Chicle

—Como lo pensé... insípido —Sae murmuró mientras comía rápidamente el desayuno que su madre había hecho, aunque, para acompañarlo, mínimo se había servido un poco de sopa de miso; así que el desayuno de su madre ya no era tan, pero tan insípido.

—¡Sae, no veo mis patos!

—¿Buscaste en la entrada? —el adolescente respondió a la vez que dejaba todos los platos y cubiertos sucios en el lavaplatos, tomó la lonchera de Rin que había dejado antes y fue entonces que vio tanto el dinero como la tarjeta que su padre le dejó, agarró ambos, guardándolos en el bolsillo de su pantalón, junto a su celular; la tarjeta la guardaría luego en la zona oculta de su maletín, por seguridad.

—¡Si... oh, los conte !

—¡De acuerdo, espérame ahí! —el mayor le dio esa simple instrucción al infante en lo que iba a la sala, donde dejó ambos bolsos, que rápidamente agarró y llevó hasta la entrada donde Rin le esperaba jugando con sus zapatos— ¿Te los quieres poner tú o quieres que te ayude?

—¡Sae, yuda !

—De acuerdo... —Sae dejo ambos bolsos en el piso antes de tomar los zapatos que Rin le entregó y ayudar al infante a ponérselos, en cuanto logró terminar con eso; le entregó su mochila de búho a Rin en lo que él se ponía sus propios zapatos para irse de una vez, aunque ahora tenían un poco más de tiempo por haber madrugado, igual quería irse tranquilo por todo el camino hasta la guardería de Rin y luego decidiría que tan pronto quería llegar a la secundaría— Listo, vamos Rin.

—¿A ónde ?

—Tu a la guardería, yo... a una cárcel.

—Oh... ok —a veces, Sae se sorprendía con lo fácil que Rin podía conformarse con una simple frase; tomó la lonchera del infante, junto a sus propias llaves, antes de abrir la puerta principal y sostener rápidamente la mano del menor y salir con este, cerrando la puerta en el proceso.

Tanto el adolescente como el pequeño de dos años caminaron unos momentos antes de que Rin mirara al cielo fijamente.

—Sae, ¿ po qué el celo es azul?

—Porque se refleja del azul del mar.

—¿Y po qué el... ceno es azul? —Rin volvió a preguntar sin dejar de caminar junto a Sae.

—Porque los peces que nadan en el océano son azules y como ellos son azules, se reflejan en el cielo.

—Oh... ¿y po qué los pez son azules? —el mayor suspiró cansado, a veces olvidaba que Rin estaba en la etapa del "¿por qué?"

—Los peces son azules porque alguien los pintó de azul.

—Oh... —Rin estaba por seguir preguntando hasta que vio algo, era una piedra. Una piedra extraña.

Sae ignoró por completo como Rin se había detenido un momento para recoger la piedra tan rara que había visto, era suave y lisa, parecía un panqueque grueso y pequeño, además de que brillaba mucho aún siendo tan oscuro, ¡era un verdadero tesoro!

—¡Sae, mida ! —el mencionado volteo apenas para ver a Rin, una ligera expresión de sorpresa y confusión se asomo en su rostro al ver cómo el infante le enseñaba felizmente una piedra, no había problema con que le enseñará eso, su problema era dónde y cuando tomo esa piedra— ¡Es una peda linda!

—Si, muy bonita... ¿de dónde la sacaste?

—Ten, pada ti —Rin ignoró por completo la pregunta y le entregó la piedra al adolescente, que seguía un poco desconcertado.

—Eh... ¿gracias?

—¡De nada! —el infante exclamó felizmente mientras seguía caminando y mirando a su alrededor junto a Sae, el mayor solo guardó la piedra tratando de entender que si había estado llevando a Rin de la mano con fuerza, ¿en qué momento disocio tanto que le dio tiempo a este para agacharse y recoger la piedra?— Sae...

—¿Si...?

—¿ Po qué las bes son bancas ?

El adolescente volvió a suspirar del cansancio, era obvio que no iba a escapar de las preguntas de Rin, así que simplemente se resignó y siguió contestando las preguntas del infante con lo primero que se le ocurría; era más fácil que pensar en respuestas coherentes que, el apenas desarrollado cerebro infantil de Rin, iba a retener por cinco segundos antes de olvidarlo.

—Sae...

—¿Hm?

—Mi pie está tiste... —en cuanto Rin se largó a llorar por el supuesto dolor, Sae se dio cuenta que ya había perdido la cantidad de veces que había suspirado por el cansancio en su camino a la guardería, sus mañanas a veces eran tan largas antes de las 9, en especial cuando Rin se ponía a llorar fuera de casa y tenía prisa.

—A ver, déjame- —el adolescente decidió que se detuvieran un momento en un parque, faltaban unas pocas calles para que llegaran a la guardería, así que revisaría el pie de Rin, si con eso lograba calmarlo; claro, hasta que vio que a Rin le faltaba un zapato y probablemente por eso le dolía—. Rin, ¿dónde está tu zapato?

El infante sólo pudo contestar con más llanto debido al dolor, Sae inhalo y exhalo con fuerza antes de sobar el pie adolorido y descalzado del menor con cuidado mientras sonreía.

—Ya, ya... "Lo que duele, lo que duele se vaya volando~" —el adolescente comentó en un tono calmado a la vez que hacía un gesto de tomar algo y lanzarlo al aire, sólo entonces Rin dejó de llorar lentamente para calmarse— ¿Mejor?

—Si...

—Bien, ahora dime, ¿dónde está tu zapato?

—No sé... —Sae parpadeo antes de suspirar y restregar su rostro intentando mantener algo de su poco buen humor.

—Debí imaginarlo, bien... no puedes llegar a la guardería con un zapato o, por alguna razón, llamaran a esa bruja... veamos si lo encontramos —Sae pensó en voz alta antes de sacarle el otro zapato a Rin y un pañuelo de papel de su bolsillo para limpiar parte del rostro del infante, que estaba rojo por el llanto de antes, en cuanto limpió parte de las lágrimas y mocos de la cara de Rin arrugó el papel para después abrazar al pequeño para cargarlo y llevarlo con él para intentar encontrar el zapato perdido— ¿Cuándo comenzó a dolerte el pie?

—No sé... —Rin aprovechó nuevamente estar en los brazos de Sae para abrazarlo con tanta fuerza como podía, restregando su rostro contra este de vez en cuando, volviendo a llenarlo, de lo que Sae insistía en pensar, de baba.

—Porque no me sorprende...

Sae ya ni se molestó en suspirar, solo afianzó su agarre en Rin mientras miraba a todos lados esperando encontrar rastros del zapato perdido, llegando incluso a mostrar el que le había sacado antes al infante a la gente que se encontraba mientras les preguntaba si habían visto el par; después de un largo rato devolviéndose por sus pasos, Sae por fin vio el zapato perdido sobre una máquina doble de gashapon con algún tema de moda junto a una máquina de chicles que había afuera de una tienda de barrio por la que usualmente pasaban de regreso a casa, más que nada porque la mayoría del tiempo no contaban con tiempo en la mañana; como ahora, pero a Sae ya le importaba un carajo a estas alturas.

—Por fin...

—¿hm...? ¡Ah, Banya !

—¿Quieres uno? —Rin asintió eufórico mientras dejaba que Sae lo dejara en el piso, a la altura de la máquina gashapon, la imagen de los juguetes que ofrecía parecían ser llaveros de la caricatura infantil que Rin veía en las tardes antes de la cena— De acuerdo, pero no le digas a mima o tendremos problemas, ¿ok?

—Oki —en cuanto Rin respondió eso, Sae verificó cuánto valía un intento antes de buscar algunas monedas en los bolsillos de su saco y le entregó dos de estas al infante que rápidamente puso una moneda tras otra hasta que consiguió la cápsula con su llavero sorpresa; el adolescente, por su parte, puso una moneda para comprar un chicle mientras Rin peleaba por abrir la cápsula y conseguir su juguete, claro que pronto arrojó la cápsula al suelo mientras gritaba molesto por no conseguir su juguete— ¡No abe!

Sae lo observó unos minutos tener su rabieta, en especial después de que Rin se tirara al piso a llorar a todo pulmón mientras reclamaba y se agitaba, ignorando por completo como la gente que pasaba veía al menor tener su arrebato a la vez que murmuraban, incluso la dueña del negocio salió a ver la causa de tanto escándalo; el adolescente sólo la vio de reojo a la vez que jugaba con su chicle haciendo pequeñas bombas del mismo dulce que reventaba casi de inmediato.

—¡Oigan niños-!

—Ya lo sé, lamento el escándalo, sólo espero a que se quede sin aire o se le olvide —Sae explico todavía mirando al infante que seguía llorando, cada vez con menos fuerza e incluso dejó de retorcerse hasta el punto en que simplemente pasó a sollozar entre hipidos— ¿Terminaste?

Banya...

—¿Si te abro esa cosa, te vas a parar? —Rin asintió entre hipidos por el fuerte llanto de antes, Sae tomó la cápsula amarilla de juguete y la abrió fácilmente— Bien, párate, tenemos que irnos.

Rin asintió mientras intentaba pararse aún sollozando, tenía el rostro rojo por el esfuerzo así como las mejillas brillantes por las lágrimas y mocos que se habían esparcido en su cara, en cuanto el infante logró levantarse extendió una de sus pequeñas manos intentando alcanzar el llavero de juguete que Sae tenía de rehén.

—Te lo entregaré cuando estemos en la guardería, vamos, ya estamos tarde —Sae ni siquiera se la pensó y se las arregló para tomar a Rin de nuevo, que volvió a quejarse y hacer nuevamente berrinche por estar en brazos del de cabellos rosáceos, lejos de su libertad; el adolescente volvió a suspirar agotado, en una mano llevaba los dos zapatos de Rin y en la otra la lonchera del menor junto a la cápsula de juguete a medio abrir mientras que entre sus brazos Rin peleaba y gritaba porque lo dejara ir—. Nuevamente, lamento el escándalo; no ha tenido una buena mañana...

Sae no se quedó a esperar una respuesta de la señora, que parecía bastante molesta por los gritos del infante, así como los demás transeúntes que volteaban directamente a verlos debido a los gritos y quejidos de Rin, que sólo exigía desesperado entre más llanto que Sae lo bajara y dejara en paz mientras se agitaba; el adolescente no aflojó en ningún momento su agarre, e incluso lo afianzó todavía más, aún cuando en medio de su rabieta Rin le mandara algunos golpes a la cara, hasta que por fin vio a más niños junto a sus madres, papis o más adolescentes que iban a dejar a sus hijos o hermanos antes de irse a sus respectivos trabajos y/o escuelas, justo como él quería hacerlo una vez Rin se calmara.

—¡Oh, son Rin-chan e Itoshi-kun, buenas!

—¡ Lin, Ioshi-san, días!

—¿Eh? —Sae volteo con poco interés al escuchar que le saludaban junto a Rin, apenas se sorprendió al ver a una mujer que le había hablado junto a su hijo, su reacción tampoco cambió cuando vio el cabello de la fémina con manchas de pintura y su aspecto claramente desaliñado; ya conocía a la mujer y al niño que iba felizmente a su lado usando un mameluco con tema de abeja— Ah, Bachira-san y Meguru-kun, buenos días.

Eran Bachira Yuu y su hijo, Bachira Meguru, amigo de Rin en la guardería.

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