Capítulo I

Hermione se observó en el espejo, sus rizos debía de peinarlos de tal manera que se vieran armoniosos y no un nido de pájaros.

No deseaba conocer a su alteza real el príncipe, debido a todo lo que leyó de él en los tabloides (Periódicos amarillistas), sabía que era un hombre con el ego más grande de Inglaterra, muy presumido y que empezó los 28 años sin señales de casarse, además de que salía en cada revistas envuelto en un escándalos de faldas. Viéndolo de esa manera el rey George VII le debió haber ordenado conseguir una esposa para que dejase de dar espectáculos.

Conocía el motivo de aquella reunión vacacional, le esperaba el mismo destino que su tataratíaabuela Diana Spencer.

Suspiró mientras se veía al espejo en su vestido rojo. Quizás estaría en presencia del príncipe unas 13 veces antes de casarse. Era la elegida, no tenía hermanas era la trampa más obvia del Rey George VII, a menos que el príncipe fuera gay y quisiera ligarse a su hermano mayor. Lo cual no tenía ni una pizca de sentido.

Su padre el conde Frank Spencer ingresó a la habitación la vio peinarse. — Hija, sabes lo que va a ocurrir. — Hermione asintió. — entonces es momento de que cobres todo lo que humillaron a nuestra familia. ¿Lo harás?

La joven lo pensó, si iba a dejar su casa, su trabajo, su vida para convertirse en una princesa lo mejor era disfrutarlo, tal vez nunca amaría al príncipe, pero usaría ese poder para ayudar al pueblo, volvería a acercar a la realeza a sus ciudadanos— Ten por seguro papá que la humillación será cobrada, usaré ese poder como lo hizo Diana de Gales.

Su padre asintió con la cabeza. — Pero no cambies me niña. — besó su frente. — se una princesa amada y respeta a tu pueblo, ten hijos que sean dulces.

Hermione asintió. — Tus nietos serán buenos príncipes, papá.

Su padre asintió y le sonrió — en una hora saldremos rumbo al castillo Drumlanrig. — dicho eso se retiró de la habitación de su hija.

Desde pequeña su padre le enseñó valorar lo sencillo, lo humilde, el amor y la paz. Pero así como era un ser de amor también era astuta (como aprendió de su estricta madre). Contaba un plan para cobrar la humillación, hasta después de su boda lucirá enamorada del príncipe tras ello piensa que ser indiferente con el príncipe hará que él busque su atención o hacerlo al revés, después de todo no podía confiar en alguien de la realeza que pasaba demasiado tiempo tras sus amantes y novias de turno.

— Su alteza, así yo me enamoré de usted voy a ser firme en mi deseo de humillarlo, a menos que usted demuestre amarme de verdad. — se dijo mientras miraba una foto de su madre fallecida. No poseía los ojos del mismo color azul, pero sí poseía el encanto de las mujeres Spencer. Consideraba que Georgina Cavendish Spencer y Diana de Gales fueron ingenuas en su época, pero ella se profesaba ser inmune al príncipe heredero.

[...]

Dentro de la camioneta su hermano Harry John Spencer futuro conde la miraba con una sonrisa. — ¿Lista para hacer babear al príncipe?

Hermione le miró divertida. — Si me enamoro hazme despertar.

— No pienses en su alteza y todo estará bien. — Harry le tomó la mano. — Piensa en que él es un mujeriego que sólo quiere tu vir...

— Lo sé. — lo interrumpió. — y yo quiero su poder para ayudar a los ciudadanos. Cada uno quiere algo del otro, pero no voy a decírselo.

— Dulce y hermosa... Luego distante. — Dijo su padre que estaba sentado junto a ellos.

Ambos hermanos habían sido criados con la idea de que la familia real Windsor les debía la humillación a la familia Spencer y por eso tenían la misión de hacer sufrir al heredero o heredera de tener oportunidad demostrándole afecto y luego indiferencia.

Anhelaba cumplir con todo ello por su bien. No deseaba ser una estúpida más.

[...]

«Cariño seremos amantes» le había dicho Astoria a Draco luego de que éste le informara sobre su futuro matrimonio. «Me necesitas para vivir y pase lo que pase estaré contigo». Empezaba a creer que su amada solo quería jugar con él o de alguna manera acceder a su poder. ¿Y si fuera así? Estaría dispuesto a darle su corazón en sus manos si lo pedía. La amaba como a ninguna.

Sus invitados llegaron, fueron anunciados, luego él bajó al gran salón del brazo de su hermana Daphne. La cena sucedería con otros invitados para que pareciese no tan obvia. Saludó a los hombres y luego miró a la pequeña mujer de postura recta y sonrisa dulce que lo saludó con una reverencia.

El vestido rojo la hacía resaltar de entre todos los invitados, a él no le pareció tan guapa como Astoria, pero sonrió galante debido a que le parecía una niña dulce. Era claro que debía conquistarla esta noche, programar al menos unas 6 citas y casarse en al menos unos seis o siete meses.

Le besó la mano y la invitó a pasear tras la cena.

Harry y su padre se quedaron estupefactos al ver como Hermione pareció caer embelesada por el príncipe. Negaron con la cabeza... Al parecer le gustaba el príncipe y esperaban que no olvidara su objetivo.

— ¿le gusta el castillo, Lady Hermione? — Preguntó el príncipe mientras caminaban por el jardín.

— La noche y la luna me permiten apreciar lo radiante de este lugar, Su alteza real. — Ella no le miraba a los ojos pues la etiqueta le prohibía hacerlo por su posición.

— Desearía que me viera a los ojos y que dejase de decirme su alteza — Cuando Draco dijo esas palabras la joven alzó la mirada. Deseó besarla, pero atribuyó su deseo al hecho de que la doncella era demasiado provocativa con el labial rojo que usaba.

— No es apropiado, señor. — La joven le habló con dulzura.

— Prefiero que me llame Draco, no soy señor. — el príncipe trataba de sonar divertido.

Hermione reprimió una sonrisa, pero la mirada irónica no, algo que el príncipe notó.

— No creo ser mucho mayor que usted para que me diga señor. — el príncipe la miró con deseo, un beso, necesitaba un beso.

— en unos meses iniciaré los 22 años. — La joven bajó la mirada para ver los jardines de rosas iluminadas por la luna. De alguna manera tenía claro que si miraba al príncipe éste la hipnotizaría y acabaría por besarlo.

— Eres una niña. — observó él.

Hermione sonrió, pensó que el príncipe era un niño en actitud. — por eso es que debo volver con mi padre y hermano o dudarán de mi doncellez.

Draco asintió. — ¿Crees en el amor? — soltó mientras regresaban al salón.

Hermione pretendió decirle que era absurdo ello en los matrimonios arreglados, pero se mordió la lengua y en su lugar dijo: — En el amor fraternal.

— ¿y en el amor romántico? — El príncipe pensó que de ser así, podría dominarla rápidamente con su encanto.

— Creo que es mejor la pasión. — Las mejillas de la joven se ruborizaron.

— ¿Lo dice en serio, Lady Spencer ?— él aprovechó para acariciar el pulso de su cuello con un dedo, deseaba seguir bajando hasta los pechos de la joven.

Hermione tomó su mano con fuerza y lo detuvo — Con permiso su alteza. — la joven se retiró un tanto alterada e ingresó al salón para regresar con su padre y hermano.

Draco pensó ir tras ella, pero vio a su hermana la Princesa Real Daphne, coqueteando con el que sería su futuro cuñado.

Volvió a buscar a su futura reina y la encontró, ahora bailaba con otro hombre. La joven le sorprendía, parecía ser tímida y dulce... Así sin más le había dicho que prefería la pasión, pero le detuvo por que era una doncella aún.

El también necesitaba de la pasión de Astoria para sentirse completo... A la cual admitía ser adicto, pero aquella adicción no le impedía ver a otras mujeres. En especial a la que sería su futura esposa.

Necesitaba una segunda cita, así tuviera que sorprenderla en su trabajo la vería. Necesitaba hablar con ella por segunda vez para conocerla seducirla y que aceptara casarse con él.

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