CAPÍTULO 4. Pantis Verdes
Ver a mi hermana cabreada era lo más divertido que podía ver. Tenía su ceño fruncido, los puños apretados debajo de sus brazos cruzados, respiraba agitada y le lanzaba una mirada de odio a su nuevo tutor.
Él pobre debería estar muerto ya, si no fuese porque pasaba de ella de forma admirable.
Este tipo debía tener algún súper poder o algo así, porque mi hermana era atractiva y sexy, no más que yo por supuesto, y lo que llevaba puesto hizo babear a más de un idiota mientras veníamos para acá, lo sé porque los anoté en mi pequeña lista mental de amenazarlos en el primer momento que tuviese.
Mientras el nerd hablaba, aproveché para detallarlo. No era el típico nerd, aunque había que ser muy minucioso como yo para notar los detalles que lo sacaban de esa casilla. Si, usaba una pajarita, pero era Banana Republic al igual que su camisa blanca, sus jeans eran Pull & Bear y de la nueva colección, sus lentes de pasta negra y gruesa eran RayBan y el reloj Converse. Un nerd no se viste así, no por ser costoso el atuendo que lucía en completo, sino porque todo parecía escogido a mucho detalle. Él podía parecer nerd, pero me daba más la impresión de que era su estilo. Mi hermana sabe vestirse bien, pero se le da fatal reconocer las marcas, lo cual me convierte para ella en la versión heterosexual del típico amigo gay que toda mujer debe tener.
—Ya tengo otros alumnos en tutoría privada— decía el nuevo presidente— así que tendré que hablar primero con ellos para mover sus horarios antes de decirte los días y las horas en que nos reuniremos. Además debo comprobar la disponibilidad de los salones. Así que como veras, no, no puedo decirte en este momento cuando comenzamos.— su tono era suave, incluso aburrido de tener que explicarle tanto.
—Estoy segura de que si hablo con tus otros alumnos podremos llegar a un acuerdo—mi hermana intentó una vez más que su coquetería se filtrara con ese tipo— me debes un favor.
—Yo no te debo ningún favor. Y si te refieres a la hoja de horarios que me diste, ya la tenía, estaba allí por otras razones. Si quieres te la regreso.
¡La va a matar!
Vi como mi hermana apretó los puños con fuerza haciendo sus nudillos blancos. Tuve que hacer mi mejor esfuerzo en no reírme.
—Bien, entonces te deberé yo a ti un favor, uno muy... grande— su picardía era un orgullo Asper.
—No hace falta — respondió sacando su celular del bolsillo, ignorando por completo el doble sentido de las palabras de mi hermana—. Dame tu número por favor
—¿Me invitarás a salir?— y con suavidad se acercó a él.
—No estoy interesado, pero gracias. Es para avisarte el día, el lugar y la hora de las tutorías.
¡Re.bo.ta.da!
Una carcajada escapó de mí. Megs se volteó abanicando su cabellera dorada y me dio una mirada asesina. Recompuso su semblante y se volvió a girar.
—Entonces no— le respondió.
El ego también era una característica Asper, y este nerd acababa de lastimárselo.
—¿Y cómo te contactaré?.
Megan comenzó a tomar sus cosas y me hizo una seña para irnos, me paré inmediatamente, obedeciéndola. Estaba de mal humor y no quería ser con quien se descargase.
—Búscame Hottie.
Salimos del salón y antes de poder decirle algo, su tutor pasó por nuestro lado y sin detenerse dijo por encima del hombro.
—Tú eres la desesperada, tú búscame.
Se perdió por las escaleras tan rápido que Megan no pudo alcanzarlo. Estaba furiosa y yo solo trataba de no reírme, no quería ser objeto de la ira que le consumía la mirada.
—¡Hey! El auto no tiene la culpa que a Don Importante le resbalen tus coqueterías— la reprendí por la fuerza con la que lanzó la puerta.
—¡Es un imbécil! ¿Viste cómo me trato? Como si yo llevase puesto un saco de papas encima y no estuviese a centímetros de mis chicas— dijo apretándose su busto—¿Desesperada? Me llamo desesperada. ¡Idiota cuatro ojos!.
Comencé a conducir apretando con fuerza mis labios. Si soltaba una sola carcajada, podría significar mi muerte.
—¿Y tú?— oh oh— ¿Se puede saber qué es lo que te causa tanta gracia?— podía sentir su mirada fulminándome.
—Oh vamos Megs— comencé entre risas incontenibles— ¿Me dirás que no es gracioso?. No llegó a mirarte de forma inapropiada en ningún momento. El tipo tienen un autocontrol soberbio.
—Quizás debas pedirle tutorías en autocontrol, así PsicoMelissa no seguiría pensando que tiene oportunidades contigo.
—Quizás— concedí aún entre risas— pero creo que su horario de tutorías colapsaría.
Megan me golpeó con fuerza en el brazo.
—¡No te desquites conmigo!.
—Entonces deja de burlarte Ryan Asper, te recuerdo que ese será mi tutor y la posibilidad de no repetir el año y no perder la beca. Esto es serio.
—No pongo en duda la seriedad del asunto, pero no puedo no reírme porque por fin un hombre te ha sacado de tus casillas.
—El karma es una mierda, Ryan, no lo invoques—me advirtió.
—No ha nacido una mujer que me saque de mis casillas.
—O no la has conocido todavía.
—Así que admites que tu tutor te saca de tus casillas—ladeé mi sonrisa y cuando alcé una de mis cejas me gané un nuevo golpe en el brazo.
El resto del camino estuvo enfurruñada sin decir una palabra. En cuanto la dejé en la residencia me sacó la lengua al bajarse del auto y aventó con tanta fuerza la puerta que casi la pasa hasta el lado del conductor. Arrugué la cara con el mismo dolor que mi pobre auto tuvo que haber sentido, mientras me dirigía a entrenar.
Hoy me tocó el saco de boxeo, así que con ayuda de otro de los chicos envolví mis manos en las telas protectoras y después de calentar con algunos trotes y movimientos, comencé a dar golpes con tanta fuerza que hacía eco en el salón. El saco se tambaleaba de un lado al otro, por lo que varias veces tuve que parar los golpes para frenar su bamboleo, hasta que uno de los chicos se ofreció a sostenerlo por mí.
Dejé fluir en cada golpe la preocupación que sentía por la situación de mi hermana, tomando la determinación de que hablaría con mis papás para pagar las tutorías antes de que ella perdiese el año. Megan no lo aceptaría, así que tendría que hacerlo quisiera ella o no.
Odiaba tener que acudir a ellos, mucho menos por dinero, pero era una situación desesperada que ameritaba la misma solución.
—Creo que ya está bien por hoy—me dijo Chris con su mano en mi hombro—. Terminarás lesionándote. ¿Qué te tiene así?.
—Problemas universitarios y de dinero, los de siempre—comencé a quitarme los vendajes mientras caminaba en su compañía a los vestidores.
Allí me despojé de la ropa sudada y entré a una de las duchas, mientras que Chris hizo lo mismo en una ducha contigua.
—Siempre son los mismos problemas para todos. A mí por lo menos me redujeron a la mitad las horas en el gimnasio y con eso pagaba mis gastos adicionales de la universidad.
—Ufff... hermano...—no sabía que decirle, pero eso me hizo tener una perspectiva distinta de lo que yo estaba viviendo.
—Pero si algo he aprendido y mi mamá siempre me ha enseñado es que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Recuerdo Ry, las oportunidades siempre están allí, es cuestión de reconocerlas y aprovecharlas.
La llamada entrante de Taylor interrumpió la canción que se reproducía en el estéreo cuando salía del estacionamiento del gimnasio. Atendí con el manos libres.
—¡Brooo!— gritó sin déjame hablar— 7ma avenida, número 409, Departamento 54.
—¿Necesitas que te busque?—pregunté con duda.
—Necesito que traigas tu culo hasta aquí ¡ya!. Código verde— gritó.
—No sé qué código es ese— reí.
—Es el color de pantis de la chica que tengo para ti. Y antes de que lo pienses, solo lo sé porque me pidió que te lo dijera con tal de que vinieses. ¡Tienes diez minutos para llegar!.
Miré mi reloj por un momento y sopesé su invitación mientras el semáforo estaba en rojo. No tenía más nada que hacer y ya era momento de que acabara con esta sequía por la que estaba pasando. Además de PsicoMelissa, no me había enrollado con nadie más desde el semestre pasado y si quería que Melissa entendiese que no existía nada entre nosotros, era mejor que comenzara a poner pantis de por medio. Unas verdes, no sonaban nada mal.
—Voy en camino—confirmé y terminé la llamada para hacer un movimiento un tanto brusco en el semáforo.
Cuando entré al departamento el fuerte sonido de los parlantes me aturdió por un momento. Varias parejas bailaban, unas más provocadoras que otras, algunas cuantas estaban en la cocina sirviendo las bebidas. De inmediato me ofrecieron un vaso rojo y olí el contenido antes de llevarlo a mi boca. Ron. Lo dejé en la primera mesa que conseguí y seguí buscando por el lugar a Taylor cuando una mano pequeña me tomó del brazo. Era una muchacha bastante menuda, pero delgada y atlética con sus brazos bien definidos sin perder su feminidad. Tenía el cabello recogido en una coleta y sus ojos marrones enrojecidos por el alcohol. La vi mover los labios pero no lograba escuchar lo que decía. Me acerqué hasta su oído percibiendo su olor a sudor y alcohol.
—No te escucho— comencé por lo obvio.
Su aliento frio por la bebida que sostenía en su mano libre, golpeó mi cuello— ¿Eres Ryan, el amigo de Taylor?.
—Si, ¿tú eres Pantis verdes?.
Ella sonrió sin una pizca de vergüenza. Me tomó de la mano y sin consultar ni preguntarme me llevó a lo largo del departamento hasta la salida de emergencia. Me gustan las mujeres decididas.
Pasó con gracilidad por la ventana y se recostó de la baranda con sus codos. Bajo la luz de la noche no se veía tan tomada como me pareció segundos antes, y mucho más bella también. Me dedicó una pequeña mirada a través de sus pestañas rizadas y llenas de maquillaje, mientras yo hacía el mismo recorrido que ella por la ventana.
—Ciérrala un poco— ordenó y obedecí.
—Quiero poder hablar contigo sin quedarme sin voz y sin dejarte sordo.
—No quiero que te quedes muda, por lo menos no así— coincidí acercándome a su lado— tienes una linda voz.
Ella soltó una carcajada seca pero no se sintió ofendida por mi indirecta. Bien.
—¿Y Taylor?.
—Se fue hace con mi amiga a alguna de las habitaciones.
—¿Vives aquí?—pregunté y dí un trago a mi bebida.
—Si, con mi amiga. Nos pareció buena idea hacer una fiesta de inicio de clases, solo que no consideramos lo rápido que se esparce la voz— sonaba un poco molesta por la cantidad de personas que estaban presentes.
—¿Qué tal si te ayudo a limpiar mañana?.
—¿Regresarías mañana solo a limpiar?.
—¿Quién dijo que me iría hoy?.
Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro, pero fue la mirada libidinosa que me dio, lo que me animó a continuar. Acaricié su brazo con delicadeza mientras la miraba de arriba abajo y terminaba el recorrido en su boca. Lamí mis labios sin dejar de verla.
Siempre que hacía ese movimiento obtenía la misma respuesta y ella no sería la excepción: Pantis Verdes se lamió sus labios invitándome en silencio a besarla.
Me acerqué como quien pide permiso, haciéndole ver que la respetaba, cosa que no era falsa. Le di un pequeño beso y pasé mi lengua por su labio inferior con sutileza. Sentí cuando su respiración se aceleró y eso me robó una sonrisa. Estaba un poco ansiosa por mi beso y eso me ponía de excelente humor.
Sus panties verdes ya deben estar muy húmedas.
—Si te quedas hoy, ¿te irás mañana?— preguntó aún saboreando el beso con sus ojos cerrados.
—Si— respondí con sinceridad. No la engañaría.
La única forma de que pasara la noche con alguna chica es porque pretendiese repetir en la mañana, de lo contrario me marchaba una vez terminábamos y se lo avisaba antes de que fuese tarde. Nunca le crearía falsas expectativas, no era lo mío.
La vi comenzar a dudar, por lo que me apresuré a besarla una vez más, darle un pequeño incentivo para que tomase una decisión. Uní mi boca a la suya con fuerza y pedí entrar, en cuanto sus labios se separaron mi lengua comenzó a recorrer su interior. Me moví para quedar frente a ella, presionándola a mi cuerpo. El palpitar de su corazón lo sentía en mi pecho. Le di un momento para que respirase mientras acariciaba su cuello con mi nariz.
Había sido un buen beso, uno que disfruté tanto como ella.
—Está bien— concedió con voz entrecortada— pero más te vale que me ayudes a limpiar de verdad.
Sonreí en su clavícula y la mordisqueé en ese mismo lugar haciendo que su piel se erizara.
—Vaya, tú sí que luces fatal— exclamó Megan en cuanto me vio. Le lancé las llaves del auto y abrí la puerta del copiloto para desplomarme en su interior. La estuve esperando recostado del auto, no tenía fuerzas ni siquiera para subir los escalones hasta su habitación. Estaba agotado y borracho de sueño. Mis lentes de sol no eran suficientes para cubrirme de los mortales rayos solares.
—No puedo creer que hayas conducido así— me reprochó.
—No fue fácil créeme— le dije haciendo una mueca por el ruido que taladraba mis tímpanos sin clemencia.
Conduje con la música a todo volumen tratando de mantenerme despierto. Esa parte no se la dije, me gritaría muy merecidamente.
—¿Por lo menos la pasaste bien?— preguntó mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, ni eso podía hacer.
—Deja que me veas como camino y sabrás.
—¡Ryan!— dijo entre risas— como se nota que hay alcohol aún por tus venas.
—No tomé ni un solo trago aunque te puedo asegurar que esa chica me drenó todo lo que había en mí— no pude evitar sonreír mientras recordaba a Señorita Pantis Verdes y su resistencia admirable a mis embestidas.
Sus gemidos me dejaron sordo, pero yo la dejé sin voz.
No me quedé a limpiar pero en mi defensa fue su culpa. Me mantuvo despierto toda la noche y gran parte de la madrugada. Para cuando salí de su casa ya no alcanzaba a llegar al gimnasio y no es que hubiese sido capaz de hacer ejercicios en este estado, pero quizás un rato en el sauna no me hubiese matado.
No sé cómo sobreviví las primeras horas de clases, ni como llegué a la cafetería, donde estaba casi acostado sobre la mesa con mi quinto café en el día. Sostenía mi cabeza con una de mis manos y el café con la otra, fue imposible que me quitara los lentes de sol, el más leve resplandor me molestaba. Taylor dormía con su cabeza recostada del espaldar de la silla, no llegó a las primeras clases, entró como un zombie a la cafetería desplomándose en la silla a mi lado.
—Vaya, vaya, la fiesta estuvo buena, ¿no?— habló Nicole más fuerte de lo normal sentándose al lado de Megan y frente al comatoso Taylor— este sí que no lo logró— afirmó picándolo con un tenedor sin que reaccionara.
—Déjalo—Megan le arrebató el tenedor, pero Nicole seguía molestando a Taylor.
—No seas agua fiesta, además no es que esté sintiendo algo.
—¿Pueden hablar más bajo?—me quejé y tomé lo último que quedaba de mi café.
—¿Y tú Meggie, ya sabes algo de las tutorías?—la voz de Nicole fue mucho mas elevada.
Mi hermana dejó de sonreír casi de inmediato. Estaba siendo orgullosa al respecto y se negó todos estos días a buscar al tutor para averiguar cuando comenzarían sus clases. Pero hoy, su determinación flaqueó cuando avisaron las fechas de los próximos exámenes de matemáticas. No pudo responderle a Nicole, así que solo negó mientras se concentraba en su desayuno.
—Bien—Nicole sonrió con fingido orgullo— dale una lección, no te puede llamar desesperada y salir ileso. Y cuando lleguen tus magnificas notas de las mates, se las pegas por la cara y le demuestras que nunca lo necesitaste.
Mi hermana se terminó de desinflar. Admiré la capacidad de Nicole de hacerla entrar en razón con sarcasmo.
—Hoy lo buscaré— concedió al final— pero no porque este desesperada por verlo— aclaró.
¿Desesperada por verlo?, ya volvería después a esa afirmación tan particular cuando mi cerebro desistiera de querer escapar de mi cabeza.
Comenzaba a sentir la pesadez de mis sentidos cuando un golpe en la parte de atrás de mi cabeza me espabiló
—¿Qué mierda?—exclamé girándome.
—¿Cómo pudiste Ryan? Pensé que lo que teníamos era especial, pero ahora me entero que pasaste la noche con Amber. Escúchame bien, no puedo seguir perdonándote todo el tiempo. Un día me cansaré y no sabrás más nunca de mí. Así que lo olvidaremos una vez más, porque nuestro amor merece que luchemos. Yo sé que me amas, así que te daré una nueva oportunidad. Pero no quiero que vuelvas a ver a Amber, ya me encargaré yo de hablar con ella.
PsicoMelissa me dio un beso en mis labios perplejos y se dio media vuelta. No me dio tiempo de responderle, aunque con franqueza dudo mucho que hubiese podido decirle algo que no comenzara con loca psicópata de mierda y terminara igual.
La vi marcharse de la cafería sin saber qué coño había pasado. Me giré para ver las caras de mis amigos que se encontraban tan desconcertadas como la mía.
—¡Te dije que estaba loca!—Megan miraba hacia la puerta por donde desapareció Melissa—. Idiota— un nuevo golpe en la cabeza me aturdió más de lo que estaba— por eso no puedes repetir.
La cara de Nicole estaba empapada en grandes lágrimas que no dejaban de caer. Una sonrisa deforme estaba congelada en su rostro, mientras sus cejas casi se unían entre sí. Comenzó a estallar en sonoras carcajadas. Su escandalo retumbaba en mi cabeza empeorando toda la situación. Taylor se levantó alarmado y se puso de pie mirando a todos lados, perdido por completo de la realidad que lo envolvía.
Megan se unió a las risas de Nicole, que ahora se sujetaba la barriga en señal de dolor.
—Ryan, dime algo— dijo Nicole tratando de calmarse— ¿ya estaba loca cuando la conociste, o tu pene suele atrofiarlas de esa manera?.
—Muy graciosa, mi pene las atrofia pero no así— bufé—¿Y quién diablos es Amber?
—Pantis Verdes— explicó Taylor levantando la silla que tumbó cuando se despertó.
—¿Y cómo la conoce?— insistí.
— Creo que es su prima o algo así.
—¡¿Qué?!— ahora era yo quien le pegaba por su cabeza— ¿Qué mierda Taylor? Eso tuviste que decírmelo. ¿Y si ahora Amber resulta ser también una psicópata?.
Él se encogió de hombros despreocupado, mientras intentaba quitarle parte del desayuno a Nicole de su plato. Ella no se dejaba y él continuaba arremetiendo con el tenedor con que segundos antes Nicole lo molestaba.
—Las psicópatas suelen ser feroces en la cama. ¡Ajá!—celebró victorioso cuando logró robar parte del desayuno de Nicole y llevárselo a la boca con rapidez—. Agradécemelo después. Te acabo de asegurar un trio bastante salvaje.
Le guiñó un ojo a Nicole mientras masticaba exageradamente con la boca abierta. Ella lo miraba con odio y le lanzó una de las uvas que el rubio intentó atrapar con su boca.
—Ni lo consideres, Ryan Asper—me advirtió mi hermana y la uva que ella me lanzó me dio en la cabeza—. No puedo con dos locas detrás de ti.
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Nota de Autora:
Bienvenidos a un nuevo capítulo de Estúpido Nerd Amor #ENA
Esta historia será actualizada todos los días LUNES sin falta. Y cualquier otro día que grite Yolo!! Por lo pronto, mientras logro enamorarlos estaré publicando más seguido.
Esta historia está COMPLETA, es decir que no tendrán que esperar a que tenga tiempo para escribir, no, tampoco quedará pausada, suspendida ni incompleta. Al igual que todos, tengo un trabajo Muggle y vida Muggle (hija, esposo, amigos, hermana, etc, etc) pero siempre cumplo lo prometido!.
No se olviden de votar y comentar!
Tengo un grupo de FB: NO JUZGUES LA PORTADA. Allí estaré publicando contenido de todos mis libros, interactuando con ustedes y realizando dinámicas.
Besos y abrazos!
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