Capítulo VII
La abstinencia no es algo que aprecie demasiado un hombre sexualmente activo, para el infortunio de Draco experimentó cerca de tres meses de solo besos y abrazos (con algo de manoseo). No volvió a hablar con Astoria, o al menos la ignoró tanto que la mujer planeaba una manera de volver a atrapar el corazón de su príncipe.
Theo no se apartó de Hermione, hizo una fuerte amistad... Un lazo de amor no correspondido o eso creía él.
El rey quedó encantado con él baile de la joven, Dijo a todos sus invitados que estaba orgulloso de que esta mujer fuese la futura "Reina Consorte". Que ese sería el título que ostentaría. No como otras mujeres que habían sido llamadas "Princesa o duquesa" ella era una dama que en cuanto se casara con Draco llevaría el nombre de "Princesa de Gales, princesa de Escocia".. Y varios títulos ducales correspondientes con su posición.
Hermione y el príncipe heredero iniciaron una bonita amistad, jugaron ajedrez, se besaron, hablaron de sus zonas erógenas, bailaron, se contaron de sus fantasías sexuales(como hacerlo en un avión o en medio de un safari en África), salieron a citas, hablaron de sus colores favoritos. En fin trataron de conocerse tanto como pudieron.
Frank Spencer habilitó otra cama en la habitación de Hermione, no quería que fuera mancillada.
A Draco le atraía físicamente, pero no sentía amor como el que fanatizaba sentir por Astoria. Hermione se sentía muy enamorada, pero no podía negar sentía una fuerte atracción por Theodore.
Faltando días para la boda Hermione con ayuda de Luna eliminaron todas las redes sociales que tenía, cambió de número telefónico, se cerró al mundo para que no la acosaran.
[...]
— ¿Dónde está la gargantilla de esmeraldas de mi abuela? — preguntó Hermione en cuanto estuvo lista para su boda.
— No lo encontramos. — Ginny de siete meses le respondió. — No está en la mansión Spencer.
La castaña negó con la cabeza. — Ya no importa— Miró el reloj que estaba sobre la chimenea, el día de su boda al parecer no iba del todo bien, esperaba que la noche de bodas si fuera gratificante — es tarde, denme el ramo y subiré a la carrosa. ¿Papá, me espera?
— Si, Lady. — Luna asintió con la cabeza. Ya no podía tratarla como su amiga.
Luna y Ginny irían en una camioneta detrás de Hermione y el Conde Frank, la carrosa fue hecha de oro y era conducido por un cochero y caballos blancos. Se sentía como una princesa de cuento. La pronto princesa preferió usar la carrosa antes que una camioneta por que le parecía mejor evocar a las antiguas reinas, la reina consorte Maria de Teck, Isabel Bowes-Lyon reina consorte (la madre de la reina Isabel).
Su velo de novia le cubría el rostro, su padre estaba sentado junto a ella, él lloraba de la emoción y se limpió con él pañuelo. Durante todo el trayecto a la abadía de Westminster hubo personas gritando para ver a la princesa. Hermione saludaba a través del cristal.
Sentía tanto miedo, empezaba a arrepentirse. — Papá... No quiero casarme.
El conde de Spencer se sorprendió. — Creo que es demasiado tarde para...
— Si quiero casarme, pero siento miedo... — Hermione no podía relajarse.
— Yo te llevaré de la mano hasta el príncipe, tu madre también temblaba el día de nuestra boda, Jean se sintió bien en cuanto el arzobispo me dio su mano.
Al llegar a la abadía de Westminster, Luna bajó del coche que los había escoltado e inmediatamente ayudó a bajar la cola del vestido.
En el interior Draco hacía aparición seguido de su padrino de bodas, Theodore Mountbatten-Windsor, caminaron hacia el altar. El Rey observaba en primera fila, nadie se sentó delante de él. Orden de la estricta etiqueta real.
El príncipe de Gales esperaba a su prometida que ingresaba a paso lento de la mano de Frank, notó que Theodore estaba casi llorando de la emoción como si fuese el novio, la veía como si fuese un sueño. No podía culparlo, él no podía llorar ni emocionarse delante de sus más de 700 invitados que no quitaban la vista de su prometida.
La abadía estaba decorada con rosas blancas de jardín cosechadas especialmente para este acontecimiento. Astoria Latimer o alguna ex del príncipe no fueron invitadas algo en lo que hicieron hincapié los presentadores de televisión que transmitían el evento en el mundo.
Frank se quedó junto a su hija hasta que el Arzobispo de Canterbury le pidió la mano de su hija, para luego dársela al príncipe. Más tarde dijeron sus votos. Fue ahí cuando Hermione se enteró de los nombres de su prometido "Draco Guillermo Felipe Eduardo o Draco William Philip Edward". Entonces Theodore le entregó los anillos al arzobispo y con ello se casaron.
Claro que la abadía estuvo lleno de cantos, homilía y rezos. Un tanto distintos a los sermones católicos. Cuando la pareja se retiró en una carroza ambos saludando a su pueblo no se besaron ni tocaron. El beso sucedería delante de su pueblo en el balcón del palacio Buckingham. Los invitados les seguirían allí para la recepción.
El rey George VII y la reina consorte estarían presente para la sesión fotográfica y la celebración de los novios.
Desde aquel momento Hermione recibió los títulos de: Su Alteza Real la princesa de Gales (excepto Escocia); Su Alteza Real la duquesa de Rothesay o princesa de Escocia (solo en Escocia), condesa de Chester, duquesa de Cornualles, condesa de Carrick, baronesa de Renfrew, señora de las Islas. Todos los títulos que iban de a su posición a lado de su ahora cónyuge.
— Estás hermosa. — Draco le dijo en cuanto llegaron al palacio de Buckingham. — Tan hermosa como nunca pensé que sería la madre de mis hijos.
Hermione asintió, no sabía cómo tomar esas palabras... ¿Un halago o un triste recordatorio sobre su destino? Se besaron en el balcón, luego para saludar al pueblo aparecieron el rey George VII, la actual reina consorte, la madre de Draco, la Princesa real Daphne, su hermano Harry Spencer, los tíos y primos de Draco incluido Theodore con una triste sonrisa ya que envidiaba al príncipe de Gales por tener a la mujer más hermosa como su esposa.
Tras la fiesta privada la pareja se dirigió a Clarence House, ambos tenían alcobas separadas, dormiría juntos, pero era cuestión de practicidad, si discutían no tendrían que compartir la cama si no les apetecía.
Tras saludar a la servidumbre Hermione fue a la alcoba que era suya.
Se retiró suavemente sus zapatos perlados de tacón bajo, puesto que el príncipe apenas la superaba por 5 centímetros por ello no podía usar zapatos de tacón alto, ya que la imagen de superioridad de Draco se vería menguada.
Bajó el cierre de su vestido, el príncipe estaba brindando con la servidumbre y dudaba que apareciera pronto, es cuando sintió que la tomaron por la cintura.
—Te veías hermosa hoy – Draco besó su cuello mientras le susurraba. Hermione iba a darse vuelta pero él se lo impidió – No soy merecedor de ti, pero cada día haré esfuerzos para no defraudarte, mi princesa.
La ahora princesa de Gales y Duquesa de Rothesay tenía los ojos cerrados para sentir cada caricia como una poderosa combinación de excitación y fuego... Solo creería en él hasta que fuese a buscar a su amante... Luego sería fría con él. — No pudimos hablar mucho hoy... Estábamos tan ocupados... Ahora anhelo ser tuya.
Draco usó sus palmas para reconocer la cintura, la curva de las caderas de Hermione, subió hasta los senos que tomó para masajearlos con suavidad haciendo gemir de placer a Hermione. Subió más las palmas hasta los hombros para retirar el vestido, casi romperlo, algo que terminó por excitar a Hermione. El príncipe ahogó un gemido cuando vio no lleva sostén.
—Cielo... - Susurró la princesa pero calló cuando Draco acarició con sus pulgares los pezones rosados que se encuentran duros. Sentía el hormigueo recorrer su piel, con ello ya deseaba sentir las embestidas de Draco. — Te necesito...
—Shhh... —él aspiró el aroma del cabello castaño; Rosas y duraznos. Volvió a su cuello cuando ella ladeó la cabeza para permitirle besar su pulso alterado que la hizo estremecer, le retiró el velo y la tiara, las arrojó lejos.
—Eres tan hermosa, como te imaginé que serías desde el día te conocí. Soñaba contigo antes de conocerte...
— Eso es hermoso... — Hermione jadeó al sentir como la mano del príncipe se hacía camino entre la delicada tela de su panty y sus rizos castaños escondidos bajo ésta.
—¡Eres mía, yo soy tuyo! – Draco quiso creer eso último. Deseó olvidar todo lo que no tuviera que ver con su esposa. Por fin le dio vuelta, la besó posesivo, entregó todo en ese beso, olvidó todo lo que hizo con Astoria. Ahora solo tenía ojos para la hermosura que era su esposa y próximamente madre de sus hijos, planeaba tener muchos, tantos como Dios le permitiera.
Hermione le respondió sin inhibiciones hasta que se separaron, Con manos temblorosas la castaña desabrochó la camisa sacándola del pantalón. Sintió una ola de deseo al ver el pecho desnudo de Draco.
Ahora los ojos caramelo contemplaron el ancho y musculoso pecho, deslizó por la piel sus dedos, moviéndolos con dulzura, sintió como los músculos se tensaron ante su toque— Eres bello – Musitó inclinándose a besar su hombro Con una sonrisa mitad maliciosa, mitad Tortura.
Draco tomó su cabello levantando su cabeza para mirarla a los ojos y sus labios sonrosados.
—Es mi turno – ante el deleite de Hermione tomó sus senos con sus manos para luego inclinarse y besarlos.
La princesa respiró con dificultad, excitada y sorprendida por el cúmulo de emociones que le producía la lengua diestra de Draco, si no fuera porque es su esposo diría que ello era algo prohibido... Ahora solo podía disfrutar y de alegraba de tenerlo, era el amante perfecto.
Él levantó la cabeza y vio el deseo reflejado el brillo de sus ojos, un deseo tan intenso como el suyo. —Te quiero tanto... que a veces temo que esto sea solo un sueño.
—Si lo es no quiero despertar jamás – Hermione se expresó y enterró sus delgados dedos en la cabellera rubia y lo acercó para besarlo, apretó sus senos desnudos contra la piel de él, gimieron ambos ante el contacto, – Mi cuerpo es todo tuyo— le confesó.
Draco atrapó la boca de su esposa que deslizó sus manos entre ambos soltando el pantalón, introdujo sus manos para acariciar sus caderas y su erección encima de sus boxers. Lo escuchó resoplar ante la caricia.
Impaciente Draco terminó de quitarse los pantalones para luego llevar a su esposa en brazos hasta la cama.
—Tómame – Febril le pidió Hermione, pero Draco quería brindarle no solo sexo, deseaba que ella y él se fundieran en uno solo. Deseaba que se sintiese plena y que esto durase mucho.
—Tenemos toda la noche – observó la diminuta tanga roja, pasó su índice por el borde de la tela antes de inclinarse para que su boca ocupe en lugar donde antes estuvo su dedo.
—Cariño... - Hermione mordió sus labios cuando sintió que el príncipe besó sus muslos, sus piernas para luego regresar a sus muslos, su vientre plano sus senos, su boca...
Con suma facilidad la princesa invirtió las posturas quedando sobre él que atrapó sus senos con sus manos cuando ella lo besó, cuando deslizó sus labios por su cuello, cuando descendió a su pecho...
—Mione... —Draco la tomó por las mejillas atrayendo su boca para luego acariciar la piel sedosa de su espalda bajando hasta su trasero deteniéndose allí – Toda tú eres hermosa.
—¿Hasta cuándo estoy en mis días rojos? – Le bromea Hermione.
Cabe de recordar que esos meses en que compartieron habitación Draco terminó viendo a su prometida llorando por el dolor, con el cabello despeinado, con ojeras y vomitando cada comida. La cuidó aquellos días, era como cuidar a un ave herida.
—me gusta cuidarte cuando estás en tus días –el príncipe rió pero se paralizó cuando ella se sentó a horcajadas sobre él, restregando su feminidad contra su erección – Vas a acabar conmigo... —Entre dientes resopló. — Tengo que prepararte...
—Mi príncipe tienes el deber de hacerme el amor en los próximos setenta años. — Hermione le sonríe irónica. Puesto que Draco tendría 99 y ella 92 años.
Por respuesta Draco la atrajo contra su pecho volviendo a invertir la postura.
—Hacer el amor no es un deber, es un regalo del cielo – el príncipe deslizó por las esbeltas piernas el diminuto panty y al hacerlo notó como Hermione aguantó la respiración – Y aprovecharé cada instante que pueda para demostrarte cuanto te quiero.
Besó a su esposa casi con reverencia, ella lo abrazó y acarició su espalda para luego sentir suyo el cuerpo del hombre amado.
Hermione deslizó sus manos hasta el boxer tocando la piel que se escondía bajo la prenda.
Draco se retiró solo lo suficiente para despojarse del bóxer y volver con Hermione que lo abrazó temblorosa y enterró los dedos de una mano en su cabello rubio para acariciar su espalda y sus brazos con la otra, arqueando la cabeza hacia atrás cuando él muerde la piel de su cuello, mientras se acomodó entre sus piernas.
La ahora princesa separó más las piernas para permitirle acomodarse más cerca sintiendo un cosquilleo en lo más profundo de su ser al sentir su erección contra su piel húmeda
—Te quiero Draco...— Hermione dice en un suspiro.
—Yo te quiero a ti –el príncipe volvió a besarla mientras elevaba los brazos femeninos sobre su cabeza, acarició con el dorso de la mano la piel blanca y suave hasta llegar a sus caderas.
La miró a los ojos para luego elevarse ligeramente siendo imitado por ella para permitirle invadirla, entra con suavidad en el cálido interior aguantando ambos la respiración y cerrando los ojos ante la sensación de plenitud que sienten al unir sus cuerpos.
Hermione reprime un gemido de dolor, su príncipe tiene el miembro tan duro y grueso que siente que la parte en dos.
Cuando el dolor ha pasado comenzaron a mecerse al unísono, el ritmo de sus cuerpos los hizo estremecer, no necesitaban hablar solo deseaban entregarse mutuamente.
Hermione elevó las piernas para colocar los talones en los muslos de Draco para así permitirle una penetración más profunda, desde que empezaron a dormir en la misma habitación habían hablado de cómo sería la primera vez y ahora entendía por qué la maldita Astoria estaba tras su hombre. Las embestidas que la hacían sudar con el ardor de sus besos, con las caricias que a la espalda de él, con el suave y fino sudor que hace brillar sus cuerpos...
Draco la estaba llevando al límite de la resistencia de su cuerpo, comenzó a sentir el suave pulso que amenazaba convertirse en un intenso palpitar dentro de su corazón.
Hermione empujó contra Draco sintiendo que algo estalló en su interior llevándola al vórtice de su perdición. Él siente que se tensó y los músculos que lo rodean vibraron a su alrededor.
—Mione... eres perfecta —Dijo el príncipe mientras la embestía con más fuerza y rapidez hasta que él también se sintió explotar y luego se derrumbó sobre ella.
Sin saber por qué ambos lloran de emoción al sentir único e inigualable su primer encuentro.
—Fue... —Sollozó Hermione contra el hombro de Draco que aún estaba dentro de ella – es la primera vez que me siento tan bien... Nunca antes había sentido esto...
—Yo tampoco Mione... —Draco levantó la cabeza de su hombro y la miró con los ojos grises brillantes por las lágrimas –Y agradezco haber encontrado contigo la definición de hacer el amor... —La besó profundamente mientras sus corazones vuelven a la normalidad -Si se puede morir de placer, entonces me acaba de suceder, he muerto y vuelto a la vida —Confiesa cuando levanta la cabeza para mirar los ojos caramelo. Rueda hacia un lado atrayendo a su esposa consigo –Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.
—Lo es — Hermione Levanta la mano temblorosa para acariciar la oscura cabellera —No imaginas cuanto te quiero.
—Como yo te quiero a ti mi princesa —Besó a Hermione suavemente en los labios, tomó la colcha y se arroparon.
Vio como Hermione cayó dormida rápidamente, siendo sincero se preguntaba cuanto duraría toda esa pasión. ¿Podría serle fiel? Esperaba tardar más de 5 años en buscar una amante.
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