🎙️|C A P Í T U L O 14
Malaika
Todos tenemos una fecha o una época en la que la nostalgia y el dolor nos rodea y lo único que queremos hacer es hacernos bolita en la cama mientras que el tiempo pasa. Hoy es ese día para mí.
El aniversario de la muerte de mi madre y Henry.
Cada año es más doloroso que el otro y quizás así sea toda mi vida, lo común en este día sería deprimirme en silencio hasta que el día pasa y olvido de castigarme con recuerdos que me hunden aún peor en una tristeza de la que no puedo salir hace años.
Pero este año no lo puedo hacer.
Y aquí estoy, maquillándome sin ganas para darme una apariencia presentable mientras que me preparo para ir a la productora porque ahora soy Malaika Accardi y debo hacer como si nada. Debo fingir que estoy en la mejor etapa de mi vida cuando en realidad simplemente soy una infeliz que vive tan solo por una venganza.
Duele y demasiado.
Perder a las personas que amas es un dolor irreparable que nadie va a lograr sanar por completo porque es ese maldito comodín dentro de nosotros que está listo para salir a destruir tu realidad en cualquier momento.
Barby vino a verme está mañana, me acompañó como siempre pero lo único que quiero es estar sola y hundirme en mi maldita pena sin arrastrar a nadie más.
Subo al taxi y apoyo mi cabeza en la ventanilla sin ganas de nada, tardo unos pocos minutos en llegar y antes de bajar respiro hondo mientras que me preparo mentalmente para ser una buena actriz.
Al entrar, saludo a todos como si nada y con una sonrisa en el rostro voy hacia Milán que está con su guitarra en el sillón del living.
—Buen día—hablo.
—Buen día, hermosa—responde adorable.
Extiende su mano y le entrego la mía con una sonrisa, él me la acaricia suavemente mientras que siento su vibra reconfortante para mí.
Me alejo y voy directo a la oficina de Artemis, no tengo ganas de que me trate como la mierda hoy, voy a darle el gusto de trabajar todo el día y nada más.
En cuanto me estoy dirigiendo hacia allí escucho la voz de Milán detenerme.
—Artemis no está—dice con tranquilidad.
Me detengo en seco y arrugo la nariz confusa.
Volteo y lo miro para asegurarme de que he oído bien.
—¿Está en el estudio?—pregunto.
Niega con la cabeza.
—Hoy no viene a la empresa—responde sincero.
Me acerco hacia él y no puedo evitar traer todos los malos pensamientos a mi mente.
¿Es capaz de exigirme y ni siquiera viene a trabajar?
Maldito idiota.
Resoplo molesta y coloco una mano en mi cintura.
—¿Por qué carajos no viene? Ni siquiera me avisó.
Milán suspira y deja la guitarra a un lado, se pone de pie y en cuestión de segundos lo tengo frente a mí.
Me mira y traga saliva antes de hablar.
—Artemis jamás viene aquí en esta fecha, es como si desapareciera del mundo por un día entero—pronuncia en un tono suave y nostálgico.
Siento una ráfaga de frío pasar por mi espalda y no soy capaz de disimular mi expresión neutral, lo miro intentando decir algo pero nada sale de mi boca. Miles de pensamientos vienen a mí pero ninguno tiene la respuesta que necesito en este momento.
—¿Está en su departamento?—pregunto.
Milán me mira enarcando una ceja.
—Supongo—pronuncia—. Pero no le gusta...
Antes de que termine la frase ya me estoy alejando dé el y tomando el ascensor para salir del edificio. Ni siquiera sé que es lo que estoy sintiendo en este momento, es una mezcla de intriga, rabia y dolor. No es mi mejor día del año y por más que quiera fingir que estoy bien cualquiera podría descubrirme con una sola mirada.
Camino rápido y consigo el primer taxi que pasa, me subo y le indico la dirección de Artemis.
Él tiene que estar en la productora, ¿Por qué carajos no lo hace?
Mi corazón está acelerado al igual que mi respiración y lo único que hago es mirar por la ventanilla mientras intento controlar mi respiración.
—¿Estás bien?—pregunta el taxista.
Le doy una mirada y asiento con la cabeza.
Mi expresión no es la mejor en este instante.
—Solo...—intento hablar agitada—. Sólo abriré la ventanilla para tomar un poco de aire.
Lo hago y siento la brisa golpear directamente en mi rostro, trago grueso y cierro los ojos con la intención de imaginarme algo bonito que pueda llegar a calmarme pero no importa cuánto lo intente solo veo mosntruos y sufrimiento hasta en mis fantasías.
Tengo ganas de golpear todo lo que esté a mi alcance y llorar hasta deshidratarme.
Llego al edificio de Artemis y me tardo unos pocos segundos en encontrarme frente a su puerta. Respiro hondo y me preparo para tocar timbre, lo hago y nadie responde.
Maldita sea, le conviene estar ahí dentro.
Toco el timbre reiteradas veces pero no da signos de vida y comienzo a rendirme, apoyo mi espalda contra la pared mientras suspiro y me quedo esperando a que Artemis aparezca o simplemente pensar que carajos haré con mi vida hoy.
Resoplo y vuelvo a pararme frente a su puerta.
Esta vez decido golpear la puerta con mi puño varias veces con fuerza, no tengo respuesta pero logro escuchar un ruido en el interior del apartamento que me da aviso de que él está allí dentro.
—Artemis, sé que estás ahí dentro—pronuncio en un tono alto para que logré escucharme—. Soy Malaika.
Suspiro.
Maldito imbécil.
No responde.
Vuelvo a golpear una vez más y la puerta se abre.
Me quedo parada con una expresión se sorpresa al verlo frente a mí en un estado deplorable, lo observo atentamente y puedo ver sus ojeras, su cabello despeinado y todo su maldito aspecto que lo hace ver como un alcohólico. Trago saliva y su mirada perdida se encuentra con la mía, Artemis tiene una botella de vodka en su mano ya casi vacía y su aroma no es el más exquisito en este momento.
Estoy sería y verlo de esta manera provoca muchas reacciones que no soy capaz de aceptar.
—¿Qué sucedió contigo?—inquiero.
Sus ojos están rojos y ni siquiera se inmuta al verme.
Reúno fuerzas y me adentro a su departamento sin siquiera pedir permiso, él cierra la puerta y se queda en el mismo lugar mientras que yo dejo mis cosas en el sofá y me preparo para voltear a verlo.
Mi pulso tiembla pero intento controlarme para que él no lo note.
—¿Qué haces aquí?—dice en un tono duro y poco amigable.
Me acerco y le quito la botella de vodka sin pensarlo, él se queja como todo un niño y luego me mira sonriente.
Ni siquiera en su peor estado deja de coquetear.
—Vine a buscarte—respondo indiferente.
—No trabajo estas fechas—pronuncia y mi cuerpo se estremece.
Cierta parte de mí no quiere saber la razón pero la otra se muere de intriga.
—Me acabo de enterar—hablo sin mirarlo a los ojos.
Hago que envuelva mi nuca con su brazo mientras intento guiar su enorme y musculado cuerpo hacia su habitación que tanto me cuesta hacerlo llegar por las escaleras. Respiro hondo y trato de poner mi mente en blanco al hacer esto, no sé en qué momento creí que seria correcto ayudar a mi peor enemigo en el día en que solo quiero cerrar los ojos y volver el tiempo atrás.
Llegamos a su habitación y me encuentro con Henry acostado sobre la cama, él me mira y rápidamente se acerca a saludarme.
—Hola bebé —hablo cariñosa.
No es el mejor día para llamarse Henry...
—Soy todo un bebé para tí —susurra Artemis, arrastrando las palabras como todo un borracho.
Suspiro y pongo los ojos en blanco.
—Le hablo al perro Artemis—respondo como un regaño.
Lo llevo hasta su baño y lo obligó a sentarse en la tapa del retrete mientras preparo la bañera.
Podría arrepentirme de esto en cualquier momento e irme pero no puedo siquiera pensarlo porque al menos ayudar a un Artemis borracho me hace olvidar lo mucho que me cuesta seguir viviendo y lo doloroso que es esta maldita fecha para mí. Prefiero estar aquí fingiendo que no me dan ganas de asesinarlo en vez de hundirme en la miseria de mi cama.
Cierro el agua y la bañera ya está lista.
—Ven a la bañera —le digo casi como una orden.
Él levanta su mirada para mirarme a los ojos y trago grueso para controlar mis instintos.
Siento mucha rabia al verlo y no puedo evitar pensar que hasta en esta fecha él se lleva todo el protagonismo haciendo de víctima, porque es un maldito egoísta.
—No quiero—bufa mientras ríe solo.
Suspiro.
—Artemis no me la pongas difícil, métete —hablo firme.
Me acerco y él envuelve mi cintura rápidamente con sus brazos acercándome más a su cuerpo. No lo quito pero puedo sentir el peso de mi respiración en este momento. Me hace puchero con su boca y mantengo mi seriedad al encontrarme con su mirada demacrada.
—Lo haré—pronuncia orgulloso—. Pero si te metes conmigo—dice con una sonrisa provocativa.
Lo miro a los ojos con profundidad y me quedo en silencio por unos segundos.
Apesta a alcohol.
—Con ropa—respondo en un tono bajo.
Sonríe y a pesar de que su estado es el peor su sonrisa se destaca por completo.
Lo ayudo a pararse y también a quitarse la ropa poco a poco mientras siento como todo mi sistema se altera, él levanta los brazos mientras que yo me deshago de su remera y soy capaz de sentir el calor de su torso desnudo tan cerca a mí. Trago grueso y continuo mientras hago todo mi esfuerzo por ignorarlo, me agacho para desabotonar su pantalón y mi respiración se agita cada vez más. Cierro los ojos por unos segundos mientras que respiro hondo.
Carajo.
Le quito su pantalón y me encuentro con la figura de Artemis semidesnuda. Nuestras miradas se encuentran y sé que ambos estamos consumidos por la maldita tensión del momento. Por alguna puta razón se me ocurre tocar su pecho desnudo con mis manos para tallar algunas de sus poco visibles cicatrices, él aprovecha para colocar su brazo en la parte baja de mi espalda y cuando menos lo pienso lo tengo a unos pocos centímetros pudiendo sentir el calor de su cuerpo y su maldito aliento.
Mi expresión puede expresar todo el dolor y sufrimiento que estoy sintiendo en este momento al tenerlo tan cerca, contengo mis ganas de llorar y miro al frente encontrándome con sus pupilas dilatadas.
Te odio Artemis...
A esta altura ni siquiera sé qué es lo que realmente provoca él en mí.
Nuestras narices se chocan y simplemente me culpo por la maldita reacción que tiene mi cuerpo a su cercanía.
Su boca se abre y nuestros labios se rozan en su intento de besarme pero me alejo de inmediato. Aclaro mi garganta y respiro hondo, él suspira y coopera en silencio para meterse a la bañera. Me quito los zapatos y me siento en el borde mojando una mínima parte de mi cuerpo. Artemis se sienta hundiéndose en el agua mientras que yo mojo su cabello suavemente, ninguno de los dos habla pero está mejor así.
Apoya su cabeza húmeda sobre mis piernas y me inclino para acomodar la mitad de su cuerpo sobre mí, me toma unos segundos pero sin pensarlo comienzo a acariciar y peinar su cabello con mis manos mientras él cierra los ojos y se siente cómodo sobre mis piernas.
Detallo su rostro y observarlo de esta manera, tan inocente que aparenta ser me obliga a volver a hacerme la pregunta que me ha estado invadiendo por ocho años.
¿En verdad valió la pena esa traición?
Todo hubiera podido ser diferente.
Suspiro y sigo acariciando su cabello pero el corazón se me paraliza por un segundo cuando Artemis comienza a soltar sollozos y aún con los ojos cerrados abrazando mis piernas puedo ver sus lágrimas caer por sus mejillas.
Inmediatamente se crea un nudo en mi garganta que no soy capaz de controlar.
Sus sollozos no paran y mi respiración se altera.
—Perdóname Henry—susurra entre sollozos ahogados.
Mi cuerpo se tensa y sus malditas palabras solo logran que mis ojos se llenen de lágrimas mientras hago todo mi maldito esfuerzo por no llorar.
Levanto mi cabeza evitando ver su cara como si intentara ocultarle que me vea en este estado.
Un perdón en un estado de ebriedad no repara un daño tan grande.
—Soy un pésimo...—vuelve a hablar entrecortado—. Amigo—termina la frase.
Sabe que hoy es el aniversario de su muerte.
Me mantengo en silencio ahogando los sollozos mientras que las lágrimas cae sin cesar.
—Ni siquiera fui capaz de proteger a Chloe—susurra con la voz adormilada y las lagrimas a flor de piel.
Mi pecho sube y baja acelerado.
Mierda.
No recuerdo la última vez que había escuchado mi nombre salir de su boca y que me haya nombrado ahora no se siente muy agradable, mi pulso está acelerado y ni siquiera sé cómo actuar. Siento como mis manos tiemblan y no puedo controlarme siquiera a mí misma.
Henry aparece moviendo la cola y olfatea a su dueño mientras que le da un lengüetazo en el rostro que sobre sale de la bañera.
No puedo contenerme más y las lágrimas se escapan de mis ojos para caer lentamente por mis mejillas.
Lloro y mi alma destrozada lo hace al mismo tiempo porque me duele profundamente saber que ni siquiera la venganza va a poder remediar mi alma corrompida por el odio y el resentimiento, en el fondo siempre supe que ver sufrir a Artemis solo me dará un mínimo porcentaje de paz pero al final, no hay ni una razón que me dé impulso de seguir.
Todos a los que amaba ya no están.
Artemis sigue llorando y está a punto de dormirse cuando lo veo mover su mano para tomar la mía y entrelazarla fuertemente a la suya.
Respiro hondo.
Apoyo mi cabeza hacia atrás contra la pared y suelto todo mi maldito llanto en silencio.
No sé cuántos minutos pasamos así en la bañera pero son los suficientes para que pueda calmarme y poder lavar mi rostro con tranquilidad. Me pongo de pie deshaciéndome del agarre de Artemis para despertarlo y lo veo abrir sus ojos y mirarme fijamente.
Busco la bata y preparo en silencio las cosas para que salga de la bañera.
—Vamos a la cama—hablo en un tono suave.
Él se pone de pie, está mejor pero no se va a librar de esa resaca muy pronto.
Se coloca la bata y me volteo para esperarlo a que se quite el bóxer mojado, le hace un nudo en la cintura y me paro frente a él para secar su rostro. Me mira en silencio y sus ánimos no son los mejores.
Salimos a su habitación mientras abro su cama para que se acueste y él sigue mis pasos como si fuera un maldito robot sin emociones. Se mete a la cama y cuando estoy por voltear para alejarme me toma de la mano obligándome a volver, respiro con profundidad y lo miro a los ojos.
—Acuestate conmigo, por favor Malaika—suplica en un tono suave.
Trago saliva, las ventanillas están bajas y no hay mucha luz del día que interrumpa en la habitación.
Me tardo unos segundos en hablar.
—Mi ropa se mojó —hablo.
Él traga saliva y sus ojos achinados y consumidos por el cansancio me observan de pies a cabeza.
—Toma algo mío.
Quisiera salir corriendo en este momento y encerrarme en mi departamento sin ver a nadie pero por alguna cínica razón acepto su propuesta.
Me alejo para buscar una camisa de mangas largas entre su enorme armario, tomo una y siento su mirada recorrer cada uno de los pasos que doy. Suspiro y volteo .
—Voy a cambiarme al baño —le digo.
Camino en silencio y una vez dentro del baño cierro la puerta con seguro, me siento en la tapa del retrete y busco el celular que me había olvidado por aquí. Lo enciendo y aunque el pulso me tiembla y por unos largos segundos lo único que hago es mirar a la pantalla dudando de todo, decido hacerlo igual. Tecleo y busco nuevamente el email de los medios a los que les he estado mandando información anónima sobre Artemis Caniglia. Las lagrimas caen lentamente mientras escribo sin parar todo lo que podría generarle un nuevo gran escándalo a él y una vez listo decido presionar el botón de "enviar"
Seco las lagrimas de mis mejillas y bloqueo el celular para comenzar a cambiarme la ropa, dejo la mía a un lado y me abotono la camisa blanca de Artemis que me queda grande pero justo para cubrir una parte de mis muslos desnudos. Me miro al espejo y por alguna razón observarme por unos segundos hace que pueda congelarme y volver a colocar esa capa de hielo que me he puesto hace años.
Trago saliva y salgo del baño, Artemis está medio dormido pero cuando entro abre los ojos y me clava su mirada intimidante. Abre las sábanas de la cama a su lado para que pueda meterme y lo hago en silencio. Me acuesto de lado al igual que él y nuestros rostros se encuentran de frente, nuestras respiraciones se chocan mientras que la profundidad de nuestras miradas se encuentran.
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