ONCE
—Por favor, no te rindas, Zenithar. Te lo ruego, por favor. —Sollozo, me inclino sobre él, entregándome al llanto un poco más.
Después de un breve instante, me enderezo y seco mis ojos, consciente de que las lágrimas no solucionarán nada. Necesito llevarlo más adentro para revisar sus heridas. Preparo agua en un balde y corto varias telas para hacer vendajes, improviso una cama en el suelo con algunas de las mantas y pieles. "Bien, concéntrate Lilith" —me digo, observando a mi alrededor—. "Tienes a un gran alíen herido y necesitas llevarlo a las cobijas, aunque no puedas con él". ¿Podré arrastrarlo?
Me levanto y lo examino. Luego, agarro su brazo bueno, el que no fue atacado por esa extraña criatura, y tiro. Este hombre pesa como una roca. Insisto, usando todas mis fuerzas. Él gime de dolor y yo me detengo inmediatamente.
—¡Maldición! ¡Lo siento! Examino su otro brazo, tiene mucha sangre cerca de su hombro.
—¿Zenithar? —susurro con ternura, acariciando su mejilla para verificar si está consciente. No hay respuesta. De alguna manera, me alivia. Así sufrirá menos. Con una disculpa en mi mente, sujeto su brazo ileso y lo arrastro hacia las cobijas. Gime, pero no despierta.
Lo hago girar a la cama improvisada. Zenithar jadea. Lo suelto con suavidad y corro a su lado.
—¿Zenithar? ¿Estás despierto?
Su cabeza se mueve y me mira con ojos vidriosos. No estoy segura de sí sabe dónde está.
—Lilith —dice casi sin aliento, tratando de alcanzarme con su mano.
Su rostro se contrae de dolor y se desploma.
—No te muevas. Todo estará bien. Cuidaré de ti, amor. —digo entre sollozos.
—No... estás... a salvo. —Sus ojos se cierran lentamente.
—Claro que estoy a salvo. Estoy bien —grito. Me inclino y agarro a Zenithar del cuello. —¿Me oyes? Estoy bien, y tú vas a estar bien. ¡No te mueras!
En realidad, estoy aterrorizada. Lo sacudo, provocando otro gemido lastimero. No me importa. Si gime, está vivo.
—No me dejes, no te atrevas.
Cuando termino de acomodar a Zenithar en la cama improvisada, estoy manchada con su sangre y llorando, toco su mejilla. ¿Está fría? Maldición. No sé qué hacer.
Con un cuchillo, corto su camisa para ver sus heridas. En su hombro hay un corte profundo y seguramente tiene una fractura. Maldita sea, estoy en pánico. Intento respirar lentamente para calmarme y comienzo a limpiar su herida, envolviéndola con más tela que voy cortando y rogando para que deje de sangrar.
En las cajas metálicas encontré varios objetos que supongo son para uso médico. Pero no sé cómo funcionan. —Zenithar, necesitas despertar para que me ayudes a entender estos objetos... ayúdame. —Le suplico entre sollozos.
Me levanto para buscar más agua y más paños para limpiar a Zenithar. Cuando termino, me siento a su lado, tomo su mano y la acaricio. Mi corazón late con fuerza y sé que es por miedo, no miedo a estar sola, sino miedo a estar sin Zenithar. Me he enamorado de él y no puedo perderlo ahora.
Lo dejo solo por un momento, para ocuparme del animal muerto. No quiero que su olor atraiga a otras bestias. Bajo lentamente por las enredaderas hasta que consigo llegar abajo. Empujo con todas mis fuerzas la caja metálica que lancé, está muy pesada debido a que guardé en ella unas piedras extrañas que encontré antes. Cuando logro moverla, tomo al animal de una pata y lo arrastro, y lo arrastro, y lo sigo arrastrando, hasta que mis brazos ya no responden más y lo dejo entre unas enormes malezas. Por suerte, este animal no sangra. Hubiera sido peor tener que limpiar su sangre. Su cabeza está deforme pero no rota. Qué asco y demasiado extraño.
Cambio de rumbo y comienzo a caminar hacia el río. Cuando llego, me quito la ropa y me sumerjo para limpiar toda la suciedad de mi cuerpo. Lavo mi ropa y me la vuelvo a poner, aunque esté mojada, pero eso no me importa. Lo importante es sentirme limpia. Al regresar a la nave, encuentro a Zenithar aún está inconsciente. Me quito la ropa húmeda y me acuesto a su lado, llorando hasta que el agotamiento me vence y me quedo dormida profundamente.
Cuando despierto, todo está claro. Acaricio la mejilla de Zenithar y le doy un beso tierno. Trato de mantenerme ocupada para no entrar en pánico. No me quiero desesperar. Me ocupo de nuestra supervivencia. Cuidar de Zenithar ha sido agotador. El día es una lista interminable de tareas. Limpiar la nave, bañarlo, sacudir las mantas, conseguir agua y comida, revisar alrededor de la nave, atenderlo, buscar aún más agua, y así sucesivamente. Me he convertido en una experta en trepar enredaderas.
Miro a mi compañero una vez más antes de ir a buscar agua. Ya quiero que despiertes, necesito escuchar tu voz.
Mi mente es un torbellino de dolor. A veces, sueño con mi hermosa Lilith. Otras veces, siento una intensa sacudida y me hundo aún más en la oscuridad. Necesito concentrarme, pero no puedo. Debo hacerlo, me repito. Debo proteger a Lilith.
—Lilith. —suspiro— Mi pareja.
—Estoy aquí —responde una voz suave en la oscuridad.
Unos dedos tiernos me acarician y lucho contra la marea de dolor que amenaza con arrastrarme. Es como si alguien estuviera sentado sobre mis párpados, demasiado pesados.
—Tranquilo, amor —dice. Su aliento es dulce. Sus labios besan mi mejilla y la acarician de nuevo. —Estás a salvo. Solo tienes que curarte, ¿de acuerdo?
Humedezco mis labios resecos.
—La nave...
—Tranquilo, te estás recuperando bien. Muy rápido, de hecho.
—No me dejes...
—No lo haré —dice en voz baja—. Solo vive. Duerme. —Sus dedos rozan mis labios—. Duerme —repite. Y lo hago.
Duermo durante una eternidad. Mi mente está llena de las leves caricias de Lilith, de sus palabras tranquilizadoras mientras vierte agua en mi boca y del dolor palpitante de mi cuerpo mientras trabaja para curarse.
De pronto, me despierto sorprendentemente lúcido. Un dolor aún ruge en mi brazo, pero no tan intenso. Sin embargo, logro abrir los ojos sin mucha dificultad y miro hacia la luz. Lilith está allí, rodeada de objetos que seguro está intentando descifrar. Siento como si mi boca fuera de lija. Me lamo los labios y trato de sentarme, sediento. Estoy débil.
Lilith me mira con sorpresa.
—¡Zenithar! —Se acerca y pone una mano en mi pecho—No te levantes. En serio. Todavía estás débil.
Ignoro su preocupación y me incorporo, probando mi cuerpo. Me duele, pero nada está fuera de lugar. Muevo mi brazo y flexiono los dedos. Siento un dolor cálido en mi hombro, pero, está derecho, gracias a los vendajes improvisados que rodea mi hombro.
—Tuve que acomodar tu hombro —explica Lilith, tapándome con unas mantas— ¿Estás mejor?
—Lo hiciste bien. —le digo— Me salvaste. Gracias.
Ella se inclina para presionarme la frente con sus pequeños dedos. Cojo una de sus manos y le beso la palma.
—¿Tienes sed? ¿Hambre? —pregunta, con los ojos muy abiertos. Libera su mano, se levanta y va hacia una pequeña fogata—Te he hecho un poco de caldo. Necesitas recobrar las fuerzas.
Me froto la cara y me doy cuenta de que unos círculos oscuros rodean sus ojos y de que está pálida. Se la ve agotada.
—¿Cuánto tiempo llevas cuidándome? —pregunto con humildad. Me temo que mientras yo he estado acostado aquí durmiendo, dejando que mi cuerpo se cure, ella no ha parado.
—Cuatro días.
—Lo siento, compañera, por dejarte sola tanto tiempo.
Se acerca a mí y me abraza, comenzando a llorar.
—Estaba tan asustada, Zenithar, no quería perderte.
—Nunca, mi compañera. Siempre estaremos juntos. Mi alma te ha elegido, nada en el universo nos separará. Siempre regresaré a ti.
Nos besamos, un beso dulce y tierno. Estoy agradecido por mi compañera. Me ha cuidado todos estos días sin rendirse. Estoy orgulloso de ella. No quiero que este momento acabe jamás, pero hay cosas que Lilith necesita saber.
Cariño, logré identificar la nave que aterrizó hace unos días. Es una nave minera. Siendo este planeta un lugar rico en recursos, los mineros seguramente estarán aquí por un buen tiempo extrayendo sus materiales. Conozco un poco sobre ellos. Hay dos tipos de comerciantes mineros. Los trabajadores que simplemente quieren hacer su labor en paz y sin problemas, y los que prefiero evitar a toda costa.
No estoy seguro de cuál de estos grupos aterrizó aquí. Podrían ser de ayuda, pero no puedo estar del todo seguro.
Lilith me mira durante un largo momento, me sonríe y luego me besa. Yo le regreso el beso porque ahora que he vuelto, todo está bien en mi mundo. Está aquí y me siento feliz y orgulloso de mi pareja. Incluso la idea de que extraños sepan que estamos aquí en el planeta no es suficiente para evitar que la bese por tercera vez.
—Estamos juntos, amor, eso es lo que cuenta —me dice Lilith con determinación.
—¿Amor? —pregunto, intrigado—. Me gusta esa palabra.
—Sí, amor. Porque te amo, Zenithar.
—Yo también te amo, mi compañera.
—Ves, no hay de qué preocuparse. Cuando estés mejor, iremos a investigar esa nave juntos. ¿Qué te parece? —pregunta, con una sonrisa esperanzadora.
—Mmm... quizás sea mejor ir solo. No quiero ponerte en peligro.
—¡Basta de tonterías! —grita, visiblemente molesta—. Ya hemos superado eso. No me voy a separar de ti ni un segundo.
—De acuerdo, cariño. Ven aquí para abrazarte y besarte, mi compañera.
—Ahora conocerás mi lado tóxico, amor —comenta Lilith con una sonrisa pícara.
—Te amo, compañera —confieso, y la beso apasionadamente.
Al despertar, nos preparamos para nuestra aventura del día. Veo a Lilith equiparse con algunas de las armas que encontramos en las cajas. identifique varias, junto con algunos suministros médicos. He recuperado por completo mi fuerza, mi cuerpo se regenera rápidamente gracias a un parche que utiliza tecnología de nanobots que ayudan en la curación de tejidos. Lo importante es que me encuentro totalmente recuperado gracia s a los cuidados de mi compañera. Recuperamos todos los días que no estuvimos juntos haciendo el amor muchas veces durante la noche. Eso fue lo mejor parte de estar recuperado.
—Probablemente va a llover pronto. ¿Estás segura de que no quieres quedarte atrás?
—Estoy segura —responde Lilith con gravedad—Buen intento, sin embargo.
Me rio. —Siempre voy a intentarlo.
—Lo suficientemente justo —responde dándome palmaditas en los hombros.
Descendemos por la enredadera. Lilith ya la ha recorrido arriba y abajo varias veces en los últimos días, así que casi se ha vuelto una experta, pero, aun así, nunca se vuelve más fácil.
Finalmente, llegamos abajo. Me inclino y arrastro a Lilith hacia mi le doy un beso en la parte superior de la cabeza.
—Te quedas detrás de mí en todo momento. Si nos topamos con alguien, ¿entiendes? No tienes permitido arriesgar tu vida.
—Entiendo —responde.
— Ahora, sigamos adelante juntos y mantengámonos alerta. —suspiro profundamente, tomo su mano y comenzamos a caminar.
Después de todo lo que ha pasado, el camino se vuelve sorprendentemente tranquilo. No hay emboscadas, ni ataques, ni trampas mortales. Es un camino pacífico, lo suficientemente marcado como para seguirlo sin dificultad. Ni siquiera llueve. Casi parece demasiado tranquilo, como si fuera una trampa.
La nave aparece a lo lejos al final de la tarde, y nos escondemos entre los densos helechos para observar desde la distancia y planear nuestro próximo movimiento.
—Tú te quedas aquí escondida mientras yo me acerco a la nave —le digo a Lilith con calma.
—¡Por supuesto que no! —exclama enojada.
—Cariño, entiende que...
Mis palabras quedan suspendidas en el aire cuando cuatro extraños se acercan, nos rodean y nos apuntan con sus armas.
—Miren qué interesante presa hemos encontrado —dice uno de ellos, una especie lagarto de la galaxia Lyra llamados Ieroit. Quien se pasa la lengua por los labios. —El jefe va a querer conocerte, humana.
—Quítenles las armas. —ordena a otro Ieroit de piel rojiza.
Miro horrorizado a Lilith. Ellos saben lo que es y nos están desarmado. Tomo la mano de Lilith para transmitirle tranquilidad. Nos llevan a la nave para hablar con su jefe.
—¿Estás bien? —pregunto, preocupado, mientras caminamos hacia la nave enemiga.
—Estoy, Asustada. —responde Lilith, apretando suavemente mi mano.
—No te preocupes cariño, solo hablaremos con su jefe para explicar nuestra situación. Vamos a salir de esta, te lo prometo. Estamos juntos en esto, No permitiré que te pase nada malo—susurro con determinación, apretando la mano de mi compañera.
—Lo sé, Zenithar. Confío en ti —responde, tratando de mantener la calma
—Te amo, Lilith. Estoy aquí para protegerte, siempre.
—Y yo te amo a ti.
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