Capítulo #20 (El nacimiento de la hija de Julia y la verdad se revela)

Después de nueve largos y pesados meses llegó la tan esperada bebé de mi preciosa hija Julia, no podía explicar cómo era de hermosa pues aunque aún Julia NO sabía nada de mis dudas respecto a nuestra relación la podía ayudar con su hija al ser una estudiante; los ojos de la bebé eran como los de su madre Julia y los míos y ni hablar de sus manitas y pies pues como los de ella eran suaves como el algodón.

Ella le colocó el nombre de "Alison", un muy lindo nombre el cual siempre le había gustado siendo acompañada por Ángela quien se había apegado a ella como su nana sin que lo supiera al estar en peligro si se enteraba, de paso, también me acerqué a según ella SIN decirle mis pensamientos sobre nuestra consanguinidad pero, al querer entrar al cubículo donde estaba NO pude, pues para todos era una completa extraña que no pasaba de ser solo una "simple profesora más".

Julia estaba muy ansiosa esperando a que le trajeran a su hijita, pues en realidad no la había visto aún al tener una cesárea de seis horas, un proceso que se complicó por su enfermedad sanguínea y su maldito coágulo en el cerebro.

A escondidas, ingresé al hospital, y logré entrar a la habitación donde estaba Julia, mi preciosa hija a quien tanto deseé poder volver a ver para así confirmar las sospechas de Ángela.

Desde luego, Julia se asustó mucho al verme entrar a hurtadillas, pues no era profesora de ella y  había entrado a escondidas como tratando de hacerle daño.

--¿Qué?, ¡Ohhhh!, ¿Quién es usted?, ¿Cómo entró?, ¡Seg... --decía Julia desesperadamente tratando de gritar al verse en peligro conmigo de su lado.

--¡Shhh no grites preciosa!, tranquila, soy tu... Soy.... ¡Ay perdóname, me alteré! --exclamé con cientos de nudos atorados en la garganta pues pude reconocer perfectamente los ojos llorosos de mi bebé.

En ese momento y sin pensarlo dos veces le sonreí dulcemente a Julia siendo correspondida por ella inconscientemente y efectivamente como había dicho Ángela los ojos de Julia eran los de mi pedazito de cielo a la cual creí perder hacía ya muchos años atrás.

Justo cuando por fin estaba por fin reconectándome con mi hija, una enfermera entrometida ingresó a dejarle la bebé a su madre y cuando me vio al lado de Julia comenzó a gritar, pues era una desconocida posiblemente enemiga o asesina suelta.

--¡Aaaaaah!, ¡Seguridaaaaaaaaaaaaaad! --exclamó una enfermera de pronto colocando a la bebé (muy pequeña con bajo peso) en un cunero bajo seguridad mientras me alejaba de Julia y hacía que la pobre bebecita llorara de miedo y frío en aquella habitación.

--¡No, no, no, espérense!, ¡Yo tengo TODO el derecho de estar aquí con ella! --dije sin pensarlo dos veces al verme rodeada de policías, médicos, enfermeras y más mujeres encintas asustadas.

--¿A ver porqué lo dice?, ¿Julia cariño es verdad lo que dice? --preguntó la enfermera metiche que me había atrapado en la habitación.

--Es profesora de mi secundaria, no veo el porqué debe echarla de aquí. --dijo Julia dulcemente volviéndome a sonreír.

--Como sea, debe irse y pagar las consecuencias de burlar a la seguridad del hospital. --afirmó la doctora a mi cargo con ayuda de unos guardias de seguridad de su lado dispuestos a esposarme.

--¡¡¡YO SOY SU MADRE BIOLÓGICA!!! --grité desesperadamente a punto de soltarme a llorar al sentir como me apartaban de ella y de mi hermosa nieta.

--¿Qué cosa está diciendo?, ¿Está loca o qué? --preguntó Julia en verdad anonada con lo que dije alterándose muchísimo.

¡Qué impacto!

Cuando Julia escuchó eso pensó que se trataba de una broma pues no creyó nada al respecto, hasta que, con el corazón destrozado le mostré unas fotografías de ella cuando era solo una bebé de seis meses y de cuando nació, momentos en los cuales retomé mis antiguas clases de fotografía en aquellos años tomándole fotos todo el tiempo.

La bebé de esas fotos era idéntica a la ahora hija de Julia llamada Alison, pues eran como dos gotas de agua siendo evidente que la bebé de mis fotos era real.

En ese momento, de la misma impresión, miedo y angustia a la pobre de mi hija Julia le dio un pre-infarto teniendo que ser llevada a cuidados intensivos al estar grave debido a sus problemas de salud evidentes y un parto muy joven.

--¡No, esto no puede ser verdad!, ¡Me niego a aceptarlo, NO!, ¡¡Ohhhh!! --decía Julia vuelta loca sudando mucho tomando a su bebé en brazos levantándose de su cama rápidamente desmayándose enseguida con la niña en sus brazos.

De inmediato, los doctores actuaron rápidamente sacándome de ahí pues había sido muy fuerte lo que les habían dicho sobre ser la madre biológica de Julia, pero aún así yo no tenía ni idea de lo que mi propia hija padecía lamentablemente al tener altas posibilidades de padecer de un aneurisma cerebral genéticamente, pues un coágulo dentro de su cerebro estaba a punto de romperse y provocarle la muerte inmediata por desgracia heredándolo de su abuelo materno, mi padre quien murió a los 50 años de edad cuando yo tenía solo 16.

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