CAPÍTULO 9. Pareces saber mucho del tema



—¿Y esa sonrisa que fue?— pregunté mientras mi hermano arrancaba. Vi como miraba que hubiese tenido puesto el cinturón de seguridad antes de mover el auto. Rodé los ojos. Desde que aquel idiota me chocó y el descubrió que yo no llevaba puesto el cinturón de seguridad ahora es un obsesivo compulsivo con eso.

—¿Y esa sonrisa cuando te despediste de Alejandro que fue?— me preguntó evadiendo responderme.

—Touché—no pensaba responder tanto como él tampoco pretendía hacerlo. Aunque aún su semblante era divertido e intentaba suprimir una sonrisa.

—¿Aprendiste algo?—preguntó después de un rato de un silencio agradable solo acompañado por la música de Twenty One Pilot—. ¿ Es buen profesor?

—Si— respondí un poco molesta—. Me explica no solo como resolver un problema sino como entenderlo. Odio que sea tan bueno, solo lo hace más...— me callé antes de decir una locura— más presumido.

Giré mi cara para ver pasar los árboles en la carretera, pero sobre todo para ocultar el calor que sentía desde hace un tiempo alojado de forma permanente en mis mejillas, en especial cuando Alejandro estaba en la escena o en la conversación.

Todo por esa desgraciada fantasía.

El resto del camino fue silencioso. Solo quería llegar a mi cama y acostarme bajo mis sabanas hasta el día siguiente. Mi cuerpo se sentía no solo tenso sino exhausto y pesado. Sin embargo cuando por fin apoyé la cabeza en la almohada no pude dormir.

Lo que comenzó con un repaso sencillo del día, me llevó otra vez a la casa de Hottie, lo cerca que estuvo cuando me explicaba aquel ejercicio de distribución, lo bien que olía. O cuando tomó mi mano para que parara de borrar un ejercicio que creía malo para él revisarlo primero. O el estúpido y desgraciado hoyuelo que se le formó en su mejilla cuando terminé con éxito el primer ejercicio.

Maldito hoyuelo.

Me hizo tomarme el segundo vaso de leche de un solo trago para aplacar el calor que sentía. La próxima vez que fuese a su casa tendría que llevarle un litro de leche para reponer el que me tomé.

¿Por qué leche?¿Por qué?.

Yo sabía por qué dije eso, me preguntó justo cuando aún fantaseaba con él, en una noche que nunca sucedió. Si él tan solo supiera el orgasmo que me dio sin ni siquiera estar presente...

Me quité las sabanas de un golpe, comenzaba a sentirme acalorada. Me encontraba mirando el techo después de una hora de intentar conciliar el sueño cuando me rendí. Le mandé un mensaje a Nicole:

—¿Estás despierta?— pregunté

—Sí, ¿y tú?

—No, estoy dormida— respondí agregando un emoticón que voltea los ojos.

—Yo también. Vente.

Me levanté y me coloqué sobre mis pijamas un suéter. Caminé por los pasillos oscuros y vacíos de la residencia y subí los tres pisos que me separaban de mi amiga. Cuando llegué a su pasillo me estaba esperando en la puerta de su habitación

—Te ves fatal, deberías dormir— me dijo mientras me entraba en su habitación. Me lancé sobre su cama y ella se tiró a mi lado.

—Me veo mejor de lo que me siento. No podía dormir. ¿Cuál es tu excusa para estar despierta aún?.

—Soy lesbiana y me acosté con un tipo. ¿Y la tuya?.

—Tú ganas— respondí.

—No respondiste mi pregunta— dijo girándose para encararme.

—Tengo la cabeza llena de matemáticas.

Después de un momento de silencio mientras contemplábamos el ventilador girar con lentitud sobre nosotras, me atreví a romper el silencio.

—¿Estás mejor?.

—Sí, bueno, ya no estoy en pánico— una falsa sonrisa se dibujó en su cara— creo que mañana hablaré con Taylor de lo ocurrido.

—Puedes tomarte el tiempo que necesites Nicole— apreté su mano para transmitirle apoyo.

—Lo sé, pero creo que es mejor si aclaramos todo de una vez y dejamos esto atrás.

—Él se siente bastante culpable— me atreví a decir.

—Lo sé y esa parte es por mi culpa. No debí decirle todas las cosas que le grité. Fue un error de ambos, no hay culpables.

Sonreí porque su frase me dio esperanzas sinceras de que pudieran dejar atrás este capítulo de sus vidas y quizás sin secuelas mayores.




—Ella se reía como una desquiciada, y yo estaba histérico y al borde de un infarto— me explicaba mi hermano ahora un tanto divertido.

Yo me sostenía la barriga y de su brazo para no caerme. Me estaba riendo como nunca con el cuento de mi hermano y su pequeña tarde con Mikaela, la hermana menor de Alejandro. Vi las caras de terror que colocaba mientras me contaba y solo podía asfixiarme con mis propias carcajadas. Hacia muchísimo tiempo que no me reía de esa forma. Mi hermano, tan correcto, huyendo de una escena de vandalismo por una adolescente vengativa.

—¿Y después que hicieron?— pregunté cuando pude volver a hablar, mientras me limpiaba el maquillaje que se me había corrido con las lágrimas de risa.

—Eh, bueno— mi hermano dudo un poco pero se recompuso— le pregunté los motivos hasta que me confesó. La muchacha que vive en esa casa, alteró los listados o registros, no sé, del instituto, ha tenido que responder "presente" cada vez que el profesor pasa el listado con su nombre de "Mika Pigg".

—¡Como Peppa Pig!— afirmé con sorpresa y tristeza. Mi hermano asintió con su semblante serio.

Una rubia se atravesó en su andar y le dio un beso muy cerca de la boca al tiempo que colocaba un papel doblado en el bolsillo trasero de sus jeans. "Llámame" dijo sin emitir sonido y se alejó no sin antes pestañarle con seducción. Mi hermano siguió su andar con la mirada dando un giro 360°.

—Me ofrecí a ayudarla a rebajar de peso— me contó después de la interrupción.

—Oh Ry, eso es genial— mi hermano siempre hacía acciones desinteresadas, era lo que más me hacía sentir orgullosa y feliz.

—Ya dimos con el lugar donde comenzar a entrenar. Es un claro vacío donde no sentirá vergüenza de ejercitarse.

—De verdad Ry, que si las mujeres conocieran esta faceta tuya todas serían como...

—Psicomelissa— completó.

—Exacto.

—No. Psicomelissa — dijo señalándola, mientras tomaba de mi brazo y me empujaba por un pasillo distinto de la Universidad.

—Deberías enfrentarla— mi tono era cansado— en vez de seguir evitándola.

—Lo dices muy fácil pero hacerlo se me hace difícil. Si supieras lo que hace con su boca.

—Yo sé anudar el palito de una cereza solo con mi lengua y no por eso soy acosadora.

Él me miró alzando una ceja y con cara sorprendida.

— No es la gran cosa— torcí mis labios hacía abajo y me encogí de hombros—. El punto es que puedes conseguir a una chica que te haga olvidar hasta tu nombre y de quien eres, y que no sea una psicótica acosadora.

El profesor Figgs entró al salón justo detrás de nosotros. Literatura e Historia eran las únicas materias que veía junto con mi hermano este año. Él estaba trabajando muy duro para adelantar el año y esas materias eran las únicas que le quedaban del segundo año, el resto de sus clases eran de tercer año.

A veces me pongo un poco ansiosa de pensar que estando en años distintos pudiéramos distanciarnos, pero trato de no pensar mucho en eso, porque yo era patética para manejar la ansiedad, solo mi hermano podía calmarme, aprendió a hacerlo en el mismo momento en que comenzaron a aparecer mis ataques, y bastante leyó al respecto para poder ayudarme. El último ataque de ansiedad que tuve fue durante las vacaciones y después de una discusión acalorada con mi mamá.



—¿Estás bien?—me preguntó mi hermano alcanzándome en el pasillo— Parecías dispersa.

—Si solo...—me calle de forma abrupta porque un Dios griego latino estaba entrando en mi campo de visión. Empujé con más fuerza de la que pretendía a mi hermano que como cosa rara me llevaba abrazada.

Puse mi mejor sonrisa, humedecí mis labios y mi acerqué hasta donde estaba este regalo Azteca. Le di una descarada mirada de arriba abajo, detallando los músculos que se marcaban debajo de su camisa azul celeste y su trasero de apariencia firme dentro de esos vaqueros negros. Las personas que estaban hablando con él le hicieron señas nada sutiles para que voltease a verme. Tenía los ojos negros y una dentadura perfecta y brillante. Me dio la misma mirada descarada que le acaba de dar yo y me sonrió. Desaceleré lo suficiente para que creyese que me detendría por él, pero seguí caminando como si solo hubiese sido su imaginación.

—Pensé que te detendrías a hablar con él—mi hermano se acercó otra vez a mi.

—Oh, el vendrá a mi Ryan— dije con confianza— te aseguró que para mañana tendré una cita con él.

—¿Y tendrás esa cita antes o después de las clases de Alejandro?.

—Mierda— me lamenté con molestia mientras entrabamos al comedor—. Y tengo que entregar un trabajo con más de cincuenta ejercicios de matemática 2 para el lunes, no es que cuente con tiempo para salir el fin de semana.

—¿Alejandro no te ayudará con los ejercicios?— preguntó mientras colocaba nuestros almuerzos en la misma bandeja.

—No— me quejé y refunfuñé— dejó bien claro que me enseñaría las técnicas, los procedimientos, todo lo que quisiera pero que no haría ningún ejercicio por mí.

Mi hermano pasó la tarjeta para cancelar los almuerzos y caminamos a nuestra sección acostumbrada. Para cuando la bandeja aterrizó en la mesa tenía 3 papeles doblados, con números de teléfonos para Ryan. Los tomé antes que él y revisé los nombres de quien las mandaba. Descarté dos de ellos de inmediato. Ryan ni siquiera se molestó en refutarme algo.

—Quizás debas llevar algunos de esos ejercicios a las tutorías y dices que los pusieron en clases. Así los resuelves con él y es una forma de que tengas el trabajo más adelantado— sugirió mientras cortaba el filete que le sirvieron.

—No es mala idea Ryan Asper— sonreí con sinceridad— sabía que servías para más cosas que follar.

Él soltó una sonora carcajada

—Hermanita, sirvo para muchas cosas además de follar, pero esa es la que mejor se me da— presumió moviendo sus cejas arriba y abajo.

—Hola Megan— saludó el Dios latino sentándose a mi lado.

—Hola...

—Mauricio— se presentó con rapidez.

—Hola Mauricio— saludé con mi mejor sonrisa.

—¿Te gustaría ir al cine esta tarde?.

—Eres muy dulce pero no, gracias— y continué comiendo como si nada.

—¿Y a cenar el viernes?— insistió.

—Cerca, pero aún no gracias— y tomé de mi jugo mirándolo divertida.

—Cine y cena entonces, el sábado— afirmó, y su seguridad fue lo que en realidad me convenció.

—Bien, a las siete— y acomodé el cuello de su no nada torcida camisa— ahora debes ganarte mi teléfono y la dirección.

Nicole se sentó frente a mí con su teléfono en el oído, escuchando a su interlocutor hablar, ella tenía una sonrisa un poco tonta en su rostro. No tenía claro cuando aparecería otra vez en la universidad, así que verla sentada con nosotros como si nada hubiese pasado me alegró.

—Pero no ahora Mauricio— y dándole un guiño lo despedí.

—La próxima vez apostamos—le dije a mi hermano— me hubiese ganado un dinerito por tu desconfianza.

—Nunca desconfié de ti Megs y jamás apostaría en tu contra hermanita.

Miré a Nicol como conversaba con una sonrisa en el rostro.

—Si usaras esas técnicas de seducción con Alejandro de seguro no tendrías problemas con que hiciera tus ejercicios— agregó mi hermano en broma, pero yo acababa de tomarle esa idea muy en serio.

De hecho, podría ser hasta divertido y esclarecedor. Si daba rienda a mi sex appeal y acaba con esa aparente inmunidad a mis encantos, podría sacar de mi organismo esta repentina obsesión de poner a Hottie en cada uno de mis pensamientos.

—Nos vemos—Nicole se despidió y colgó finalmente la llamada. Mi hermano y yo ya habíamos terminado de almorzar y ahora yo me comía una manzana y él una galleta.

—Hola— la saludé.

—Hola, me voy un día y tendré que sacrificar unos tres fines de semana para ponerme al día— se quejó quitándole un pedazo de la galleta a Ryan.

Pude ver como los hombros de él se relajaron. Se notaba que estuvo angustiado tanto como yo por esta situación. Pero un pequeño puntapié por debajo de la mesa me interrumpió lo que estaba por decir. Taylor estaba parado unos cuantos pasos detrás de Nicole. Lucía nervioso y dubitativo, como si no supiese si acercarse o salir corriendo. Cuando sus ojos hicieron contacto con los míos le sonreí y le ofrecí el puesto vacío de nuestra mesa justo al lado de Nicole. Dio un respiro profundo y apretó los puños a su lado.

—¿Qué cuentan?— preguntó de manera casual quitándole otra galleta a Ryan, quien ya se comenzaba a molestar.

Nicole se revolvió incómoda en el puesto y la tensión creció en el ambiente, seguido de un silencio bastante incómodo. Vi como Taylor masticaba la galleta mientras agachaba la mirada. En cambio Nicole, dio un suspiro largo y lento. Se giró hacía Taylor y todos en la mesa aguantamos la respiración.

—Tay-Tay tenemos que hablar— le dio una sonrisa temerosa, que él aludido respondió con el mismo miedo.

—Sí, de mucho—Taylor lució serio de repente.

—Sí, fue...—comenzó a decir Nicole— una gran cosa.

No podía evitar sentir que Ryan y yo estábamos estorbando, que no deberíamos estar allí presenciando esa conversación

—Comenzamos con piropos, muy bien— burló Taylor y fue inevitable que cortáramos la tensión con risas.

—Eres un idiota— bufó Nicole también riendo.

—Bueno, nosotros tenemos que irnos—anuncié dándole una mirada a mi amiga para que supiera que esto era algo que debía hacer sin espectadores.

Le di un pequeño abrazo a Nicole, y le di un golpe a Taylor en la cabeza antes de darle un abrazo. Mi hermano se levantó con la bandeja en la mano para botar los desperdicios, tropezó con el codo el hombro de Taylor para despedirse y se agachó para darle un beso en la cabeza a Nicole. Su gesto me derritió un poco el corazón. Ryan podía llegar a ser tan dulce que algún día una muchacha se derretiría de pura ternura con él.

—Vamos a la residencia— le pedí a Ryan— necesito cambiarme de ropa.

—¿Qué tiene de malo la que llevas puesta?.

—Es que quiero una cita.

—¿Con Alejandro?— me preguntó sorprendido.

Rodé mis ojos antes de responderle.

—No con él, pero él es mi dueño y si quiero espacio para citas más me vale convencerlo de que me haga el favor de hacérmelo, digo, hacerme el trabajo.

—Bastante peculiar las oraciones que usaste— y con sus dedos enumeró— "es mi dueño", "que me haga el favor de hacérmelo".

—No seas tonto— le respondí con una mueca mientras ocultaba mi vergüenza.

—Solo digo que es raro, es todo



Una hora y media más tarde estaba parada frente a la casa de Hottie. No me fue fácil conseguir que ponerme. Sin embargo me decidí por un vestido de tela fina de primavera, aunque no estábamos en esa estación. Era azul marino y destacaba el color de mis ojos, quedaba un poco más arriba de la rodilla, pero con su tela suave se correría lo suficiente hacia arriba. El escote tampoco era tan pronunciado, pero hacia que mis chicas se viesen un poco más grandes. Dejé mi cabellera suelta y opté por unas sandalias bajas. Quería verme sexy, pero también casual.

Alejandro abrió a la puerta a los pocos segundos que toqué. Vestía con una franela blanca y unos bermudas. Iba otra vez descalzo. Cuando sus ojos se posaron en mi los abrió cuán grandes eran, disparando sus cejas casi hasta el nacimiento de su cabello. Le di una amplia sonrisa satisfecha por completo con su reacción. Incluso lo escuché inspirar con fuerza cuando rodó sus ojos por mi cuerpo.

Ignorándolo pasé a su lado seguido de mi hermano. Me giré para que ver su rostro otra vez y su expresión seguía denotando sorpresa.

—Megan te ves...

—¡Ya estoy aquí!— gritó Mikaela bajando las escaleras.

—¿Y tú a dónde irás?— le preguntó Alejandro. Sus ojos ya no estaban sobre mí y el momento se perdió. Exasperada di media vuelta y me senté en el comedor.

—Iré a una cita con Ryan.

—¿Qué? No—intervino mi hermano con sus mejillas comenzando a sonrojarse y agitando con frenesí sus manos.

—Relájate— pidió Mikaela a Ryan, y a mí me costó no reírme de la cara que puso mi hermano—. Iremos a dar una vuelta hermano.

No esperó la respuesta de Alejandro y empujó a Ryan cerrando la puerta con fuerza cuando salieron.

Alejandro sobó con calma el puente de su nariz, con su cabeza gacha y los ojos cerrados.

—Quédate tranquilo— coloqué mi mano sobre su brazo y sentí sus músculos firmes a mi contacto—. Irán a hacer ejercicios.

—Es más creíble pensar que en verdad irán en una cita—desordenó su siempre bien peinado cabello.

Le di una mirada seria mientras cruzaba mis brazos.

—¿Por qué no me lo contó?— me preguntó al cabo de unos segundos luciendo un poco dolido.

—Es bastante probable que le de pena reconocer que no se siente cómoda por como se ve—le respondí tomando su mano y llevándolo al comedor. Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que pensé que él podría escucharlo. Mi mano se sentía sudada y fría en comparación al calor que emanaba de la suya—, las personas que más inseguridades tienen son las que más seguras aparentan ser— concluí.

—Pareces saber mucho del tema— dijo sentándose en la misma silla de la última vez y ofreciéndome la silla a su lado.

Soltarle la mano me generó un vacío que no esperaba sentir.

—Hay partes de mí con las que no me siento cómoda ni feliz.

—Pero si tú eres bella.

Sus mejillas se sonrojaron con intensidad no bien terminó de decir esa frase. En otras circunstancias yo le hubiese dado una risita de suficiencia, pero solo pude darle una tímida sonrisa.

—No hablo de mi aspecto físico, sino del interno— me sinceré

No sé por qué había dicho eso. No delataba con nadie mis sentimientos a parte de mi hermano y Nicole. Ni hablar que acababa de desperdiciar la oportunidad de hacerlo mirar algunas partes de mi cuerpo, como mis senos o mi trasero, y forzarlo a dar una opinión positiva de ellos.

¿Qué me estás haciendo Hottie?

~ ~ ~ ~ ~ ~

Nota de Autora:

Domingo de #ENA

Megan está colapsando, todo esto es nuevo para ella y es algo que no quería que le pasara nunca. Alejandro en cambio es un caparazón duro, tiene sus motivos para no querer que nadie lo engañe. 

Los personajes de ENA ya tienen Instagram!!! gracias a una excelente iniciativa de @Lei_Grow  GRACIAS BELLA!!!!!

Búsquenlos por sus nombres: Taylor Daza (taylor.daza), Ryan Asper (Ryan_asper) y Alejandro Hott (Alejandro.Hott).

No se olviden de votar y comentar!

Besos y abrazos!

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