Capítulo IX

La princesa de Gales sonrió cuando le dieron la noticia de que otra vez estaba gestando un bebé, esta vez el rey le pidió que se mudara al palacio de Buckingham con sus dos damas de confianza.

Ahora ya podía estar cerca de Ginny y al bebé. Nunca iba a superar la muerte de su primer hijo, pero con la llegada del nuevo bebé desde luego que iba a reemplazar el dolor de la perdida.

Ni siquiera le había contado de su embarazo a Draco, pues a su parecer éste no lo merecía. Era un perro infiel que no merecía su atención.

Su alteza real llegó de una reunión algo agotado, vio a Luna y a Ginny doblando ropa de su esposa para luego irlas guardando en las maletas. — ¿qué pasa?

— Señor, La princesa irá a vivir con el Rey y su madre durante lo que queda de su embarazo. — Respondió Luna.

— ¿embarazo? — el príncipe se mostró sorprendido. Su esposa no se había dignado a contarle — ¿Dónde está?

— En el jardín trasero, está bebiendo el té acompañada de la Princesa Real y los príncipes Fred y George. — respondió Ginny.

Fred y George eran descendientes del Príncipe Enrique (Harry el hijo menor de Diana De Gales), por tanto sus primos y pelirrojos por supuesto. Eran un par de mocosos de 17 años que eran un océano de bromas y desastres. Un par de bufones simpáticos con títulos nobiliarios.

No había notado que Hermione estuviera haciendo buenas migas con su familia. Sólo faltaba que Theo apareciera y ya estaría muriendo de celos. Caminó por los pasillos hasta llegar al jardín. Quería reclamarle por que no se le había dicho nada sobre su hijo y ahora... ¡se iba de su lado!

Los cuatro yacían sentados bajo la sombra de un árbol, bebiendo té con panecillos. Reían y bromeaban.

— Buenas tardes. — Saludó. —¿a qué debo su visita? — Trató de tomar la mano de Hermione pero ella alejó.

— Primo buenas tardes, hemos venido a llevarnos a nuestra prima al palacio del rey. — Respondió Fred.

— El rey no quiere que tus tonterías la afecten. — George continuó.

— Dijiste 5 años... Pero no has llegado ni a seis meses. — Hermione le pasó una revista donde se veía a Draco caminando con Astoria por las calles de Kensington. Se sentía herida, pero no iba ponerse a llorar, no ahora.

— Creí que habías madurado hermanito, se veían tan felices. — Daphne negó con la cabeza. — El rey no quiere habladurías y en vista de que el embarazo es delicado nos la llevamos.

— Nuestro abuelo te manda decir que si sigues así no piensa morir hasta que tu hijo pueda reinar. — George se encogió de hombros mientras bebía algo de té. Desde su punto de vista él era un ciego, su esposa era realmente hermosa, una guapa mujer... Si él tuviera la edad ya le estaría lanzando flores — Nuestra familia es longeva asique no me sorprendería que el abuelo viviera unos 30 años más. Los republicanos aprovechan cada falla que cometes para decir que no debemos seguir en la cabeza de Reino Unido.

Los republicanos siempre estaban en contra de la monarquía como es de saberse, cualquier error o despilfarro de dinero que cometía el príncipe heredero hacia que dejará de ser popular y fuera rechazado por las personas. Aunque al casarse con una Spencer gran parte de la población fue olvidando todo lo que hizo, ya que Hermione era tan dulce y saludaba a todos, les tocaba las manos y agradecía su presencia, algo que había encandilado a los británicos. Su sonrisa y su mirada angelical evocaba a la antigua princesa de Gales.

— Solo salí con Astoria y quedamos como amigos. — respondió con simpleza, sentía enojo. Quería matar al fotógrafo que arruinó su matrimonio. Hoy le iba a contar a su esposa lo que hizo, pero nada podía hacer sin que salieran chismes.

— Eso díselo al rey. — Hermione lo miró con indiferencia. — El amor no era parte del trato así que no estoy enojada contigo, estoy esperando a nuestro bebé y estoy agradecida por ello. Dile a la señora Latimer que tiene prohibido el ingreso mi habitación. — miró a sus ahora primos y cuñada. — ¿qué tal si se adelantan? Mis damas pueden llevar mis cosas.

— Creo que es una excelente idea. — Daphne asintió se puso en pie tras dejar su taza de té sobre la mesa. Estaba furiosa con su Hermano. Era terrible que Draco quisiera ver a la perra esa. Eso de ser amigos lo podía creer Hermione pero ella no. Estaba al 100 % segura de que si no habían tenido sexo al menos se habían besado y eso es una infidelidad. — Hasta luego, hermano.

— Adelántense por favor, tengo que hablar con mi esposo. — Hermione continuó sentada mientras el resto iba al interior de Clarence House tras despedirse del príncipe. — Di lo que tengas que decir, Draco.

La princesa usaba un tono de voz frío y su mirada caramelo llena de bondad era tan gélida como un Iceberg.

Draco se sentó junto a ella— No hice nada, solo decidimos ser amigos.

Hermione sonrió con sarcasmo, debió haberla besado. — ¿Amigo de tu amante? ¿La besaste?

— No la besé... Ella me besó... Y Sé que parece terrible, pero hasta podría ser la madrina de nuestro bebé.... — su alteza real no pudo seguir hablando debido al ardor en su mejilla izquierda, su esposa lo abofeteó.

— No, ella jamás estará ni será parte de la vida de mi bebé. — Hermione miró su mano con la que lo golpeó. — prometiste que serían 5 años, si no funcionaba seríamos amigos... Pero...

— Solo fui a hablar con ella. — Draco trataba de defenderse. — no hice nada... Ella lo hizo pero no correspondí.

Le confesó lo del beso solo para que confiará en ella pero terminó arruinándolo, quería darse de topes contra la mesa por su estupidez. Pero en el fondo muy en el fondo extrañaba a Astoria... Quería verla al menos y ella pareció entenderlo todo hasta que lo besó obviamente el huyó de la mujer porque sabía que si continuaba engañaría a su esposa.

— El amor no era parte del trato, pero Estoy enamorada de ti. Te amo... Dime ¿qué hay de malo conmigo? — sus ojos se anegaron de lágrimas. —Ciertamente creo que nada, soy la misma joven de siempre... Puedes venir a Clarence House a visitarme por los 8 meses que quedan. — La princesa secó sus lágrimas con un pañuelo. — asegúrate de que nadie te vea con Astoria... Ahora que me voy a vivir con el rey habrán rumores y no quiero que...

El príncipe abrazó a su esposa, a pesar de sentirse traicionada seguía preocupándose por él. — tranquila, si no me crees no importa, no soy un buen hombre... Pero te prometí algo y voy a cumplirlo. Iré a mimarte, así que... — Draco trataba controlar su ira. Quería centrarse en la confesión de amor de su esposa. — espérame cada dos días. No debí decir que Astoria sería la madrina...

— Mi bebé no necesita a esa mujer cerca. — sentía el aroma de sus esposo, amaba su perfume con aroma a madera y libros viejos. Se sentía tan frágil e indefensa. — creo que me gusta la Idea de tener una nueva familia. — Hermione suspiró. — en mi familia los Spencer fallecen jóvenes, mi madre falleció cuando yo tenía 14, mis abuelos no llegaron a los 60 años y no los conocí... Así que tu familia me gusta, no son tan fríos como creí.

El príncipe se separó para verla a los ojos. — El amor de Diana influyó en Guillermo y Enrique, ellos educaron con amor a mi abuelo y a mis tíos abuelos, ellos educaron a mis padres y tíos. Así que somos cálidos con los seres que amamos.

— Entiendo... — Draco parecía serlo, pero a veces actuaba tan torpe y frío que no lo entendía del todo.

Draco la despidió haciéndola subir a la limusina, no tardarían más de media hora en llegar al palacio. Así que tendría toda la cama para él. Luego de seis meses durmiendo con su esposa dudaba sentirse bien durmiendo solo si ser amarrado por los brazos de Hermione o peor aún extrañaría esas peleas por la cobija hasta terminar abrazados y envueltos besándose hasta quedarse dormidos.

—¡Mierda! — susurró. — A lo mejor el rey necesita una visita.

La princesa se sintió poderosa cuando su esposo estuvo cada noche visitándola y quedándose en el palacio de Buckingham. Había decido mimarlo quizás no podían tener coito pero el médico no había dicho nada negativo en cuanto al felatio y el Cunnilingus, Hermione había decido disfrutar y atesorar cada recuerdo que su marido le brindara antes de dejarla a un lado por alguna amante. Creía firmemente en un refrán que su madre le había dicho: "Gallina que come huevo aunque le quemen el pico".

Fred y George se divertían bailando con Hermione, claro que pasos armoniosos como el ballet, a veces incluso miraban conciertos de cantantes en el Gran televisor del Rey, jugaban a las cartas, hacían los ejercicios de las embarazadas, parecían sus hermanos pequeños.

El rey George y la reina consorte se sentían complacidos y agradecidos por ver a los pequeños — así les decían ya que el trío era joven en comparación al resto de habitantes del palacio —les oían bromear y reír. Además de que Hermione amaba cargar y jugar con Luciana la pequeña hija de Luna y Ginny.

Draco a empezó a notar que no era la prioridad de Hermione, no parecía estar pendiente de él, no es que quisiera ser celado las 24 horas del día. Pero al menos quería que ella le dijera que lo amaba otra vez. ¡Se volvía loco! ¡Estaba harto de los «te quiero»! ¿Acaso eran un "Te quiero... para tener sexo"? Lo dudaba. Trataba de mostrarse tal cual... Pero desde pequeño le habían enseñado a no expresar sus sentimientos con palabras sino con acciones. Ir por Hermione cada noche era como decirle «Te amo», haber dejado de hablar con Astoria era otro «Te amo». Pero ahora dudaba que su esposa lo entendiera.

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