia pensativa.

La miro firme y ninguna de las dos dice nada.

—Malaika a penas ha vuelto a la ciudad mamá, seguramente te estás equivocando con otra persona—dice Artemis en un tono agotador.

Ella se toma unos segundos más en mirarme hasta que la veo tragar Saliva y voltear hacia su hijo con una sonrisa. Le acomoda la camisa y lo mira con el mismo amor y devoción que siempre lo ha mirado.

Es su único hijo y mamá solía decirme que Verónica hasta mataría solo por protegerlo a él.

—Vine a buscarte para almorzar juntos—le dice entusiasmada.

Artemis no tiene buen humor y se nota que le incomoda bastante la presencia de su madre, me deja asombrada ya que él siempre ha sido tan unido a ella que daría todo por hacerla feliz.

Observo toda la escena atentamente y me siento agobiada, quiero salir de aquí y alejarme de ellos aunque sea por un momento.

Muchos recuerdos dolorosos y frustantes acaban de removerse con tan solo una presencia.

Sé perfectamente que para todos Chloe murió hace años pero no puedo evitar sentir ese puto miedo de que pueda llegar a reconocerme. Verónica me ha visto crecer desde que era una pequeña niña de rizos que a penas le llegaba a las rodillas.

—Estamos trabajando en algo importante—le responde él seco.

Aprovecho el momento para huir de la mejor manera.

—Si quieres puedes ir, iré trabajando y puedo pedirle ayuda a los chicos—le digo mirándolo a los ojos.

Él traga saliva y me mira como si acabara de arruinar su excusa.

Verónica nos observa a ambos y puedo notar el peso de nuestras intensas miradas.

—De hecho, Malaika puedes venir con nosotros para celebrar que eres parte de L'Olympe —propone con una sonrisa.

Artemis se gira como un robot hacia su madre en el segundo en que pronuncia aquello y su expresión demuestra lo sorprendido que está de haberla escuchado invitarme a su almuerzo.

Siento como si me hubieran cargado un peso grandísimo y todo mi sistema se altera. No puedo creer que me esté pasando esto.

Pasé la mitad de mi vida convencida de que podría hacer esto pero ahora no puedo evitar sentir un gran agobio con toda esta situación, aún no me acostumbro y se siente tan tormentoso estar aquí con las mismas personas que arruinaron mi vida pero al mismo tiempo me la hicieron tan feliz por un gran tramo.

Mi pulso está alterado pero intento no demostrar mis nervios.

Los observo a ambos y sonrío como toda niña buena.

—Me encantaría almorzar con ustedes—miento de la mejor manera.

Artemis me mira con una sonrisa ladeada y traviesa mientras que Verónica me observa con cierta aprobación.

Sé que algo le ha llamado la atención de mi y quiere averiguarlo pero no podrá.

Puede que aún no me acostumbre a todo esto y sea complicado para mí manejar tantas emociones de golpe pero si de algo estoy segura es que cuando alguien lo ha perdido todo, no hay nada ni nadie que la detenga para cumplir su objetivo...

Y ese alguien soy yo.

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