TRES
Zenithar
—Zenithar, esto no me gusta —se queja Arkanor a mi lado.
Claro, lo ha estado repitiendo desde que la Federación Estelar nos encargó esta misión.
—Pareces un maldito intercomunicador dañado repitiendo la misma frase una y otra vez. Algunos trabajos son un dolor de culo, pero alguien debe hacerlos —comento mientras subo los pies y los apoyo en el panel de comunicaciones de mi nave espacial, la Vórtice Errante.
—Sí, lo sé —responde con resignación.
—Continuaremos con la misión —anuncio a mi tripulación—. Somos cuatro, incluyendo a un médico y un navegante.
Es un trabajo muy bien pagado. Y ya hemos invertido tiempo, dinero y tenemos una reputación que mantener. Somos conocidos en este sector del universo como los mejores mercenarios. Siempre cumplimos con nuestros encargos. No es la primera vez que nos toca un trabajo difícil. La Federación Estelar cambia constantemente las condiciones de sus misiones, y por eso recurren a mercenarios como nosotros en lugar de realizarlas ellos mismos, y a nosotros nos viene bien un poco de créditos. Además, la Federación Estelar siempre paga bien.
En la estación espacial Nova, la Federación Estelar nos contactó porque tenían información sobre unos contrabandistas Zyrgonts merodeando por la región autónoma NH-G1. Resulta que se habían robado un cargamento de armas pertenecientes a los Yarrik, la especie que domina el cuadrante estelar Cíclon. Se suponía que los Yarrik transportarían esas armas hasta una colonia ubicada a tres sistemas de distancia, pero se toparon con los Zyrgonts en el camino y no lograron llegar a su destino.
—Entonces, ¿los Zyrgonts están causando problemas otra vez? —pregunta Krylok con una ceja alzada.
—Sí, parece que están aumentando sus actividades de contrabando en esta área —contesto preocupado por las implicaciones.
—¿Y qué se supone que debemos hacer nosotros en todo esto? —interviene Arkanor con cierta impaciencia.
—La Federación quiere que localicemos a los Zyrgonts y recuperemos el cargamento de armas robadas antes de que causen más problemas en la región —digo, tratando de transmitir la gravedad de la situación.
—Mierda, entonces, prepárense para una misión interesante — Vortek se ríe—. Vamos a cazar a esos contrabandistas.
Nos aproximamos a su última ubicación conocida. En la estación espacial Zero 3b21, atracamos en el muelle asignado y, al bajar de la nave, vemos de inmediato que la nave de los Zyrgonts también está acoplada aqui.
Los buscamos por los estrechos pasajes de la estación maloliente y húmeda. En cada inhalación se siente el sabor del aire reciclado. El molesto y constante zumbido de los motores de las naves, que entran y salen me recuerda la bulliciosa actividad del lugar.
La estación está repleta de diferentes especies, provenientes del vasto cuadrante estelar Aurora. La gente se mueve lentamente mientras observa las hileras de tiendas y puestos instalados en cada piso disponible. El ruido de las conversaciones en diferentes idiomas a veces resulta abrumador.
—¿Como mierda tienen estos contrabandistas y piratas espaciales tantos recursos para hacer viajes tan lejanos? —inquiere Vortek.
—No lo sé. Es una absoluta locura —replico.
Hay especies de animales que no reconozco. Jamás había visto algo como ellos, pequeños, peludos, de cuatro patas, con una pequeña colita, que mueven cuando alguien se les acerca.
—No parecen que estén sufriendo —añado y me encojo de hombros.
—Entonces, ¿dónde empezamos? —cuestiona Vortek, y mira a su alrededor con determinación
—Separémonos y sigamos recorriendo los pasajes y tiendas de la estación espacial, buscando a los Zyrgonts.
La estación espacial Zero 3b-21 es muy popular entre contrabandistas y piratas espaciales, ya que llega todo el contrabando ilegal y prohibido de galaxias muy lejanas, y la Federación Estelar no tienen jurisdicción en este sector.
Después de vagar durante un buen rato —o quizá no tanto, pero en esta estación el tiempo parece transcurrir de manera diferente—, me topo con los Zyrgonts.
—Los tengo a la vista —les informo a mis compañeros por el intercomunicador—. Reagrupémonos cerca de la cantina. Ellos están aquí.
—Zenithar, no actúes solo.
—Lo sé, pero no podemos dejar pasar esta ocasión. Si los Zyrgonts están aquí, es nuestra mejor oportunidad de conseguir información sobre el cargamento —les aseguro decidido a seguir adelante.
—¡Espera. Zenithar, no te precipites! —exclama Vortek con preocupación.
—Tenemos que mantenernos unidos, seguir con el plan. No sabemos qué nos espera allí —advierte Arkanor.
—Espéranos cerca de la cantina, Zenithar —agrega Vortek.
—Entendido. —replico aburrido.
Por supuesto que estarían en la cantina. Son unos asquerosos abusadores. Ninguno de nosotros se aventura dentro. Sabemos que es mejor esperar en las inmediaciones. Ahí dentro todo es un desastre, con ese olor a sudor, bebidas baratas y sexo flotando en el aire. Desde fuera se escuchan los sonidos de borrachos, de apareamiento, de burlas. Son repulsivos. Muchos hombres acuden a las cantinas a derrochar sus créditos en hembras, probablemente esclavas. En estos lugares, siempre hay traficantes de esclavos. Maldita sea, es una forma horrible de ganarse la vida, arrebatando los derechos de otros. Hemos participado en muchas misiones de rescate de esclavas, y aunque a la Federación Estelar no le gusta, hemos acabado con muchos traficantes de esclavos, pero siempre hay más, muchos más.
Mis compañeros se unen a mí y decidimos esperar fuera de la cantina. No queremos armar un alboroto dentro. Después de un buen rato, los Zyrgonts salen y nosotros nos preparamos para seguirlos. Mientras los seguimos, notamos muchas especies sin registros. Algunos los ofrecen y venden como mascotas, y otros como esclavos. Son unos malditos.
Veo que los Zyrgonts hacen algunas compras y conversan con varios comerciantes, incluido un Quasarid. Esta raza es conocida por usar otras especies como esclavos sexuales; abusan y torturan de ellos. Y cuando se cansan, los venden por carne, si queda algo de ellos para vender. Malditos. ¿Qué tipo de tratos harán los Zyrgonts con los Quasarid? No creo que estén interesados en sus armas.
—Esto es muy extraño. No veo las armas de contrabando, solo están comprando animales exóticos. Esto no me gusta.
—Es justo lo que he estado diciendo —escucho a Arkanor por el intercomunicador.
—Vete a la mierda —respondo.
Nos acercamos al muelle ocupado por los Zyrgonts. Su nave es una estructura grande y metálica, la cual destaca en el paisaje del puerto espacial. La armadura presenta una serie de modificaciones evidentes, quiza reforzada para una mayor protección contra ataques inesperados. No hay armas, no de formas visibles al menos, lo que podría ser una táctica para evitar llamar la atención de la Federación Estelar. El motor ha sido modificado lo que indica que la nave está diseñada para viajes interestelares de larga duración. Claro los Zyrgonts han alcanzado galaxias remotas en sus actividades de contrabando. Las luces intermitentes a lo largo del casco y el zumbido constante hacen aun más llamativa la gigantesca estructura.
—Mierda, están abandonando el puerto —informa Krylok.
—Acércate con precaución, Krylok.
—Voy a subir a su nave.
—No, sabes que es peligroso si subes solo. ¡Regresa! —ordeno.
Claro que él no me escucha. Sabe que no debe subir a una nave enemiga, no solo. Maldita sea, Corremos de vuelta a nuestra nave, la Vórtice Errante que está atracada cerca. Vortek se apresura al puente. Zarpamos y seguimos la nave enemiga. Mantenemos una distancia segura para no llamar la atención de los Zyrgonts. Krylok me habla por el intercomunicador:
—Zenithar, esto es realmente malo. No son solo contrabandistas de armas, hay muchas especies ilegales.
—¿Cuál es tu ubicación? Estamos en camino.
—Estoy en una zona de carga. Hay dos más a mi derecha con jaulas llenas de diferentes especies, algunas muertas. Esto es horrible. Está más allá de lo que cualquiera podría imaginar.
—Krylok, tienes tu chip para desactivar los escudos. Concéntrate. Ya sabes qué hacer.
— ¡Mierda, hay mujeres, mujeres muertas!
—Desactiva sus escudos para poder entrar —ordeno.
—¡Estoy en eso, carajo!
—Estamos cerca de la nave —informa Vortek.
Mientras espero con Arkanor cerca de la compuerta, reviso si llevo todas mis armas. Malditos Zyrgonts, ¿en qué mierda están metidos?
—Listo, logré desactivar los escudos —anuncia Krylok
En ese momento, comenzamos el ataque contra los Zyrgonts. Vortek abre un canal de comunicación hacia la nave enemiga:
—Ríndanse, malditos, y les prometo que su muerte no será tan dolorosa.
Sin esperar respuesta, lanza un ataque y vemos cómo una parte de la nave de lo Zyrgonts explota.
—Es hora de acercarnos —ordeno a mi navegante, Vortek.
La Vórtice Errante se desliza cerca de la nave de los Zyrgonts. Todos esperamos impacientes mientras el túnel de acoplamiento se extiende, encajando con la compuerta de la otra nave. Ya estamos conectados. Se abre nuestra compuerta y nos lanzamos a correr por el pasillo del túnel. Llegamos a la compuerta de la nave de los Zyrgonts, y aquí todo es caos, humo y explosiones. ¿Es por el ataque que lanzamos antes?
Avanzamos por los estrechos pasillos de la nave y entramos al puente de mando, donde veo a cinco Zyrgonts desarmados.
—¡Hola, malditos! —exclamo.
Disparo a tres de ellos con mi arma, alcanzándolos justo en la cabeza. Explotan, lanzando líquido verde y pegajosos por las paredes y parte del panel de control. Vortek se encarga de los otros dos. Los derriba con precisión letal. El puente de mando queda convertido en un caos verde y pegajoso. Las alarmas suenan y las luces parpadean mientras revisamos y aseguramos el área.
—Nos encargamos de cinco en el puente de mando —aviso por mi intercomunicador.
—Estoy con Krylok —revela el médico de la nave, Arkanor—. Nos encargamos de tres aquí en la zona de carga. Ninguno llevaba armas. Estúpidos Zyrgonts confiados.
—Bien, sigamos revisando por si queda alguno de ellos en la nave. Revisen cada maldito rincón. Me comunicaré con la Federación Estelar para que se hagan cargo de este desastre.
Avanzo por la nave y entro a la bahía médica. Veo muchas camillas con cuerpos y me acerco para comprobar que, una a una, cada cuerpo es el de una mujer de distintas especies, algunas desconocidas para mí. Deben ser de galaxias muy lejanas y prohibidas.
Todas están... muertas. Maldita sea, qué ganas de volver a matar a esos Zyrgonts. Sigo verificando y veo diez cápsulas de estasis, dos de ellas ocupadas. Me acerco y vislumbro dos mujeres muy parecidas entre sí, solo que una tiene su pelo negro y la otra, naranja. Son de la misma especie, que nunca había visto.
—Arkanor, necesito que vengas a la bahía médica. Hay dos cápsulas de estasis ocupadas. Van a requerir atención médica al momento de despertar —hablo por el intercomunicador.
—Sabes que no podemos tomar esa decisión. Tienes que informar a la Federación Estelar. Ellos deciden qué pasa con esas cápsulas.
Maldita sea, sé que tiene razón, pero me entristece verlas ahí, sin saber nada de lo que les ocurre.
—Solo ven a la bahía médica. Yo me comunicaré con la Federación Estelar.
—Enseguida —responde con un tono lúgubre.
Me dirijo a la zona de carga más cercana y camino lentamente por el pasillo de la nave. Abro cada puerta que encuentro. Todas me llevan a camarotes llenos de suciedad. El olor en la nave de los Zyrgonts es insoportable.
Una fuerte explosión sacude toda la nave espacial, haciéndola temblar con violencia. Me sujeto con fuerza para no caer y golpearme. El humo espeso lo llena todo, pero aun así logro distinguir la puerta de la zona de carga. Entonces la veo.
Está cubierta de suciedad y su cabello enredado cae sobre su rostro. Tiene la naricita más pequeña y adorable que he visto, y unos labios que no puedo dejar de mirar.
«Eres mía», pienso, aunque sé que no debería pensar así.
Ella debe haber pasado por algo traumático. Debe estar aterrada, pero siento como si algo en mí la reclamara. Nunca había sentido algo tan abrumador como esto. Una sensación me golpea en lo más profundo de mi corazón. Mientras la observo, no recuerdo cómo moverme por un instante. Me encuentro atrapado bajo su mirada. Sus ojos azules tan hermosos me hipnotizan. Ella también me contempla. Mi pecho se contrae mientras mi respiración queda atrapada. Estoy paralizado bajo su mirada.
Intento acercarme a ella, pero otra explosión nos sacude. Me mantengo firme en mi lugar, pero ella es lanzada violentamente por el aire. Se estrella contra el suelo y se golpea la cabeza. Me muevo con rapidez para llegar a ella y la levanto del suelo, pero. Está... inconsciente.
«¡No!»
Un rugido de frustración y desesperación escapa de mi garganta.
—Ella es mi pareja. —La tomo en mis brazos y camino hacia mi nave. «Por fin te encontré, mi hermosa alma», pienso mientras la sostengo.
—Deja lo que estás haciendo y ven enseguida a nuestra nave —ordeno a Arkanor por el intercomunicador—. Necesito asistencia médica urgente.
Cuando regreso a mi nave, me acerco a la bahía médica, y Arkanor llega corriendo junto a mí.
—Es mi pareja. Necesito que la atiendas inmediatamente.
La mirada que Arkanor refleja es de pura sorpresa y esperanza. Todos hemos buscado durante mucho tiempo a nuestra alma, nuestra pareja destinada, y hoy he sido bendecido.
—¿Hay más de su especie? —pregunta con curiosidad.
—Sí. Serán evacuadas a nuestra nave, pero esperaremos las instrucciones de la Federación Estelar para proceder de la mejor manera con ellas.
Veo furia en sus ojos.
Sé que estoy siendo egoísta, pero solo quiero que atienda a mi pareja.
—Entiendo cómo te sientes, Arkanor, pero debemos seguir los protocolos. La Federación Estelar nos guiará en cómo manejar esta situación, pero si alguno de ustedes siente el vínculo de almas los protegeré de la Federación —digo con calma, para tranquilizarlo.
—Lo sé, Zenithar. Gracias —contesta, e intenta controlar su frustración.
La acuesto en la camilla y el escáner comienza a realizar un chequeo. Tiene dos costillas fracturadas y un hematoma en la cabeza, y sus niveles de vitaminas y minerales están muy bajos.
Arkanor empieza el tratamiento administrando un analgésico para aliviar su dolor y estabilizar las fracturas para que mi hermosa pareja se recupere.
—Tranquila, estarás bien —agarro su mano.
Ahora que la encontré daré mi vida por protegerla. Mientras ella descansa, mantengo su mano en la mía, prometiéndole silenciosamente que nunca la dejaré sola.
Arkanor se acerca y me explica el plan de tratamiento.
—Necesitará reposo absoluto y una dieta rica en nutrientes para acelerar su recuperación. Las fracturas sanarán en unos días, pero el hematoma requiere observación constante.
—Haré todo lo necesario —respondo decidido.
Observo a mi compañera mientras duerme. Acaricio su cabello con suavidad y siento una mezcla de alivio y amor. No puedo evitar pensar en lo cerca que estuve de perderla.
Mi corazón late con fuerza, lleno de esperanza por el futuro que tendré junto a mi compañera.
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