EXTRA 1

(Va sin correcciones)


—Hola Kathy, buenos días.

—Buenos días, Alejandro. ¿En que puedo ayudarte hoy?.

—Tengo una cita con el rector.

—No ha llegado aún, pero puedes esperar aquí si quieres. ¿Ya tienes tu horario de clases?

—Aun no, pero puedo esperar a que comiences a trabajar.

—No te preocupes. Ya te lo imprimo.

Tomé asiento donde me indicó y no habían pasado cinco minutos cuando los estudiantes comenzaron a llegar y formarse en una enorme fila para tener acceso a su horario de clases. Kathy se acercó y me entregó el horario con disimulo, para evitar molestias entre los muchos que ya lucían impacientes y no llevaban ni cinco minutos esperando.

—Tienen que tener paciencia, dentro de poco comenzaré a atender—les notificó y en respuesta recibió quejidos exasperados.

—¡Oh no!—exclamó Kathy palideciendo—. Alejandro, ¿puedes...?

Me levanté y me acerqué hasta ella. Noté por encima de mi hombro como perdí mi puesto automáticamente.

—No sé que le pasa. No quiere ingresar—estaba blanca como una hoja de papel y comenzaba a sudar copiosamente.

Me asomé por encima de su cuello y noté su respiración acelerarse. Por la comisura de mis ojos noté que me miraba y parte de su palidez desaparecía, dando paso a un pequeño tono rosa en sus mejillas.

Le pedí la silla y tomé asiento. Era una clásica falla del sistema operativo. El error de "Operating system not found" apareció en la pantalla y Kathy tapó su cara ahogando un grito. Los estudiantes ya estaban intranquilos, si se enteraban de la falla, quemarían el sitio.

—Yo... iré a calmarlos, tu por favor, has todo lo que puedas—Kathy hizo salir a todos de la diminuta sala y formarse en las afueras, dejándome a solas con la computadora administrativa y todos los privilegiados ingresos que tenía.

Pero no sería capaz de hacer nada ilegal hoy. El rector es gran amigo de mis padres, solo por eso, porque en realidad sería divertido causar un poco de pánico en el sistema general.

Espanté ese pensamiento de hacker maligno que siempre me invadía cuando estaba dentro del sistema.

Ajusté mis lentes y comencé a trabajar. Verifiqué primero que el BIOS del equipo estuviese detectando el Disco Duro. Verifiqué el Jumper del HDD para que estuviese seleccionando en MASTER para discos primarios, las computadoras administrativas no tenían permitido tener discos Slaves. Por suerte lo detectó, porque de no hacerlo hubiese tenido que ir hasta el laboratorio de informática y conseguir un disco duro para cambiar la tarjeta madre, porque esa es la señal inequívoca de que estaría dañada.

Apagué y prendí la computadora y comencé a verificar los sistemas uno por uno, incluso tuve que ingresar al sistema exclusivo de la universidad para las notas. La clave fue fácil, Kathy la tenía anotada en un pequeño papel frente al monitor. Tendría que decirle que la quitase de allí o que por lo menos la hiciera un poco más compleja; hasta Mikaela la hubiese descifrado.

Navegué entre las opciones usando mi nombre de identificación para verificar que no hubiese sido alguna falla masiva, pero todo parecía en orden. Estaba a punto de salirme del sistema cuando esa voz de hacker perverso me volvió a hablar, ni siquiera dudé sus palabras y usé su apellido para buscarla en el sistema.

Su apellido me lo sabía, su nombre también, su dirección, sus materias, su horario completo. Pero no me sabía el horario de este semestre, sería una excelente oportunidad de echarle un vistazo sin tener que hackear el sistema como hice el año pasado.

¡Dos matemáticas!. Mierda, pobre. Tendría que ver dos matemáticas este semestre, de seguro necesitará tutorías, pero yo sabía muy bien que la profesora no se presentaría al inicio del curso, me había contactado para que lo llevase en su ausencia pero me negué. Creo que lo tendría que reconsiderar.

Usé un poco de mi magia para ingresar en los soportes del grupo de tutorías y conté el numero de tutores versus el numero de estudiantes inscritos. Si calculaba que la probabilidad de que se apuntasen 5 más, una de esas personas podía ser mi rubia favorita.

—¿Pudiste? Dime que pudiste—Kathy apareció en la entrada y mientras la miraba con una sonrisa me salí del sistema antes de que viese en que andaba, aunque dudaba mucho que lo supiera.

—Todo listo.

Le cedí su silla una vez más y me paré en un espacio vacío mientras los estudiantes comenzaron a llenar la sala.

Kathy tecleaba con rapidez la identificación de cada estudiante e imprimía los horarios. El rector aun no llegaba y ya me estaba desesperando, le pediría la presidencia del club de tutorías, estaba decidido.

Ryan Asper entró en la diminuta oficina atestada de personas y detrás de él venía Megan. Su perfume adormeció mis sentidos. La vi coquetear descaradamente con los que estaban en la fila y cuando alguno caía rendido a sus encantos, solo por una fracción de segundos ella lucía decepcionada.

¿No es lo que quería? Se vestía para impresionar, coqueteaba para que la viesen, entonces ¿Por qué decepcionarse cuando recibía la atención que buscaba?.

Porque no era un reto.

El año pasado estuve dos horas hackeando el sistema de la universidad para obtener el horario de clases de Megan, recuerdo que celebré la impresión del papel como si me hubiese ganado un Nobel, pero no por imprimirlo, sino porque superé el reto. Ellos no eran un reto y ella estaba aburrida de eso.

Estaba jugueteando con el chico delante de mí, el miraba su pecho con tanto descaro que me hizo hervir la sangre.

— Podrás tomar su lugar, pero tendrás que hacer algo más que eso para que tomes el mío.

Susurré cerca de ella. Megan se giró lentamente, detrás de esa sonrisa falsa que le dedicaba a todos había sorpresa. Creo que era la primera vez que alguien le hablaba sin tartamudear y enfrentándose directamente a ella.

—Dile a tu hermano que nosotros estamos primero.

Me miró como si yo fuese un animal en peligro de extinción, como si fuese un problema de Pitágoras sin solución. Pero la determinación a resolver ese misterio apareció en su mirada.

—Lo lamento, de verdad estamos apurados— aunque su gesto de tristeza era falso, sus palabras sonaron sinceras por primera vez desde que la venía observando.

—Yo también y sin embargo no estoy pasando por encima de todos Megan.

Su nombre se escapó de mis labios y aunque no era raro que lo supiese, porque todos conocían a Megan Asper, la afrodita, ella pareció confundida.

—¿Cómo te llamas?—era la primera vez que Megan le preguntaba eso a un chico.

—¿Para qué quieres saberlo? — contesté y nuevamente su mirada brilló.

—Tú sabes el mío, quiero saber el tuyo.

Ella me sonrió en un despliegue impresionante de dentadura perfecta y labios rosados y carnosos. Apreté mis puños con fuerza tratando de mantenerme concentrado, si le sonreía y le demostraba todo lo que ella me afectaba el juego acabaría.

—Alejandro Hott.

—Bien Alejandro Hott, me agradecerás luego.

Aproveché que se alejó de mi para respirar, ajustar mis lentes y limpiar el sudor de mis manos, era un momento que necesitaba para recomponerme, seguir luciendo inalcanzable e impasible delante de ella.

Megan se me quedó mirando sin decir ni una palabra, evaluándome en silencio, taladrándome con su mirada. Me concentré en respirar por el diafragma, para que mi respiración acelerada y mi pecho desbocado no me delatara.

Yo definitivamente era un reto para ella y quería mantenerme así. No importa si mis planes no funcionaban y más nunca volvíamos a hablar, ella siempre me recordaría como aquel chico diferente. Se que no me recordaría por mi aspecto de nerd, pero si que recordase que no le titubeé y que no me hizo disminuir mi coeficiente por su sonrisa, aunque internamente acabase de involucionar a un australopithecus rasurado.

Ella colocó la hoja de mi horario sobre mi pecho. Su diminuta mano me rozó y aguanté la respiración para que mi corazón no afirmara mi total falta de control interno. Su mano era suave, lo sé porque la rocé deliberadamente cuando tomé el papel.

Chau Chau Hottie

Se despidió de mí y salió de la habitación, dejándome a merced de una muerte cardiaca súbita cuando mi corazón se detuvo por ella, por ella y su sonrisa. Por ella y su mirada.

—Alejandro, disculpa la demora. Pasemos a mi oficina—el rector me sacó de mi ensoñación y me hizo seguirlo hasta su despacho—, temprano me llamó la profesora Ellien, me dijo que no podrá llevar el grupo de tutorías y que te lo ofreció a ti y que tu dijiste...

—Acepto—lo interrumpí de inmediato—, puedo llevarlo sin ningún problema, solo con la condición de que me dejen tomar a algunos de los tutoriados también, para aliviarle la carga a las tutoras.


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Nota de Autora:

Tarde pero seguro!! Celebrando los 50K de la historia.

Vale como #JuevesCurioso aunque hoy es #Sabadodenotuvetiempodepublicarelviernesdesemeolvidóeljuevescurioso

Un beso inmenso a todos y espero que lo disfruten

Les recuerdo que los personajes tienen instagram!!!




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