Suisen

Gardell.

Sería poco decir que odio a los alfas: los detesto, deseo verlos humillados, solos, sin ningún tonto omega a quien mandar. No los odio por su género, los odio por creer que son mejores que cualquier otro, de que piensen que deben estar en la parte más alta de la pirámide social sólo por ser alfas, odio que nos subestimen, odio sus voces de mando; y odio haberme enamorado de uno -en mi defensa aún no sabía que era uno- y que me hubiesen roto el corazón.

Mi primer amor terminó en un pequeño niño omega siendo abandonado con lagrimas nublando su vista por su amigo y primer amor, y por ello también detesté ser omega. Muchas veces me preguntaba por qué debía ser débil, por qué no nací como alfa -así podría estar a su lado-, por qué no pude tener valor y rechazar las voces de mando, muchas veces me odié y recriminé esa debilidad, pero comprendí que no era yo a quien se debía mi dolor, era culpa de mi amor por él.

Un grito me sacó de mis cavilaciones, y vi a lo lejos a mi adorable amiga acercarse.

-Espera, ¡no huyas cobarde!-Grita con molestia luego de ver cómo me dirijo en dirección contraria para alejarme de ella, no quería responder a sus insistentes preguntas.

No estoy de humor, mi celo se había adelantado por dos semanas y mi jefe me había visto en unas condiciones deplorables, debería estar molesto o avergonzado a lo mínimo pero no lo estaba, me siento renovado, satisfecho de mí mismo por haber hallado a un tonto alfa perfecto para poder ahogar mis interminables celos que sólo eran una molestia en mi trabajo, aún así había algo de lo que sí me siento un poco decepcionado, decepcionado de haberme dejado llevar por mis instintos, por el deseo de tener un pene dentro de mí, clavándose y llenándome con su semilla y; actué como un animal sin ningún sentido de razón en el interior de su ser, era embarazoso pero a la vez excitante, me emocionaba notar a Daffodil con la cara ruborizada por el éxtasis o su casi incontrolable deseo de poseerme, o el hecho de haberle visto morder su muñeca privándose de marcarme; por esas razones aún mantenía una radiante sonrisa. Pensar en eso me era algo insano, quería negarlo pero se sentía muy bien haber sido acariciado y deliciosamente probado por mi jefe, odiaba admitir que la erección que tenía era provocada por ese imbécil prepotente.

Me dirigí a los cubículos de los baños, necesitaba deshacerme de la maldita erección que tenía por culpa de mi pervertido cerebro que no dejaba de recordar todo lo que había experimentado con el alfa, la manera en cómo me besó, lamió, acarició y el sabor de su semilla en mi boca; aún se mantenía la sensación, no se borraba y sólo me estaba torturando con deseo.

Cuando traspaso la puerta luego de haber descargado toda la tensión, la veo ahí, a mi amiga con su falda rosada de tubo y la lima haciendo fricción con sus uñas.

-Aquí estabas...- dijo mirándome con desinterés-... Deberías que aclarar unas cuantas cosas...

-Hana, no es lo que parece- sonreí incómodo-sólo necesitaba estar solo. Y sabes que me llegó el... celo- le miro sintiendo mis mejillas calientes.

-Faltaste 4 días, y tu celo te debería estar llegando dentro de dos semanas- me miró molesta, con un tono en su voz algo dolido, seguramente estaba decepcionada de que no le confiase lo que pasó.

Un suspiro escapó de mis labios algo deprimido, le sonreí y asentí; le tomo la mano y comienzo a desplazarme por los pasillos de la empresa; la llevaría a un lugar más privado y le contaría algunas cosas. No puedo dejar que se entere acerca de mi encuentro sexual con el sujeto pero, eso no me delimitaría para poder contarle algunas cosas, es mi amiga, no puedo ocultárselo.

-Aquí está bien- digo deteniéndome mirando alrededor de la azotea por si a algún empleado se le había dado por estar en tal lugar, hacía frío y el vaho de mi boca entreabierta salía ligero.

-Bueno, habla- la mirada alta y demandante de Hana me da escalofríos.

-¿Has visto alguna vez a nuestro jefe?

-¿A ese de mirada y aroma imponente?- se toma su tiempo para contestar, cavilando entre su memoria- Sí, en la inducción del primer día, igual que tú... pero a esto no le veo ninguna conexión contigo, espera...-me miró con sincera preocupación-¿Ese alfa hijo de la grandísima te hizo algo?- escanea mi cuerpo, con un ceño altamente fruncido y dejando que su esencia se liberase ante el enojo.

Delicioso. Un aroma floreado a Peonía con un toque de margaritas

Estoy siendo calmado por la esencia de la omega junto a mí, así que con la conciencia ida y la vista nublada por serenidad que emitía el olor de mi amiga, le cuento los sucesos que aún me martirizaban, y también a la cosa entre mis piernas. Sus bella cara varió de expresiones con el transcurso de la historia: sorpresa, enojo, tristeza... cada emoción se reflejaba en su rostro; y al terminar mi relato me doy cuenta que le he dicho cada detalle sobre mi encuentro con el alfa, giro con lentitud y noto su semblante obscurecido e irritado.

-Hana- pronuncio su nombre en un susurro.

-Argh, ¡¿por qué deben existir alfas así?!- exclama molesta, aunque al notar que tenía el entrecejo fruncido se aligera (para evitar arrugas).

Levanto una ceja inquisitivo, creía que se enojaría e intentaría matar al alfa aún siendo nuestro jefe, porque quien insultase, denigrase, violentase o simplemente tocase descaradamente a un omega en su presencia siempre acababa lastimado psicológicamente y en prisión; ella mantenía la mirada hacia el frente, seria pero tranquila.

-¿Por qué dejaste que ocurriera?

-¿eh?

-Sí ¿por qué ocurrió? Tú no eres un chico distraído y desordenado. Tienes control en ti mismo- seguía con su vista al frente-Nunca intentas tocar a algún alfa.

-Fue...-estaba pensado en mis palabras- ... Algo ¿extraño?- no podía explicar las emociones que había experimentado cuando había sostenido la mano del presidente, Hana viró con elegancia su rostro y enarcó una ceja, exigiéndome ser más claro con mis palabras- Ese día me había encontrado con él, en el instante en que nuestras manos se unieron sentí una descarga, fue... mágico- no comprendo la oración que salió de mi boca, ¿mágico? No había sido mágico, nunca sería mágico cuando se trataba de un alfa, los alfas sólo eran sinónimo de problemas; además estaba seguro de algo, ese tipo no era mi predestinado, yo ya he perdido al que sería mi pareja perfecta, mi media naranja y bla-bla-bla, no tenía la necesidad de pensar en estúpideces y cosas dolorosas, no soy así.

-¿Entonces...ese sujeto es tu destinado?- Ella sonaba molesta, y la entendía, estaba en ese estado porque le causaba un gran disgusto el hecho de que me hubiesen ultrajado, y se hubiesen aprovechado de mi celo, de un yo débil y fácil de manipular.

-No.

-¿Por qué estás tan seguro de ello?

-Porque yo ya tuve mi encuentro con el destino, y se rompió-sonreí dolido recordando las noches en vela, mis hinchados y enrojecidos ojos, el miedo de salir de mi cuarto, el terror de hablar con las personas; temía a todo y sentía que el sacrificio que hacía valdría la pena y sería recompensado siendo llevado de vuelta con el pequeño de los grandes ojos esmeralda, el dueño de mi inocente corazón. Fui ingenuo ¡qué podía esperarse de un pequeño de seis años!, también era inexperto y desconocía los daños que los adultos quienes debían protegernos y darnos amor podían hacer.

-Ay cariño- Hana suelta un suspiro lleno de pesar y me envuelve con sus tersos brazos, está tibio y reconfortante, en otro tiempo, si aún fuese un pequeño en busca de afecto soltaría y liberaría mis lágrimas, permitiría que el llanto saliese de mi garganta; ahora no, sólo acepté el cálido acto de amor que me profesaba. Suelto un risita, sentía caliente mi pecho, y la emoción de la alegría inundó mi ser, ya no me sentía solo-No digas nada más, sólo déjate llevar-Hana me apretó aún más.

-Gracias.

-Está bien. Aprovecha, no todo el tiempo estoy regalando abrazos- el tono de su voz es juguetón. Río por sus palabras y le devuelvo el abrazo, enterrando mi nariz entre su cuello, olfateando su relajante y dulzona esencia.

-A...a...¡Achú!- un estornudo rompió la burbuja de afecto que teníamos- ¿La próxima vez que necesite de tus abrazos tendré que pagar?- continuaba bromeando, aún en época de invierno no estaba sintiendo el frío porque me mantenía abrigado con los brazos de Hana.

-No te saldrá barato.

-lo tendré en cuenta.

Fijo mi vista en el escenario y observo cada detalle del lugar: su congelado suelo-propenso a que descuidados perdiesen el equilibrio y cayesen-, aún le temía al invierno: me traía malos recuerdos, recuerdos que deseé haber eliminado de mi ser, quizá en otro tiempo hubiesen sido plenos de alegría y me produjesen nostalgia, pero ahora no; el invierno es frío, despiadado y cuando te acostumbres a él te abandonará. El invierno era la época que más me hacía sentir débil y propenso al dolor, cualquier cosa me podría hacer daño.

-¿En qué piensas?- pregunto observando a Hana, llevaba un tiempo con la mirada molesta y sus rosados labios fruncidos- Si sigues así te saldrán arrugas- con el índice toco su fruncido entrecejo.

Suelta un agudo grito y masajea el lugar donde anteriormente tenía posado mi dedo "por favor no, no van a salir" le escucho rogar en voz baja. Pone su atención en mí y sonríe apenada.

-Perdón. Estoy un poco distraída- sus ojos se viran hacia adelante sin ver un punto fijo, yéndose de nuevo a sus pensamientos, sumergiéndose en sus divagaciones sin notar su alrededor (quizá pensando es una nueva camisa de marca, o en una oferta de zapatos exclusivos).

-¿Un poco?- no puedo evitar añadirle sarcasmo a la pregunta.

- Bueno, mucho- concuerda- Es sólo que estoy un poco estresada, y sabes que el estrés no le ayuda a mi piel- acarició su mejilla notando la suavidad de ella. Mi silencio la motiva a seguir hablando- Sabes que hace unos días llegaron los nuevos y con ello la inducción, conoces al anterior presidente y sabes que a él le encanta que los de mayor experiencia se encarguen de ellos- la seguía escuchando sin perder el hilo de la conversación- A mí me postularon para ser la guía del alfa que es amigo del presidente, y es obvio por qué lo hicieron soy genial, pero ese tío es alguien que no tiene en su vocabulario la palabra respeto. Mejor dicho su vocabulario no es muy extenso quizá sólo tenga palabras como: "yo" "genio" "alfa" "superioridad" "yo" e "importo solamente yo". Es un tipo con un ego que no cabe en su cuerpo.

Río divertido por las palabras de mi amiga. Era extraño que a Hana alguien le cayese tan mal, ella tenía una personalidad calmada y dulce pero fuerte y luchadora; ese alfa seguramente era alguien con una muy terrible actitud.

-¿Y qué crees?- me mira aún exaltada y molesta-¡Se volvió mi superior! Sólo lleva cuatro días de haber ingresado a trabajar y ya lo han ascendido.- bufa irritada- Odio cuando todo lo hacen por rosca.

-Pero tú no te vas a dejar y le darás vuelta a las cosas ¿verdad?- le digo pensando en mi propia situación, aprovecharía las oportunidades si eso me permitía deshacerme por un tiempo de mi celo.

-Nunca permitiría que tratase de meterse conmigo, ningún alfa me puede someter. Y a ti tampoco- sonríe segura y toma mis manos, les da una pequeño beso- Un beso para la suerte.

Nos mantenemos sentados, ella con su cabeza sobre mi hombro.

-¿Qué vas a hacer?- habla con una voz tranquila y relajada.

-No dejarme, y evitar a ese tipo- un escalofrío me recorrió al recordar la mirada llena de lujuria del alfa- Tengo la extraña sensación de que me hará un desastre si me mantengo cerca.

-Es una buena decisión- me acaricia la parte superior de la cabeza-Hay algo que no me trago, si tú estabas en celo él debió que haberse dejado llevar por sus instintos y tratar de poseerte.

-Tienes razón y aún más teniendo en cuenta que mi esencia es muy llamativa y nadie se ha resistido a su fuerte presencia-Hana me había hecho notar algo que había dejado de lado, que había ignorado a causa de mi orgullo denigrado y mi dignidad rebajada.

-Es extraño.

-Él mantenía una expresión sombría y molesta, como si le repudiase mi aroma.

-¿Acaso crees que él...-

Un grito evitó que mi amiga pudiese seguir hablando sobre la idea que había surgido en su mente. Un grito nos había devuelto y hecho reaccionar.

-¡Hey Paine!- el ruido provenía de la puerta que dividía la azotea de las escaleras-¡Ven aquí! ¿Dónde está mi almuerzo?

-Y cómo puedes ver aquí se presenta mi némesis- murmuró hablándome del alfa. No volteé para verlo, siento que si me giro me expondría.

-Buena suerte. Adiós~

Me despido obteniendo la misma respuesta, a lo lejos sigo oyendo los gritos: "Paine, te dije que me gustan del restaurante Luxury's" "¿Cómo se te ocurre olvidarlo?" "¿Eres estúpida?". La voz de Hana no se hizo esperar "no te atrevas a insultarme, le puedo asegurar que usted no puede causarme ningún problema. No intente amenazarme porque no lo conseguirá" "Mi capacidad mental es muy alta, y espero que la suya también mejore" luego se iban perdiendo en la distancia.

Una sonrisa adorna mi rostro y niego divertido.

αßΩ

-¿Es cierto que el presidente se va a casar?

-¿umm?- levanto mi vista hacia la chillona voz de la beta que hizo esa pregunta.

-Sí, ya sabes. La presidenta de la compañía textil con la que tenemos grandes contratos, se dice que han estado saliendo, es guapa...- tenía una voz chillona y molesta, así que intenté ignorar su vana palabrería y enfocar mi atención en el gran monto de papeles sobre mi escritorio-...Y como los dos son alfas y exitosos nadie estará en contra.

-hmm, interesante- (qué molesto) revisaba con sumo cuidado cada palabra en los papeles, e iba poniéndoles sellos.

-Tú eres cercano al señor Daffodil- eso a mi parecer no era una pregunta sino más bien la beta-cuyo nombre desconozco- estaba afirmando que yo mantenía una estrecha relación con el alfa.

-¿Por qué lo dice señorita...- dejo un vacío intentando encontrar en mis memorias el apellido de esta chica.

-Rose. Ellie Rose- me tiende su mano presentándose- Soy la nueva interna.

-Bueno, señorita... Rose, en estos momentos sigo preguntándome por qué usted sin derecho alguno afirma que tengo alguna cercanía con Mr. Daffodil- uso mi tono formal y mantengo la mirada fija en los castaños ojos de la beta.

-Porque el presidente lo ha estado buscando- suelta con dulzura e inocencia, era una chica ingenua- Y es la primera vez que muestra interés en algún beta, ya sabe, me han dicho que no hay omega que se mantenga cerca de él por más de doce horas.

-Así es.

Así que el presidente me ha estado buscando, seguramente averiguó en mi expediente que aparezco como beta y debe tener el orgullo herido por no haber notado por más de cuatro años que el gerente del sector central ha sido un omega todo el tiempo. Sonrío con satisfacción y vuelvo mi atención al papeleo que no desaparecía.

-¿Usted se ha acostado con él?

Me atraganto luego de oír esa pregunta.
-¿De qué habla señorita Rose?- aunque intentaba mantener un tono de voz solemne y formal, el temblor de esta aún me hacía lucir sospechoso.

Ella muestra las palmas de sus manos-Sólo decía yo- suspira aburrida y deja un par de carpetas en la esquina de mi escritorio- Debe firmar estos papeles para que puedan ser transmitidos al líder de la sección de diseño. Hasta luego.

No levanto mi vista y oigo la puerta ser cerrada con cuidado, luego de un tiempo vuelven a tocar. -Adelante.

-Señor Gardell, lo necesitan- Rose asoma su pequeña cara por la puerta dejando caer su cabello rojizo hacia un lado.

-Claro, hazlo pasar.

-No...-arrugo el entrecejo esperando las palabras de Rose-Es el gerente del sector de economía, lo necesita afuera.

Asiento y me levanto para dirigirme hacia el nuevo gerente, debía ser el superior de Hana. Traspaso la puerta y quedo estático al toparme con un alfa de un metro ochenta recargado en el marco.

-No entiendo por qué él está interesado en un beta como tú.

Su voz era gruesa, rasposa pero también dulce, un alfa con una personalidad arrogante, alguien que siempre había obtenido lo que pidiese y no hubiese sufrido, un crío que le faltaba madurar.

-Aunque la verdad no estás tan mal- acerca peligrosamente su rostro y me mira a los ojos, por la cercanía puedo notar la esencia de pinos y abedules, me estaba mareando-Lamentablemente eres un beta.

-Gerente, le agradecería si se mantuviese a una distancia razonable.

Ríe entretenido manteniendo su mueca burlona-¿Me tienes miedo rata?- usa un tono cargado de mofa.-No te preocupes, yo no me metería con basura como tú- mi cara ardía de la ira y la impotencia de no poder responderle-Aunque esa omega, Paine no está para nada mal.

Abrí mi boca para responder o para escupirle en su repugnante rostro cuando Hana aparece a mi lado, aprieta mi mano con cariño.

-Hey, Kiefer. Mantén tu boca cerrada- Hana le habla sin temer nada, sonriendo decidida y con la mirada fuerte y retadora.

-Paine, Paine, Paine- el gerente o Kiefer, como Hana le había llamado sobreactuaba la emoción de decepción mientras negaba con su cabeza- Ya hemos hablado de esto, no puedes desautorizar a tu jefe o serás castigada- sus ojos negros brillaron y adquirieron un matiz aterrador.

-¿Por qué necesitas a mi amigo?- mantenía sus labios en una fina línea.

-Yo no- responde como si el tema no valiese nada.

-¿Quién?- pregunto sin inmutarme y sin mostrar debilidad.

-Mikhail- me toma por el cuello y estampa mi cuerpo en la pared de color caoba-No te hagas ilusiones, a él le vales mierda.- acerca su cara y muerde mi quijada manteniendo la arrogante sonrisa.

Hana me jala -Apártate, no lo contamines- mira desafiante al alfa-«vete»- susurra en mi oído.

Mantengo mi posición observando a Hana luego a Kiefer sucesivamente, hasta que la mirada apremiante de la omega me impide quedarme más tiempo. Espero que Hana no se meta en problemas y que el alfa aprenda su lección.

αßΩ

Después de haber subido por el ascensor hasta el 57° piso, haber traspasado salones llenos de cuadros, muebles de cuero y secretarias beta, llegué a la entrada de la oficina. Sentía a mi corazón palpitar por la expectativa de lo que me esperaba dentro de la sala, la puerta está entreabierta y la empujo con lentitud para evitar hacer ruido.

El lugar era gigante, era una fusión de las dos recámaras de las oficinas más grandes y de mayor importancia en la empresa, con una decoración simple y moderna pero sin dejar de lado el toque cálido del hogar, no podía negar que al tipo se le daba muy bien la decoración de interiores. Unos gemidos se oían desde lo que supongo era el lugar donde se hallaba mi pesadilla viviente, por lo que me decido a echar un breve vistazo a ese lugar, en el centro del salón sobre un escritorio de tallado delicado y trabajado con minuciosa dedicación, se veía una silueta con su cabeza hacia atrás siendo el causante del sonido, por la poca iluminación no podía notar nada más las simples sombras, pero sabía muy bien que el bastardo del presidente se la estaba pasando de maravilla.

La silueta con el cabello largo ondulado, movió su cabeza hacia lo que imaginaba sería el cuello de Daffodil. El tipo que estaba embistiendo a la figura soltó un gruñido de molestia y la apartó, liberó su miembro del sexo de la otra y la empujó.

-Vístete- demandó altisonante-Largo.
Su voz de mando me produjo una sensación extraña, como si ya la hubiese oído con anterioridad, me empieza a hervir la sangre y siento un calor dentro de mí, la nostalgia se instaura en mi pecho y mis ojos se humedecen con pesar. Tengo un sentimiento pesado y alarmantemente doloroso.

La chica cuyo dulce aroma daba a entender que era una omega, sale corriendo chocando conmigo, gira sus humedecidos ojos por el llanto para mirarme y sonreír con pesar. "Maldita perra" escucho al alfa gruñir por lo bajo mientras mantiene su mano sobre el lado derecho de su cuello.

-¡Hey tú!- doy un salto por la impresión-Mira lo que tenemos aquí, una rata chismosa.- esboza una sonrisa-Trae ese gran culo de omega que tienes de una buena vez.

Ya lo había dicho antes, odiaba con todo mi ser la voz de mando de los alfas con ínfulas de superioridad. No puedo detener mi instinto de omega y acato la orden, me acerco con lentitud intentando reprimirlo. Las luces se encienden y puedo detallar de mejor manera el aspecto de 'mi jefe', el cabello rubio y liso con la parte de los lados de la cabeza cortados estilo militar, el color verde de sus ojos me miraban como un predador observa a su presa, su mano derecha está posicionada sobre su cuello y esta empieza a llenarse de un líquido rojizo, supongo que sangre.

-Lámelo- el bastardo seguía obligándome a actuar con su voz.

-N-No- niego, temblando por la presión que realizaba con el fin de alejarme de ese alfa.

-Qué omega tan imbécil- habla el que se hacía llamar presidente- Sabe que no puede negarse pero aún intenta resistirse. Qué ingenuo- me da una mirada desde la cabeza hasta los pies y sonríe ladino-Pero si lo hicieses sería realmente aburrido por lo que lo dejaré pasar. Así que supuesto beta mejor ve y tráeme el kit.

Esta vez me dirijo por mi propia decisión hacia una pequeña gaveta y saco un kit de primeros auxilios. Los murmullos molestos de Mikhail no se hacían esperar, "y dicen que perro que ladra no muerde, maldita perra".

Vuelvo a mi posición anterior frente al rubio y le tiendo la caja roja con la cruz blanca.

-¿Qué?¿piensas que voy a curarme yo solo?- me mira como si fuese un insecto que desease aplastar- No es como si me emocionase la idea de que un asqueroso omega, con un sucio y despreciable aroma me toque, pero no hay nadie más. Atiéndeme-cada vez que se daba cuenta de mi intención de huir intentaba denigrarme aún más- Oh, y antes debes limpiar la sangre- sigue sonriendo con malicia.

Mecánicamente me desplazo hacia el maldito que espera que todos hagan algo por él sólo por ser alfa. Dejo el botiquín sobre el escritorio y lo abro, saco una pequeña cantidad de algodón y lo empapo de desinfectante, acerco mi cara hacia la herida y observo la forma de los dientes.

-Lámelo- vuelve a ordenar el alfa, me iba a negar hasta que por la cercanía una esencia diferente al de los narcisos llega a mis fosas nasales, una aroma que extrañaba y que me traía buenos y pésimos recuerdos. Mi lengua sigue el camino del mordisco, siendo impulsado por algo muy fuera de mí mismo.

Creí que me desagradaría, pero muy dentro de mí sentía un dolor dentro de mi pecho, sintiendo que me asfixiaba por la fragancia de Franchipan; tan parecida al del anterior dueño de mi amor, al causante de mi roto corazón y el que me hizo despertar de los ensueños infantiles de la niñez. Siento como si una lágrima rebelde intentase huir de mis ojos, succiono el lugar que producía el olor más entrañable de toda mi vida, sin evitarlo sé que está mal, pero doy delicados besos a la dermis que fue lastimada con los dientes de otra omega.

El alfa produce un gruñido de satisfacción y sin previo aviso toma mis caderas y me jala para unir nuestros labios.

La sensación, una que siempre había desconocido recorrió mi interior como si un rayo nos hubiese atravesado, un rayo de placer. Son movimientos suaves, finos, el choque de su boca con la mía es algo tierno y delicado. Muerde con necesidad mi labio inferior y suelto un gemido de placer, permitiéndole adentrarse en mi cavidad; nuestras lenguas danzan, se mueven con una placentera sensación cada vez que chocan, mi mente está nublada por el efecto de todas las caricias que me da el alfa. Sus manos recorren mi cadera, acariciando con deseo cada parte de mi ser, siento algo abultado chocando con mi erecto miembro, la tensión sexual que sentimos es palpable. Nos separamos por falta de aire y en ese instante me quito la venda de los ojos y recuerdo mi aversión hacia Daffodil. Le escupo en la cara.

Él también ha salido de su burbuja de placer y me golpea en la mejilla al notar la saliva en su rostro.

-Jódete.

Otro golpe es lo que obtengo en respuesta.

-Necesito su carta de renuncia lo más pronto posible- comenta luego de haber golpeado mi abdomen y causado que cayese al suelo por el dolor-Y será mejor que no te atrevas a acercarte a mí.

No trato de ocultar la risa que me produce el haber oído todo eso, él fue el que me llamó yo no tuve nada que ver; se gira con una mirada asesina y sonríe macabramente.

-Un omega haciéndose pasar por un beta- habla pausadamente- Qué interesante ¿no te parece? Y por lo que vi en el reporte de personal llevas trabajando desde hacía 4 años. Me pregunto qué pensaría mi padre al saber que ha sido engañado.

Me intentaba amenazar pero no lo conseguiría. Escupí al suelo para expresarle mis sentimientos acerca de eso.

-Cabrón- pateó mi estómago, aún no podía levantarme y me dolía como los mil demonios- Usted debería que irse de aquí lo más pronto posible, antes de que algo realmente malo pueda pasar.- abre la puerta de la habitación anexa y desaparece.

Mikhail Daffodil antes podía ser un bastardo, un bastardo que no tenía que ver conmigo pero, ahora ese bastardo encabezaba la lista negra de las personas que deseaba poder derrumbar.

αßΩ

Agradezco la atención prestada.

Hola. esto era una pequeña edición. el tercer capítulo está en proceso.

Disculpen lo tardío que puede ser subir el capítulo. No tengo excusas suficientes.

-Nishi

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