🎙️|C A P Í T U L O 15
Malaika
Me levanto de un sobresalto junto a un extraño sonido de sorpresa mientras que comienzo a toser colocando una mano en mi pecho intentando bajar la intensidad de mi respiración, no soy capaz de poner atención a mi alrededor hasta que logro visualizar el rostro de Artemis acercarse hacia mí.
Trago grueso y aclaro mi garganta con el ceño fruncido.
Podría decir que tuve una pesadilla pero es demasiado común en mí, siempre interrumpen mi sueño.
Supongo que he conocido los peores monstruos en mi vida y no en las pesadillas...
—Malaika, ¿Estás bien?—inquiere preocupado.
Se inclina hacia mí y lo observo atentamente.
Estoy en su cama.
Artemis ya está vestido y parece estar despierto hace rato, lleva una camisa de mangas cortas con un estampado negro y blanco en conjunto de un jean negro y una gorra amarilla sobre su cabeza.
¿Qué carajos hago aquí aún?
Siento un maldito revuelo y en cuanto él intenta juntar su mano con la mía lo primero que hago es alejarme.
Me mira confundido y me doy cuenta de lo idiota que estoy actuando.
—Tuve una pesadilla—hablo con la voz ronca.
—Entiendo—responde neutro—. ¿Quieres que te de un vaso de agua o algo?
Me destapo y me pongo de pie de inmediato, estoy acelerada y no puedo pensar con claridad es como si aquella maldita pesadilla siguiera en la realidad de mi vida.
Paso ambas manos por mi rostro en signo de frustración mientras rodeo la cama para caminar hacia mis cosas. En cuanto paso por su lado siento el cuerpo de Artemis invadir el mío con su calor, supongo que no habia calculado el espacio cuando decidí pasar por delante de él. Trago saliva y levanto mi rostro para mirarlo a los ojos, me lleva altura y al tenerlo de frente y a tan solo unos pocos centímetros me encuentro perfectamente con su mirada encima de la mía.
Mi mandíbula está tensa y él me mira con la misma seriedad que lo miro yo, sin embargo, mi pulso aún sigue acelerado y tenerlo tan cerca descontrola todo mi maldito sistema emocional.
Sus ojos celestes tienen ese jodido brillo que los hace demasiado atractivos, tanto como para reconocerlos de a dos calles de distancia. Artemis tiene esa mirada posesiva, sensual y jodidamente persuasiva. Un extraño cosquilleo recorre las palmas de mis manos en cuanto se lame los labios lentamente y rápidamente mi mirada se encuentra sobre su boca.
Mi respiración se agita cada vez más y tengo demasiado miedo de pensar que ya no sea por la pesadilla.
Lo odio.
Aún llevo puesta tan solo su camisa y el calor corporal me aumenta en cuanto baja su mirada para comenzar a recorrer todo mi cuerpo con ella.
Sabe perfectamente lo que está logrando y le encanta.
Esboza una pequeña sonrisa maliciosa.
—Te ves demasiado ardiente vistiendo mi camisa—pronuncia en un tono ronco que me desordenada completamente.
No soy capaz de mover ni un músculo para hablar o hacer algo, simplemente me concentro en sus labios y siento como mi ritmo cardíaco aumenta cada vez mas mientras que mi mente me condena un poco más.
—Artemis...—susurro.
Él se inclina un poco más y de la manera más adictiva desliza su mano lentamente por la parte baja de mi espalda y me pega más a él con un pequeño agarre. Por alguna razón no puedo reaccionar y quitarlo, simplemente lo dejo hacerlo y en cuanto su mirada vuelve a encontrarse con la mía nuestras respiraciones se chocan alteradas.
Maldita sea.
Su rostro está demasiado cerca del mío.
Lo odio, lo detesto...
Y aún así, mi cuerpo sigue teniendo esa reacción cuando se trata de él.
Su aroma, sus aires arrogantes, su mirada, su estilo, su confianza, su poder de seducción, su maldito porte maduro.
Todo en él me condena.
La última vez que vi a Artemis era un adolescente y ahora ya es todo un hombre, y jamás creí que eso lo volvería más ardiente y adictivo.
Por un segundo, por un jodido segundo casi olvido que soy Malaika y que viene aquí para vengarme de él, casi me dejo llevar completamente por esa niña que estaba locamente enamorada del mejor amigo de su hermano y soñaba que algún día creciera y la vida los pudiera reencontrar para darle una oportunidad de amor.
Esa niña que aunque sigue muerta dentro de mí, aún tiene la mínima fibra de esperanza de que algún dia pueda liberarse de esa oscuridad y dejarme ir para sanar completamente.
Mientras tanto, se mantiene allí enterrada en lo más profundo de mi alma recordándome que las grietas cada vez son más profundas.
Pero el timbre suena en el momento justo antes de que cometa un error del que me podría arrepentir. Trago saliva y Artemis cierra los ojos mientras suspira, su agarre se suaviza hasta soltarme y me mira a los ojos como si quisiera encontrar algún tipo de reacción de mi parte.
La persona que toca el timbre es demasiado insistente y es lo único que resuena en el silencio de toda la habitación.
—Tendré que bajar a abrir—dice con pocas ganas.
Asiento con la cabeza y pareciera que le cuesta demasiado irse hasta que finalmente se voltea y se aleja lentamente hasta desaparecer de mi vista.
Actúa como si nada y no me ha hecho ni una sola pregunta de lo que sucedió anoche ni de su estado de ebriedad o de porque terminamos durmiendo juntos en la misma cama.
Suspiro y voy al baño para arreglarme y vestirme nuevamente con mi ropa, me tomo mi tiempo mientras reviso mis redes tranquilamente. Una sensación de emoción me invade cuando me doy cuenta que he aumentado demasiado los seguidores desde ayer, incluso la fotografía que Milán me tomó y postee ayer está llena de comentarios y likes mostrándome el apoyo por mi música.
Sonrio y deslizo mi dedo mientras leo cada uno de los comentarios.
Mi sonrisa se borra por completo luego de unos segundos en el momento en que comienzo a leer varios comentarios que mencionan el mismo tema, trago saliva y mi cuerpo se tensa.
"Yo la shippeo con Artemis, las miradas en la conferencia de prensa fueron demasiado obvias..."
"Confirmen si todas sabemos que él jamás estaría con una novata, es marketing."
"Canta bonito pero es una lástima que tenga que acostarse con su productor para triunfar"
Miles de comentarios de ese estilo, desde los falsos buena onda hasta los que te destrozan con sus malditas palabras. Bloqueo el celular y respiro hondo tratando de ignorar, sé que no tendria que afectarme pero se siente agobiante leer como gente que ni siquiera me conoce opina sobre mí con tanta maldad y con tanta seguridad.
Supongo que lograr mis sueños y triunfar como cantante también viene acompañado de este lado oscuro.
Las notificaciones me siguen llegando sin parar y pongo el celular en silencio.
¿Cómo puede ser que entre tantos mensajes lindos y de apoyo solo mi atención esté en los malos y llenos de odio?
Es como un maldito superpoder que tienen las personas detrás de la pantalla de joderte la vida incluso siendo el único entre miles.
Termino de colocar el labial en mis labios y respiro hondo antes de bajar al living, mi rostro está serio mientras que por mi mente pasan miles de cosas que aún no puedo procesar bien. Aparezco en el living y al escuchar mis pasos veo a dos figuras voltearse rápidamente, en cuanto levanto mi mirada me encuentro con Milán y Artemis frente a mí.
Ambos me miran de pies a cabeza.
Noto la tensión en el aire y mi curiosidad por saber de qué hablaban aumenta.
—Ricitos—pronuncia Milán con su mismo carisma.
Sonrío y camino unos pasos hasta acercarme hacia ellos, Milán me examina y noto como su expresión se pone sería de inmediato. Lo observo confundida por su actitud pero él traga saliva y hace como si nada.
—Hola Milán—hablo con un tono amable.
Artemis nos observa y lo noto demasiado tenso.
Antes de que pueda decir algo, lo veo tomar el control remoto y encender la televisión. Está tenso y su expresión es de pocos amigos, Milán me mira sin decir ni una palabra y luego ambos ponemos la atención en él y el televisor enorme que está justo en frente.
El canal de noticias muestra una foto de Artemis y de inmediato me doy cuenta de lo que está sucediendo, él sube el volumen y me concentro en la periodista que habla.
El título es:
"El año más escandaloso de Artemis Caniglia"
—El famoso y codiciado productor musical Artemis Caniglia ha tenido unas semanas demasiado intensas, luego de tantos años de tener perfil bajo ante la prensa parece haber resurgido dándonos sus inesperados escándalos—habla la chica de la televisión y su voz resuena en el living—. Testigos afirman haberlo visto en un momento de tensión y agresión con Alexander Biker, han sembrado una nueva duda en todos nosotros y no podemos dejar de preguntarnos; ¿A qué se debe está enemistad? ¿Qué oculta el famoso y reconocido productor?
Artemis aprieta su puño y se puede sentir el mal momento en todo al aire, ni Milán ni yo somos capaces de decir algo y por un lado lo único que hago es observar la reacción de él. Sé perfectamente que le he dado en uno de sus puntos débiles, su imagen respetada e intrigante ante los medios se terminó.
Pasan fotos, incluso el video que filme en la discoteca y veo como han recibido toda mi información correctamente. Tocan el tema de su inasistencia a la empresa en aquella fecha específica y comienzan a hacer preguntas relacionadas a su pasado y toda su vida personal. Artemis se altera cada vez más con cada palabra de los periodistas y como lo están destrozando públicamente con todos los escándalos que acaban de sumarle.
Mi expresión cambia cuando veo en la pantalla fotografías mías junto a Artemis tanto como en el evento de presentación como en la rueda de prensa, trago saliva y Milán me observa con seriedad.
—¿Un nuevo romance para el señor Caniglia? ¿O es simplemente otra de sus conquistas de la vida nocturna que desconocemos?—resuena el audio de la televisión—. Malaika Accardi acaba de presentarse como la nueva artista de L'Olympe y aunque el público la ha recibido bastante bien hay mucho que no sabemos de ella.
Escucho atenta y río incrédula.
Por supuesto, no era solo un escándalo de redes sociales.
De todas formas estar involucrada ayuda a que ni Artemis ni nadie sospeche de que soy la causante de todo esto.
—Falta que digan que soy una criminal o algo así—pronuncio en un tono divertido pero me percato de que no hay humor para nada.
Artemis lanza el control remoto al sofá luego de apagar la tele y se voltea suspirando con una expresión de enojo y confusión al mismo tiempo. Se mira con su amigo en una mirada de demasiada complicidad para luego enfocar sus ojos celestes sobre mí que me encuentro parada justo en frente de él.
Pasa una mano por su rostro y lo veo tragar saliva tratando de concentrarse.
—Malaika, trata de ponerle atención a los medios y todo este tipo de chisme que pueda surgir—habla serio—. No creí que te tocaría esto en a penas tu inicio pero debes tener en claro que este mundo está lleno de esta mierda que debemos soportar —me explica tratando de sonar objetivo aunque se nota su enojo con todo este tema.
Se preocupa e intenta de que esto no me afecte a mí pero puedo reconocer fácilmente lo mucho que sí le está afectando a él mismo y al menos me siento conforme con haber logrado mi primer objetivo; acabar con su paz.
Haber conocido a Malaika Accardi le traerá demasiados problemas y él ni siquiera se lo imagina.
—Entiendo Artemis, quédate tranquilo—pronuncio en un tono normal.
Asiente con la cabeza nervioso y puedo observar lo mucho que de esta conteniendo tan solo por mi presencia.
—Joder, Ricitos, manejas esto mejor que alguien con años de carrera—pronuncia Milán acercándose.
Lo miro y él me sonríe mientras que juega con su piercing.
Milán tiene ese carisma tan puro y atrevido al mismo tiempo que es capaz de llamar la atención de cualquiera, lo ha hecho conmigo desde el primer segundo. Incluso en tan poco tiempo me he acostumbrado a su presencia y ha logrado alegrar mis días muchas veces.
Tengo entendido que es el mejor amigo de Artemis pero al observarlos solo me doy cuenta que no es ni la mitad de la amistad que tenía con Henry y estoy segura de que Artemis es consciente de ello.
Con Milán son buenos amigos y se apoyan pero conozco al menos cierta parte de Artemis como para saber que no ha abierto completamente su alma a él, la relación que tienen es más bien estructurada y superficial. En cambio con Henry era diferente, incluso desconocidos creían que eran unos hermanos muy unidos ya que eso era lo que transmitían. Henry y Artemis eran como un complemento especial y único, los mirabas y tan solo pensabas en qué se sentiría tener una amistad como la suya.
Y todo acabó tan mal que a veces me cuesta demasiado creer como Artemis pudo traicionar a su hermano, su otra mitad.
Pero supongo que la vida siempre sorprenderá y nunca sabremos con certeza quién es el villano y quién es el héroe porque de eso se trata este mundo, de vivir con máscaras.
—No hace falta ser famoso para obligarse a aprender a vivir con comentarios crueles de las personas—le digo en un tono sincero.
En la vida cotidiana está normalizado pero incluso es peor que en el mundo artístico.
—Tienes razón—responde Milán.
Enciendo mi celular y busco mensajes importantes entre tantas notificaciones hasta que me encuentro con una llamada perdida de Alexander y dos mensajes invitándome a almorzar. Seguramente está al tanto de las noticias incluso antes que yo y aunque no tenemos nada es un poco incómodo que vea mi supuesto romance con Artemis.
La paso bien con Alexander pero al menos por ahora no hay espacio para un romance en mi vida.
De hecho, ni siquiera sé si realmente creo en el romance.
—Debo irme—pronuncio apurada.
—¿A dónde vas?—habla rápidamente Artemis.
Guardo mis cosas y luego levanto mi cabeza para verlo. Su expresión es seria pero interesada, los músculos de sus brazos están tensos y sus tatuajes resaltan aún más.
Lo miro a los ojos y trago saliva.
—Iré a almorzar con Alexander —hablo sin problema.
Su mirada se hace más profunda aún.
Hace un gesto poco amable para luego rodearme y caminar en dirección a la escalera pero se tarda tan solo un segundo en volver hacia mí con la mandíbula tensa.
—Tenemos que trabajar en tu próximo lanzamiento y en todo lo que tu carrera necesita—pronuncia ronco—. No te conviertes en una cantante exitosa en una semana, Malaika.
Sus palabras son duras y claramente está de mal humor.
Río irónica, camino hacia él mientras que mi mirada asesina recae sobre Artemis Caniglia.
—¿Tener éxito también consiste en no almorzar?—inquiero mirándolo fijamente.
Se queda en silencio y noto el enojo en su mirada.
Simplemente está furioso por todo el escándalo y quiere desquitarse conmigo.
Sonrío triunfante y lamo mis labios provocativa para luego depositar un casto beso en su mejilla, dejándolo aún sin palabras. Veo la contracción de su garganta al tragar saliva y me alejo dándole la espalda caminando hacia la puerta de salida.
—En unas horas nos vemos en la empresa, Artemis —hablo mientras me alejo cada vez más.
Abro la puerta y salgo de su departamento antes de escuchar cualquier estupidez salir de su boca.
Alexander me está esperando abajo y me tardo unos pocos minutos en llegar, visualizo su auto de inmediato y en cuanto me ve se baja colocándose los lentes de sol y caminando de forma arrogante y atractiva hacia mí.
Sus vibras son bastantes oscuras e intensas, probablemente más que Artemis.
Sonrío cuando lo tengo en frente y él se para en frente mío mientras que rodea mi cintura con su brazo acercándome y depositando un beso en mi mejilla, trago saliva y estoy a punto de hablar mientras comenzamos a caminar hacia su auto pero la voz del portero me detiene.
—Señorita Malaika—pronuncia en un tono alto.
Me volteo y Alexander se detiene al mismo tiempo sin despegarse de mi lado.
—¿Si?
El hombre me mira un poco nervioso y lo observo esperando a que abra su boca nuevamente.
—El señor Artemis me pidió que le dijera que puede pasar más tarde a buscar las pertenencias que dejó anoche cuando se quedó a dormir—habla educadamente con un poco de pena en su mirada.
Mi rostro se transforma de inmediato, paso por todos los estados posibles. Lo miro incrédula pero luego de un silencio incómodo lo único que me sale es reaccionar soltando una risa irónica mientras miro hacia un punto fijo en el interior del edificio pensando en lo idiota que es Artemis y en la estupidez que acaba de hacer para llamar la atención.
Maldito idiota egocéntrico.
—Está bien, gracias—respondo obligadamente dejándolo ir.
Respiro hondo llena de rabia y volteo a verlo a Alexander que traga saliva y me mira con cierta incomodidad.
Lo hizo a propósito.
Me quedo en silencio y camino hacia su auto, una vez dentro me coloco el cinturón de seguridad y mientras él conduce busco la manera de que la incomodidad desaparezca, el aire está muy tenso.
—Ah si que las noticias son ciertas—dice intentando ponerle gracia pero no me inmuto.
Sé a lo que se refiere y no me ha caído nada bien su chiste.
—¿Qué noticias?—inquiero seria, haciéndome la desentendida.
Ríe por lo bajo mientras concentra su vista al frente.
—Del romance tuyo con Artemis—responde con otro tono.
Río un poco tensa y me incorporo en el lugar, me tomo unos segundos en responder para no ser impulsiva.
—Al menos que yo sepa estoy soltera—respondo con sarcasmo.
—Lo entiendo, perdón—se excusa de inmediato.
No vuelve a tocar ese tema el resto del camino, hablamos sobre mi carrera y algunos términos musicales pero no puedo evitar preguntarme si estoy aquí porque en verdad tengo la mínima pizca de interés en Alexander o solo porque quiero joder a Artemis. De todas formas, lo necesito para averiguar que es lo que ocultan los dos.
Sé que hay algo más que solo enemistad entre ellos.
Llegamos al restaurante y nos sentamos en las mesas al aire libre, hay poca gente de bastante clase y aunque ponen la atención en nosotros no es muy agobiante como en otros lugares cuando estoy junto a Artemis.
—¿Cómo te sientes con todo esto?—inquiere interesado mientras lee la carta.
Se refiere a la fama repentina, lanzarme como cantante, mi primer escándalo y todo lo que eso incluye.
Trago saliva y tardo en responder.
No estaría confiandole mis emociones a un extraño pero quizás me ayude a liberarme, él tiene mucha experiencia en este medio y probablemente me entienda más que Barby.
Sus ojos oscuros se aclaran un poco dando el reflejo del sol sobre ellos y observo detenidamente su quijada perfecta y toda la seguridad que maneja en su rostro, aunque puedo admitir que tiene una personalidad imponente y que causa demasiada curiosidad, como si hubiera algo más de él que no demuestra ante el mundo.
Es mayor que yo y su experiencia se nota pero sin dudas hay algo más.
—Por un lado estoy feliz de lograr algo que siempre soñé pero por otro siento como si me hubieran cargado una mochila con toneladas de un día para otro—pronuncio en un tono neutro, dejándome llevar.
De todas formas, nunca seré una cantante exitosa y reconocida mundialmente porque he venido para vengarme de Artemis y cuando lo consiga seguramente toda esta fantasía artística se acabe. No quiero acostumbrarme a esto y mucho menos ilusionarme con que es real porque quizás nunca llegue a serlo.
Su mirada se posa sobre mí y su expresión es de concentración, examina mi rostro por unos segundos y mantengo mi mirada firme sobre él aunque siento una extraña sensación que me transmite al observarme de esa manera.
—Tienes talento y sobre todo una personalidad fuerte, podrás acostumbrarte con el tiempo—dice en un tono ronco.
El mozo se acerca y toma nuestras órdenes mientras que yo me quedo en silencio pensando en todo.
Trago saliva y en cuanto él vuelve a poner la atención sobre mí, vuelvo a hablar.
—¿Acaso es tan duro como dicen?—pregunto en un tono con gracia.
Esboza una sonrisa ladeada y me mira fijamente.
Noto como su mandíbula se tensa, sus dedos golpean suavemente la mesa y su mirada oscura me repasa como si estuviera viendo tan solo una nueva mercancía.
Supongo que hasta ahora no me había tomado el tiempo de observarlo detalladamente.
—Esta industria es probablemente la mas oscura y perversa que te puedes encontrar, terminarás corrompida de una manera u otra—dice con una tranquilidad que no me agrada mucho.
Trago saliva y me incorporo intentando cambiar el clima que se generó en tan solo unos minutos.
—¿Puedo hacerte una pregunta?—suelto.
—Las que quieras, bonita.
Lamo mis labios y sonrío falsamente mientras lo miro a los ojos.
—¿Es cierta la enemistad entre Artemis y tú?—pronuncio sin pudor—. Digo, es que tal vez tan solo es algo que creó la prensa—agrego fingiendo confusión.
Él ríe y su expresión cambia bastante.
—Artemis y yo éramos buenos amigos—dice con seriedad y no puedo descifrar si habla con sinceridad—. Pero a él siempre le ha gustado creerse mejor persona que los demás.
Noto el resentimiento en sus palabras, su mirada expresa mucho y me da la confirmación de que hay una historia demasiado perversa detrás de todo esto. Su mirada se fija en un punto ciego y aprovecho para observar detenidamente cada uno de su lenguaje corporal.
No puede ocultar la rabia.
—¿Artemis y tú? No puedo imaginarlos siendo amigos— le digo actuando como una inocente curiosa.
Traga saliva y juega con el salero que tiene un su mano.
Su expresión no es para nada amigable.
El silencio me hace creer que no me dirá nada más pero luego de unos segundos incómodos decide volver a hablar como si nada.
—De hecho éramos tres—confiesa y me tenso—. Los conocí cuando recién empezaban a buscar oportunidades en este mundo y los ayudé a que mi padre les ofreciera una.
Mi pulso comienza a acelerarse y siento como el sabor amargo sube a mi garganta de inmediato.
Puede ser que esté loca y mi maldito trauma me haga relacionar todo pero no puedo siquiera mover mi cuerpo al escuchar sus palabras y pensar que probablemente esté hablando de mi hermano.
Intento disimular pero mi respiración comienza a alterarse y aprieto mi puño en mi pierna por debajo de la mesa para intentar disminuir la ansiedad que este momento me está provocando.
Hay muy pocas probabilidades de que Alexander Biker hubiera sido amigo de Henry y Artemis en esos tiempos pero la sensación que tengo en mi pecho no me deja de hacer creer que sí podría ser real.
Y si él fue su amigo, hay muchas cosas que podría averiguar...
Maldita sea.
—Artemis, tú y ...—hablo y me quedo en silencio intentando que complete la frase.
Se tarda pero lo hace.
—Henry—pronuncia concentrado y tenso.
Y mi cuerpo se paraliza en un segundo, alterando cada uno de mis sentidos.
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