CAPÍTULO 26. Así es como se marca territorio


—¿Estás segura de que puedes trotar?—pregunté insistiendo.

Taylor me había comentado lo mal que lucía el martes cuando la llevó a la residencia; él la llevó mientras yo manejaba hasta casa de Mikaela para terminar con lo que sea que hubiese existido entre nosotros, que al parecer y según sus palabras era nada.

Sus palabras aún me ardían y molestaban.

¡Nada un coño!.

El miércoles Megan no había ido a clases por sus calambres y los días restantes ella había lucido igual o peor de descompuesta. No era propio de ella enfermarse y mucho menos cargar esa cara tan larga y demacrada.

—Te digo que si—respondió mi hermana rodando los ojos mientras comenzaba a calentar sus músculos. La imité.

Comenzamos con un trote suave y fuimos subiendo de nivel, como siempre hacíamos, sin embargo, en esta oportunidad mi hermana corría casi tan veloz como yo. Noté su ceño fruncido y los ojos enrojecidos.

Estaba huyendo de algo tanto como yo.

No quería ser egoísta, pero yo aún no estaba listo para explicarme, lo que implicaría hablar de Mikaela; así que lo dejé pasar, preguntarle hubiese abierto la puerta para que ella me preguntase sobre lo que me traía tan perdido, como me dijo esta mañana. Cuando acabamos los tres kilómetros, paramos para recuperar el aliento. Algunos tipos pasaron a nuestro lado y le lanzaron miradas lascivas a mi hermana, que se estaba estirando una vez más. Rodé los ojos, a veces deseaba que ella no fuese tan sensual en todo lo que hacía, mi vida como su hermano sería más fácil si no tuviese que protegerla en todo momento de cualquier baboso.

Renacuajo baboso.

Di un gran suspiro tratando de alejar mis pensamientos de Mikaela.

—¿Qué pasó con las tutorías?—pregunté curioso. Megan solo me avisó que no tendría más clases, pero nunca me dio más explicaciones.

La vi emitir un suspiro profundo y torcer su gesto de dolor. Quise atribuírselo a algún músculo más tenso de lo que debería, pero sabía en el fondo que no era eso.

—Ya no habrán más tutorías—me explicó al final.

Mi pecho se contorsionó con dolor. Quedé atrapado en la ironía de que acababa de torcer el gesto de la misma forma que había hecho mi hermana pocos segundos antes.

—¿Y eso?—pregunté tratando de sonar casual.

—Bueno, ya he aprendido lo que necesito para intentarlo por mi cuenta—desvió la mirada—. ¿Comemos?

Agradecí el cambio de tema, y solo asentí mientras comenzábamos a caminar hacia la cafetería más cercana.

—¿Quieres ir más tarde a ver una película?— estaba intentando levantar su ánimo.

Megan había jugado con su comida hasta que la reprendí para que comiese. Seguía cabizbaja, pero dio un pequeño asentimiento. Después de unos minutos de silencio, claudiqué.

No podía seguir viéndola así, me partía el corazón y considerando que nunca la había visto de esa manera, no sabía como ayudarla.

—Bien, ¿Megs, qué es lo que está pasando?.

Casi podía escuchar a su cerebro armar la respuesta.

—Debes jurar que no puedes decirle a nadie—se irguió en la silla.

—Lo juro. Megan me estás asustando—dije con sinceridad, tratando de leer su rostro.

—Nicole está embarazada.

Esto no me lo vi venir...

Pero tampoco me sorprende.

—Pero habías dicho que ella estaba tomándose la pastilla

—Si, pero la muy idiota no la tomaba con regularidad y se había saltado unas cuantas.

Me recosté del asiento y me permití derretirme en la silla hasta que apoyé la cabeza en el espaldar de la silla. La supuesta enfermedad de Nicole, los vómitos, ahora tenían sentido. Me sentí un tonto por no haberme dado cuenta.

—¿Desde cuándo lo sabe?—pregunté al cabo de un momento.

—Desde el martes en la noche. Cuando me dejaste en la residencia fui directo a verla porque me había escrito que estaba muy enferma. Se hizo una prueba de embarazo casera y dio positiva—me explicó. Ayer le dieron los resultados de la prueba de sangre, igual de positiva.

—¿Cuándo se lo dirá a Taylor?

Sabía que no se lo había dicho, porque Taylor además de aun lucir feliz, tenía una cita hoy con dos chicas. Dudo mucho que si supiese que sería papá tuviese ánimos de seguir saliendo.

—Aun no lo sabe—la miré ceñudo—, lo hará, pero necesita procesar primero la noticia.

—¡Mierda!— exclamé enterrando mi cabeza en mis manos. —Con razón estabas así de rara todos estos días.

—Claro—y sorbió su café.


Mientras caminaba con mi hermana por el mall, aún no lograba procesar la noticia, no imagino lo que era para Nicole ni lo que sería para Taylor. Nos habíamos separado para poder ducharnos y alistarnos para pasar el resto del día juntos. Me puse unos jeans, unas converse grises que de seguro le encantarían a Mika, y una camisa manga larga color azul, recogida hasta los codos, que Megan me había regalado porque me hacía parecer más rubio. Cuando vi a mi hermana nos sonreímos. Ella llevaba un camiseta roja y ceñida, con el logo de Iron Man en el pecho, y unos jeans ajustados y desgastados, con las mismas converse grises que yo.

Estoy muy seguro de que yo me vestí recordando a mi nerd favorita, y ella hizo lo mismo con el suyo.

Caminamos un rato paseando por las distintas tiendas, hablando de todo un poco, evitando a consciencia el tema de Taylor, Nicole y el pequeño bebé. Sin embargo, cuando llegamos a la tienda de artículos infantiles, no pudimos resistirnos y entramos.

—¿Megs, Nicole tendrá al bebé?— pregunté al notar su cara descompuesta en tristeza.

—No lo sabe—susurró.

—Comprémosle algo—traté de espantar la tristeza que me embargó— para que vean que tienen nuestro apoyo.

Ella asintió un poco más animada.

Salimos de la tienda con unos pequeños mocasines amarillos, porque no sabíamos el sexo; y dos camisetas, una para mi hermana y una para mí. Cada una ponía «mi sexy tío» y otra con «mi sexy tía». Rogué en silencio que no tuviésemos que donar esas cosas a la caridad, serían muchas personas con el corazón roto si Nicole decidía no tenerlo.


La tarde bastante tranquila que tuvimos se fue a la mierda cuando salimos del cine y coincidimos con Mikaela y el renacuajo baboso de Félix, en la fila para ingresar a la misma película de la que nosotros acabábamos de salir. Intenté evitarlo, pero por una razón que se me hizo extraña, Megan también trataba de evadirlos, sin embargo fue imposible que no pasáramos por su lado.

—Megan—saludó Mika con cariño—Hola Ryan—agregó con tranquilidad.

Vi como Felix la atraía hacía él, marcado de forma obvia su terreno. Apreté mi mandíbula con fuerza y le di una fingida sonrisa para saludarla.

—No los he visto más por la casa—afirmó Mika.

—Si, bueno—respondió Megan incómoda—ya terminamos las tutorías.

—Oh, Ale no me dijo nada—incluso ceñuda se veía bella. Apuesto que el baboso de Felix no lo ha notado ni si quiera.

Volví a mirar las manos babosas del renacuajo alrededor de sus hombros y quise partir todos sus dedos. Apreté con fuerza mis puños dentro de los bolsillos de mi jeans. La fila de ellos comenzó a avanzar y no supe si estaba contento de que la tortura que era verlos juntos se acabase o molesto porque no la seguiría viendo.

Mi ojo derecho comenzó a parpadear con un tic nervioso, odiaba la idea de ellos en una sala a oscuras.

—Bueno, ya nos vamos—anunció el maldito baboso, feliz de poner fin a la conversación.

—Disfruten la película—dije con mi mejor sonrisa—el asesino era una de las personalidades múltiples del papá.

Me giré llevando a mi hermana conmigo, dejando al renacuajo a punto de un infarto, y a Mikaela con una cara de sorpresa mientras una pequeña sonrisa pujaba por salir de sus carnosos labios. No sabía lo que eso significaba, pero en cualquier caso deseaba de corazón que les hubiese arruinado la película.

Pero no era suficiente imaginarme al baboso malhumorado en la película, porque también lo imaginaba con su brazo alrededor de ella. Entramos a una heladería y me excusé para ir al baño, mi hermana me guiñó el ojo y enterró su cara en el menú que nos habían ofrecido.

Salí de la heladería actuando más por impulso que por mi racionalidad.

Entré al cine y busqué a la presa más fácil que conseguí. Una chica uniformada estaba parada en la entrada de una de las salas, resguardando que nadie se colease dentro sin entrada. Me acerqué hasta ella con mi mirada fija en sus ojos. Me acerqué hasta su oído para pedirle un pequeño, gran favor.

—¿Puedes avisarle a un chico que está en la sala que su auto tiene la alarma encendida desde hace rato? Se quedará sin batería.

Ella dudó, pero tomé un mechón suelto de su cabello y lo acomodé detrás de la gorra de su uniforme, «solo intento hacer una buena acción» dije con la mirada más inocente que podía ponerle. Ella al final accedió, describí a la pareja y en cuanto ella entró a la sala seguí sus pasos sin que me notase. La vi rebuscar con su linterna por toda la sala, hasta que dio con el renacuajo. Él había tenido el brazo alrededor de Mika, como me temía. Lo vi salir de la sala un poco apresurado. Caminé con seguridad y me senté al lado de Mikaela abrazándola de inmediato. Ella giró asustada, pero cuando vio que se trataba de mí su cara mutó a sorpresa.

—¿Ryan?—preguntó cuándo el resto de los asistentes la mandaron a callar, al igual que hice yo divertido—. ¿Qué haces aquí?—preguntó en un susurro.

Tomé su barbilla y la atraje hacia mí uniendo nuestros labios. Abrió su boca cuando mi lengua pidió permiso para entrar y profundizó nuestro beso. Sus labios sabían a la sal de las palomitas de maíz con su acostumbrado brillo labial de fresas. Me separé de ella con mucha dificultad y me permití darle varios besos más pequeños en su boca, su mejilla, incluso algunos por su cuello.

Su respiración era pesada y tenía todos los músculos relajados.

—Así es como se marca territorio—susurré con una sonrisa contra su oído antes de darle un mordisco en el lóbulo—puedes decirle a Félix que ya estás marcada por mí.

Le di un beso más en los labios y me levanté sin darle la oportunidad de decir nada y me dirigí a la salida más cercana. No era justo lo que había hecho, fui yo el que quiso acabar con lo que teníamos, pero quería comprobar que no había sido nada como ella dijo. 

Y el gemido que escondió en mi boca con ese último beso era algo.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo unas horas después cuando estaba llevando a Megan a su residencia, era un mensaje de Mika

Si quieres marcar tu territorio, ven y reclamame tuya.

Mi boca de abrió y reprimí un pequeño grito por la magnitud de su descaro.

¿Me acababa de sugerir que...?.

¿Lo hizo?

Ay, mierda, si lo hizo

Mi entrepierna reaccionó con fuerza contra mis pantalones, si mi miembro supiese teclear, de seguro hubiese escrito que iba en camino. Tuve que acomodar mi erección con disimulo para poder seguir manejando.


El siguiente mensaje que me llegó fue de Taylor, justo cuando me dirigía a mi residencia

—Bro. Pool. Ya.

Tomé la siguiente intercepción directo al bar donde siempre jugábamos pool. Apenas entré vi a Taylor con una cerveza en su mano, sentado en una de las mesas viendo el partido de futbol en el televisor del fondo. Le quité la cerveza de la mano y me senté frente a él mientras me la tomaba de un solo trago.

—Wow, hoy tienes sedienta la tripa cervecera, ¿no?.

Me encogí de hombros pidiendo una cerveza más a la chica de la barra.

—Me dirás que te pasa ahora mismo—Taylor trataba de quitarme la cuarta botella de mis manos. Fui más rápido que él y me la tomé sin que él pudiese hacer más nada.

Mi cabeza daba vueltas sin parar y mi mente también, pasaba por cada información almacenada de los últimos días, los besos con Mikaela, yo terminando con ella, ella saliendo con el maldito renacuajo baboso, Nicole embarazada, Megan enferma y triste. Mikaela en el cine con el renacuajo.

Miré a mi amigo, que aún esperaba una respuesta de mi parte.

—¿Acaso no puedo tomar?—pregunté encogiéndome de hombros y recostando mi cabeza de la pared tratando de que dejase de dar tantas vueltas.

—Tú nunca tomas así

—Siempre hay una primera vez.

—¿Es por Mikaela?—preguntó.

Mi corazón se paró solo por la mención de su nombre. Suspiré con lentitud y cerré mis ojos. No quería hablar de este tema con nadie.

— ¿Cuánto te gusta?— continuó con cautela interpretando mi silencio.

No pude ni verlo a la cara, solo llevé a mi boca la botella y la vacié en varios tragos seguidos.

—Ya veo. Me atreveré a pensar que estás bien consciente de las razones por las que no pueden estar juntos y que es por ese mismo motivo por el que estas tomando así.

Levanté mi cabeza y lo miré directo a sus ojos. Puse la botella vacía en la mesa y llamé a la camarera desafiando a mi amigo a llevarme la contraria, porque como lo hiciese terminaría revolcándome con él en el piso a golpes, no sería la primera vez que arregláramos las diferencias de borrachos de esa forma.

Sin embargo, cuando la mesonera llegó, me sorprendió

—Una botella de tequila. Mi hermano aquí necesita ahogar un despecho.


~ ~ ~ ~ ~ ~

Nota de Autora:

Ryan juega sucio con Mikaela, pero ese mensaje que le mandó... admiro la fuerza de voluntad de Ryan!!

Y Taylor es más detallista de lo que se cree, está muy claro de todo lo que le pasa a su amigo.

No se olviden de votar y comentar!

Ingresen al grupo FB: NO JUZGUES LA PORTADA. Busquen a los personajes en Instagram!! :D

Besos y abrazos!

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