CAPÍTULO 15

¿Ha estado con Albus?

Sí.

Bueno, aún no es demasiado tarde. Eso no cambia para nada nuestros planes, tenemos que asegurarnos bien para poder llevarlos a cabo. Y ella es necesaria. Sigue vigilándola, te avisaré cuando sea el momento de actuar.

***

—¡No vale! ¡Estás haciendo trampas!

—Kevin, ¿cómo diablos voy a hacer trampas jugando a los dardos?

—No lo sé, Kenneth. Dímelo tú que eres quien las está haciendo.

Lupin amagó con uno de los dardos dirigiéndolo hacia Kevin. Este se asustó, pero cuando se dio cuenta de que su amigo le estaba tomando el pelo se colocó en una pose digna y siguió tirando en su turno. Lily, Peter y yo nos reíamos mientras los mirábamos con una cerveza desde la barra.

Llevábamos un par de horas en el bar y el ambiente estaba muy relajado a pesar del alboroto que se respiraba. En ese momento, estaban jugando una partida en la diana Oscar y Kevin contra Lupin y Carol. Al principio, las parejas eran distintas, pero en la partida anterior Lupin casi le pega un puñetazo al rubio por molestarle con sus intentos de estrategias, así que habían cambiando para disgusto de los mellizos.

Peter estaba apoyado de espaldas a la barra con los dos brazos apoyados en esta, yo me encontraba a su derecha sentada en un taburete y Lily a su izquierda con una bebida de color amarillo y verde que tenía pinta de provocar una sobredosis de azúcar solo con mirarla. 

—¡Anna! —exclamó Lucille acercándose—. Te he estado llamando. ¿Dónde te habías metido? Hemos venido todas a tomar algo.

Miré hacia donde señalaba y allí estaban Paula y Sonia. La primera apartó la mirada cuando me vio, lo que me pareció bastante sospechoso. Tendría que averiguar que hacía esta mañana porque, aunque no creía que fuese algo importante, no podía estar tranquila sin saberlo. Sonia estaba tonteando con un chico de la facultad de empresariales. Lo sabía porque era compañero de mi hermano. Ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí y no me importó. Llevaba tres cervezas y no quería enfrentarme con ella. 

—Lo siento, Luci. He venido ellos y no me he dado cuenta del móvil.

—No pasa nada —contestó con una sonrisa—. Te perdono si Lily me cuenta de donde ha sacado ese conjunto tan estupendo.

Una sonrisa se dibujó en la cara de la rubia al escuchar este comentario. Las dos se apartaron un poco de nosotros para hablar más tranquilas mientras Peter las miraba con una sonrisa bastante sincera. No era muy habitual verla y me quedé fijándome en ella, embobada. 

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —dijo mientras se la tocaba.

—No —contesté tomando un trago de cerveza—. No es muy habitual verte sonreír y me ha parecido curioso.

—Ya... Tu amiga Lucille parece una buena chica. Me gusta que trate tan bien a Lily a pesar de que se acaban de conocer.

Noté una punzada de lo que parecían ser celos. Siempre eran mis amigas las que se llevaban los piropos y la buena chica era yo. La simpática. Si eso también me lo quitaban, ¿qué me quedaría? 

Eliminé rápidamente esos pensamientos intrusivos que desde que empecé en la universidad me asaltaban con más asiduidad. Claro que Luci era una buena chica, era una tía cojonuda. Y yo también, cuando me lo proponía.

—¿Estás bien? —preguntó Peter con cara de preocupación, creo que había tardado demasiado en contestar.

—Sí, perdona. Estaba pensando en otras cosas. Lucille es genial. 

Se escuchó un estruendo que nos asustó a los dos. Kevin había tirado un taburete mientras intentaba escapar de Lupin dando vueltas en una mesa. La situación era muy cómica, pero a los mellizos no parecía hacerles ninguna gracia.

—Son desesperantes —dijo Carol con su voz grave acercándose a nosotros—. No son capaces de tomarse en serio nada.

—Eres demasiado competitiva. Solo están divirtiéndose.

Me pareció que tenían una forma muy extraña de hacerlo. Es más, desde fuera cualquiera podría pensar que iban a matarse. Pero nadie del bar hizo nada, lo que me llevó a pensar en que no era la primera vez que esto pasaba. 

—Os toca lidiar con ellos —dijo Oscar con una seriedad que ya empezaba a pensar que formaba parte de su personalidad— y así veréis que no es tan fácil.

Tomó mi mano y con delicadeza me levantó del taburete para sentarse él. Carol se colocó a su lado y nos hizo un gesto con la cabeza para que fuésemos con ellos. En la zona de la diana, Kevin le hacía gestos a Lupin señalándole la línea de lanzamiento. Ya no parecían estar enfadados, sino concentrados. El grandullón asentía con la mano en la barbilla, como si el rubio le estuviese contando la cosa más interesante del mundo.

—Bueno —dijo Peter mientras se arremangaba— ¿Con quién voy?

—¡Conmigo! —contestó Kevin, interponiéndose entre él y Lupin.

—¡No es justo! Si vas con Peter ganaréis seguro, no sabemos como juega...

—No te rindas tan pronto.

Tras decir esto, cogí los dardos que tenía en la mano. La caña era más larga que la que tenía por costumbre usar y serían unos dos gramos más ligeros, pero no importaba. Mi padre siempre solía decir que un buen jugador podía ganar con los dardos que fuesen. Me coloqué en la línea e hice tres moscas con rapidez, casi sin pensarlo. Me giré y los tres me miraban con la boca abierta.

—Lo he pensado mejor, voy con Anna.

—Ni lo pienses, tú ya has elegido.

—¿No puedo ir yo con ella? —intervino Peter.

—¡No! —contestaron al unísono.

La partida estuvo más reñida de lo que esperaba. Peter jugaba tan bien como yo y los otros dos se lo estaban tomando en serio por primera vez en toda la noche. Hacía mucho tiempo que no jugaba y estaba disfrutando. Cuando tenía el poder en mi turno para cerrar y terminar la partida, mientras estaba concentrada, noté como alguien acariciaba mi nuca. Todo el vello de mi espalda se erizó y erré el tiro.

—¡Peter! —gritó Lupin—. Eso es trampa.

Me giré y vi al chico con las manos en los bolsillos y mirando disimuladamente al techo. Una media sonrisa se adivinaba en sus labios y, a pesar de que me sentaba fatal que me molestasen cuando estaba tirando, no pude evitar sentir un cosquilleo cuando me miró con sus ojos oscuros y se encogió de hombros. Parecía un chico bueno al que hubiesen pillado haciendo una travesura. 

Fue a coger los dardos a la diana, pues era su turno. Su rostro reflejaba diversión y superioridad, sabía que en esa tirada me podría ganar. Me aparté de la zona de lanzamiento con los brazos cruzados y cuando se dispuso a tirar el primero metí mi mano por debajo de su camiseta y acaricié su espalda. 

El dardo acabó en la pared, muy cerca de la cabeza de Kevin que lo miraba con cara de susto. Peter se dio la vuelta mosqueado y se había sonrojado. Me tapé la boca con las manos, pero no pude evitar empezar a reírme como una histérica. El rubio seguía un poco desorientado mientras Lupin estaba tirado en el suelo sin poder parar de carcajearse. Ver al grandullón así me pareció demasiado divertido.

Al final Peter se unió a nosotros y Lily fue a ver como se encontraba Kevin, que parecía catatónico. Lo tomó de la mano mientras iban a la barra y le pedía una cerveza al camarero, preocupada. Pero el rubio nos sonrió mientras ella no miraba. Parecía que lo que quería era una cerveza gratis y lo había conseguido. 

Peter apoyó su mano en mi hombro, riéndose. No podíamos parar. De repente, noté que alguien me agarraba de la cintura, lo que me asustó. Sentí como Peter se alejaba un poco, dejando espacio a la persona que estaba reclamando mi atención. 

—Hola, preciosa —me susurró Stu al oído—. Cuánto tiempo sin verte.

—Qué exagerado —contesté mientras notaba que me estaba poniendo colorada—. Si nos hemos visto esta tarde.

—¿Sí? Me ha parecido más tiempo. Estoy allí con tu hermano y unos compañeros. Vente a tomar algo con nosotros.

Me acarició el brazo disimuladamente, aunque Peter pareció darse cuenta y su expresión cambió. Me pareció que era más sombría, pero puede que solo fuesen imaginaciones mías o fruto del cansancio. 

—¿Os importa, chicos?

Lily y Kevin seguían conversando en la barra, Carol y Oscar ni si quiera parecían darse cuenta de que seguía allí, Lupin me hizo un ademán con la mano para indicarme que todo estaba correcto. Solo quedaba Peter, que se encogió de hombros mientras metía sus manos en el bolsillo. No sabía por qué, pero esa pose me parecía adorable. 

—Claro que no. Ve a divertirte y dale recuerdos a Rob de mi parte. Me alegro de verte, Rogerts.

—Igualmente, Shein —contestó Stu mientras le daba un golpe amistoso en la espalda.

Fuimos juntos hacía la parte del bar donde estaba mi hermano. Me senté en un taburete mientras Stu y Rob hablaban con sus amigos a voces, contando anécdotas de las que no me estaba enterando. Sonia y Paula también estaban con ellos, pero ni me acerqué a saludarlas y tampoco pareció que se percataran de que estaba allí. De vez en cuando, Stu intentaba hacerme participe de la conversación. Yo solo asentía y eso parecía bastarle.

Con la cerveza en la mano, miré a la zona dónde estaban mis nuevos amigos del "Club de magia". Unos hechiceros de verdad, con Dones de luz. Estaban ahí, entre nosotros. Nadie parecía darse cuenta de algo tan especial, solo yo era consciente de que esos dos mundos cohabitaban. Seguían riéndose mientras continuaban jugando con un recuperado Kevin y Carol, que se había vuelto a unir a la partida.

Sonreí mientras me daba cuenta de que, si me fijaba bien, podía verlos brillar.

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