OCHO


Zenithar

Odio los aterrizajes, especialmente en una cápsula de escape, donde no tienes control en su aterrizaje. Mierda, en una cápsula no tienes control sobre nada. No se lo comento a Lilith porque no quiero que esté más asustada de lo que ya está. Mientras descendemos, atravesando la atmósfera, la cápsula se sacude y tiembla, y puedo ver el terror en los ojos de Lilith.

—Calma, cariño. Es normal durante el descenso —trato de tranquilizarla, y me acerco para abrazarla, pero la velocidad de la cápsula aumenta de repente, por lo tanto, la fuerza de gravedad aumenta y me impide mover mi cuerpo.

De pronto, la cápsula se detiene, arrojándonos al suelo.

—¿Estás bien, Lilith? —Me arrastro hacia ella, que tiembla de espaldas a mí. Creo que llora—. Lilith...

—Mierda, eso fue aterrador —dice entre risas.

—¿Te estás riendo? No... no entiendo —confieso confundido.

—Lo siento, Zenithar. Creo que es la adrenalina —responde entre risas nerviosas.

—Carajo, Lilith, casi muero de miedo, y aquí estoy, riéndome contigo. —Dejo escapar una risa mientras me recuesto junto a ella.

Nos quedamos allí, observándonos. Entonces nos acercamos más y nos besamos, y eso me fascina. En mi cultura, besarse no es común, y ahora que lo hago con Lilith no entiendo por qué nuestra cultura ha dejado de lado algo tan íntimo y hermoso. La levanto del suelo y la tomo en mis brazos. No puedo dejar de besarla. Ella se ríe y me devuelve el beso. Pasa su lengua por mis labios en una invitación a explorar su boca con la mía.

—Lilith —gimoteo—, de verdad vas a ser mi perdición.

Besar a Lilith es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Cuando ella mueve su lengua contra la mía, no puedo dejar de pensar en cómo se sentirá esa lengua en otros lugares. Un gemido escapa de mis labios mientras la aprieto más contra mí. Me duele la necesidad.

—Lilith —murmuro contra su boca. Mi mano se dirige a su cuello y la atrae más hacia mí.

—Eres bastante bueno en esto, realmente bueno —afirma con una risita.

—Aprendo rápido. —Me separo de ella—. Revisaré los sistemas y activaré la señal de socorro. No te preocupes, mis compañeros pronto vendrán a sacarnos de este planeta. —Acaricio sus mejillas y beso su frente.

—De acuerdo, ve.

Asiento con una sonrisa, aunque en mi mente solo deseo volver a sentir sus labios sobre los míos.

Comienzo a juntar algunas de mis cosas que cayeron de mi mochila, salgo de la cápsula y observo con asombro la belleza de este planeta.

El cielo es de un tono violeta intenso. Dos soles brillan en el horizonte y lanzan sombras alargadas. Hay árboles con hojas que brillan, con tonos azules y verdes que parecen tener luz propia. Unas pequeñas criaturas extrañas se mueven entre ellos; flotan en el aire con alas translúcidas. El suelo está salpicado de cristales brillantes que reflejan la luz de los soles. En el horizonte, se alzan formaciones rocosas que parecen esculpidas. Sus colores muy intensos, desde el rojo hasta el azul. Crean un contraste impresionante con el cielo y la vegetación.

Avanzo por este extraño pero hermoso planeta cuando de pronto una alarma se escucha muy fuerte. Miro hacia el origen del sonido y noto cómo la cápsula espacial estalla, arrojando escombros y humo al cielo violeta. Soy lanzado al aire por la onda expansiva; me golpeo con fuerza contra un árbol. Desesperado, busco a Lilith. Ruego que no estuviera dentro de la cápsula en el momento de la explosión. Me duele la cabeza y empiezo a marearme. Dejo de sentir, de pensar y todo se vuelve oscuro.

Despierto con un fuerte dolor de cabeza. No tengo idea de cuánto tiempo estuve inconsciente, pero no puedo permitirme preocuparme por eso ahora. No sé dónde está Lilith. Me levanto con dificultad, sintiéndome aturdido, y respiro hondo para calmar mi miedo.

Necesito encontrar a Lilith. La busco alrededor de la cápsula y la veo unos metros más adelante, cerca de un árbol. ¡Mierda!, debe haberse golpeado con él.

Mi corazón se hunde al verla desmayada e inconsciente. Me arrodillo a su lado y paso las manos por su cuerpo. Se ve tan frágil que me da miedo moverla, pero no puedo dejarla en el suelo. Con cuidado, la levanto y noto que tiene sangre en su cabeza, que le cae por la frente. Se golpeó allí. Comienzo a revisarla en busca de heridas. Tiene algunos cortes y hematomas, pero parece que nada roto. Con ella en mis brazos, busco mi mochila y saco una manta para poder cubrirla. La dejo recostada cerca del árbol por un instante y luego me dirijo hacia lo que queda de la cápsula.

Mierda, no sé por qué exploto. Mañana revisaré si queda algo por salvar, pero por ahora solo busco elementos básicos y los guardo en mi mochila. Veo cómo los dos soles se ocultan en el horizonte, dando paso a la noche. Eso nunca es bueno en un lugar desconocido.

Lilith comienza a moverse y a emitir pequeños quejidos. Me acerco.

—Lilith, despierta, cariño —susurro. Estiro mi mano para acariciar su pelo y recuerdo que está cubierta de sangre—. ¿Cómo te sientes?

Ella intenta darse vuelta para poder mirarme. Vuelve a jadear de dolor y entierra su rostro en mi pecho.

—Esa es una buena pregunta. ¿Sabes qué otra pregunta es buena? ¿Por qué hay dos de ti?

—Esa es una buena pregunta, estoy de acuerdo —le contesto con una leve sonrisa.

Busco en mi mochila la botella de agua y una camisa, que rasgo en tiras. Empiezo a limpiar su rostro y me percato de que la sangre proviene de un corte sobre su ceja y de que tiene un ojo hinchado y morado. Me siento a su lado y la sostengo mientras se apoya en mí. La tomo por la cintura, la levanto para que se siente en mi regazo y la abrazo.

—Auch —se queja.

—¿Te duele algo, cariño?

—Todo duele, bueno, no todo. Creo que el dedo meñique de mi pie derecho está bien, pero aparte de eso todo me duele —responde con una mueca de dolor.

—Descansa un poco, cariño. —La abrazo con más fuerza.

Contemplo el panel de control de la cápsula de escape. Está cubierto de humo, y sé que hemos perdido toda comunicación con mis compañeros. Por ahora, decido no decirle nada a Lilith. Esperaré a que se sienta mejor y pueda soportar las malas noticias. Intento descansar un poco, pero me preocupa que oscurezca en un lugar que desconozco. Dejaré que Lilith duerma un momento antes de movernos de aquí.

Cuando siento que la temperatura baja un poco, decido despertarla.

—Cariño, debes despertar. ¿Cómo te sientes?

—Por suerte, veo solo a uno de ti. —Intenta sentarse—. ¿Cuánto crees que tardarán en encontrarnos tus compañeros?

—En cualquier momento —miento—. Cariño, no podemos quedarnos aquí.

—¿No podemos? ¿Por qué no podemos?

—Está oscureciendo y me tomará tiempo reparar la cápsula. Es mejor buscar un lugar seguro para acampar. Dentro de la cápsula había suministros para una semana, pero con la explosión perdimos la mitad. Tendremos que explorar en busca de agua y alimentos.

—Ah, tiene sentido —replica, aunque puedo notar el miedo en su rostro ante la idea de explorar un planeta desconocido.

—Será toda una aventura, ya lo verás. Nuestra primera aventura juntos, cariño.

Lilith no se ve muy segura. Puedo ver en su rostro el terror.

—Dame un poco de tiempo para reunir todos nuestros suministros. Luego partiremos.

—Está bien. Revisaré mi mochila. Creo que no sufrió daños.

Logro reunir varios objetos que me servirán para armar un campamento. Tengo una carpa estándar para una persona, pero perfectamente cabemos los dos, tres mantas, cuatro botellas de agua y diez barras de proteínas. Espero que sea suficiente.

Caminamos un rato y nos detenemos en un río de agua color azul zafiro, rodeado por un musgo del mismo tono, el cual cubre toda la orilla y es muy suave.

—Este lugar es increíble.

Lilith asiente y mira alrededor con admiración.

—Es hermoso. Nunca había visto algo así.

Nos alejamos un poco del rio, buscando algo de refugio entre los árboles. Dejo a Lilith sobre una roca mientras armo un pequeño campamento y después enciendo una fogata.

—Quiero revisar nuestro alrededor para asegurarme de que sea seguro. Te quedarás dentro de la carpa. —La bajo de la roca y la llevo a nuestra carpa.

Ella me da un beso tierno.

—Cuídate, por favor, Zenithar —susurra.

—Regresaré pronto, cariño —prometo, y acaricio su mejilla.

Exploro los alrededores del campamento improvisado, buscando cualquier señal de amenaza. Por fortuna, todo parece seguro. No hay rastro de animales salvajes ni señales de peligro. Me acerco al río cercano. Para mi sorpresa, sus aguas son tibias, quizá debido a corrientes subterráneas o termales.

Me quedo un momento pensando en lo agradable que sería bañarme con Lilith en estas aguas cálidas. Decido regresar y buscarla. Al llegar a la carpa, me doy cuenta de que me espera con una expresión preocupada pero aliviada al verme.

—El área está segura —le informo, y sonrío para tranquilizarla—. Además, he encontrado algo interesante. El río es de aguas termales. Sus aguas son tibias. Nos podríamos relajar ahí con un buen baño.

—No sé, Zenithar —murmura, y baja la mirada—. No me siento muy segura en este planeta.

—No te preocupes. —Le agarro las manos—. Estoy aquí contigo.

—¿Seguro no hay nada extraño en el agua?

—Seguro, cariño.

La llevo de la mano hacia el río. Al llegar, Lilith se detiene en el borde del agua y observa el movimiento suave de la corriente. La envuelvo entre mis brazos y la beso con suavidad.

—Estas aguas son cálidas —musito—. Nos vendrá bien a ambos después de estos días difíciles.

Lilith toma una respiración profunda y se quita la ropa. Contemplo su hermosa figura. Amo cada centímetro de su cuerpo. Con mi apoyo, se adentra en el agua. Poco a poco, sus músculos se relajan y una sonrisa tímida aparece en su rostro.

—Tenías razón, esto es realmente agradable. —Sus ojos brillan con una mezcla de alivio y gratitud.

Nos sumergimos juntos en el río, disfrutando de la calidez del agua.



Lilith

Intento no quedarme mirando a Zenithar, pero fallo miserablemente. Me digo que debería haber supuesto que un tipo que mide casi dos metros iba a tener un pene... grande, acorde a su tamaño, y esos bultos... Bueno, me da un poco de curiosidad saber qué se sentirá con eso, pero me interesa más bañarme que jugar con él.

Camino hacia el agua. Está caliente, como la de una bañera. Gimo al sentir el calor en mis piernas y me sumerjo para que el agua cálida cubra todo mi cuerpo. La sensación es increíble.

Zenithar avanza para colocarse junto a mí. Sus enormes manos se extienden sobre mi piel; acarician mi cuerpo con unas flores que lanzan un rico aroma. Al principio me tenso, pero sus movimientos no parecen buscar nada más que darme un increíble masaje, aunque su enorme erección diga otra cosa. Y es algo... dulce, supongo. No me toca como un pervertido. Me toca porque quiere que me relaje. Me restriego con esa extraña flor los brazos y las piernas, y Zenithar me lava el pelo. Suelto un gemido de placer.

Cuando terminamos de bañarnos, me saca del agua y me cubre con una manta. Es tan preocupado y tierno. Me gusta mucho este chico. No estoy enamorada, es demasiado pronto para eso, pero nuestra relación va en buena dirección.

Sonrío mientras volvemos a nuestro campamento improvisado. Nos sentamos cerca del fuego. Cuando ya estoy seca, saco de mi mochila una túnica y me visto con ella. Zenithar me ofrece unas barras de proteínas para comer.

—Cariño, lo siento. Mañana iré a buscar comida. Este planeta algo tendrá que ofrecernos, fruta o algún vegetal —comenta.

—Está bien. Creo que pronto vendrán a buscarnos. —Trato de mantener la calma.

—Bueno, sobre eso...

—¿Qué ocurre? Me pones nerviosa.

—Cuando la cápsula explotó, también lo hizo la señal de ayuda. —Se ve preocupado.

—¿No vendrán por nosotros? —pregunto aterrada.

—Sí, cariño, lo harán, solo que les tomará algo más de tiempo —intenta tranquilizarme.

—Entiendo. Estoy contigo, sé que me cuidarás.

—Siempre.

—Y Supongo que deberíamos tener suerte de que no haga tanto frío. —Cruzo los brazos sobre el pecho.

—Si tienes frío, puedo calentarte. Ven. —Me sienta en su regazo y me abraza—. No tienes de qué preocuparte, estaremos bien.

Debería haber imaginado que con una explosión tan grande la señal de auxilio se dañaría. Me preocupa un poco, pero estando en los brazos de Zenithar es fácil olvidar todo. Me siento segura y querida con él. Lo miro, y es tan guapo. No resisto las ganas de besarlo otra vez.

—Me gustaría besarte —le digo entre apretones, y acerco mi boca a su piel.

—Mmm, Lilith —gime.

Me desplazo hasta su oreja y le pellizco el lóbulo con los dientes, decidida a volverlo loco.

—A veces pienso que no debería gustarme besar a alguien que no sea de mi planeta, pero entonces me llega un poco de tu aroma y me vuelvo loca —confieso.

—Siento hacerlo. Es por nuestra conexión. —susurra voz sexi.

—No te disculpes. —Uso la punta de la lengua para acariciar su oreja.

—Bien, tampoco voy a disculparme más. Si quiero besarte, lo haré —masculla—, a menos que no quieras.

Me echo hacia atrás y lo observo con una sonrisa juguetona.

—¿Y tú quieres, Ze-ni-thar? —bromeo mientras le doy un camino de besos desde el cuello hasta su mandíbula.

—Me declaro completamente tuyo. Haz lo que quieras conmigo —susurra su voz ronca de deseo.

Nos perdemos en el momento, en la calidez de nuestros cuerpos y en nuestro beso. El mundo exterior desaparece, dejándonos solo a nosotros y a nuestro amor.

Y en ese instante todo parece perfecto, como si nada pudiera interponerse entre nosotros.





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