🎙️|C A P Í T U L O 16

Malaika

Entré en un estado de shock o lo que sea pero no soy capaz de asimilar todo esto, intenté seguir sacándole información a Alexander pero ya no dijo nada. Tuve que actuar como si nada y decirle que Artemis me estaba esperando en la empresa, estamos a unas calles y soy consciente de que el clima está tenso.

—¿Tan mal la has pasado?—pronuncia intentando sonar gracioso.

Aclaro mi garganta mientras que busco la manera de no quedar mal ante él.

Me siento rara, angustiada y como si me hubieran traído todo mi pasado ante mí en unos pocos minutos.

No puedo dejar de pensar en mí hermano, en cómo quizás hay cosas que nunca supe de él a pesar de que creía conocerlo incluso más que mi mamá. El sabor amargo en mi garganta no se quita y hoy es uno de esos días en donde me cuestiono absolutamente todo, me siento como si estuviera viviendo la vida de alguien más y mis emociones estuvieran ajenas a todo lo que hoy es mi presente.

¿Vale la pena una venganza?

Joder, ni siquiera sé que digo.

Obvio que va a valer la pena, toda mi vida se fue al carajo hace ocho años y sería en vano haber pasado por tanto sufrimiento y tanta tortura por nada. Tengo una maldita roca atascada en mi interior hace años y sé que solo va a desaparecer cuando me sienta conforme de hacer pagar al asesino de mi familia.

—Claro que no—digo intentando fingir una sonrisa—. Todo esto de las redes y los rumores me tienen un poco mal.

Él parece creerme porque siento como su mano se extiende para tomar la mía mientras conduce, la tomo y en cuanto siento su agarre un escalofrío me atraviesa.

Trago grueso y lo ignoro.

—Mientras ellos se encargan de hacerte noticia del día tu fama sube como espuma—pronuncia mirando al frente.

Sonrío y vuelvo a mirar al frente.

Mi sonrisa se borra de inmediato cuando al ver que estamos llegando a la puerta de la productora nos encontramos con una invasión de periodistas y gente que se avalancha al auto en cuanto nos reconoce.

Mi cara de espanto es visible y suelto la mano de Alexander de inmediato mientras que me coloco los lentes de sol.

—Maldita sea—espeto casi para mí.

—Tranquila—pronuncia—. Ignora y actúa normal.

Pff, como si fuera tan fácil.

Probablemente estén aquí por los escándalos de Artemis pero no desaprovecharán la oportunidad al tenerme aquí y peor aún con Alexander Biker.

Da igual, tengo que soportar todo esto para acabar con la maldita paz de Artemis...

Puedo hacerlo.

He soportado tanto, esto de unos desconocidos no me va a afectar.

Siento la mirada de Alexander sobre mí.

—Bajaré contigo si no te sientes cómoda—dice.

Suspiro.

—No, estaré bien—respondo cortante.

Mi corazón late con gran velocidad y no soy capaz de poner atención a otra cosa que no sea el amontonamiento de periodistas y cámaras que me invaden.

Alexander ni siquiera sé inmuta y entiendo que está acostumbrado a esto pero me pone aún más nerviosa verlo con tanta tranquilidad.

Reúno valor y coloco mi mano en la manija de la puerta lista para bajar cueste lo que cueste, Alexander observa toda la situación y noto que quiere ayudarme pero me siento mejor así, en momentos de tanta presión como este sólo quiero estar sola y no cargarle mis nervios a nadie más.

—Gracias por traerme—pronuncio finjiendo normalidad.

Los ojos oscuros pero intensos de Alex se fijan en mí, su quijada perfecta y su porte serio se rompe por un segundo dándome una sonrisa sincera y la única hasta ahora.

Me acerco para depositar un beso en su mejilla pero me sorprende cuando toma mi rostro con su mano y une mis labios con los suyos en un desprevenido e intenso beso, al principio me siento un poco incómoda pero luego lo sigo en la misma sintonía. En cuanto nuestras bocas se separan lo miro a los ojos y ambos sonreímos.

—Para calmar los nervios—pronuncia mirándome a los ojos.

Río y como si fuera automático mi sonrisa se borra en cuanto noto que los fotógrafos y las cámaras están frente al auto teniendo el plano más cerca de nosotros dos, lo que significa que acaban de capturar el maldito beso.

Maldita mierda.

Trago grueso y los malditos nervios se transformaron en rabia.

—Tengo que ir—digo apurada.

Abro la puerta y camino empujando a cualquiera que se cruza en mi camino, parecen como unas malditas hormigas tratando de picarme en manada. Los lentes de sol al menos me hacen sentir menos expuesta y camino con la espalda recta con mi mejor expresión de seguridad.

—Señorita Malaika podría darnos su declaración—escucho entre tantas voces y micrófonos que me invaden.

Joder, esto es agobiante.

El camino se hace más largo y se me colocan en frente para que no pueda pasar.

—Permiso por favor—hablo alterada—. No tengo nada para decir.

No se corren y cada vez se juntan más y más, mi respiración comienza a agitarse y lo único que me queda es suspirar mientras me rindo a seguir caminando. Me detengo en seco dándoles lo que quieren y trago grueso al mismo tiempo que levanto mi rostro y miro a las tantas cámaras frente a mí.

Me siento toda una verdadera estrella ya que estoy rodeada de cámaras y micrófonos esperando que diga alguna puta palabra.

—¿Mantiene algún tipo de relación amorosa con su productor Artemis Caniglia?—inquiere acercando el micrófono a mi boca.

Río irónica.

—Como usted dijo, Artemis Caniglia es mi productor y mi jefe por lo tanto no tengo ninguna otra relación con él más que laboral—pronuncio firme y en un tono alto.

Sus preguntas me abruman y miro hacia todos lados buscando salida.

—¿Qué opina sobre los rumores sobre el pasado oculto del señor Artemis? ¿Ha visto actitudes raras en él?

En este momento solo me queda reír nuevamente y tratar de hacer como si no acabarán de preguntarme eso. ¿Qué pienso de su pasado oculto? Pues que soy la única que lo conoce tanto como hundirlo en su propia miseria.

Es obvio que ha engañado a todos con su reputación de hombre perfecto y misterioso pero arruinar su imagen es una de las tantas cosas que tengo planeadas para él...

—No pienso hablar de la vida personal de mi productor—le respondo de mala manera y vuelvo a mirar a la cámara—. No olviden de seguirnos en las redes para más novedades de mi música—expreso con una sonrisa.

Corro la cámara con mi mano y hago el intento nuevamente de pasar, cuando creo que me quedaré en este montón todo el día mis ojos se desvían hacia Artemis que se acerca con aires de grandeza actuando como si fuera superior a todo el montón de periodistas que me acosan. Lleva su gorra y los lentes de sol como está mañana, en cuanto lo ven salir se van corriendo hacia él y puedo respirar con tranquilidad al saber que al menos me han dejado el espacio libre para continuar caminando.

Llego hacia la puerta y me encuentro con él, tiene las manos en los bolsillos de su pantalón y se muestra con tranquilidad.

—Ve adentro, yo me encargo—pronuncia en mi oído.

Trago saliva y le hago caso sin decir ni una palabra.

Una vez dentro del edificio suelto todo el aire acumulado, subo al ascensor para ir a la oficina de Barby y en cuanto las puertas de metales se abren me encuentro con gran parte del equipo pecado a la televisión y los celulares. Algunos artistas que a penas conozco me observan de mala manera y otros simplemente me ignoran.

Suspiro y pongo los ojos en blanco mientras continuo caminando.

Me encuentro con Milán en el camino y para mi suerte Barby está a su lado. Los saludo a ambos y siento el aire tenso.

Los ojos color miel de Barby están puestos sobre mí y me da una mirada que comprendo rápidamente, sigo la mirada hacia el enorme televisor en la sala y veo a Artemis en vivo.

—Acabas de hacer que mi amigo salga a dar una nota a los periodistas que lo vinieron a invadir tan solo para salvarte a tí de esas bestias depredadores, ¿Entiendes lo que significa?—me dice Milán en un tono de sorpresa.

Sus palabras me hacen quedarme tildada por unos segundos mientras pienso, vuelvo a mirar la imagen de Artemis en la televisión y estoy a punto de caer en su maldita farsa de héroe pero termino chasqueando la lengua y restándole importancia.

—Soy su nueva artista, sólo está cuidando su reputación—le digo.

Él ríe con sarcasmo.

—Ay Ricitos —expresa en un suspiro.

Tomo su mentón con mi mano y aprieto sus mejillas, su rostro queda cerca del mío y lo observo fijamente.

—Prometo ponerte un apodo en cuanto se me ocurra uno—le digo con una sonrisa divertida.

Lo suelto y rápidamente le doy un beso en la mejilla para luego irme con mi mejor amiga a su oficina, debo aprovechar antes de que Artemis suba porque estoy segura de que no me dejará en paz.

Barby cierra la puerta y me tiro en su sofá de inmediato.

—Qué estrés, por Dios—me quejo.

Ella se para frente a mí cruzada de brazos, lleva tacones y un vestido rosa amoldado a su cuerpo. El cabello castaño lo tiene recogido con una coleta alta y la hace ver mucho más llamativa y hermosa.

—Habló la perdida —reclama.

La miro y tapo mi rostro con mis manos de forma graciosa.

—Lo siento, estoy con todo lo musical y además sabes que intento ganarme la confianza de Artemis—hablo apenada.

Ella suspira y se sienta a mi lado, me incorporo y envuelve mi cuello con su brazo para pegarme a su cuerpo.

Barby ha sido mi única amiga real todos estos años, he compartido mucho con ella y es como mi único pilar aunque a veces creo que no soy tan buena amiga cómo ella se lo merece. No me gusta cuando me dice que dejé mi venganza de lado pero por otra parte la comprendo, mis planes hacia Artemis me consumen demasiado y eso afecta a mi amistad.

Solo quisiera prometerle que algún día sanaré y lograré estar en paz para darle mi mejor versión que se merece pero esa promesa queda tan solo en mi mente porque ni siquiera yo misma me puedo prometer aquello.

—Te entiendo, tonta—susurra apoyando su cabeza en la mía.

Nuestro silencio es reconfortante y sobre todo porque es la única persona en la que confío cien por ciento.

Respiro hondo y confieso algo que tengo atravesado hace días.

—A veces me siento tan estúpida—susurro.

—¿Por qué lo dices?

Levanto mi rostro y la miro a los ojos.

—Porque por momentos es como si Artemis se metiera en mi mente y me hiciera olvidar que es un puto desgraciado con el cual quiero acabar—hablo un poco rápido y en un tono poco seguro.

Me acaba de costar tanto decirlo en voz alta porque realmente es algo de lo que me avergüenzo y no podia siquiera decírselo a mi mejor amiga, es como una maldita presión que siento y en esos momentos en que me dejo llevar y miro a Artemis como si no fuera el hombre que me arruinó la vida la culpa me carcome. Siento como si le estuviera fallando a Henry inlcuso a mi madre y es una sensación jodidamente horrible.

Me siento una completa idiota.

Y llegué a la conclusión que no importa cuánto nos dañen, siempre va a existir ese fragmento de nosotros que enterramos dentro el cual tiene la esperanza y la inocencia de ver el lado bueno de las personas. Mientras que toda nuestra otra parte dañada solo se consume por el resentimiento y se esconde detrás de un mural de acero con el miedo de que la dañen una vez más.

Mi odio hacia Artemis es algo que ni siquiera yo misma puedo explicar, al verlo lo único en que pienso es en que es un maldito traidor y asesino que camina sin ninguna culpa mientras que yo estoy aquí frente a él viviendo una vida que no me pertenece y recordando una que él me quitó. Pero por otro lado, cuando estoy frente a él y lo miro a los ojos siento como si en realidad fuéramos Artemis y Malaika conociéndose por primera vez, como si él nunca hubiera dejado de provocar lo mismo que me provocaba hace ocho años a pesar de todos y se crea un jodido debate dentro de mí mientras que me castigo por disfrutar siquiera un momento al lado de mi peor enemigo. Pensar en lo que siento por Artemis me abruma, sé que es odio pero al mismo tiempo hay algo más profundo que me carcome en cada segundo que lo tengo frente a mí.

Todo era mejor cuando no lo tenía frente a mí y simplemente lo odiaba desde las sombras recordándome a cada segundo que me quitó a mi única familia mientras planeaba una venganza.

Tenerlo cerca y estar en constante contacto con él es como una jodida tortura.

Lo odio.

Y me odio a mí misma por no poder odiarlo completamente.

—Es normal que te suceda esto y es que han pasado muchos años, tú eres Malaika y por más que sea Chloe la que está esperando vengarse de él, ella es una parte de tí que ya no existe y que ojalá algún día puedas dejar ir—Barby habla en un tono serio y comprensivo.

Suspiro y escucho atenta.

A veces tan solo estoy agotada de la vida misma y sé que nadie comprenderá ese jodido sentimiento de  desear tan solo acabar con la agonía sin importar qué precio tenga que pagar.

Chloe es aquella niña a la que le arrebataron todo incluso su inocencia, a la que le robaron algo tan preciado, la cual no tuvo opciones y esa misma niña que llora desconsoladamente todos los días en mi interior esperando a ser liberada.

No todo el mundo comprende lo que es haber enterrado una parte de uno mismo para obligar a salir a otra más fuerte porque la antigua se agotó.

Estar dañada en un mundo de hipócritas injustos solo te da la opción de volverte uno de ellos para sobrevivir...

Me he sacrificado enteramente para estar aquí y cumplir mi venganza, sería una eterna condena arrepentirme a estas alturas.

—A veces solo quisiera que la vida se sintiera menos pesada...

Trago grueso y Barby se separa de mí para mirarme fijamente a los ojos, me transmite ese lugar seguro que tanto necesito y me siento tan orgullosa de tenerla a mi lado.

Porque sé que ella jamás me fallaría así como yo tampoco le fallaría a ella.

—Has cargado con los peores pesos de la vida y estoy demasiado orgullosa de la mujer que eres, ¿De verdad crees que esto es demasiado para tí?—habla con seguridad clavando su mirada miel en mi.

Sonrío.

Ella cree en mí y quizás es uno de los pocos motivos que me motivan a hacerlo yo también.

—Te amo—expreso sonriente.

La castaña ríe y me abraza.

—Yo más, Ricitos de oro—pronuncia divertida.

Me separo rápidamente y la observo con una mirada acusadora.

Enarco una ceja y ella contiene la risa.

—¿Tú también?—inquiero.

—Lo siento, es que es muy bueno.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Está muy bueno el apodo o el creador?—pregunto con doble sentido.

Barby cambia su expresión y noto un poco de incomodidad o quizás nerviosismo en ella, suspira y se pone de pie finjiendo que chequea algo en su laptop. No insisto y ambas quedamos en silencio hasta que ella decide hablar sobre el tema.

—Milán es genial pero ni él me ve de esa manera que piensas ni yo creo querer tener algo amoroso que arruinaría la química entre nosotros—declara en un tono firme.

Me pongo de pie y repaso mi ropa del día anterior, necesito una ducha urgente.

—¿O sea que prefieres seguir teniéndolo de folla amigo?—le pregunto acercándome a ella.

Sonríe de forma pervertida y apoya sus brazos sobre su escritorio para inclinarse hacia mí.

—Deberías probarlo, da placer y nadie sale herido—responde orgullosa.

Suspiro y me volteo.

Sé a lo que se refiere y especialmente a quién.

—No voy a follarme a Artemis—hablo sin voltearme a verla.

Barby suelta una carcajada.

—Te sacarás las ganas que le tuviste toda tu vida—habla en un tono provocador—. ¿Quién dijo que los enemigos no pueden follar y luego volver a odiarse?

Me muerdo el labio y no soy capaz de contener la risa por tanto tiempo, suelto una carcajada y volteo a verla nuevamente.

—Eres una idiota Barby—espeto estre risas.

Mi sonrisa se borra en cuanto siento su jodida presencia incluso por detrás de los vidrios de la oficina, él está parado en la sala junto a los demás y siento su mirada puesta en nosotras.

Barby se pone sería mientras toma algunos papeles y me da una mirada para que la siga, ambas salimos de la oficina caminando tranquilamente hacia Artemis.

Su cara no es la más amigable en este momento.

—Artemis, tengo el reporte de algunas llamadas que estuvieron llegando—habla con seriedad mi amiga.

Él ni siquiera la mira, se concentra en su celular.

Ella se queda en silencio por unos segundos y al no obtener respuesta de su parte decide seguir hablando.

Idiota.

—El señor Biker pidió que te comuniques con él de forma urgente, la revista Star quiere concretar una entrevista contigo, también llamaron los productores de The King para cuadrar una colaboración y...—continúa dándole el reporte.

Escucho atentamente y mi mente comienza a analizar cuando me doy cuenta que ha dicho "el señor Biker"

Alexander no puede ser.

Y otro Biker solo podría ser su padre.

¿Por qué carajos Artemis tiene tanta relación con ellos?

Lo veo guardar su celular nervioso y alterado, luego le da una mirada a Barby indicándole que se vaya mientras quedamos los dos justo en frente del otro. Mi expresión es neutral pero él expresa su mal humor hasta por los poros.

—Ven a mi oficina—pronuncia en un tono duro sin siquiera mirarme.

Se voltea y camina hasta su oficina mientras yo me quedo en el mismo lugar por unos segundos para luego suspirar y seguirlo.

Llego a su oficina y cierro la maldita puerta mientras intento no perder la razón, está parado frente al vidrio que da la vista a la ciudad y me está dando la espalda así que me acomodo en un rincón detrás de él esperando a que diga algo.

El clima es demasiado tenso.

—Empieza a poner de tu esfuerzo porque esto no está funcionando Malaika—pronuncia con firmeza.

Trago saliva y arrugo mi entrecejo mientras lo veo voltear, se para frente a mí con esa misma postura arrogante y las manos en los bolsillos. La gorra le da un toque urbano increíble al igual que su camisa que resalta su anatomía musculada.

Joder.

—¿De qué hablas?—inquiero en un tono bajo.

Su mirada pesada está puesta en mí sin ninguna inseguridad.

—De tu carrera hablo, te tomas esto como si fuera un juego y hay miles de cosas en las que aún debemos trabajar—habla enojado.

Mi rabia se acumula poco a poco y no soporto la manera en la que me está hablando.

—Tú eres mi jodido productor, deberías ser tú el que esté más pendiente de mí y no de los escándalos mediáticos que tienes o tus conquistas de la noche—expreso enojada, con un tono grotesco.

Oh...

Le he dado un golpe muy bajo.

Me he dejado llevar y en cuanto me doy cuenta de lo que le acabo de decir intento bajar mi intensidad y quedarme en silencio pero veo en el reflejo de su mirada celeste la rabia que lo consume y se acerca como un jodido depredador a mí logrando que me sienta una hormiga frente a él, mi altura no ayuda mucho en este momento. Su mandíbula está tensa y su expresión es de pocos amigos, no bajo mi mirada y noto como me observa de una manera intensa mientras que sus pupilas se dilatan poco a poco apagando el celeste de su mirada.

—¿Yo?—reclama en un tono duro—. ¡¿Acaso soy yo el que se besa con la competencia en frente de una manada de periodistas en la puerta de mi productora?!—inquiere con furia.

Río irónica y en cuanto me doy cuenta lo tengo tan cerca de mí como para que nuestras respiraciones alteradas se mezclen.

Maldito Artemis.

Arrogante, egocéntrico, ambicioso y jodido Artemis.

Lo detesto.

—¿Eso es lo qué te tiene tan molesto?—inquiero en un tono provocativo y una mirada desafiante—. ¿Que Alexander pudo besarme y tú no?

Su respiración se altera cara vez más, su mirada oscura no se quita de mí y aprieta su mandíbula con más intensidad mientras que su ceño se mantiene fruncido.

Me importa una jodida mierda agotar su paciencia.

Mis palabras le han dado justo en el ego y noto lo enojado que está pero me importa una mierda.

Maldito idiota que se cree que todo el jodido mundo tiene que estar bajo su control, voy a demostrarle que Artemis Caniglia no es más que un patético engreído con dinero y unos buenos músculos y que si quiero puedo desafiarlo sin ningún pudor.

El pulso se me acelera cada vez más y la rabia me consume.

—¿Crees que estoy celoso?—inquiere y suelta una risa llena de ironía—. No eres más que una inmadura jugando a ser famosa.

Hijo de perra.

Lo dice con tanta seguridad y tanta frialdad que me da aún más rabia.

Mi pecho sube baja al igual que el de él y nuestros cuerpos están demasiado cerca aunque la rabia del momento no nos deja tomar consciencia de eso.

Trago grueso.

—Ven y pruébame a ver qué tan inmadura soy—lo desafío mirándolo a los ojos—. Maldito egocéntrico—espeto.

Expreso aquellas palabras con tanta rabia que ni siquiera soy capaz de darme cuenta que serían las mismas que destinarían toda la maldita tensión entre nosotros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top