12. Un mes.
El rubio tenía al moreno sentado sobre la barra de licores, se posicionó entre sus piernas y Zoro lo abrazó de la cintura con éstas. El espadachín estaba besando al cocinero en la cocina cuando se supone que éste debería estar cocinando el desayuno.
Sanji estaba de pie frente a él tocando su cintura, acercándolo más y más cada vez que podía pero sin dejar de poner casi toda su atención a los labios que se movían gustosos con los suyos. El rubio sonrió y el moreno se sintió bien, lo tomó con más firmeza de las mejillas y pasó una de sus manos por detrás de su espalda, encima de sus hombros.
—¿De que te ríes, cocinero? —Le preguntó en una breve pausa y Sanji lo ignoró para volver a besarlo con una sonrisa más amplia.
—Eres muy tierno —Contestó sin apartarse demasiado del contrario.
—Tu madre es tierna —Contestó el peliverde, haciéndose el enojado sin lograrlo. Sanji sonrió otra vez y ahora sí se alejó un poco de la cara de Zoro para poder mirarlo—. Yo soy pura ira, maldad y destrucción.
—Acabo de imaginarme la ira, maldad y destrucción de color rosa —Le sonrió—. Bueno, verde. ¡No, no! Color rojo, si.
—¿Por qué rojo? —Preguntó Zoro levantando una ceja, sin entender ni un poco.
—Porque de ese color te pones cuando te beso.
Zoro se puso rojo y Sanji soltó una carcajada. Entonces el espadachín lo tomó de los hombros y lo apartó. Después dio un brinco para bajarse de la barra y se quedó de pie frente al rubio sin decirle nada, solo mirándolo sin soltarlo de los hombros ni éste de la cintura.
—Tengo hambre.
—Prepararé el desayuno —Respondió con una sonrisa. Zoro tragó saliva mientras miraba sus labios, queriendo besarlos de nuevo. Entonces se acercó a él lentamente de nuevo, mirándolo a los ojos y cuando estaban apenas a un palmo de juntar sus labios Zoro cerró los ojos, relajó la boca y, en ese instante, Sanji eliminó la distancia.
Se besaron tierna y tranquilamente de nuevo, mientras Sanji intentaba colar sus manos por debajo de la playera blanca de Zoro y éste separo una de sus manos del hombro de Sanji para evitar el objetivo de las manos del rubio, tomando su camiseta y jalándola hacia abajo. Sanji emitió un gemido de disgusto y se separó de él.
—Déjame tocarte... —Susurró un instante antes de que intentara besar al peliverde de nuevo, pero éste hizo hacia atrás la cabeza, con intención de esquivar los labios de Sanji.
—No, cocinero del amor —Le dijo con una mirada severa que después cambió a pícara—. No antes del desayuno.
Sanji sonrió y liberó a Zoro de su agarre, no sin antes darle un último tierno y rápido besito en la mejilla.
—Bien, entiendo, tienes hambre —Dijo y se encaminó a la barra en donde ya había sacado todos los ingredientes para el desayuno.
—Ajá, y tienes suerte de que Luffy no haya despertado aún.
Sanji dejó de hacer lo que sea que estaba haciendo y volteó a ver a Zoro, que ahora estaba sentado en la mesa, con una mano sosteniéndole la cabeza sobre de ésta.
—¿No ha despertado? ¿A qué hora se fue a dormir? —Preguntó el rubio, extrañado.
—No tengo idea —Respondió indiferentemente—. Recuerda que ya no duermo en la misma habitación que ustedes.
Aunque ni su expresión ni su tono de voz cambió, Sanji supo que eso le había dolido. Pues, sabía que aunque por más extraño que se escuchara, Zoro extrañaba los ronquidos de Usopp, la voz de Luffy en las noches mientras hablaba dormido, dormir en el suelo y todas esas cosas más que estar solo en su propia habitación en una cama tan grande para él solo y en completa oscuridad y silencio.
Sanji ya hace mucho que había pensado en acompañarlo en esa cama por las noches, pero tan solo en pensar lo que besarlo le causaba no quería ni imaginar lo que sería de su cordura si durmiera con él.
Y, en aquellos meses, Sanji se había declarado masoquista. Porque, al besar de esa manera a Zoro y que Zoro le corresponda con sus sublimes besos, le hacía pensar que entonces no se contendría. De solo imaginarlo se sonrojaba: Zoro y él abrazados bajo las sábanas blancas de su gigantesca cama, besándose, acariciándose, Sanji quitándole la ropa, Zoro debajo de él, desnudo, completamente rojo... No, no lo soportaría.
Si de por sí, le era difícil besarse con él sin que se le pusiera dura...
~
La madrugada anterior, cuando Zoro ya estaba dormido.
Puru puru puru puru...
El caracol estaba sonando y todos —que estaban reunidos en la sala de cartografía— ya sabían quién llamaba.
—¿Aló? —Contestó Nami.
—¿Todo bien?—Respondió la persona al otro lado de la línea.
Era Mihawk, que ahora llamaba a los sombrero de paja cada semana. Preguntando por Zoro y pendiente de la salud del peliverde como de la suya propia. Confiaba en los nakamas del moreno, pero ahora que faltaba ya un mes para el nacimiento de su primogénito se preocupaba aún más. Incluso debería llamar más de una vez a la semana desde ahora.
—Si, todo bien —Contestó Nami, sonriente—. Ha sido difícil mantenerlo alejado del ejercicio y del alcohol pero quién sabe cómo, Sanji-kun lo ha logrado.
Mihawk se quedó en silencio, Sanji se sonrojó al pensar todos aquellos métodos para lograr aquello y se rascó la mejilla, algo avergonzado pero feliz. Y entonces Nami continuó.
—Oye, Ojos de Halcón... —Dijo y hubo silencio en la otra línea, como esperando a que la pelinaranja continuara— Hay algo que sigo sin entender... —Más silencio— ¿Cómo es que Zoro sigue igual de flaco que siempre? ¿Cuándo comenzará a crecerle la panzota de embarazado?
—En una semana —Contestó—. El feto comienza el crecimiento acelerado tres semanas antes de que se cumplan los cinco meses de embarazo.
—Ah, bueno... Adiós.
—Espera —Dijo rápidamente, antes de que Nami pudiera colgar— Creo que debo aclarar algo.
—Dinos.
—Roronoa no puede tener sexo ni ahora ni ningún día antes de que nazca el niño ¿entendido?
Sanji se puso más rojo que Zoro cuando le besaba el cuello y todos voltearon a verlo, con caras de "Ya oíste, cocinero", mientras Nami respondía.
—Si, claro, lo dedujimos también —Y colgó.
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Aló aló.
Adivinen qué :D
Tengo la Sandai Kitetsu! (La tercera mata demonios, la espada maldita de Zoro) :DDDD
Ok sori xD no sabia que poner y no he leído él manga de la semana así que no puedo hablar de eso tampoco :c
Pues mejor me voy a leerlo justo ahora :3
Los quiere,
taglet.
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