DIEZ

Observo a Zenithar mientras intenta conectar algunos cables de la vieja nave para conseguir algo de luz. La noche se acerca y él quiere iluminar nuestro entorno. En realidad, no me preocupa en absoluto, estoy tan agotada que planeo dejarme llevar por el sueño hasta la mañana siguiente.

—Déjalo ya y vamos a descansar un poco —suspiro con un bostezo—. Mañana tendremos un montón de cosas que hacer y habrá suficiente luz para explorar.

—Pero no quiero que estés en la oscuridad. —responde Zenithar, con un gesto de preocupación en su rostro.

—No te preocupes tanto. No me molesta la oscuridad —digo, tratando de reconfortarlo—. Además, no creo que haya nada en este lugar que pueda asustarme más que la idea de no dormir en una semana.

Zenithar suelta una risa suave y se acerca para abrazarme.

—Eres valiente. Pero quiero que estes comoda y te sientas segura. Voy a seguir intentando arreglar esto —dice, volviendo a sus tareas.

—Ya está bien, vamos a descansar. No servirá de nada si estás tan cansado que no puedas mantener los ojos abiertos mañana. Ven, vamos —insisto, tomándole la mano con suavidad.

—Está bien, mi compañera, vamos a uno de los camarotes. Creo que uno de ellos tiene una cama aceptable. —dice con resignación.

Él toma mi mano y me guía por los pasillos de la nave hasta que llegamos a una habitación que sirve como dormitorio. Observo a mi alrededor y veo una amplia cama, junto con varias de esas cajas metálicas.

Toso, agitando una mano en el aire. —Sucio.

—Lo ventilaremos por la mañana. ¿Puedes dormir en el polvo? —pregunta.

—Dormí en una maldita jaula con desechos desagradables. Supongo que un poco de polvo no me hará daño —respondo.

Zenithar se acerca a la cama y noto que el colchón está cubierto de polvo, aunque se ve en buen estado. Lo recoge, lo sacude para liberarlo del polvo y lo coloca nuevamente sobre la cama lo cubre con varias mantas y pieles.

—Sube, cariño.

—Oh, es muy cómodo y suave. Quizás nunca quiera levantarme.

—Mi malvado plan funcionó —bromea, frotándose las manos—. Así es como te meto en mi cama para siempre.

Me río de su declaración. —Eres un ser malvado.

Zenithar se sube a mi lado en la cama. No es la mejor cama, el colchón ha visto mejores días, pero es mucho mejor que nuestro campamento y definitivamente superior a dormir en el suelo de la jaula. Extraño mi cama en la Tierra, sé que ya no existe, pero extraño dormir en un lugar bonito, limpio y cómodo. Inmediatamente, él me abraza y me atrae hacia su costado.

—¿Qué piensas cariño? ¿Se que algo está pasando por esa cabecita tuya?

—estaba Pensando en mi hogar, bueno, no exactamente en mi hogar, más bien en mi cama.

—Entiendo cariño, en mi planeta, en nuestro hogar tenemos una cama grande y cómoda, y si no es de tu agrado, siempre podremos comprar otra.

Me doy vuelta y lo abrazo, encajo tan bien en su enorme cuerpo, como si hubiera sido hecha para él.

—Tengo muchas preguntas sobre eso, ya sabes. Tu hogar ¿Qué voy a hacer allá, que harás tu?

—Lo sé, y no creas que yo no tengo preguntas y dudas, pero todo lo resolveremos con el tiempo. Lo importante es que estemos juntos...siempre.

—Tienes razón, y primero hay que salir de este planeta.

—Lo haremos pronto cariño.

Me doy vuelta y el me tira hacia atrás y se acurruca contra su cuerpo. Mi trasero se acomoda en sus caderas, mientras Zenithar besa lentamente mi cuello.

—Más tranquila, cariño.

—Mmm, sí.

Zenithar me quita la camisa y empieza a besar mis pechos.

—Oh, ¿estamos haciendo esto? —digo.

—¿Debería parar? ¿Estás demasiado cansada? —pregunta.

—¿Demasiado cansada para que hagas todo el trabajo? —me río—. Para nada. Tu boca se siente bien.

Me sonríe. —Entonces déjame cuidarte de esta manera también —besa un camino hasta mi cintura y me arranca los pantalones.

—Zenithar, por favor. Te necesito tanto.

—¿Me necesitas, cariño?

—Sí —susurro—. Por favor.

—No puedo controlarme, cariño —dice Zenithar entrando profundamente en mí.

Gimo de placer con cada empuje. Mi clímax llega rápido y tan fuerte, que grito mi liberación. Zenithar me penetra con más fuerza, empujándome contra el colchón. Cuando se viene, grita mi nombre y se derrumba sobre mí en la cama, temblando y sin aliento.

Zenithar acaricia mi pelo, haciendo pequeños sonidos de placer mientras recupera el aliento. Le toma un momento más recuperarse. Besa mi frente y se acuesta a mi lado, abrazándome. Acaricio su espalda y sus brazos mientras escucho su suave respiración.

—Soy tan bendecido de tenerte, mi compañera.

Le doy un último beso tierno antes de que el cansancio y el sueño me reclamen.

Despierto de repente sobresaltada por un sonido extraño y me incorporo rápidamente, mirando a mi alrededor en busca de Zenithar, quien apresuradamente se está colocando los pantalones.

—¿Qué está sucediendo?

—Una nave está ingresando al planeta.

—¿Tus compañeros? —pregunto mientras me levanto y me visto velozmente.

—Cariño, no lo creo —me mira pensativo—. Esta vez, iré solo a explorar. No sé quiénes son, pero no quiero que corras ningún peligro.

—Pero, Zenithar, ¿y si necesitas ayuda? No puedo quedarme aquí sin hacer nada —digo, sintiendo cómo la preocupación se apodera de mí.

—No quiero que te pongas en peligro, cariño. —responde él, intentando tranquilizarme.

—Pero eso no es justo. Quiero ayudarte, quiero estar contigo —insisto, cruzando los brazos con determinación.

Zenithar se acerca a mí, me abraza y deposita un suave beso como gesto de consuelo.

—No te enojes, regresaré lo más rápido posible, quizás en uno o dos días como mucho.

—¿Qué? ¡No, no, ahora sí que no me gusta la idea!

—Tengo que hacerlo por si existe la posibilidad de salir de este planeta.

—No quiero estar sin ti y dos días es en serio. ¿Y si algo te pasa?

—Lilith, entiende, eres mi responsabilidad...

—No puedo soportar la idea de estar sola y preocupada por ti. —interrumpo.

Zenithar  acaricia mi cabello. —Cariño, sé que odias la idea, y yo también, pero iré lo más rápido posible para volver junto a ti, pero no te pondré en peligro, eso no está en discusión.

—Lo siento, Zenithar. Entiendo que tienes que hacer lo que crees que es correcto. Solo... me asusta la idea de perderte —confieso, con la voz entrecortada por la emoción.

—Lo sé, cariño. Pero te prometo que volveré lo antes posible. Y estaremos bien ¿de acuerdo?

—Está bien, solo no te comportes como un idiota y no te arriesgues demasiado.

—De acuerdo, no seré un idiota.

Observo cómo Zenithar se prepara para ir a explorar la nave recién llegada. Estoy en un estado de temor y tristeza. Me abraza y me besa por última vez antes de verlo descender.

Zenithar se ha ido y me encuentro sola. Sí, solo yo, dando vueltas en la silla del capitán anclada al puente de mando. Girando, girando y girando. Sola. Zenithar se ha ido por cinco minutos y ya lo extraño. Bueno, esto apesta.

Está bien. Esta es mi oportunidad para revisar todas las cajas metálicas. También limpiaré un poco la nave, quizás vaya a buscar más agua. Me mantendré tan ocupada que no tendré tiempo de extrañarlo. ¿No es así? Cinco minutos de tristeza. Eso es todo.

Comienzo a desocupar las cajas metálicas y encuentro ropa alienígena muy extraña y extravagante, comida que separo entre la que ya está rancia y la que quizás nos pueda servir. También encuentro muchos objetos que parecen armas; los tomo con cuidado y los coloco en una caja aparte.

—¡Maldición, Zenithar! —exclamo en voz alta, golpeando una de las cajas con frustración. ¿Por qué tuviste que ir?

A media tarde, me digo a mí misma que deje de deprimirme. Me permitiré un buen llanto, ¡sólo uno!, y luego me pondré a limpiar las cosas. Claro que no hago ninguna mierda de limpieza. Acostada en la cama, lloro y lloro hasta quedarme dormida.

Cuando despierto, todavía estoy sola y me siento terriblemente triste y solitaria. También estoy enojada conmigo misma. ¿Cuándo me convertí en esta persona necesitada? No es la parte de la supervivencia lo que me preocupa. Es la parte de la falta de Zenithar lo que realmente me vuelve loca. Extraño escuchar su voz, extraño hablar con él, extraño su risa y sus manos fuertes y sus constantes comentarios. Hemos estado juntos todo el día y toda la noche, y en lugar de cansarme de él, he llegado a amarlo. Tal vez sea porque ya he perdido a tanta gente que me estoy volviendo necesitada de los que me quedan.

Sea lo que sea, no me gusta y no me gusta que Zenithar se haya ido.

Al segundo día, sigo deprimida, pero decido que ya debo hacer algo con mi tiempo libre. La nave en la que estoy es redonda, con un enorme pasillo que gira alrededor de lo que parece era una sala de entretenimiento, junto con la cocina y el comedor. Los cuartos de la tripulación son todos alojamientos privados, y hay cuatro en esta nave. Cada cuarto tiene su baño equipado, aunque sin funcionar. En una enorme sala, encuentro cabinas que parecen camillas y montones de objetos médicos. En cada cuarto, hay mínimo cinco cajas llenas de objetos. He desocupado seis de ellas y he encontrado varias cosas.

Comienzo limpiando la sala de entretenimiento, el comedor y la cocina. Zenithar estaba tratando de reparar el dispensador de agua y de comida, y sus herramientas aún están desparramadas por el suelo. Hay mucho polvo y algunas partes de la nave están oxidadas, pero me sorprende que no haya moho ni humedad. Así me entretengo gran parte del día. Cuando llega la noche, decido ir a dormir o, más bien, a llorar otra vez. Me quedo dormida llorando por Zenithar.


Nunca había corrido tan rápido en mi vida, pero mi pareja lleva mucho tiempo sola en esa nave abandonada y quiero estar allí a su lado. La extraño demasiado. Estoy seguro de que Lilith está bien. Ella es muy fuerte y mucho más capaz de lo que cree. Sin embargo, estoy pasando un maldito mal rato lejos de ella.

Así que corro y corro más rápido para llegar luego con ella. Mi Lilith, mi encantadora compañera, mi inteligente y hermosa humana, es tan ingeniosa. Siempre me hace reír con sus comentarios. Ella se considera débil, pero yo creo todo lo contrario. Se las arregla para sobrevivir a toda la mierda que el universo le arroja y mantiene intacto su espíritu libre y obstinado. Es la persona que esperé toda mi vida y explorar sin ella no es divertido. Pienso en cómo se sentirá con las noticias que llevo. Tendremos que tomar muchas decisiones. Pero sé que mientras estemos juntos, podremos sobrevivir a todo.

Me encuentro muy cerca de la nave y comienzo a encontrar huellas de un animal grande que no había avistado anteriormente. Esto no me gusta. Corro más rápido, debo apurarme. Al llegar al árbol, inicio mi ascenso por las enredaderas. "¡Lilith!", llamo a mi compañera, buscando asegurarme de que esté dentro de la nave. Ella se asoma, y alcanzo a ver su hermoso rostro antes de que un animal se aferre a mi hombro y lo muerda con ferocidad. ¡Mierda!, grito desesperado, mirando a Lilith, quien me observa horrorizada. "¡Entra, entra!", le grito mientras la veo desaparecer.

Pateo al animal y logro hacerlo caer, continuando mi ascenso lo más rápido que puedo, sosteniéndome con un solo brazo, ya que el otro está destrozado. Observo a Lilith acercarse nuevamente a la entrada, arrastrando una de las cajas metálicas. Debe de ser muy pesada, ya que le cuesta esfuerzo empujarla. El animal salta de nuevo para atacarme, y Lilith me insta a moverme con gestos frenéticos y gritándome para que me haga a un lado. Me desplazo tan rápido como puedo, alcanzando las enredaderas del otro lado. Lilith lanza la pesada caja, que cae sobre el animal, aplastando su cabeza. Jadeo, moviéndome lentamente mientras subo el árbol. Mi visión comienza a volverse borrosa. Lilith me toma bajo mis brazos, intentando arrastrarme hacia el interior. Escucho sus gritos desesperados: "Por favor, no te mueras, Zenithar. Por favor, por favor", me sigue llamando entre lágrimas. Intento levantarme, pero dejo de sentir mi cuerpo y todo se vuelve borroso y distante.

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