CAPÍTULO 31. No es el fin del mundo
—Megan—me llamó Taylor más fuerte de lo que era necesario.
—¿Uhm?—murmuré tratando de despertarme.
—Escucha bien—su tono era serio—. Ryan está bien, pero está muy tomado para manejar. Me acaba de llamar Néstor, el encargado del pool a donde vamos para que lo busque, pero yo también he estado tomando y no estoy en condiciones de manejar. Tienes que ir a buscarlo.
No había terminado de hablar, cuando me encontraba despierta por completo y comenzando a vestirme, aun con el celular en mí oreja sujeto por mi hombro.
—Mándame la dirección, pediré un taxi—colgué el teléfono mientras me ataba las converse.
El taxi llego cinco minutos después de haberlo pedido.
Dios bendiga a quien inventó este sistema.
Eran las tres de la mañana cuando me bajé apresurada del taxi y entré al bar. Apestaba a licor y a cigarro y su olor me repugnó de inmediato. Me dirigí hasta la barra y no hizo falta ni siquiera presentarme, una chica con el cabello verde y varios piercings en su cara me señaló la mesa del fondo, donde la cabellera dorada de mi hermano estaba apoyada sobre la sucia mesa. Abrazaba aún una botella vacía mientras respiraba con leves ronquidos por la boca entre abierta.
Acaricié su cabello y su rostro, deseando poder aliviarle el dolor que estaba sintiendo. La chica de cabello verde se acercó a mi lado y me tendió una botella de agua helada.
—Primero busca el auto y estaciónalo en frente, no creo que logres hacerlo caminar mucho cuando lo despiertes.
Asentí a su sugerencia. Salí una vez más del local directo al estacionamiento, trotando entre los carriles hasta que di con el auto de mi hermano. Use la llave auxiliar para encenderlo y conduje hasta la entrada del local. Cuando volví a entrar mi hermano estaba despierto, si es que su estado pudiese ser catalogado de una forma. Tenía el cabello y la cara húmeda y la botella de agua que la chica había estado sosteniendo ahora estaba vacía.
—Ry, tenemos que irnos—dije ayudando a levantarse.
Él puso casi toda su carga sobre mí y tuve que luchar para que mis rodillas y piernas no cedieran por su peso. La camarera me ayudó por el otro brazo de Ryan, haciendo la carga un poco más soportable. Lo lanzamos en el asiento trasero casi inconsciente.
Cuando llegué a la residencia otro problema se me planteó: ¿Y cómo coño lo subo hasta la habitación?.
Quince minutos después estaba lanzando a Ryan encima de mi cama con ayuda de Martín. Fue la única persona que se me ocurrió a quien acudir. Por suerte, cuando toqué la puerta de Lindsay, Martín se encontraba allí como había esperado y se ofreció a ayudarme. Entre los tres cargamos a mi hermano.
Me despedí una vez más agradecida de ellos y acomodé a mi hermano en la cama para tumbarme a su lado sin embargo cuando empecé a moverlo un pequeño sollozo escapó de su boca «kaela», no hizo falta más palabras para saber quien ocupaba sus sueños
—Buenos días solecito—lo saludé tendiéndole una taza de café. Él se tapó el rostro del sol como si fuese capaz de derretirse a su contacto y emitió un gruñido en respuesta.
Después de tres tazas de café y unos panecillos de nutella, resucitó de su resaca, aunque seguía rehuyendo de la luz y los sonidos fuertes.
—¿Qué fue lo qué pasó?—inquirí.
—Nada yo...
—Y por favor no insultes mi inteligencia mintiéndome. Te conozco muy bien, Ryan Asper, para saber que no eres del tipo bebedor, mucho menos eres de los que toman hasta la inconsciencia por nada.
Dio un suspiro profundo, me robó el último panecillo de nutella y me contó lo que había pasado con Mikaela.
—Jamás había sentido algo así con alguien pero cuando me dijo que tenía que luchar por ella...
—¿Qué pasó ?—pregunté comenzando a sentir miedo de su respuesta.
—Nada—el bajó su rostro y esquivó mi mirada, yo fruncí el ceño por su reacción—. No le dije nada. Y ella enfureció, me dijo que se buscaría a otro que si luchase por ella y se marchó.
—Oh Ryan—exclamé con pesar.
—Es lo mejor Megs, lo sabes. Es una mierda, pero es lo mejor—parecía que trataba de convencerse a sí mismo, más que a mí.
—Ry pero el que estuviesen ese momento y después tú... eso solo lo empeoró, ¿lo sabes no?. Pobre Mika, debe sentirse tan mal como me sentí yo.
—Lo sé... espera, ¡¿qué?!—gritó con su cejas unidas.
Ups.
Ay mierda.
—¿Qué hizo Alejandro?—espetó furioso, y ante mi silencio prosiguió con voz de advertencia—. Megan...
—Está bien, está bien. Bueno, aquella noche que pasamos en casa de Alejandro, no solo dormimos juntos, pasó algo más...—dudé en mis palabras. Era usual contarle a mi hermano de mis encuentros, pero nunca los detalles, sin embargo en esta oportunidad, no había sido solo un encuentro, había sido algo importante y significativo para mí—. Y después de ese día se mostró distante y luego apareció Lucía.
Él meditó mis palabras por un largo momento. Vi como su ceño fruncido iba desapareciendo poco a poco.
—Lo lamento Megs—fue todo lo que pudo decir. Me atrajo hacía él y lo abracé con fuerzas. Me sentía aliviada de haberle contado todo.
—Soy una mierda—dijo al cabo de un rato— quiero estar con ella Megs, pero tengo tanto miedo de terminar como nuestra mamá. Uso de pretexto su minoría de edad para no asumir que me da miedo salir lastimado. Ella no ha vivido aún lo suficiente, ¿y si me deja?. No podré soportarlo Megan, a duras penas lo soporto ahora aunque me aferro a que ella me quiere, aunque suene egoísta y me haga sentir más basura de lo que soy.
—Es curioso que te de miedo terminar como nuestra mamá, cuando antes te daba miedo de terminar como papá.
—Nunca había conocido a alguien como ella. Lo que ella me hace sentir sé que no podré sentirlo por nadie más.
La voz de mi hermano se había ido apagando con cada palabra, hasta que lo escuché sorberse la nariz y carraspear para intentar aliviar la presión que debían estar causando lágrimas en su garganta. Me aferré a él con más fuerza.
Quería decirle que tenía que ir con ella, que no le importase nada ni nadie, pero era una decisión a la que él tiene que llegar solo.
Decidimos salir a comer, no habíamos podido ir a clases por lo mal que dormimos, pero en vez de quedarnos el día encerrados ahogándonos en nuestra miseria, decidimos que mantener nuestras mentes despejadas y ocupadas nos servirían de ayuda para alejar aunque fuese por un momento nuestras depresiones.
Nos reunimos en un restaurante de comida hindú con Taylor, que siempre estaba más que dispuesto de huir de la comida del comedor de la universidad. La estrategia había funcionado a la perfección, porque nos costaba comer por las risas que teníamos con las historias locas de Taylor y de los pocos recuerdos de Ryan de la noche anterior, siendo uno de ellos cuando decidió bailar tango con una señora que triplicaba su edad y que le pellizcó el trasero tantas veces que aún le dolía.
Pero cuando entró al local una joven pareja con un bebé dormido en su cochecito azul de avioncitos, el rostro de Taylor se descompuso casi de inmediato.
—¿Has hablado con ella?—me preguntó Taylor.
—No, desde que me contó sobre la pelea que tuvieron. ¿Y tú?.
—Tampoco—Taylor hundió sus hombros y bajó la cabeza.
—Dale tiempo bro—lo animó Ryan—. Es una situación difícil para todos.
—Pero no tengo tiempo bro, ella está considerando abortarlo con una seriedad alarmante. Tienen que ayudarme a hablar con ella. Está bien si no quiere darme la oportunidad a mí, pero debe dársela al bebé. Por mil demonios—golpeó la mesa con fuerza— es también mi hijo y ella no puede tomar esa decisión sin mí.
—Taylor...—comencé a decir, pero me interrumpió.
—Haré lo que tenga que hacer para evitarlo. Quiero hablar con ella y hacerla entrar en razón, pero si tengo que conseguir una orden judicial para evitar que aborte, lo haré.
—Bro, no puedes obligarla a que sea mamá—Ryan trató de razonar con él.
—Pero ella tampoco puede quitarme mi derecho de ser papá. Para cuando el juicio termine ya no podrá abortar. Tendrá que tenerlo.
—Tay, escúchate. La estarías obligando a algo que no quiere. Terminará amando al bebé, pero a ti te odiará, porque la habrás hecho pasar por todo eso, entonces ¿Cómo será la relación de ustedes con un hijo de por medio?.
Cerró los ojos con fuerza ante mis duras palabras. Sabía que tenía razón y no podía decirme algo que refutase eso. Sin embargo, entendía su desespero y quizás, si yo estuviese en sus zapatos, también haría lo mismo.
Bueno, de hecho, fuimos capaz de emanciparnos con tal de que nuestro derecho de no elegir entre nuestros padres fuese respetado, entendía a la perfección que el fuese a juicio para que no le quitaran sus derechos de paternidad. El amor que Taylor estaba expresando por esa pequeña semilla que crecía en el vientre de mi amiga era admirable.
—Hablaré con ella—concedí, haciendo que su rostro se iluminara—. Tantearé el terreno, tratando de ver a qué decisión se siente inclinada. Si me dice que lo tendrá deberás darle el espacio que ella necesite, ¿ok?.
—Pero ¿Y si quiere abortar?—preguntó con un deje de horror en su voz.
—Te lo diré y hablaremos todos con ella—propuse—. Pero más te vale que para esa reunión no saques el tema del juicio y lleves más que palabras para demostrar tus intenciones.
—Hey Nico—entré a su habitación mostrando el helado de chocolate familiar que traía conmigo— ¿Qué dices si pasamos la noche viendo una película y comiendo helado?.
—Sabes que a eso siempre digo que si—respondió animada mientras buscaba dos cucharitas.
La película no era mala, pero tampoco era la más entretenida, así que entre bocado y bocado aprovechamos para conversar de todas las cosas, como si no hubiese un tema más importante y delicado entre nosotras.
—¿Y...—dije sin saber cómo hacer la pregunta—lo has pensado?—solté.
Ella dio un gran suspiro y vi su rostro contorsionarse con dolor antes de cubrirlo con sus manos
—No lo sé—respondió—. No me queda mucho tiempo para decidir, pronto cumpliré el límite de semanas permitidos para abortar y sigo sin saber qué hacer.
—¿Y qué ha pasado con Andrea?—pregunté después de un momento.
—No quiere saber nada de mí. No atiende mis llamadas, no responde mis mensajes. Me bloqueó de todas las redes sociales. Me evita en los pasillos. El paquete completo de la ley del hielo pues. De verdad la quiero Megan y siento que mi vida se desmorona delante de mis ojos y ni siquiera soy mamá, cuando lo sea, si es que lo soy, no más universidad, no más chicas y hola amamantar, hola pañales sucios, hola biberones y todo lo que conlleva un bebé. ¡Adiós vida!.
—Sabes que eso no es así Nico. No es el fin del mundo ser mamá. Sí, no será fácil, pero no es imposible, muchas lo han hecho con muchos más factores en contra que tú y con menos ayuda; tú contarás con tus padres, con nosotros y con Taylor. Podrás seguir en la universidad y terminar tu carrera—quería darle ánimos y seguridad.
—Eso suena bien Meggie, ¿y después que?. Sabes que tengo planeado un año sabático de mochilera por Europa, que como mamá no podré hacerlo, porque tendré que buscar un trabajo, porque un bebé come y se viste, ni hablar de que no podré seguir en la residencia, por lo que tendré que buscar un departamento donde vivir. Estoy indecisa no porque no lo haya pensado, sino porque lo estoy pensando todo muy bien.
Le di abrazo un abrazo cuando noté como sus ojos se humedecían.
—Dios, odio las hormonas. Estoy hecha toda una llorona—se quejó robándome una sonrisa—. No quiero seguir hablando de esto por favor. Suficiente con hacerlo en todas las otras horas del día.
Accedí con una pequeña sonrisa y le di continuar a la película que habíamos pausado. Sin que Nico me viese le envié un mensaje a Taylor.
—Hablaremos con Nico.
Su respuesta fueron solo dos emoticones, uno con una cara triste con lágrimas y el otro una manito indicando ok.
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Nota de Autora:
¿Creen que Megan está traicionando a Nicole por aliarse con Taylor?.
¿Que harían ustedes en el puesto de Nicole?.
No se olviden de votar y comentar!
Ingresen al grupo FB: NO JUZGUES LA PORTADA. Busquen a los personajes en Instagram!! :D
Besos y abrazos!
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