21. Mes del sexo.

A la mañana siguiente, Sanji despertó como nuevo. Con una capa de sudor sobre su piel y sucio de semen seco, pero él se sentía nuevo.

Se sentó en el colchón, estiró su cuerpo y miró a Zoro, quien dormía plácidamente aún abrazado de una almohada, cubierto de solo una sábana que Sanji les había echado a mitad de la noche. Le pegó una nalgada con la esperanza de que se despertara con eso, pero no recibió más que un ruido de Zoro entre sueños. Sin más remedio, se puso de pie frente a la cama, se estiró una vez más y se vistió solo con bóxer y pantalón de vestir. Si Zoro no despertaba en ese momento, él tendría que despertarlo o sino le dejaría un mal sentimiento irse de la habitación y, que cuando Zoro despertara, no lo encontrara ahí. Tomó su camisa y comenzó a abotonarla desde arriba cuando se acerca de nuevo al espadachín.

—Oi, Zoro —Habló Sanji en vano. Intentó mover a Zoro empujándolo con el pie. Nada. Y entonces se le ocurrió abrazarlo y removerse sobre él cual gusano—. Zooooorooooo~

El espadachín gruñó e intentó apartar a Sanji, pero el rubio se negaba a separarse de él. Se acomodó sobre él sosteniendo sus hombros firmemente contra el colchón y comenzó a darle pequeños y ruidosos besos por toda la cara. Zoro gruñó de nuevo y abrió los ojos por fin. Sanji se separó para mirarlo bien y le sonrió. Aquella vista fue la primera imagen de Zoro al despertar: Sanji sonriéndole. Zoro sonrió forzado e intentó sentarse sobre la cama, con Sanji encima. El peliverde lo abrazó por las caderas y le apretó el trasero.

—No puedo creer que yo sea el pasivo en esta relación —Habló aún adormilado. Sanji se mordió el labio inferior riéndose y respondió.

—Podrás ser todo lo macho que quieras conmigo, Marimo, pero en la cama yo tengo más agilidad y experiencia —Dijo y se inclinó a besarlo, dejándose manosear por Zoro. Se alejó solo un poco del rostro del espadachín y, sonriendo, continuó—. Además, sé que te encanta.

Zoro se sonrojó y se recostó en la cama de nuevo, soltando el trasero de Sanji, cubriéndose la cara con las manos y con Sanji encima de un desnudo Zoro aún.

—Eres un egocéntrico —Dijo Zoro y Sanji se inclinó hacia el frente, tocando toda la caliente y suave piel morena de Zoro, desde el hueso de la pelvis hasta por debajo de sus hombros. Bebiéndose a tacto el completo torso marcado del moreno.

—Pero admites que es verdad —Dijo repitiendo el movimiento con sus manos de arriba a bajo—. Y así me amas.

Zoro dejó salir su ojo de detrás de sus manos y lo miró travieso, sonriéndole. Sanji se rió de aquella acción y acercó su boca al rostro cubierto de Zoro. Se rindió de buscar una parte para besar de su cara y entonces pasó a su cuello. Inmediatamente Zoro se sobresaltó e intentó apartarlo, pero de una pequeña mordida Sanji lo tranquilizó, dejándolo callado, vulnerable y suspirando por los besos de Sanji. Cuando sus labios comenzaron a hacer ruidos húmedos contra su cuello, sus manos a tocar más allá de su espalda baja e intentaba hacer gemir a Zoro, éste habló.

—¿No tienes que... ehmm... hacer el desayuno? —Preguntó tomando las muñecas de Sanji, que habían llevado a sus manos hasta por detrás de ambos muslos de Zoro antes de que el rubio pudiera llevar aquello a algo más. Sanji se separó y lo miró un poco, sonrió y se levantó de la cama. Dándole la espalda después de encender un cigarrillo y mientras salía de la habitación le respondió a Zoro.

—Bien, Marimo, pero esta noche no te salvas.

~

1 mes después.

Sanji besaba con renovada pasión a su novio. Como si no hubieran follado ya la noche anterior, y la anterior, y la anterior... Y la anterior a esa. Ah, y la noche antes de esa noche. Zoro había comenzado a creer que Sanji cada vez se lo hacía con más ansias y aplicaba todo lo que aprendía de su cuerpo en su contra.

Zoro pudo haber quedado embarazado desde aquella noche en la que la tripulación se lo había llevado de la isla de Mihawk, pero ni siquiera se daban el tiempo para comprobarlo. Y, con la excusa de que había que estar seguros, simplemente volvían a tener sexo. Así desde hace un mes, por eso Sanji había bautizado agosto como "el mes del sexo", y ya estaba convenciendo a Zoro de tener sexo todos los días de agosto, pero solo recibía un golpe por parte de Zoro aunque después el peliverde le daba la razón riéndose de Sanji. Su relación de amistad había mejorado mucho desde que se hicieron más que amigos. Y aún más cuando comenzaron a follar diariamente. Seguían con las peleas, si, pero ahora se peleaban sobre cosas pequeñas, casi sin importancia y cuando estaban a punto de pelear a golpes, alguien los metía a su habitación y terminaban arreglando sus problemas con sexo. Como toda duradera y buena relación entre hombres calientes, sexies y con una orden de su capitán por cumplir. Sumándole el completamente pervertido activo de aquella relación. Que, Zoro no sabia ni como, pero Sanji le hacía sentir cada vez mejor en sus encuentros, sospechando que aprendía como hacerlo mejor en todos ellos.

También, estaba el tema de los fetiches y las fantasías.

Pasados los días, Sanji le pedía más y más a Zoro. Cumplir sus más esperados sueños húmedos, pues. Y Zoro, sin rechistar, lo hacía. Lo mismo pasaba con Zoro, que le pedía cosas extrañamente placenteras a Sanji. Y al igual, las hacía.

Aquella noche comenzaban a hacerlo de nuevo. Zoro sobre Sanji —que, según el rubio, parecía ser la posición favorita de Zoro—, besándose sobre la cama de la habitación ya con seguro en la puerta y solo una lámpara de luz amarilla y tenue encendida. A Sanji le faltaba la camisa y a Zoro el pantalón.

—Quítate esto —Susurró el cocinero jalando hacia arriba la camisa de Zoro. El peliverde le hizo caso y lanzó a un lado la camiseta ya algo sudada. Zoro se inclinó sobre Sanji hasta alcanzar sus labios, los besó fuertemente mientras que las manos de Zoro recorrían el pecho y abdomen de su novio y Sanji estaba bastante ocupado intentando desabrochar el botón y la cremallera de su pantalón de vestir negro. Zoro llevó sus manos hasta por debajo de las orejas de Sanji y alejó sus labios de los del contrario para ahora besar su cuello e ir bajando hasta su marcada clavícula. Sanji liberó su erección y tomó con una mano el pene de Zoro.

—Idiota, ya estoy muy duro —Gimió Zoro, aferrando su mano izquierda al hombro de Sanji, quien, recostado en la cama, parecía tener la vista que más le gustaba mirar: Zoro sobre él sonrojado, duro, desnudo... Le concedió las palabras a Zoro y comenzó a tocar su entrada con los dedos. Se mordió los labios, cerró los ojos y se inclinó hasta posar la cabeza en la almohada de Sanji, gimiendo a su lado por el toque que le daba el rubio.

—¿Crees que yo no? —Sopló suavemente a su oído y aceleró el movimiento en sus manos. Zoro comenzaba a gemir al ritmo de los toques de Sanji y a mover su culo contra el creciente pene del rubio. Aquellos ruidos húmedos y la respiración agitada de Zoro era música para los oídos de Sanji, que a propósito se movía más y más causando el roce de su erección contra la preparada entrada de Zoro. El cocinero mordió suavemente el lóbulo de la oreja izquierda de Zoro mientras acomodaba su miembro, sintiendo la muy caliente entrada del ruidoso espadachín con la punta de su pene, mientras que con la mano que no sostenía a Zoro, lo masturbaba. Sanji comenzó a empujar lentamente a Zoro hacia bajo, encajando su miembro en él. Zoro se levantó bruscamente apoyándose del abdomen de Sanji y habló.

—No, Cejitas... E-espera —Tomó aire y alejó como pudo su trasero del miembro de Sanji, éste sólo emitió un sonido de desesperación y dejó a Zoro continuar—. ¿Puedes cumplirme una fantasía?

Sanji sonrió de oreja a oreja, se levantó a abrazar a Zoro y besar su clavícula al mismo tiempo que le susurraba con voz sensual y lenta—: Lo que quiera mi príncipe verde...

Zoro emitió un gemido y se mordió el labio inferior mientras abrazaba a Sanji y disfrutaba de sus suaves besos (aunque seguramente dejaría marcas después). Acarició su cabello de oro y estiró el cuello, mirando hacia el techo, pero con los ojos cerrados y habló por fin sin interrumpir a Sanji.

—Quiero que fumes —Dijo. Sanji se separó un poco de Zoro y lo miró. Zoro hizo lo mismo. Sanji le levantó la rizada ceja en señal de confusión y entonces Zoro continuó—... Si, fuma... Mientras me follas.

Sanji volteó la cabeza hacia dónde estaba la mesita de noche en busca de su cajetilla de King Ground y ahí la encontró: al lado del cenicero y su elegante encendedor de mechero dorado. Estiró lo más que pudo su brazo derecho sin dejar de sostener con la mano izquierda la cadera de Zoro. Con un movimiento de dedos abrió la cajita y sacó uno de sus cigarrillos mientras Zoro solo observaba la agilidad de sus expertos dedos. Se llevó el cigarro a los labios y volvió a estirarse por el mechero pero no lo encontró. Escuchó el sonido de su encendedor y miro a Zoro sosteniéndolo y mirando el fuego. Sanji sonrió y se sentó pegando de nuevo su aún muy erecto pene contra el trasero de Zoro, permitió que el espadachín le acercara el encendedor y aspiró el aire del otro lado del cigarrillo para encenderlo mientras miraba al ojo de Zoro con mucho deseo y de una manera tan sensual que el peliverde no pudo evitar sentirse al borde del orgasmo. Cuando el cigarrillo estuvo encendido ya, Sanji volvió a su lugar en la cama y permitió a Zoro hacer lo que quisiera con su pene mientras fumaba tranquilamente debajo de él y sentía todo el placer que Zoro le estaba dando.

El espadachín llevó una mano por detrás de su cuerpo y acomodó bien el falo de Sanji en su culo. Sosteniendo con una mano el abdomen del rubio y con la otra su rodilla, comenzó a bajar lentamente. Sanji le dio una pitada a su cigarro, extendió la mano para tirar la ceniza, se lo colocó de nuevo en los labios y llevó ambas manos a la cadera de Zoro para ayudarlo a moverse de arriba a bajo.

—Por Dios, Sanji, me encanta tenerte debajo —Habló el espadachín en un suspiro entrecortado. Sanji sonrió y se sentó en la cama, abrazando la cadera del peliverde y sosteniendo el cigarrillo con sus labios.

—Me doy cuenta de eso —Dijo Sanji burlón. Zoro no hizo caso y tomó los hombros de Sanji con ambas manos, empujando al rubio hacia bajo para repetir el movimiento. Sanji empujó hacia bajo a Zoro en un rápido y sin aviso sentón, Zoro soltó un alarido de placer sin poder evitarlo. Sanji gimió también y sonrió por la reacción del espadachín, pero luego de aquello, Zoro estiró sus brazos empujando al risueño rubio de vuelta a la cama.

—Eres un idiota —Regañó Zoro sin dejar se sostener los hombros de Sanji aún cuando éste estaba ya inmovilizado entre la cama y Zoro, pero sin dejar de sostener las caderas del espadachín—. Si vuelves a hacerlo te dejo una semana sin sexo, por imbécil.

—Sé que te gustó —Habló Sanji al tiempo que levantaba sus caderas para darle otra dura estocada a Zoro. Éste contuvo un gemido en su boca, mordiéndose el labio inferior. Miró a Sanji enojado, pero al ver su tonta sonrisa, él sonrió también.

—Odio no poder enojarme contigo mientras hacemos esto.

Sanji se rió y repitió el movimiento. Zoro gimió abiertamente ahora y liberó de su agarre a Sanji, dejando sus manos por encima de los hombros de rubio, sosteniéndose del colchón. Sanji no paraba con los movimientos, mirando fijamente los ojos de Zoro aunque éstos estuvieran cerrados, disfrutando de la cercanía de su cara y de poder apreciar por completo la expresión de placer en ella, envuelta por la flotante nube de humo de su cigarro. Se lo quito de la boca y jaló a Zoro hacia bajo hasta besarlo.

—Te amo —Susurró Sanji. Zoro se quedó petrificado y muy rojo sobre él. Y, al no recibir respuesta, el rubio llevó sus manos hasta las mejillas de Zoro y volvió a besarlo, ahora con ternura. Cuando se separaron Zoro respondió entrecortado.

—Yo también te amo, idiota.

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Recuerdan que les dije que habrá capítulo cada viernes?
Pues ya no estén tan seguros :$

*Cap doble porque la semana pasada no hubo <3*

Los quiero :D

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