🎙️| C A P Í T U L O 2

OCHO AÑOS DESPUÉS...

MALAIKA

Siento el aroma a huevos revueltos y mi estómago ruge, cargo las dos enormes maletas con todas mis fuerzas por toda la escalera. Suelto un suspiro agotador al llegar a la planta baja y me encuentro con Viggo que me observa con un rastro de diversión en su rostro.

—¿Qué?—inquiero a la defensiva.

Lame sus labios y luego hace una rara expresión levantando sus cejas.

—Nada, ven a desayunar—pronuncia y se va al comedor.

Viggo es mi padre adoptivo, él ha estado a cargo de mí estos seis años. Estuvimos fuera del país todo este tiempo, hace dos días regresamos y aunque él insiste en que siga viviendo en su nueva lujosa casa  ya es momento de irme. Tengo veintidós años y por más que hace rato no le pertenezca legalmente, él se sigue haciendo cargo de mí.
Me acaba de comprar un departamento soñado en el centro de la ciudad,  él ha sido la única persona que estuvo a mi lado todos estos jodidos años.

No volví por nada.

Volví por absolutamente todo.

Artemis Caniglia; el productor millonario más exitoso y joven del mundo. Un cazatalentos al que mucha gente admira, sobre todo mujeres. El maldito al que todas desean y el que ninguna logra conseguir.

El puto traidor que me arrebató la vida que tenía, mi vida.

Artemis mató a mi mamá y a mí hermano; su mejor amigo de la infancia.

Gracias a él quede sola. En un puto hueco al que no pertenecía y tenía que sobrevivir obligadamente.

Me he preparado todos estos años, he planeado cada paso y he investigado absolutamente todo de él. Lo persigo desde las sombras y él no tiene idea. Siguió su vida feliz creyendo que el karma nunca llegaría pero cometió un error.

Él debió matarme.

Porque ahora vengo dispuesta a destruirlo.

Voy a entrar a su vida, voy a meterme en sus putas entrañas y cuando lo tenga en la palma de mi mano, voy a verlo sufrir lentamente.

—Aquí tienes—dice y me entrega el plato.

—Gracias.

Observo la tostada con palta y huevo junto al jugo de naranja.

Le doy una mordida y no puedo evitar sentir la mirada de Viggo sobre mí.

—Habla—expreso sin mirarlo.

Suspira.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo?—inquiere.

Los ojos pardos de él se cruzan con los míos y mi expresión furiosa no cambia, Viggo sabe perfectamente lo que he esperado este momento y me irrita que crea que voy a dar marcha atrás. No he desperdiciado tantos años para rendirme justo ahora.

—No puedes estar preguntándome eso—expreso con rabia.

Clavo la mirada en él y aprovecho para inspeccionar, Viggo siempre ha sido un gran deportista y por eso se mantiene en forma a pesar de su edad. Es un hombre apuesto y aunque tiene varias propuestas, aún está soltero.

Soltero y millonario, quién podría llegar así a esa edad.

Él es lo único que tengo...

Se levanta de la silla y se acerca lentamente hacia mí, su camisa blanca se pega a su cuerpo y le marca los músculos. Me mira a los ojos y luego me envuelve con sus enormes brazos dulcemente.

Sé que Viggo solo quiere lo mejor para mí.

—Lo siento amor—susurra—. Es que a veces me da miedo que te suceda algo.

Suspiro y le recibo el abrazo.

Mi chófer llega y lo último que hago es despedirme de él para irme a mi nuevo departamento, me ayuda a subir las valijas al auto y antes de que me vaya me toma el rostro con ambas manos, me acaricia suavemente y me mira a los ojos con una sonrisa.

—Siempre estaré para tí—expresa.

Me deposita un beso en la frente y me deja ir.

Una hora después me veo parada en la entrada del edificio, ya tengo las llaves en mi mano y me adentro al ascensor junto a mis maletas. Ya lo había visto por fotos pero personalmente es increíble, tiene una vista genial y es muy amplio.
Me tomo unas horas para acomodarme, pido delivery y luego de comer me voy a duchar.

Salgo envuelta en una toalla cuando el timbre suena.

Abro la puerta y un chillido me sorprende.

—¡Sorpresa!—expresa alegre.

Río y la dejo pasar.

Barby, mi mejor amiga desde hace años y lo mejor de todo, la secretaria de Artemis.

—Traje vino y maní de los que te gustan—comenta dejando las cosas sobre la mesa.

Camino detrás de ella y no puedo evitar reír, ella es de las personas que emanan buenas vibras y son capaces de mejorarte el día por completo.

—Te amo—pronuncio.

—Yo más.

La miro a los ojos y le doy un repaso, se ve hermosa hoy. Barby es de tez trigueña con unos ojos color miel que enamoran por completo, su cabello es lacio y largo de color castaño.

Tiene un gran estilo y por supuesto una personalidad imcreible.

Tomamos vino mientras me ayuda a prepararme, ya es de noche y en una hora debemos estar en el evento. Hoy es el cumpleaños de Artemis y reserva demasiado su imagen y es por eso que hace una mega fiesta lujosa pero privada.

Mediáticamente está limpio pero en privado es un maldito mujeriego que le encanta vivir de fiesta.

Barby me consiguió una entrada y por supuesto que haré que él me vea por primera vez allí, no desperdiciaría esa oportunidad.

—Ese vestido me encanta—opina mi amiga mientras se mete un maní a la boca.

Me miro al espejo y observo mi reflejo.

Mi maquillaje está hermoso y brilloso, mi cabello rubio con rizos está perfecto, bajo la mirada y observo el vestido que llevo puesto. Es rojo con un corset de tul sin mangas y desde la cintura cae una falda voluptuosa pero corta. Es sensual, elegante y atrevido al mismo tiempo.

Me decido por ese vestido y me coloco rímel, logra que mis ojos celestes tengan más visión.

—Ayudame—le pido.

Barby se acerca y me coloca la cadenita de oro que lleva una pequeña 'M' como dije.

Me doy un último vistazo y considero que estoy lista, tomo la cartera y salgo del apartamento junto a mi mejor amiga. Nos subimos a su coche y conduce hasta la dirección del evento.

No puedo mentir, estoy nerviosa.

Hace ocho años que no lo tengo frente a mí.

Solo espero no perder el control, mis ganas de destruirlo son muy fuertes.

—¿Estás bien?—inquiere la castaña.

La miro y le doy una sonrisa de boca cerrada.

—¿Qué mejor que ser el regalo de cumpleaños de Artemis Caniglia?—expreso irónica.

Ella ríe y me fijo en la ventanilla esperando que por fin lleguemos al lugar.

No puedo creer que después de tantos años estoy aquí a un paso de comenzar la venganza que me quitó el sueno todo este tiempo. Estoy tan consumida por el rencor y el dolor que estoy segura que cumplir mi promesa es lo único que me dará paz.

No voy a parar hasta verlo arrodillado frente a mí, suplicando un perdón que jamás obtendrá.

Mi corazón late a mil cuando me percato que ya estamos dentro, dimos nuestros nombres en la puerta y ahora nos encontramos en el gran evento. Es una megafiesta al estilo de regaeton pero costoso. Hay muchos artistas de la firma de Artemis y cosas exorbitantes por todos lados para agradar a los invitados. Definitivamente es la fiesta de cumpleaños de Artemis, un egocéntrico derrochador y amante de los excesos.

El éxito lo llevo a esto. Lo tiene todo y desperdicia su vida en fiestas lujosas.

Camino por el enorme predio al aire libre, Barby me acompaña y aunque recibimos algunas miradas todos están descontrolados bailando y tomando, hay olor a marihuana y quién sabe que más estén consumiendo.

La música está muy fuerte y llegando al final de todo veo un enorme escenario muy bien decorado.

—¿Quieres algo de tomar?—pregunta Mi amiga.

Asiento y la veo desaparecer entre las personas.

Estoy demasiado ocupada observando todo y buscándolo con la mirada, en el escenario hay unas enormes letras con luces que dicen: Artemis Caniglia.

Justamente hoy cumple treinta años y aunque ya no es un niño sigue viviendo la vida como uno.

Al entrar nos quitaron los celulares, no quiere que se filtre ninguna foto o vídeo de su fiesta a la prensa. Le importa demasiado cuidar su imagen y eso es un punto a mi favor.

—¿Perdida?—susurra una voz masculina en mi oído.

Me sobresalto y volteo de inmediato, me veo demasiado cerca de un tipo de cabello negro y ojos cafés. Es demasiado guapo y lleva un piercing de argolla en su labio inferior, lo examino por completo y su camisa de mangas cortas deja a la vista los músculos de sus brazos.

—No, espero a mi amiga—respondo luego de unos segundos.

Sonríe.

Joder tiene una linda sonrisa.

—¿Eres amiga de Artemis?—dice con doble sentido.

Es repugnante de solo pensar eso que quiso decir.

Frunzo el ceño.

—No, mi amiga me invitó y estaba libre.

Me mira los labios y suspiro.

Ni siquiera sé quién es.

—¿Siempre eres así de sociable?—expresa con sarcasmo.

Lo miro a los ojos y sonrío falsamente logrando que él lo note.

—No, solo cuando un tipo que ni siquiera me dijo su nombre intenta coquetear conmigo de la manera más aburrida—le respondo sería.

Se muerde el labio inferior y suelta una carcajada.

—Tienes razón, creo que debo cambiar mi tactica al encontrarme con chicas rudas e inteligentes como tú.

Ruedo los ojos y me corro a un lugar menos apretado, él camina a mi lado y hace lo mismo.

—Soy Milán, el mejor amigo del cumpleañero—pronuncia como todo un galán.

Mi estómago se estruja y me sorprende por completo.

Ni siquiera tuve que moverme y ya tengo frente a mí a su nuevo mejor amigo.

Tal vez hasta terminé como mi hermano.

Trago saliva y me volteo para tenerlo de cerca.

—Malaika, acabo de volver a la ciudad—me presento.

Sonríe y asiente para sí mismo.

Él puede servirme y demasiado.

—¿Quieres bailar?—le propongo sin pensarlo.

Se sorprende y asiente de inmediato.

Me toma de la mano mientras nos guía hacia el medio, entre todas las personas bailando al ritmo de la mejor música.
Comenzamos a bailar y me divierto más de lo planeado, mi espalda se pega a su cuerpo mientras me muevo sensualmente.

Siento el calor de su aliento sobre mi hombro derecho mientras sus manos agarran mis caderas. Mi cabello rizado se mueve al ritmo de mi cuerpo.

—Te mueves demasiado bien Ricitos de oro—pronuncia en mi oído.

Suelto una carcajada y me volteo.

—Eres un idiota—expreso.

Me doy cuenta que me estoy desviado de mi objetivo y mi rostro se pone serio, lamo mis labios y luego se me ocurre una idea

—Necesito un favor—le digo de un momento a otro.

—Todo lo que digas—dice coqueteando.

Me toma unos segundos decirle lo que quiero y en menos de tres minutos lo consigue. Estoy en el enorme escenario frente a todas estas personas que ahora tienen su atención en mí, me paro frente al micrófono sin ningún pudor y lo amoldo a mi altura.

Le doy una señal y me ponen la pista que pedí, todos están a la expectativa y ni quiera saben quién soy o que voy a hacer.

La melodía comienza a soñar y me preparo para cantar una canción de regaeton digna de que todas la mujeres presentes puedan bailar.

Me cansé de relacione' , no quiero más prisione'. Por más que me critiquen, me tienen sin cojones—canto mientras muevo mis caderas y la ovación de las personas comienza—. Papi me puse más mami...

En esta última frase me volteo y le doy la espalda al público para mover mi trasero al ritmo de la canción y causar un descontrol en toda la fiesta.

Mi objetivo es llamar su atención y sé que lo haré.

Artemis no se quedará quiero al saber que una extraña le acaba de robar el show.

Me siento genial en este escenario, es como si fuera toda una experta en esto y la realidad es que es la primera vez que me subo a uno. La sensación que tengo en este momento es la mejor que he sentido en la vida, es todo un sueño.

Sonrío y bailo mientras sigo cantando y que la gente me apoye como si fuera una artista famosa me vuelve loca.

Solo puedo pensar en que no quiero que esto acabe.

Me siento demasiado bien, es como una adrenalina agradable.

Soy libre cantando sobre un escenario...

Hágame el amor, no la guerra... Que en la disco me esperan mis perra'—continuo sin desafinar.

Todos bailan y disfrutan emocionados, sin importarle quién o soy o por qué estoy aquí cantando.

Terminó la canción y me despido, escucho algunos silbidos y piropos del público. Me bajo del escenario con una sonrisa amplia y me encuentro con Milán esperándome.

—Guau—dice sorprendido—. Tu voz es increíble y joder, ese show que montaste fue de toda una profesional.

Me muerdo el labio inferior y río.

A pesar de que allá sido parte del plan me siento genial.

—Bueno no fue para tanto—expreso siendo modesta.

Estamos a puntos de irnos de ese sector cuando una voz ronca y masculina me sorprende.

—De hecho fue increíble—pronuncia.

El corazón me palpita demasiado rápido y un hormigueo nervioso me recorre todo el cuerpo. Pasaron años y pudo haber cambiado pero reconocería su voz, su tono, en cualquier maldito lugar del mundo y hoy no es la excepción.
Trago grueso y respiro hondo, necesito recomponerme para voltear y verlo a la cara.

No puedes rendirte ahora, Malaika...

Mi expresión es neutral y tratando de controlar todas la emociones encontradas junto a los nervios, me armo de valor para girarme y encontrarme de frente con el mismísimo Artemis Caniglia.

Intento actuar como si nada pero por dentro tengo todo revuelto.

Lo observo y siento una terrible sensación en mi vientre, su postura es dominante, su cabello castaño está rapado a los costados de una forma muy prolija. Sus ojos celestes están sobre los míos y me concentro en su rostro con quijada perfecta y una pequeña barba perfilada.

Se ve...

Guapo.

Mierda, no puedo creer que estoy diciendo esto.

Viste una camisa blanca con un bordado de rosas negro en sus hombros, aprieta sus músculos y sus mangas están dobladas dejando a la luz los tatuajes en sus brazos. No sé si es la ropa, su musculatura o que carajos pero se ve atractivo.

Está diferente...

Aunque su mirada sigue siendo la misma.

—Pues sí, para qué negarlo—pronuncio en un esfuerzo de autocontrol.

Siento rabia mezclada con miles de sentimientos más.

Trago saliva.

Actúo como si nada pero siento la necesidad de alejarme de él.

—Que bueno que estés aquí amigo, te presento a esta belleza talentosa—habla Milán alagador—. Malaika.

Artemis le da una mirada serio y luego vuelve a mí. Me toma por sorpresa cuando agarra mi mano suavemente, mi respiración se altera y sentir su tacto me descoloca.

—Un placer Malaika, soy Artemis Caniglia—pronuncia arrogante y deposita un beso sobre mi mano.

Mi pulso comienza a temblar y el odio se hace cada vez más presente. Verlo tan feliz, tan pleno y viviendo su puta vida libremente mientras mi madre y mi hermano están bajo tierra solo me provoca asco.

Maldito hijo de puta.

Quito mi mano de inmediato y esbozo una falsa sonrisa.

—Feliz cumpleaños Artemis—pronuncio mirándolo a los ojos.

Esto a penas comienza...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top