28. Juntos y solos.

Advertencia:
Lemmon/smut Sanji x fem!Zoro.

Largo de aquí, heterofóbicos! xD
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Pasaron meses y los mellizos ya caminaban, hablaban y hasta aprendían las reglas y trampas sobre estar a bordo en un barco pirata. Sanji pensó que era porque no conocían un mundo diferente al de estar siempre en movimiento, en el mar y siendo perseguidos por los marinos. Se sintió un poco mal por eso, pero luego se le pasaba cuando los veía con una sonrisa enorme, al lado de su capitán, casi volando. Se veían mucho más libres de lo que él había sido a esa edad.

Miró a Zoro. Aún tenía cuerpo de chica a pesar de que los bebés ya no eran más unos bebés y ahora era Sanji el que los alimentaba. Law no estaba ahí para cambiarlo, aunque no había oído alguna queja muy desesperada últimamente. Claramente Zoro quería regresar a la normalidad y se lo hacia saber a cualquiera que pasara frente a él, pero en realidad no luchaba para conseguirlo, sino que simplemente se lo hacia saber a todos.

Sanji dejó que los niños lo llamaran mamá y a Zoro papá, dejándoles muy en claro que Zoro era un hombre también y que la palabra mamá era para femeninas solamente. Se confundieron al principio, pero luego lo olvidaron y volvieron a sus juegos de niños.

—Sanji —llamó Zoro y el mencionado dejó todo lo que hacía para girar hacia él con ojos de corazón.

—¡Dime, Zoro-chwan~! —paró frente a él y Zoro se alejó un poco, tímido.

—Eh... —Zoro se sonrojó y apartó la mirada de Sanji—. ¿Puedo hablar contigo?

Sanji enmudeció y le tomó la mano, serio. Se inclinó hacia Zoro y, preocupado, le pregunto:

—¿Todo bien? —Zoro lo miró a los ojos—. ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? ¿O ya te llegó la regla? Si quieres podemos ir a por Trafalgar apenas zarpemos.

—No, no —respondió rápidamente con la cara color carmín—. Estoy bien, sólo... —se interrumpió al notar que Sanji lo miraba tan intensamente que su corazón dio un vuelco. Apartó la vista y, como excusa, cambio de tema preguntando—: ¿Donde están los niños?

Sanji frunció el ceño confundido y miró hacia dónde Zoro volteaba—. Nifemi fue con Brook a la ciudad y Sahel está con Luffy y Usopp pescando en la popa.

—Oh...

Sanji lo miró de nuevo y le tomó la otra mano. Sabía que algo le pasaba a Zoro, pero le estaba costando decirlo.

—Zoro-chwan... —habló Sanji acariciando las manos de su novio con sus dedos y Zoro miró el acto, negándose a mirarlo a los ojos aún—. Tienes que decirme qué te pasa.

Zoro se mordió los labios y sin pensarlo un segundo más, preguntó:

—¿Me das un beso?

Y lo miró por fin a los ojos sólo para apreciar aquella mirada de sorpresa e incredulidad justo antes de tomar su cuello y acercarlo a él lentamente. Cerró los ojos cuando sintió su respiración sobre sus desesperados labios rosados y lo recibió como tanto había esperado.

~

—Pensé que no querías que te tocara hasta que tuvieras tu cuerpo de nuevo.

Sanji caminaba de esquina a esquina en la habitación, sin poder estarse quieto. Mientras Zoro sacaba brillo a sus espadas sentado en la cama.

—Yo también creí eso.

—Pero te morías por un beso esta tarde —sonrió como ganador y Zoro se hizo el ofendido.

—No me "moría" por un beso. ¡No me habías besado desde que Trafalgar me puso en este cuerpo!

—¡Pensé que no querías que lo hiciera!

—¡Pues pensaste mal!

—...Está bien —se rindió Sanji, actuando derrotado y acercándose a Zoro—. Entonces eso significa que sí puedo tocarte.

Zoro suspiró y dejó a un lado la espada, dejando que Sanji se colocara sobre él y recibiendo un besito a cambio. Zoro lo tomó de la nuca y dejó que Sanji le separara las piernas para acomodarse entre ellas y tomándole de la cintura, Sanji acercó el pequeño cuerpo de Zoro hacia él. Zoro, sentado frente a él, lo abrazó por encima de los hombros.

—¿Van... a venir los niños? —susurró el peliverde.

Sanji sonrió porque la situación estaba yendo al rumbo que él deseaba. Se levantó rápidamente y asomó la cabeza hacia la noche. Después cerró la puerta con seguro y se mantuvo de pie frente a la cama, mirando a Zoro sentado, sonriéndole.

—¿Qué? —preguntó Zoro ante la actitud del rubio, que no dejaba de sonreír como idiota y mirarlo con deseo.

—Los niños están ocupados con Brook, Luffy y Usopp —dijo Sanji—. O sea que tenemos tiempo para nosotros... Tú y yo. Solos.

—Sanji, ¿estás sugiriendo que deberíamos...?

—¿¡Puedo?! —saltó animado—. ¿¡Podemos?!

—Eh... —Zoro se asustó un segundo. Quería hacerlo. ¡Dios, como lo necesitaba! Pero aquel era un cuerpo de chica. No sabía si sería igual. No sabía si dolería. O si estaría bien. No sabía nada. Pero Sanji estaba ahí con su emoción latente y tan ilusionado... Después de todo, antes de Zoro el maldito era un Don Juan... Sanji sabe lo que hace. Siempre sabe lo que hace. Así que Zoro decidió por una vez callarse y dejar que Sanji haga todo el trabajo—. Sí. Está bien. Ven.

Narra Sanji.

Obedecí. Me acerqué y tomé sus tobillos y los separé para posicionarme en medio de sus piernas. Él me miró confundido, así que yo lo acaricié y me acerqué a él para besar sus labios una vez más. No se resistió y eso me encantó, no me separé, sino que lo empujé para que se acostara en la cama mientras me quitaba los zapatos con mis pies, acariciaba sus brazos y mi lengua jugaba con la suya, que le seguía el paso de una forma tan sensual.

—Ngh... —gimió con la garganta y subió su mano desde mi pecho hasta mi cuello, tomándome de ahí para evitar la separación de nuestras bocas. Me abrazó la cabeza con los brazos y la cadera con las piernas. Acarició mi cabello y luego llevó sus manos a los botones de mi camisa. La abrió desesperado y me la quité para lanzarla lejos. Me tocó con sus lindas pequeñas manos. Y, Dios, se sintió como un vaso de agua fría después de atravesar todo un desierto.

Lo besé de nuevo y acaricié sus brazos. Después pasé mis labios por su cuello y arqueó su espalda, acercándome su cuerpo. Me bebí a tacto la exquisita curva de su cadera mientras le besaba el cuello y lo escuchaba gemir lento y bajo. Duro pero agudo. Femenino. Suspiraba con dificultad y se mordía los labios. Toqué su piel con mis manos y se estremeció todo su cuerpo.

Dios, cómo me estaba poniendo.

Narrador en 3ª persona.

Sanji estaba que lanzaba chispitas de los ojos de la emoción. Se alejó un poco de Zoro con la intención de mirarlo.
La vista era exquisita. No había cosa más excitante para Sanji que una Zoro bajo él, abierta de piernas, con la respiración agitada y ya con todas las ganas de ser de Sanji completamente. Y sumándole a todo eso, que era Zoro en un cuerpo de mujer.

El peliverde había permanecido con los ojos cerrados hasta que Sanji se quedó unos minutos sin hacerle nada, simplemente observándolo boquiabierto. Entonces Zoro se percató de la emoción y felicidad de Sanji con solo mirar su rostro en aquel momento, relamiéndose los labios y paseando sus ojos por todas partes de su cuerpo. Sanji hizo que se sienta querido, deseado, tremendamente especial a pesar de no ser el de siempre, de tener un cuerpo de chica. Zoro sonrió por el pensamiento y se sintió a punto de llorar, aunque no supo exactamente por qué. Sanji lo miró sonreír y buscó su mano para tomarla y entrelazar sus dedos mientras se deslizaba por todo el cuerpo del espadachín hasta pegar mejilla con mejilla sin detener las manos traviesas de Sanji deshaciéndose de su ropa y acariciando suavemente el cuerpo de Zoro, grabando cada curva que se encontrara con su mano.

—No tienes ni la más mínima idea de lo mucho que he estado esperando este maldito día —susurró el rubio en la oreja del espadachín, y, al terminar, Sanji mordió suavemente el lóbulo de su oreja haciendo que Zoro se estremeciera completamente y soltara un pequeño suspiro de deseo.

El cocinero pasó sus labios de la oreja del peliverde hacia el cuello de éste y dejó pequeños y blandos besos ahí mientras con sus manos acariciaba sus costados y la curva de su cadera.

—Me siento pequeño —admitió de repente. Sanji volteó confundido y Zoro, al darse cuenta, aclaró—: Quiero decir, emm... siempre que estás, ya sabes... sobre mi... eres de mi tamaño. Pero ahora... mi voz es muy aguda, soy muy delgado y me pesa mucho el pecho. Es extraño y estoy nervioso. Sé muy bien cómo se siente esto, pero estoy seguro que no será lo mismo ahora que tengo este... cuerpo.

Sanji sonrió y reanudó suave y lentamente sus caricias, emitiendo el susurro del tacto de la piel tersa y suave de Zoro junto con la ruda y gruesa piel de las manos de Sanji. El rubio cerró los ojos, respiró firme y, muy calmado, respondió:

—No te preocupes —se acercó a él y besó su frente—. Me detendré si algo te incomoda o te duele. Pero quiero decirte que si lo que te hacía cuando tenias cuerpo de hombre te gustaba, créeme que esto te gustará el triple —ahora bajó y besó su panza, colando sus dedos por debajo del encaje de sus pantaletas y bajándolas con cuidado—. Ah, y que no te de vergüenza gemir y gritar. Hazlo tan fuerte y vulgar como desees.

Zoro se sorprendió por el repentino comentario fuera de lugar. Sanji se lo había dicho con una sonrisita, pero sus ojos estaban más concentrados en deshacerse de su ropa interior. Y ahora el peliverde no podía no pensar en lo que dijo: "grita y gime tan fuerte y vulgar como desees". ¿Se creía tan bueno haciéndolo que daba por sentado que a Zoro le iban a dar ganas de gemir y gritar? El pensamiento le dio miedo y al mismo tiempo curiosidad al espadachín. ¡¿Qué mierda estaba esperando el puto rubio para hacerlo gritar y gemir así?!

—Pero mira qué mojadita estás —ronroneó Sanji al bajar los calzoncitos de Zoro. Zoro lo miró y Sanji se mordió el labio lanzándole una mirada llena de lujuria al espadachín, quien sintió un estremecimiento en su parte baja al mirarlo. Se sonrojó.

—Jódete —respondió tapándose la cara con el brazo—. Sólo... has lo que tengas que hacer y acaba ya.

—A la orden —susurró sin mirarlo y tocó su parte femenina despacio y con cuidado. Zoro saltó y tuvo el impulso de cerrar la piernas, pero Sanji abrazaba con un brazo una de ellas. Se mordió el labio y llevó su mano izquierda hacia la mano de Sanji que lo tocaba y la derecha a la mano que abrazaba su pierna.

Sanji continuó moviendo lentamente sus dedos, acariciando firmemente el clítoris de Zoro y disfrutando de los sonidos de placer que soltaba. Admirando la manera en que se retorcía y arqueaba su cuerpo, recibiendo sus fluidos y usándolos para darle más. Se relamió los labios y, concentrándose en las reacciones de Zoro, continuó moviendo sus dedos de la manera en que a Zoro parecía agradarle más y se levantó lentamente, acercándose a los labios ruborizados (por tanto morder) del espadachín. Zoro tocó su pelo rubio con sus ojos fuertemente cerrados.

—¿Verdad que se siente bien? —susurró a milímetros de su cara. Zoro se mordió los labios y asintió. Sanji sonrió y endureció el toque—. ¿Te gusta?

—¡Dios, sí! —soltó Zoro, enterrando sus uñas el la nuca del rubio—. No... pares.

Sanji rió bajo y, muy lentamente y con extremo cuidado, comenzó a introducir su dedo medio en Zoro. El peliverde se estremeció de pies a cabeza y se mordió con fuerza los labios. Sanji trató de ignorar el hecho de que él estaba más duro que el kairoseki y el haki de armadura juntos y se concentró en encontrar el punto G de Zoro. Sanji estaba completamente consciente de que un cuerpo de chica necesita mucho más que sólo penetración para tener un orgasmo, así que se estaba esforzando en darle el mayor placer que nunca le haya dado a ninguna otra chica. Preocupándose más por lo que sentía su pareja que por lo que sentía él mismo. Quería hacerlo llegar a las nubes.
Así como Zoro lo hizo cuando dio a luz a sus hijos.

—Zoro —llamó Sanji casi llorando de la felicidad. Zoro ni se dio cuenta y respondió con un gemido agudo y desesperado—, te amo.

Sanji sintió el cuerpo tenso del peliverde debajo de él y paró sus movimientos por un segundo. Miró a Zoro y Zoro le devolvió la mirada profunda e intensamente. Después lo besó con hambre, devorando hasta sus interiores y, cuando no dejó ni una gota de él mismo, lo miró de nuevo y le sonrió.

—También yo —respondió lento y bajo, apretando su abrazo al cuerpo de Sanji—, te amo, idiota.

Y Sanji ahora sí se sintió como para llorar de la felicidad. Se sintió tan bien que por un momento pensó que Zoro y él eran uno mismo. Y Zoro lo pensó también. Se sonrieron y después Zoro no sabía cómo decirle a Sanji que continuara. Así que sólo miró hacia bajo y Sanji captó el mensaje de inmediato. Se rió asintiendo para sí mismo y Zoro lo miró sonrojado.

—Jaja, está bien —dijo y volvió a su posición inicial, con la cabeza a la altura de la entrepierna de Zoro y comenzó de nuevo a sobar el clítoris del peliverde pero ahora con... su lengua.

Zoro casi gritó al sentirlo. Arqueó la espalda y se mordió los labios para no gemir más fuerte de lo que ya lo estaba haciendo. Llevó ambas manos hacia la cabeza de Sanji y agarró con fuerza sus cabellos.

La sensación húmeda de la lengua de Sanji en la parte más erógena de su cuerpo junto con la de los dedos del rubio dentro de su delicada entrada atacando su punto G, eran algo que Zoro simplemente no pudo soportar.

Gimió y gritó sin poder contenerse. Gritó el nombre de Sanji una y otra vez. Pidiéndole que parara aunque en realidad no quería que lo hiciera, era simplemente una excusa para poder gemir algo sin que sean solo ruidos que se escapan sin su permiso desde su pecho. Sanji estaba tan complacido por el ruido que Zoro hacía. Le hacía saber que lo estaba pasando muy bien. Que Sanji sabía muy bien lo que hacía y en dónde tocar para hacer sonar bien la melodía.

Y aquella orquesta sí que se oía bien.

—¡Por Dios, Sanji! —gritó Zoro, jalándole deliberadamente del cabello—. ¡Tus benditos dedos! ¡Y, mierda, tu lengua!

Sanji dio un respingo. Aquello le había exitado tanto que ahora sí creyó que su pene era una roca. ¿No se lo habrá endurecido con haki? Ah, no, sólo fue cortesía de Zoro gritando de placer.

—No, no. Ya no aguanto —respondió Sanji deteniéndose e incorporándose cambiando de posición cargando el cuerpecito de Zoro, colocándolo sobre el de él—. Tengo que meterla. Ya.

—¿Ya? —preguntó el peliverde desconcertado por tan repentino golpe en el cambio. Se dio cuenta que tenía la entrepierna empapada y se sonrojó. Sanji le sonrió victorioso.

—¿Por qué? ¿Te gustó lo que te hice allá abajo? —habló triunfante. Zoro se sonrojó y apoyó sus manos en los abdominales de Sanji, mirando su cuerpo desnudo desde arriba—. Si no te vienes con esto, puedo continuarlo. Pero, Zoro, te lo ruego. Te necesito ya.

Lo miró a los ojos segundos antes de sonreírle y asentir. A Sanji le brillaron los ojos y se estiró hasta la mesa de noche. Abrió un cajón y de dentro sacó un sobre cuadrado negro. Lo sacudió frente a la cara de Zoro y explicó:

—Es un condón, pequeña inocente —dijo con media sonrisa y comenzando a abrirlo con ambas manos—. Es para evitar infecciones y embarazos.

Zoro lo golpeó suavemente en el pecho—. ¡Sé lo que es un condón, idiota!

—¿En serio? —preguntó pícaro y teniéndole el condón abierto a medias. Zoro lo tomó y luego lo miró confundido. Sanji sonrió complacido—. Entonces pónmelo.

Zoro apretó la quijada y tensó los dedos alrededor del sobre. Sanji nunca había usado un condón con él antes y Zoro en realidad no era muy experto en el tema. En realidad no recordaba si había usado un condón antes.

—Póntelo tú, flojo de mierda —renegó Zoro tirando el sobre negro en el pecho desnudo de Sanji. El rubio se rió y tomó el condón para abrirlo rápida y ágilmente con los dedos. Lo sacó del sobre y Zoro tragó saliva al ver cómo le soplaba a aquella cosa de látex brillante por el lubricante para que se volteara y pudiera proceder a colocárselo.

—¿Me ayudas, por lo menos? —susurró Sanji mirando a Zoro un segundo a los ojos mientras se acercaba el látex al pene. Se lo colocó en la punta y comenzó a desenrollarlo lentamente con una mano, mirando como Zoro, asombrado, miraba hacia bajo sin querer perderse un detalle del movimiento en aquel miembro.

Luego, al desesperarse por la innecesaria tardanza, Zoro terminó llevando sus delicadas y delgadas manos hacia el pene de Sanji y apuró el trabajo, pasando sus dedos por toda la superficie húmeda del látex y desenrollando rápidamente.

Sanji se rió y tomó el brazo de Zoro con una mano mientras que con la otra tocaba el muslo de su novio sobre él. Acercó a Zoro a él y, entendiendo el mensaje, Zoro se posicionó sobre Sanji justo a la altura de su miembro. Sanji suspiró y tragó saliva cuando tomó con una mano su falo y lo apuntó directamente a la entrada del espadachín.

Zoro tragó saliva también, nerviosamente. Sabía que Sanji lo había puesto sobre él para que así Zoro pueda llevar el ritmo. Así que se tomó su tiempo; tocó los brazos y el cabello de Sanji, después se inclinó a besarlo. Sanji le tomó el cabello y lo besó con mucha pasión, casi sin poder contenerse de saltar y adentrarse en él de una vez por todas, pero fue fuerte y prefirió dejar que lo hiciera cuando estuviera listo. Le tocó los pechos y deslizó sus manos hasta su cadera, que, poco a poco, comenzó a bajar.

—Por Dios —masculló el peliverde. Sanji lo sostenía muy firme de la cadera y Zoro se apoyó en los abdominales de Sanji con una mano mientras que con la otra le enterraba las uñas en el antebrazo.

—Sigue —apuró el rubio con una voz forzada, mirando muy concentrado el área de sus cuerpos que lentamente se unía y los dejaba a ambos sin aliento. Zoro enterraba cada vez un poco más rápido y ansioso. Y, cuando sus pieles se juntaron por completo, Sanji le acarició con el dedo pulgar el clítoris por medio segundo, pero eso le bastó a Zoro para, al estremecerse, tensarse y gemir bajo, soltar un poco de lubricante natural que le cayó como anillo al dedo a la situación siguiente—. Ahora salta, conejito.

—No me digas qué hacer —respondió al instante de ver la sonrisa idiota de Sanji. Pero luego Zoro le hizo caso y comenzó a subir de nuevo, sintiendo cada milímetro con placer saliendo de él. Y cuando era tiempo de bajar, intentó hacerlo lo más rápido posible, haciendo sonar sus pieles pero los gemidos cubrían cualquier sonido.

Lo hizo otra vez, y de nuevo, y otra vez... cada tiempo más rápido, fuerte y ruidoso.

Sanji sostenía la delgada cintura de Zoro para mantenerlo en el lugar correcto, derritiéndose con el placer de cada movimiento del peliverde, que echó la cabeza hacia tras y arqueó la espalda dándole a Sanji una maravillosa vista de sus pechos saltando de arriba a abajo al ritmo de la penetración. Se le hizo agua la boca e intento cambiar de posición con Zoro debajo de él, pero al momento en que el peliverde lo sintió con intenciones de levantarse, lo empujó para inmovilizarlo de nuevo en su lugar; debajo de Zoro.

—No te muevas, cocinero —exclamó jadeante—. Eres mi esclavo ahora y harás sólo lo que yo te diga que hagas.

Sanji, boquiabierto, asintió sorprendido. Luego formó una sonrisa y habló cuando Zoro dejó de mirarlo para reanudar el vaivén.

—A la orden —se acomodó con los codos en el colchón para ser capaz de levantar su cabeza y remarcar su abdomen—. Me gusta este jueguito de los roles invertidos.

—¿Invertidos? —preguntó confundido Zoro—. Si yo siempre he sido tu amo.

Y luego de decir eso, bajó de un fuerte y húmedo sentón sacándoles un delicioso gemido de placer a ambos. Sanji no dijo nada después de eso, aceptando su sumisión.

~

Después, Sanji terminó con la cara adolorida de tantos golpes y cachetadas, los brazos, pecho y abdomen morados y sus labios, rojos e hinchados, formando una gran sonrisa.

—Fue divertido —admitió Zoro colocándose de nuevo la ropa dándole la espalda a Sanji. Sanji volteó a ver su curveada y delgada espalda y, tocándose una mejilla adolorida, como un idiota enamorado respondió:

—Sí... lo fue.

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Wowowoow... Eso fue intenso.

Tres capítulos y medio en uno solo... y la mayor parte narrando sexo... oh Dios, en qué me he convertido.

Nunca había escrito lemmon hetero xD Me sentí mucho más sucia que cuando escribo hard porn gay. Qué extraño.

Pero en fin... me encantó. Aquí entre nos, Sanji es el amor de mi vida, mi debilidad, mi husbando supremo... y nada más imaginármelo haciendo todo esto... WOW.

Espero que lo hayan disfrutado también. Y perdonen la tardanza :$ GGG. El próximo cap lo publicaré el 17/noviembre muy probablemente.

Solo faltan dos caps para el final! Yay!(?)

Ah, y estoy preparando una fic corta Zosan (sí, Sanji uke volvió). Probablemente la publique terminando esta fic :3 Preparados...

Los ama,

taglet.

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