CAPÍTULO 23. Vomitaré la comida como Nicole.
—Megs, ¿qué haces aquí?.
—Yo...—balbuceé.
—Espera— me dijo mientras tomaba algo de una de las gavetas y entraba al baño. Regresó a los pocos segundos, cubierto con unos pantalones de pijama y una camiseta sencilla.
—¿Te sientes bien?—insistió, parándose frente a mí, con sus ojos fijos en los míos.
—Yo solo quería disculparme por lo de esta noche.
—No te preocupes.—dudó extrañado— ¿No podía esperar hasta mañana?.
—Oh, lo lamento, no quería molestarte—avergonzada, me giré para marcharme, pero su mano tomó la mía deteniéndome y para mi sorpresa tiró de ella para voltearme y hacerme estrellar con su pecho.
—No te vayas—susurró embriangandome de placer.
No pude ni siquiera articular palabra, solo asentí. Me llevó hasta su cama como si yo estuviese en alguna clase de trance, quitó las sabanas y me invitó a acostarme. Mi cuerpo temblaba de pura lujuria y no sabía ni siquiera como poder controlarlo. Quería partirle la boca a besos, devorarlo por completo y cada vez que se acercaba a mí, que su piel entraba en contacto con la mía, me abrasaba el deseo.
—¿Tienes frio?—preguntó.
Negué con rapidez.
—¿Calor?—preguntó un tanto divertido y alzando su estúpida sexy ceja, incluso sus frenillos brillantes se veían atractivos.
Me ruboricé de tal manera que agradecí que la luz no era suficiente para que lo notase. Una pequeña brisa dio en mi cuello y me estremecí. Una pequeña sonrisa escapó de sus labios.
—Acalorada, entonces—sentenció volviendo a soplar en mi cuello.
—Por favor, no lo hagas—tartamudeé—no podré, no responderé si...
Su aliento mentolado acarició una vez más mi cuello y no pude resistirme más.
Sé que no era de dama, quizás tampoco de señoritas, pero yo no era ninguna de esas dos cosas.
Me monté en un solo movimiento a horcajadas sobre él sorprendiéndolo, mi cara quedó a centímetros de la suya y admiré cada uno de sus facciones. Sus manos quedaron en mis muslos, quemándome con solo su tacto.
Llevaba puesto sus lentes, se los había colocado cuando se vistió. Con delicadeza se los quité y los coloqué en la mesa de al lado, aparté de su cara los mechones húmedos de su cabello, enredándolos dentro de mis dedos como siempre había querido hacer. Sentía mi pecho retumbar con violencia contra el suyo.
Pensé en todas las formas en que podría por fin acercarme para ese beso, pero su cara entre asustada y lujuriosa me gustaba tanto que estaba alargando el momento todo lo posible, con una lucha incansable en mi interior. Cuando comencé a acariciar su rostro, el hizo lo mismo con el mío, y cuando su mano se posó en mi nuca me haló hasta él y unió nuestros labios en un beso suave.
Me permití explorar y saborear sus labios y cuando la necesidad me superó los lamí y los mordí arrancándole pequeños gemidos. Pasé mi lengua por sus frenillos y el mordió mi boca.
El dolor que me produjo sus aparatos en mi piel me hizo humedecer.
Me desató la coleta que llevaba y alborotó mi melena, introduciendo sus dedos dentro de ella, mi cuero cabelludo se erizó con su caricia.
Este hombre me tenía erizada literalmente desde la cabeza hasta los pies. El beso pasó de ser suave a apasionado, y de la pasión llegamos a una lujuria que nos quemaba a ambos. Se sentó en la cama y pude quitarle la camisa mientras él me quitaba la mía. Nuestras manos exploraban con avidez, mientras que nuestras lenguas se enredaban impacientes. Me sentí tan cómoda en sus brazos que fue fácil perderme en el momento, dejándome llevar solo por el deseo más que por la sensatez. Se acostó llevándome contra él y se giró hasta que quedó sobre mí.
Enredé mis piernas en su cintura y sentí su poderosa erección dar el punto exacto, arrancándome un gemido. Él comenzó a dejarme un reguero de besos húmedos y lamidas a lo largo de mi cuello y mi pecho.
Supe que me había quitado el sostén cuando atrapó uno de mis senos entre su boca; el contacto frio de mis pezones con el metal de sus aparatos desató la locura en mis terminaciones nerviosas.
¿Quién iba a decir que unos aparatos serían tan sexys?
La sensación me resultaba tan placentera e intensa que sentí el calor arremolinarse en mi vientre. Sin pudor alguno y animada por sus gemidos roncos, me froté contra su erección y por primera vez en mi vida, sin necesitar nada más, me llevó hasta un orgasmo que me hizo gemir su nombre. Continúo dedicando besos mientras mi corazón se recuperaba. Cuando mi respiración se normalizó me subí a horcajadas sobre él una vez más y metí las manos por dentro su bóxer.
Su mirada fue por un segundo de sorpresa, pero en cuanto apreté su erección y comencé a subir y bajar con ritmo, la lujuria se apoderó de sus ojos. Me miró con atención sin despegar la vista de mí en ningún momento, aunque el placer que sentía amenazaba con cerrarle los ojos. Apresuré el movimiento y él enredó su mano en mi cabello y me haló hasta su boca al tiempo que apretó con la otra mi cadera con fuerza. Un gran gemido gutural salió de su boca cuando llegó al clímax y lo ahogue con un profundo beso.
Desperté aún en la oscuridad de su cuarto, cuando un pequeño rayo de sol se colaba entre las pesadas cortinas. Alejandro estaba pegado a mi espalda, abrazándome con fuerza y su respiración en mi cuello. No pude evitar sonreír mientras me acurrucaba contra él, recordando lo ocurrido hace pocas horas y explotando de ternura cuando me acunó en su regazo acariciando mi cabello hasta que me quedé dormida.
—Pensé que era de las que dormían hasta tarde—murmuró con su voz mañanera.
—Lo hago, pero cuando me dan razones para despertarme temprano...—me moví hasta que sentí su erección matutina contra mí.
Sonrió en mi piel mientras me daba un casto beso en mi espalda.
—Debemos levantarnos— me apremió mientras le decía que no quería entre quejidos—. Mika es buena madrugadora y por lo que me has contado tu hermano también.
Me dio un último beso y se levantó directo al baño.
—Te prepararé el desayuno, es la única comida que se me da de maravilla hacer.
Salió de la habitación y al poco rato me levanté. Después de darme un rápido baño y volver a colocarme su pijama de Elfo, salí con cuidado de la habitación y bajé a ayudarlo. Olía delicioso y mi estómago se reveló con fuerza. Era casi hora de almuerzo así que estaba hambrienta. Al poco rato apareció Mikaela, dando los buenos días con muchos ánimos. Ryan apareció poco después abrazándome con dulzura.
—Prefiero tus desayunos—Ryan le dijo a Alejandro mientras caminábamos fuera del comedor en la universidad. La comida de hoy en la cafetería había sido en especial desagradable.
Apenas había cruzado palabras con Alejandro desde el día de ayer, no solía quedarme con ningún chico después de pasar la noche, así que mucho menos sabía cómo actuar con Alejandro y nuestros hermanos. Tampoco ayudó que él estuviese distante, no es que esperaba expresiones de afecto, pero me rehuía la mirada evitando de forma deliberada hacer contacto visual conmigo.
Quizás estuviese apenado, si yo no sé actuar después de lo que habíamos hecho, el siendo virgen, de seguro que tampoco.
Y considerando lo alejado que se había sentado de mí en el comedor y la distancia que mantenía mientras caminábamos el día de hoy, no cambiarían las cosas
—Megs— me llamó Mauricio caminando hacía mi—. No me has respondido los mensajes, ¿Cuándo reprogramaremos nuestra cita?.
Ryan, Taylor y Alejandro siguieron caminando, mientras los dos primeros me guiñaban un ojo con complicidad. Hottie, en cambio frunció el ceño y se despidió de los otros antes de comenzar a subir con prisa las escaleras.
—Es Megan—le respondí mientras me frenaba para responderle— y no reprogramaremos nada. Lo lamento Mauricio.
—Oh, vamos—dijo haciéndome retroceder con su cercanía. Me acorraló a la pared y continuó en un susurro—. No me diste la oportunidad de hacer que la pasaras bien.
—Ya no estoy interesada—corté tratando de poner distancia entre nosotros.
—Una sola cita es lo que necesito—rozó sus manos por mis hombros haciendo que el asco se apoderara de mí. Odiaba ser tocada sin mi permiso.
—Dije que no—repetí con fuerza, mientras apartaba mi hombro de su contacto.
Cuando traté de alejarme de él, su mano se cerró con demasiada fuerza en mi muñeca impidiéndome avanzar. Me estaba lastimando y fue inevitable que torciera el gesto de dolor.
—No te hagas la dura ahora, todos sabemos que de difícil no tienes ni una pizca.
Mi hermano se acercó tan rápido que pareció inhumano. Taylor casi lo igualó en velocidad. En menos de un par de segundos Ryan le atizaba un golpe a Mauricio con tanta potencia que lo tumbó al suelo. Ni siquiera se molestó en prepararse para la respuesta de Mauricio, porque este se encontraba aturdido en el piso. La gente se apiñó alrededor para tratar de tener la mejor vista de lo ocurrido. Mi hermano llevaba la mirada roja de furia y se acercó a Mauricio con lentitud, soltándose del agarre preventivo que le dio Taylor.
Mauricio se limpiaba la sangre con el dorso de su mano y comenzaba a lucir menos atolondrado.
—Ryan—le advertí tomando su mano, entrelazando nuestros dedos.
—Vuelve a acercarte a ella y no habrá nada ni nadie capaz de frenarme. No pararé hasta que haya partido todos tus huesos.
Halé su mano cuando terminó la advertencia y con Taylor a nuestras espaldas nos alejamos. Cuando pasamos frente al grupo de amigos de Mauricio, mi hermano dijo sin ver a nadie en concreto «díganle a su amigo, que la misma advertencia va si se vuelve a referir a ella de esa o cualquier forma».
—Yo solo digo que no puedes tener esos arranques en medio del pasillo. No hace falta ni que te diga las consecuencias que eso puede traerte para tú beca— estaba molesta con Ryan y lo regañaba mientras entrabamos en la casa de Alejandro, llegando más temprano de lo acostumbrado.
Me frené en seco cuando vi a una chica sentada en el patio con mi hottie. Mika saltó desde las escaleras a la espalda de Ryan, tomándolo por sorpresa.
—Hola Megs—me dijo con cariño, mientras mi hermano se la bajaba de si—. Llegan temprano.
—Hola, si, ehm—balbuceé girando mi atención hacia Alejandro que aún no se percataba de nuestra presencia.
—Ale ya casi termina con Lucia —dijo por fin en el piso.
—¿Lucia?—preguntó mi hermano y jamás había estado tan agradecida de su existencia, porque no quería ser yo la que formulase esa pregunta.
—Es una amiga de la infancia—explicó— fue transferida hace poco a la universidad y Ale la ayuda a ponerse al día con las clases.
Los vi terminar de hablar y levantarse para despedirse. Lucía envolvió en un abrazo a Alejandro y le dio un beso en la mejilla mirándolo como algo más que una amiga. Él parecía estar tan a gusto con ella, como nunca lo había estado conmigo. Reía con fuerza de algo que le dijo y colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja; me resultó tan íntimo ese gesto que tuve que voltear la mirada. Mi corazón se desinfló un poco con los celos que sentí. Entraron a la sala cuando yo arreglaba mis cuadernos para comenzar la tutoría. Estaba tratando lo mejor que podía de contener la rabia y los celos que me invadían.
—Oh, ya estás aquí—así me saludó Alejandro con voz fría.
—Si— imité su frialdad.
—Luci, ella es la chica a la que estoy tutoriando.
¿En serio?. Después de lo de del fin de semana soy más que la tutoriada. Ni siquiera me presentó como una amiga.
—Megan— sonreí extendiéndole mi mano.
—Lucia—su sonrisa parecía sincera.
—Luci, es una amiga cercana, desde la infancia.
Sus palabras me molestaron, pero la mirada que le dedicó fue lo que más me hirió.
—Si no les molesta, me gustaría quedarme para su tutoría. Necesito toda la ayuda posible para poder ponerme al día.
Sobre mi cadáver.
—Claro, no hay problema— dijo Alejandro.
Me lleva la mie...
Lancé mis cuadernos con más fuerza de la pretendida sobre la mesa del comedor. Taylor y Ryan voltearon a mirarme extrañados y solo pude encogerme de hombros. Seguía aun molesta por Lucia. Era tan agradable y adorable que me provocaba estrangularla, a ella y al idiota de Alejandro que estuvo ignorándome durante toda la tutoría, riéndose con ella de sus chistes privados.
Juro por Dios de que como escuche la frase «nosotros nos entendemos» una vez más de ellos, alguno perderá un ojo.
Una muy pálida Nicole se sentó en la mesa delante de mí con una Andrea muy angustiada.
—Nico, luces fatal—exclamé preocupada.
—Me siento fatal—declaró
—Ya la he dicho para llevarla al médico pero se niega—explicó Andrea.
—Llevas demasiado tiempo enferma—agregó mi hermano—quizás si debas ir al médico, por lo menos a la enfermería de la universidad.
—No tengo clases ahorita, si quieres te llevo—se ofreció Taylor para sorpresa de todos.
Nicole no alcanzó a decir que si, cuando se levantó corriendo con su rostro verdoso, las manos en la boca y sus ojos abiertos en pánico. Corrió como loca por el pasillo seguida de cerca de Andrea y de Taylor quien se levantó con prisa y sin perder tiempo.
—¿Quieres escuchar algo gracioso?—comentó Ryan una vez terminamos de comer.
—Siempre— necesitaba una buena sonrisa que me hiciera olvidar al idiota de Hottie.
—Adivina quien se enredó con Psicomelissa como producto de un muy elaborado plan de venganza.
Me tapé la boca con ambas manos a punto de soltar una sonora carcajada.
—No te lo puedo creer...—dije mientras mi hermano afirmaba mi acierto.—¡Si será animal!—estallé en carcajadas.— Pensé que Taylor era más inteligente que eso.
Mi hermano me acompañó en las risas, mientras llamábamos la atención de todos.
—Como si no fuese poco, se quedó a dormir porque había tomado mucho. A estas alturas Melissa debe estar escogiendo un vestido de novia.
—Para por Dios, para. Vomitaré la comida como Nicole
Mi estómago me dolía de tanto reírme y grandes lágrimas se escapaban de mis ojos. ¡Dios! como necesitaba reír de esta manera.
El martes iba en el auto con mi hermano hacia la residencia, después de mi sesión de tutoría con Alejandro y, al parecer desde ahora, con Lucia, cuando me llegó un mensaje de Nicole: «S.O.S. aún enferma». No bien me bajé del auto de mi hermano fui casi corriendo hasta su habitación. Estaba desparramada en su cama, tan pálida como sus sábanas blancas, con la frente perlada de sudor, el maquillaje chorreado y el cabello enmarañado.
Me acerqué hasta el pequeño refrigerador que tenía y saqué una botella de agua fría. Con rapidez la destapé y se la ofrecí, ayudándola a sentarse.
—Odio estar mareada—dijo recostándose en la almohada.
Algo hizo un pequeño click dentro de mí.
—Nicole, ¿Tú estás tomando la pastilla, verdad?.
—Que sí. Ya te lo dije. No he dejado de tomármela después de esa noche—respondió molesta por mi insistencia.
—¿Y antes de esa noche te la estabas tomando con regularidad?.
—Sí, bueno a veces me saltaba alguna o no me la tomaba a la misma hora—dijo despreocupada.
—Nico—comencé a angustiarme—. Quédate aquí, iré a una farmacia por una prueba de embarazo.
—Me tienes que estar jodiendo—Nicole me miraba con los ojos desorbitados.—¿Tú crees que...?— pero no hizo falta que terminara la pregunta, mi cara seria y angustiada se lo dijo todo
Media hora después estaba sentada con Nicole en su cama, sosteniendo sus manos con fuerza, mientras sus lágrimas no dejaban de caer sobre su regazo. El palito que indicaba el positivo del examen de embarazo estaba en el piso, donde cayó después de que Nicole constatara el resultado.
~ ~ ~ ~ ~ ~
Nota de Autora:
Ufff con Megan y Alejandro!! Ufff ufff uffff!!!
¿Cuántas tomaron baños de agua fría? Yo fui una!.
Y ahora Nicole... Rayos y Centellas!!!!!
No se olviden de votar y comentar!
Feliz cumpleaños atrasado a Cristina!
Ingresen al grupo FB: NO JUZGUES LA PORTADA.
Besos y abrazos!
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