SIETE


Lilith

No es solo una corrección de ubicación de la nave, como dijo Zenithar. Lo que de verdad sucede es que nos atacan.

Cuando entramos al puente de mando, nos enfrentamos a un caos total. El camino hasta aquí fue difícil, con varios momentos en los que casi me caí de culo. Por fortuna, Zenithar estuvo a mi lado y me sujetó para evitar accidentes. Mientras él me asegura en la silla de capitán y activa el cinturón de seguridad, observo a Isabel, Maddie y Liz, que ocupan las otras tres sillas del puente de mando.

Los cuatro chicos trabajan frenéticamente para proteger nuestra nave, mientras enfrentamos el ataque. A través de la ventana, las explosiones iluminan el espacio y una ráfaga de energía se acerca a nosotros.

—¡Mierda, vamos a morir! —grito aterrada.

—Escudo al cien por ciento —ordena Zenithar a sus compañeros.

La nave tiembla con violencia y se oscurece. Solo las luces del panel de control parpadean, reflejando la tensión en los rostros de los chicos. Se gritan órdenes de contraataque, mientras que las alarmas suenan por los impactos y daños en la estructura de la nave. La gravedad artificial cambia. Zenithar intenta mantener el equilibrio, mientras que Vortek y Krylok corren y reparan partes de la consola de mando.

En medio del caos, Zenithar se acerca y acaricia mi mejilla.

—No temas. Jamás dejaré que sufras daño. Eres lo más importante en mi vida. Estuve mucho tiempo buscándote, y ahora que te encontré no te perderé —me dice. Sus ojos brillan con intensidad.

Agarra mi mano y la besa.

Es una hermosa declaración de amor, aunque el momento no sea el más apropiado.

—Confío en ti. —Observo sus ojos.

Y de verdad lo hago. Siento una conexión con él, como si lo conociera desde siempre, a pesar de haberlo conocido apenas unos días atrás. Aprieto su extraña mano en busca de seguridad y consuelo.

Zenithar habla fuerte para que todos en el puente lo escuchen. Entretanto, la nave enemiga continúa disparando, por lo que sentimos explosiones y movimientos bruscos, que aumentan la tensión.

—Nos ataca una nave Zyrgonts. Seguramente, quieren recuperar su cargamento.

—Mierda, ¿con «cargamento» te refieres a nosotras cuatro? —grita Isabel, abrazada a Vortek, mientras este acaricia su pelo.

—Sí —responde Zenithar con enojo—. Solo tenemos una oportunidad de salir vivos de esta situación. Realizaremos una maniobra evasiva utilizando un campo de distorsión temporal para esquivar los disparos enemigos.

—No, Zenithar, eso puede ser demasiado doloroso para ellas —exclama Arkanor con preocupación.

—¿Y qué? ¿Prefieres que todos muramos aquí? —Lo mira furioso.

—No subestimes nuestra resistencia. Hemos soportado demasiada mierda espacial. Un poco de dolor por salvar nuestras vidas no nos va a detener. —Dirijo mi mirada hacia las chicas, y ellas asienten—. Somos más fuertes de lo que creen.

—Eres increíblemente valiente y hermosa —me dice Zenithar con admiración—. El campo de distorsión temporal impulsará la nave a una enorme velocidad, llevándonos a un lugar lejos de la nave Zyrgonts. Será como un salto instantáneo. Sus cuerpos sentirán el peso y el dolor del cambio de presión.

» Cuando la nave se detenga, necesito que corran a sus cápsulas de escape. Hay cuatro ya listas para ser ocupadas y están equipadas para dos personas. Vortek irá con Isabel, Arkanor con Liz, Krylok con Maddie y yo con Lilith. Activarán el dispositivo de camuflaje integrado de cada cápsula de escape para volverse invisibles ante los Zyrgonts y desactivarán el sistema de navegación para evitar ser rastreados. Estaremos cayendo por al menos una hora —argumenta en tono serio por la gravedad de la situación.

—¡Una maldita hora cayendo! —grito alarmada.

—Ya elegí dónde realizaremos el gran salto. No encontraremos nada a nuestro alrededor, solo espacio vacío —explica Zenithar, y acaricia mi mano.

Carajo, él piensa que eso me hará sentir mejor. Mierda, mierda y más mierda.

—Dejaremos una pequeña sorpresa. Activaremos todos los reactores, causando una gran explosión. Pensarán que morimos en esa explosión y dejarán de buscarnos —expresa Vortek.

Un brusco movimiento de la nave hace que Liz y yo gritemos de miedo.

—Es el momento —brama Zenithar—. Todos sigan el plan.

—¿Estás seguro de que esto funcionará? —Lo observo con preocupación.

—Confía en nosotros. Sabemos lo que estamos haciendo —responde intentando calmar mis preocupaciones.

—Tenemos que actuar rápido antes de que los Zyrgonts nos atrapen —dice Krylok, y se prepara para moverse.

Vortek se acerca al panel de control y presiona un botón azul. Siento cómo todo mi cuerpo es aplastado por la fuerza de gravedad. Intento gritar, pero de mi boca no sale ningún sonido. Mis oídos parecen a punto de explotar. Es eso o mi cerebro se va a salir por mis oídos. Empiezo a llorar y a temblar. Zenithar trata de abrazarme, pero no quiero que me toque. Siento que mi cuerpo va a explotar, y no quiero que él vea cómo me hago papilla. Aun así, me abraza con fuerza.

—Tú puedes, cariño. Falta poco. Resiste, resiste —escucho sus palabras muy lejanas y distorsionadas.

Luego siento un fuerte empujón y la nave se detiene bruscamente. Tiemblo agotada. Contemplo a las chicas y las veo llorar. Sus caras están llenas de terror. Liz parece desmayada. Arkanor la suelta de su asiento y la toma en brazos.

—Bien hecho, chicas. Son muy valientes —comenta Krylok con su voz llena de felicidad.

—No es el maldito momento de estar felices. Todos muevan sus culos —ordena Vortek.

Es un malhumorado, pero tiene razón, debemos movernos rápidamente.

Otra explosión nos sacude con violencia. Zenithar me suelta de la silla, me sujeta de la cintura con fuerza y comienza la evacuación. Con rapidez, todos abandonan sus estaciones y se reúnen en el sector de las cápsulas para evaluar la mejor ruta de escape. Los chicos deciden a qué estación espacial descender después de que transcurra esa hora de caída sin rumbo. Anotan las coordenadas y nos dirigimos a las cápsulas de escape designadas. Miro a las chicas y nos despedimos a lejos con un gesto de nuestras manos.

—Chicos, cuiden a mis amigas. Los haré pagar si algo les ocurre —bramo para que ellos me escuchen.

Me subo a la cápsula de escape. Zenithar me sujeta del asiento con firmeza antes de acomodarse. Enciende el panel de control y salimos eyectados a una velocidad impactante. Miro por la ventana y noto cómo las otras cápsulas también se alejan de la nave, volviéndose invisibles.

«Espero reunirnos pronto y estar a salvo», ruego en mi mente.

Veo cómo la Vórtice Errante hace una gran explosión, disparando montones de escombros. La fuerza de su explosión nos alcanza; la cápsula toma más velocidad y comienzo a girar.

Estar dentro de una cápsula de escape es horrible. Maldita sea, lo paso mal, realmente muy mal. Creo que ha pasado casi media hora y la maldita cápsula no ha parado de girar. Zenithar dice que es porque la explosión de la Vórtice Errante nos empujó.

No quiero escuchar nada, solo pienso en vomitar, y el espacio de la cápsula de escape es demasiado reducido para hacerlo con dignidad. Intento concentrarme en respirar profundo, pero cada respiro se convierte en una lucha. Zenithar, con su actitud calmada, revisa los sistemas de la cápsula mientras me lanza miradas de preocupación.

—¿Estás bien?

—No, no estoy bien. ¿Cuándo terminará de girar? Siento que voy a vomitar —Trato de mantener la calma mientras me aferro a uno de los asientos.

Se mueve hacia mí y me ofrece una bolsa de náuseas que parece estar diseñada para situaciones como esta.

—Toma esto. Puede ayudarte a sentirte un poco mejor.

La acepto con manos temblorosas y la pongo cerca de mi boca, esperando no tener que usarla. La situación no mejora y mis ojos empiezan a pesar por el cansancio acumulado y la mareante sensación. Me acurruco en uno de los asientos de la cápsula e intento encontrar una posición cómoda, aunque es casi imposible.

Mi cuerpo se siente cada vez más pesado. A medida que el cansancio se apodera de mí no puedo evitar dejarme llevar por el sueño. Me acomodo en el asiento y cierro los ojos, esperando que el tiempo pase más rápido.

—Lilith, cariño, ya solo quedan unos minutos para poder encender los sistemas de navegación.

La cápsula de escape finalmente se detuvo de tanto girar. me despierto, todavía sintiéndome un poco mareada pero aliviada al ver que el giro ha disminuido. Abro los ojos y me encuentro a Zenithar observándome con una sonrisa.

—¿Ya estás mejor? —inquiere con voz suave.

—Sí, creo que sí. —Me estiro un poco.

—Solo falta un poco más para estabilizarnos.

Asiento, sintiéndome un poco más aliviada. La sensación de náuseas ha disminuido.

Lo observo por un momento. Él mira hacia el espacio por la pequeña ventana, y puedo notar que en su mirada hay algo de tristeza.

—Lamento mucho lo de tu nave —susurro. Deseo poder consolarlo de alguna manera.

—No te preocupes, la nave ya estaba algo vieja, y lo más importante en este momento es tu seguridad y la del resto de nuestro equipo —responde con una dulzura que me conmueve profundamente.

—Gracias. Eres muy noble. Sé que las chicas y tus compañeros estarán bien. Estoy deseando que nos reunamos de nuevo, pero también me alegro de poder estar contigo —le confieso, y siento un nudo en la garganta al expresar mis sentimientos.

—Lo sé. Pronto estaremos todos juntos de nuevo. Ahora lo más importante es tu seguridad. —Sus ojos se encuentras con los míos con una ternura que me hace sentir reconfortada.

Asiento con determinación y siento un cálido amor que me envuelve mientras Zenithar sostiene mi mirada.

Permanecemos en silencio por un momento, observando a través de la pequeña ventana. La vista del infinito espacio es hermosa. El corazón me late con fuerza, pero el contacto con Zenithar me da la tranquilidad que necesito para enfrentar lo que sea que me tenga preparado el destino.

—Estamos a pocos minutos de poder pilotear la cápsula. Después de eso, en diez minutos llegaremos a la estación espacial —me explica.

—Bien, ya quiero llegar —contesto con entusiasmo.

—Te gustará la estación espacial a donde nos dirigimos. Tomaremos unas vacaciones.

—Suena fantástico, de verdad —replico con una sonrisa.

Se sienta a mi lado y acaricia mi mejilla y mis labios.

—¿Me vas a besar? —pregunto en un susurro.

—¿Besar?

—Ya sabes, juntar nuestros labios.

—Ah, lamer. Sí, quiero pasar mi lengua por tus labios y por todo tu cuerpo.

—¿Qué? No, solo que nuestros labios se toquen —digo avergonzada. Mi cara me arde de lo roja que estoy.

—¿Quieres darme un ejemplo? —me responde con una sonrisa coqueta.

Mi corazón se acelera ante la posibilidad, así que tomo la iniciativa y lo acerco más a mí. Inclino mi cabeza y rozo mis labios con los suyos. La expresión aturdida en su rostro me hace contener una risita traviesa, mientras que deslizo mi mano por el frente de su pecho.

—¿Los alienígenas no se besan? —cuestiono con suavidad, y vuelvo a acercarme para rozar nuestros labios una vez más.

—No, no besamos, pero yo sí quiero besarme contigo, Lilith —murmura con un gemido que hace que mi corazón lata aún más rápido.

Me acerco más a él, presionando mi cuerpo contra el suyo, mientras nuestros labios se encuentran en un beso apasionado. Siento un cosquilleo de emoción recorriéndome y decido que me gusta, me gusta mucho Zenithar. Estoy a punto de mostrarle lo que mi lengua puede hacer cuando empiezan a sonar unas fuertes alarmas de la cápsula que nos interrumpen.

—Mierda —exclama.

Se levanta de golpe y comienza a presionar botones frenéticamente. La cápsula espacial emite un fuerte sonido y se ilumina por completo.

—Bien, ya puedo pilotear muy pronto. Llegaremos a destino.

Me mira por encima de su hombro, y puedo ver que el tono gris pálido de su piel se oscurece un poco en su rostro. Supongo que es vergüenza. Contengo las ganas de reír y de burlarme un poquito de él.

—Estamos a punto de encender los sistemas de navegación. Prepárate para el impacto.

La cápsula emite otro sonido de alerta y Zenithar golpea el panel con frustración.

—No, no, no —grita molesto.

—¿Qué está pasando? —Escruto el panel de control con preocupación.

—La cápsula ha corregido nuestra trayectoria de vuelo. Creo que ha encontrado un lugar seguro para aterrizar, pero no puedo pilotear —explica con evidente frustración en su voz.

—¿Estaremos en caída? —Mi nerviosismo aumenta y siento que las náuseas regresan.

—No estamos en caída, pero sí en piloto automático. Nos dirigimos hacia ese planeta —señala la ventana detrás de mí.

Miro a través de ella y veo un inmenso planeta de colores verde y violeta. Es hermoso, pero también me aterra pensar en qué especies podrían habitar ese lugar.

—Tengo miedo. ¿Crees que encontraremos vida ahí? —Lo observo con preocupación.

—No temas, cariño. Llegando, activaremos una señal de socorro y mis compañeros vendrán a buscarnos. Estaremos bien —me asegura con voz tranquilizadora, aunque puedo percibir una ligera tensión en su rostro.

Sus palabras me tranquilizan un poco. Me acerco y lo abrazo en busca de seguridad. Corresponde a mi abrazo, rodeándome con sus fuertes brazos, y nos mantenemos así mientras la cápsula de escape desciende hacia el planeta desconocido. Aunque intento mantener la calma, el no saber qué nos espera en este nuevo mundo me aterra y comienzo a llorar.

—Estaremos juntos, cariño. Te cuidaré. No permitiré que nada te lastime —promete, y acaricia mi cabello con ternura.

Me abrazo a él con fuerza y le doy un beso suave. Responde con cariño, y por un instante parece que el tiempo se detiene mientras descendemos hacia el planeta. El ruido de la alarma de la cápsula y el resplandor del planeta a través de la ventana me recuerdan la realidad de nuestra situación.

Cuando nos separamos, nuestras miradas se encuentran, y puedo ver que la suya es de amor. A pesar del miedo y la incertidumbre por lo que nos espera en el futuro, siento que, mientras estemos juntos, podremos enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino. Su presencia me da seguridad. No importa lo que venga, lo superaremos unidos.

Me prometo a mí misma que lucharé por mi futuro feliz, y sé que ese futuro puede ser al lado de Zenithar.



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